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Danke por Melu102

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Notas del capitulo:

Holu~ Vengo pasando por acá y dejando el capítulo número veinticinco de esta… historia XDXD

En fin, que lo disfruten~ 

   -Ha pasado muchas veces, primero, los hermanos Miroku. Eris, la mayor de ellos, debido a una terrible situación, le pidió a Ban que la asesinase. Unos años más adelante, Ban escapó de esta casa, no decidí seguirlo, quería que tuviese su libertad de una buena vez, aun así, lo he estado observando con mis cartas. Un día conoció a Yamato Kudo, quien tenía una hermana llamada Himiko, ambos habían hecho muy buena amistad con él, pero nuevamente sucedió, y nuevamente Ban tuvo que asesinar. Yamato le rogó que lo matara para no tener que asesinar a su hermana pequeña, y aunque Ban no lo quiso hacer aquella vez, la situación dio un tremendo giro, y termino asesinándolo. – Expresó la mujer, viendo como la mirada de Alphonse se oscurecía más cada segundo, tomando un gran semblante de tristeza.

   -Que… que horrible. – Dijo entones.

   -Luego de haber sucedido infinidad de veces, Ban juró no volver a hacer un amigo nuevamente, su corazón se oscureció, y se dedicó a vagar solo por las calles durante años, hasta que un día, a los dieciséis, sus ojos se cruzaron con Ginji Amano, quien en su tiempo, era el líder de la fortaleza infinita, un edificio inmenso lleno de muerte y destrucción. Tan horrible, que la gente prefiere creer que aquel lugar nunca existió ni existe. Ginji, quien fue abandonado desde pequeño en ese lugar, también debió sobrevivir de la misma manera que Ban, oscureciendo su corazón con cada mancha de sangre que sus ojos solían presenciar. Todo lo que intentaba proteger, de alguna manera terminaba muriendo. Ellos al principio se odiaban, incluso un día tuvieron una pelea dentro de la fortaleza, que los dejó totalmente destrozados a ambos.

   -Pero… parecen llevarse realmente bien ¿Cómo es que…? – Edward no entendía absolutamente nada, si querían matarse el uno al otro, ¿cómo era posible que ahora se llevaran tan bien?

   -Un día, la segunda generación de recuperadores les cedió el trabajo a ellos, el nombre de “Get Backers” lo han inventado Ban y Ginji, pero antes habían otros recuperadores, solían ser realmente buenos en su trabajo y ayudaban siempre a cualquier persona. Les cedieron su lugar, porque lograron ver el potencial y la amistad que podría generarse entre ellos, eran perfectos para aquel trabajo, y nunca se equivocaron. Al principio realmente se llevaban muy mal, aquello se debía a la oscuridad que habitaba en ambos corazones, pero luego Ginji comenzó a des aflojar el nudo en cuanto Ban lo sacó de aquel infierno de la fortaleza, le dijo que si tanto lo lastimaba debía dejarlo por su propio bien. Ginji entendió que realmente no era una mala persona, y comenzó a tomarle mucho cariño. – Luego de tanta charla, María por fin sonrió y los hermanos también lo hicieron, fue como un alivio para todos allí presentes.

   -Pero… ¿Y la maldición de Ban? – Preguntó entonces Edward, pensando que por más que esta anécdota era muy feliz, debían aclarase algunas cosas.

   -Por alguna razón, Ginji todo este tiempo ha calmado aquella maldición, con su dulzura, con su cariño, todo de él le ha dado calidez al corazón de Ban, le ha enseñado a volver a ver la vida con colores brillantes, lo sacó de la oscuridad, tal como Ban lo había hecho con él. Para Ban, aunque no quiera admitirlo, Ginji se ha convertido todo este tiempo en un ángel para él, es como su Dios, aquel que con sus brillantes ojos consiguió lo que ninguna persona había conseguido antes. Es su salvación, como si el destino hubiese querido que ellos se hubiesen encontrado aquel día, para darle un final a la tristeza y oscuridad que los habitaba. Con el paso del tiempo, Ban aprendió a controlar aquella maldición, y ahora es capaz de usarla totalmente a su favor, todo eso, gracias al apoyo de Ginji. – Los hermanos suspiraron con alegría en sus semblantes, era un verdadero alivio saber que no sufrían ahora, que eran felices y nada los detendría.

   -Que bien que a pesar de todo el sufrimiento, ahora puedan ser felices. – Expresó Alphonse con una sonrisa, mientras el mayor asentía.

   -Solo se tienen el uno al otro, como ustedes. – Respondió María con una radiante sonrisa, logrando que ambos hermanos se sonrojasen ante aquello.

   -Pero eso no-no es cierto.  – Dijo Edward con una sonrisa nerviosa, luego se calmó, para mirar a la morena, quien tenía una autentica cara de duda.

   -Es cierto, usted María-san, fue la madre que Ban nunca pudo tener, lo ha cuidado y observado mucho tiempo, incluso ha velado por él. Estoy seguro de que Ban tampoco quiere aceptarlo, pero de seguro la ve de esa forma. – Continuó Alphonse con una sonrisa mientras Edward asentía, María bajó su cabeza intentando contener las lágrimas de felicidad.

   -Muchas gracias, chicos. – Expresó la mujer mientras se incorporaba de su asiento para abrazar a ambos hermanos, quienes correspondieron amablemente el contacto. Luego de un tiempo se separaron, y María se dirigió a la hornalla para quitar la comida del fuego.

   -Ah… María-san… - Dijo Edward con cara de duda.

   -¿Si? – Respondió la mujer girando su cabeza.

   -¿Por qué usted no lo llama “Ban-chan” como lo hace Ginji? – Preguntó entonces, mientras la morena soltaba una pequeña risa.

   -Oh, ¿Eso? Es porque Ban es muy orgulloso y no le gusta que lo llamen así, Ginji es el único a quien le deja hacerlo. –Respondió entonces, mientras los hermanos hacían una pequeña pausa y luego comenzaban a reír animadamente.  

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Ban y Ginji salieron de la pequeña tienda con el dichoso condimento en sus manos, antes de irse, el rubio observó el pequeño puesto de revistas y miró el diario con sorpresa.

   -¡Ba-Ba-Ban-chan! ¡¡Mira esto!! – Expresó entonces, llamando a su compañero.

   -¿Qué pasa? – Preguntó el ojiazul con neutralidad mientras se acercaba hacia él. Estaba acostumbrado a que el idiota de Ginji se impresionase a menudo con cada estupidez que viese.

   -Esa cosa que está ahí, detrás del señor ese… ¿Qué no se parece a al cosa que nos describieron Ed y Al? – Preguntó entonces mientras señalaba el diario con insistencia, Ban tomó el conjunto de papeles y miró atentamente.

   -Es cierto… - Observó un poco más, reconociendo al “señor ese” que había mencionado el rubio.  -¿¡Pero qué carajo!? ¿Ese no es el estanciero Berthold?

   -¿Berthold? ¿Hablas de ese señor que tiene muchas tierras en su poder? – Preguntó Ginji inclinando su cabeza hacia un lado con curiosidad, Ban asintió mientras volvía a mirar el diario con una antipática sonrisa.

   -Por supuesto, ninguna de esas tierras las compró limpiamente… - Su ceño se frunció mientras soltaba una pequeña carcajada de asco. –Pedazo de bastardo, no me sorprende que haya querido robar aquel perro.

   -Creo que ya tenemos el primer paso que buscábamos ¿Nee, Ban-chan? – Preguntó Ginji con una pequeña sonrisa, Ban asintió mientras compraba el diario y volvía con su compañero.

   -Vamos, Ginji.

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   -¡Señorita María! – Los tres presentes en la taberna miraron hacia la puerta del local, encontrándose con un señor de una estatura media, un poco desordenado y con los cabellos desparramados. Al ver su desprolija barba, Edward notó que no se había arreglado en algunas varias semanas.

   -Pequeño Danny~ ¿Qué sucede? – Preguntó la mujer mientras lo invitaba a pasar y sentarse en la barra, junto a  los dos hermanos.

   -Es que… yo… - María, al notar como el volumen de voz y las expresiones del señor se volvían cada vez más tristes suspiró, totalmente agotada.

   -¿Otra vez Danny? – Preguntó la morena interrumpiendo a Danny, quien al escuchar la pregunta de la bruja asintió aún más deprimido. –Te he dicho muchas veces que no es real y que no dependieras de ello ¿Lo sabes, verdad? – Preguntó María con una mirada totalmente seria, el chico bajó su cabeza, agotado.

   -Por favor señorita María… lo necesito, necesito verla. – Subió nuevamente su cabeza, mientras de sus ojos podían observarse las grandes ojeras que portaba, ahora, acompañadas del brillo de las lágrimas. María suspiró nuevamente, tomando luego las manos del hombre con dulzura.

   -Sabes que si lo tomas demasiado te hará mal ¿Verdad? – Preguntó suavemente, el señor asintió. –Y también sabes que es solo una ilusión… ¿Lo sabes? – El señor bajó su cabeza entonces, dejando caer una lágrima, una triste y frustrada lágrima.

   -Los sé… pero prefiero creer que no es así.

   -Esto solo te hará más daño, Danny. – Danny subió su cabeza para apreciar los ojos grises de la morena, quienes rogaban porque tomara una buena decisión, rogaban para que aquel hombre parara de martirizarse de aquella forma.

   -La última vez, lo juro… - María frunció el señor totalmente preocupada, aquello se lo había dicho tantas veces. -Por favor… -Articuló el chico, María soltó sus manos y se giró hacia la cocina.

   Tomó entre sus manos una gran jarra con una decoración totalmente bella para la opinión del castaño, y vertió un poco de su contenido en la taza que se encontraba frente a aquel señor de mirada triste. María sujetó la taza con suavidad y cerró sus ojos, luego de unos instantes las quitó, y le hizo un ademán al chico para que comenzara  a beber. Por lo que los hermanos pudieron apreciar, se trataba de café.

   -Muchas gracias, María. – Expresó el señor sonriendo tristemente, mientras tomaba la taza entre sus manos y dejaba que su contenido se pasease por su garganta, hasta llegar al fondo de la taza.

   María salió de detrás de la barra y tomó la mano de Danny, guiándolo hacia el sillón-cama que había dentro de la sala, lo recostó allí cubriéndolo al instante con una manta. Su cara tomó un vestigio de dolor en cuanto el señor comenzaba a dilatar sus pupilas y su expresión tomaba un semblante de pura felicidad.

   -Toriel… - Expresó con dulzura Danny, mientras cerraba sus ojos con delicadeza.

   -Dulces sueños, Danny. – Dijo María en voz baja antes de salir de la sala y dirigirse hacia donde se encontraban los chicos. Ambos chicos al verla, expresaron una cara de completa curiosidad y asombro.

   -¿Qué…? – Articuló el mayor mientras observaba como la bruja volvía nuevamente a situarse detrás de la barra, María sonrió ante la curiosidad de ambos jóvenes, los alquimistas realmente siempre estaban llenos y llenos de dudas.

   -Café Voodoo. – Expresó la morena mientras ambos chicos se llenaban aún más de dudas en su cabeza.

   -¿Qué… Es eso? – Preguntó el menor ladeando la cabeza, María soltó una pequeña risa.

   -Es una vieja preparación, la verdad. El Café Voodoo se prepara con Mandragoras, lo que hace es permitirle a quien lo haya preparado, la posibilidad de hacerle ver ilusiones a las personas. Depende que cuanta cantidad le des a su consumidor, la ilusión dura más, o menos tiempo. En este caso, a Danny le he dado aproximadamente una hora.

   -Woow… increíble. – Dijo Edward con entusiasmo.

   -Pero… ¿Qué las mandrágoras no son aquellas criaturas que crecen debajo de las guillotinas? – Preguntó Alphonse un poco preocupado, María asintió, totalmente emocionada.

   -Si~ Se alimentan de la sangre que se derrama al piso y cuando las sacas de la tierra expulsan un grito terrible que vuelve locas a las personas~ ¡Pero yo soy adicta  ese sonido!~ - Respondió animadamente mientras tomaba un frasco de la alacena y enseñaba a la mandrágora en su interior.

   -Wow… - Ambos quedaron impresionados con la criatura que tenían frente a sus ojos, nunca en su vida habían tenido la oportunidad de ver algo como aquello, pues habían visto imágenes sobre ellas e información en los libros, pero nunca en persona.

   -Danny… Perdió a su esposa hace varios meses, un día vino a mi taberna comentándome que le habían dicho que yo teína un café excelente que podía crear ilusiones, al principio me negué, pero luego terminé accediendo, me daba mucha pena su mirada acabada… no pude negarme. – La mujer bajó la cabeza mientras tomaba el frasco y lo dejaba nuevamente en su lugar. –Comenzó a venir seguido por aquí pidiendo el café varias veces, no puede olvidarla, y dudo que lo haga algún día. – Se sentó en la silla mientras posaba ambos brazos sobre la barra. – Pero el café voodoo tiene una contra, y es que si se abusa de él, podría dejar de poseer la habilidad para distinguir la realidad de la ilusión.

   -No se culpe María-san, usted lo hizo para hacerlo sentir mejor. – Expresó Alphonse con una sonrisa comprensiva, María agradeció en silencio.

   -Tal vez, Danny quiere que eso suceda, tal vez él quiere evadir la realidad para siempre. Es cruel, pero es lo único que le queda. – Dijo entonces Edward quien también trataba de consolar a la bruja.

   Los tres, al escuchar el ruido del motor de un auto giraron su cabeza hacia la puerta del local, María sonrió mientras se incorporaba de su asiento.

   -Ya llegaron~

Notas finales:

Bueno~… hoy no tengo imaginación, se los juro XD

Espero que les haya gustado, y ¡Gracias por leer!

Nos vemos en el próximo, un abrazo~


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