No pudo con la frustración.
Apretaba fuertemente las bolsas en su pecho con la intención de sentirse menos frágil. Las lágrimas bañaban sus mejillas al momento de entrar a su habitación. Estaba agradecido que Hobi, Tae y Kookie no hubieran escuchado nada, seguro concentrados en el video juego, que dijeron, hoy probarían.
Con el cuerpo en tensión, guardó en su armario las nuevas prendas, cogió su pijama y se dirigió a uno de los dos baños para darse una ducha. Enjugó las lágrimas que sin permiso volvían a correr por su rostro.
Al salir de su habitación levantó la mirada, encontrándose con la de Yoongi, quien estaba parado al lado de uno de los sillones. Cohibido, rápidamente bajó la mirada para evitar que note cómo le habían afectado sus palabras. No estaba dispuesto a escuchar alguno de sus comentarios hirientes. Aceleró sus pasos y se encerró en el baño, desesperado por asearse y quitar los rastros de lágrimas.
~~
Había tomado su chaqueta del sofá para dar una vuelta, como se lo habían sugerido -Jin de mala gana y Namjoon con resignación- para aclarar su mente.
Se sentía enojado y confundido, pero sobre todo, estaba preocupado por el enano.
Lanzó una mirada al pasillo donde se encontraban las habitaciones y al mismo tiempo, Jimin salía de la suya. Cruzaron miradas por un segundo, sin embargo, fue más que suficiente para arrepentirse y replantearse de cómo trataba al menor pues éste tenía los ojos rojos y sus regordetas mejillas bañadas en lágrimas. Al siguiente segundo, el bajito se metía apresuradamente al baño.
Agachó la mirada, apretó los ojos y suspiró con fuerza. En definitiva, era un idiota.
Palpó el bolsillo derecho de su chaqueta para cerciorarse de llevar sus llaves, al encontrarlas, salió del departamento.
El suave viento de la tarde tocó su rostro. Le agradaba el clima de ése modo, el sol entibiando las calles y el viento fresco.
A Jimin también le gustaba ése clima.
Suspiró otra vez al recordarlo.
Admiraba la perseverancia del rubio al practicar el canto, las horas que se pasaba en la sala de prácticas ensayando y perfeccionando algún paso de baile. El menor se sobre esforzaba y aun así, conservaba una gran sonrisa en el escenario.
Recuerda que en varias ocasiones Jimin se le acercaba y le mostraba sus avances solo buscando su aprobación. Los tiernos pucheros que formaba con sus labios cuando no conseguía su total atención...
¿En qué momento había dejado de ser un buen consejero para Jimin? ¿Cuándo comenzó a exigirle en demasía? ¿Por qué dejó de observarlo y admirar sus expresiones tiernas?
Ah...
Lo recordó en ése momento.
Se encontraba cerca de un parque y el sol ya empezaba a ocultarse. Miró al cielo, ninguna estrella se mostraba aún, solo las tonalidades violáceas y naranjas pintaban las nubes.
Lo sabía.
No le era fácil admitirlo, pero lo había sospechado desde hacía casi un año.
Soltó un suspiro tan hondo que sonó casi lastimero.
¿Por qué tuvo que terminar enamorado de Jimin?
Prácticamente un año intentando convencerse que era una confusión, casi un año deseando no albergar ésos sentimientos, negándose a lo incontenible: estaba enamorado de Jimin.
Todo ése tiempo tratando de alejarlo por medio de malos tratos, comentarios sarcásticos, exigencias absurdas, habían logrado ésa reacción en el menor.
Jimin lo admiraba, no era un secreto. Cuando iba a su sala de trabajo, lo perseguía con un "¿Hoy qué hará?" y cuando aún no recibía respuesta, continuar con un "¿puedo ayudarlo Hyung?"; Yoongi solo se detenía y lo veía seriamente, evaluando si lo ayudaría o solo lo distraería de sus labores, pero luego era atacado con un puchero del menor y su muy conocido "es que quiero que me enseñe, quiero aprender Hyung". Odiaba que Jimin hiciera esa clase de gestos.
No, no lo odiaba. Pero le molestaban esos pucheros, la voz tan tierna con la que acompañaba esos gestos... Eran su debilidad.
Jiminnie era afectuoso con todos los miembros. Ojalá su corazón lo hubiera asimilado antes de ilusionarse en ser especial para él. El menor le llevaba el almuerzo cuando ni él mismo recordaba que se había saltado ésa hora entre tanto trabajo, lo acompañaba hasta la madrugada cuando se encontraba aprovechando sus momentos de inspiración y prefería quedarse hasta tan tarde. Era muy natural en él, como un instinto de preocuparse por los demás, más que por sí mismo.
La imagen del rubio con los ojos llorosos vino a su mente otra vez y no pudo hacer más que cerrar los ojos y suspirar con frustración, decepcionado de sí mismo.
Debía cambiar su actitud.
Y éso no se trataba de sólo evitar las frases sarcásticas. Se trataba de dejar sus sentimientos egoístas a un lado, tratar al menor como se lo merecía, demostrar su amor -a pesar de no ser correspondido- en forma de amor fraternal. Como antes.
Decidido y luego de estar en aquel parque cerca de una hora, regresó al departamento.
Debía demostrar que valoraba a Jimin.