Domingo en la noche y el frio de las calles calaban hasta los huesos mientras en el ALL BLUE el ambiente era cálido con la tenue música que sonaba en el salón de baile; esa era la fecha que las personas esperaban con ansias, los domingos de baile en aquel famoso restaurant del Este. La música en vivo, las parejas y personas de todas las edades ser reunían ahí para bailar, él podía observar como aquellas siluetas se movían al son de la música, las vagas sombras que su revolvían en el salón, el sonido del violín y la dulce voz que cantaba mientras susurros lejanos le acompañaban. Su vista iba de izquierda a derecha paseándose por el espacioso salón de bailes aquella noche.
Había asistido por la insistencia de una persona, pero ahora… estaba abochornado, sentado mientras bebía nuevamente su copa de alcohol, había perdido la cuenta, su cuerpo se sentía cálido y liviano, Zoro dirigió su mano a los tres pendientes que tintineaban en su oreja izquierda, movía su dedo en zigzag entre el ornamento mientras la música lo transportaba, su cabeza empezaba a dar leves y delicadas vueltas, las noche había empezado y…
—Me permite esta pieza—
Aquella voz lo saco del aturdimiento en el cual se encontraba y dirigió su mirada hacia la mano morena y delgada que se encontraba a centímetros de su cuerpo, sonrió levemente y acepto la invitación. La música había cambiado súbitamente, las notas del violín afloraron agresivamente entre los pasos, aquella danza había comenzado.
—¿Quién es?
Los susurros habían empezado detrás de ellos, Zoro solo podía escuchar el eco los pasos de dos personas haciendo eco, como si todo el sonido, exceptuando a la música se hubiera desapareciendo… solo eran ellos y el sonido hipnotízante de los violines. Podía verlo, aquella silueta que lo había sacado a bailar aquella noche, un traje color blanco, zapatos negros y una camisa negra era lo que vestía, Zoro trago saliva y comenzó a seguir los pasos de su acompañante, podía sentir su cuerpo aun por arriba de la ropa, era delgado, piel morena, desvió la mirada que aquel botón que estaba libre en la camisa ajena y la dirigió hacia el rostro que estaba frente a él, lentamente y sin prisa alguna fue inspeccionando cada centímetro del aquella piel, su cuello, orejas, su cabello que se veía azul en ese momento, los delgados labios que se curveaban en una leve sonrisa que comenzaba a entreabrirse memento mori , fue lo que puso escuchar… aquellas esporádicas palabras, su voz, lo atrapo, una inquietud comenzaba a abrir paso y un finalmente lo vio realmente.. Pudo observar su verdadera naturaleza en aquellos ojos, crudos como el invierno, aquel invierno que hacia desear morir, le parecieron hermosos, misteriosos, aterradores, ojos profundos adornados con sombras negras cada paso lo había perderse cada vez más en aquel ser que acababa de conocer…
—DEJAME PERDERME— Zoro susurro mientras sentía su alma abandonar su cuerpo entre aquellas fosas grisáceas iluminadas con la tenue luz, sus palabras fueron acompañadas por la seseante flauta que se escuchaba haciendo eco…
La respuesta fue de una sonrisa burlona y grotesca, esa fue la primera y la última vez que fueron desconocidos, desde ese día, algo había cambiado, algo… o quizá fue ese día, aquel que el comenzó a bailar con el Diablo, aquel demonio que lo hacía pecar y joder, de eso no se quejaba mientras fuera con él, mientras fuera con ese dulce y amargo demonio bailaría hasta en el infierno.