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Vino dulce y nicotina barata. por Baozi173

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Si vamos a hacer esto, vamos a hacerlo bien. Así como este chico se lava los dientes por tres minutos, usa pasta dental sabor a menta, bebe tres cuartos de taza de café pasado todas la mañanas, ata dos veces los cordones de sus zapatos negros y a las ocho con trece minutos ya está en la puerta de su casa.

Entonces, de nuevo, si vamos a hacer esto, vamos a hacerlo bien. Tan bien como YiFan describe sus mañanas, buenas al nivel de una sábana blanca, planchada y doblada. A ese nivel de bien tenemos que contarte esta historia. Aunque claro, esta historia no inicia con YiFan, pero ustedes entienden.

Iniciamos la historia con un pequeño toque de humor y alcohol, lo que pone a Chanyeol en escena.

—Debería emborracharme y hacer el amor contra el cristal, así bien duro y salvaje. —dijo Chanyeol con los ojos todavía un poco rojos por el desvelo mientras miraba la gran mampara que le permitía ver el cielo raso y las pocas estrellas que esa noche se atrevieron a salir y escucharlo hablar. Seguro los destellos estaban aburridos de ver como Chanyeol todas las noches de la última semana se había sentado a comentarles lo costoso que se le estaba haciendo pasar los días sin ese muchacho al que ahora le podía decirle exnovio.

Se levantó con pereza, caminando a su cocina y dejando la copa en su lavadero, deteniéndose a ver por un par de segundos como el par de gotas sobrantes de vino se escurrían hasta juntarse con el agua de la base. Suspiró una vez más, el reloj señalaba que la noche iba rosando con las tres y media de la mañana.

Su cuarto con la puerta bien abierta estaba esperándolo al fondo del departamento, no se molestó en encender las luces o sacarse los zapatos, solo bastó meterse entre las sábanas para hundirse entre su lástima por sí mismo y dormir plácidamente hasta el siguiente mediodía.

Seguro había sido su culpa por haberse metido con un chico nueve años menor, sí, debía ser eso, pero como argumento a su favor él estaba enamorado, loco por ese niño. No importó que apenas hubiera cumplido los dieciocho y él estuviera en sus plenos veintisiete. Obviamente estaba en su derecho de sentirse mal por romper la relación más larga de su vida. Sí, habían sido ocho maravillosos meses, el aire jovial que le daba era impresionante, y oh, claro que el sexo había sido fantástico, pero por dios, ¡ese chico en ese preciso instante estaba en una discoteca del centro! Chanyeol estaba sintiendo dolor por ambas partes, sí, debía ser eso.

—¡Chanyeol, si no abres la maldita puerta te juro traigo a un cerrajero para que se deshaga del seguro!

El menor saltó sobre su colchón. Su cabeza estaba dando vueltas y su cuerpo no quería responder correctamente. De hecho, tropezó una vez mientras atravesaba el pasillo. Las cortinas estaban bien abiertas y las luces del día estaban llenando todo el lugar con brillo de mediodía. Chanyeol no estaba de humor para los regaños ni los te lo dije de nadie. Si a él le gustaba fregarla toda, lo iba a hacer. La fregaría tan bien como lo había hecho al enamorarse de un muchachito que aún creía que la vida era tan simple como dejar su curriculum en una empresa para que las llamadas de eres el mejor candidato empezaran a llegar.

—¿Tan difícil fue caminar y destrabar la estúpida puerta? —dijo YiFan en cuanto divisó a un Chanyeol ojeroso y un aroma añejo.

Guardó el celular en el bolsillo de su pantalón de vestir. El traje que llevaba ese día era de tonos grises tan parecidos que ante los ojos difuminados de Chanyeol las líneas verticales se convertían zigzags.

—Eres muy insensible ante mis sentimientos, yo lo amaba. —lloriqueó frotando sus párpados con su puño cerrado.

YiFan bufó sin vergüenza ante lo que decía Chanyeol. Rodó los ojos y depositó su mirada seria sobre el menor— ¿Y tus lentes los perdiste junto a tu dignidad o están por aquí? —interrogó rebuscando con la mirada entre los trastes.

—Los dejé en su casa, antes de que termináramos.

—Okey, entonces los dejaste junto a tu dignidad y orgullo propio.

Chanyeol apretó los dientes. Su sien estaba punzando, debía ir al oculista y sacar unos nuevos anteojos, pero claro no que lo iba a decir frente a YiFan. Prefería evitar que su yo te lo dije saliera a flote.

—¿Por qué viniste? Creí que nos veríamos hasta mañana en la mañana. —se quejó el castaño evitando extender la última frase del contrario.

—Quise venir, para ver si estabas bien. —pronunció por lo bajo mientras caminaba por el pasillo, cerca de la entrada— Y ahora que lo veo, sí, debo irme.

Dio vuelta sobre sus talones, mirando la entrada y sacudiendo su saco como si el ambiente en sí lo hubiera ensuciado. Se acercó a la puerta con paciencia, suspirando al ver de reojo como las cosas que el ex de su amigo estaban reunidas en la sala como si de un ritual se tratara. Chanyeol estaba más estúpido de lo usual y era por ese niño.

A YiFan le molestaba eso.

—Procura no suicidarte en lo que voy a trabajar, te lo pido.

—Sehun vendrá a verme en un rato, prometo no matarme frente a él.

—Buen niño.

Cuando YiFan salió del departamento estaba un poco fastidiado, había procurado tomar esa misma rutina por algunos días entre semana. Llegaba a ver a su amigo hundido en una extraña y absurda nube de llanto. Eso lo enojaba, lo frustraba como nunca.

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Sehun rio al escucha como Chanyeol le negó la extensión de una invitación a su departamento para el día siguiente— ¿Y acaso no me pueden incluir en sus planes?

—No, YiFan ya está bastante irritable estos días.

—Creo que cualquiera que te escuche hablar de;

—¡No me menciones su nombre! —chilló Chanyeol cubriendo sus oídos y evitando que Sehun pronunciara siquiera una sola vez el nombre de su exnovio.

—De acuerdo. —bufó el menor— Yo decía, que cualquiera que te escuche hablar de él se enojaría. Y YiFan tendría cosas que acotar a esto, estoy seguro.

Chanyeol estrelló el cuerpo contra el sofá, soltando aire como si el escuchar las palabras de Sehun requiriera un gran esfuerzo mental y físico.

—Si vas a venir con eso de nuevo, te pediré amablemente que te jodas.

El menor rodó los ojos con una sonrisilla sobre sus labios.

Sehun era uno de sus amigos de infancia, igual que YiFan, y por lo tanto había vivido casi todas las experiencias junto a ellos dos. Claro que cuando Sehun empezó a estudiar en una universidad diferente y por coincidente empezó a trabajar, un tiempo después se distanció. Pero no, eso no salvaba a Chanyeol de lo vivido en la secundaria.

—¿Lo recuerdas o debo decirlo en voz alta? —preguntó Sehun con un tono burlón mientras se apoyada en una columna.

Estúpidamente, si te dicen que no pienses en YiFan desnudo, seguro que piensas en YiFan desnudo. Si te dicen que ni te imagines a Sehun dando clases de natación infantiles, seguro te imaginas a Sehun dando clases de natación para niñitos de tres años, y claro, si Sehun preguntaba que si podía recordar ese tema y Chanyeol se ordenaba internamente no hacerlo, naturalmente iba a atraer a su memoria esa ocasión previa a su primer año de universidad en la que detuvo a YiFan por los pasillos del colegio solo para decirte un audible y sincero me he enamorado de ti.

—Yo creo que lo recuerdo bastante bien.

—Entonces no hay problema con que te lo diga de nuevo, y es que yo insisto en que estuviste sobrecompensando a YiFan con ese niño.

—La verdad, nunca entendí a qué te referías con sobrecompensación. —confesó el castaño.

—Esa naturaleza que tiene la gente que cuando no consigue lo que quiere busca lo opuesto. Es psicológico, creo. Tienden a convencerse de que lo que buscaban antes no era bueno y sienten la necesidad de tener lo contrario para verificarlo. Sobre compensas un buen traje de etiqueta por jeans deslavados y una polera rasgada.

—No sobrecompensé a YiFan, nosotros nunca fuimos nada y la verdad, Sehun, eso pasó hace muchos años. No es algo que deba tomar en cuenta ahora.

—Como digas.

Sehun se acercó al sofá, tomando su saco y colocándoselo encima.

—¿Ya te vas?

—Tengo trabajo y tú no atribuyes en nada a que me divierta, así que prefiero ir a casa y enviarle los contratos a mi jefe.

Chanyeol no se molestó en levantarse, solo se despidió de Sehun desde el sofá mientras este abría y cerraba la puerta por su tras. Podía sentir el fuerte olor a la colonia de Sehun que se había quedado impregnada en el aire. Se percibía tanto.

Pero eso no era lo importante para Chanyeol, porque maldición, seguía pensando en eso.

Era tonto, Chanyeol había evadido tanto tiempo lo que Sehun tuviera que decir con respecto a ese tema, pero justo ese día tenía que caer en la cuenta de que todo lo que proponía era cierto. Sí, tal vez estuvo muy enamorado de YiFan en su momento, y seguro que le dolió que quedaran como amigos solo porque él no estaba seguro de lo que sentía, pero ya era un adulto, debía dejar eso atrás, así como veía que YiFan lo había hecho.

Porque sí, esta historia se basa en eso, las dos tardes que cambiaron la desastrosa vida personal de Chanyeol de una sola vez, gracias a Sehun, gracias al contexto y a ese ex tan inmaduro como para meterse con alguien mucho mayor que él.

—YiFan, ¿por qué te gusta tanto la azotea?

—No sé, es más acogedora que tu departamento plagado de llanto.

Con un paso justo las piernas de Chanyeol se movían con pereza, estaba mirando los pies de YiFan moverse frente a él. Los zapatos de vestir siempre le habían quedado bien, los lustraba todas las mañanas y Chanyeol era testigo de que ese no era el único par que tenía.

Lo estaba pensando y tal vez era la reciente ruptura lo que había desestabilizado todo en su pequeño mundo, pero ahora consideraba si de verdad alguna vez había frenado el creciente afecto por YiFan. Si ese sentimiento sin forma no había llegado a cruzar una línea equivocada.

—YiFan, ¿es cierto eso de la sobrecompensación?

—¿Sobrecompensación? —preguntó el mayor sentándose en una de las bancas de la terraza y encendiendo un cigarro a la vez— ¿Y eso qué es?

El menor estaba dispuesto a explicárselo, por lo que agitó su cabello castaño al lado derecho de su frente y tomó el lugar junto a su amigo.

—Eso, bueno... —aclaró su garganta— Eso que pasa cuando... ya sabes, no tienes algo y tiendes a querer totalmente lo opuesto.

—¿Hablas de hacer un berrinche?

—No, bueno, ¿yo qué sé? Te preguntaba.... —pero que bello, los nervios empezaban a llegar— Cuando mi ex y yo salíamos podía notar por encima de todo que era muy infantil.

YiFan arrugó el entrecejo y le dio otra calada al cigarro, arrojando el humo por la boca— Y qué lo digas.

—Lo sé, y si hablamos en serio, quitando todo lo que he hecho en estos días... A mí no me gusta lo infantil. No soporto salir de fiesta y detesto el olor a frambuesa, y él tenía todas esas cosas.

Chanyeol extendió una mano, contando con sus dedos las cosas que lo molestaban de su ex, desde sus tintes de cabello y la forma tan estúpida de hablar con los meseros. Tenía un aire a no saber qué hacer pero actuando como si fuera dueño de todo. Él olía a frambuesa porque adoraba el olor a rojo, y sí, Chanyeol seguía sin adivinar a qué olía el color rojo.

Sus dedos se acabaron de inmediato cuando hizo su enumeración, por lo que volvió a la diestra para continuar— También usaba calzado gastado, quería que todo lo que consumiera fuera costoso, no lavaba su ropa y detestaba el vino dulce.

—Yo adoro ese vino. —acotó YiFan lanzando su atención hacia la vista del sol tan cerca de las terrazas en el horizonte que formaba Corea.

—Lo sé. Pero él no lo hacía.

—Me has invitado a pasar la tarde contigo, ¿solo para hablar del gran error que fue tu ex?

YiFan lo miró, estaba un poco aburrido de lo idiota que estaba siendo el menor. Había hablado del muchachito durante mucho rato, lo recordaba de forma constante. Estaba celoso de toda la atención que su mejor amigo estaba desviando hacia una persona que sinceramente no valía la pena. Sí, era eso. Por supuesto que era eso. Sí, seguro era eso.

—Chanyeol.

O quizás ni el mismo YiFan se creía eso.

Chanyeol arrugó el rostro en una mueca bastante extraña, sus ojos estaban abiertos y sus hombros tensos, pero aún así no detuvo los labios con sabor a nicotina que YiFan colocaba sobre los suyos.

El rubio mantenía los párpados relajados y la cabeza ligeramente inclinada en contra de la luz del sol que se escondía. Ese pequeño mechón se coló sobre su frente y fue lo último que Chanyeol analizó antes de cerrar sus ojos con suavidad.

Nadie se movió, YiFan solo mantuvo sus labios apretados contra los de su amigo durante unos segundos. Se contuvo de probar el sabor a vino que seguro este estuvo tomando antes de que llegara. Prefirió terminar lo que había iniciado y retirarse como un hombre valiente y vestido de traje.

—Yi-YiFan.

—Deja de tartamudear, no tienes diez años. —le regañó apagando su cigarro contra el piso de cemento para volverse hacia él. Su rostro era serio, lo usual— Sigue explicando eso de la sobrecompensación antes de que me aburra y me vaya.

El castaño aclaró su garganta, queriendo reír un poco. No sé, era tal vez un poco irónico, pero no se podía hacer nada, porque el rubio se estaba acercando nuevamente hacia él, un poco más rápido, pero de forma pausada como para que pudiera percibirlo.

Chanyeol lo detuvo a pocos centímetros de su rostro— ¿YiFan, los amigos se besan? —interrogó con unas ligeras ganas de molestar al mayor mientras sus manos se posaban tranquilas y firmes sobre su pecho.

—Si te tengo ganas, ¿por qué no? —señaló retirando con delicadeza sus muñecas, apartándolas con suavidad y dejando otro pequeño beso. Rebuscó entre lo que sus labios y su lengua podían alcanzar, dejando deshecho y convertido en un embrollo al pobre Chanyeol— Si tú tienes algo con los menores, yo puedo contigo.

Chanyeol casi se ofendió, pero prefirió mirar como el otro daba su frase de cierre como explicación. YiFan tenía esa costumbre de verse fabuloso haciendo cualquier cosa, y esa no era la excepción.

Estaba algo confundido, no podemos negarlo, pero había algo en el aire además del reciente humo de cigarro que lo hacía verificar lo que estaba pasando en su pecho una vez más.

 


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