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Entre Teclas y Cuerdas por xavtankgirlrr

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos! 

Hacía muchísimo tiempo que no publicaba nada por aquí (aunque solo tenía dos historias, era algo) Así que decidí publicar este fanfic que andaba escribiendo hace un tiempo. Sé que Shingeki no Kyojin ha avanzado mucho, y que me he perdido de la mitad de la historia. De todos modos, este fic es AU (alternative universe) así que, a la mierda.

Sin más que decir, espero que disfruten esta linda historia uvu (?

 

•••

Los personajes en esta historia no me pertenecen, son propiedad de su legítimo autor, Hajime Isayama. Todo lo escrito aquí, no es más que mi mente loca en acción.

Notas del capitulo:

Buenos días, tardes, noches. ¿Qué tal?

Se supone su este es el primer capítulo, y no tengo mucho que decir al respecto xD. Así que bueno, si les gustó no olviden dejar un review expresando su opinión :3 

 

— ¡Eren! ¡Levántate!

Escuchaba a mamá hablar desde afuera de mi habitación. No quería levantarme, era sábado, yo solo quería descansar.

— Voy... —susurré con pereza. Mamá no logró escucharme y siguió gritando.

— ¡Tu hermana llegará tarde a las clases de música! ¡Baja y desayuna rápido!

— Joder... —me levanté un poco adormilado y me dirigí al baño. Cepillé mis dientes y lavé mi rostro.

Cuando llegué abajo mamá y Mikasa, mi hermana, estaban terminando de desayunar. Se suponía que hoy comenzaría sus clases de piano, por lo cual mamá estaba muy emocionada.

La desgracia de todo esto era que mamá me obligaba a ser el guardaespaldas de mi hermana. Aunque, hace un tiempo, le había dejado muy en claro que no quería tener nada que ver con la música clásica de nuevo, ella insistía en buscar las maneras de vincularme con ésta. Pero cuando eres el hermano mayor, tu padre trabaja todo el maldito día y tu madre es la que se encarga de todo en casa, no tienes opción.

Me senté junto a ellas y comencé a desayunar.

— Eren, quiero que comas rápido. Se le hará tarde a tu hermana.

— Mamá, joder, estoy comiendo lo más rápido que puedo.

— Eren, deja las groserías. Mikasa, ¿ya estás lista?

— Sí.

— Eren, apresúrate.

Esa mañana mamá estaba más intensa de lo normal. Se movía de lugar a otro haciendo no sé qué. No la había visto así desde que a papá lo nombraron director de la clínica. Normalmente le emocionaba cualquiera cosa que tuviese que ver con nosotros y, aunque no me gustara admitirlo, amaba la atención que nos ofrecía.

— Mamá, ya terminé.

Me dirigí a la puerta, allá estaba ella colocándole la bufanda a Mikasa, pues afuera hacía frío.

— Vámonos, Eren. —Mikasa tomó mi mano, pero antes de partir, mamá nos volvió a llamar.

— Eren, quiero que cuides muy bien a tu hermana. Mikasa, espero te vaya excelente hoy, cariño. —y besó nuestras mejillas mientras se despedía de nosotros.

No recuerdo muy bien si alguna vez a Mikasa le llegó a interesar el piano, o la música en específico. Ella era muy callada, son pocas las cosas que sé sobre ella, y es porque ha tenido la suficiente confianza como para contarmelas. No se da con nadie, y al igual que yo, tiene una personalidad difícil de tratar.

No es que haya sido así siempre, las circunstancias de la vida la convirtieron en eso. Pues la verdad, ella no siempre perteneció a nuestra familia. Y es algo que, por nuestros propios motivos, intentamos dejarlo en el olvido.

Apreté el agarre de nuestras manos con suavidad. Me había dado cuenta de que, a pesar de los pocos años que ha estado con nosotros, le había agarrado mucho cariño.
— Es aquí. —susurró ella. Habíamos llegado.

Cuando fijé mi vista a aquel edificio noté que era muy grande y que llevaba por nombre — "Instituto Musical: Alas".

Al entrar vi que era inmenso, con largos pasillos repletos de salones. Ambos buscábamos uno en específico, según la dirección que había anotado mamá; el 104.

Luego de unos minutos, aún no lográbamos ubicar el lugar, así que decidí preguntarle a una chica que estaba cerca de nosotros, que también parecía estar buscando un salón.

— Oye, ¿sabes dónde está el 104?

La chica rubia volteó hacia mi, lo que más me llamó la atención fueron sus grandes ojos azules y su apariencia infantil—. ¿Huh? ¿También estás buscando las clases de piano?

— Sí. ¿No lo has encontrado?

Ella sonrío con algo de pena y empezó a jugar con sus dedos.

— Me temo que no. Vine a buscar a una amiga, solo que ella no sabe que vendría y yo no sé donde se encuentra exactamente.

— Si quieres podemos buscar juntos.

— Es en el piso de arriba, último salón a la izquierda.

Y como siempre, Mikasa estaba un paso más adelante de mi. Mientras yo hablaba con la chica, ella ya había preguntado al sub-director del instituto dónde se encontraba el salón.

— Vamos, Eren. Si no entro en cinco minutos llegaré tarde.

— ¿Vienes con nosotros? —pregunté a la chica y ella enseguida nos siguió hasta el piso de arriba.

Ya en la puerta del salón estaban saliendo los chicos del horario antes de las tres, a Mikasa le tocaba entrar en la siguiente clase que estaba por comenzar. Entre los muchachos salió uno muy peculiar, alto, con pecas en el rostro. Aunque no sabía si era un chico o una chica, hasta que habló.

— ¿Christa?

— ¡Ymir!

La chica rubia corrió hasta ella, pues sí, al final era una "ella".

— ¿Qué haces aquí? ¿C-cómo lograste llegar aquí? —la más alta lucía sorprendida y nerviosa.

— ¿Huh? Tu tía me dijo que estarías aquí, fue complicado encontrar el salón pero aquellos chicos me ayudaron. No sabes la odisea que tomé para llegar.

— N-no deberías estar aquí. Agh, joder, le dije a mi tía que no te dijera. —la pecosa tartamudeaba mucho, como si la hubiese descubierto haciendo algo malo—. Vámonos de una vez.

— ¿Pasa algo, Ymir?

— Solo vámonos.

Las dos chicas siguieron su camino hasta las escaleras, no sin que antes la más pequeña se despidiera de nosotros con una sonrisa de agradecimiento.

Al acercarnos a la puerta una mujer de lentes nos habló.

— ¡Hola! ¿Vienen juntos a la clase de piano?

— ¿Eh? No, no, solo ella. Es mi hermana.

— Bien, ¿me indica su nombre? -la mujer miró la libreta en sus manos.

— Eren Jaeger.

Ella río—. El de la señorita.

— ¿Oh? Sí, claro. —sonreí apenado. Qué torpe había sido eso—. Ella es Mikasa Ackerman.

Revisó la libreta una vez más y al encontrar el nombre retomó.

— Muy bien, sí está registrada. Puede pasar, señorita.

Mikasa se despidió de mi y entró al aula. Yo quedé afuera con la mujer.

— Su profesor aún no ha llegado, supongo que se le ha hecho tarde. No tengo la misma experiencia que el profesor, pero para ser un nivel básico yo impartiré la clase por él. Por cierto, mi nombre es Hanji. —la mujer sonrío y estrechó su mano con la mía. Parecía ser alguien que hablaba mucho.

— Un gusto. ¿A qué hora salen de clases?

— A las cinco estamos listos.

— Gracias. —y con una sonrisa me fui por donde vine.

Era una verdadera molestia tener que traer a mi hermana y luego venir por ella de vuelta. Aunque más que molestia, me daba pereza. Ella tenía la misma edad que yo, con excepción a que yo era mayor por un par de meses. Ella podría venir sola y después regresar sola, después de todo, no quedaba tan lejos. Sin embargo, a mamá no le gustaba que ella saliera sola de casa. Se preocupaba mucho por Mikasa, al igual que papá y yo.

Antes de salir del instituto y volver a casa pasé por el jardín. Era inmenso, con unos hermosos árboles y una fuente en el centro. Me acerqué a contemplarla un rato y me senté en la orilla. Miré la fuente y vi que habían monedas adentro, daba la impresión que era de ésas donde se pedían deseos.

Allí fue cuando me di cuenta que papá estaba ganando bastante dinero como para inscribir a Mikasa en un lugar así. Y aunque no sabía cual era el costo exactamente, se notaba a kilómetros que era un instituto caro y prestigioso. Su inmensidad y la manera en que estaba mantenido lo decía todo.

— La fuente es para admirarla, no para sentarse, joven.

Giré mi rostro en busca de aquella voz. Ya era extraño que no había recibido algún regaño. Pero al voltear, mis ojos se iluminaron y no pude decir nada. Mi respiración paró y como si hubiese visto a alguno de mis actores favoritos de televisión, quedé paralizado. Pero no se trataba de eso.

No era un actor, pero sí un artista.

Era mi ídolo, quien una vez fue mi mayor inspiración.

— ¿Profesor Levi?

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