Stark terminaba de firmar unos cuántos documentos, apilándolos en una de las esquinas de su escritorio. —Es todo.
—Aún falta que leas el acuerdo que envió el alcalde. —Le recordó el pelirrojo.
—¿No puede esperar a mañana? —Se quejó, fingiendo desplomarse contra la superficie de fina madera.
Virgil le observó con severidad, pero bufó y asintió. —Mañana a las 8 en punto. Junta con los directivos del ala oeste.
—Mejor… envía el acuerdo por correo y que sea una junta por video llamada. —Salió de su oficina luego de levantarse de su asiento y tomar su abrigo antes de que Virgil le volviese a reprender. —Feliz Navidad, Potts. —Finalizó alzando la voz al escabullirse.
Se apresuró en el elevador hasta llegar al área de recepción donde le esperaba su novia y prometida, Stephanie Rogers.
—15 minutos tarde. —A pesar de verse algo molesta, le tomó por una de sus manos, dispuesta a salir con ella.
—Dos horas antes y el día de mañana libre. Por nada. —Le dedicó una sonrisa.
—¿Trabajo en casa?
—Una muy larga y aburrida lectura. Jarvis lo hará por mí y una junta temprano, pero será por internet.
—¿Se enfadó contigo?
—¿Quién?
—Virgil.
—No demasiado. Te envía saludos.
—Claro que no. —Rió Steph. Mantenía una muda pelea con él debido a que era la ex pareja de Tasha.
—Lo pensó. —Se detuvo a mitad del camino que habían tomado para ir caminando hacia su hogar en un hermoso y lujoso PentHouse cerca de Brooklyn. —¿Estás celosa, Barbie? —Cuestionó divertida, volviendo a andar.
—No y no me llames así.
—Luces como una: Rubia, alta, ojos azules, anormalmente bella y sumamente sexy. Además creo que ella también es espía. ¿Cómo es que tiene tantos empleos, pero nadie sospecha? —Mantuvo su sonrisa. —Y…
—No lo digas.
—…ambas son una muñeca.
—Figura de acción femenina. —Trató de corregirle.
—¿Aún estás molesta porque mi padre lanzó una muñeca tuya como “American Idol”?
—Sí y es denigrante que aún haya quien me llame así y no Capitán América.
—Capitana.
—Capitán. Es un título sin género.
—Vamos, cariño. No es para tanto. Yo tenía una cuando era niña y también me convertí en una heroína. Fuiste una gran inspiración para miles de niñas por generaciones.
Stephanie finalmente sonrió. —De acuerdo... —Le dio un pequeño empujoncito con el hombro al estar la castaña tomada de su brazo. —…Nat.
—¡No me llames así! —Exclamó con disgusto, soltándole de inmediato.
—Eres tan linda cuando te enojas. —Le rodeó con un brazo por la cintura. Estaba a punto de volverle a molestar, pero algo cayó sobre su nariz. —¿Nieve?
Tasha también se detuvo, observando hacia arriba al notar los pequeños copos caer. Sonrió ampliamente, pues adoraba cuando todo se cubría de un manto blanco.
Pero esta inesperada nevada rápidamente se convirtió en una fuerte ventisca. —Debemos correr.
Stephanie se retiró su abrigo, cubriendo a Tasha y halándole de su mano para correr. Ambas reían y no se detuvieron hasta llegar a su edificio, el cual se sintió abismalmente más cálido tras la puerta.
—Fue divertido. —Afirmó la rubia al presionar un botón en el elevador.
—¿No te enfermarás?
—Eso iba a preguntarte. Yo tengo el suero, temo más por ti.
—Presumid… —Estornudó de repente y el ascensor abrió, entrando ambas.
—Te haré chocolate caliente.
Al llegar, Jarvis ya tenía la calefacción lista. Su hogar era acogedor gracias a los cuidados de Stephanie y el gusto de Tasha. Stark se retiró su ropa, cambiándola por algo más afelpado y que no tendiera a derramar nieve derretida.
Mientras tanto, Steph terminaba de servir dos tazas humeantes de chocolate que colocó sobre la mesita de café frente a uno de los sofás de piel. Tomó una manta, donde pretendía acomodarse abrazando a su novia.
—Te amo. —Murmuró Tasha a la par que sostenía su taza entre manos para calentarse.
—Y yo a ti. Feliz casi Navidad, cariño.
—Feliz Navidad, Barbie.