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Stony Xmas Multiverse por arelii-ierOo

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Se encontraba con la mirada atenta hacia el frente, hipnotizado por las llamas danzantes sobre los leños. Suspiró, se sentía tranquilo y extrañamente pleno. El frío del exterior no era ningún problema. Un fugaz recuerdo pasó por su mente acerca del año anterior. Si él mismo se hubiese dicho que todo cambiaría de esa manera, nunca lo habría creído.


El invierno pasado había sido uno de los más difíciles. Recién le habían echado de su hogar al ya no poder pagarlo tras la muerte de sus padres, su mejor amigo Bucky le había aceptado con su familia, pero después de año nuevo debía volver a la guerra al ser aceptado como sargento. Aquello le desanimó, no se sentía bien quedarse con los padres de James mientras él sí hacía su parte por ayudar al país. Intentó ingresar al ejército o al menos conseguir un empleo que le pagara mejor que ser repartidor de periódicos. Ninguno de sus planes dio resultado, pero siempre se había mantenido optimista.


Fue en una feria tecnológica en la cual conoció a Stark, más bien a su hijo. Se encontraba haciendo ajustes al gran auto anti gravedad de Howard, tomando llaves y destornilladores como si se hallara en su propio mundo, ignorando a las decenas de personas a su alrededor. Si había asistido fue sólo para celebrar el último día libre de James, pero unas chicas se lo habían llevado, dejándole solo. Así es como lo divisó a la distancia, sólo se acercó preguntándose sobre lo que estaba trabajando. En realidad no pensaba en hablarle, únicamente curioseaba. Fue Anthony quien no aguardó alguna duda, con propia iniciativa le explicó la idea del aparato en palabras que intentó que sonaran simples. Sabía que funcionaría por unos segundos, pero su padre presumía que serían horas. En realidad no deseaba estar presente cuando ocurriera, por lo que le invitó a tomar algo mientras observaban de lejos el show.


Fue química. Un tema llevó a otro y en unos cuantos minutos le había contado a Stark Jr. sus múltiples intentos y mentiras con tal de entrar al ejército, al igual que sus desafortunados empleos. Aquello le dio una muestra a Anthony de la persona que era Steve y no dudó en confiarle sobre sus planes secretos y sus también intentos de apoyar durante la guerra a pesar de no ser un soldado.


Aquella noche que parecía ser como cualquier otra, se convirtió en la mejor de su vida. Anthony no era sólo el hijo de Howard y su ayudante en el taller, sino que provenía de la mayor empresa armamentista del país. Pero aquello no le permitía involucrarse directamente en los planes militares, al menos no con su perfil. El mecánico resultó ser también un aventurero, el cual detestaba su vida de fama debido a su apellido. Su padre era el rostro de la marca Stark y aún no contemplaba a su propio hijo como digno sucesor. Es por ello que necesitaba un plan de reserva. Su propio dinero lo había empleado para hacerse de una mansión sólo para él y sin conocimiento de su padre. Realizaba trabajos para lo que parecía ser una compañía de espionaje inglesa. Les abastecía de artilugios que aparentaban ser de uso común y a cambio no le pagaban monetariamente, sino con permitirle ayudarles en el campo.


Con frecuencia, Anthony se la pasaba semanas en solitario dentro de bosques, con la intención de hallar minerales y metales en la naturaleza, puesto que en el país toda materia prima era confiscada para la fabricación de armas y bombas. En toda casa era impensable la posesión de cubiertos, incluso ellos podían ser fundidos y convertidos en municiones. Por lo que Anthony debía hacerse de su reserva con la cual elaborar sus inventos sin que esta fuese ilegal.


Ahí fue donde necesitó de su ayuda. Le ofreció un hogar lejos de brabucones, sólo debía mantener en orden su mansión, apartada de las ciudades, en buen estado. Le proveería de alimento y además le daría la tarea de ayudarle con los mapas de las zonas inexploradas. Desde un comienzo esto le entusiasmó, pero nada en comparación a cuando Anthony le llevaba en sus misiones y acampaban bajo las estrellas. Aquello era un inmenso obsequio a comparación del escenario de la guerra y la tristeza de los civiles. Incluso viviendo en ese paraíso era de gran utilidad. De cierta manera sentía que merecía aquello luego de tantos abusos y pobreza, el ser ignorado y despreciado.


Se sentía muy agradecido hacia Anthony, de que lo notara y le mirara como una persona, no con lástima.


—¿Y bien? ¿Cómo vas con eso? —El castaño se aproximó a sus espaldas. Steve alzó la vista con una sonrisa, más al mirarle con un par de tazas rojas humeantes.


—Aún me faltan dos secciones. Demoro porque quiero que el margen de imprecisión sea el mínimo, espero que no te moleste. —Tomó las hojas de papel y el cuaderno de anotaciones de Stark, las cuales incluían coordenadas junto a su brújula. Apiló todo lejos de la chimenea, no deseaba que esos arduos meses y expediciones se carbonizaran por su descuido. Anthony se sentó a su lado sobre la alfombra, ofreciéndole una taza.


—Suficiente haces con ayudarme a dibujar el mapa. No importa cuánto tardes. Sin tus indicaciones me perdería durante semanas y no estaría aquí ahora en nuestra sala.


El pequeño y delgado rubio sonrió mientras bebía un sobo. Tenía en mente culpar a la bebida caliente por su ligero sonrojo al escuchar la palabra “nuestra”. —Gracias por el chocolate, Anthony.


Stark rió, prestando atención a los ojos azules de su compañero. —Sólo puse al fuego lo que preparaste ayer y lo serví. Además, ya te dije que me llames Tony. Anthony es demasiado formal y así me llama mi padre.


—De acuerdo, Tony. —Descendió la taza, tomándola con ambas manos para calentar sus dedos.


Stark no apartó la vista de Steve. Era agradable, mucho mejor que estar en cualquier otro lugar.


—¿Sabes? Fui invitado a la gala de invierno del ejército.


Steve no esperaba esa confesión, observó con tristeza su chocolate, el cual de repente le sabía amargo. —Debiste ir… creo que aún puedes. Yo puedo quedarme y cuidar aquí.


Anthony volvió a reír, sorbiendo por primera vez de su taza y prestando atención ahora a la chimenea. —Claro que no. Significaría ver pavonear a Howard y escuchar cómo le coquetea a otras frente a mi madre. Prefiero estar aquí.


Rogers sonrió de lado, una sonrisa forzada. Al menos su compañía era la opción menos horrible.


Anthony notó ese cambio en Steve, tal vez no había elegido bien las palabras. Dejó su taza sobre la alfombra e intentó animarlo empujándole un poco con el hombro. Steve se sacudió y le regresó el empujón, aunque con menos fuerza. Aquello se convirtió en una pequeña pelea entre risas que terminó por derramarle el chocolate al rubio en su pecho y su regazo.


Steve jadeó de dolor por las quemaduras, no era tan grave, pero Anthony sabía que a pesar de que su compañero de aventuras lo negara, su cuerpo era más frágil de lo usual. Se alarmó y disculpó incontables veces mientras se retiraba su propia camisa para secar con ella el líquido que se fue enfriando. Sabiendo que eso no iba a ser suficiente, se levantó de un salto para buscar el botiquín que llevaban en sus mochilas cuando salían. No halló de inmediato lo que necesitaba, por lo que abrió la caja y dejó caer todo el contenido en su sofá individual favorito.


—Tony… —Le llamó Steve, quien ahora estaba preocupado por cómo había reaccionado el millonario. El aludido no respondió a ese llamado, sino que le ordenó que se quitara la ropa. —¿Estás loco, Stark? ¡NO! —Se había sonrojado de súbito. Nunca había estado sin ninguna prenda frente a Anthony. Claro que lo había visto a él cuando sin pudor se bañaba dentro de algún lago o río, pero Steve no iba a exponerse así. No cuando se sentía tan poco atractivo y con un cuerpo del cual sobresalían sus costillas y marcas de enfermedades en su infancia.


—¡STEVE, OBEDECE!


El rubio se paralizó. Anthony nunca le había alzado la voz, siempre había sido comprensivo. Por lo cual se asustó, temiendo al recordar a sus antiguos bravucones. A Tony le dolió su expresión de terror, pero le dolía más que estuviese herido por su culpa, después se excusaría.


Steve se retiró su camisa y pantalón junto a sus zapatos en completo silencio. Tony se acercó para limpiarle de nuevo con su propia ropa y algo de alcohol. Tomó de un ungüento para las quemaduras que utilizaba para hiedra venenosa y después sujetó unas vendas. Cubrió sus muñecas y palmas con las vendas más pequeñas, después siguió su abdomen y muslos con las más grandes. Al terminar se dirigió a la habitación de Steve para llevarle algo de ropa, la cual tomó el rubio de sus manos sin siquiera mirarle.


—Gracias… —Susurró Steve, pero para Tony dolía como aguijones de abejas asesinas.


—Yo… lo siento. —Se disculpó el castaño.


Steve negó lentamente con la cabeza al terminar de colocarse su camisa. —Sólo querías ayudar y yo no estaba obedeciendo.


Anthony sintió cómo se estrujaba su corazón al escuchar una de las palabras que le había gritado. Trató de alcanzar las manos del rubio y tomarlas entre las suyas. —Te lastimé. En verdad lo siento. —Haló de sus manos para atraparle en un abrazo.


Steve se sentía de nuevo en shock, no sólo por la disculpa, sino por ese acto que había hecho que su respiración se detuviera al igual que sus latidos y devolviéndole el calor a su rostro. —Tony…


—Moriría si algo malo te pasa.


Fue un susurro, casi inaudible, pero Steve lo escuchó fuerte y claro. Le abrazó, tal vez no con la misma fuerza, pero lo intentó. Rodeó la cintura del más alto, hundiéndose en su cuello.


Después de unos largos segundos, Anthony se separó, temiendo sofocar a Steve. Se sentía avergonzado y desvió la mirada. —Tal vez debamos continuar con el trabajo.


Steve alcanzó el pequeño montículo de papeles, reglas, lápices y brújula para llevárselas. —Creo que es suficiente por hoy. —Sonrió al notar el ligero rubor en el otro, quien aún no planeaba mirarle. —Ya debe ser media noche. —Se inclinó, besando la mejilla de Stark antes de ponerse de pie. —Feliz Navidad, Tony.


El castaño le observó acomodar todo sobre una mesa. En definitiva se sentía el más afortunado por estar junto a Steve.

Notas finales:

Página: HAIL Stony Armour And Shield

Perfil: Areli iero


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