—Ya sólo falta la estrella. —Mencionó Steve, terminando de colocar algunos ornamentos en el árbol.
—Se ve muy bien.
—Pero…
—Pero pudimos terminar antes si me hubieses dejado usar mi armadura.
Rió al notar su leve puchero. Inflaba una mejilla un poco y fruncía el ceño. Ignoró su molestia, recordándole su promesa. —Yo me encargo de Navidad y tú del día de San Valentín.
—Bien. —Refunfuñó, colocando la última esfera.
—¿Bien…? —Rodeó el árbol, buscando abrazarle por detrás e inclinándose hasta apoyar la barbilla en su hombro.
—Bien, cariño. —Acarició sus manos y giró el rostro, besando la comisura de sus labios. —Mhn… creo que te manché un poco. —Se soltó del agarre para intentar limpiarle con el pulgar. Steve dio un paso atrás.
—No… —Se quejó, pero Tasha no iba a dejarle ir tan fácil.
—¿Quieres andar por ahí con labial todo el día?
—No me importa que dejes marcas.
—A mí me importa. —La castaña le tomó por la muñeca, evitando que huyera.
—Entonces no uses labial. —Se arriesgó ante la fulminante mirada de Stark. —Te ves hermosa sin maquillaje.
—Bien jugado, Rogers. —Admitió Tasha, pero logró pasar su mano sobre el rostro de Steve y retirar el color carmesí de sus labios.
—Te toca poner la estrella. —Cambió de tema, formando una sonrisa de victoria.
—Tú eres más alto. —Volvió a quejarse la mecánica mientras el rubio le miraba esta vez con una ceja arqueada.
—Pero yo coloqué todas las luces. Además ese fue el trato y en Febrero no me tuviste consideración. Tienes que hacer lo que te pida.
Suspiró resignada, pero de inmediato ensanchó una sonrisa al recordar. —Te veías tan lindo con el traje de…
Le interrumpió Steve, acercándole ruidosamente una escalera. —Sólo fue esa vez y no quiero repetirlo.
—Pero si disfrutaste cuando te…
—NO. —Le observó de frente, sentenciando con una voz seria.
Tasha acarició sus cabellos dorados y su mejilla antes de comenzar a subir los escalones. —Me encantó y es lo que importa.
Steve negó con la cabeza, ablandando su semblante, después de todo la amaba con locura.
Buscó entre las cajas de decoraciones rechazadas la estrella que faltaba. —¿Segura que está aquí?
—¿Dónde más podría estar? —Respondió, divisando desde la escalera la magnificencia del PentHouse totalmente decorado. Suspiró, recordando esta vez sus Navidades en la niñez. Sólo hasta que apareció Steve dentro de un gran cubo de hielo, fue que comenzó a sentirse tan cálida en su hogar. —Amor… llevamos así ¿cuántos? ¿cuatro años? —Cuestionó sin volver a mirar al Capitán, se había perdido en la belleza invernal de las decoraciones.
—Siete desde que me descongelaste y tres desde que estamos juntos. —Sonrió, el que Tasha haya pensado que había sido más tiempo le había hecho feliz.
—Llevas la cuenta.
—Alguien tiene que hacerlo.
La castaña se sentó en el último escalón, aguardando por la estrella. —¿Ya la encontraste? —Steve se aproximó, tendiendo en su mano la caja en donde se hallaba la estrella. —Al menos pudiste quitarle el empaque. —Abrió la caja, pero parecía estar vacía, excepto por otra pequeña caja negra.
—Han sido los mejores años de mi vida y eso no sería posible sin ti. —Le observó Steve desde el pie de la escalera, posando su mano en una de las rodillas de Stark, acariciándole con una gran sonrisa. —Has sido la luz que ha esclarecido mi camino en esta nueva era y no lo digo sólo por tu reactor. Eres la mujer más hermosa que he conocido. La más fuerte y también testaruda. Tal vez peleemos demasiado, pero siempre tengo la seguridad de que vamos a coincidir al final. Eres una extensión de mí y yo de ti. Simplemente no podría alejarme de ti. Te amo.
Tasha enmudeció, abriendo con lentitud la pequeña caja. —Steve, yo…
El Capitán le miraba expectante con su mirada azulada llena de esperanza. —¿Sí?
—Yo… ahm… diría que sí, pero…
—¿Pero? —Su sonrisa se fue desvaneciendo.
—Pero… ya estamos casados. ¿Puedes darme ya la estrella?
—¡Stark!
—Steve. —Descendió los escalones hasta llegar al suelo. Acarició por su cuello hasta llegar al lóbulo de su oído. —Fue un hermoso detalle. —Trató de subir su ánimo. —Pero la caja ni siquiera tiene un anillo. —Rió, alzándose en la punta de sus pies hasta alcanzar a besar su nariz. —Te amo. Lo sabes bien. Nuestro amor lo puede todo, incluso acabar con una guerra. Eres mi mejor amigo, el mejor amante y…
—¿Mejor que cualquiera con los que hayas salido?
—El mejor.
—¿Incluso Virgil Potts?
—Cariño, eres tan inseguro.
—Te quiero sólo para mí. —Tomó a Tasha por la cintura, susurrando contra sus labios. —Termina lo que ibas a decir.
—Me interrumpes. —Acarició los mechones de su nuca al abrazarle por el cuello.
—Anda…
—Y eres mi esposo. Antes de ti no creía en el matrimonio. Llegaste para cambiarlo todo.
Sus labios terminaron por unirse. Un beso que sólo se podía comparar al de su boda. Aquella fecha única en la que el Capitán América y Ironwoman se unían no sólo para liderar al equipo más fuerte que hubiese existido.
—Tasha… —Le llamó cuando por fin separaron sus bocas tras necesitar un poco de aire. —… aún falta la estrella.
—Olvídala. Vamos… hay que planear la renovación de votos. Además tengo un villancico que quiero mostrarte. Pondré mi Jingle en tus Bells.