—Esta fue una mala idea.
—Por favor, Steve. Estuviste 70 años en el hielo. Debería ser pan comido para ti.
—“En” el hielo, no “Sobre” el hielo. —Le corrigió, aferrándose a las manos del millonario sin intenciones de avanzar.
—Te dije que sería divertido.
—¿Ves que me divierta?
—Al menos yo sí. —Le haló, casi haciendo caer al rubio y riendo por su expresión de terror.
Steve logró balancearse hasta mantener el equilibrio de pie, pero no creía poder soportarlo demasiado. —Tony… ¿podemos ir a otro sitio?
Ironman no tuvo más opción que tomarle por la cintura, sosteniéndole. —Cierra los ojos. Yo te llevaré.
El Capitán le observó inseguro. —Cuando dijiste que nos tomaríamos un día libre de los Vengadores, no imaginaba esto. —Tuvo que retractarse ante la mirada de Tony. Aunque se esforzara, no podía negarse. Suspiró con pesadez y cerró los ojos.
El castaño comenzó a deslizarse con lentitud, empujando a Steve. Le parecía algo tranquilo a pesar de las quejas del Capitán.
—Lo estás haciendo bien. —Le elogió, causando que Steve se relajara y se moviese un poco, como si deseara dar un paso.
Se encontraban muchas personas alrededor, pero mantenían el suficiente espacio en el circuito de las personas más lentas al patinar. Central Park se hallaba iluminado por series de luces en los árboles que se reflejaban en el lago congelado.
Steve se sintió más seguro de dar otro paso e ir más rápido. Ya no se encontraba inhibido por el resto de personas o el hecho de que había caído la noche hacía varias horas.
—Creo que lo tengo. —Aseguro mientras abría los ojos, pero perdió de nuevo el equilibrio.
Anthony trató de sujetarlo, pero era un hecho que Steve era más grande y pesado, sus músculos no eran en vano.
Ambos cayeron de manera estrepitosa. El castaño al tratar de rodearle al colocarse de frente y forzar un contra peso, terminó debajo del cuerpo del Capitán.
—Steve… —Intentó moverlo, pero la caída le había dejado algo mareado y adolorido.
—¡Tony! —Steve se apoyó en sus manos enguantadas, resbalando y cayendo de nuevo contra el mecánico, chocando su rostro contra la frente del otro. —¡Lo siento! Esto es muy resbaladizo… —Se excusó, sintiendo cómo sus mejillas de calentaban en un evidente sonrojo en contraste a su blanca piel.
—Está bien, sólo apoya una rodilla en el hielo. —Tony trató de apartarlo mientras observaba su rostro apenado. Hacía tiempo que no le había tenido tan cerca.
Steve obedeció, logrando sentarse en la pista y halando a Tony por sus manos para que hiciera lo mismo.
—No soy bueno en esto. —Confesó Steve sin intenciones de levantarse, pues temía volver a caer.
—No lo hacías tan mal, tu error fue abrir los ojos. ¿Te encuentras bien?
—Yo debería preguntarte lo mismo. —Finalmente Steve le dedicó una ligera sonrisa.
—Ven. Hagámoslo una vez más. —Tony se incorporó, apoyándose en uno de los muros provisionales con los cuales se delimitaba el borde del hielo lo bastante grueso como para patinar sobre él.
El rubio logró ponerse también de pie, aunque un poco más lento. —Puede que sea mejor si yo te miro desde el césped.
—Así no sería divertido. —Tony se colocó detrás de Steve. —Si tú caes, yo caigo. Siempre ha sido así. Además… fuiste tú quien me dijo que nunca me rindiera. —Le rodeó por la cintura, apoyando la barbilla en su hombro. Deslizó un pie, haciendo que la fuerza empujara el de Steve. Continuó con el otro, caminando sobre el hielo como si fuesen uno sólo. —Derecha e izquierda. —Susurró mientras Steve divisaba aún con algo de temor el suelo. —Mira hacia delante. —Le sugirió el millonario.
El Capitán tomó aire, haciendo caso de nuevo a su consejo. —¿Lo hago bien?
Tony asintió cercano a su cuello. Steve se sintió estremecer. —Vamos a dar una curva. —Le advirtió mientras realizaba una zancada más larga. De nuevo el rubio volvió a tener más confianza.
Continuaron así por unos minutos más, yendo con mayor rapidez en el sendero de los intermedio. Steve observó en el centro a los “expertos”. A pesar de sus grandes habilidades en combate, no concebía cómo es que ellos lograban moverse de esa manera. Anthony notó su curiosidad.
—Yo… me gustaría hacer algo así. —Se adelantó a la pregunta de Tony sobre por qué les miraba.
—¿Quieres que te muestre algo? —Le guió hacia una de las orillas donde pudiese estar de pie sin problemas. Se alejó en línea recta hacia el centro. Tony comenzó a deslizarse rápidamente en círculos, tomando impulso para comenzar a dar algunos saltos y piruetas. Varias personas presentes no dudaron en observarle con admiración. Tal vez no era un atleta olímpico de invierno, pero sus movimientos eran alucinantes y sumamente hermosos. Volvió con Steve, descansando a su lado al posar un brazo sobre la barda de poco tamaño. Respiró exhausto, incluso a pesar del viento helado sentía algo de calor. —¿Y bien?
—Wow… no sabía que podías hacer eso.
—Mi madre me enseñó. Era muy talentosa. —Mencionó orgulloso.
—Tal vez puedas enseñarme, sería muy útil si debemos ir a una misión en el ártico.
—Podría diseñarte un traje invernal con patines. Las navajas serían una gran arma.
Steve volvió a estremecerse, recordando por un momento que podría herir a alguien en algún descuido si volvía a caer y perdiese por los aires alguno de sus patines. —O tal vez no…
Tony rió, tomando una vez más de las manos del Capitán. —Ven, conmigo no te ocurrirá nada.
El rubio sonrió, adentrándose a la pista con su castaño. Sin duda había sido una de sus mejores citas.