La estación del tren estaba saturada. Apenas y se podía transitar.
Un grupo de 5 personas intentaban cruzar con éxito pero no lo tenían.
Fue un mal día para pactar un juego. Pensaba mientras seguia a sus amigos. Alguien frente a él choco contra una mujer.
Logró ver la cartera deslizarse del bolsillo del chico que ayudaba a la mujer. Recogió la cartera y le habló al chico —Hey. toma.
—¿Eh?
—Sei-chan, apresúrate. No te quedes atrás.
—Vamos. Akashi. No tenemos todo el día.
—Voy— depósito la billetera en las manos del chico, y sonrió —Ten cuidado.
Se alejó rápidamente detrás de sus amigos.
—...
————
Desde que habían abandonado la estación del tren sentía que lo seguían. Pero cada que volteaba no había nadie siguiéndolo ¿Se estaba volviendo paranoico?
—Akashi-kun. Concéntrate en el juego.
—Kuroko— se asustó de su viejo amigo.
—Se que no estamos completos, pero trata de dar lo mejor de ti.
—Lo sé.
—Me lo cobraré caro. Mira qué nos dejó plantados.
—Pobre de tu amigo— dijo, sincero. Kuroko Tetsuya era muy vengativo. El chico que iba a jugar con ellos, no llego. Al parecer había tenido un retraso en el tren.
—No se preocupe por él, Akashi-kun— sonrió—. ¿Cómo van las cosas en Rakuzan?
—Tranquilas— Le dió mala espina esa leve sonrisa—. Mejor de lo que esperé.
—¿Akashi-san?
—En casa... Ha cambiado— no había tendió una niñez normal desde la muerte de su madre. Su padre y él habían cambiado, pero todo cambio unas semanas atrás.
Tenía dos personalidades. La otra había tomado su cuerpo por tres años, pero unas semanas atrás había retomado su vida, su cuerpo.
—Lo imagino.
—Hey. Se acabó el tiempo, Tetsu.
—Vamos Aomine-kun.
Retomaron el juego. Se habían divido en tres equipos y ahora era su turno.
Jugaron el set de 10 minutos y perdieron.
Se dirigió a la llave y se lavó el rostro. Se secó con la toalla... Parpadeó varias veces.
¿Eso era real?
—¿Akashi estas bien?— el pelirrojo se miraba estupefacto mirando al cielo.
—¿Miras eso?— señaló el objeto.
Taiga miró al lugar donde apuntaba el pelirrojo menor —¿El árbol?
—El árbol no, el corazón.
Taiga miró sería-mente al menor —Creo que te ha hecho daño jugar o el sol. No hay ningún corazón, Akashi.
—Pero allí está— volvió a señalar el tambaleante corazón.
—Akashi no hay nada— dijo, preocupado. Akashi se miraba tan seguro.
—Pero...
—No diré nada de esto— posiblemente tenía que ver con su otra personalidad— Si Aomine lo sabe, te molestará.
Miró alejarse al As de Seirin ¿Cómo es que no veía ese tambaleante corazón?
Recordo a Roku, el perro de Reo, temblaba igual que él —...Parece un chihuahua.
—Akashi. Vámonos.
—Voy— comenzó a caminar pero de reojo miraba al corazón. Lo seguía.
Un corazón lo estaba siguiendo..
¿A caso de había vuelto loco y ahora imaginaba cosas?
———
Había pasado un mes desde que ese tambaleante corazón lo seguía a todos lados.
—Sei-chan no te quedes atrás—gritó al ver que el pelirrojo no los seguía.
—Vayanse. Olvidé algo.
El pelirrojo últimamente se estaba comportando y raro —Esta bien. Nos vemos mañana.
Observo a sus compañeros alejarse.— ¿Acaso eres torpe?
El corazón se había atorado en las ramas de un árbol.
Utilizo el balón para golpear la rama. El corazón se liberó y tembló.
—Vamos. No te quedes atrás.
Llevaba un mes conviviendo con ese corazón. Había intentado muchas cosas para deshacerse de él y nada funcionaba. El corazón no se marchaba; al contrario, había aprendido de él.
El corazón se emocionas cada vez que jugaba básquetball o leía algún libro. Se tambaleaba cuándo había mucha gente y se alejaba cuando Reo se acercaba a platicar.
————
Bostezó y se estiró. Al fin habían llegado a su destino, Tokio.
Habían accedido a jugar para apoyar a una casa hogar, todo realizado por Momoi Satsuki y Riko Aída. Participarían todos los equipos donde había un milagro.
—Cuidado. Te puedes lastimar— detuvo la puerta del tren para que el corazón saliera.
Una vez que abandonaron la estación, se dirigieron a las canchas.
Todos estaban allí, saludó a sus amigos y conocidos.
Se percató de que el corazón latía más fuerte y temblaba de un lado al otro.
¿El dueño estaría presente?
Miró por todos lados y no vio nada anormal.
Le restó importancia y comenzaron el juego.
Cada equipo dió batalla. Al final, Seirin y Rakuzan se enfrentaron
Quedando empatados.
—Maldición— farfullo Hyūga.
—Ganaremos para la próxima— dijo Daiki señalando al pelirrojo de Seirin.
—Cuando quieras, Ahomine.
Todos negaron al verlos discutir.
—¿Qué les parece si vamos a mi casa?— propuso Kise.
—Lo siento. Tengo algo que hacer.
—Akashichi. Vamos. Di que sí.
—Bien...— accedió antes de que comenzara hacer sus escenas —. Pero los alcanzaré más tarde.
Tenía que ir a comprar un regalo para Reo. Pero el pelinegro no tenía que darse cuenta.
—Bien. Ya sabes dónde vivo.
Asintió y se despidió de todos.
Se dirigió a tienda favorita de Reo y comenzó a buscar el regalo perfecto para su mejor amigo. Claro, ese regalo podía ser Chihiro, y Reo estaría feliz.
Reo Mibuchi era homosexual, y estaba perdidamente enamorado de Chihiro Mayuzumi. A según su criterio, el peliplata también estaba interesado en Reo.
Después de una hora se retiró de la tienda con el regalo perfecto.
Intentaba cruzar la calle pero algo o mejor dicho,alguien no lo dejo.
—Por-Por favor, devuelve mi corazón.
Giró al escuchar esas palabras... Conocía al chico. Era amigo de Tetsuya Kuroko —¿Izuki-san?
—N-No. Furihata Kōki.
——
Todo estaba en silencio.
Seijūrō al ver nervioso al chico le ofreció tomar una bebida.
Si no mal recordaba él también había jugado. Por eso es que el corazón se había vuelto loco en cuanto llegó a la cancha; era la reacción del dueño.
Observo al castaño. Era bastante común pero esos ojos avellanas brillaban llenos de sentimientos.
—Así que es tuyo— apunto al corazón que aún seguía sobre su cabeza.
—S-Si, A-Akashi-kun.
Rió al ver que el corazón y dueño temblaban de la misma manera.
—¿Y cómo quiere que lo regrese? Sinceramente he intentado de todo para alejarlo y no se va. Esta aquí y no va con Furihata-kun.
—No sé... Él... Simplemente desapareció.
—Hummm— miró al castaño. El chico se sonrojo... Y desvío la mirada —No entiendo porque me sigue.
—Yo... — el castaño lo miró de forma fija—.Desde que recuerdo... Akashi-kun me gusta.
Oh... Así que enamorado.... Supongo que si le digo que no, el corazón se irá.
—Lo siento. Pero no tengo esa preferencia...
—Y-Ya veo— el castaño sonrió —. Gracias por escucharme... Siento que lo haya molestado. No volveré hacerlo.
—No hay problema— se levantó de su lugar y dejó un par de billetes en la mesa —. Tenga buena tarde.
Asintió de forma torpe.
———
Se alejó a pasos tranquilos.
Había caminado unas cuadras cuando se percató de que había olvidado el regalo de Reo. Se regresó a la cafetería y encontró su paquete exhibido en la recepción. Lo tomó y se desvió del camino para tomar un atajo. Estaba llegando tarde para ir con Kise.
—Tran-Tranquilo... No pasa nada... No puedes ir con Akashi-kun. No más.
Se detuvo antes de doblar. Se asomó y vió al castaño sollozando y deteniendo el corazón.
Se escondió y escuchó al castaño llorar.
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Retuvo a la fuerza a su corazón. Quería aún seguir al pelirrojo. No dejaría que eso volviera a suceder.
—No más... No puedes seguir tras Akashi-kun.
Acababa de ser rechazado, amablemente, por la primera y única persona de la que se había enamorado en su corta vida.
Siempre había amado a Akashi.
El pelirrojo le era, en un principio, muy lindo. Pero conforme pasaban los años, había cambiado su manera de verlo.
Había sido en secundaria cuando descubrió sus sentimientos hacia el pelirrojo.
Le pregunto a sus padres que era lo que sentía, ellos le respondieron que era amor.
Amor por alguien de su mismo sexo.
Un amor que siguió creciendo con el pasar de los años.
Jamás apartó la mirada de él. Aunque sabía que aquello era algo que no debía hacer.
Sus padres le había dicho que mantuviera en secreto su preferencia, ya que no eran bien vistas en la sociedad.
Claro, actualmente, al menos había más tolerancia.
Pero jamás imaginó que se confesaría a esa persona.
—Lo siento pero no tengo esa preferencia...
Había sido rechazado con tanta amabilidad que no sabía que había dolido más, esa sonrisa o lo roto que había dejado su corazón.
— ¿Por qué?... ¿Por qué tuve que enamorarme?
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Al siguiente día no quería ir a la escuela, pero su madre le obligó.
"No puedes llorar por siempre por un chico que no supo ver en tí lo adorable, y violable, que eres Kōki.
Así que toma tus cosas y ve a escuela".
Nada más de recordar eso mientras se dirigía a su salón de clases hacia que se sintiera mejor.
—Te ves horrible, Furihata-kun.
Hasta saltó del susto —¡Kuroko-kun!
—¿Estas bien?
—No. Si. Estoy bien.
—Esa cara tuya dice lo contrario.
—Estoy bien...
—¿Qué sucedió con Akashi-kun?
Se detuvo por completo— ¿Q-Qué dice?
—Vi cómo lo seguías— se encogió de hombros.
—Y-Yo no lo seguía.
—Furihata-kun. Soy tú mejor amigo. Se muy bien que estás enamorado de Akashi-kun.
—N-No se de qué hablas.
—Los tres nos conocemos desde el preescolar. Que no me vean, no quiere decir que yo no vea. Se que estás perdidamente enamorado de Akashi-kun.
Desvío la mirada —Siento haberlo ocultado.
—Eso ya no importa. ¿Dime qué ha sucedido? ¿Akashi te hizo algo?
Negó —Nada. No me hizo nada. Solo...
—¿Solo?— se acercó al castaño. Lágrimas surcaron sus mejillas.
— Tantos años de conocernos y nunca ha sabido mi nombre...
—¿Estas llorando porque no sabía tu nombre?
Miró al peliceleste —Estoy llorando porque me ha rechazado... El chico que me ha gustado desde que tengo me memoria me ha rechazado amablemente. Por eso estoy llorando.
—Furihata-kun...
Respondió al abrazo de Kuroko.
—Me ha rechazado... Akashi-kun me ha rechazado.
—No llores— le froto la espalda. Tendría hablar con Akashi.
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Secó su cabello mientras salía del baño.
Estaba agotado mentalmente.
Desde hace semanas Kuroko Tetsuya, su mejor amigo, no dejaba de recriminarle el haberle roto el corazón a Furihata Kōki.
Y ahora no podía dejar de pensar en el castaño lleno de lágrimas.
Él no tenía la culpa de que el castaño se hubiese enamorado de él.
Él solo había sido sincero. No tenía esas preferencias sexuales.
De hecho no tenía ninguna preferencia sexual. Ni las jovencitas locas que estaban detrás de él le atraían.
Soltó un suspiro.
De pronto su sonido en su ventana llamó su atención. Se acercó y vio la cortina moviéndose. La alzó...
—Tú de nuevo.
El pequeño corazón intento huir pero rápidamente cerró la ventana.
Observó al corazón, esta vez era diferente: se miraba dividido justo a la mitad por una raya en zigzag.
— Akashi-kun me gusta.
Esa frase resonó en su mente. Literalmente le había roto el corazón a Furihata.
—¿Cómo le puedo gustar a tu dueño si no nos habíamos conocido?
A pasos lentos se acercó al corazón y lo tocó...
Era una imagen de él vestido en su uniforme de preescolar.
Luego en Navidad junto a su madre.
Con el uniforme de verano, de la escuela básica. Y luego en el uniforme de invierno.
Él en el uniforme de Teiko. Él jugando. Él sonriendo. Él hablado con sus amigos de la kiseki no sedai.
Él hablando con Tetsuya en la puerta del salón de clases.
Él en la tienda que solían frecuentar.
Él... Cuando era el emperador. El miedo que le tenía.
Él en su uniforme de Rakuzan...
Él sonriendole a reo en el tren.
Él entregándole la carrera al castaño.
Todo ese tiempo estuvo bajo la mirada del castaño.
Siempre estuvo admirandolo... Amándolo...
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Kōki camina rumbo al parque.
Tenía semanas pensando cómo regresar su corazón.
Le había prometido a Akashi no molestarlo pero allí estaba de nuevo su corazón corriendo hacia el pelirrojo.
Tenía que recuperarlo. Ya era casi tres meses desde la última vez que vio su corazón y a Akashi.
¿Qué tengo que hacer para olvidar este amor que siento?
Soltó un suspiro y siguió caminando. Iba a cruzar la calle cuando fue jalado de forma brusca.
—¡Devuélveme mi corazón!
—¿Qué?— no entendió de que hablaba el pelirrojo. Eso hasta miró a dónde señalaba el pelirrojo —...
Dos corazones estaba juntitos, y latiendo al mismo ritmo.
—¿Qué?
—Se ha ido. Algo me hiciste. No puedo dejar de pensar en ti. Y abandonó mi cuerpo ¡¿Qué me hiciste?!
—No hice nada. Lo juro.
—Claro que si hiciste algo. Te robaste mi corazón. ¡Hazte responsable!
Akashi Seijūrō nunca espero que el castaño se lanzara sobre él y lo besara.
Tembló —Lo haré. Me haré responsable.
Se sonrojo y respondió al abrazo del castaño. Farfullo —Mas te vale, Furihata Kōki.
Sí no hubiese roto el corazón del castaño, jamás se hubiese enamorado de él.
Miró a Furihata... Era muy lindo.
¿Por qué no lo había notado?
Fin