Desde ayer sentía que algo no iba bien, que él ya no estaba conmigo y que él sufría más que nadie. Pero yo, yo soy el culpable de todo este mal, de todo lo que le sucedió, yo soy quién se negó a confesarlo y por ello él murió de soledad, soledad de palabras, de gestos, de mis gestos y mis palabras.
Hoy fue el día que recibí la noticia por parte de su hermana, ella trató de calmarme, pero no pude hacer nada más que encerrarme en mi habitación para que nadie supiera que fue mi culpa de que se haya suicidado. Fue mía, y solo mía…
-Hyung… -susurró desde el otro lado de la puerta una dulce voz, sin duda alguna fue Taemin quien vino a mi casa - sé que estás mal, pero has de ser fuerte. Él ahora está en un lugar mejor, hyung, él es feliz ahora donde está.
-¡Vete! -grité.
Oí pasos lentos y pesados, como si él no quisiera irse pero lo esté haciendo, como si algo le estuviera deteniendo. Al cabo de cinco minutos, aquellos pasos cesaron, como si nunca hubieran existido.
Después de un largo rato pensando en las mil maneras más de culparme, mis párpados empezaron a pesar en exceso y así, poco a poco, me fui durmiendo.
-Jonghyun… -susurré, pasando mi mano por su cabellera -no quiero que te vayas, quédate.
-Mi querido Key, sé que no tenía que haberme ido, y es que solo he vuelto para despedirme de ti, pero lo he hecho por ti, para que seas más feliz, sin mi y nuestros problemas. Así… -agachó la cabeza.
-¡Quizá me gustaban aquellos problemas! Jonghyun, no lo hagas, no te vayas -comencé a sentir como mis lágrimas brotaban de mis ojos.
Este hombre, de pelo oscuro y con unos tristes y sinceros ojos, se acercó a mí para regalarme un último beso, un último “te quiero”.
Aún podía sentir como mi corazón latía más fuerte con cada segundo que pasaba a su lado, sentía que iba a explotar, no necesitaba nada más que un tiempo muerto. Tal tiempo donde él y yo pudiéramos sentirnos mejor por última vez.
-Sé feliz sin mí, Kim Kibum. No es tú culpa sino mi decisión, sé que te estás culpando, pero lo he hecho por mi, porque sabía que conmigo esto terminaría peor, que tú…
-¡Que yo qué! -grité agarrándolo de su camisa blanca, notaba aquel tacto, porque podía notar el tacto de la camisa, porque podía sentir su aroma, porque me estaba pareciendo esto tan real.
-No lo sé, pero sé que así es mejor.
-Hyung… Llévame contigo, no quiero una vida sin ti, hyung.
-No puedes irte, aún no, tienes que buscar tu propia felicidad.
-Estás muerto, ya he perdido mi felicidad, te he perdido ¡Joder!
Se acercó a mi y me abrazó, todo estaba hecho para hacerme llorar más y más fuerte, él quería verme llorar, él solo quería eso y nada más, él era un egoísta, un egoísta al que realmente amaba.
-Jjong, hazme un favor… -susurré antes de que desapareciera. Él emitió un sonido afirmando que me escuchaba -Quiero que cada noche, aparezcas en mis sueños, que me recuerdes quién eras y quién eres, que me sueltes todo aquello que nunca me llegaste a decir, que me hables de cómo es el más allá.
-Lo haré con una condición, quiero que no estés más solo, no quiero que sigas sufriendo por alguien como yo. Ha pasado un año desde aquello y no consigues dejar de pensarme, dejar de recordarme, dejar de quererme…Y aún así te negaste a escaparte conmigo.
-Porque tengo miedo, soy un cobarde, lo siento…
Me lancé hacia él para darle un último beso y de repente, todo desapareció.
Lentamente abrí los ojos, miré la hora, era demasiado tarde, tenía que ir a su funeral o sino pensarían que yo también lo he hecho, y no quiero que sufran más, ya es suficiente con lo que ha sucedido con Jonghyun, es suficiente.
Me levanté y me vestí con el smoking que me preparó mi madre esta mañana. Salí de la habitación y caminé hacia la salida, fue extraño, porque hoy no había visto a ningún paparazzi cerca de mi casa. Hoy toda la atención estaba dirigida a mi ex-amante.
La limusina, que llevaba esperando desde esta mañana, me abrió la puerta y el chofer me indicó a sentarme.Dentro ya no había nadie, solo yo, ya que todos los demás tuvieron la decencia de aparecer cuando lo anunciaron, aunque hubo algunos problemas, ellos fueron más fuertes que yo.
Cuando llegamos y salí de la limusina, me acerqué a un rincón para tratar de relajarme y no llorar, pero no pude soportar ver a tanta gente. Entré a la sala donde yacía tumbado Jonghyun, descansando, aunque se le veía cansado. Cerré los ojos y rápidamente me fui de ahí a paso rápido. No quería verlo más, no así.