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Límite por SumTheHeaven

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Notas del capitulo:

¡Aquí el siguiente capítulo de Limite!

Espero se disfrute<3

 

IV — Parte. 

 

Dejó que el agua escurriese lentamente por su cuerpo. Adoraba la sensación del agua tibia recorriéndole, por lo que no escatimó en cuanto gastaría por todo el tiempo que estuvo ahí. Su cuerpo se limpiaba solo bajo el toque del agua y Shinichi luchaba por no excitarse tan fácilmente, lo que se le estaba haciendo ridículamente difícil. La necesidad sexual nunca había sido un gran obstáculo a vencer en la vida de Shinichi, pero ahora lo era, más de lo que le gustaría. Lo peor era no entender exactamente de dónde provenía. Había oído de otros amigos y amigas omega que eso podía suceder cuando se encontraba con alguien altamente compatible o que pudiera ser más tarde su alma gemela, como una conexión inevitable.

A él solo le resultaba desagradable.

.  .  .

Llegado el domingo por la mañana, Shinichi ya había acabado con la época más sensible de su celo, por lo que sabía que no tendría más situaciones explosivas que lo descontrolasen totalmente. Bebía un poco de café amargo mirando la televisión de su salón, no demasiado interesado en las típicas noticias de interés común. La mayoría de casos resueltos eran obra de él y conocía todos los archivos de crímenes actuales, no había muchas cosas nuevas. 

Eso pudo decirlo hasta que en las noticias apareció una nota del ladrón Kid, y como si fuera ya obra del destino muy típica para el drama, Shinichi no pudo más que medio ahogarse con el contenido de su taza. Como en otras ocasiones, Kid no marcaba claramente el día y la hora, pero sí dejaba un acertijo que quizá el ladrón y los demás veían difícil, pero para su sagaz mente era por demás sencillo. Al poco rato recibía una llamada del poco avergonzado inspector Megure, quién le pedía su inteligencia para poder resolver aquel acertijo.

Le bastaron unos cortos veinte minutos para poder entender a qué hacía referencia el rebuscado acertijo, chasqueando la lengua un poco molesto por no poder conseguir superar su récord en resolverlos. 

Megure le agradeció e invitó al robo, puesto que estos siempre eran espectaculares puestas en escenas dignas de admirar. Él solo respondió que lo pensaría. Desde hacía bastante tiempo que no asistía a ningún robo, desde que fue Conan, por lo que estaba ligeramente emocionado de volver a verle. 

—Será una gran oportunidad, Kid. —murmuró para sí mismo, mientras terminaba de beber su café. El robo sería el martes, a las nueve de la noche.

 

 

El martes por la mañana, Shinichi había notado algo muy curioso: Kuroba Kaito miraba con atención los planos de una edificación, sin ni siquiera oír lo que decía la profesora. Él notó que era sospechoso cuando dio cuenta de que el museo que estaba investigando era el mismo en el cuál el robo se haría. Lo siguiente que notó, fue que el mago le daba demasiada atención a la joya que sería hurtada. Para estas alturas, Kudo tenía serios conflictos con el comportamiento del otro.

Kuroba huía a su mirada, y de las pocas veces que cruzó su mirada con él, le miró con desprecio, como si lo odiase. Otra cosa que no comprendía. Una pequeña punzada atravesaba su pecho en todas aquellas ocasiones en las que sintió esa mirada dura de parte de Kaito, pero tratando de olvidarse de aquel idiota mago, sencillamente trató de centrarse en las sospechas que tenía acerca de él. 

Akako tenía realmente un muy mal presentimiento acerca de Kudo Shinichi. Ella entendía que este tenía la sagacidad y la inteligencia del demonio, unas habilidades que eran terriblemente difíciles para cualquier humano común, para cualquier omega... Shinichi debía ser en definitiva un preferido, y eso ponía en peligro al suyo, Kuroba Kaito. 

.  .  .

La muchacha miró desde el marco de la puerta como Kaito Kuroba había sido el único que permanecía echado sobre su escritorio, con una expresión que delataba perdición. La muchacha caminó lentamente hasta él, sentándose en el escritorio de enfrente del mago. Ahí es cuando observó que este cubría su nariz con la manga del uniforme, como si el aroma le produjera repulsión. Sus ojos se veían tremendamente cansados. La chica suspiró, ¿quizá había madrugado preparando el asalto de Kid? Lucía mal.

—¿Esa cara usarás para ser Kaito Kid hoy? —le preguntó, cruzando las piernas sin pudor alguno delante de él. De alguna forma la bruja sabía que jamás sería correspondida. Ella era una beta, Kaito un alfa, lo que significaba que algún día hallaría a su alma gemela en un omega o escogería a alguien por estatus. Eso no evitaba que ella se obsesionase desmedidamente con él.

—No soy Kid —replicó este, con un chasqueo de lengua.

La chica giró los ojos, rindiéndose. —Entonces, ¿tan mal ha sido estar aquí hoy? —dijo, pero haciendo referencia al aroma que parecía molestar a Kuroba. Este no solía hacer grandes demostraciones en cuánto a aromas se refería, generalmente guardaba bastante bien su expresión, pero aquel día era otra excepción. 

—No es eso —Kaito comentó un poco rendido. Sucedía en realidad que el aroma que Shinichi desprendía lo embriagaba, pero no era algo que aceptaría con Akako. Mucho menos cuando ella tenía un problema con sus intereses de este tipo. 

La muchacha le miró debutante y antes de que hiciera más consultas, Kuroba se largó del lugar. Él todavía tenía un par de preparativos más antes del robo de la noche, lo que le daba un margen de tres horas aún. Solo rezaba para que Shinichi Kudo no fuese. Eso sería un gran problema, y si controlar los espasmos y los ataques ya le era difícil en clases, no podría hacerlo durante un atraco.

Se mareaba de solo volver a pensar en que Shinichi pudiera gustarle. No era posible y no debiese. A él le gustaba Nakamori Aoko, siempre le gustó y a Shinichi siempre le gustó Mouri Ran. Eso no tenía que cambiar. No debía... 

 

 

Hakuba Saguru le sonrió, abrazándole cordialmente cuando le vio llegar a la escena que sería usada por el ladrón. Con cierta diversión, y algo de doble sentido, Hakuba miraba al detective Shinichi Kudo, quién después de los comentarios pesados del inspector Nakamori, que siempre estaba molesto porque irrumpiesen en la escena, le podía mirar. Hakuba no solía faltar a los robos de ese ladrón, pero esta vez Kudo solo quería tener ese típico saludo normal en ellos con su cuerpo de siempre. Kid siempre había sido de gran ayuda aun cuando en más de una ocasión fue solo Shinichi obligándole, por lo que ahora pretendía presentarse nuevamente ante él.

El rubio permaneció bastante cerca de Kudo Shinichi, y eso Kuroba Kaito lo notó. El mago se había de oficial de policía, mirando el lugar disimuladamente, pero posando su mirada especialmente en el detective de ojos azules, quién lucía una preciosa camisa azul y unos jeans claros, que se ajustaban a sus finísimas piernas. Después estaba Hakuba con un traje, pero sus ojos violáceos no podían huir del cuerpo de Shinichi y se maldecía por eso. 

—¡Kudo! —Saguru por fin acababa su abrazo interminable, pero dejando su brazo por los hombros de éste. Shinichi sonrió, puesto que con el detective a su lado ya estaba tan acostumbrado que no podía desagradarle. Era buenos amigos, a vista de Kudo. 

Si él supiera...

—¡Hakuba! —correspondió el otro detective, cruzándose de brazos. El beta se dejó embriagar levemente por el olor que desprendía su compañero. El sagaz del este además de poseer un olor a dulce, su aroma se mezclaba con su extraño olor natural, el que incluso le brindaba más sensualidad. 

Joder, Hakuba nunca había caído tanto por una persona.

—¿Vienes a ver al estúpido ladrón? —preguntó este arqueando una ceja. 

Shinichi se encogió de hombros —Siempre me despeja un poco —aclaró. 

Su conversación se tornó en trivialidades y leves coqueteos de parte de Hakuba a Kudo. Kaito nunca había sentido tantas ganas de que la hora de su robo llegase pronto. Apenas el reloj le marcó las nueve, las únicas luces que se podían vislumbrar eran dos grandes focos con una tonalidad dorada iluminando a Kaito Kid, quién estaba parado grácilmente sobre la vitrina. 

El ladrón hacía con sus labios la señal del silencio, pero Nakamori no parecía saber de aquello, pues comenzó a gritar a todos instantáneamente, pidiendo a su equipo que se arrojasen como manada sobre el de blanco vestir. Kaito rió por la desobediencia, negando con la cabeza. 

Shinichi también miraba expectante, pero sabía que debía huir.

—Inspector Nakamori —le llamó la atención el ladrón, con una sonrisa maliciosa mientras cubría su rostro con la mano en su sombrero de copa. Nakamori dejó de gritar unos segundos, para mirarle. —Usted no debería ser tan desobediente.

En un chasqueo de dedos, él había desaparecido, quebrando los focos que antes iluminaban su magnífica presencia. La joya se había ido con él, pero lo que es peor, nadie podía moverse. 

La habitación estaba muy helada. 

 

 

Tiró de la cuerda, solo para encontrarse en el otro edificio con una vista más despejada de su amado cielo. Extendió la joya hacia los rayos de luna, y aunque esta brilló con intensidad anormal, no reveló lo que él buscaba. La habría quebrado, de no ser porque sus mejillas se tornaron extremadamente rojas. El aire le fallaba, como si no pudiese respirar y las piernas estaban temblándole. 

Tras de él estaba Kudo Shinichi.

—No sé porque tienes un patrón tan fácil de deducir —dijo el detective, acercándose a paso lento con una sonrisa de satisfacción. Era el único miembro o ayudante de la policía que estaba ileso. Kaito pensó que se había quedado tras Hakuba.

—¡Meitantei-san! —fingió sorpresa, sin querer voltearse. Estaba a punto de actuar como un animal salvaje, ¡como Edogawa Conan, Kid jamás debió preocuparse por esto! En el cuerpo de un niño, él no tenía olores tan específicos. —Es un placer verte aquí —finalizó, bajando lentamente la joya, para lanzarla a las manos de Shinichi.

—Hola Kid —cerró sus ojos, disfrutando de aquella brisa tan fresca que le relajaba, memorando de esta manera la preciosa vista que el lugar poseía. Había también algo más fácil para hallar al ladrón: había que buscar un lugar alto, con bellísima vista cerca.

Meitantei... Voy a devorarte.

Kaito no estaba siendo capaz de reprimir sus impulsos, sintiendo como su pecho se quemaba y ardía. Intentó articular palabra para fingir estabilidad, más las piernas le obligaron a apoyarse de rodillas en el suelo, mientras se estrujaba la zona izquierda del tórax y rogaba un poco de autocontrol. En su vida como alfa nunca hubo otro momento como este. Abría la boca solo para jadear, sintiendo como su mandíbula se desfiguraba y sus facciones se retorcían. 

—¡¿Estás bien?! —Shinichi se pegó a su espalda, con una expresión de pura preocupación. 

Kuroba mordió su palma, en un intento desesperado de que el dolor de su piel siendo arrancada pudiera frenar su deseo sexual. 

—Shin... —soltó un pequeño aullido, uno que sonó un gruñido de animal. —Shinichi no... —rogó un poco exasperado, apretándose la garganta. No daba más del mareo que causaba el aroma del detective en él. 

No era la primera vez que él asistía a uno de ellos, pero sí la primera vez que causaba esta sensación. 

—Kid, no estás bien —Kudo parecía un poco ajeno a la situación, él realmente no había puesto en pensamientos hasta el momento que lo que el ladrón estaba pasando se debía a su comportamiento como alfa. —¿Necesitas algo? ¿Un médico? —cuestionó, tocándole el hombro. Sabía que un hospital podía no ser opción, pero siempre tenía a Haibara.

—Shinichi, por favor... —su voz sonó a última súplica. Estaba al borde del descontrol, en un límite difícil. Kaito abrazó sus propios brazos, pero ante las manchas de sangre el detective sabía que no podía irse.

—KID —su voz demandante había sonado a alfa, Kaito tembló levemente ante la idea. —Joder, ya basta. Estás mal. Déjame verte. —le giró para mostrarle de frente. El aspecto demacrado del ladrón le sorprendió. 

El detective tomó el guante ensangrentado, arrancando de él unas pocas piezas que se mantenían limpias. Con ellas hizo una venda para enrollárselas al detective en la herida que él mismo se infringió, y los restos con sangre los guardó delicadamente en su bolsillo. Habría preferido no hacerlo, pero entendía que Kid quisiera cuidar su identidad por sobre todo.

—Mejor. —le sonrió un poco, sin darse cuenta del ligero brillo especial que desprendían los ojos violáceos del mago. Estaba a punto de lanzársela encima.

De hecho, ya lo había hecho. 

La cabeza de Shinichi había sido tomada por una de las manos del ladrón evitando que esta se golpease fuertemente con el suelo, pero el resto del cuerpo del detective había sido arrojado sin demasiado cuidado. La otra mano del ladrón le impedía el paso, y a esa distancia incluso en la oscuridad, podía ver su rostro casi perfectamente. 

Kuroba Kaito ya no era capaz de contenerse y Shinichi le estaba mirando, su rostro con sus ojos brillantes, sus facciones y su nívea piel. Kudo Shinichi ya no veía al ladrón de la luna llena: Kaito Kid, ahora estaba mirando a Kaito Kuroba, parte de la clase a la que asistía en reemplazo de Hakuba. Los ojos de Shinichi estaban paralizados. El mago solo luchaba contra sus instintos. 

—K-kid... —susurró bajito, sus orbes azules resultándole aún más preciosas al ladrón. Odiaba todo lo que ese detective estaba causándole. —Quítate... por favor. 

El ladrón solo soltó un gruñido en respuesta. No era capaz de articular palabra. Shinichi se aterró cuando el mago mordió su labio inferior y después compartió un cándido beso con él. Le besaba con desespero, lo que causó que el cuerpo del detective reaccionase inmediatamente, odiándose por su condición de omega. Su cuerpo nuevamente estaba caliente, necesitado. Kid metía su lengua por la cavidad del otro, privando de espacio personal totalmente a su crítico favorito. 

Shinichi gimió. Kaito sentía que ya no podía detenerse. 

Entonces, el mago mordió su cuello, con una ferocidad increíble. 

Notas finales:

Nos vemos en el siguiente<3


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