Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Escritores de la libertad. por MxlSmxth

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:
  • Aclaro que los pensamientos de cada personaje no son realmente los suyos, sino más bien una visión personal. 

 

Leves rayos de sol eran los que cubrían el pueblo de Windsor esa mañana, la escasa nieve que cubría los pastelones de las estrechas calles eran la clara evidencia de las bajas temperaturas, al igual que las tenues manchas blancas en las plantas y casas del lugar. El castillo lucía imponente y hermoso entre los humildes hogares, pareciendo falso ante la fachada tan fantástica que le entregaba la nieve que le tapaba. No quedando tan lejos, la capilla de San Jorge que, etérea y elegante con su apariencia gótica, hacía pensar que estuvieras en un cuento de hadas.

Aun cuando el amanecer se presento hace poco, varios hogares ya humeaban a través de sus chimeneas mientras que, de algunas casas, hombres se despedían de sus familias para dirigirse a sus respectivos trabajos. No paso mucho para oír el galopar de los caballos, de aquellos que debían ir a sus granjas o entregar pedidos por encargo de sus jefes a un sitio lejano.  Mujeres, a su vez, salían a dejar a sus hijos a sus colegios luciendo sus voluptuosos vestidos y ostentosos peinados.

En el majestuoso castillo el panorama no era muy diferente, gente de la servidumbre corría de un lado a otro en la inmensa estructura. Algunos se dedicaban a limpiar cada minúsculo detalle de este, aun cuando lo habían realizado antes de ir a dormir. Otros, preparaban el desayuno real, arreglando la mesa con las flores más bellas y la utilería más reluciente y cara que poseían en los estantes. Asimismo, porcentaje de dichos individuos llevaban ropa y ayudaban a vestir a la nobleza para que estuvieran esplendidos para el despertar del rey.

Igualmente, en una de las tantas habitaciones, un muchacho alto y de cuerpo fornido miraba por su ventana con ojos somnolientos. Su cabellera castaña aun con estragos de la noche caía de manera sutil sobre su rostro, moviendo los brazos o cualquier parte de su cuerpo automáticamente mientras las criadas les cambiaban sus ropas. La mente del príncipe, nombrado Kai, se hallaba lejana a todo, en lo que gozaba del paisaje de los jardines reales, encontrando que la nieve le daba un toque elegante.

Sin embargo, sus pensamientos no iban dirigidos a ello, sino más bien a lo que le había contado su padre junto al general el día anterior. Era sorpresivo que en febrero se viniera a unir un nuevo soldado a la orden, sabiendo que las suplantaciones o cambios eran en abril. Y para variar, ninguno de ellos le conto más detalles, además, de que era enviado por amigos de la familia. Sin duda, algo confuso.

Un poco frustrado, termino suspirando y dándose la media vuelta para salir de su cuarto, en el cual había quedado solo unos segundos atrás. Fue cosa de dar un par de pasos por el pasillo, para encontrarse frente a otra puerta la cual toco con cierta fuerza. Pues, era conocedor de que su dueño era alguien que muy fácilmente podría caer nuevamente en el mundo de los sueños.

 

-          Jongin, apuraos, ya vamos tarde y estoy seguro de que esta vez nuestro padre nos retara.

 

Y para sorpresa suya, la puerta fue abierta al instante mostrando un joven igual a él en cuanto a complexión física, siendo la única diferencia el color de cabello al ser este de un oscuro negro.

 

-          Ya, ya, aquí estoy que no me he tendido para no meteros en problemas.

 

Admitió y alego su gemelo, en lo que ahora ambos se encaminaban a la recamara del rey. No solían ser de hablar mucho a esas horas, por lo que el camino fue silencioso, tan solo otorgando una muy sutil sonrisa a los criados que se reverenciaban al verlos pasar a su lado. Estaban a mitad de trayecto, cuando la voz de su hermano irrumpió en sus oídos.

 

-          De casualidad, ¿Sabes algo del nuevo integrante de la orden?

 

-          Lamentablemente no, solo lo que nos dijo nuestro padre.

 

-          Yo he oído de los archi duques, de que posiblemente… Sea una mujer.

 

-          ¡¿Qué!?, ¡¿Una mujer!?

 

Exclamo Kai, siendo un verdadero poema su expresión al oír semejante barbaridad por parte del menor. E inclusive se permitió emitir una sarcástica risa, prosiguiendo su andar al haberse detenido por la impresión siendo seguido por el adverso.

 

-          Es imposible que una mujer ingrese a la orden, Jongin, dejaos las tonterías. Que las damas solo son amas de casas o criadas.

 

-          Lo sé, pero es lo que rumorean desde que se ha dado a conocer la noticia.

 

Kai volvió a reír, siendo acompañado por su gemelo. Una mujer en la orden, que absurdo, pensó. Libero su cabeza de aquellas barbaridades al hallarse en la pieza del monarca de Inglaterra, y con la actitud que debía de tener un príncipe se situó con seriedad y elegancia frente a la nobleza concediéndole un saludo a cada uno siendo imitado por Jongin. Y tras esto, esperaron a que los criados abrieran las persianas dejando entrar la luz natural que daba directamente a la enorme cama que se ubicaba en medio de la habitación.

Una figura se movió con fineza entre las sabanas, y con presencia imponente y despampanante el rey abrió sus ojos tomando asiento en su enorme lecho oyendo los aplausos de quienes le observaban y también los halagos por su apariencia y gran desenvolvimiento. Inclusive la servidumbre, que se hallaba en la parte trasera de dicha muchedumbre mantenía la cabeza gacha en señal de respeto y admiración. Mientras que los gemelos, solo daban unos cuantos aplausos a su padre.

Después de aquel acto, el desayuno no fue muy diferente para los habitantes del castillo. Como el resto de la mañana.

 

 

[…]

 

-          ¿Crees que esto sea lo correcto, Soo?

 

-          No, pero es el deseo y orden de tus padres. Y contra ellos no puedes ir, Chen.

 

Jongdae suspiro de manera larga y sonora, dirigiendo su vista a través de la ventana del carruaje que ahora le estaba llevando a Windsor. Solo hace unos días se encontraba feliz en su morada, gozando de su época favorita del año, y ahora iba camino a la condena más grande. Sabía que conseguiría honor, eso lo tenía más que claro, pero también podía acabar en desdicha si se daban cuenta de que no era verdaderamente quien le mostraba.

Para mala suerte de los padres, y también suya, teniendo en cuenta que, al ser una familia de gran poderío y amigos de la realeza, el haber tenido tan solo varones no fue más que un horroroso hecho. Sobre todo, porque los grandes tratos o negocios eran sellados a través de un matrimonio, que daban más respaldo y confianza entre ambas familias de que no iban a salir embaucados. La desesperación de los padres de Chen, le obligo a pensar de una manera para nada moral, teniendo en cuenta las creencias de la época y las consecuencias de sus actos. Sin embargo, no podían permitir que el legado y poder de la familia se perdiera, así como así.

Y es por ello, que mientras los tres hermanos de Chen vivieron practicando con las espadas, arcos y caballos. A él se le enseñaban a dirigir a los criados, lucir impecable, delicadeza, buenos modales y a ser atento como buena mujer. Y es que Jongdae, a diferencia de los mayores descendientes, tenia facciones más delicadas y un aire más cercano a lo femenino que con el tiempo se encargaron de incrementar.

Fue cosa de tiempo, para ver como su cintura y silueta se hacían más delgada gracias al corsé, como también su piel lucía homogénea y blanca por el constante cuidado que su madre le hacía mantener en ella. No siendo muy distinto el trato a sus hebras rubias que jamás se le fueron cortadas, poseyendo una larga melena que llega solo unos centímetros más debajo de su cintura.

 

-          Tengo miedo, Soo. ¿Qué pasa si me descubren?... No deseo morir.

 

Pronunció al borde las lágrimas, sintiendo las manos de su fiel protector y amigo sobre las suyas.

 

-          Antes tendrán que mataros a mí, no dejare que nadie os lastime. Así que ten fe, que todo saldrá de acuerdo al plan, ¿Sí?

Seguramente si otro hubiera dicho esas palabras, Jongdae no le creería. Pero, estábamos hablando de Do Kyungsoo, aquel hombre que no le juzgo al enterarse de su más oscuro secreto. A sus cortos 12 años, cuando fue capturado por él. En una de sus tantas excursiones que realizaba cada día en el bosque, jamás imagino que dicho muchacho al ver que la dama de la cual anhelaba aprovecharse resultará un varón. Espero golpes, insultos e inclusive su muerte, mas fueron sucesos que no llegaron.

Al contrario, de sus espantosos pensamientos, dicho chico le tomo entre sus brazos y le llevo sano y salvo a su hogar. Hay que indicar que los padres de Chen casi se desmayaron al verle llegar cargado por un desconocido, y se sorprendieron con el mismo cuando pidió el permiso para ser el soldado privado de su “hija”.

 

-          ¿Por qué crees que puedes exigirnos ello?, y aún más, ¿Por qué crees que eres capaz de cuidar a Dae?

 

Exigió saber el padre, mientras Chen miraba curioso y confuso la escena.

 

-          Soy un ex soldado de la realeza señor, tengo suficientes habilidades para vencer a diez hombres inclusive sin armamento. Y le aseguro, que el secreto que poseen en esta familia sobre su supuesta hija es una causa que deseo defender. No por ustedes, sino por él.

 

Una sonrisa se dibujó en los labios del pelirrubio, al recordar dichos momentos. Nadie creería que ese día empezó una muy linda amistad con el de cabello rojizo, pese a la notoria diferencia de edad. Amistad que se fue fortaleciendo con el paso de los años. Y ahora en sus dieciocho años, podía indicar con fiereza que no existía otra persona en el mundo a la que tuviera tanta confianza como Kyungsoo.

 

-          ¿Qué tanto me miras?

 

Cuestiono el que ahora rondaba en su mente, y soltando una suave risa guio su diestra a la mejilla derecha del chico brindándole una suave caricia, detallando la cicatriz que poseía. Para después, mirar la que abarcaba desde la mitad de su cuello a su clavícula. Y es que aquellas magulladuras en su piel eran las que delataban su edad, ya que pese a tener 26 años no se le notaban para nada.

 

-          Te quiero, Soo. En verdad, os quiero demasiado.

 

-          A veces, en serio creo que sois una dama.

 

-          Tonto, uno que os dedica bellas palabras y me respondéis así. 

 

Kyungsoo rio, y tomando la fina mano de su ajeno, brindo un casto beso en la misma.

 

-          También os quiero, Chennie.

 

 

[…]

 

El interior de la capilla de San Jorge era llenado por los diferentes colores, provocados por los grandes y bellos vitrales que, gracias a la luz del sol, daban ese efecto. El silencio y el olor a incienso llenaban las cuatros paredes, escuchándose el murmullo del padre y sus sacerdotes en sus habitaciones privadas de oración. 

Por otra parte, tras la zona que se utilizaba para las misas, el salón de la orden la Jarretera era poco a poco llenado por sus respectivos integrantes. Cada uno situándose frente a una pared que era adornada por sus medallas, teniendo sobre esta su traje de batalla y escudo. Sumando, aquel podio de una fina madera barnizada junto a sus sillas, en los cuales lucían sus bandas. Once asientos en cada pared lateral, mientras que frente al gran escenario yacía más alto que otros los tres asientos que pertenecían al rey y sus hijos.

Siendo el que estaba al medio, el que mostraba una de las esplendidas y brillantes coronas del monarca, mientras que la de sus hijos tenían un decorado similar a los otros teniendo de variante el casco de batalla.

Ya en ellos, se encontraban los gemelos, acompañados de los demás soldados que esperaban ansiosos la llegada del rey. Se podían oír los leves murmullos de la caballería, debido a la razón de la reunión. Y es que al igual que Kai y Jongin, no daban explicación a la repentina unión de un nuevo integrante que reemplazaría al soldado caído en batalla.

 

-          Ojalá y no sea un niño mimado y enclenque. Pues no durara ni un segundo en batalla.

 

-          Tienes miedo de que os quiten tu puesto, ¿No?

 

-          Callaos Jongin, no estoy para tus bromas.

 

-          Parece que alguien no ha tenido un buen dormir.

 

Kai giro su mirada al dueño de dicha voz, encontrándose con uno de sus mejores amigos, Jimin.

-          Simplemente me molesta que no se acate el protocolo.

 

-          No es como si cualquiera lo hubiera desecho, fue tu padre quien permitió la entrada. Y él, puede cambiar las leyes como guste.

 

-          No importa como los expliquéis, Jimin. Kai es un terco.

 

El nombrado solo rio, y continúo hablando con ambos hermanos. Platica que no duro demasiado, ya que un criado aviso la pronta llegada del monarca.

Fue cosa de un segundo, para que cada soldado se parase en sus lugares, manteniendo seriedad y silencio en cuanto las puertas principales del salón fueron abiertas para dar a ver la figura del rey Heechul. Quien, etéreo y apolíneo, camino con pasos selectos hasta su puesto notando como cada caballero se había inclinado en señal de respeto. Tomando asiento, fue imitado al instante por los demás, y aclarando su garganta habló:

 

-          Muy bien sabéis que nuestro país se encuentra en guerra con Francia, debido a una causa tan antigua que llega a ser absurda. Sin embargo, y en contra de mis pensamientos, debemos luchar contra ellos ya que han amenazado nuestros pueblos y gente. Llegando inclusive a advertirnos, de que desean el poder de estas tierras.

 

Dirigiendo una mirada a sus soberanos, prosiguió:

 

-          Y es por ello, que me veo en la obligación de no dejar nada al azar. Y como todos sabéis, hemos perdido a uno de nuestros caballeros. Y en tiempos de guerra, sería un insulto dejar uno de los puestos de la orden sin un sucesor. Aun más cuando este pertenecía al general, Lee Kiseop, que tan solo ruego en paz este descansando.

Por esto, ahora le presentaré a quien tomará el lugar de Kiseop, y será el nuevo recluta de la orden de la Jarretera…

 

Y tanto Kai como Jongin, podrían haber jurado que escucharon el sonido de unos tacones en los pasillos de la Iglesia. Y el primero no pudo evitar negar ante esto, pues esa mujer estaba siendo insolente al visitar la capilla mientras unas de las reuniones de la orden se estaban haciendo. Pero, más anonadado quedo al oír el mismo sonido frente a la puerta principal del salón y podría decirse que tanto él como Jongin, sumando a los demás caballeros, tenían una mueca de incomprensión y pasmo cuando estas fueron abiertas.

Y es que, frente a sus orbes, una mujer de cabellera dorada y fina silueta, se dejaba ver con un vestido de tono blanco invierno con detalles azules. A su lado, un joven no muy alto y de cuerpo trabajado, quien mantenía una mueca seria. Y hubiera deseado que aquel chico de cabellos rojizos fuese el que caminara al gran escenario delante de sus asientos, y no la dama que lucía cual porcelana por la blanca piel.

 

-          Ella es Kim Dae, hija del Archi Duque Sungmin y esposa Sa un. Kim Dae, es la nueva integrante de la Orden la Jarretera y la tercera general al mando desde hoy.

 

Finalizo el monarca. Y Kai y Jongin, deseaban que fuera una broma. 

Notas finales:

  •  Espero les agrade esta nueva idea. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).