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Escritores de la libertad. por MxlSmxth

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Notas del capitulo:

Las actualizacines serán lentas, perdonen. 

-          ¡Esto debe ser una broma!

 

Fue lo que se escucho, dejando sorprendidos tanto a los soldados como a los recién llegados. Los ojos del rey se dirigieron iracundos al mayor de sus hijos, el cual tan solo miraba con rabia a la recién llegada. Misma, que mantenía el mentón en alto dejando en claro que no se sometería ante él por simples caprichos, o más bien, estereotipos.

 

-          Es una mujer… Eres una mujer, no debes tener poderío. Solo deberías ser ama de casa y procrear a quienes en verdad merecen un estatus en esta socied…

 

Y aunque Kai hubiera deseado seguir, la bofetada que le brindaron en su mejilla fue suficiente para silenciarlo. Heechul mantenía su mandíbula apretada, y basto con lanzar una mirada a los demás presentes para que estos supieran que debían abandonar el salón. En tan solo segundos la sala fue vaciada, quedando en ella el rey, el príncipe y los recién llegados. Jongdae tenía apretados sus puños, pudiendo simular este gesto a donde su voluptuosa falda cubría sus delicadas manos.

Mientras que Kyungsoo trataba de relajarse de alguna forma, pues las ganas de ir y desgarrar la garganta del moreno no le abandonaban. Detestaba cuando la gente desprestigiaba de tal forma a Dae, pues a su punto de vista, el trato hacia las féminas en esta sociedad era repudiable. Y Chen, se dio cuenta de ello, y ni siquiera titubeo para acercarse a su soldado para susurrarle unas palabras.

 

-          Anda a dar una vuelta, Soo. Esto es algo que yo debo resolver.

 

-          ¿Estáis segura?

 

-          Lo estoy, aprovechaos y averigua donde quedan nuestros cuartos.

 

-          Como usted ordene, mi dama.

 

Tras dedicar un casto beso a una de las finas manos de JongDae, abandono el salón luego de brindar una reverencia a la realeza. Ya que ante todo y pese a todo, poseía buenos modales. Hasta que la puerta fue cerrada, fue cuando volteó a mirar a su majestad y a quien había degradado su persona con unas simples palabras. Éste mantenía sus ojos puestos en su menuda figura, simulando el odio a donde su padre aún le miraba decepcionado.

Estuvieron al menos unos segundos así, antes de que el monarca decidiera hablar.

 

-          Ruego que disculpe a mi hijo, Dae. No esperaba que este fuera tan insolente con usted, y mucho menos frente a tanta gente.

 

-          No deseo faltaros el respeto, majestad. Pero me gustaría recibir una disculpa de quien osó insultarme, o me veré en la obligación de abandonar su castillo en este preciso instante. Pues estoy segura de que mi padre, el Archi Duque SungMin, no estará muy encantado al enterarse de mi razón de regreso.

 

-          Oh, no es molestia alguna. Es más, estoy seguro de que mi hijo debe estar muy arrepentido de sus actos.

 

 

Kai hubiera reído en la cara de dicha mujer, y con gusto, continuaba rebajándola con sus palabras y triste realidad. Pero basto una mirada de advertencia del monarca, para que este tuviera que simular toda la rabia que estaba sufriendo. Y con sus mejores dotes de actuación, al igual, que una de sus mejores sonrisas habló:

 

-          No era mi intención ofenderla, Kim Dae. Y espero pueda disculpar mi insolencia, debido a la gran sorpresa de la noticia. Es algo, que no volverá a suceder.

 

Y aunque sonó más que realista, Jongdae tenía claro que no era más que una vil mentira. Los ojos del moreno príncipe delataban sus verdaderos pensamientos, causándole bastante nauseas. Pero, aun así, acepto su falso perdón ya que no estaba en una situación para comportarse como un niño mimado. Menos, cuando el honor y el poder de su familia era la carga sobre sus hombros.

 

-          Eso espero, y con debido respeto y autorización majestad. Deseo retirarme pues me encuentro cansada del largo viaje y recientes emociones.

 

-          Por supuesto. Kai, acompañad a Dae a su alcoba, y aprovechaos de enseñarle algunas partes del castillo. Y es una orden.

 

Susurro finalmente al príncipe, recibiendo una mala mirada de este. Lo último que deseaba era seguir gastando su maravilloso tiempo con esa insolente, mas sabía que desobedecer a su padre traería consecuencias. Y por ello, asintió para luego hacer una reverencia que fue imitada por Jongdae en lo que el rey abandonaba el salón con su escolta personal.

 

 

[…]

 

 

Con el cielo nublado al medio día en Windsor, la bohemia no cambiaba demasiado. En las cafeterías, las mujeres de la alta alcurnia presumían de sus maridos e inteligentes hijos, creando inclusive ya un futuro exitoso a sabiendas que tenían los medios para hacerlo realidad. Por otra parte, los de estatus más bajos eran los que atendían a los personajes que sudaban dinero y fineza. A diferencia de los primeros, ellos solo anhelaban que sus progenitores se casarán con alguien bien nombrado o de alguna forma mágica, sus desarrollos empresariales fueran ascendentes dándoles así una buena remuneración a su inversión.

En el gran castillo, los criados seguían atendiendo a cada individuo mayor a ellos o bien, limpiaban cada zona de este. Inclusive los jardineros estaban laborando, para que la nieve que había decidido caer durante la madrugara no maltratara a las bellas plantas que formaban el jardín.

En esa misma zona, se encontraba Kyungsoo rondando, gozando de la tranquilidad al haber echo ya lo ordenado por su amigo. Su vista viajaba por el paisaje blanco, admirando el contraste de los verdes pastizales y la nieve. De alguna forma, el frío que se colaba dentro de su vestimenta le relajaba, dejándose envolver por el canto de las aves que pese al clima helado volaban sobre la zona y el continuo choque, tras cada paso, de su espada contra sus botas de cuero.

Inhalo de forma honda, sintiéndose menos agobiado por los sucesos anteriores, permitiéndose inclusive el estirar sus brazos para liberar la tensión de su cuerpo. Sin duda esta área del castillo sería su favorita, y como no, traería a Jongdae, pensó. Una tenue sonrisa adorno sus labios, y es que el cariño que tenía hacia ese muchacho era inigualable. Le encontraba osado, al desafiar las costumbres y pensamientos tan cuadrados de su época. Asimismo, lamentaba que no fuera por elección propia el llevar esa vida.

Pues, aún siendo hombre, sabía las desventajas que significaban nacer mujer. Ya que, estas no cumplían un rol muy relevante frente a la sociedad. Siendo gravitado esto último, también por la religión. No tan solo eras alguien irrelevante, sino un adorno y objeto de procreación. Duras palabras, lo sabía, sin embargo, no había una forma más sutil de decir la verdad. Y Jongdae, siendo hombre, había tenido que enfrentar todo esto de pequeño.

Gruño, frustrado, reflejándose en su expresión su profundo dolor ante la injusticia. Quería gritar, y matar a cualquiera que pudiera dañar a tan bella persona. A ese individuo, que independiente de los múltiples maltratos verbales y físicos, seguía sonriendo de manera amplia sacando lo positivo de cada persona o situación. Y eso solo provocaba que su admiración e instinto protector aumentaran. Suspiró, no quería llegar de un mal ánimo junto a su amigo, ya que le preocuparía o se desquitaría con él.

 

-          ¡Tú! Quedaos quieto tan solo unos segundos.

 

Soo elevo la vista para buscar al propietario de la voz que le saco de sus pensamientos, quedándose quieto ante la estupefacción que le causo. Miro por todos lados, encontrándose con un chico joven a unos cuantos pasos de él. Aún perdido, debido a la insolencia del muchacho, pues se notaba a leguas que él era menor que su ser, aclaro su garganta y hablo.

 

-          No crees que es muy poco apropiado gritar así a tus mayores.

 

-          Sht, silencio, ya casi acabo.

 

 

Y eso solo conmociono más al de cabellos rojizos. Sus ojos detallaron al joven, examinando como poseía prendas un tanto caras, así que no era parte de los criados. Se podría decir que era hijo de algún conde, mas no de alguien de un estatus más alto. Era de proporciones pequeñas, unos centímetros más bajos que él. Una cabellera castaño claro adornaba su rostro, poseyendo facciones delicadas para ser un hombre, le recordaba a Chen, en cierta forma. Frente a él, un caballete sostenía un gran lienzo mientras una de sus manos sostenía la paleta de pinturas.

 

-          Listo, ahora sí. Tenéis permiso para moveros.

 

-          Oh, muchas gracias por darme la autorización. Ahora, si no os importa, deseo ver como he quedado en tu lienzo.

 

El desconocido asintió animado, y basto con dar esos pasos que les alejaban para que Kyungsoo viera la bella pintura que el chico junto a él había retratado. Era tan realista y pulcra, con trazos tan finos que detallaban a la perfección el paisaje tan extraordinario frente a ellos. Y no solo eso le anonado, sino, su retrato que también adornaba dicho lienzo. Sin duda, ostentaba un don.

 

-          Esta hermoso, pero… ¿Por qué me habéis agregado?

 

-          Porque sois lo que le hacía falta a mi pintura. Con tu rostro de deslumbrante felicidad, pero tu aura llena de dolor selláis de manera maravillosa mi trabajo.

 

-          No sé si sentirme alagado o insultado por la invasión a mi privacidad.

 

-          Estamos en el jardín, digamos que tampoco poseías mucha intimidad.

 

 

Kyungsoo rio, debido a que estaba en lo cierto.

 

-          Y dios, que modales los míos. Soy Byun BaekHyun, hijo del conde Byun Leeteuk y su esposa Hyorin.

 

-          Do Kyungsoo, soldado privado de la duquesa Kim Dae.

 

Este estrecho la mano que se le era tendida, recibiendo una sonrisa por parte del ahora, BaekHyun.

 

-          Ahora ya sé porque no os conocía.  ¿Habéis llegado hoy al palacio?

 

-          Sí, es recién mi primer día aquí.

 

-          Ojalá tu estadía sea agradable. Y he de disculparme, si no me presento ante mi padre prontamente me castigará al desperdiciar mi mañana.

 

-          No creo que la hayas desperdiciado, tu cuadro es más que bello.

 

Y Soo, podría haber jurado ver un ligero sonrojo en las mejillas del otro.

 

-          Muchísimas gracias, un gusto Kyungsoo. Nos estamos viendo.

 

-          Un placer igualmente. 

 

El soldado se quedo parado observando como BaekHyun iba desapareciendo entre los grandes árboles, cargando sus instrumentos. Y no sabía por qué, pero esa sonrisa, había dejado una gran calidez en su pecho. Suspirando de nueva cuenta, opto por seguir su paseo, pero ahora en dirección al imponente castillo. De todas formas, no debía dejar tanto tiempo solo a Dae.

 

 

[…]

 

 

Jongdae podría afirmar que nunca había tenido una compañía más incomoda y detestable. El moreno, efectuó la orden, pero aprovechaba cualquier instancia para tirarle algún comentario venenoso con esa estúpida sonrisa que mantenía. Sus delicadas manos apretaban su vestido con fuerza sobre exigida, y es que rogaba a todos los santos por paciencia ya que deseaba bofetear el rostro foráneo.

Y nunca se alegro tanto de que le mostraran su cuarto, pues podría echar sin miramientos al príncipe debido a una excusa femenina que se le ocurriera. Por ello, espero que este terminara de hablar, aunque en verdad no dijera información muy relevante o desconocida. Al contrario, soltaba puras burradas.

 

-          …Y en esta cama, duermes. En el armario guardas tus ropajes, y en la puerta del costado se encuentra el baño donde hacéis vuestras necesidades.

 

-          Disculpe interrumpir vuestras bellas e inteligentes palabras, pero me encuentro cansada y me haría un favor al abandonar mi habitación, príncipe.

 

-          ¿Os atrevéis a darme ordenes?

 

-          ¿Acaso, su respetuosa majestad, desea reposar en mi lecho junto a mí?

 

Pregunto con sorna, Jongdae, y es que aquel castaño le estaba sacando de sus cabales.

 

-          Os encantaría que eso ocurriera, ¿No? Sin embargo, mi compañía es exclusiva como para concedérsela a una mujer cualquiera y mal educada.

 

Fue la gota que rebalsó el vaso, y el rubio ni dudo en elevar la mano con la clara intención de cachetear a ese repudiable ser. Mas no contaba con que este detuviera su mano con facilidad, y tras ello, con sus falanges libres, tironeara de sus largas hebras originando que una mueca reflejara el dolor que le inducían dichos agarres.

 

-          Escuchadme bien, Dae, no olvidéis quien soy. Porque si deseo, os mando matar en este preciso instante.

 

-          Oh príncipe Kai, no contaría con ello. Estamos en tiempos de guerra, y no creo que al rey le resulte muy encantador saber que ha perdido a un poderoso aliado debido a los caprichos de uno de sus hijos.

 

 

Kai gruño, y tironeo con más fuerza los suaves cabellos adversos. Dae trato de no emitir ningún quejido para no demostrar debilidad ante el solemne moreno. Llevando a que este se enfureciera más al saber que dicha mujer, no se demostraría sumisa y complaciente. Por ello, ni dudo en empujarle causando que chocara contra uno de los muebles de la alcoba, mirándole con rabia antes de abandonar el cuarto.

Fue allí cuando Jongdae se permitió mostrar el dolor que le causo, y sabía que en su cadera aparecería algún hematoma ante el fuerte impacto. Agachando la cabeza, respiro de manera honda para no llorar y disipar ese nudo en su garganta. No era la primera vez que alguien le ofendía y tampoco la última, mas ahora no podría alejarse de este al vivir en el mismo sitio que él.

Llevo sus manos a cubrir su rostro, y se hubiera dejado caer si no fuese por los golpes que sonaron en su puerta. Acomodando su ropa, en lo que dibujaba una bonita sonrisa en sus labios y revisaba que su peinado no se hubiera arruinado se dirigió a abrir para verificar quien le buscaba o irrumpía.

 

-          Kim Dae, he venido a darle mi bienvenida y claro, felicitaciones al ahora pertenecer a la orden.

 

-          Muchas gracias, ¿Y usted es?

 

-          Oh disculpe mi falta, soy Park Chanyeol, soldado de la orden de la Jarretera.

 

-          Es un gusto conoceros, Chanyeol.

 

-          Igualmente, vengo a informaros que el almuerzo esta preparado, y me han enviado a buscarle.

 

Dae asintió, y cerrando la puerta tras suyo acepto el brazo que se le era tendido, para afirmarse de él dejándose guiar por el alto muchacho de cabellos grises. Mantenía la mirada gacha durante el trayecto, ya que no deseaba ser descortés. Aunque su estado de ánimo no pasó desapercibido por el soldado.

 

-          ¿Se encuentra bien?

 

Cuestiono, recibiendo una mirada sorprendida del rubio, más asintió.

 

-          Si, no es nada, no os preocupéis.

 

-          Espero y no enfadarle, pero alcance a ver al príncipe Kai abandonar su alcoba. ¿Es él el causante de su pesar?

 

-          ¿Tanto se nota?

 

El peligris asintió, originando una breve risa de parte de Dae.

 

-          Pensaba que sabía disimular bien.

 

-          Si me permite aconsejarle, no deje que las palabras del príncipe le afecten. Él suele ser así con todos, así que mantenga su bella sonrisa.

 

Jongdae desvió su mirada un tanto avergonzado por el alago, nuevamente afirmando con un gesto de cabeza.

 

-          Lo tendré en cuenta, Chanyeol.

 

El nombrado le sonrió. Tiene una sonrisa encantadora, pensó. Y ahora más animado, continuaron su trayecto al gran comedor hablando de trivialidades. Estaba seguro, que serían buenos amigos.

Notas finales:
  • Aclaro que el contexto es una adapcación a la guerra que se sufrió en esos años. Por lo cual, habrán datos inventados.

 

Linda madrugada. 


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