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Apocalipsis por 1827kratSN

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¿Qué haces cuando estás aburrido y sólo tienes tus manos, pinceles y naturaleza?

Fácil: Pintas lo que se te venga a la mente

¿Qué se te viene a la mente?

Trazos indefinidos que nunca tienen sentido, pero que por alguna razón no puedes olvidar.

 

—Si tan sólo tuviera un lienzo —repasaba sus dientes frontales con su lengua mientras arrugada la nariz en un gesto pensativo— A la mierda —masculló con desinterés.

 

Se dio vuelta y abandonó la idea de pintar. Suspiró profundamente mientras admiraba el vasto horizonte de color verdoso que sólo era opacado por algunos árboles de grandes y extrañas hojas que ocultaban la luz del sol. El viento silbaba, sus pisadas rompían ramitas en el suelo, sus cosas hacían ruidito a cada movimiento y en su mano derecha sostenía uno de los pinceles de hebras gruesas, el mismo que movía entre sus dedos para entretenerse. No tenía nada más que hacer. No tenía a nadie a quien molestar. No tenía algo que disfrutar. No tenía nada por lo que esforzarse porque los dioses lo castigaron. Vagaba eternamente hasta que pagara sus pecados.

 

—Menuda mierda —masculló al viento porque de nuevo su mente detallaba diversos trazos de color café, uno tras otro, de formas redondeadas, líneas rectas, curvas, que no tenían razón de ser. Sólo eran líneas que se formaban en su imaginación—. Estás cediendo a la locura, Reborn —se regañaba a sí mismo antes de sacudir la cabeza y seguir con un camino sin fin.

 

Sus dedos libres jugaban con su patilla rizada, la estiraba y soltaba para sentir un ligero toque en su piel. Hacía eso para no aburrirse y tal vez así quitarse toda esa maraña de líneas cafés que no se iban de su mente. Era una tortura, tal vez uno de esos dioses idiotas intentaba otorgarle un nuevo castigo o una nueva ayuda pues era bien sabido que algunos estaban de su lado e intentaron parar su condena. Pero, ¡¿por qué demonios no le daban pistas más claras?!

 

—¡Sólo son líneas! —reclamaba al aire, mirando al cielo unos segundos y después cerrando sus ojos—. Sin coherencia. ¿Qué quieren que haga, maldita sea?

 

No sabía cuánto tiempo pasó vagando por ese interminable paraje, no sabía siquiera si era de día o de noche porque el cielo o la posición del sol nunca cambiaba. Ese lugar era un laberinto que nunca podría resolver. Ya ni siquiera recordaba cuáles fueron sus pecados, tampoco recordaba si tenía familia, amigos, ideales, sueños… ya nada… todo perdía sentido y eso sólo significaba una cosa: estaba muriendo.

 

—¿Quieres que pinte? —Reborn se cansó de caminar, de mirar la única nube que sobrevolaba el cielo, de pensar en esas líneas de color café, de jugar a algo que desconocía—. Bien… pintemos… y más te vale que con eso mi mente quede despejada —amenazó al cielo con su dedo índice, pero claro, sólo el viento le contestó con un silbido suave.

 

Lanzó los pinceles al suelo, miró con fastidio su alrededor y empezó a buscar. Quería un lienzo, pero en esa mísera nada, no había algo que se pareciera. Debía improvisar. Ya sin ganas ni ideas, pateó el tallo algo seco de un enorme árbol, lo hizo con tanta fuerza que crujió y parte de la corteza se desprendió. Estaba dispuesto a irse cuando lo notó, esa corteza no era normal. Se acercó y lo certificó. Era cierto que era rugosa y fea por fuera, pero en el interior, en el haz que se desprendió, era claro, no tan blanco como una tela, pero tenía su tono. Ya tenía su lienzo.

 

—Veamos mis dotes artísticas —sacó un buen pedazo de corteza y se encaminó hasta sus pinceles para empezar, pero otro problema: la pintura— ¿Me ayudas? —volvió a ver el cielo, pero nada— pues muérete —sí, estaba perdiendo la cabeza.

 

Estaba harto, pero lo vio, algo en el suelo. No era algo extraordinario, simplemente era tierra, pero con algo raro. Posó sus dedos en cierta zona cerca del tronco de otro árbol y cuando los examinó, estos estaban manchados de un líquido viscoso, pero de tonalidad marrón, un poco opaco, pero servía. Ya tenía su pintura.

Pidió paciencia a los cielos, pero después se rió porque era ridículo.

Mojó algunos pinceles con la cosa líquida que brotaba del suelo. Cerró los ojos un momento y visualizó todas las líneas que su cabeza repetía una y otra vez como si fuera una película o un recuerdo. Al separar sus párpados, lo hizo, trazó la primera línea, una curva bien definida que atravesó por completo el lienzo, más bien dicho: corteza extraña.

 

—Muy bien, muy bien… esto no tiene forma —mascullaba mientras trazaba todas esas líneas sin sentido, pero cuando pensaba que terminó, una imagen más le llegaba a su mente y volvía a manchar otro pincel para seguir—. Reborn… pasaste de ser un empleado de los dioses a un artista. Progresamos, ¿tú qué opinas? — le hablaba al cuadro

 

No supo cuantos días, horas, tiempo pasó pintando algo desconocido, sólo lo hizo. Sin embargo, hubo un instante en que una forma se dio. El detalle le mostró unos labios que se curvaban en una sonrisa y el perfil de lo que parecía una persona. Eso lo motivó, siguió pintando, trazando, manchándose de ese líquido baboso, perdido en la forma que iba tomando aquello. Mucho, muchísimo tiempo después, cuando dio los últimos trazos frenéticos, lo vio, el resultado de todo lo que en su cabeza se daba

 

—Tsunayoshi —murmuró sin siquiera saber por qué

 

En el cuadro, o corteza, o lo que sea, se notaba claramente a un muchacho, uno joven que tal vez no superaría los veinte años. De rasgos finos, sonrisa encantadora con esos labios un tanto delgados, las mejillas estaban adornadas por pequeñas líneas que daban alusión a un sonrojo, sus ojos brillantes, grandes que expresaban algo cálido, oídos normales, pero de perfil envidiable, perfectos, pestañas un tanto pobladas, cejas definidas parcialmente, el cabello desordenado en una forma que parecía no pertenecer a ese mundo. Era demasiado bello.

 

—Tsunayoshi —repitió mientras acariciaba la corteza con la punta de sus dedos, repasando con delicadeza su propia creación y sin notarlo, la humedad en sus mejillas dejó de ser sudor— Tsuna —su garganta dolió, sus ojos ardieron, las gotas se escaparon de su quijada y golpearon la corteza. Su cabeza se llenó de recuerdos.

—¿Ahora te acuerdas? —esa voz maravillosa y voz. Reborn giró tan rápido que en el proceso tiró su pincel y el lienzo

—Tsuna

—Reborn —una sonrisa angelical, una mirada cristalina por las lágrimas— ¿por qué tardaste tanto en recordarme?

—Estás vivo

—Quitaste muchas vidas, Reborn… incluso la mía —estiró sus dedos para acariciar la mejilla ajena, su voz se quebró levemente—. Dolió

—Yo

—Pero soy un ángel, Reborn —se arrodilló frente al azabache de mirada tan oscura como la noche sin luna—. No me matarás así de fácil

—Yo sólo cumplía con… el mandato y yo no sabía que tú —dejó esas manos repasar sus mejillas, su labio tembló

—Lo sé —se acercó hasta juntar sus frentes— y está bien —sonrió entre lágrimas antes de abrazarlo y sentir instantáneamente como le devolvían el gesto— Yo te absuelvo

—Yo te amaba. Te amo aún. Yo…

—Fue un castigo largo, pero sabía que algún día… me recordarías, Reborn

—No me dejes más

—No lo haré

—Perdón

—También te amo —deslizó sus dedos por los cabellos ajenos y suspiró— mi odiado asesino de ángeles, caídos y demonios.

 

 

 

Notas finales:

Notas finales:

One Shot creado para la dinámica de la semana en R27 fan club (the chaos club). Amo ese grupo. Espero lo hayan disfrutado tanto como yo.

Muchos besos~

Los ama: Krat.

 

PD: Esto me ayudó con mi bloqueo, lamento si no está demasiado decente XD pero aún no supero esta etapa


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