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The secreto of Kookie. por HaruLollypop

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《JinKook》

 

Me encontraba "sentado", cosa que no sabía como había logrado dado que ayer tube dos sesiones de sexo desenfrenado ... con dos personas diferentes,  en la limusina de la agencia. Jin hyung y yo nos dirijiamos al lugar de nuestra entrevista.

 

-¿Estas nerviosos pequeño? -su profunda voz hizo que saliera de mis ensoñaciones-

 

-Un poco ... solo he ido a dos entrevistas, tres con ésta -mis manos jugaban nerviosamente con el dobladillo de mi camisa-

 

-No te preocupes, no es nada del otro mundo -se acercó a mi y revolvió mi pelo, despeinandome un poco-

 

-Es tan fácil para ti hyung ...

 

Suspiré pesadamente y coloqué mi meno en un lateral de la cara, apoyándome contra la ventanilla.

 

-¿Debería intentar calmar tus nervios? -el pelo de mi nuca se erizo y giré  mi cabeza bruscamente en su dirección- Siempre y cuando quieras claro ...

 

Jin hyung es un tramposo.

 

-Quiero que me calmes hyung ...   -susurré relamiendo mis labios. Yo también se jugar- ¿Vas hacerlo?

 

Kook ...-apretó un botón y enseguida el cristal de separación del conductor empezó a subir-

 

Acto seguido me atrajo hacia él y puso su boca sobre la mía, besandone apasionadamente.

 

Por mi parte, hice lo que había querido hacer cuando lo vi salir de su cuarto con esos pantalones que se ceñian a la perfección en su culo, le sujeté por el pelo y le devolví el beso. Le succione la lengua, ahora que sabía cuanto le gustaba, ahora que sabía cuanto me gustaba a mí y lo mucho que me hacía desear chuparle el cualquier otro sitio con las mismas ansías.

 

Pasó las manos por mi espalda, sintiendo el empuje de su ereccion contra mi cadera. Cambié de posición para sentarme sobre él quitándome los pantalones durante la acción. Con una pierna a cada lado de su cuerpo, lo abrazé a la altura de los hombros y profundice más el beso.  Le lamí el interior de la boca, le mordisqueé el labio inferior, le acaricié toda la lengua con la mia ...

 

Jin me agarró por la cintura y me hizo a un lado. Se apoyó en el respaldo del asiento y me miró directamente a los ojos.

 

-Pequeño, controlate un poco -sonrió de lado y grité de frustración-

 

-Nadie nos ve

 

Balanceé las caderas contra él, rozandome con toda la logitud de su firme polla. El gemía con los dientes apretados.

 

-Te necesito, Jin -le dije jadeando- me vuelves loco.

 

Me cogió la cara con las manos, presionando com fuerza sus labios contra los mios.  Llevé la mano a su pantalón y desabroche dos botones que daban acceso a la cremallera. Él se puso rígido.

 

-Necesito esto, susurré contra sus labios- Dámelo.

 

No se relajó,  pero tampoco intento detenerme. Cuando tube su pene en mi poder emitió un gruñido de satisfacción.Lo apreté delicadamente, con suavidad Estava duro como una piedra, y caliente. Lo acaricié de arriba a bajo con las manos cerradas, desde los testículos asta el glande, conteniendo la respiración cuando él se extremecia debajo de mí.
Entonces me sujetó por los muslos y urgo sobre el elástico de mi boxer.

 

-Quiero tenerte extendido y lamerte asta que me exijas mi polla -murmuró junto a mi boca-

 

-Si quieres te la exijo ya -seguí tocándole con una mano-

 

El deso que, segundos atras, se encontraba junto a mi boxer encontro mi entrada rosada.

 

-Apenas te he tocado -me penetró con el dedo mordiendose el labio cuando yo me contraje torno a el-  y ya estas preparado.

 

-No puedo evitarlo

 

-No quiero que lo evites -rasgue el envoltorio del condon y se lo di. Jin siempre era muy cuidadoso.

 

Colocando las manos sobre sus hombros para aguantar el equilibrio, me puse de rodillas, elevándome hasta la altura necesaria para quedarme en el aire sobre la gruesa polla de Jin.

 

-Despacio -ordenó con voz ronca, levantando las caderas para bajarse más el pantalón-

 

Su ereccion me rozaba entre las piernas al moverse, y yo me quejaba, anhelante.

 

Se tensó cuando rodeé el pene con los dedos y coloqué el glande en mi desesperado ano.

 

-Dios santo, JungKook -exclamó, jadeante, cuando por fin baje mi cuerpo sobre el suyo- Eres tan prieto ... -dijo entrecortadamente-

 

-Y tu la tienes tan grande ...

 

Presionando la palda de la mano contra mi bajo vientre, me tocó mi inchado pene con la yema del pulgar y empezó a masajearlo en circulos lentos, susves y expertos. Todo en mi interior se contrajo y se estrechó, succionándolo con más fuerza.

 

Torció el cuello, con la cabeza apoyada en el respaldo, como si luchara contra algo invisible.

 

-¡Ay señor! -exclamó entre dientes- Voy a correrme entero.

 

Aquello me excitó aún más. El sudor me empañaba la piel. Estaba tan humedo y caliente que me deslizaba perfectamente al rededor de su polla. Se me escapó un grito cuando mi ano choco contra sus testículos, entraba tan hondo que casi no podía soportarlo. Pero a mi cuerpo parecía no importarle que fuera tan sumamente grande.

 

Jin, con la respiración agitada, soltó una palabra y  me agarró por la cadera con la mano libre, cambiando la posición, poniéndome de espaldas.  En esta nueva posición me abrí hasta tenerlo dentro entero.

 

Me elevé cuidadosamente  uno centímetros  antes de que el me frenara con algo de dureza.

 

-Despacio -volvió advertirme-

 

Volví a bajar, apresando el pene otra vez y experimentando un dolor   extrañamente exquiso al sentie que penetraba demasiado. 

 

Cambiamos de nuevo las posiciones y aplaste su boca contra la mia, mientras le aferraba del pelo , lleno de sudor. Lo besé sin dejar de menear las caderas, sintiendo crecer el orgasmo con cada impulso de su largo pene  y grueso hacia mi interior.

 

En algún momento perdí la cabeza y sólo  el cuerpo mandaba. No podía centarme en nada salvo en la absoluta necesidad de follar, de montar aquella exquisita polla.

 

-¡Que bueno es esto! -musité, totalmente entregado- Se siente ... ¡Es demasiado bueno!

 

Jin marcaba el ritmo con las dos manos, inclinándome hacia un lado y obligando a su glande a tocar ese lugar tan sabroso dentro de mí. Comprendí, por mis propias contracciónes y mis temblores, que iba a correrme.

 

Me agarró de la nuca justo cuando el orgasmo nos golpeó a los dos, empezando con espasmos que se convertian en oleadas de calor.   Poseído por aquella fija mirada me corrí mas intensamente. 


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