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[ NAMJIN ] Gas Station por Robinzetta

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Notas del fanfic:

Este fic me vino a la mente a raíz de ver un fanart en el cual se contaba un encuentro entre Namjoon y Seokjin en una gasolinera. Fue una idea rápida que no tardé en plasmar por escrito, de ahí la brevedad de la historia, la simpleza y la no intención de continuarlo.

¡Que lo disfruten!

Notas del capitulo:

Como está explicado en las notas, este capítulo es único, es un one shot.

¡Disfrutad leyendo como yo lo hice escribiendo!

Korea Town; Los Ángeles.
Gasolinera del centro.
Mediados de Octubre; 03:00 a.m

Una canción de The Chainsmokers se deja oír en la megafonía del establecimiento. El ambiente es tranquilo; no ocurre nada especial para ser fin de semana. Quizás la gente no tenga ganas de salir, pero no será Namjoon quien se oponga a ese detalle, para él mucho mejor: cobra la misma miseria trabajando menos. Le ofrecieron el turno de noche porque fue el único que no se opuso a ello, y Namjoon aceptó. Total, no tiene otra cosa que hacer, no le importa quedarse durmiendo hasta bien entrado el día.

Cadera apoyada sobre el frío metal del mostrador, con el cuerpo ladeado, comprueba por enésima vez su bandeja de mensajes esa noche: correos de publicidad, su operadora de telefonía móvil invitándole a aceptar jugosas ofertas que tenían más trampa que cartón, y algún mensaje de redes sociales que le era de nulo interés. Mueve los labios, los frunce, apretando entre ellos el palo de un dulce infantil que ha robado de una caja que hay tras donde se encuentra. Le da igual que le vean por las cámaras de seguridad; no le van a despedir.

Tic, tac; tic, tac.

El reloj avanza, las horas pasan, y Namjoon no puede estar más contento de que nadie pase por allí en esos momentos. Una vez decide que ya ha navegado suficiente en la red, bloquea la pantalla de su terminal, y recoge del mostrador un viejo libro de cultura antigua. Lo alquiló en la biblioteca de su barrio días atrás. Busca la página donde ha dejado marcado, y continúa la lectura en el nuevo capítulo. La aterciopelada voz del difunto Elvis Presley se deja escuchar en el ambiente, cantando Love me tender.

En el libro se habla de una rara pero común enfermedad que habla sobre el impacto de la belleza de las estatuas griegas. Al parecer, algunas personas pueden llegar a sufrir mareos y vómitos ante la hermosa belleza de algunas obras de arte de la Antigua Grecia. A Namjoon le sonaba a cuento de hadas; ¿enamorarte de una estatua? Menuda chorrada, normal que se catalogase como enfermedad.

El sonido de la campana de la puerta al abrirse se escucha por encima de la megafonía. Entran cinco chicos. Son las 03:40 de la mañana. Ríen y dan voces, algo que a Namjoon le hace arrugar el entrecejo, molesto, pero no puede quejarse; estaba claro que venían de fiesta o tan solo buscaban más alcohol que meterse en el cuerpo. Algunos parecen bastante pequeños, sobre todo uno en concreto, que carece de una estatura media de adulto, así como sus facciones le recuerdan más a un niño que a un mozo de universidad. No ayudan sus cabellos rosados.

ã…¡ Hey, Jimin. Tú no compres nada, a ver si te van a pedir el carné. Luego no llores. ã…¡dirigiéndose al anterior descrito, esa grave voz pertenece a uno de los más altos, que luce una bandana de estampado chillón atada a su frente.
ã…¡ ¡Que te calles! Ya tengo la mayoría de edad.

El revuelo entre esos dos se hace incómodo. Un tercer integrante de ese grupo es quien adelanta sus pasos para frenarlos: conjunto de cuero, pantalones ajustados decorados con cremalleras. Ambas manos en sendos pechos de los muchachos, apartando al pelirrosa de su compañero, que continúa las burlas con una sonrisa cuadrada. Namjoon resopla, apretando con sus dígitos el puente de su nariz, a la altura de los lagrimales.

El ambiente se calma a los pocos segundos, y los ve recorrer la tienda, con poco interés, pues ha vuelto a retomar su lectura; aunque fantasiosa, es mucho más interesante que observar a esos jóvenes decidir por el alcohol que van a llevarse para beber detrás del establecimiento. Parece ser un muchacho de cabellos castaños y bomber morada quien lleva la voz cantante.

Namjoon recuerda con fingida nostalgia esos días en los que él también salía. A sus 25 años ya ha perdido la energía de un joven adolescente, como si hubiese envejecido 25 años más.

El murmullo del grupo se acerca al mostrador.

ã…¡ ¡Hola! Queremos comprar todo esto, ¿aceptáis tarjetas? 
ã…¡ Sí, enseguida le atiendo.

Con molestia bien disimulada, Namjoon marca la página donde se ha quedado leyendo, cerrando el libro y escondiéndolo en un compartimento secreto bajo la tabla de metal del mostrador. Recoge, sin mirar, las botellas una a una, esperando al pitido de la máquina que confirma la lectura del código de barras y su posterior registro en esta.

ã…¡Son 24 dólares c-...

Es entonces cuando finalmente repara en la presencia del quinto miembro del grupo, el cual hasta ese momento había pasado desapercibido para su escaso interés, a pesar de su notable altura. Está parado frente a él, y en sus labios se dibuja una amable y ancha sonrisa. La sonrisa más bella que ha podido ver en su vida. Namjoon se muerde las muelas, tensando involuntariamente la mandíbula, nervioso por algún motivo que desconoce. Su corazón se acelera, y es incapaz de apartar la vista de aquel joven de cabellos oscuros y camiseta roja, a rayas blancas.

La cabeza le da vueltas, el mundo a su alrededor se emborrona, y su estómago le da un aviso en forma de arcada, ante el cual rápidamente cubre su boca. El chico frente a él reacciona al instante.

ã…¡ Hey... ¿Estás bien?

Su mano se posa en el hombro de Namjoon, que ahora no levanta la vista. ¿Acaso la historia del libro era cierta? Agita una mano, esa que no está agarrándose el estómago, para restar importancia al momento.

ã…¡ 24 dólares con 35 centavos, por favor. Introduce la... Tarjeta en la ranura, y espera a que te pida el PIN.

Habla como puede, aún siente esas terribles náuseas que han aparecido de la nada. A lo mejor es falta de alimentos, pues no ha comido nada en horas, pero es la primera vez que le ocurre algo así. Se siente ridículo, y aún puede notar la mirada preocupada de aquel desconocido sobre sí. Mientras introduce el código, Namjoon guarda todas esas botellas en una resistente bolsa de plástico marrón, con una abertura superior, sin asas, que es la que le entrega cuando retira la tarjeta de la máquina. No es él quien la recoge, sino el muchacho de chaqueta morada, que al sonreír luce unos marcados paletos que le recuerdan a un conejo.

Todos muestran su intención de abandonar la estancia, menos él, que apenas se mueve.

ã…¡ Jin hyung, ¿qué pasa, vienes?
ã…¡ Eh... Sí, sí. Es que quiero ver si me compro algo de comer, por si me da una bajada de azúcar.

Su excusa parece convencer a los chicos, pues todos abandonan el establecimiento, haciendo resonar la campanita del techo a su salida.

ã…¡ Mira lo que quieras. ã…¡masculla Namjoon, incómodo con la presencia ajena. Su corazón aún bombea con fuerza, y puede sentir el ardor de la vergüenza en sus orejas.
ã…¡ ¿Te encuentras bien? Dime qué síntomas tienes.

El joven de cabellos morados aparta la mirada, rezando para que entendiese la indirecta, pero falla en su plan. Por el rabillo del ojo lo ve moverse, aunque no entiende que hace hasta que deja un papel frente a él, en el mostrador.

ã…¡ Soy médico, así que si necesitas algo en cualquier momento, tan solo tienes que llamarme. Me gustaría haberme quedado hablando contigo, pero me reclaman ahí fuera. No pueden vivir sin mi.

Su risa es tan atractiva como su rostro; Namjoon se sorprende de tener ese pensamiento. Baja la mirada a la tarjeta que le ha entregado, una que anuncia un bar de carretera donde aparentemente puedes encontrar a las "chicas más calientes del Estado". En el reverso está escrito un número de teléfono, junto a su nombre, en perfecta caligrafía.

ã…¡ ¡Nos vemos! Kim... Namjoon... ã…¡se toma su tiempo en leer la placa que descansa enganchada al pecho del chico, y vuelve a mostrar esa ancha sonrisa en sus labios, tras despedirse con un sencillo gesto de mano.



04:20 a.m

Namjoon se maldice por haber sido tan maleducado y no haber entablado siquiera una conversación con él. Entre sus dedos danza aquella tarjeta entregada minutos atras. Lleva observándola un largo rato, pero no se atreve a dar el paso.

"Venga, Namjoon. Él tiene las respuestas que tú buscas."

Su cabeza es su peor enemiga y su más fiable confidente. Respira hondo, cierra los ojos y cuenta hasta 3 en orden inverso, decidiéndose finalmente a teclear ese número para poder enviarle un mensaje:

KNJ Rapmon
"Hey, Jin. Soy Namjoon. ¿Qué opinas sobre la cultura griega y sus mitos?"
04:23 a.m

 


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