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Patético por Mc-19051

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Notas del capitulo:

Muchísimas gracias por los comentarios, me alegro que les vaya gustando la historia <3

Lindos riñones.


El pobre Jhon ya no sabía qué hacer, no sabía cómo avanzar en su relación con el castaño porque definitivamente ya estaban en una relación. El castaño le había besado ¡Nadie jamás lo había hecho! Bueno, su madre lo hacía pero era en las mejillas o frente pero nunca en los labios.


Y el castaño le dio un beso en los labios, fue uno corto porque el chico rápidamente se alejó con una sonrisa juguetona, claro, con el billete de cincuenta en la mano; quitándole la cena otra vez.


Pero estaba bien, le había gustado ese roce pero le habría gustado más si al menos supiese el nombre del castaño que ahora era su pareja.


Mientras que con Lerroy la historia era totalmente distinta, iban para tres meses con la rutina que lo estaba engordando porque podía darse el lujo de comer antes de ir a trabajar gracias a ese pendejo que  le daba dinero por hacer casi nada.


Pero Lerroy sabía que para mantener algo vivo, se debía innovar o tratar cosas nuevas para mantener las cosas funcionando. Hacia unos días había besado al pobre diablo que se hacía llamar Jhon, sólo para que no lo dejase.


Porque sí, Lerroy sabía del hobby de Jhon.


Sabía que el moreno pasaba gran parte del día acosando a chicas para masturbarse pensando en ellas más tarde. Y también sabía que no había persona cuerda que se le acercase demasiado por obvias razones; Lerroy se acercaba era por el mero interés, cincuenta diarios sin hacer casi nada era una ganga que debía aprovechar al máximo.


Y bueno, en ese paquete venía darle besos o hacerle creer que le simpatizaba de una manera u otra  pero, cómo siempre, habían efectos colaterales.


Uno de esos era el hecho de que lentamente su apartamento al pasar las semanas había adquirido un olor floral porque el pobre diablo le había empezado a regalar flores de cualquier tipo.


A veces venía con margaritas, amapolas, rosas o alguna otra flor cuyo nombre desconocía pero que igualmente era linda y olía bien. Lerroy, simplemente agarraba las botellas vacías de agua y las transformaba en improvisados floreros.


Pero la gota que colmó el vaso fue cuando Jhon se le presentó a eso de las nueve, después de su ‘contacto íntimo en los pasillos’  bien arreglado y con un ramo de flores junto a una sonrisa nerviosa.


— ¿Y esto que mierda significa?


—P-pues n-no respondiste mi carta a-a-así qu-que… B-bueno irías a l-la cita conmigo…—Logró balbucear el pobre diablo, totalmente rojo de la vergüenza mientras empezaba a sudar cómo cerdo y a temblar ligeramente. Lerroy hizo una mueca de asco, menudo perdedor.


Entonces recordó algo.


— ¿Qué carta? —Exigió saber al no haber visto ninguna clase de sobre  u hoja con la flor del día.


—Un post-it…—Susurró apenado mientras bajaba la mirada y empezaba a jugar un poco con el ramo de flores.


—Ya…— Y le cerró la puerta en la cara. Caminó por su micro-apartamento buscando la flor del día y la encontró en su florero improvisado y notó que uno de los pétalos de la flor no encajaba, era un post-it color rosado claro que se había camuflajeado entre los pétalos del mismo color de la flor.


Lo sacó y leyó la ‘’carta’’. Tuvo que forzar un poco la vista porque a letra del pobre diablo casi ni se entendía por lo pequeña que estaba y la horrible caligrafía que tenía el desgraciado. Lerroy estaba sorprendido de lo patético que podía llegar a ser  Jhon en ocasiones.


Hola, soy Jhon. Hace unos días nos besamos y me gustó, quería pedirte una cita… O bueno, quizá no te guste la idea de que sea una cita y sólo quieras salir un rato conmigo, no lo sé, tú decides y bueno… Eh… Si estás de acuerdo no respondas esto y si no estás de acuerdo, responde esto.


No sólo  lo desesperado que se veía el sujeto en esas palabras súper comprimidas en ese papelito tan pequeño le sorprendía a Lerroy, sino también la ortografía casi perfecta que tenía el  desgraciado.


Y el castaño no pudo evitar el reírse al re-leer la parte final, se notaba la experiencia que tenía ese pendejo enviando cartas que jamás  eran respondidas o  si quiera leídas y utilizaba —muy literalmente— lo de ‘El silencio concede’.


Lerroy sintió ganas de saber a cuantas chicas habría atrapado con esa nota final. Si la chica no leía la carta y directamente pasaba de ella, era una afirmación explicita y Jhon tendría razón al ir a buscar a esa chica en una cita.


Ya, pero él ni siquiera sabía que había recibido una carta en primer lugar, o si al menos a un post-it  lleno de una caligrafía horrenda con letras pequeñas podía ser al menos considerado cómo una.


Suspiró, no era tan canalla cómo para rechazar algo así, era una petición noble de su fuente de ingresos favorita  y no era tan malo, en las citas siempre se solía ir a comer, así que comería de gratis.


No había mucho que perder aparte del tiempo. Así que decidió irse a poner algo de ropa más decente. Jhon había hecho el esfuerzo de conseguirse una camisa que no estuviese manchada en las axilas así que él haría el esfuerzo de conseguirse algo que lo cubriese un poco más.


Mientras que Lerroy buscaba algo decente que ponerse, el pobre  Jhon se había sentado en el pasillo a llorar, a un lado de la puerta dónde recién había sido tan cruelmente rechazado.


Creía que le gustaba al castaño porque éste se le acercaba sin que él lo hiciese primero, e incluso habían ocasiones en las que  le preguntaba sobre su día mientras tenía una dulce sonrisa en el rostro, no entendía por qué había sido rechazado.


Pensó que lo estaba haciendo bien. No era justo ¿Por qué siempre lo rechazaban? Lo que más le molestaba era que siempre lo rechazaban tan mal, le cerraban la puerta en la cara, lo ignoraban, lo insultaban y en más de una ocasión lo golpeaban o le hacían bromas de muy mal gusto.


Él tenía sentimientos y le dolía mucho que le hiciesen ese tipo de cosas. Se limpió con torpeza las lágrimas mientras tiraba lejos el ramo de flores. Pensó que el castaño sería diferente.


—Claro, Jhon ¿Desde cuándo tú piensas? — se preguntó a sí mismo, dolido. Habían pasado cerca de dos horas desde que el castaño le había cerrado la puerta en toda la cara, era obvio el rechazo, demasiado obvio.


No entendía por qué al menos había tenido esperanzas. Y Jhon hubiese seguido en su mar de depresión de no ser porque cierta vocecita lo interrumpió.


— ¿No estás algo grandecito cómo para llorar? —El moreno levantó la mirada, aún con lágrimas en los ojos, sólo para toparse a un Lerroy con muchísima más ropa de la que solía verle a diario.


El chico llevaba un jean capri junto a unas desgastadas tenis y un suéter verde bosque. Se veía más lindo así que estando semi-desnudo, quizá porque los golpes y rasguños no se veían tanto.


Jhon tragó grueso, no quería hacerse más ilusiones ¿Y si el chico sólo regresaba a burlarse de él? Desvió la mirada y se puso a buscar el ramo de flores que había tirado; ramo que le costó algo conseguir.


Lo consiguió a un par de metros de él, se levantó con intenciones de recogerlo pero el chico fue más rápido y lo agarró.


— ¿Eran para mí? —Preguntó Lerroy mientras tranquilamente acomodaba los pétalos de  las flores que se habían maltratado un poco. Observó neutro cómo el perdedor asentía mientras se pasaba una mano por la nuca y volvía a desviar la mirada.


— ¿V-vas… Vas a ir conmigo a la cita? —Preguntó Jhon después de unos momentos de silencio, no sabía cómo reaccionar; no quería hacerse ilusiones pero el chico no parecía tener intenciones de querer burlarse de él o hacerle alguna maldad.


Aunque claro, Agatha no parecía tener intenciones de cachetearle de buenas a primeras así que seguía en las mismas condiciones.


—Ya me vestí ¿No? Sería una lástima que te retractases después de haber llegado tan lejos. —Respondió Lerroy con una suave sonrisa, mirando divertido a Jhon, el cual  estaba rojo cómo una toalla sanitaria usada por una mujer de flujo abundante.


—S-sí… Pero ya es muy tarde…


— ¿Entonces me vestí  para nada?


— ¡N-no! —rápidamente Jhon extendió sus manos y negó con total desesperación, sería su primera cita en años, no lo podía echar a perder.


— ¿Entonces…?


—I-Iremos a comer…


—Vale —Lerroy sonrió ampliamente, sabía que tendrá comida gratis—. Pero quiero algo cinco estrellas. —comentó divertido al ver cómo el rostro de su opuesto se descomponía totalmente debido al pánico.


— ¿C-c-cinco es-estrellas?


—Sí, cinco estrellas o algo que me guste, campeón. Tengo hambre así que soy flexible.


—Ah… B-bueno, conozco de algo que te gustará. — Jhon no pudo evitar el sonreír más animado, habían esperanzas porque… A todo el mundo le gustaba la comida china ¿No?


[…]


Para Lerroy comer arroz chino en una mesa de plástico más destartalada que el propio local y con algo de basura al lado distaba mucho de ser romántico pero era lo máximo que podía conseguir de alguien cómo su acompañante.


Todo estaba en un silencio más que incómodo y sólo se escuchaba el bullicio de la ciudad a esas horas y las demás personas comiendo en otras mesas destartaladas el mismo plato que ellos: Un arroz chino que dudaba mucho que tuviese carne distinta de perro o gato.


Pero su estómago siempre había dominado su sentido común, así que comía lo más tranquilo que podía porque el pendejo de su acompañante tampoco se la dejaba fácil. Lo había estado observando durante todo el maldito rato y eso a Lerroy le cabreaba la vida a niveles inimaginables porque sabía que le estaba viendo.


Por su parte, Jhon no podía dejar de ver los calvos que el castaño tenía y que intentaba tapar vagamente con mechones largos de su cabello. Eso explicaba por qué siempre lucía tan despeinado, simplemente estaba intentando ocultar su calvicie.


—Deja de mirarme la puta cabeza. —La voz de Lerroy sonó tóxica, rompiendo de golpe la burbuja de silencio que ambos tenían mientras comían.


—P-perdón es que…—jhon pensó lo mejor posible sus palabras, no quería que el castaño se fuese y lo dejase allí tirado. — Tu cabello tiene ciertas… Irregularidades.


—Son calvos, imbécil.


— ¿Por qué? —Pero un silencio fue lo único que tuvo cómo respuesta y ahí fue cuando Jhon supo que había metido la pata.


—Me… Me jalan mucho el cabello ¿Vale? —Jhon observó atento a su cita y entendió que no debía preguntar más; la mueca que el chico tenía le hizo recordar las veces que le preguntaba a su madre el por qué el plomero salía del cuarto de sus padres junto a ella cuando su padre no estaba.


Era la cara de: ‘No preguntes más que me incomoda.’


—Entiendo. — Fue lo único que dijo para luego seguir comiendo en silencio.


Y luego de media hora más de silencio, ya cuando iban camino a sus  respectivos micro-apartamentos, el castaño volvió a hablar.


—Lerroy…


— ¿Eh?


—Me llamo Lerroy… ¿Y tú? — Aunque el susodicho ya tenía una sospecha, decidió preguntar de todos modos.


—Jhon…—Respondió  éste algo contrariado, era cierto que una de las razones de la cita fue para conocer mejor a su actual pareja pero se le había olvidado por la atmosfera incomoda que tuvieron.


—Hoy te dieron tu quincena ¿No es así, Jhonny? —Ese apodo hizo que el moreno observase bastante sorprendido al castaño ¿Tan rápido le había puesto un apodo? ¡Era increíble! Ya habían hecho dos cosas de pareja: Tener una cita y utilizar apodos cariñosos.


Entonces Jhon se dio cuenta que no le había puesto un apodo cariñoso a Lerroy.


—Oh, no es necesario que te mates con mi nombre, no puedes hacer un apodo cariñoso con él. — si Jhon antes estaba sorprendido ahora lo estaba más ¿Cómo sabía el castaño que estaba pensando en eso? Era increíble.


Lerroy, por otro lado, simplemente se entretenía con las expresiones que Jhon hacía, era demasiado expresivo cosa que le daba algo de ternura y escalofríos porque al ser tan expresivo, sabía cuando éste estaba mirando a algunas chicas cómo si fuese un maldito depredador sexual a punto de lanzarse contra la carne fresca.


Pero en ambientes amenos cómo ese, se le hacía adorable que fuese tan expresivo.


Supuso que el moreno había cobrado, primero, por la fecha y, segundo, por el hecho de haberlo invitado a salir después de tanto. Quizá y había estado ahorrando o la idea de una cita no se le había ocurrido por un miedo inconsciente al rechazo.


Cosa que le hizo recordar que lo había encontrado llorando en el pasillo, con el ramo de flores tirado a un lado y preguntándose cosas a si mismo entre gimoteos patéticos; seguramente ese había sido el detonante final para que accediera a pasar más tiempo del debido porque muy bien la cita pudo haber consistido en ir a comprar la comida y regresar al edificio para que luego cada uno se fuese por su lado y comieran separados.


Pero no, decidió, al final, hablar un poco con su fuente de ingresos favorita.


— ¿S-sabes? — Jhon habló, sacando a Lerroy de su laguna mental, el nerviosismo era palpable, tan palpable que el castaño simplemente no pudo evitar el sonreír, estremeciendo al moreno el cual prosiguió con lo que iba a decir. —Puede que no haya sido la comida c-cinco es-estrellas que querías pero e-esto es el inicio…


— ¿El inicio? — Inquirió el más bajo curioso mientras arqueaba ambas cejas.


—S-sí… Me gus-gustaría pe-pedir-dirte que me die-dieses una-a oportunidad… —Jhon tomó aire al sentir que se asfixiaba con su propia lengua y el sudor corría salvaje por su espalda, tenía miedo y mucho, no quería ser rechazado… No después de tanto.


— ¿Para…?


—P-para demostrarte qu-que te-tengo m-mucho más que ofrecer y que n-no te fijes m-mucho en m-mi estatus eco-co-nómico… —Lerroy ya no podía más, la paciencia se le estaba extinguiendo y las ganas de darle una bofetada para que hablara de una buena vez crecían exponencialmente.


Y cómo si hubiese sido escuchado por una fuerza mística, Jhon terminó de decir lo que quería decir luego de que tomase una gran bocanada de aire y se callase durante unos momentos mientras miraba el piso.


—Quiero demostrarte que tengo buenos sentimientos y mucho más  que ofrecer de lo que puedes ver… Q-quisiera una oportunidad para demostrarte que soy más de lo que ves y… Que tengo unos lindos riñones también. — Y una risa nerviosa se le escapó al decir lo último.


Lerroy sólo aguantó las ganas de patearle las bolas y dejarlo allí agonizante, en cambio, frunció el ceño notoriamente.


— ¿Acabas de hacer ese chiste? —Hizo énfasis en ‘ese’, cosa que preocupó bastante a Jhon ¿Tan malo era?


—S-sí…— Sólo quiso comentar algo gracioso, algunos de sus compañeros solían decirlo junto a algunos chistes relacionados al cloro y cosas así.


—Muchos niños pequeños son secuestrados por personas que les quitan los órganos sólo para venderlos en el mercado negro ¡¿Y tú vienes a hacer un chiste de tus riñones?!


—P-pero yo…


— ¡Pero nada! ¡¿Sabes por lo que pasan esos niños?! Ser separados de sus padres para luego ser torturados y morir cómo sacos de piel en algún lado de este maldito mundo, no, no lo sabes ¡Porque vives en el maldito éter de las pajas! —Escupió ácido, mirándole con asco para luego añadir—: Jodete, Jhon. — Y Lerroy se levantó para luego irse furioso, en serio que ese imbécil era un bueno para nada.


Y por su parte, Jhon se dio cuenta que repetir los chistes ajenos no había sido tan buena idea, se aguantó las ganas de llorar ¿Por qué todo siempre le salía mal? No era justo.


A veces sentía que simplemente estaba destinado al fracaso.

Notas finales:

Gracias por leer, <3


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