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Patético por Mc-19051

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por tan hermosos reviews, les notifico que estamos en la recta final de esta extraña historia, en serio aprecio el apoyo que le dieron a este pequeño proyecto mío <3

Complejos pensamientos


 


Jhon estaba realmente feliz, la noche anterior Lerroy se había confesado con él,  el moreno jamás habría pensado que el castaño tendría tantas cosas pasando  por su mente, realmente no entendía porque el muchacho se refería a sí mismo cómo alguien egoísta.


Para Jhon, Lerroy era alguien más bien excéntrico, divertido e inclusive algo ácido pero eso no lo hacía directamente una mala persona,  era el primero en acceder a tener una cita con él, y era su actual  pareja.


Una persona mala no haría esas cosas ¿Cierto? Quizá por interés monetario pero Jhon sabía mejor que nadie que no tenía nada bueno que ofrecer aparte de sus sentimientos y lealtad, además, Lerroy se lo había dicho desde la primera vez que se vieron.


Eres un imbécil, uno quebrado.’ Fue lo que le dijo el castaño en aquella ocasión.


Entonces el moreno se concentró más en analizar desde el inicio de su relación hasta ahora con el castaño, recordando  cómo éste parecía querer matarlo todo el tiempo, cuando  en su fiasco de cita lo había mandado al diablo; también cómo se habían gritado las verdades durante una pelea y cómo existía esa tensión entre ambos cada vez que uno quería saber sobre el pasado del otro.


Era extraño, normalmente en las películas, los protagonistas se conocían primero y luego llegaban a una relación, pero ellos lo habían hecho al revés; se estaban conociendo mientras estaban en una relación.


Y Jhon hubiese seguido en su mar de pensamientos mientras disfrutaba de su emparedado durante el almuerzo de no ser porque le estaban llamando.


— ¡Oye, Perv! —Le llamó Martín, un compañero de cubículo y el moreno no pudo evitar fruncir levemente el entrecejo, ni siquiera Roxane lo llamaba así ya; y eso que había sido ella la que lo bautizó así.


—Me llamo Jhon. — contestó mientras seguía comiendo, era su hora de almuerzo, nadie lo iba a levantar de allí; quizá Roxane pero  no otra persona.


Martín extrañamente dejó de insistir y Jhon pudo seguir comiendo con tranquilidad.


[…]


—Oye, Perv, necesito que le lleves esto a Roxane, se lo llevaría yo pero estos presupuestos me están matando. — Y ese era Bob, otro compañero.


—Me llamo Jhon. —Volvió a corregir.


— ¿Se las vas a llevar o qué? —Al ver el desinterés de su compañero por aprender su nombre, Jhon simplemente tomó las hojas con resignación para llevárselas a Roxane.


[…]


—Oye, Perv —y esa era Agatha… Momento ¿Agatha? Jhon salió de su nube de mal humor y miró extrañado a la muchacha— ¿Por qué tienes esa cara? —El moreno hizo el amago de corregir nuevamente, y decir cuál era su nombre; era el nuevo después de todo, quizá nadie sabría su nombre y por eso lo seguían llamando por ese apodo tan extraño que Roxane le había dado, pero debían estar de broma si Agatha también lo llamaba así.


Al llegar a la conclusión que todo se trataba de una broma, de esas similares a las que le hacían durante su bachillerato, desistió de la idea de la idea de corregir a la persona.


—S-sólo estoy algo abrumado por tanto trabajo. —Se limitó a decir el moreno, queriendo restarle importancia al asunto.


—Supongo que siempre es más fácil ser un pervertido ¿No? —Y allí estaba lo que Jhon inconscientemente había estado esperando, que le dijesen que era un pervertido, el moreno sentía que estaba cambiando ¿Por qué nadie apreciaba eso? No, siempre era más fácil decir que era un pervertido.


Suspiró ante el comentario de su compañera, resignado; era igual a como cuando estaba en su bachillerato.


¡Oye, cara de carne!’, ‘Aléjate, capaz y lo que tienes en la cara es contagioso.’ ‘Deberías utilizar pañales si siempre vas a estar cagándote.’ Ese era el tipo de cosas que siempre había escuchado, que le dijesen cosas similares siendo un adulto no debía extrañarle pero aún así le dolía, y mucho.


El moreno al sentir cómo su respiración se apretaba y sus ojos ardían, se levantó y se fue al baño; necesitaba un lugar privado donde llorar.


[…]


Cuando Jhon finalmente llegó a su micro-apartamento no pudo sentirse más feliz y en paz, olvidando por un momento que al día siguiente tendría que aguantarse un calvario igual. Lerroy, por su parte, cuando observó al moreno llegar se dio cuenta del aura depresiva que tenía encima aparte de los ojos hinchados y la nariz roja que se cargaba.


El castaño frunció ligeramente el ceño.


—Entonces ¿Me dirás qué te pasó? — Cuestionó Lerroy mientras observaba tranquilo a su pareja.


—R-recordé algo que me dio nostalgia. —Respondió el moreno sin filtro alguno, sorprendiendo bastante al castaño.


Bueno, Lerroy se había preparado mentalmente para una sesión de palabras lindas para que Jhon hablara, no esperaba que el moreno contestase así tal cual; más bien parecía que estaba loco por hablar.


—E-en el trabajo siempre me llaman ‘Perv’ y no importa cuántas veces diga cuál es mi nombre s-siempre me dicen ‘Perv’; es molesto —y sin preguntas, el moreno empezó con su monologo—. Digo, entiendo que no sepan cual es mi nombre, entonces se los digo y pareciera que lo olvidasen a los segundos porque me siguen llamando así, he cambiado; estoy seguro que lo he hecho p-pero ellos siguen pensando que sólo soy un pervertido.


— ¿Y antes te llamaban así? —El castaño se cruzó de brazos mientras escuchaba el monologo, había acertado, Jhon necesitaba desahogarse y él no era nadie para no escuchar sus tormentos.


—S-sí… B-bueno, no lo sé… No les prestaba atención, e-ellos estaban en sus cosas y yo en las mías, supongo que antes estaba ocupado pensando en otras cosas. —Lo último lo dijo el moreno más para sí mismo que para Lerroy, intentando recordar por qué antes no le molestaba que le llamasen así.


—Lo más probable es que siempre te han llamado así y tú por estar pensando en quién sabe qué, no te importaba cómo te llamasen, pero ahora lidias con ellos ¿Cierto?


—C-cierto, pero he cambiado, en serio. — Volvió a excusarse, Jhon a ese punto sentía que ya había dicho eso miles de veces, ¿Por qué nadie le creía? ¿Tan difícil era…


—Lo sé. —La voz de Lerroy lo sorprendió—. Sé que has cambiado, se nota a simple vista que lo has hecho; caminas derecho, no tienes una erección con sólo hablarte, ya casi ni tartamudeas, has recibido un ascenso; si eso no es cambiar, entonces no sé qué carajos es.


— ¿Entonces por qué ellos…?


— ¿Por qué ellos no lo notan? Ha sido un cambio algo brusco, no te has puesto más guapo y tampoco estás nadando en plata, pero has mejorado bastante en estos pocos meses que te he conocido, antes ni podías hablar correctamente. —Alegó el muchacho dedicándole una sonrisa amistosa al más viejo.


Ante esas palabras, el moreno no pudo evitar el sonreír con ilusión y alivio, al menos Lerroy se había dado cuenta, eso lo alegraba mucho; y sin pensárselo dos veces, Jhon abrazó bastante feliz al más joven, sorprendiéndole.


—Ya, no es para tanto —intentó excusarse el castaño, sintiendo sus mejillas arder un poco—. Sólo estaba diciendo la verdad, ahora apártate que estamos en verano y tú siendo un oso me asfixias.


—Lo siento —el moreno se apartó un poco avergonzado pero aun así seguía bastante feliz—. Pero gracias por creer en mí. —Dijo sin dejar de sonreír.


—Harás que me de diabetes —susurró Lerroy mientras fruncía levemente el entrecejo sin estar verdaderamente enojado, entonces recordó algo— ¡Cierto! —exclamó, asustando un poco a su acompañante—. Logré blanquear tu camisa. — Comentó con orgullo.


— ¿En serio? —Ante la pregunta del moreno, el castaño asintió con cierto entusiasmo mientras se levantaba del maltratado colchó que utilizaban para hablar y caminó hasta dónde estaba una bolsa que estaba algo escondida entre las cajas que adornaban el lugar.


—Velo por ti mismo. —Comentó el castaño mientras le entregaba la bolsa al más viejo.


Jhon sacó la camisa de la bolsa y sus ojos se abrieron cómo platos ¡Estaba cómo nueva! No había ni un solo indicio de mancha, estaba tan blanca que parecía hasta brillar.


—Quedó cómo nueva— susurró el más viejo con genuina fascinación pero cuando terminó de sacar la camisa de la bolsa, y un cartoncito colgado de una cuerda con un precio apareció, añadió—: Es nueva.


— ¿Sorpresa? —Dijo Lerroy mientras se arqueaba de hombros—. Te juro que intenté por todos los medios blanquear esa cosa pero nada salía, la llevé a la tintorería para que se encargaran pero me dijeron que si la sometían a su ‘tratamiento intenso de blanqueado’, me devolverían retazos porque la tela estaba demasiado vieja ya.


—E-entiendo —susurró Jhon algo azorado con tanta información— ¿Y la camisa vieja dónde está?


—Se perdió. —Contestó abrupto Lerroy, ni loco le decía al moreno que se había quedado con la camisa vieja cómo tesoro personal. Curiosamente, esa camisa era la única de Jhon que no olía a aceite quemado o a gasolina, tenía el olor propio de Jhon que, irónicamente, no era en lo absoluto desagradable; se podría decir que era hasta cierto punto dulce.


Ante tal repuesta, el moreno simplemente se limitó  a observar otra vez la camisa nueva, sintiendo una punzada de culpa, Lerroy quizá habría tenido que trabajar extra para poder comprársela, quizá lo habían lastimado y no le decía nada para no hacerlo sentir mal.


Lerroy, por su parte, al ver el semblante de Jhon se desanimó un poco.


— ¿Qué pasa? ¿No te gusta? —Inquirió el castaño mientras se volvía a sentar a la par del moreno.


—S-sí me gusta pero, Lerroy…—el más viejo pensó un poco sus palabras— Tu trabajo, ¿Tuviste que trabajar mucho para conseguirla? —Y al ver esa mirada tan llena de culpa que Jhon le estaba regalando, el castaño recordó algo.


Él seguía sin decirle de su puto cambio de trabajo.


— ¡N-no! — Se apresuró a decir apenas recordó ese detalle—. La compré cuando cobré mi primera quincena de mi nuevo trabajo, quería regalarte algo porque tú siempre me andas regalando flores y demás; además que, en cierto modo me motivaste a cambiar de trabajo. —Confesó el muchacho con una sonrisa vergonzosa.


— ¿Y cuál es tu nuevo trabajo? —preguntó el moreno un poco más aliviado de escuchar eso, significaba que Lerroy no había tenido que sufrir nada para comprarle eso  ¿Cierto?


—Camarero. —Entonces el castaño sí había tenido que sufrir algo.


—P-pero tus pies…


—Están bien —le interrumpió el castaño mientras levantaba una mano—. No te preocupes por ellos.


—Eso sonó raro. —comentó Jhon luego de unos momentos de silencio.


—Lo sé, cariño, lo sé.


[…]


Luego de lo de anoche, Jhon estaba preparado para un nuevo día de trabajo, pero claro, estrenando su nueva camisa; no era tan cómoda cómo la vieja pero le quedaba bien, además que Lerroy le había ayudado a acomodarse mejor la corbata para que no le quedara chueca y lo había ayudado también con sus pantalones, claro, a cambio de darle el aventón hasta su nuevo trabajo.


El moreno suspiró al llegar a su lugar de trabajo, sólo debía restarle importancia cómo Lerroy le había dicho que hiciera, sus compañeros se aburrirían de llamarlo así y lo llamarían por su verdadero nombre.


— ¡Oye, Perv! —Allí estaba nuevamente Martín, Jhon simplemente se giró sin hacer mucho escandalo — ¿Ves cómo sí haces caso cuando te llaman por lo que eres?


— ¿Por qué todos piensan que soy un pervertido? —Preguntó el moreno sin pensar.


— ¿Acaso no lo eres? —Ante la sonrisa burlona de Martín, Jhon simplemente siguió con su camino, si no estaba la palabra ‘Roxane’ incluida, no le prestaría verdadera atención. Llegó a la conclusión que sólo lo estaban fastidiando.


— ¡Por cierto, hay más carne fresca! —Le gritó Martín antes de encerrarse en su cubículo, Jhon simplemente gruñó ya exasperado.


El moreno hizo su trabajo con toda la tranquilidad que pudo, ignorando a sus compañeros, obviamente. Y cuando llegó la hora del almuerzo, sintió una extraña clase de déjà vú  al ver cómo una chica tímida se le acercaba a pedirle indicaciones.


—Disculpe, señor, ¿De casualidad sabe dónde queda el departamento de publicidad? —Preguntó la chica, cabello castaño oscuro y ojos de un color un poco más claro; bajita y bastante bonita.


—Es aquí, Roxane es la jefa. — fue lo que respondió Jhon mientras seguía comiendo, sin inmutarse demasiado; total, igual lo tacharía de bicho raro.


— ¿M-me podría llevar con ella, por favor? Siento que me perderé si voy sola.


—Estoy comiendo. —Más que una respuesta, fue un berrinche por parte del más viejo, recio a levantarse.


—Entonces esperaré, si no es mucha molestia. — Entonces Jhon tuvo el almuerzo más incómodo de toda su vida.


[…]


—Esta es la sección de impresión y diseño, cruzando a mano izquierda están los baños, en el piso de arriba está la parte de contaduría, abajo el cafetín. — Iba diciendo el moreno mientras era seguido por la chica, dándole un mini-tour por el edificio lo más calmado posible pero al sentir la mirada de la chica tan intensa en su nuca se estresaba.


— ¿Y usted donde trabaja?


— En contaduría, arriba. —Se limitaba a responder con cosas simples, tenía la cabeza hecha un desastre ¿Por qué esa chica seguía tan prendada a él? ¿Por qué no se fue con Agatha cuando ésta se ofreció a darle el tour?


— ¿Y la sección de correspondencia?


—En el sótano,  ¿Por qué preguntas? —El moreno detuvo su paso, un poco confundido ¿Acaso ella trabajaría allí? Se veía muy inteligente cómo para trabajar de mensajera.


— ¿Puede llevarme?


—Será después de trabajar porque la hora del almuerzo ya se acabó.


—Esperaré.


[…]


—Entonces ¿Me llevará? —Se acercó nuevamente la castaña al moreno, el cual se sintió un poco angustiado por esa mirada tan intensa que ésta le dedicaba.


—S-supongo. — Respondió abrumado, mientras terminaba de recoger sus cosas para acompañar a la muchacha.


Ambos se encaminaron entonces hacia el sótano, el edificio  ya se encontraba casi vacío, cosa que le daba algo de escalofríos al moreno ¿Dónde estaban los que hacían horas extra? Cuando llegaron al sótano, fue fácil encontrar el cuarto de mensajería, cosa que le trajo algo de nostalgia al moreno; había trabajado tanto tiempo que ya se sabía hasta los más mínimos detalles del lugar.


También sabía que la puerta de ese cuarto sólo se abría con llave y que por eso siempre se le dejaba un trozo de madera a la puerta para evitar que alguien quedase encerrado allí, aunque claro, el conserje siempre ocultaba una llave en el macetero, además que también había un timbre para los casos de emergencia. Sonrió nostálgico, allí solía estar casi todo el día, aunque tenía pocos meses de haber salido de su rutina, se sentía ciertamente ajeno al oculto lugar.


— ¿Ya viste lo qué tenías…?— no pudo terminar su pregunta porque al girarse, casi se infarta al toparse con la muchacha prácticamente encima suyo.


— ¿Le asusté? —Preguntó ella con una sonrisa gatuna.


—Y bastante. — Respondió agitado, alejándose en un par de zancadas — ¿N-nos vamos? —Intentó cambiar de tema mientras disimuladamente se acercaba a la puerta, ya no le gustaba en lo absoluto el comportamiento de la chica para con él.


—Sí, claro. —Respondió la chica, mientras lo tomaba de la mano y se lo llevaba; Jhon realmente no sabía qué estaba pasando, decir que estaba abrumado era poco.


[…]


Lerroy esperaba tranquilamente a que Jhon lo fuese a recoger, eran cerca de las nueve, así que podían irse juntos y hablar un poco en el camino; ciertamente necesitaba hablar con el moreno, de lo que fuese pero necesitaba hablar, hacer eso se había vuelto cómo un habito para liberar estrés, algo así cómo fumarse un cigarrillo.


El castaño jugó por unos momentos con los pliegues de su camisa mientras seguía esperando, hasta que escuchó el sonido tan característico de la camioneta de Jhon estacionándose a un lado de la carretera; inconscientemente el muchacho sonrió.


Sin pensárselo dos veces emprendió camino hacia la ya no tan destartalada camioneta, el muchacho debía admitir que el moreno le estaba poniendo empeño a reparar a ‘Daisy’; le había cambiado gran parte de la latonería oxidada, tenía vidrios y los faros funcionaban; y claro, lo más importante: Ya no dejaba a los pasajeros olorosos a gasolina o aceite quemado.


Abrió la puerta del copiloto sin preguntar y se topó con la horrida sorpresa de ver a una muchacha sentada al lado de Jhon, de su Jhon.


— ¿Y esta quién es? —Preguntó sin molestarse si quiera en disimular su rabia.


—Ella es mi nueva compañera, Katherine…—Y el tono fatigado del moreno le dio a entender al castaño que algo simplemente no andaba bien. Jhon estaría más que feliz en contarle a Lerroy sobre ella pero el hecho de que la muchacha lo había seguido durante todo el día, y lo miraba cómo un trozo de carne simplemente lo fatigaba, y esperaba que Lerroy no se molestara por no haberle avisado que la iba a traer.


Bueno, Jhon en un principio ni siquiera sabía que le iba a dar el aventón, ella simplemente lo guio hasta su camioneta y apenas la abrió, ella se montó en el copiloto.


—Llámame Kate para no ser tan formales. —Fue lo que dijo la castaña con tan radiante sonrisa.


— ¿Y te harás a un lado o qué? Necesito montarme también —Contestó Lerroy  mientras la empujaba para que se acomodara  y él se pudiese montar en la camioneta.


[…]


— ¡Adiós, Jhonny! ¡Nos vemos mañana~! —Se despedía Kate con tono meloso mientras se bajaba en un condominio que contrastaba totalmente con la forma de vida a la que tanto Jhon cómo Lerroy estaban acostumbrados a tener.


— ¿Y yo qué? ¿Soy un mantel acaso? —cuestionó el castaño mientras parecía derramar veneno por los poros— ¡¿Quién carajos se cree?! —Chilló apenas la camioneta empezó a avanzar nuevamente.


Jhon simplemente suspiró, sin saber realmente qué hacer, sólo se sentía aliviado de ya no sentir la mirada de la chica encima suyo todo el tiempo.


— ¿Sabes? —preguntó el moreno luego de unos momentos de silencio—. Algún día viviremos así de bien. —ese comentario por parte de su pareja logró que el castaño se calmase un poco y mirase con cierta confusión al moreno.


— ¿Tú crees?


—Sólo tenemos que ahorrar —respondió más tranquilo el más viejo—. No sabes cuánto te extrañé hoy, siempre recuerdo tus consejos cuando trabajo y creo que necesito uno nuevo para lidiar con ella.


—Tírala por las escaleras apenas se descuide. — Susurró el muchacho en tono de broma mientras sentía sus mejillas arder, aunque odiara admitirlo; Lerroy adoraba los momentos de cursilería que Jhon le daba, y cómo aparentemente el moreno no tenía filtro para  esas cosas, era casi todo el tiempo que tenían esos momentos entre ellos.


El moreno simplemente rio ante lo que el castaño había dicho, en serio sentía que ambos se complementaban de cierta forma; quizá era demasiado decir tal cosa pero así lo sentía.

Notas finales:

Muchas gracias por leer <3


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