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El fin de semana perfecto

 

Ese día tan ansiado por los dos menores por fin había llegado. El sol incluso resplandeció para el amanecer más brillante y cálido que cualquier otro día. Si bien, pronto tendrían su tan esperada reunión de todo un fin de semana juntos los dos, sin nadie más, por lo tanto, la mañana de ambos estaba siendo ligeramente agitada por tantos preparativos que tenían pendiente.

En la casa de los Rivera, el joven músico preparaba sus cosas antes de marcharse. Asegurándose de que nada le hiciera falta.

- Veamos, tres calzones, dos camisas, dos pantalones, pasta de dientes, pijama, dos calcetines... mmm ¿Que me hará falta? - Se autocuestionaba así mismo viendo fijamente su mochila lo suficientemente grande para pasar varios días en casa ajena.

- ¿Jabón?... ¿Shampoo? No, quizá Hiro me preste... o... - Seguía dudoso, colocándose una mano en el mentón. - ¿Perfume? ...- Pasó rápidamente en su cabeza. Si bien, él no estaba acostumbrado a usarlo pero en su cabeza rondaba un ligero pensamiento de que quizá y solo quizá pasara algo fuera de lo "normal" y que por lo tanto, tenía que oler bien para esa ocasión, ¿o no?.

Terminó metiendo una pequeña colonia que le había regalado una de sus tías cuando cumplió los doce años diciendole algo así como: "A esa edad ya comienza a apestarte la ardilla, por eso te lo doy". El de tez tostada solo rio al recordar tal hecho. Cuando decidió que todo estaba preparado y listo para irse, su adorada y querida mamá Elena apareció interceptándolo casi al llegar a la puerta principal.

-¿A donde crees que vas jovencito? - Indagó la mayor, mirándo con aire sospechoso a su pequeño nieto. Este solo volteó a verla con una expreción de inocencia, como si buscara compasión a travez de sus ojos.

-A-Abuelita...Pss... me voy con mi amigo...Hiro... jaja...- Mostrándose un tanto nervioso por lo que le diría su antecesora. ¿Es que acaso no lo recordaba?¡llevaba dos días repitiendoselo a toda la familia!

-Pero ¿No ves la hora? ¿Acaso te pensabas ir sin desayunar o que? - Haciendo un ademán con su mano, señalando la comida que ya estaba servida en la mesa mientras que todos comenzaban a sentarse. Miguel solo tragó seco y quiso escaparse lo más pronto posible, porque si, iba tarde como toda buena costumbre.

- Esta bién abuelita, voy a comer con mi amigo, no es necesario que desayune - Contestó con amabilidad, esperando que le comprendiera aunque sea un poquito.

-¡Oh claro que no Migue! No te vas de aquí hasta que te termines tu desayuno, vamonos...- tomó la mano del mencionado con una ligera fuerza y lo llevó hasta sentarlo donde normalmente lo hacía. - Y te me terminas todo, como es eso de salirte así no más sin ni una lechita caliente en la panza...no, no ,no , solo mal acostumbrarás a tu cuerpo - Expresó la de mayor edad.

Y así siguió reprochando al pequeño Rivera por un largo tiempo, en lo que se terminaba su comida. Pero internamente Miguel estaba preocupado por tardarse más de lo estimado en su plan para pasar tiempo juntos.

Al mismo tiempo del otro lado del pueblo donde vivían, se encontraba el pequeño departamento de los Hamada. La tutora de la familia daba vueltas por aquí y por allá para terminar sus preparativos, debía viajar hasta la capital del país donde se hospedaban actualmente por lo que no tenía mucho tiempo por perder. Finalmente, ya cuando decidió que estaba todo listo, se paró debajo de la puerta de su recinto y esperó a que su querido sobrino le prestara la atención que necesitaba para dar unas cuantas indicaciones.

- Ok muchacho, te dejo las llaves del departamento y del edificio, en el refrigerador hay suficiente comida ya preparada o para preparar. Te dejé dinero en el mueble del pasillo, dentro del frasco de porcelana de la abuela y... por último - expresó tomando un poco de aire - Quiero que te cuides mucho ¿entendido? .... - Sonrió para su familiar y le extendió sus brazos para recibir una abrazo de este. El azabache correspondió el gesto, diciéndole al oído de que no se preocupara y que todo estaría bien.

- Puedo cuidarme solo tía, ya soy un "niño grande" - Comentó el pequeño genio al soltarse del abrazo. Su tía solo rió ligeramente y negó con la cabeza. Para ella siempre sería su pequeño y dulce Hiro.

Después de una última despedida, la mayor se marchó, con el estómago hecho un revoltijo por la preocupación. "Todo estará bien " Se dijo así misma, " Además no estará solo, Miguel estará ahí para cuidarlo". Pensaba al recordar en su memoria lo tan amigable y responsable que era el amigo de menor edad de su sobrino.

Si bien, el como se conocieron estos dos es una larga historia, un tanto curiosa e inimaginable, prácticamente fue el destino haciendo de las suyas, por ello tanto sentimiento de cariño al recordar como es que ambos se habían hallado en sus caminos. ¿Qué sucedió?

Hiro había terminado a los trece su nivel bachillerato, había sido todo un tema para hablar en su escuela por lo que decidieron seleccionarlo para mandarlo a un intercambio intercultural a otro país. Fue así como de San Fransokyo llegó a México. Su "misión" como estudiante de intercambio era apoyar un proyecto de investigación de robótica que se gestionaba en una Universidad que se encontraba en una ciudad cercana a Santa Cecilia. La distancia no era mucha, se podía llegar tomando un camión y se tardaba aproximadamente una hora de camino. Si Hiro hacía su proyecto de intercambio iba a poder tener un pase directo a una de las mejores universidades de San Fransokyo. Tal idea le emocionaba en demasía pero ¿porqué su tía estaba con él? Pues bien, después del triste acontecimiento del fallecimiento del hermano mayor de los Hamada la tía Cass no quiso dejar a su sobrino solo en un país que no conocía por lo que decidió acompañarlo hasta incluso comprar su propio departamento en dicho pueblo, que era donde estaban las viviendas a un precio económico.

Miguel y Hiro se encontraron cuando el de origen mexicano iba a una escuela cerca de dicha universidad para estudiar apropiadamente música. No era lo mejor, pero estaba recibiendo ayuda y apoyo de toda su familia (que ya aceptaban que el pequeño tenía futuro y que merecía hacer lo que más amaba) Por lo que los encuentros entre ambos fueron dándose por casualidad, de forma momentánea, como una especie de conexión que ni ellos se lograban explicar.

El asiático sonrió para si al pensar en tales recuerdos, es decir, en el inicio de su hermosa relación tanto de amigos como de pareja. Nunca pensó que se iba a cautivar tanto por la vida de Santa Cecilia y por el moreno, que iba a preferir quedarse a vivir ahí por mucho más tiempo de lo planeado, mucho, mucho tiempo.

El timbre sonó y en un acto casi por inercia, el de ascendencia japonesa se peinó sus revoltosos cabellos, alistándose para verse lo mejor presentable ante su querido novio. Abrió la puerta y se quedó pasmado unos momentos.

-B... Buenas - Dijo un poco quedo el joven Rivera, mirando de abajo hacia arriba al mayor.

- Que tal... - Se tensó un poco, podía sentir el sudor en sus manos "Vamos Hiro, ya ha venido aquí antes no te comportes como un tonto".

-Bueno pues... ¿puedo pasar? O... - Cuestionó Miguel al momento en que se inclinaba a la izquierda para ver el interior del departamento y presionando al otro para que le abriera el paso.

-Ah si, claro... - reaccionó de inmediato.

El mayor se hizo a un lado y permitió que el menor se acomodara y que se sintiera como en su casa. Se quedaron un momento en el pasillo, observándose muy poco a la cara, estaban avergonzados por tener tanto espacio para ellos solos pero a la vez, se sentían muy felices. Miguel subió su mirada y comenzó a reír un poco. Esto se le hizo sumamente extraño al otro.

-...¿Qué sucede? ...- Preguntó un poco ajeno a la situación. Y entonces el pequeño de tez morena le abrazó con fuerza, aun con la mochila puesta en su espalda. Forzó el abrazo casi para demostrarle al otro lo tan contento que estaba de pasar todo un fin de semana con él. El más alto se sonrojo al instante, Miguel siempre hacía cosas inesperadas que le dejaban sin aliento.

Sin más correspondió el abrazo, acariciando los cabellos azabache del menor y acercándolo más a su cuerpo, como si quisiera volverse uno solo con el otro. Pasando unos cuando segundos, se alejaron entre sí y se miraron con los ojos de ambos centrándose en el otro.

- ...¿Entonces, me ensañarás tu habitación? - Comentó el cantante para romper el momento de "encantamiento" en el que ambos habían caído.

- Claro, Mr Rivera - Dijo con una pequeña tonada juguetona el chico genio, dándole su ante brazo para que el otro se sujetara de ahí y poder dirigirlo en la habitación donde se hospedaría en dos noches.

Después de explicarle un poco las "reglas de juego" que era básicamente que podían hacer, donde se encontraba el baño, la cocina, la comida, las sábanas, y todo lo que uno necesita saber cuando va a quedarse a dormir en otra casa que no es la propia, pudieron moverse a la cocina. En ella ya había un tazón enorme lleno de Hotcakes que Hiro se había encargado de preparar antes de que el menor llegara. Cuando el músico presenció toda esa comida sus ojos le brillaron, provocando que viera al mayor, quien, se encontraba poniendo los platos y sacando un jugo de naranja natural.

- ¿Que no vas a comer? - le cuestionó el pequeño Hamada.

- ¡Claro! Se ve delicioso... - Pero se detuvo al pensar en la escena de esa misma mañana - Aunque... bueno yo ya desayuné - Comentó casi inaudible. El otro chico de cabellos negros cambió su cara repentinamente, una cara de desaprobación.

-¿Porqué desayunaste? ¡Quedamos en que te iba a preparar el desayuno! - Le reclamó ofendido al tiempo en que aventaba un trapo con el que había limpiado la mesa segundos antes.

- ¡Fue culpa de mi abuelita! Ella siempre me obliga a desayunar antes de salir... o hacer cualquier cosa... - Se encogió de hombros, no le gustaba hacer enojar a Hiro y tampoco, soportaba a Hiro hacer berrinches, como ese.

- Osea que todo mi esfuerzo ha sido en balde, gracias. - Pronunció cruzándose de brazos, sin embargo como él sí tenía hambre, no dudó en servirse cuatro hotcakes antes de seguir discutiendo.

- Claro que no, es lindo... Además no me llené porque sabía que me ibas a preparar algo... - Explicó tomando un par de estos panqueques.

- Tsk... - refunfuñó - Esta bien, solo porque hice demasiados pero para la otra que yo te haga el desayuno asegúrate de no comer algo antes - le señaló con uno tenedor que sujetaba en su mano derecha.

Miguel solo rió ante lo dicho, le sorprendía lo explosivo que podía ser su niño genio. Además parecía como si en vez de pareja fuera su hijo o hermano menor, le daba esa impresión, quizá era la diferencia edad la que le permitía tener tal idea.

- ¿Soy "la niña de tus ojos"? - Señaló el mexicano para molestar a su acompañante.

- ¿La qué de mis que? - Volteó a verlo.

- La niña de tus ojos... Es una forma de decir que me cuidas mucho como si fuera lo más preciado para ti... jaja - Siguiendo con su burla. Hiro solo se encontraba desentendido y con el ceño ligeramente fruncido.

- Por supuesto bobo... Es... Es porque te quiero. - Tras esto dicho, ambos muchachos se dispusieron a terminar su desayuno.

Después de pasar las doce de la tarde, ambos niños se concentraron en jugar videojuegos, ver una película de ciencia ficción ( a elección de Hiro) cenaron algo que la tía Cass les había dejado en el refrigerador, era una especie de burritos muy fáciles de preparar. Obviamente Hiro fue quien tomó la iniciativa para cocinar, no quería que el otro se lastimara a lo que Miguel solo reaccionó rodando los ojos y suspirando. ¿Cómo decirle al americano-japonés que él ya sabía lo que era estar en una cocina?. Pero esta bien, le hacía feliz verlo tan concentrado en darle la mejor experiencia de su vida. Según a sus ojos.

Llegó la noche como un suspiro.

Se encontraban más que nerviosos por saber que compartirían la misma cama. De echo, ya lo habían hecho cuando solo eran amigos pero esta vez, era diferente.

- Hoy si que fue divertido - dijo en voz alta el menor, acomodando sus cosas para poder dormirse como se debía.

- ¿En serio te gustó? Es decir, no hicimos mucho... - Respondió el otro rascándose la nuca.

- No importa, siempre que estoy contigo me divierto mucho... - Dijo el moreno mostrando una hermosa y gran sonrisa. Era tan linda que el mayor sintió sus mejillas arder un poco. Estaba acomodando la cama, lista para que ambos pudiera descansar. - Iré al baño, ya regreso... - Comentó para salir de la sonrisa hipnótica del menor.

Después de salir de la habitación, Miguel se encontraba abrazando una almohada. Su corazón latía más de lo que hacía cuando se confesaron. No sabía bien como debía comportarse. Nunca había tenido un novio antes, para empezar, ni si quiera había tenido un interés amoroso antes. Esos pensamientos lo dejaron embobado un largo rato viendo hacia la nada, cuando logró divisar sobre una mesita a la que le dedicaba una mirada vacía, una pequeña nota. Ante su curiosidad se levantó y la leyó con cuidado. Era una especie de lista, un itinerario, si, eso era.

Comenzó a leer punto con punto, la nota estaba bien planificada, tanto que le asustó y fue cuando decidió voltearla para ver la parte de atrás, que de echo era el inicio de la misma y de título venía un "El fin de semana perfecto". El mexicano se sorprendió, quiere decir que su querido genio de seguro estuvo planeando absolutamente todo y en efecto, así era.

9:00 am - Tía Cass se va del dep.

9: 30 am - Llega Miguel

10:00 am - Desayuno

11:00 am - Jugar

12:00 pm - Ver "El gigante de acero"

3:00 pm - Comida

Y así continuaba la lista por día. Leyó la del sábado y le llamó en particular algo en especial

3:00 pm - Comida

5:00 pm - Ver una película a elección de Miguel

7:00 pm - Jugar juegos de mesa

10:00 pm - Hacer "eso"

- "Eso"... - El pequeño mexicano rió por el como había escrito tal acto y no solo eso, también por tenerlo en cuenta en sus planes. A veces el mayor era muy tierno a su manera e inocente. Lo último lo hizo pensar un poco. ¿Hiro sería realmente inocente? Es decir, no es como si supiera que ve cosas para adultos o algo así pero...

- Miguel, ¿Quieres que te lleve agua? - Escuchó la voz del otro acercándose, al parecer había terminado de ir al baño. Volvió a dejar la nota donde la encontró y regresó a donde se había quedado antes de que se fuera.

- ¡No, gracias Hiro! - Gritó para que le escuchara.

Acto seguido entró el mencionado, dejó una botella de agua en una mesa de noche y se sentó en la cama. Eran ya casi las once de la noche. Habían pasado bastante tiempo platicando y viendo cosas en internet, la televisión, y cosas por el estilo. Era hora de dormir por lo que el mayor llamó al otro.

- Hey, ya debemos acostarnos... -

- Esta bien, pero realmente no quisiera dormirme... - Reprochó el menor con la almohada aun entre sus brazos.

- Si no dormimos mañana no podremos levantarnos temprano - Insistió.

- Suenas como mi mamá jaja, no, no quiero dormir - Desafió el pequeño.

- Oh, no es de que quieras Miguel, es de que tienes que dormir -

- Y si no quiero ¿que me vas a hacer? - Le miró con burla.

- Así que me vas a desafiar... Pues si no te metes a la cama vas a tener que sufrir las consecuencias. - Le señaló con un dedo índice al tiempo en que lo miraba algo pícaro.

- Estoy dispuesto ... - Se cruzó de brazos y se quedó de pie en la habitación.

Hiro no dudó en tomar una almohada cercana a él para lanzarla al músico. Le dio justo en la cara, algo que hizo que el mayor comenzara a reirse de burla al ver la cara sorprendida que puso el otro. Miguel, ante el acto sujetó la almohada que ya había tenido anteriormente entre sus manos y la lanzó de igual manera a su compañero de cama.

De inmediato comenzaron a lanzarse almohadas por todos lados. La habitación de Hiro no era muy grande, le era suficiente para tener su cama, su mesa de noche, su restirador, un escritorio de computadora, la televisión, un pequeño armario y unas cajas llenas de cosas de robótica.

También tenía en unas tablas que estaban sujetas a la pared unos muñecos que daban la apariencia de robots. De ahí en fuera, tenía bastante espacio para él solo y más para dos personas que estaban teniendo una competencia de almohadas.

- ¡Jamás me detendrás! - Gritaba uno de ellos, golpeándose con fuera pero sin lastimarse para ver quien caía primero ante tal guerrilla. En un punto del juego, llegaron a la conclusión de que quien se cayera de la cama perdería. Así que ambos luchando cuerpo con cuerpo, con su gran y sofisticada arma de plumas se afianzaban a la cama, la cual ya estaba totalmente destendida por el juego de ambos.

Miguel golpeaba a Hiro, el otro igual, se empujaban, jaloneaban, aventaban, en fin, seguían siendo niños después de todo, un acto que al mayor se le hacía extraño experimentar dado a su coeficiente intelectual que no le permitía convivir con los demás niños como su propia naturaleza le exigía.

Esta pequeña guerra de dos chicos llegó a su fin cuando entre tanto movimiento, el menor de ellos que solo portaba una camisa de tirantes cayó cuerpo completo sobre la cama, quedando entre el colchón y jalando con él el cuerpo del joven Hamada.

Hiro se hallaba encima de este, sudando por en cansancio y ahora por los nervios. Se miraron atentamente, el mexicano le dedicó una tierna mirada, una inocente y cálida mirada. El chico genio se perdió ante sus ojos color marrón y fue así como por inercia, movió una de sus manos para aferrarse a la del menor.

La distancia entre ambos era bastante corta, podían sentir el aliento del otro.

- Creo que ya me atrapaste...- Dijo el de tez tostada con suma ternura.

Hiro tragó ante tanta adrenalina. No estaba seguro de lo que hacía pero solo sabía una cosa: Quería en ese momento probar los delicados y hermosos labios morenos de su pequeño Miguel. su cuerpo reaccionó solo y ambos se unieron en un tierno y dulce beso. Fue lento y algo torpe al inicio, comenzaban a jugar con sus lenguas y el mayor de los dos pasaba su brazo por encima de la cabeza del que estaba abajo para acariciar sus cabellos.

Siguieron así por un buen rato, dando pequeñas pausas, sacando unos ligeros suspiros. Todo era perfecto en ese momento. Sin embargo, también estaban bastante cansados, por lo que se separaron y decidieron que ya era bastante tarde por lo que era mejor descansar.

Se acobijaron ambos, mirándose de frente, estaban de lado, no podían dejar de mirarse a los ojos, sentían tantas cosas en esos momentos. El azabache menor tenía su mano libre cerca de su almohada. Antes de dormir el de mayor estatura movió su mano para poder tomar la del otro.  Forjando un agarre entre ambos, enlazando sus manos.

Hubo mucho tiempo en el que ambos no podían dormir, solo se encontraba la oscuridad absoluta y dos chicos en el departamento. Se cuestionaban si era momento o no de empezar ese tipo de cosas. Sin embargo Miguel aun no estaba listo y Hiro tampoco. Todo esto era tan nuevo para ellos que no podían simplemente hacerlo y ya. Tenía que llevar su tiempo. O al menos eso pensaban de forma aislaba.

Miguel temía arruinarlo ya que se sentía torpe de naturaleza con ese tipo de cosas, era bueno expresando su amor con palabras pero no necesariamente lo era con las acciones. Y Hiro, estaba más al pendiente de si cualquier movimiento haría sentir incómodo o enojar al mexicano.

Todo eso mantenía ocupadas sus mentes, y eso era porque también recordaron que cuando dieron su primer beso fue desastroso, bastante desastroso.

El moreno fue quien rompió el silencio primero.

- H-Hiro... Oye, ¿Sigues despierto? - Miro a como podía al otro a pesar de la oscuridad.

- S-Si... ¿Que ocurre? - Inclinó un poco su cabeza.

- ¿Tu porqué quieres hacer, bueno, tener... sexo conmigo? - Que bueno que no había luz porque en ese momento tenía su piel totalmente roja de la pena.

- ... Quisiera saber porque siempre encuentras palabras adecuadas para avergonzarme - Expresó el mayor que también se encontraba rojo como tomate.

- Es decir, se que nos gustamos pero... ¿Porqué tenemos este mismo sentimiento por el otro?...- Suspiró al tiempo en que apretaba la mano que sujetaba con el mayor - Porque yo... hace mucho soñé algo raro, estábamos tu y yo... sin ropa, curiosamente te veías mucho más blanco en mi sueño, no se porque. - Continuó describiendo tal anécdota- Y nos acariciábamos mucho, habían muchos besos y otro tipo de cosas. Una vez escuché a mi maestro de biología decir que ese tipo de sueños se tenían cuando entraban las personas a la pubertad-adolescencia. Yo... No te quería decir porque pensé que ibas a sentir que era desagradable... Es decir, me da mucho asco verlo en la televisión pero contigo... se sentía diferente... - Soltó la mano ajena para hacerse bolita como podía en su propio espacio de la cama.

Al pequeño músico le provocaba mucha inseguridad decir tal cosa, pero sentía que era el momento, pensaba que era un pervertido y que quizá si el otro se enteraba de ello no lo vería de la misma forma, pero era un niño y por lo tanto un hombrecito, así que tenía todo el derecho de sentirse así, ¿no?.

EL mayor cuando sintió que la mano ajena ya no le sujetaba intentó mirarlo entre las sombras, puso su mano sobre la cabeza ajena y comenzó a acariciar sus cabellos como lo había hecho hace rato.

- Quiero... hacer ese tipo de cosas contigo porque... El solo pensar en ti y en mi en tal acto me... me vuelve loco...- Mencionó con la voz un poco ronca.

- Jajaja, ¿un poco loco? - dijo sonriendo el pequeño Rivera.

- Si, algo así ...- Se pegó más al cuerpo ajeno para sujetarlo entre sus brazos. - Porque quiero tener una conexión contigo y he escuchado que cuando haces eso con la persona que amas se siente muy bien... No se, además no has sido el único con ese tipo de sueños, yo también los he tenido pero no quería decirte porque... temía que me miraras raro y creyeras que era un pervertido.

Miguel miró con ternura al mayor. Al fin y al cabo pensaban en lo mismo.

- Eres un tonto...- Le dijo sin más. Lo que provocó que el mayor se ofendiera.

- ¿Porqué lo dices mocoso? -

-¡Oye! Tu también eres un mocoso - Le picó la mejilla para regañarlo - Bueno, entonces... Yo te conté mi sueño, ¿tu me contarás el tuyo? - Pregunto curioso.

-¿Qué? Claro que no, no te lo voy a contar, era muy explícito. - Dijo algo molesto y volviendo a su color rojizo.

- Quiero saber como soñabas conmigo, andaaaa - Ahora él hacia una pequeña escena de berrinche.

- No, era muy explícito - dijo frunciendo el ceño sonrojado, esquivando la mirada.

- ¿Ah? Hiro Hamada, te exijo a que me digas que soñaste conmigo -

- Será mañana, ahora ...- bostezó ligeramente - ...Quiero dormir ...- El menor le imitó. Había sido un día un tanto largo.

- ¡Pos va! Pero no se te olvide ... mañana me contarás todos los detalles...- Dijo para comenzar a cerrar sus ojos, aun se encontraba en el abrazo del mayor, el cual le proporcionaba el suficiente calor para abrigarse.

- No se me olvida, a lo mejor, te lo muestro gráficamente...- Diciendo esto último y casi inaudible para el menor, aproximo sus labios y besó la frente del pequeño músico - Descansa... Miguel...-

Y en un solo acto, ambos cayeron ante un sueño profundo, abrazados, esa noche no solo durmieron muy bien uno al lado del otro, también se podían escuchar a sincronía los latidos de su corazón.

-°.°-

¡ Ahhhhhh! Perdón si me tardo en escribir, esto de los fics no es lo mio jaja. Pero, entre Lunes y Martes tendrán la actualización.

Repito: Al inicio iba a ser un one-shot pero lo voy a dividir en 3 episodios. Eso espero jaja. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

Me alegra saber que les ha gustado y que esperan que continué. En serio muchas gracias, lo valoro muchísimo. <3 Y también gracias a quienes han leído esta pequeña historia aunque no dejen comentarios(?)

Y no se preocupen, tendrán lo que buscan el siguiente capítulo *wink*, realmente la intención es que fueran al grano desde el primer cap con respecto al hard, pero sinceramente so­n tan lindos que no puedo contener escribir una historia de trasfondo para esto. (Pero les advierto que son menores de edad así que son inexpertos y medio bobos pero ya lo leerán después jaja). Así que espero que lo disfruten.

Perdonen las faltas de ortografía y redacción, ahora si no le di una leida para saber que tal había quedado. Pero en fin. Cualquier cosa aquí estaré, gracias y nos vemos hasta la próxima.

 


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