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10 Razones para Salir - YoonMin por SrMomo

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Capítulo 17: Avances.

 

Ese día era domingo.

NamJoon y SeokJin estaban emocionados por poder salir con Jimin después de mucho tiempo; desde temprano habían hecho planes de sus destinos y todo lo que podían llevar —como si se tratara de un largo viaje—, sin embargo, el chico parecía algo inquieto a pesar de que se había emocionado también.

—¿Podemos ir con YoonGi hyung?

Los dos mayores se miraron un par de segundos antes de volver a ver al más bajo, quien parecía rogarles con la mirada para que le permitieran la compañía del mencionado; como si fuera un niño pidiéndole a sus padres su consentimiento para llevar consigo a su amigo.

—¿Ya le has preguntado si puede venir? —Jimin asintió ante la pregunta de NamJoon, afirmando justo lo que había hecho esa misma mañana luego de organizar su habitación junto a SeokJin.

Ciertamente, el susodicho le reprochó varias veces por las malas costumbres que aún tenía; como tirar su ropa o mantener las sábanas desordenadas todo el día. Pero, ¿Cómo podía culpar al Jimin deprimido antes de salir de su cuarto e, incluso, después de hacerlo?

SeokJin entendió cuando el menor no quiso ni siquiera tocar un par de cajas de habían guardadas en lo más recóndito de la habitación. Y cuando Jimin se retiró al baño, aprovechó para revisarla, alimentando así su curiosidad.

Ciertamente, no quiso comentar sobre lo que vio allí: Fotos de la madre del menor, así como recuerdos y demás pertenencias que sacaron de la casa en la que vivía con ella. Entre los objetos también encontró unos libros, no supo con exactitud de qué eran o la cantidad de ellos, pero volvió —un poco consternado y el corazón encogido— a la habitación para seguir limpiándola. Esperó a que el chico saliera de la habitación con continuar con normalidad, como si nada hubiese pasado, como si la culpa de haber revisado algo así no lo consumiera. Aunque no tuviera razón para sentirse de esa manera, puesto que conocía a Jimin y estaba seguro de que no le molestaría que revisara aquello, se sintió un poco mal.

—YoonGi hyung dijo que podía reunirse con nosotros más tarde, ahora no puede debido a su trabajo.—Explicó moviendo ansiosamente sus manos, NamJoon y SeokJin dirigiéndose otra corta mirada.

—Hubiese estado bien si nos acompañaba desde antes, pero qué se hace… —lamentó SeokJin suavemente, torciendo sus labios al ver la sonrisa inconforme del menor de los tres—. Pero no te desanimes, nos divertiremos de igual manera —animó volviendo a ajustar su cinturón de seguridad.

Los tres se encontraban en el auto: NamJoon al volante, SeokJin en el asiento de copiloto y Jimin atrás. El moreno hizo girar las llaves, encendiendo el coche, y Jimin suspiró cuando empezaron a moverse sobre el pavimento.

Se sentía familiar y, a su vez, existía la sensación de que faltaba una pieza fundamental.

Mas ignoró sus pensamientos por un rato, entreteniéndose con las conversaciones animadas que tenía la pareja frente a él, así como cortas peleas tontas sobre preguntar una dirección o no.

Llegaron a su primera parada: era un evento organizado por la compañía a la cual trabajaba NamJoon. Se trataba de una exposición de espacios verdes en un hermoso y bien decorado invernadero, el cristal inmaculado brillaba bajo la luz del sol y protegía las plantas que había dentro ante los potentes rayos. Jimin abrió y cerró la boca varias veces ante la impresión, pues nunca había visto decoraciones de arbustos y enredaderas tan elaboradas como las veía allí.

La impresión duró poco porque al poco tiempo de haber llegado —dígase una media hora—, NamJoon los guió de nuevo al carro para irse de allí, como si no fuera uno de los anfitriones de aquel costoso evento.

NamJoon era un renombrado jardinero bastante concurrido por personas de alto nombre, sus trabajos eran siempre bien recibidos y reconocidos por los críticos. Aquel evento se suponía que era importante, pues era una oportunidad para entablar negocios y mover algunas piezas para alguna promoción. Pero NamJoon sólo entró, saludó brevemente y después salió; dejando a todos los demás ansiosos.

—Deberías asistir más a esos eventos, NamJoon —SeokJin reprochó—. Hay personas que van para conocerte, he oído a algunos hombres hablar de que te contratarían en cuanto te vieran —se cruzó de brazos, insatisfecho ante el poco ánimo de Namjoon por asistir a esas conmemoraciones—. Es una buena oportunidad para avanzar más en tu carrera y la desaprovechas.

—Estoy bastante bien en mi puesto, Jinnie —NamJoon encendió la radio, colocando un jazz en volumen bajo antes de avanzar después de que el semáforo indicara el color verde—. Me pagan bien, soy reconocido y no trabajo demasiadas horas.

—¿Todo el día te parecen pocas horas?

NamJoon frunció el ceño, incrédulo—: Primero me dices que debería trabajar más y luego que trabajo mucho —suspiró, enfocado aún en la carretera a pesar de que SeokJin girara a verle fulminantemente—. ¿No te parece un asunto temperamental?

—Asistir a eventos no es trabajar, NamJoon —corrigió—. Deberías traerme más a estos sitios, hay platillos deliciosos que quisiera probar, y cuando estoy a punto de devorar toda la mesa vienes y me sacas de la fiesta.

—Ya, se trata de comer la comida de ricachones, ¿no? —Sonrió con sinceridad, riendo suavemente ante lo normal que sonaba eso sobre SeokJin. El mayor, quizás, pensaba mucho con el estómago.

Jimin miraba en silencio a los dos mayores discutir, una sonrisa suave alumbrando su rostro ante los comentarios que se lanzaban; unos más locos y característicos que otros.

Su siguiente parada fue el verdadero destino; Jimin se sorprendió al darse cuenta de que no le habían dicho en ningún momento a qué lugar irían, y mucho menos lo preguntó.

Pero se percató tarde porque frente a él tenía la respuesta: era una playa hermosa, estaba siendo animada por algunas personas —realmente pocas— y tenía pequeños techos que ofrecían sombra a los visitantes.

Jimin no pudo sentir la arena debido a los zapatos que llevaba puestos; pero sabía que si no los tuviera, estaría recibiendo una ola de calor realmente fuerte por los fuertes rayos del sol.Los tres fueron a los vestidores para cambiarse la ropa de vestir y colocarse una más cómoda y casual, Jimin se preguntó en qué momento SeokJin había guardado ropa para él.

—No creí que vendríamos a un lugar así —murmuró viendo el mar a lo lejos, casi hablando consigo mismo— ¿Siquiera trajiste traje de baño, hyung? —Arqueó una ceja a su mayor, quien se encogió de hombros ante la pregunta. NamJoon estaba a unos metros asegurando el auto, mientras ellos caminaban a una de las casillas cercanas luego de reservar.

—NamJoon y yo solíamos venir mucho aquí a platicar cuando recién estábamos empezando a salir, pocas veces íbamos a sumergirnos en el agua —se encogió de hombros ante la mirada escéptica del menor junto a él, acomodando sus lentes de sol y terminando de llegar a la sombra—. Es la costumbre.

—¿Esperaremos aquí a YoonGi hyung? —Preguntó sentándose en una de las sillas, su mirada entrecerrada por el brillo de la arena al ser tocada por el sol. SeokJin comenzó a mover sus dedos sobre la mesa entre ellos.

—Quizás —alzó las cejas—. Realmente no es fanático de la playa, nunca lo ha sido y por eso es tan pálido —Jimin bajó la mirada, pensativo. SeokJin sonrió suavemente—. Pero si se resiste, lo convenceré.

La verdadera razón para ir a la playa —según SeokJin— era darle un poco de vida al rostro de Jimin, ya que se le veía algo apagado y pálido enfermizo. No podía negar, sin embargo, que incluso así su dongsaeng era un chico adorable.

Mantuvo una sonrisa nostálgica al recordar al Jimin de atrás; ese que tenía las mejillas tan abultadas que, cuando sonreía, sus ojos desaparecían convirtiéndose en finas líneas. Ese que siempre tenía los labios rosados sin necesidad de algún bálsamo, ese que solía quejarse de sus supuestos kilitos demás.

Jimin siempre fue un chico bonito, y aunque hayan ocurrido muchas cosas desfavorables, seguía siéndolo.

En él aún se veía brillo en su sonrisa, podía ver su corazón puro a través de sus ojos y el infantilismo en algunas de sus acciones, aunque también hubiera crecido tanto en tan poco tiempo que se sorprendía todos los días al verlo actuar como un verdadero adulto.

Sin embargo, se sentía triste cada vez que veía al menor verse al espejo de una manera que conocía bastante bien.

Jimin estaba teniendo fuertes problemas de seguridad aunque aparentara lo contrario. Su mirada siempre oscurecía al ver su reflejo en cualquier espejo, cristal o incluso en el brillo de un plato. Su aspecto se veía deteriorado, sí, pero Jimin se veía a sí mismo como si fuera mil veces peor que sólo eso.

SeokJin quería regalarle vida al rostro del pequeño para que no pasara lo que él una vez pasó.

—¡Hyung! ¿Qué haces? —Jimin se quejó en cuanto sintió las grandes manos del mayor empañarle la cara con crema. SeokJin sonreía ladinamente mientras veía lo que él mismo llamaría obra de arte: el rostro de Jimin siendo untado con protector solar.

—Puedes ir a jugar en la arena, ve y revuélcate en ella como cuando eras un pequeño niño.

—Ya no soy un niño, hyung. —Se quejó quitándose con el dorso de la mano un poco de la crema que había sobrado en la punta de su nariz, viéndose adorable para SeokJin y NamJoon, quien acababa de llegar.

—NamJoon, anda a jugar con Jimin. —ordenó con voz dulzona, agarrando una pelota (ninguno de los otros dos supo de dónde la había sacado) y lanzándola lejos en la arena.

—¡No somos unos perros, hyung~! —Jimin se quejó en cuanto vio la pelota clavarse sobre la arena a pocos metros de distancia, mirando con indignación (en parte, fingida) al mayor de los tres quien se cruzó de brazos.

—Hagan ejercicio, les hará bien —SeokJin vio con atención el momento en que NamJoon se levantó de su silla y comenzó a ir en dirección del objeto—. ¿Jimin? —Miró con insistencia al menor, observando cómo este bufaba por lo bajo y se levantaba, siguiendo al moreno.

SeokJin vio a Jimin y NamJoon pasarse la pelota con pereza al principio, incluso con fastidio, pero conforme pasaba el tiempo se les veía más entretenidos jugando; NamJoon aprovechaba la baja estatura de Jimin para lanzar la pelota muy arriba, y disfrutaba riéndose cuando el menor saltaba y caía de vez en cuando.

NamJoon no se salvó de las burlas, puesto que Jimin aprovechó de usar la estatura a su favor igualmente, y le lanzaba la pelota a los pies: cosa que hacía tropezar al más alto.

—¡Hyung! —Jimin llamó a SeokJin desde la distancia, viendo al mayor relajado bebiendo una limonada que había pedido. SeokJin alzó una ceja y lo miró por sobre sus lentes de sol—. ¡Ven a jugar con nosotros! ¡Será más divertido de a tres!

—No voy a ensuciarme mis zapatos en la arena, son nuevos.

 

SeokJin se encontró minutos después junto a los dos menores, sobre la arena y bajo el sol. No supo cómo ni cuándo sucedió, sólo podía recordar unos ojos demasiado dulces pedirle que jugara, y de un momento a otro se encontraba allí, expuesto a los asesinos rayos del Dios Sol. Tampoco supo en qué segundo empezó a divertirse y reírse tanto con los otros dos. Reían sin parar por cosas tan tontas e insignificantes a tal punto que parecían —a ojos de los demás— un trío de tontos.

Cuando volvieron a la sombra uno de ellos estaba empapado con agua del mar; NamJoon y Jimin se pusieron de acuerdo para vacilar a SeokJin y terminaron echándolo al agua, recibiendo riñas a cambio de sus risas.

Claro, tampoco se salvaron. SeokJin se encargó de salpicarles el agua salada como acto de venganza, y aunque parecía muy enojado por la osadía de sus dongsaengs, lo cierto era que se había divertido demasiado, como desde hace tiempo no hacía.

Y lo mejor de todo, claro, era que Jimin había recuperado cierto brillo en sus ojos. También tenía el rostro colorado por el cansancio, pequeñas gotas de sudor resbalando por los costados de su rostro y una sonrisa iluminándolo.

SeokJin sonrió satisfecho por haber cumplido su objetivo; devolvió un poco de vida al rostro del menor, aunque fuera por un rato. Ahora sólo esperaba que Jimin notara la diferencia y se sintiera, aunque sea, un poco mejor con su apariencia.

—YoonGi ya llegó. —Anunció NamJoon, viendo su celular y levantando la vista para dirigirla a distintas direcciones, siendo seguido en el acto por los otros dos.

—¿Seguro? —SeokJin se colocó junto a su prometido, viendo por sobre el hombro del mismo la pantalla frente a ambos. Se fijó en el tiempo de haber sido recibido el mensaje—. Hace cinco minutos...

—¿No se habrá perdido? —Jimin se levantó de su silla para mirar mejor, y enfocó la vista cuando vio, muy a lo lejos, una figura bastante pálida, con cara de pocos amigos y de cabello negro como la noche; contrario a la vibra de un día como ese. Jimin apuntó con sus dedos la dirección y exclamó—: ¡Allá está!

Jimin mantuvo la mirada fija en YoonGi, no se dio cuenta de que NamJoon había marcado al número del azabache y ahora esperaba a que le contestase. Jimin vio el momento en que YoonGi recibió la llamada, y poco después se encontraron con sus miradas a la distancia.

Jimin juraba que vio una sonrisa alumbrar el rostro del mayor antes de que guardara su teléfono y alzara la mano en su dirección a modo de saludo. El menor hizo lo mismo, sonriendo porque YoonGi había llegado.

También se extrañó por ese cambio tan rústico de expresión en menos de un minuto: de una cara de desagrado por el ambiente a su alrededor a una de alegría completa en cuanto recibió la llamada y los ubicó con la mirada.

Y para cuando YoonGi estuvo a tan sólo unos diez metros de distancia, Jimin saltó de su silla para acercarse rápidamente.

—¡Hyung! —Correteó, aún hiperactivo—. ¡Gracias por venir! —Frenó justo frente al mayor, con las mejillas sonrosadas por el ejercicio anterior y una sonrisa avergonzada. YoonGi se enterneció ante lo que veía: Jimin irradiaba la energía y timidez de un niño justo en ese momento.

—Gracias por invitarme —alzó una mano hacia el cabello castaño del menor y lo revolvió, en un gesto cariñoso—. ¿Te has estado divirtiendo? —Comenzó a andar junto a Jimin los metros que restaban, vio al más bajo asentir suavemente.

—Estábamos jugando, pero acabamos tirando a SeokJin al agua y… bueno… parece que está molesto. —Comentó eso último, riendo ante el reciente recuerdo del mayor de todos dentro del agua; eso era algo digno de ver.

—Me hubiese gustado ver eso —rio suavemente, siendo contagiado por el otro—. Habría llegado más temprano, sin embargo no pensé que vendríamos a una playa.

—¿Ya te estás quejando, Min? —Regañó SeokJin al escucharlo, frunciendo exageradamente el ceño. Ambos habían terminado de llegar al lugar y se sentaron ante el par de ojos.

—Me gustaría, pero admito que me hacía falta tomar un poco de sol —arrugó su nariz, aún sin adaptarse al brillo de su alrededor, entrecerrando además sus ojos cuando miró hacia el mar. Sonrió al recordar lo que le había dicho Jimin poco antes—. ¿Tuviste un buen baño, hyung?

—¡Ugh! Estos niños… —dramatizó llevando una mano a su cabello húmedo, haciendo una mueca hacia Jimin y NamJoon—. ¿Saben lo que cuesta mantener el cabello perfecto?

El trío de chicos comenzó a reír mientras el mayor sólo sonreía, puesto que todo estaba saliendo bien por los momentos.

Jimin parecía más emocionado ante la llegada de YoonGi, y lo supuso: había algo entre ellos dos que aún no podía verse, pero estaba allí. No podría decir el qué, no estaba seguro, pero podía sentirlo.

El tiempo decidiría ponerles un camino.

Y bien, todo estaba saliendo bien ese día y se sintió más animado por ello. Ver a Jimin interactuar alegremente, como antes; y tener a YoonGi —su compañero de trabajo— uniéndose también, le llenó de esperanza.

Todo estaba yendo bien a excepción, claro, de su magnífico cabello.

***

El resto de la estancia en la playa pasó relativamente tranquilo, se mantuvieron ocupados charlando y comiendo aperitivos, entretenidos con las anécdotas que tenían que contar. Pero para cuando el atardecer calló y el nivel del mar aumentó, supieron que debían volver a casa.

Jimin se había sentado en la arena, a metros del agua, observando el atardecer. Hubo un punto en que comenzó a hacer dibujos en la arena seca con su dedo índice, haciendo figuras sin sentido y borrándolas con la palma de su mano; repitiendo el proceso una y otra vez.

—¿Jimin? —El castaño escuchó una voz detrás de él, sacándolo de sus vagos pensamientos y sobresaltándolo un poco ante la impresión. El aludido giró un poco hacia atrás, viendo el rostro tranquilo de YoonGi—. Es hora de irnos, NamJoon y SeokJin están listos.

—Ah —gimoteó un poco antes de levantarse, sacudiendo sus pantalones de la arena que se impregnó en su ropa. Mientras lo hacía, YoonGi se mantuvo en silencio, observándolo fijamente. Se sintió un poco nervioso y empezó a balbucear cosas sin sentido, evitó mirar al mayor mientras pretendía seguir limpiando su ropa; aunque ya no hubiera nada que limpiar—. Siento haberles hecho esperar, me entretuve mucho mirando el cielo y…

—Hey —YoonGi lo llamó con voz calma, su mirada siendo suave ante el comportamiento del menor—, ¿Por qué estabas llorando? —Jimin alzó la mirada al fin, perplejo; el pelinegro aprovechó para tocar ligeramente con sus dedos la humedad en las mejillas del más bajo.

Ciertamente, y aunque sonase poco creíble, Jimin no se había percatado de las lágrimas que resbalaron por sus mejillas. Había estado tan inmerso y sujeto a sus recuerdos, dudas y arrepentimientos que no se dio cuenta del momento en que empezó a llorar en silencio.

El menor llevó una de sus manos a su propio rostro, en el lado opuesto al que YoonGi tomaba, y se encargó de limpiar torpemente una lágrima que se había atrevido a escapar frente a los ojos preocupados de su hyung—: Sólo… —murmuró después de segundos, con la voz ahogada entre un suspiro—, me gustaría que ella hubiese visto el atardecer, uno como este, aunque fuera en el último día de su vida.

YoonGi no tardó en envolver al menor en sus brazos, como estaba permitido hacerlo, sintiendo el cuerpo del menor adaptarse rápidamente a la sensación conocida.

Jimin sintió el ya conocido dolor en su pecho, un sentimiento que le devoraba el corazón. Sin embargo el sentimiento duró poco, bastante a decir verdad; puesto que el sonido de las olas estrellarse de manera relativamente suave contra la arena y la calidez del sol, sumado a los brazos que lo protegían, le hicieron sentir más calmado. Más en paz.

A pesar de que se hubiera tranquilizado, se quedó entre el cuerpo del mayor: la sensación era reconfortante y misteriosamente satisfactoria para él, podía escuchar los latidos acompasados del contrario y oler el perfume que desprendía su ropa.

El maravilloso perfume que memorizó el mismo día que lo conoció.

Ambos volvieron al auto poco después. YoonGi había tomado la muñeca de Jimin, como en un soporte, y lo había guiado mientras éste trataba de limpiar el resto de humedad de su propia piel facial. SeokJin y NamJoon los esperaron en silencio, escuchando algo en la radio.

Sabían lo que había sucedido, los vieron y no quisieron molestar; por eso esperaron pacientes hasta que estuvieron dentro del auto, donde nadie quiso mencionar nada hasta que el mismo Jimin habló—: Mañana estudiaré con Jungkook en la tarde, después de la Universidad.

Allí plantearon una conversación sobre lo que haría cada uno al día siguiente: SeokJin iría al restaurante para confirmar su pronto regreso a la cocina —aunque su jefe, YoonGi, estuviese allí mismo hablando con él—, NamJoon y YoonGi sólo irían a trabajar y Jimin asistiría a la Universidad.

YoonGi se despidió de los chicos al momento en que lo dejaron en su casa. Jimin sintió lo mismo que sentía cada vez que se despedía del mayor: un triste vacío y sentido de extrañeza.

Pero, de hecho, ese sentimiento no duró demasiado porque recibió un mensaje algunas calles más tarde. Jimin sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón mientras SeokJin se quejaba porque el auto se había llenado de arena y tenían que limpiarlo; se percató de que en la bandeja de entrada habían dos mensajes más aparte del recién llegado.

El primero era de Taehyung, asegurando que el martes iría a quedarse en casa de SeokJin para pasar otra noche junto a él. El segundo se trataba de una invitación de Hoseok, quien le planteaba la posibilidad de llevarle unos pastelitos el jueves.

Ambas propuestas las aceptó con gusto, y luego se dirigió al último mensaje.

YoonGi hyung:
Me divertí mucho hoy, espero que mañana estudies
mucho y me llames si algo sucede, ¿Entendido?
5:56 p.m.

Jiminnie:
Sí, hyung~
¿Llegaste bien a casa?
5:58 p.m.

YoonGi hyung:
Prácticamente viste que llegué bien a casa, Jimin.
5:59 p.m.

Jiminnie:
¡Pudiste haber tropezado mientras nos íbamos!
Pudiste haber perdido tus llaves, tratado de entrar por
la ventana y ser atacado por un oso.
Quizás pudiste haber sido asesinado por tu gato.
Hay muchas posibilidades, hyung.
6:01 p.m.

YoonGi hyung:
Correcto, me has convencido.
Llegué bien a casa: no me caí por las escaleras y
mucho menos me abducieron los aliens.
Y tampoco tengo gatos.
6:03 p.m.

Jiminnie:
¿Tienes un perro, entonces?
6:03 p.m.

YoonGi hyung:
No, no tengo mascotas.
Me gustaría tener, pero supongo que será difícil
considerando las responsabilidades que tengo ahora.
6:04 p.m.

Jiminnie:
Ya veo…
De todas formas, me alegro de que hayas llegado
bien a casa.
6:05 p.m.

YoonGi hyung:
Gracias, Jimin.
¿Ustedes ya lo hicieron o aún van de camino?
6:06 p.m.

Jiminnie:
Vamos en camino.
Aunque hace un momento, hemos aparcado en un
lugar de comida rápida.
Creo que comprarán una pizza, no les he prestado
mucha atención.
6:07 p.m.

YoonGi hyung:
Creo que haré lo mismo; no tengo ganas de pisar la
cocina ahora mismo. Quedé realmente agotado…
6:07 p.m.

Jiminnie:
No hiciste casi nada, hyung.
Antes de que llegaras habíamos hecho mucha actividad
física, tú sólo llegaste y te sentaste el resto de la tarde.
6:08 p.m.

YoonGi hyung:
Ah, ahora me estás haciendo quedar como un flojo.
Perseguir al camarero para pedirle los aperitivos sin
pimienta fue realmente agotador, no tuve las cosas tan
fáciles como crees.
6:09 p.m.

Jiminnie:
Oh, ahora que lo recuerdo, fue divertido verte correr
detrás de él. Ojalá lo tuviese grabado.
6:10 p.m.

YoonGi hyung:
Ahora te ríes de mi sufrimiento.
Pero está bien, no hay problema.
El que ríe de último, ríe mejor.
6:10 p.m.

Jiminnie:
¡Hyung!
¡Lo siento! ¡Es que fue gracioso!
También te tomé fotos a escondidas, son muy cómicas.
6:11 p.m.

YoonGi hyung:
¿Ya tenemos estas confianzas? Con razón te veía
muy entretenido con tu celular mientras esperábamos.
Cuando te vuelva a ver me encargaré de borrarlas.
6:12 p.m.

Ciertamente, Jimin tuvo que morderse el labio inferior para no reír solo. SeokJin revisaba su celular mientras NamJoon recogía la pizza, él se encontraba en los asientos de atrás mirando la pantalla de su teléfono con una sonrisa contenida. Se encargó de seguir molestando al mayor; aunque no pudo evitar salir molestado también, sintiendo su rostro arder varias veces.

Siguieron mensajeándose hasta más entrada la noche y, seguidamente, el resto de la semana. Jimin había descubierto mediante esas conversaciones más datos sobre el mayor y YoonGi sobre Jimin, ambos conociéndose cada vez más y estrechando rápidamente su conversación.

El lunes transcurrió de manera común: Jimin asistió a la Universidad y, aunque hubo un amago de pánico en él en algún momento del día, supo controlarse. Jungkook llegó poco después, conversaron y estudiaron como debían y mucho más tarde, cuando Jungkook se hubo ido, Taehyung llegó.

Jimin aprovechó su tiempo de soledad para escribirle a YoonGi, preguntando sobre su día. De igual forma, terminó por contarle el ligero pánico que sintió, el autocontrol que tuvo para calmarse, y finalmente el buen profesor que era Jungkook.

Hoseok, como prometió, le llevó unos dulces días posteriores. El rato que pasaron fue divertido debido a la energía que derrochaba el primero, y se sintió tranquilo al enterarse de que el rumbo de la vida —un poco atareada— del mayor iba bien.

El viernes se encargó de salir solo. Aunque SeokJin se opuso al ver la hora, Jimin quería hacerlo. El silencio y la calma de la noche le calmó; y a pesar del frío, pudo pasar un rato agradable consigo mismo. Pensó que después de los exámenes —aproximadamente dentro de un par de semanas— podría permitirse encontrar un trabajo, ya no tendría que estudiar con Jungkook y tendría tiempo suficiente.

También pensó vagamente en la posibilidad de volver a la casa donde había vivido antes, pero esa posibilidad la veía muy lejana debido a su estado. Aunque, acompañado de YoonGi, todo sería mejor.

Con algunos sentimientos negativos al verse al espejo todas las mañanas siguió su curso, pasando los días rápidamente y sin mayor alteración, estudiando arduamente y resolviendo las complicadas guías que le dejaba Jungkook. Varias veces recibió a Taehyung para compartir habitación, hablaban de cosas que les entretenía y jugaban uno que otro videojuego, compartiendo el tiempo sin preocupaciones como cuando eran niños.

Hoseok también lo visitaba a menudo, dejándole dulces y compartiendo algunas anécdotas que le sucedían en su vida diaria. SeokJin se ocupaba de Jimin, aunque éste último también ayudara de gran manera. NamJoon se sentaba con Jimin a ver televisión cuando ninguno de los demás chicos —Taehyung o Hoseok— los visitaban, hablando de las cosas que veían en la televisión.

YoonGi sólo pudo aparecer el jueves, el día anterior antes del primer examen. Todos se habían mantenido deseándole suerte a Jimin, y éste último no podía estar más nervioso ante lo que iba a suceder. Pero, apenas llegó YoonGi a visitarlo, se sintió evidentemente feliz al verlo después de tanto tiempo. Eso era algo que sin intención alguna demostró en su rostro: dejándose leer fácilmente.

YoonGi lo supo, y se sintió extrañamente bien al no ser el único alegre por ver al otro. Era una verdad absoluta que mantenían contacto casi todos los días, conversando por mensajes, pero verlo en persona después de un considerable tiempo fue gratificante.

—¿Por qué tan alterado? —Bromeó YoonGi, dándole una palmadita en la espalda y sonriendo para él—, ¿le temes a un examen?

—Francamente, sí. —Jimin mordió sus labios. Estaban en la sala, SeokJin había servido unas galletas y se encontraban charlando desde hacía unos cinco minutos. El castaño se había sentado junto a YoonGi, llevándose las galletas rápidamente a la boca, ansiosamente, intentando disipar sus nervios.

El mayor no podía sonreír más ante lo lindo que se veía su dongsaeng con los mofletes rellenos, además de verlo notablemente más cambiado a las semanas anteriores: más vivo.

La piel del menor había retomado su color natural, las ojeras ya no eran tan notables y el cabello lucía más brillante: sin dudas, había un cambio. Jimin había estado recuperándose rápidamente y se sentía feliz por ello.

—Lo harás bien, has estudiado mucho para pasarlo —YoonGi alzó una de sus manos al cabello castaño del nervioso Jimin, sintiendo al mismo relajarse bajo su tacto—. ¿Crees que he venido sólo para verte nervioso?

—¿Para qué más sino? —Jimin se llevó otra galleta a la boca, e iba a introducir una más cuando de pronto se detuvo, viendo la misma con el ceño y labios fruncidos. YoonGi vio el momento en que la devolvió al plato en el centro de la mesa. El pelinegro no tardó mucho para tomarla y llevarla al rostro del menor, frente a sus labios, en un gesto para que la tomara. Jimin se negó con la cabeza, echándose para atrás—. Hyung, no...

—¿Por qué no? —YoonGi se inclinó más hacia el menor, aún con la galleta en el mismo lugar. Jimin evitó su mirada, encogiéndose en su lugar del sofá—. Querías comerla hace unos segundos, ¿Por qué ahora no?

—Ya he obtenido muchas calorías con las que ingerí, no quiero engordar más. —Murmuró inseguro, jugando con los dedos de sus manos tímidamente al sentir vergüenza de sus propios pensamientos.

YoonGi bufó—: ¿Por qué crees que estás gordo?

—¡Porque lo estoy! —Respondió rápidamente, volteando su rostro al lado opuesto a su hyung en cuanto el mismo volvió a acercar la galleta a su rostro—. ¡No!

—No estás gordo, Jimin —Aseguró YoonGi frunciendo el ceño de nuevo ante la infantil terquedad del menor. Éste último no contestó, así que aproximó su mano libre al cuerpo del menor y tocó la parte abdominal. Estaba plano, apenas recuperándose del estado anímico. Sonrió al sentir el cuerpo del menor sobresaltarse ante su repentino toque—. ¿Ves? No lo estás, ahora come. —Insistió.

Jimin volvió a negarse, sin apartar la mano del mayor de su cuerpo, más ocupado en escapar de la galleta—: ¡Hyung! —Se quejó en cuanto YoonGi comenzó a hacerle cosquillas, riendo descontroladamente. YoonGi sonreía mientras oía la linda risa de su lindo dongsaeng, sintiéndose alegre al verle reír.

Terminaron en una posición un tanto extraña; el castaño acabó recostado a lo largo del sofá justo debajo del cuerpo de YoonGi —quien seguía torturándolo con las cosquillas, insistiendo sin cansancio que devorara la galleta.

Jimin se rindió y, con lágrimas en los ojos ante el esfuerzo de reír tanto, aceptó que YoonGi le concediera la galleta. Sin embargo, no pudo tomarla debido a lo cansado que se sintió; su estómago y sus brazos dolían por resistirse. Así que, YoonGi no tuvo otra opción que poner la galletita en la boca del menor, siendo esta capturada con un fingido pesar.

Y bien, YoonGi no pudo sentirse más extraño ante la imagen que vio: Jimin estaba sonrojado, con lágrimas brillantes en las esquinas de sus ojos entrecerrados, respirando con fuerza, agregando el bocadillo entre sus labios y para colmo, debajo de su cuerpo.

Jimin también lo notó: la situación se había transformado extraña, mas no tuvieron tiempo para reaccionar hasta que SeokJin entró a la sala a interrumpir nada en específico.

El mayor rió ante las reacciones—: Vaya, ¿Quieren espacio? Porque si lo necesitan, pueden ir a una habitación —propuso con voz suave e insinuante—. Pero asegúrense de limpiar todo después, no se me antoja ir limpiando los revoltones de los de…

—SeokJin, por favor —pidió YoonGi con el rostro rojo, ya apartado y sentado correctamente en la esquina del mueble; muy avergonzado ante todo—. Sólo estábamos jugando, no sé de dónde sacas esas ideas.

Jimin no estaba mejor que YoonGi, incluso se había caído del mueble, siendo atacado por una tos en cuanto se sintió atorarse con el bocadillo en su boca. YoonGi le dio palmaditas en la espalda para que se calmara.

Querían que se los tragara la tierra. Y aunque aquella escena no había sido nada significativa, sin dudas había sido muy extraño para ambos encontrarse en esas posiciones de repente.

Bien, Jimin tenía que quitar esa sensación de vergüenza de su cuerpo lo más pronto posible si quería concentrarse en su primer examen, que sería el día siguiente.

Esperaba que la suerte estuviera de su lado, la necesitaba más que nunca.


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