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10 Razones para Salir - YoonMin por SrMomo

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Capítulo 18: Razones para no salir.

 

Jimin despertó al día siguiente algo perturbado. Los recuerdos de la noche anterior aún lo tenían un poco inquieto; pero pensó que lo mejor era concentrarse en el hecho de que ese día haría su primer examen para recuperar los meses de año universitario y no tener esa gran carga en los exámenes finales que, según sus cálculos, no estaban muy lejos.

Se encargó de levantarse temprano para repasar lo que se suponía que iba en la prueba y no tardó en arreglarse adecuadamente después para partir a la universidad. Estaba nervioso, sí, pero a la vez se sentía seguro: había estudiado duramente con Jungkook durante esa dos semanas, incluso adelantado lo del segundo examen, así que sentía que la hoja de preguntas frente a él no podía intimidarlo.

Así que cuando entró a la universidad y fue directo a la sala donde recibiría la prueba, no se sintió tan carcomido por las ansias.

Taehyung lo había visto en el pasillo y se encargó de darle un poco más de apoyo antes de irse por su camino, hacia su primera clase. Jimin sólo suspiró y sonrió levemente para no ser consumido por los nervios, puesto que todos sus amigos estaban esperando buenos resultados de él; algo de lo que no estaba muy seguro de poder cumplir.

 

***

 

La noche había caído hacía algunas horas, el silencio se extendía casi terroríficamente y las calles sólo estaban iluminadas por algunos faroles. Los locales en su mayoría habían cerrado. El chico castaño que pasaba por ahí, caminando tranquilamente, sólo suspiraba.

Jimin no había llevado consigo su chaqueta a pesar de que intuyó que haría frío, y se regañó mentalmente por no haberle hecho caso a NamJoon antes de salir.

Estaban por terminar el invierno; y a pesar de que la primavera estaba a la vuelta de la esquina, seguía haciendo un frío abrumador por las noches.

No se dio cuenta de cuánto tiempo había caminado, ni siquiera prestó atención a dónde iba, pero se ubicó rápidamente cuando vio un lugar bastante familiar.

Se acercó más a la zona y comprobó que se trataba del restaurante de la familia Min, donde la mayoría de las luces estaban apagadas y ningún automóvil estaba aparcado en el estacionamiento del lugar.

Se colocó en una de las grandes plantas que había adornando la entrada del lugar, observando todo: el lugar de por sí se veía bastante elegante, no lo recordaba así. ¿Tanto habían cambiado el diseño?

Miró un poco más hasta el estacionamiento poco después. Temía ser visto por SeokJin, aunque existía la posibilidad de que éste ya estuviera en casa, preguntando por su ubicación.

Sacó el teléfono del bolsillo de su pantalón, observando la hora. Faltaban todavía veinte minutos para las doce de la noche.

No tenía nada importante que hacer el día siguiente, sábado; así que no se preocupaba por acostarse tarde. Sin embargo, un sonido más familiar que el mismo lugar le hizo girar sobre sus propios pies para caminar hasta la parte trasera del restaurante.

Oyó unas voces cerca, así que con mucho cuidado se acercó. Sus manos habían empezado a sudar un poco, así que se encargó de pasarlas por la tela de sus pantalones ansiosamente. Se asomó sutilmente por la esquina de una esquina, viendo frente a él a SeokJin caminar junto a YoonGi exactamente a su dirección.

Jimin guardó su respiración, nervioso y entrando en pánico. ¿Qué dirían si lo veían espiando como un lunático, en medio de la noche, cuando debería estar esperando en casa?

Con una velocidad que ni él mismo conocía, tomó fuerzas para correr lo más rápido de allí siendo cuidadoso con el sonido de sus zapatos, estando seguro de que no lo habían escuchado huir como un tonto.

Para cuando pudo calmar su respiración se aseguró de actuar como si nada sucediera, como si no hubiera hecho de idiota hace poco. Así que tomó su celular distraídamente y fingió ver algo interesante mientras esperaba que el mayor simplemente apareciera y lo viera.

—¿Jimin? ¿qué haces aquí? —Jimin tuvo que evitar temblar en cuanto oyó la voz de SeokJin, quien lo veía con el ceño fruncido—. ¿Siquiera sabes el frío que está haciendo?, ¿por qué no tomaste una chaqueta?

YoonGi se acercó en cuanto SeokJin lo hizo, ambos viendo a Jimin interrogativamente. ¿Por qué motivo Jimin estaba allí?

—Salí a caminar un poco y llegué aquí, así que pensé en esperarte —habló a SeokJin, desviando su mirada del mayor para fijarla en el pelinegro detrás del mismo para saludarlo—. YoonGi hyung.

—Hey. —Saludó simplemente, asintiendo con su cabeza y sonriendo apenas. SeokJin volteó la mirada hacia un punto que Jimin no pudo ubicar, así que YoonGi empezó a caminar primero en dirección al estacionamiento.

—Vamos, no quiero que te resfríes —hizo una señal con su mano para que empezara a caminar junto a él—. Regresemos a casa y me contarás cómo te fue en el examen de hoy, ¿sí?

Jimin asintió sin agregar nada más. Se sintió algo mal porque, después de todo, había mentido. En gran parte, había ido hasta allí sólo porque necesitaba ver a YoonGi lo antes posible.

Por eso cuando SeokJin quiso hacerle entrar en el auto se negó, y caminó junto al auto del pelinegro alegando que iría a casa pronto.

YoonGi se sorprendió cuando después de encender su auto para irse —justo después de despedirse de SeokJin— tuvo delante de sí a Jimin. Salió del auto para caminar hasta el menor, SeokJin estaba saliendo del lugar.

—¿Qué sucede? —Preguntó acercándose al castaño con preocupación, ¿Exactamente qué pasaba con él?

—¿Tienes cinco minutos? —Preguntó en cambio tímidamente, aún un poco incómodo por lo del día anterior. YoonGi no pudo negarse porque, después de todo, si Jimin se había quedado con él sería por una razón importante.

El mayor asintió, sonriendo suavemente. Jimin lo imitó, y ambos se acercaron en silencio al capó del auto, quedándose allí.

—Así que… —empezó a hablar YoonGi después de un par de segundos, viendo el cielo sin estrellas—, ¿Paseos nocturnos? —Jimin hizo un sonido con su garganta, asintiendo—. ¿Te fue bien en el examen?

El castaño alzó su vista de sus manos, viendo hacia el frente—: Sí, me fue bien.

—Felicidades. —Sonrió alzando su mano para sacudir el cabello castaño del otro en un gesto de cariño, viendo al menor con una sonrisa.

—Gracias… —agradeció suavemente, algo avergonzado—. Uhm, hyung… —alzó al fin su rostro, fijando sus ojos en el otro par. La mano sobre su cabello se alejó—, incluso si estoy empezando a hacer las cosas bien, ¿Es normal sentirme mal de vez en cuando?

—¿Cuánto tiempo es “de vez en cuando”? —Preguntó acomodándose mejor, sintió que esa conversación duraría más que sólo cinco minutos.

—Bueno, pueden ser un día o dos…. ¿una semana entera o dos, tal vez? —Jimin sonrió débilmente, sintiendo incluso el momento en que algo en la cabeza de su hyung encajó.

—Seguirás sintiéndote mal incluso cuando hayas hecho todo bien, Jimin —explicó con tranquilidad, sabiendo de lo que hablaba—. Hasta que aprendas a vivir con ello, seguirás estando triste. Incluso aunque arregles las cosas en tu vida; lo hecho, hecho está.

Se quedaron en silencio después de eso, YoonGi volvió a llevar la vista al cielo mientras Jimin seguía viéndolo. Mantuvo su mirada fija en el perfil del mayor, su expresión tan serena al decir aquello le dio escalofríos.

—Pero no te asustes —habló de nuevo, en voz baja, como si pudiera oír el corazón de Jimin—. El tiempo te enseñará de la mejor forma a vivir con ello.

El castaño suspiró, soltando un poco de vaho en el proceso. YoonGi notó que el ambiente se hacía cada vez más frío y miró de reojo a Jimin, viéndolo sin abrigo y notando el frío que debía estar sintiendo.

Se levantó del capó e hizo una señal al menor con la cabeza—: Entremos al auto, está haciendo frío.

YoonGi y Jimin se encontraban poco después dentro del carro del primero, resguardándose de la baja temperatura. YoonGi se encargó de encender el reproductor a un volumen realmente bajo, dejando oír el silencio entre los dos.

—Así que pasaste el examen, ¿eh?

—Mmh —afirmó—. No fue tan difícil al final.

El silencio volvió, pero YoonGi sólo carraspeó su garganta, tomando valor y esperando que los sentimientos de Jimin no fueran heridos—: ¿Sabes? —empezó a hablar el mayor, cruzándose de brazos—, hoy estaba pensando en ir a visitarte. Quería llevarte algo…

Jimin le miró con curiosidad, sintiendo el calor volver a su cuerpo eventualmente—: ¿Qué cosa?

YoonGi le lanzó una mirada analítica antes de mover su vista al frente y sacar un sobre amarillo, que extendió hacia el más joven siendo éste el dueño de una mirada curiosa.

—¿Qué es esto, hyung? —Preguntó viendo el sobre entre sus manos, su mirada fija en él mientras le daba vueltas para buscar algún indicativo de lo que pudiera contener adentro.

—Son las notas —explicó. Jimin parecía más confundido, mirándolo con el ceño fruncido y una mirada expectante—. Las notas que te pasé mientras estabas encerrado, esas a las que debías escribir una respuesta a cada razón para salir de tu habitación —agregó, aclarando la duda al menor y viendo cómo éste mismo abría con sorpresa los ojos. En su rostro podía verse un gran ¿Él guardó esto en serio?—. Sí, las guardé —contestó a la pregunta muda—. Incluso la carta a tus amigos está allí.

Jimin sintió miedo. Miedo por volver a sentirse como antes al leer esos escritos suyos, miedo a volver en el tiempo y sentir que lo estaba escribiendo en ese mismo instante. Miedo a no haber avanzado nada, a sentirse exactamente igual.

 

—Hyung, ¿Crees que realmente vale la pena seguir intentándolo? —Preguntó el menor una vez abarcaron frente al destino del mismo, frente a la casa de SeokJin. Habían ido allí en silencio, YoonGi tras el volante y Jimin viendo abatido el sobre.

—La respuesta la obtendrás en cuanto leas las cartas de un tú deprimido.

YoonGi recibió una mirada de Jimin antes de que el mismo empezara a desabrocharse el cinturón de seguridad para posteriormente abandonar el auto, dejándolo solo hasta que estuvo del otro lado de su ventana. El castaño se inclinó un poco.

—Gracias hyung, creo que es lo que necesitaba.

El pelinegro sonrió una última vez antes de despedirse del contrario, abandonando la calle un minuto más tarde. Jimin observó por un par de minutos más el punto en el que el vehículo hubo desaparecido al final de la cuadra, exhalando cuando se percató del frío que volvía a sentir.

Ya serían las doce y media de la noche para cuando Jimin estuvo en su habitación. SeokJin había sonreído con orgullo cuando recibió la noticia de que pasó con buenos resultados su primer examen, pero no permitió que supiera lo que traía consigo.

El sobre.

En la oscuridad y soledad de la noche, Jimin se colocó en medio de su cama con el dichoso sobre frente a él. Mordía su labio inferior ansiosamente, teniendo vagos recuerdos de lo que habría puesto allí.

Pensó que no podría leerlos todos al mismo tiempo de un solo golpe, así que se prometió leerlos poco a poco.

Las primeras notas tenían respuestas bastante banales, respuestas tan simples como devastadoras. Se trataban de castos “no me importa”, “no me preocupa”, “no me necesitan” o “no quiero enfrentarlo”. Sin embargo, se sorprendió de sí mismo cuando a partir de la quinta nota éstas no tenían respuestas.

El espacio donde él debía escribir estaba completamente en blanco, y se preguntó por qué habría hecho algo así.

Tal vez si hubiese dicho o escrito sus sentimientos, ahora podría comprender un poco más su situación.

Veía con tristeza las notas, recordando sus días de pena, sintiendo en ese momento lo que sintió en aquel entonces. Aunque existía una pequeña luz en su mente, un pequeño rincón donde veía las primeras veces que interactuó con YoonGi, no podía evitar sentirse incluso deprimido.

Revisó el sobre de nuevo, viendo una hoja incluso más grande que las notas. La deslizó fuera del sobre, viendo que éste no contenía más nada, y lo apartó a otro sitio en la cama. Abrió el papel entre sus manos temblorosas con cierto temor por lo que leería, aunque en el fondo, sabía lo que había escrito allí.

 

Queridos amigos que “me esperan allá afuera”:

Lamento tener que parecer no soportar las cosas solo, por mí mismo. Lamento ser tan inmaduro y débil para enfrentar la pérdida de la persona más valiosa en mi vida. Siento no ser tan capaz como muchos otros, pero ahora mismo sólo puedo ver los espacios vacíos.

Quiero una vida normal. Quiero salir de aquí, de este lugar tan oscuro y sombrío, volver a los brazos de la persona que me concedió la vida. Todas estas sensaciones son horribles y las conocía, sin embargo ahora parecen querer quitarme todo lo poco que me queda.

Algunas noches no puedo dormir, siento que me ahogaré o seré asfixiado por el mundo. Las demás noches caigo cansado porque me resulta enormemente agotador llorar tanto en estos momentos donde las horas no existen para mí.

Tengo miedo, ¿Qué se supone que debo hacer ahora? Es un cambio muy grande para mí, un peso tan enorme…

Quiero deshacerme de toda esta basura, pero aún no sé cómo puedo hacerlo. Siento que no hay esperanza para mí y que debería estar muriendo ahora mismo, así que siento si un día de estos no respondo más, les permito olvidarme si eso les permitirá vivir felices.

Lo siento.

 

El castaño soltó la carta como si quemase, sintiendo sus ojos arder y un acelerado pulsar en su corazón. Se sintió incluso mareado, deseando no acabar vomitando por algo así.

¿Cómo no podría dar más asco?

Jimin no podía leerse a sí mismo sin sentir pena propia, pensando que no podía permitirse volver a un estado como ese. Él no podía verse siendo el chico que escribía con pesadez esa carta.

Y ahí tenía su respuesta, muy clara.

Él ya no podía permitirse caer tan bajo de nuevo, cuando pudo levantarse.

¿Realmente vale la pena seguir luchando?

Si es por mantenerse lejos de provocar ese nivel de lástima, lo haría. Seguiría estudiando todos los días, buscaría tantos trabajos como para poder mantenerse por sí mismo y buscaría alguna forma de valerse el resto de su juventud.
Por supuesto que lo haría.

Dio un salto sobre sí mismo cuando, de pronto y sin aviso, un mensaje de texto llegó a su teléfono.

Buscó y tanteó sobre su cama entre la tenue luz de la lámpara sobre la mesa de noche y la oscuridad. Encontró su aparato poco después, sintiéndose aliviado al ver el remitente y leer lo que tenía para decirle.

 

YoonGi hyung:
Si sigues teniendo la determinación que tienes,
si sigues siendo así de fuerte, lo lograrás.
Tendrás mi ayuda y la de los demás.
Sólo tienes que confiar y apoyarte en nosotros
cuando lo necesites, ¿Está bien?
Ten dulces sueños.
12:46 p.m.

YoonGi sabía exactamente qué decir y cómo mover sus piezas en el momento más oportuno. Jimin sonrió al sentirse reconfortado, a salvo.

 

***

 

Jimin estaba ansioso en ese preciso instante.

Si bien no había contestado al mensaje del mayor siendo bastante evidente en que lo leyó, tampoco se encargó de avisarle que ese día iría al restaurante para acompañarlo por un rato.

Bien, por un rato, eso se había dicho, ¿Pero quién sabía? A lo mejor no duraría ni dos segundos cuando ya lo tendrían que sacar brincando del lugar.

Se acercó a la parte trasera del restaurante y abrió la puerta gris que decía en grandes letras “sólo personal autorizado”. Engulló en seco, él claramente no era parte del personal y mucho menos estaba autorizado para entrar allí. Pero, por cualquier cosa, podía decir que conocía a SeokJin y así podría esquivar a algunos empleados hasta poder lle-

—¿Qué haces aquí, Jimin? No se supone que debas estar en este lugar, y mucho menos haber entrado por esa puerta sin permiso. —El aludido frunció el ceño y los labios al oír la voz de SeokJin regañarlo en cuanto lo vio. Al parecer no debió meterse en el almacén.

—Hyung, vengo a visitar a YoonGi hyung… —Jimin bajó la mirada a sus manos, cubiertas por un suéter blanco que podía llegar a quedarle grande.

—¿Visitarlo? —Murmuró SeokJin con extrañeza, colocando sus manos en sus caderas—. ¿Él sabe que estás aquí?

—No, no se lo dije, pero…

—Ve a casa, Jimin. No puedes estar aquí y mucho menos sin avisar. —SeokJin iba a darse la vuelta para salir del almacén y llevar al menor afuera, pero éste se abalanzó sobre él para tomarlo del brazo antes de que empezara a andar.

—¡Hyung! —Exclamó Jimin, aferrándose fuertemente a la extremidad ajena—, ¡por favor! Sólo quiero visitarlo por un rato, tengo que agradecerle personalmente por algo que ha hecho por mí ayer, ¡No puedes dejarme perder esta oportunidad!

—¿Será por un rato nada más? —Preguntó dudando de su decisión, viendo cómo Jimin sonreía inocentemente después.

 

—Jimin —YoonGi exhaló sorprendido al verlo allí, pero Jimin sostuvo la respiración ante la impresión de ver al mayor en uniforme. Un uniforme diferente al que le había visto en cualquier otro momento, un uniforme que se le veía bastante bien—. ¿A qué se debe tu aparición por este sitio?

—Te lo dejo aquí, dice que quiere hablar unas cosas contigo. Así que no te distraigas demasiado del trabajo y sácalo en cuanto acabe, ¿Bien? —SeokJin explicó antes de salir apresurado, sin mirarlos siquiera. Jimin engulló en seco, sintiéndose tímido y avergonzado por estar allí en primer lugar.

—¿Y…? —YoonGi sonrió suavemente hacia él, pidiéndole con los ojos que hablase. Jimin se lamió los labios antes de acercarse al escritorio del mayor. De pronto las paredes parecían poder cohibir su existencia con las cosas costosas y elegantes que había allí.

—Quería agradecerte, hyung —empezó a hablar, usando un hilo de voz bastante suave y bajo—. Aunque siempre lo hago, estoy seguro de que nunca sobrarán las gracias para expresar todo lo agradecido que estoy.

—No pasa nada —se acomodó el saco del uniforme negro, mirando por un segundo los papeles frente a él—. Realmente sabes agradecer hasta el cansancio, ¿no?

—Lo siento… —el castaño sintió la vergüenza invadirle por completo. ¿Tan pesado era con el asunto? ¿en serio?

—Estoy jugando, ven aquí —el contrario hizo una señal con su mano, indicándole al menor que tomara asiento en la silla frente a su escritorio. Jimin no tardó mucho en obedecer, por lo que segundos después se encontró mirando expectante al mayor—. ¿Echaste un vistazo a lo que te di anoche?

Jimin asintió algo ausente, pensando en lo que había encontrado allí. Pero una sonrisa extraña esbozó sus labios, removiéndose en su sitio para mirar al mayor a los ojos—: Lo hice.

—¿Qué te pareció? —YoonGi alzó las cejas, esperando alguna respuesta de su parte, pero lo único que recibió fue una pequeña caja de madera sobre su escritorio en menos de un minuto. Le dedicó una mirada interrogativa a pesar de que el menor no lo veía.

—Son las cenizas —explicó Jimin, entretenido con los bordes de la caja, rodeándolos con sus dedos. Su mirada seguía ausente, cosa que le extrañó demasiado a YoonGi. ¿Qué estaba pensando exactamente?—…, es lo que queda de las notas y la carta.

—¿Qué? —Cuestionó creyendo no haber oído bien. En ese momento se sintió un poco consternado por el giro de la situación; seriamente, ¿En qué estaba pensando Jimin?

—Me desharé de esto de una vez, hyung —mostró una mirada absolutamente seria, sin vacilar y sin rodeos. Sólo siendo auténticamente frío sobre sí mismo—. No pienso volver más a esto, y quiero que me acompañes, si puedes, al cementerio mañana.

YoonGi no podía dar crédito a lo que veía y oía. Min no creía que recibiría una respuesta como lo era esa.
Aquello era inédito incluso para él: le parecía curiosa la manera en que Jimin estaba llevando todo, con un carácter tan decidido y fuerte…

¿Realmente era el mismo chico que vio detrás de la puerta cuando lo dejó entrar a la habitación?

—¿Estás seguro de esto? —Su mirada se volvió igualmente seria, pero esta vez Jimin no se cohibió ni apartó la mirada. No cedió, no dudó: siguió siendo auténticamente serio en sus acciones y decisiones, como todo un adulto.

—Estamos aquí para sanar, ¿no? —Jimin tamborileó sus dedos en la superficie de la madera pulida del escritorio, permaneciendo tan sereno que daba escalofríos. Era la primera vez que YoonGi veía al contrario actuar de esa forma; pero después de todo, no lo decepcionó: le pareció más interesante—. Es la mejor forma de agradecerme a mí mismo por no dejarme morir al momento de decidir aceptar tu ayuda o no, hyung.

YoonGi entonces lo entendió. Jimin desde el primer momento se planteó sobre seguir sus propias sombras o aceptar la mano que le ofrecía la ayuda que necesitaba.
YoonGi entendió que Jimin sí había vacilado entre dejarse morir o no, y se sintió aliviado de que el menor se haya apoyado en él.

—¿Te parece bien ir a las tres? —YoonGi revisó rápidamente su agenda, sin poder decir que no ante aquellas palabras. Jimin permaneciendo serio ante la situación, sin dejar ver la poca ansiedad que bordeaba sus nervios. Sólo exhaló se dejó caer en el apoyo de la silla.

—Perfecto.


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