Capítulo 3: 4. Por la vida que mereces.
YoonGi ese día llegó como siempre. SeokJin se sorprendió cuando vio que YoonGi sacó de su bolso un envase de helado y le pidió que lo sirviera para Jimin y que conservara lo que demás. Jimin estuvo más emocionado ese día, lo escuchó por sus rápidos pasos apenas se colocó frente a la puerta y lo llamó. Jimin recibió el regalo gustoso y no esperó para probarlo.
—Espero que te guste. Me pasó algo un poco raro cuando lo iba a sacar de la nevera del restaurante de mis padres; estaba por guardarlo en mi bolso cuando mi mamá apareció —con voz aguda y algunas expresiones faciales exageradas, agregó—:, “Min YoonGi, ¿Qué haces robándote las provisiones de los postres?”
A Jimin le causó gracia imaginarse tal escena, por lo que, sin contenerse, soltó una suave risa. YoonGi al otro lado de la puerta creyó haber escuchado el sonido más hermoso que tuvo la oportunidad de oír en mucho tiempo.
—Resulta que mi padre no le había advertido que yo estaba pagando por él y ella terminó reprendiéndonos a ambos por hacer que asustara a los cocineros con sus gritos.
YoonGi probó un poco de su propia porción de helado. SeokJin había insistido en servirle a él también, ya que después de todo, fue él quien lo llevó.
—Jimin, quiero que estés consiente de que no es el fin del mundo… —habló el mayor mientras observaba el cremoso helado en sus manos—, si el mundo puede seguir avanzando, ¿Por qué no lo haces también?
Se hizo un largo silencio en el que se dedicaron sólo a comer de sus porciones. YoonGi escuchaba cuando la cuchara de Jimin chocaba contra la cerámica del recipiente. Jimin escuchaba cómo YoonGi hacía sonidos roncos con su garganta al pensar en qué decir.
—Oye con atención —YoonGi carraspeó un poco. Jimin se reacomodó cuando acabó su helado y dejó el envase en el piso, recostándose de lado contra la puerta y cerrando los ojos, apoyando la cabeza en la puerta para oír a su hyung—: Te voy a contar una historia que tiene mucho significado para mí. ¿Vale?
YoonGi no esperó respuesta, sólo suspiró y continuó hablando:
—Hace mucho tiempo, una pequeña familia se desintegró. Esa familia estaba conformada por una mujer, un hombre y un joven. Una madre, un padre y su hijo. Él estaba tan destrozado, su padre también.
» Su madre, por otro lado, decidió que lo mejor era irse con su amante en busca de más dinero. Su ex marido había quedado en quiebra y ella no podía esperar más a vivir con poco dinero, y un día sólo decidió anunciar su relación con otro hombre mientras hacía sus maletas y cruzaba la puerta de la casa dejándolos a ambos a su suerte.
» Su padre no podía solo con el negocio que había estado manejando durante años, y ese era el peor momento financiero que pudo vivir. Su hijo, por su parte, fue egoísta y se encerró en su habitación para no salir más. Su padre no pudo contratar a un psiquiatra debido a su limitada cantidad de dinero, pero se dedicó a hablarle él mismo todas las tardes.
» Le contaba muchas cosas, como la vez en que conoció a su madre o anécdotas de cuando eran un amor joven. Le contó cuando era un bebé, cómo su madre lo cuidaba siempre y le enseñaba cosas al pasar el tiempo.
» Con el tiempo, el chico comenzó a liberar sus sentimientos. Empezó a aceptar la realidad y a perdonar, a sanar y seguir adelante.
» Un día, su padre fue en busca de un regalo para su hijo por haber salido de su habitación por primera vez en tres meses. En su búsqueda, encontró lo que necesitaba. Se trataba de un par de anillos a juego, planeaba regalarle ambos a su hijo con la intención de que uno de ellos lo conservara y el otro se lo diese a una persona especial. Y, bueno…
YoonGi paró de hablar, no queriendo seguir por el momento. Jimin había cerrado los ojos y respiraba tranquilamente. La voz de su hyung le tranquilizaba, lo relajaba de una forma increíble, y todo lo que le contó lo tenía en la mente.
—Creo que va siendo hora de que te de tu misión de la semana. Supongo que la historia te está aburriendo.
Jimin se lamentó al escuchar eso. Quería indicarle al mayor que continuara con su historia, pero no estaba preparado para decir algo y no había cantidad de golpes para pedir que siguiera contando. Simplemente quedó en silencio y se mordió el labio inferior. Se sentía triste el pensar que debía pasar una semana para volver a oír la amada voz de su hyung.
—Quiero que leas lo que escribiste y lo analices, sólo eso.
El menor pasó la hoja de su razón pasada y recibió la nueva.
YoonGi se levantó del suelo. Pudo escucharlo al sacudirse los pantalones. Jimin sintió una gran necesidad de abrir la puerta y ver cómo estaba vestido, ver su rostro después de tanto tiempo, sus felinos ojos verlo por primera vez. Sintió el impulso de girar la perilla y gritar a su hyung que terminara de contarle, que le interesaba escuchar todo lo que le contara, pero se limitó a mirar la nota que llevaba en las manos.
4. Por la vida que mereces.