Mizuki era para Aki una gran caja de sorpresas. Aún no podía creer que el chico se relacionará con tanta facilidad con todo el mundo y siempre tuviera planes. Y aunque el bajista prefería quedarse en el departamento que ahora compartían con el guitarrista luego de tanto tiempo juntos se le hacía ciertamente molesto aceptar cada salida del menor de ambos con sus amigos. Aunque buscaba en vías de acostumbrarse a ello.
— Mizuki, he pensado que podríamos salir a comer. — La voz del bajista resonaba desde la sala de estar hasta la habitación, donde el joven guitarrista salía luego de un largo tiempo en el baño.
— Lo siento Aki. Saldré con los chicos al karaoke ¿te parece mañana? — Sabía que ante la negativa el bajista podría enojarse. Pero había planeado aquello hacía tiempo. A decir verdad, tenía casi toda la semana ocupada pero no le molestaría correr sus asuntos un par de días solo por su pareja.
— Mañana tengo grabaciones. Será otro día.
No podía negar que ese tipo de negativas no le ponía de buen humor. Entre el trabajo de ambos no habían tenido mucho tiempo para un buen tiempo de calidad en pareja. Pero lo entendía y esperaría a que ambos tuvieran parte del tiempo libre. Aunque la sociabilidad del menor fuera un poco un obstáculo en sus planes
Pero de esa parte de la personalidad de Mizuki también se había enamorado, de esa que le recordaba a la calidez del amanecer, con toda esa gama de colores cálidos que daban comienzo a un nuevo día, de nuevas energías y oportunidades. Y así, a los ojos del morocho, era Mizuki. El chico que le daba color a sus días, habían sido días oscuros y fríos, pero desde que estaban juntos la calidez era algo en su día a día. Y eso era lo que le había sonreír cada vez que regresaba al departamento, por más de que su pareja no hubiera llegado estaba contento con tenerlo en su vida, así de simple.
Y esa noche era el caso, estaría solo de nuevo, pero no importaba. Necesitaba descansar, ya era tarde y aprovecharía el tiempo a solas que tendría con el guitarrista afuera. Pero algo llamó su atención al entrar. Todo estaba en silencio, pero uno reconfortante. Y mientras avanzaba una tenue danza de velas era lo que iluminaba la mesa del comedor, estando todo correctamente servido y acomodado sobre ella. Lista para disfrutar una cena simplemente para dos. Siendo tomado por sorpresa en un abrazo desde atrás por el menor de ambos.
— Sabes… Pensé que por una vez podría decir no a mis amigos y tomar una linda noche contigo. ¿No te parece, Aki?
Solo eso le bastaba al bajista para virarse y regalar una de sus singulares sonrisas a Mizuki y consumiendo ambas bocas en un beso. Solo esa era la respuesta que el otro necesitaba. Y ambos lo sabían que en esas ocasiones las palabras solo eran un mero atributo más que quitaba sentido al momento.
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