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La memoria del corazón por IlusionnaCM

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El sol sale lentamente e ilumina todo a su paso. Los colores sombríos de las calles desiertas desaparecen adquiriendo tonalidades vivas cuando los primeros rayos alcanzan hasta el último rincón. Las personas comienzan a despertar. Algunos están a punto de salir de casa, y otros ya están trabajando, como aquel chico que al levantar la vista observó con fascinación el amanecer entre los edificios.


Un chico de pelo largo, en medio de una pequeña multitud formada alrededor de un político de la ciudad y con cámara en mano, toma fotos sin dejar escapar la imagen que en ese preciso instante le parece adecuada. Dejándose guiar por la gente, camina sin apartar la cámara de su rostro, no quiere dejar pasar el instante en que todo será perfecto para su misión. Una foto.


Amante desde pequeño del arte de capturar un momento con el lente de una cámara. Una imagen dice más que mil palabras, lo supo a sus dieciséis años. Quería dedicarse a guardar lo que la memoria distorsiona y olvida, quería transmitir más allá de lo imaginado, para él, las palabras eran escasas y él podía solucionarlo.


La fotografía periodística fue su primera opción al terminar su carrera, él maduró y con ello la manera en que veía al mundo, creció espiritualmente y decidió exponer sin temor la realidad, realidad que en ocasiones es cruel, pero la belleza siempre será más grande.


Después de unas largas horas, moviéndose de un lugar a otro, cumpliendo con todos los eventos e imprevistos que surgen en el transcurso de la mañana, aquel joven se sentía agotado, pero satisfecho. Con pasos presurosos, tanto que en ocasiones tropieza con las personas, se dirige a una dirección clara, pero un rugido por parte de su estómago le avisa que su cuerpo no cooperará más con su agitado ritmo sino come algo primero.


Al observar con atención donde se encuentra, su mirada se enfoca en un lugar. Una linda cafetería con aspecto agradable en medio de la acelerada ciudad. Siente el impulso de sacar su cámara, pero se contiene.


Si aquel chico hubiera mirado su reloj sabría que era medio día, la hora perfecta para observar a un desconcertado joven que parecía despertar de un largo sueño mientras atendía los pedidos detrás de la barra.


Entró, el tiempo se detuvo, realmente aquel lugar te hace desconectar del exterior. Tan ensimismado en sus pensamientos, aturdido con la sensación de estar en casa, saludó sin mirar a la persona que le preguntaba lo que deseaba ordenar.


El ruido es agradable, algunos ancianos charlan amistosamente, unos adolescentes con uniforme sentados a su derecha, desayunan sin apartar la mirada del celular y dirigiéndose algunas palabras de vez en cuando, una mujer joven con un niño en brazos intenta hacerle probar un bocado, pero el niño se ve más interesado en jalar de sus cabellos. La música de fondo, con un volumen tan bajo que apenas y reconoce la balada relajante.


Por su parte el joven de pelo largo, sacó de su maletín el periódico de la mañana, leía y juzgaba si la foto era la adecuada para el artículo. Su mirada se perdió en una imagen, era una familia, el padre con postura firme, la madre con las manos correctamente colocadas en los hombros de sus hijos, los niños sonriendo. A él le dio asco.


Inevitablemente pensó en su propia familia, hijo único, con unos padres más preocupados por el futuro que por el presente. Recordó a su abuelo, aquel anciano amable que le regaló su primera cámara y que le había enseñado como si se tratara de un tesoro todas las fotografías antiguas que él mismo había tomado.


— ¿Le gustaría pedir algo más? —Una voz dulce, pero firme se alzó por todo el lugar, llamando la atención del chico que leía el periódico. La chica de un pelo rojo brillante con el nombre Karin grabado en una placa sobre su blusa, sonrió cuando el joven la miró.


—No, gracias. — Observó el desayuno servido frente a él.


Se dedicó a comer, tratando de masticar lentamente, pero la costumbre hizo que acabara rápidamente. Pidió la cuenta y antes de salir vio a la chica que lo había atendido con las manos apoyadas en la barra, hablaba con alguien, este con los codos apoyados en el mármol y cubierto a la vista de la persona que estaba a punto de salir.


Apuntó mentalmente el lugar para volver cuando estuviera cerca.


El tiempo continuó su curso, sin detenerse, ni retroceder. El sol se alzó, para comenzar de nuevo su descenso. El reloj marcó las seis de la tarde. El tráfico aumentó, de nuevo todos volvían a casa, tan rutinario, que Neji, el chico de pelo largo, se odió por dejarse arrastrar por aquel círculo vicioso.


El joven se reportó en la oficina de su compañera, y amiga, Tenten que se encargaba de redactar los artículos, y entregó la memoria con todas las fotografías que había tomado en el día. Normalmente, el editor en jefe le asignaba por la tarde las tareas que tenía que cumplir al día siguiente, especialmente esta había sido una semana pesada para Neji.


En cuanto recibió las instrucciones se fue directo a su edificio. Sin atajos ni desviaciones, le hubiera gustado dar una vuelta por el parque para descubrir algo digno de capturar a través del lente de su cámara, pero sus pies dolían horrores, sus ojos ardían por la resequedad al no encontrar un momento en el transcurso del día para usar sus gotas humectantes y quería dormir todo lo posible ya que al día siguiente tenía que madrugar.


El departamento donde actualmente vivía lo compartía con otras dos personas, Shikamaru y Lee.


Apenas puso un pie en su piso se encontró a Lee ejercitando su cuerpo.


—Bienvenido a casa, Neji —el chico de cejas amplias lo saludó.


—Te he dicho que con un buenas tardes basta. —Neji enarcó las cejas algo molesto.


—Estoy en casa —sonrió Shikamaru—, tanto te cuesta responder eso.


—Como sea. —Se apresuró a entrar a su habitación, no sin antes sacarle la lengua al castaño. Una vez en la privacidad que le transmitían las cuatro paredes que le separaban del mundo, se quitó los lentes de contacto con cuidado, se puso los lentes normales, como siempre que llegaba y se tendió en la cama.


Lee un profesor de cultura física y deporte, Shikamaru un detective privado y Neji un fotógrafo en periodismo. Amigos de infancia, era la respuesta a su extraña convivencia. Los tres al tratar de vivir por su cuenta descubrieron que era mejor vivir juntos para ahorrar gastos.

Notas finales:

IlusionGris: ¡Gracias por leer!


NonaCM: ¡Gracias!


Nos leemos en el siguiente capítulo~


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