El amanecer llegó desplazando a la luna que se había encargado de iluminar el cielo de aquel verano. La mansión donde se había desarrollado la fiesta, estaba quedando vacía ante la retirada de sus invitados. Había pequeños grupos de personas que fueron despachadas en Taxi y otras cuyos choferes buscaban a sus dueños.
Thor salía de la ostentosa mansión con una sonrisa en su rostro, llevaba a rastras a su hermano que tarareaba alguna canción en medio de su borrachera. Se dirigió al auto y como pudo sentó a Balder en el asiento del copiloto y se dirigió a sentarse detrás del volante. Bufo sonriendo, al final había terminado siendo el chofer de su borracho hermano. Él también estaba embriagado, pero no específicamente de alcohol.
El recuerdo del moreno en una pose obscena lo invadió, la sonrisa se ensanchó y un sutil carmín coloreo sus pómulos. Aquel chico lo había conquistado tan rápido, había logrado en un par de horas lo que a muchas mujeres les costaba días. Sostuvo el volante con una sonrisa y prendió el motor. Era una lástima que se haya tenido que ir de aquella abrupta manera, se había ofrecido a llevarlo, pero Loki prefirió marcharse con aquel rubio.
Lo que había entendido es que Anthony Stark se había emborrachado hasta el grado de perder la conciencia por alguna apuesta en el casino, así que estaban reuniendo a la banda para marcharse. No entendía muy bien que había pasado, pero estaban apurados por marcharse, aquello hizo que el moreno saliera disparado y lo abandonara en la habitación con un casto beso y un número de teléfono. Por lo menos había logrado sacarle el número a la estrella de rock, ¿cómo se pondría Sif si se lo dijera? Sonrió, eso no iba a pasar, ese era su secreto.
Condujo tranquilo hasta llegar a su casa, al estacionarse vio a su hermano roncar a su lado, rodo los ojos, Balder nunca cambiaría.
—Eh ya llegamos —Le dio un suave empujón a su hermano—. ¡Bájate!
Balder abrió pesadamente los ojos y observo a su hermano, luego se acomodó en el asiento y fijó su mirada en el estacionamiento que se reflejaba detrás del vidrio.
—¿Dónde estamos? —preguntó
—En mi casa —Contestó Thor mientras se bajaba del auto—. Así que apúrate.
Balder hizo su mejor esfuerzo para mantenerse de pie, pero necesito ayuda de Thor para no caerse.
Luego de llegar al departamento donde el rubio mayor vivía, Balder corrió al baño para sacar de su organismo el alcohol ingerido; Thor se ocupó de prepararle un té y llevárselo hasta el baño donde su hermano se encontraba vomitando. Lo encontró ahí dormido frente al váter. Con el pie le dio un leve golpe en la pierna de su hermano, éste apenas reaccionó; suspiró, dejó el té en el lavamanos y se retiró. Estaba muy cansado para atender a un borracho.
Se despojó de sus ropas y se acostó en la mullida cama, era domingo. Iba a dormir con el recuerdo de una piel pálida empapada de sudor y unos ojos esmeralda suplicantes; con una sonrisa en sus labios cayó dormido.
***
El ruido de la cocina lo hizo despertar, parpadeó un par de veces y se levantó de la cama al sentir el fuerte sonido de algo cayéndose; seguramente Balder estaba intentado hacer algo de comer.
Con pereza se levantó de la cama y estiró su cuerpo, ¿qué hora serian? Las persianas estaban abajo, así que la luz no penetraba en la habitación. Se encaminó al armario y se colocó un pantalón deportivo de algodón, luego subió las persianas y el sol aun irradiaba en todo su esplendor, revisó la hora, eran las 20:00. Buscó su teléfono y encontró tres llamadas perdidas de Sif y un mensaje de texto de su padre.
Abrió el mensaje mientras se dirigía a la puerta de su habitación, caminó por el pequeño pasillo arrastrando los pies, el mensaje no era nada importante; bloqueó el celular al encontrarse con el desastre que Balder había realizado en la cocina.
—Hermano… —miró a su alrededor—. ¿Qué es esto?
—¡Thor! —se asustó el rubio menor—. Tengo hambre, pero ni para freír un huevo tienes.
Los sartenes estaban desperdigados por todo el piso, la isla que se encontraba en el medio de la cocina estaba repleta de pan y mermelada. Miró a su hermano y lo encontró vuelto un desastre, el traje estaba sucio y manchado, su cabello se encontraba desordenado y olía muy mal; Thor arrugó la nariz.
—Estás asqueroso —el rubio mayor comienza a recoger la cocina—. Ve a bañarte, ponte cualquier cosa que quieras de mi closet.
—Sé que estoy horrible —afirmó mientras olfateaba debajo de sus brazos—. Tomaré el baño.
Balder se dirigió a la habitación de su hermano y se preparó para bañarse, del otro lado de la casa Thor limpiaba el desastre que había dejado el rubio menor. Balder siempre era alagado por ser “perfecto” pero realmente poseía mas defectos que virtudes. Luego de ordenar y recoger la cocina, se dispuso a hacer la cena; no tenía muchas cosas, no había hecho el mercado habitual gracias a lo movido que había sido su fin de semana. Aún así se las apañó para hacer una ensalada y un pollo a la plancha que acompañó con tostadas embadurnadas de queso y mantequilla. Preparó un cargado café y sirvió dos tazas.
Su hermano llegó atraído por el olor del café, era tarde pero realmente se les antojaba el oscuro café. Cuando Balder estuvo bañado y perfumado, se dispusieron a comer. Un silencio se formó mientras ambos disfrutaban de la comida.
—¿Dónde te metiste? —Preguntó el rubio menor, mientras se comía un bocado de ensalada.
Thor se tensó, pensó un instante antes de responder.
—¿De qué hablas? —observó a su hermano—. El que se perdió fuiste tú.
—Hablo enserio, Grand Master te estaba buscando, dijo que habías plantado a unos chinos o algo así —dio un sorbo a su café y un gran mordisco a la tostada.
—No planté a nadie, solo que me solicitaban en otro lado —comió un poco de pollo.
Balder encarnó una ceja, y lo miró extrañado.
—¿Quién?
—¿Quién qué? —Terminó de comer y recogió su plato.
—Thor… ¿Qué ocultas? ¿Qué pasó en esa fiesta? —Balder imitó la acción de su hermano y se dispuso a lavar los platos.
—Nada, solo me aburrí.
—Y por eso te pusiste a bailar ¿no? —Balder sonrió al ver que su hermano se ponía nervioso—. Tú nunca bailas, pero Katherine me contó que estabas enrollado con alguien en la pista —el rubio menor cerró el grifo y encaró a su hermano, fijo sus ojos en los de Thor, incomodando al mayor.
—Vale, sí, me enrollé —Admitió Thor ante la mirada que su hermano solía usar en sus negocios—. Una belleza, es todo lo que te diré.
—¡Oh, vamos Thor! —su hermano lo miró sorprendido—. Debió llevarte loco para que te meta a la cama a horas de conocerse.
Balder se burlaba, no podía creer que su hermano se enrollara con alguien de buenas a primeras. Thor era muy cuidadoso con sus conquistas, gracias a que estaba comprometido con Jane no salía con muchas chicas, las pocas con las que se había besado, era después de una exhausta entrevista y en lugares secretos. Su hermano debía cuidar una imagen, una imagen que estaba incluida Jane.
—Espera… ¿Y Jane? —preguntó Balder al acordarse de la castaña.
—¡Mierda Jane! —sacó apresuradamente su celular y le escribió a la castaña.
Entre el alboroto del día anterior, se le olvidó escribirle a la que era su novia. Estaba tan embelesado por las esmeraldas que se olvidó completamente de la castaña. Al apretar el botón de enviar, suspiró. El teléfono no tardó nada para que comenzara a sonar; en la pantalla del celular se reflejaba la foto de la castaña, deslizo el botón verde y contestó.
—Cariño, al fin apareces —se escuchó del otro lado de la línea en forma de saludo.
—Hola Jane, ¿Cómo estás? —preguntó mientras se alejaba de la cocina.
—Muy bien, ya terminamos de realizar los acuerdos que vinimos a hacer aquí en Irlanda, pronto sale el vuelo a casa. ¿Y tú? —preguntó la castaña —¿Cómo te fue en la fiesta del viejo? —La pregunta sonó cínica.
—¿Cómo lo sabes? —Thor nunca le había dicho que iba a asistir a esa fiesta.
—Tu madre me lo dijo, que habías asistido con Balder —dijo con un tono de reproche. —¿Por qué no me dijiste?
—Es que Balder se apareció y me llevó a rastras —en parte no estaba mintiendo, su hermano había insistido en asistir a la fiesta.
—Ya regañaré a ese imbécil —espetó la castaña. —Igual me pudiste haber avisado, en fin. ¿Te divertiste?
—No, no fue divertido, sabes que no me gustan esas clases de fiestas —Thor observó como su hermano aparecía y negaba con una sonrisa ante la declaración del mayor.
—Lo sé —Se escuchó como la castaña intercambiaba palabras con una tercera persona —Me voy cariño, llego en la tarde, espero que me busques en el aeropuerto.
—Vale, adi… —El rubio no había terminado de despedirse cuando la línea ya se había cortado. Bajó el teléfono y observó a su hermano.
—¿Con que no te divertiste? —Preguntó Balder con una sonrisa burlona en sus labios.
—¡Cállate! —Thor sonrió y se retiró a su habitación.
—¡Sé que hiciste más que divertirte! —Su hermano le gritó mientras desaparecía por el pasillo.
Cuando hubo cerrado la puerta de su habitación, se dirigió a su baño. Claro que se había más que divertido, había disfrutado de esa fiesta como ninguna otra; ese moreno lo había cautivado con todos esos movimientos sensuales y luego con los gemidos obscenos. Ese hombre debería ser ilegal.
Con una sonrisa prendió el grifo de la ducha y se metió bajo el agua caliente, cerró los ojos y el recuerdo de la noche anterior llegó sin previo aviso. ¡Dioses sagrados!, comenzó a sentir la excitación por todo su cuerpo y su miembro cobró vida, éste se alzó con los recuerdos del moreno tendido en la cama.
Sin pensarlo mucho lo tomó entre sus manos y comenzó a autocomplacerse, deslizó su mano de abajo hacia arriba con el recuerdo de la blanquecina piel debajo de él, tembló al recordar los gemidos que emitía el ojiverde cada vez que salía y entraba en su cuerpo. Hizo la caricia más rápida; recordó como Loki lo apretaba cada vez que se sentía que llegaría al clímax. Comenzó a gruñir al recordar al moreno cabalgándolo impaciente, sosteniéndole la mirada y sonriendo con malicia, gracias a los gemidos que emitía cuando Loki realizaba aquellos movimientos circulares del demonio. Loki es malo, es sexy, es travieso, es encantador.
Comenzó a sentir como el orgasmo se acercaba, apoyó una mano contra la pared al igual que su frente, aumentó la velocidad de la caricia, los gruñidos que emitía hacían eco en el baño y con el recuerdo del moreno derramándose sobre él, el orgasmo se hizo presente. Su respiración estaba agitada y su cabeza estaba vuelta un caos, ¿cómo era posible que este así por un hombre? Sif no mentía, no mentía cuando decía que eran como Dioses, no mentía cuando decía que cualquiera podía quedar prendado a Loki, porque éste era sensual y lo peor es que lo sabía.
Con una sonrisa terminó de bañarse, apagó el grifo y se enredó una toalla en la cintura. A penas puso un pie fuera del baño, tomó su teléfono y marco ese número que tanto había insistido en obtener la noche anterior. Necesitaba oír su voz, aquella masturbación no le había quitado las ganas, solo las había aumentado. Necesitaba volver a ver al ojiverde, volver a sostenerlo, a besarlo, a tenerlo.