Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Como sueñan las sirenas. por Yukino

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gracias a todos aquellos que estén leyendo esta nueva historia. Deseo tengan una excelente semana de descanso. Desde el fondo de mi corazón, un abrazo! cualquier cosa que deseen decirme, con gusto la atenderé.

Yukino. 

Para quienes gusten leerla en Wattpad, este es el link :

Https://www.wattpad.com/story/141333860-como-sue%C3%B1an-las-sirenas

 

 

Como sueñan las sirenas.

 

Fanfic YAOI por Yukino.

 

Basado en el anime de Yuri!!! On Ice

 

Viktor x Yuuri

 

Capítulo 2.

 

“Sueña que vendrá del mar, un amor de carne y sal, con besos de héroe, de leyenda…”

 

 

Pasaba los días en una incertidumbre que ni siquiera le permitía comer. Bajó de peso rápidamente debido a eso. Sus problemas evidentes de ansiedad aumentaron, pues creía que cada que tocaban la puerta era la policía que venía por él, o los abogados de Viktor que le traían los papeles de una demanda que seguro no iba a poder pagar y que pasaría un tiempecillo en la cárcel, y sólo esperaba que fuera en Japón.

 

De esa noche no recordaba nada. Cuando por fin lo encontraron tirado en el piso, desnudo y rodeado de vómito todos se echaron a reír. Lucía fatal, lo llevaron a la ducha y de a pocos empezó a reaccionar. Preguntó muy insistente a Pichit cómo era que había terminado Viktor durmiendo en su habitación, pero ni él ni nadie supo darle razón. Sólo una de las chicas le dijo que iba de camino al baño esa madrugada y que lo vio a él siendo arrastrado por Viktor, riendo ambos a carcajadas, muy ebrios. “Al menos reíamos” pensó Yuuri al saber eso.

 

Por casi un mes, no pudo recuperar su vida. Se refugió en su casa y dormía mucho tiempo. Veía insistente las competencias y Viktor salía como si nada, daba entrevistas tranquilo, coqueteaba tan normal como siempre, al parecer ya no había razón para estar preocupado. Literalmente él era un insecto para Viktor, él no haría nada en su contra, era demasiado insignificante. Era claro que sus historias lo tomaron por sorpresa y se molestó como era lo normal, pero de ahí no pasaría. Seguro su cuaderno ya estaría en la basura. Igual que sus ilusiones.

 

Un día de repente se despertó y salió hacia la academia de Minako y le pidió trabajo. La mujer sin chistar le aceptó y le dijo el gusto que le causaba verlo tan animado, quizás pronto regresaría al patinaje, pero ahora más que nunca estaba convencido en no regresar. No podría ver a su ídolo nunca jamás.

 

Empezó a dar las clases muy animado. Sus alumnos eran pequeñines de seis años en adelante. Lo apreciaba mucho pues tenía en sus manos un semillero y esperaba que alguno de ellos hiciera lo que él no pudo. Que alguno de ellos un día trajera tantos oros a Japón que se convirtiera en leyenda. Los niños y niñas estaba felices, Yuuri era muy afable y muy paciente y las más felices eran las madres de estos pequeños, que se multiplicaron en acompañar a sus hijos a las clases cuando vieron al joven y atractivo profesor de ballet y sobretodo, cuando a través de su trusa pudieron ver ese apretado trasero. Las mujeres suspiraban cada vez que veían danzar al muchacho, tanto así que tuvo que cambiar de ubicación las cosas para evitar darles la espalda lo más posible. De un momento a otro, las clases se llenaron de chocolates, postres, muffins e infinidad de presentes y Minako estaba feliz pues las entradas se triplicaron.

 

Yuuri regresaba al atardecer al Onsen y siempre se detenía ahí, en ese pequeño muelle a ver el naranja con el que el día lo despedía. No podía dejar de pensar lo diferente que sería su vida si sus talentos se hubieran manifestado en el momento en el que los necesitó tanto. No podía dejar de pensar en él. Amarlo en secreto era el tesoro con el que tenía que morir, el Viktor de sus escritos debía ser ese amor para siempre, pero el de carne y hueso, lo descubrió lo llamó pervertido y lo escupió de su vida. Aún así, Yuuri seguía soñando y seguía escribiendo. Eso no se lo podrían quitar. Y aun en la cárcel lo haría.

 

­­­— ¡Yuuri! ­— gritó Mari con fuerza — llegó esta carta y necesito que…  —la muchacha no terminó de hablar cuando escuchó una estampida que venía de adentro de la casa, Yuuri estaba pálido y le arrancó la carta de la manos.

 

—¿QUÉ ES MARI? ¿DE LA POLICÍA? ¿DEL FBI? ¿DE ABOGADOS? —Yuuri temblaba intentando abrir el sobre, parecía entonces que su fin había llegado y tendría que vender su alma para poder pagar la demanda que de seguro Viktor le interponía por acoso.

 

—Es sólo el recibo del agua… te quería pedir que pasaras por la oficina después de dar tus clases, pero déjame yo iré, estás muy loco…

 

—Lo siento Mari, deja yo iré. —Yuuri tomó la carta con más calma, en la tarde haría el reclamo correspondiente. Pero algo no estaba bien. Internamente algo saltó en su pecho cuando creyó que se podía tratar de él. Y no sintió ese miedo a ser acusado, sintió una profunda esperanza de no ser olvidado. Repasaba en su cabeza una y otra vez esa terrible noche y luego el hecho de haber terminado en la cama durmiendo con él. Se odiaba no poder recordar el contacto mínimo de su piel, o su olor. Jamás en la cabeza se le pasó que hubieran hecho algo, eso no podría olvidarse además en semejante borrachera de todos, no hubiera podido ni darle un beso. Esas cosas no podrían olvidarse. Pero pasó más de una hora acostado en la misma cama que su amor y no recordaba nada y eso lo mataba.

 

“Estábamos ahí, confundidos esperando quien daba el primer paso. Yo no lo resistí y tuve que extender mi mano hasta su muy pálido rostro para acariciar su mejilla. Él dejó caer su peso en mi palma y sentí que flotaba. Me acerqué con deseo, con hambre de su cuerpo. Él no protestó en lo más mínimo mientras deslizaba mis manos por su pecho y le quitaba su camisa. Mis labios se dirigieron directo a su cuello, me excitaba el escuchar su respiración agitada, sus gemidos que poco a poco subían de tono. No resistí mi propia ropa y empecé a desnudarme, lo necesitaba, el contacto con su piel, esa sedosa y blanquecina. Llevé mis manos a su cabeza, ya quería con fuerza darle un beso, me senté encima suyo sintiendo ese miembro que pronto me perforaría y partiría en dos por dentro… “

 

Viktor pasaba horas leyendo y releyendo aquellas historias. Al principio creyó que era lo más vulgar y obsceno del mundo, pero poco a poco se empezó a dar cuenta que no era otra cosa que una apología total a su existencia. En ninguna de aquellas palabras había odio, o violencia mal intencionada. Por supuesto que preparó la demanda, claro que tenía en mente hacerlo pedazos en público y delatarlo como un acosador y violador en potencia, pero cada vez se aferraba más a esos escritos que le subían el ego. Para alguien en el mundo era tan importante, tan fuerte, tan perfecto, tan sublime y sexual, tan candente, tan tierno.

Luego pensaba que Yuuri no escribía eso por que lo sintiera sino por que simplemente lo tomó a él como referencia de su quizás frustrada vida íntima y era en esos momentos que llegaban los recuerdos de sus labios quemándole el pecho. Cómo esa lengua sedienta le succionaba los pezones y se sentía hipócrita al querer demandarlo cuando él se había acostado con su “acosador”. Se dejó llevar esa noche por el olor de su cabello, por sentirse tan deseado cuando aquel a quien tanto añoraba no le tocaba un dedo por que no era suficiente para él. Que las pocas ocasiones en que lo hacía terminaba rápido por que no creía que los mimos fueran necesarios. Y eso no pasó con Yuuri. Él lo tomó como si fuera una joya preciosa y lo elevó hasta el infinito.

 

Con las hojas regadas por doquier, Viktor recorría en silencio su departamento tan falto de alegría que ahora se inundaba también de sueños con ese chico japonés. Y quiso conocerlo, profundizarlo. Pero Viktor ignoraba por completo que Yuuri no recordaba absolutamente nada de esa noche.

 

 

Yuuri se sonrojó y paró de escribir. Guardó su libreta nueva en su bolsa, se levantó, se sacudió la arena de la ropa y empezó a trotar hacia su casa. Ya habían pasado seis meses desde el “incidente” y nada absolutamente nada había pasado, así que estaba tranquilo para poder seguir soñando. Estaba muy tranquilo en su vida cotidiana, siendo el administrador del negocio de su familia y siendo profesor de ballet y pronto profesor de patinaje artístico. Creía estar listo para subirse de nuevo a los patines. Y qué mejor que haciéndolo desde el inicio, enseñando lo poco que sabía para poder volver él mismo.

 

Frente a su casa había un auto muy lujoso, de renta. No le sorprendió pues en ocasiones empresarios iban a su Onsen para relajarse. Entró y vio a dos hombres muy bien vestidos en el vestíbulo. Los saludó y entró lo más rápido posible para saber por qué no eran atendidos.

 

—Realmente no entiendo lo que dicen hijo —le habló la amorosa madre —sólo creo que entendí tu nombre pero no supe qué decirles. Afortunadamente ya llegaste para que por favor los atiendas.

 

Yuuri por supuesto se puso su delantal y les habló en inglés para presentarse y mostrarle los servicios que ofrecían en sus aguas termales. Los hombre amablemente lo saludaron también y escucharon un poco de su charla.

 

—¿Eres Yuuri Katsuki verdad?, muchacho venimos de parte del señor Viktor Nikiforov. Él se encuentra en estos momentos en Japón y… —el hombre no pudo seguir hablando cuando vio que Yuuri estiró sus brazos hacia ellos mostrando sus muñecas —¿Qué estás haciendo?

 

—¿Vienen a arrestarme no? —Yuuri quien sentía que se desmayaría en cualquier momento quiso que todo fuera rápido y discreto para evitarle vergüenza a sus padres.

 

—Creo que no nos estamos entendiendo… —habló el amable sujeto bajando delicadamente los brazos de Yuuri —el señor Nikiforov está en Japón y nos ha pedido que te llevemos hasta Tokio, desea hablar contigo. —Yuuri no supo que decir. Parece que el momento había llegado y por dentro era un volcán de emociones. Podría terminar en una demanda, podría simplemente hablar para entregarle su libreta, podría querer un arreglo económico o podría querer hundirlo en la cárcel. Se sentó un momento en el sillón, levantó la vista hacia los hombres quienes no entendían la angustia que lo carcomía.

 

—¿Cuándo quiere el señor Nikiforov que lo vea? —Preguntó Yuuri llevándose las manos a la cabeza.

 

—Estamos aquí para llevarte inmediatamente muchacho. —Yuuri apenas pudo procesar todo aquello. Los hombres le pidieron que se vistiera apropiadamente y los acompañara a Tokio. Yuuri intentó insinuar que se negaría y uno de ellos le entregó un sobre, en él estaban dos páginas de su cuaderno. Unas partes muy eróticas. Viktor iba en serio. Supo entonces que no podía negarse o esas hojas y cientos más llegarían a todas las redes sociales y su vida terminaría, nadie en su sano juicio dejaría que un hombre tan sucio le diera clase a sus hijos. Nadie iría a su Onsen y entonces arruinaría muchas vidas. Con profunda tristeza metió las hojas de nuevo en su sobre y les pidió unos minutos para alistarse. Intentó tranquilizar a su madre diciéndole que eran parte del comité de patinaje de Japón y que debía irse a Tokio de inmediato. Se puso sus mejores ropas sin llegar a la formalidad total y se subió al auto con esos hombres. No sabía cual era su destino ahora, pero no presentía nada bueno. Y a pesar de esto,  parte de su corazón estaba en júbilo por volverlo a ver.

 

Llegaron por fin a un hotel muy lujoso. Le indicaron a Yuuri cómo llegar al salón donde lo esperaba Viktor que no era otro sitio que el Penthouse. Tan lujoso como se lo había imaginado, con la vista más hermosa de la ciudad. La torre naranja se iluminaba orgullosa.

 

—¿Linda vista, verdad? —Yuuri se estremeció al reconocer la voz detrás de sí. Lentamente se dio la vuelta y vio a Viktor que estaba sentando en una mesa pequeña donde había dos copas de vino ya servidas y un precioso candelabro en medio de ésta. Viktor se puso de pie y con un ademán le invitó a que se sentara. Yuuri temblando se acercó y tomó asiento. Le era imposible levantar la mirada. —Por favor, no voy a hacerte nada, esta es una invitación a cenar, nada más que eso.

 

—Esa noche no tuve oportunidad de decir nada. De verdad lo siento. No pienses que soy una especie de monstruo que te acecha para hacerte daño, yo…

 

—Ya entendí eso —interrumpió Viktor sonriendo —sólo soy un personaje de tu ficción. Me molesté claro, pero pues leyendo tus historias, ya no creí que fueran tan, sucias…

 

—Gracias por entenderlo — Dijo Yuuri muy aliviado — fue terrible para mi que encontraras esas historias y darte cuenta así de mis sentimientos, de verdad lamento…

 

—¿Sentimientos? —interrumpió Viktor algo alterado —¡lo que escribiste a cerca de amarme, ¿es real?!

 

Yuuri lo miró con el rostro paralizado. Se había delatado de la manera más estúpida, y le había confesado que estaba enamorado. Miró al ventanal y vio de nuevo la torre naranja esperando que alguien lo salvara. Viktor apoyó sus codos en la mesa y apoyó su boca en las manos entrelazadas.

 

—Esa noche no dijiste, ni insinuaste nada…

 

—¿Qué noche? No sé de qué me estás hablando —Yuuri hablaba temblando y por un momento Viktor se sintió usado. Volvió a mirarlo esperando a que dijera alguna otra cosa. Viktor se levantó de la mesa de un brusco movimiento y lo tomó de un brazo levantándolo también.

 

—¡Por favor Viktor! ¡Te juro que pagaré, nunca más sabrás de mi, nunca volveré al patinaje, sólo dame ese cuaderno y desapareceré de tu vida!— gritaba el aterrado muchacho creyendo que iba a recibir la paliza de su vida. Por fin llegaron a la puerta de la habitación y Viktor que se posó detrás de él, le ordenó que entrara. Yuuri sólo pudo ver la cama perfectamente tendida y las luces tenues de las lámparas.

 

—No te detengas ahora, entra  y ya veremos que hago de nuevo con tus “sentimientos”

 

—¿Vamos a dormir? —preguntó Yuuri en la más estúpida ingenuidad, pero cierta. No pasaba por su cabeza nada más.

 

—¿Tú qué crees niño pervertido? —Le habló muy sugestivo al oído del muchacho —Vamos a repetir esa noche, pero sin una gota de alcohol…

 

—¿Repetir? ¡¿de qué hablas?! — habló el asustado muchacho, virando a verlo. Viktor sintió que por dentro algo estalló. Era imposible que no recordara las horas que se revolcaron en la diminuta cama. Y aunque Yuuri nunca dijo nada, Viktor ahora sabía que era amado por él.

 

Totalmente descolocado, Viktor entró de un jalón a Yuuri y le ordenó que se desnudara. Yuuri estaba en shock. Parecía entonces que la manera de recuperar sus escritos era acostándose, de nuevo, con Viktor Nikiforov, aunque no recordara haberlo hecho ya. Se sintió una basura. Creyó que tendría su primera vez con él, como si fuera una prostituta, sus historias una a una se venían abajo viendo la ira del hombre que amaba esperando que se quitara la ropa.  No tenía opción. Y no quería tener otra. Lentamente se empezó a quitar la ropa y a dejarla ordenadamente en una silla. Se dejó su boxer pero Viktor le ordenó que se lo quitara todo. Yuuri se quedó ahí un buen rato mientras él lo observaba, no sabía su expresión, no se atrevía a verlo a la cara. Sólo de reojo observó que él también se quitó su ropa. No sabía qué hacer, no sabía cómo actuar, no sabía cómo moverse, no se quitaba las manos de la pelvis intentando cubrirse. Y se acostó. Boca arriba, mirando hacia a un lado, esperando que Viktor hiciera lo suyo y ya. Por ahora los sueños de acariciarlo y besarlo y tantas cosas imaginadas no podrían ser, Viktor estaba histérico como para hacer el amor.

 

—¿Qué estás haciendo? —Le preguntó el desnudo Viktor sentándose a su lado.

 

—No sé —respondió con voz temblorosa Yuuri —no voy a resistirme, tenlo por seguro.

 

—Se supone que debería ser yo el acostado en la cama — dijo Viktor de manera burlona — esa noche, fuiste tú quien me penetró…

 

Yuuri quedó sentado de un brinco. Lo miró con la boca abierta, moviendo la cabeza de un lado a otro negando lo que el ruso había dicho y dos lágrimas se le escaparon suicidas de sus ojos. No las quiso limpiar. Entonces esa noche, quizás la  mejor de su vida, si había tenido sexo con Viktor Nikiforov y él no recordaba ni una caricia. Se abrazó a las piernas y empezó a hablar en japonés. Viktor le reclamó que no entendía.

 

—Digo que no era así cómo yo lo hubiera querido…— y escondió su rostro en sus rodillas.

 

—Es una sorpresa para ti, sobre todo cuando en todos tus escritos soy yo el “activo”. Esa noche parecía que querías devorarme. Pues bien, hagamos como lo has soñado, hoy seré yo quien te desarme. — No terminó de decir eso cuando de un jalón lo acostó en la cama y se le quedó viendo fijamente — haremos lo que el niño hentai quiera —Yuuri se sonrojó hasta más no poder y sintió como el muchacho se lanzó sobre su ombligo a lamerlo y succionarlo. Con timidez llevó una de sus manos al cabello sedoso del hombre de sus sueños y lanzó un gemido. Viktor levantó un poco la cabeza y le lamió la palma de la mano, para seguir con el resto de su cuerpo. Yuuri ni se lo creía y por fin después de lamer lo que se le dio la gana, Viktor lo sentó sobre sí. Y tal cuál como lo había escrito muchas veces, sentía el miembro erecto de su amante rozando su trasero. Viktor metió un par de dedos en la boca del aún asustado chico, para luego empezar a lubricar su entrada.

 

—Por favor, dejemos hasta acá… te lo ruego…

 

—¿No te gusta lo que está pasando? —preguntó Viktor muy agitado

 

—Me gusta, pero no quiero que acabe y una vez salgas de mi cuerpo, será el fin… —dijo entre lágrimas viéndolo fijo. Viktor quiso compadecerse pero estaba demasiado excitado y furioso. Yuuri parecía muy honesto al no recordar nada de esa noche, que no había pasado de ser sexo casual. Uno tan apasionado como el que añoraba con Leo. Y recordar al ingrato amor de su vida le perturbó la cabeza. Tomó al asustado Yuuri por el rostro y lo besó. El muchacho pareció calmarse, no podía creer Viktor que él era el mismo desesperado amante que lo tomó como se le dio la gana.

 

Lo acostó y levantó su cadera para poder acomodarse. Yuuri lo supo, no habría vuelta atrás. Agarró muy fuerte las sábanas, sabía que dolería  y así fue. Viktor prefirió entrar de un solo movimiento. Yuuri se echó hacia atrás agarrándose de la almohada, era un dolor insoportable. Viktor intentó calmarlo y entrelazó una de su manos con la de él. Aún no empezaba a moverse, pero Yuuri agradeció el gesto. Con fuerza le penetraba mientras Yuuri parecía que le rompería los dedos. Con la mano que tenía libre empezó a masturbarse y de un manotón Viktor se lo impidió, él haría todo. Él haría todo tal cual lo había soñado. Yuuri empezó a mover sus caderas por su cuenta, ya no aguantaría más, al igual que el ruso, sus mejillas se ponían cada vez más sonrojadas, sentía que su cuerpo iba a romperse, y en un gemido agarrando el cabello plateado, terminó el muchacho soñador. Un poco después en una frenética estocada, Viktor también terminó. Con dificultad y bañado en sudor, apoyó su cabeza en el pecho de Yuuri. Esperó a que su miembro saliera solo del cuerpo del muchacho y se acostó encima de él. No quiso mirarlo, no tan pronto.

 

—Viktor —dijo Yuuri en voz muy baja —¿ves? Ya todo acabó… —Viktor levantó la vista y lo vio a los ojos — gracias… —Sonrió Yuuri — por favor dame mis escritos y déjame ir, nunca más me cruzaré en tu camino te lo juro…

 

Viktor se sintió ofendido hasta lo más profundo de su ser. De verdad creía que estaba haciendo realidad el sueño de alguien y ahora éste lo único que parecía querer era largarse de su lado. Pero Yuuri tenía claro que Viktor no lo amaría nunca y que estaba teniendo sexo con él para vengarse por sus historias y por haberlo penetrado esa noche, aunque no lo recordara. Su cabeza estaba nublada entre el deseo y la ansiedad. Jamás se le pasaría por la cabeza que un hombre como él, lo deseara en serio, no era más que sexo casual, consensuado, que no dañaba a nadie, pero que traía mucho gozo al cuerpo. O al menos eso creía.

 

Viktor se levantó, tomó una bata y se la puso con brusquedad. Yuuri estaba confundido. Había dicho ya muchas tonterías esa noche, por eso hablar no era lo suyo,  por eso escribía.

 

—En tres días, mis amigos abogados pasarán a recogerte. Alista una maleta, vendrás a vivir a mi país. Verás, he decidido que voy a entregarte una a una las historias que escribiste, cada vez que termine de tener sexo contigo. —Yuuri apenas si pudo sentarse en la cama — Alcancé a leer algo así como ochenta y tres historias diferentes, si te niegas, una a una las contaré a un juez para que te encierren por acoso. No puedo venir tan seguido a Japón, y sé que ahora no estás activo en nada, así que vendrás conmigo.

 

—Viktor —apenas si pudo hablar Yuuri —Tú tienes pareja…

 

—No te confundas. Me gusta el sexo contigo. No es nada más que eso. El Viktor que te ama, el que te toma de la mano y te dice palabras tiernas y vive y respira sólo para ti está en estas hojas —Dijo mientras del cajón de una cómoda sacaba un sobre y se lo entregaba —El real no te querrá más que por tu trasero. — Yuuri recibió el sobre totalmente abatido. No pudo mirarlo más. Lo vio en la puerta queriendo salir de ahí. Antes de salir por completo, volteó a verlo de reojo — Sigue soñando con él.

 

—Eso haré —Respondió Yuuri con voz firme, casi molesta —y en ochenta y un veces más, volveremos a ser él y yo. Y tú sobrarás.

 

Las palabras de Yuuri le llegaron como un puñal al pecho. Salió de ahí sin virar a verlo y se recostó en una pared. No podía creer lo que estaba haciendo. Él no era así, él era casi igual al Viktor de las historias de ese niño. Él quería vivir todo eso, con Leo. Pero tener sexo con Yuuri, era sublime. Leo escasamente lo tocaba. Se sintió horrible. No quiso pensar más. Sólo quiso sentir el aroma de Yuuri en su cuerpo. Adentro, recostado y asustado Yuuri, no podía procesar lo que acababa de pasar. Estaba entre el sabor más agridulce de su vida, había tenido sexo con Viktor, de manera tan imprevista, que casi ni lo creía, ni lo disfrutaba. Pensaba en qué manera justificaría su ausencia, y se entristeció mucho ahora que la vida le empezaba a sonreír. Pero no, él pertenecía al bando de los tristes. No había lado bueno para él.

 

************

genjitslam@yahoo.es

 

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).