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50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego) por ErickDraven666

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Notas del capitulo:

Este será el último capítulo que subo de esta historia en está plataforma... nadie parece leer por aquí y la única persona que comenta en vez de comentar lo que le agrada sólo critica.

Seguiré subiendola en wattpad 

 

Un adiós y un te quiero
 
Edward no pudo parar de contemplar el calmo y apacible rostro de Christian, el cual dormía plácidamente en la alcoba que se le había asignado al magnate en el acogedor departamento, después de que el apuesto vampiro hubiese recibido el mensaje instantáneo de parte de Rosalie, la cual le exigió a su hermano llevar al multimillonario hasta la nueva guarida donde habían decidido hospedarse, hasta nuevo aviso.
“Estas a salvo, Christian… Juré que nada malo te pasaría y cumpliré mi promesa aunque de ello dependa mi propia vida” Besó el apacible rostro del magnate, el cual se encontraba de medio lado, suspirando al sentir el gélido contacto de los labios del vampiro, quien pudo apreciar como el apuesto hombre comenzó a soñar con él, salvándole la vida—. “Te amo, Christ… y si debo alejarme de ti para salvar tu vida lo haré” —Edward pensó en que a lo mejor Klaus perdería interés en los Grey si él se alejaba definitivamente de ellos, pensando en la posibilidad de irse a la Isla Esme después de culminar sus estudios, analizando sus antiguas y erróneas decisiones, recordando que con Victoria nada de eso había funcionado.
Los sueños de Christian eran confusos, de vez en cuando Edward era alguien agradable en sus recuerdos y en otros se transformaba en un ser al que se le debería temer, imaginando que el hibrido había ensuciado su mente con momentos para nada gratos, y en otras pensó en que a lo mejor el día en que el magnate se había enterado de toda la verdad, había quedado arraigado en el subconsciente del perturbado caballero, rememorando entre sueños aquel mal recuerdo.
—¿Edward?... —Llamó Isabella a su hermano, el cual había estado acariciando el rostro del magnate, intentando calmar sus temblores.
—¿Sí?... —preguntó incorporándose de la cama, después de acobijar al sedado hombre, ya que por más que intentaron hacerlo dormir de forma natural, sus nervios estaban al borde de un colapso, optando por darle un par de ansiolíticos, que lograran controlarle.
—Estamos por finiquitar todo, solo falta que Taylor despierte y nos iremos. —El afligido vampiro miró nuevamente a su amado magnate, el cual se removió intranquilo sobre la cama.
—Lo recupero y lo vuelvo a perder de nuevo, Bella… No es justo. —La chica bajó la cabeza.
—Lo sé, pequeño… pero si lo amas, debes dejarlo ir… estará mejor lejos de ese psicópata de Klaus. —Edward asintió, sentándose nuevamente a orillas de la cama, besando la mejilla y luego el cuello de su amada ex pareja.
—Te amo, Christian… no lo olvides nunca. —Susurró en su oído, logrando que el magnate sonriera, estremeciéndose sobre la cama, mientras Edward se incorporó nuevamente, saliendo de la cálida habitación, encontrándose en el pasillo a uno de sus anfitriones, siendo Riley quien le notificara tanto al joven Cullen como a Bella.
—El auto está listo. —Señaló hacia una de las alcobas, al final del pasillo—. Esperamos por el señor Taylor. —Edward asintió.
—Dejémosle descansar… lo que vivió anoche no debió ser nada fácil de procesar y a lo mejor le constó conciliar el suelo. —Si bien era cierto que Taylor se encontraba preocupado y bastante alterado ante lo ocurrido, no fue sino el constante parloteo de Elijah, lo que lo mantuvo hasta altas horas de la noche despiertos, intentando conciliar el sueño, aunque su compañero de cuarto parecía no querer dejarle dormir, sucumbiendo ante el cansancio que embargó su cuerpo mortal, dejando al vampiro hablando solo, el cual simplemente optó por intentar dormir, pero se sentía tan fascinado por aquel hombre, que solo durmió un par de horas, despertando junto a él, observando su agraciado rostro ser bañado por la luz del día, comenzando a despertar, percatándose de como el milenario vampiro le contemplaba con una amplia sonrisa, apostado de medio lado sobre la cama.
—Hola guapo. —Saludó el peculiar personaje que se mostraba frente al serio y somnoliento guardaespaldas, el cual bostezó cubriéndose la boca, estirándose con parsimonia sobre la cama, sin ningún gesto de asombro o incomodidad ante la cercanía del encimoso vampiro.
—Buenos días, Elijah. —Si bien en su momento Taylor intentó mantener la distancia social entre él y el vampiro, este no le permitió tratarlo de usted, exigiéndole que le tuteara.
—¿Cómo dormiste? —Taylor le miró con cierta incredulidad, respondiendo a su pregunta mientras se incorporaba de la cama.
—Pues había un molestoso zancudo zumbándome en la oreja. —Por supuesto aquello consiguió que Elijah se carcajeara, levantándose igual que Taylor de la cama.
—¡Oh… excuse moi! —Mientras Taylor se calzó los zapatos por un lado de la cama, Elijah lo hacía por el otro—. Es que no quería perder la oportunidad de conocerte mejor. —Taylor no dijo nada, simplemente se encaminó hasta el cuarto de baño, introduciéndose al reducido lugar, comenzando a asearse—. ¡Por cierto!... dejaste una pregunta sin responder—. Acotó el vampiro, tomando su costoso saco francés, al cual sacudió intentando alisarle lo mejor que pudo.
—Recuérdame. —exigió Taylor después de descargar su vejiga en el excusado, tomando uno de los cepillos dentales que se encontraban en el lavabo sin tan siquiera ser sacados de sus empaques.
—Mmm… pues quería saber si por casualidad existió alguna señora Taylor. —El guardaespaldas comenzó a cepillarse los dientes, pensando en Gail, acotando después de haber escupido un buche de espuma dental.
—Hubo alguien especial, pero tu hermano la mató. —Aquello sorprendió a Elijah, el cual ya se había puesto el saco, intentando peinar su cabello, observándose en el espejo de la peinadora.
—¡Por todos los cielos!... —Exclamó sin saber que decir al respecto, mientras Taylor terminó de asearse la cara—. ¿Puedo preguntar cómo fue? —El guardaespaldas salió del baño, secándose la cara con una pequeña toalla, abandonándola sobre la cama, notificándole a Elijah lo que había sucedido con la señora Jones—. Lo siento mucho, Jason. —El serio hombre no dijo nada, peinándose al igual que el vampiro lo había hecho, apartándose rápidamente de la peinadora—. Debes odiarme.
—¿Por qué? —preguntó intrigado.
—Soy familia de la persona que mató a tu novia. —Taylor negó con la cabeza, tomando su billetera y su saco, los cuales reposaban sobre una pequeña mesa, acotando a continuación.
—Gail no era mi novia… solo intentábamos comenzar una relación. —Guardó su billetera, colocándose rápidamente el saco—. Y no tengo porque juzgarle por las atrocidades que ha hecho su hermano… ha demostrado que no es como él, así que… —Elijah le interrumpió.
—He matado gente, Taylor. —El hermético guardaespaldas le contempló sin hacer ningún tipo de gesto que denotara asombro o descontento.
—¿Y?... —preguntó algo intrigado.
—Pues que no soy alguien bueno. —Taylor culminó su acicalamiento, abotonándose el saco.
—Pues si usted cree que no es bueno por matar seres humanos le notifico que yo también he matado personas. —Elijah alzó una de sus cejas—. La diferencia entre alguien bueno y alguien malo depende de la víctima. —Taylor caminó hacia la puerta, siendo interceptado por el ágil y veloz vampiro.
—Explícate. —pregunto con bastante curiosidad.
—Trabajé para la CIA y maté a mucha gente tan solo porque me lo ordenaban… eso me hacía una mala persona… como Klaus, el cual solo mata por diversión, mientras que yo lo hacía por órdenes de alguien más sin cuestionar nada, porque no tenía principios morales ante mi adoctrinamiento. —Elijah asintió para que prosiguiera—. Pero me cansé de ser aquella fría persona cuando me ordenaron matar a una mujer y su hijo de tan solo cinco años alegando que era solo daño colateral. —El vampiro escuchó atento su relató, ensimismado con el carismático hombre, aunque para muchos, Taylor carecía de carisma—. No lo hice y me juzgaron, castigándome severamente. —El guardaespaldas intentó abrir la puerta pero Elijah se lo impidió.
—¿y luego? —pregunto el vampiro demasiado intrigado.
—Me destituyeron. —Soltó la manilla, al darse cuenta de que el inmortal no le iba a dejar salir—. Pensé que me matarían pero fui enviado al FBI… bajándome de rango. —Elijah volvió a asentir—. Pero yo lo preferí así, ya que siendo policía mataba a gente mala, a personas que en verdad se lo merecían, aunque no me estoy justificando. —El vampiro negó con la cabeza—. Matar es matar y en ninguna de las veces que lo hice sentí regocijo por ello. —Elijah chaqueó sus dedos, señalándole.
—¿Ves?... eso nos diferencia porque a mí sí me causa regocijo matar. —Taylor posó nuevamente la mano sobre la manilla de la puerta, abriéndola mientras acotaba a las palabras del vampiro.
—Pues yo también siento regocijo cuando matan una vaca y hacen asado de ternera. —Una amplia sonrisa se dibujó en los seductores labios del vampiro, el cual le siguió a las afueras de la recamara, encaminándose por el pasillo, hacia la acogedora sala—. Usted es un espécimen que disfruta de la sangre humana, al igual que nosotros los humanos disfrutamos de comer animales.
—A veces intento no matarles. —notificó—. Pero en ciertas ocasiones se escapa de mis manos. —En cada alegato, el vampiro deseaba ansiosamente saber la inesperada respuesta del guardaespaldas, la cual no se hizo esperar.
—Yo intento dispararle a mis víctimas en la pierna, mientras que usted bebe de las suyas, tratando de no matarlas, eso no nos hace ni buenos ni malos, Elijah… simplemente nos hace ser nosotros mismos intentando ser mejores personas. —Por primera vez en su vida el vampiro deseó convertirse en alguien irracional, inculto y primitivo, necesitando con anhelo desmedido besar a la fuerza a aquel espécimen que caminaba unos pasos por delante de él, deteniéndose al llegar a la cálida y concurrida sala, mirando a todos los presentes—. ¿Y el señor Christian? —preguntó mientras Elijah se lo devoraba con la mirada.
—Aun duerme. —respondió Edward, siendo Sam el primero en acercársele, estrechando su mano.
—¿Dormiste bien? —preguntó al ver sus pronunciadas ojeras.
—Mmm… más o menos. —Le dio una mirada furtiva al vampiro—. Alguien parecía sufrir de insomnio—. Aquello hizo sonreír a Jacob, acotando con una socarrona sonrisa.
—Miren al Taylor, pues… pasó su buena noche de espadazos y culeo con el vampiro. —Por supuesto todos le miraron con desprecio, siendo Elijah quien acortara distancia entre el entrometido e irrespetuoso joven y él, tomándole raudo del mentón, acercando su malhumorado rostro al del beta de la manada, ordenándole después de haber conseguido conectarse mentalmente con el odioso chico.
—Baila como orangután de circo, maldito niño homofóbico. —Le soltó bruscamente, logrando que el hipnotizado muchacho cayera al suelo, comenzando a bailar como chango, emitiendo los sonidos particulares de un mono, haciéndoles reír a todos menos a Leila, la cual comenzó a alterarse, exigiéndole al vampiro que detuviera la hipnosis—. Alguien debe darle una reprimenda a ese maldito mocoso estúpido. —Mientras Jacob siguió con sus monerías, quedando en ridículo delante de todos los presentes, Taylor se acercó a Sawyer, inclinándose para revisar su herida.
—Estoy bien Taylor… en serio… la bala entró y salió limpiamente. —Señaló a espaldas del guardaespaldas—. La joven sabe de medicina y después de unas cuantas puntadas, quedé como nuevo. —Jason volteó a ver de quien se trataba, encontrándose con la hermosa joven de cabellos oscuros que les había dado la bienvenida, y la que ahora le ofrecía una humeante taza de café.
—Tenga señor Taylor. —El aludido se incorporó de su inclinada postura frente a Sawyer, tomando la aromática bebida.
—Gracias por todo, señorita Tanner. —La chica negó con la cabeza, tratando de colocar su poblada cabellera detrás de sus hombros, haciendo todo lo posible por permanecer seria, pero Jacob comenzó a balancearse de una de las lámparas tipo araña del antiguo departamento, logrando que todos volviesen a reír, mientras la joven le exigía al impertérrito guardaespaldas.
—No tiene por qué dar las gracias… y por favor… llámeme Bree. —El educado caballero asintió, bebiendo un enorme trago del cálido brebaje—. Lamento no haber podido prepararles un buen desayuno, estoy fuera de práctica. —Taylor le notificó que no debía preocuparse y que con el café era más que suficiente—. Los Grey están esperando por usted en el piso de abajo. —Señaló hacia el suelo—. No queríamos tenerlos aquí con los de nuestra raza… —Señaló a Sam— …y la de ellos. —Taylor volvió a asentir—. Esperan para partir a donde usted crea conveniente llevarlos por un tiempo prudente hasta que todo se calme.
—En verdad se lo agradezco, señorita Bree… ha sido de mucha ayuda. —El desprendimiento de la lámpara, al igual que el estruendoso impacto del cuerpo de Jacob en contra de la mesa central, llamó la atención de todos los presentes, siendo Taylor quien exigiera en un tono molesto—. ¡Es suficiente, Elijah!... Creo que el chico ya se dio cuenta que no debe volver a hablar más de la cuenta. —Todos dejaron de reír, siendo Garrett quien se acercara a su ex amante, susurrándole entre dientes.
—Ya actúan como maridos. —Elijah sonrió, alzando su pulgar aprobatoriamente—. Esta cabreado.
—Lo sé… ¿te diste cuenta de cómo se le hace un hoyuelo en la frente cuando se molesta? —Garrett asintió con una amplia sonrisa—. Es una monada… —Al decir aquello Jacob comenzó a hacer nuevamente como chango, recibiendo la reprobatoria mirada de Taylor, señalando al joven Black—. Y es mandón… me encanta. —Tomó a Jacob por el mentón, siendo Leila la única intentando controlarle—. Dejaras de ser un orangután y de ahora en adelante no serás tan homofóbico. —Le soltó, logrando al fin calmar sus monerías, mirando a todos lados sin saber qué demonios había ocurrido, siendo su imprima la que le explicara lo ocurrido, exigiéndole que le ayudara a organizar todo el destrozo.
—Gracias. —Acotó Taylor recibiendo por parte de su autoproclamado enamorado un beso volador, lo que por supuesto Taylor ignoró, bebiendo diligentemente de su taza de café.
—¿Y qué tienes pensado hacer, Jason? —preguntó Garrett acercándosele.
—Lo mejor es que ninguno de nosotros sepa a donde llevaremos a los Grey. —El policía asintió.
—Yo los esconderé. —Argumentó Bella a la conversación—. Si lo que quieren es a alguien a quien Klaus, Aro y Edward no puedan leer su mente y manipularle a voluntad esa soy yo. —Justo en aquel momento Rosalie entró en el departamento, notificándoles a todos.
—Los Grey están impacientes… quieren ver a Christian y no confían en ninguno de nosotros… así que no creo que se vayan a ir contigo sin que alguien de confianza les acompañe. —Garrett señaló a Taylor.
—Jason se irá con ellos. —El aludido negó con la cabeza, después de entregarle la taza de café ya vacía a Bree, agradeciéndole la bebida.
—Yo me quedo. —Aquello hizo sonreír a Elijah—. No pienso dejar el emporio Grey desprotegido y a manos de esos dos. —Garrett le había notificado al guardaespaldas lo poco que Alistair le había dicho a cerca de los planes de su señor Niklaus, el cual pretendía convertir a los Kavanayén en los nuevos magnates de Seattle—. Sawyer y la señorita Swan pueden encargarse de esconder a los Grey, mientras que nosotros… —Taylor detuvo su acotación, al ver a espaldas de Sam a su jefe—. Señor Christian. —Todos voltearon a verle, siendo Edward el primero en incorporarse de su asiento, mirando a su amado.
—Yo tampoco pienso abandonar Seattle, Taylor. —Todos permanecieron callados, siendo el preocupado guardaespaldas quien acortara distancia entre él y su jefe, al ver como parecía temer acercarse a los demás.
—Señor Christian… debe ponerse a resguardo junto a su familia. —Señaló a Bella—. La señorita Swan y Sawyer los llevaran a un lugar seguro. —Tanto la vampiresa como el segundo al mando en la seguridad de los Grey se vieron a las caras, siendo Isabella la que cortara la conexión visual entre ambos, mientras el apuesto chico sonreía con socarronería.
—No Taylor… si mi empresa corre peligro, me quedaré.
—Tanto tu empresa como tu vida corren peligro, Christian. —Argumentó Garrett tajante—. Y la segunda no se puede recuperar. —El atemorizado pero decidido hombre escaneó cada uno de los presentes, deteniéndose en el agraciado rostro de Edward, el cual sentía unos deseos incontrolables por abrazarle, manteniéndole la mirada.
—Pues tal parece que tengo superhéroes a mi disposición. —Aquello hizo sonreír a unos cuantos, mientras que otros simplemente negaron con la cabeza—. No sé qué está pasando y tampoco me pondré a analizar la situación, ya que eso me altera los nervios… lo único importante es sacar a mi familia de la ciudad y si tú… —Señaló a Taylor—. Confías en la chica para que los mantenga a resguardo en compañía de Sawyer, pues entonces andando. —Se encaminó hacia la puerta.
—¿Christian?... —Se atrevió Edward a llamarle—. No quiero que te quedes.
—Pues tú no eres quien para exigirme a mí eso. —Tanto Taylor, como Edward comenzaron a discutir con el irracional hombre de negocios, siendo Elijah quien interrumpiera la ofuscada discusión.
—Tal vez sea bueno que Christian se quede. —Aquello sorprendió a todos—. Es ilógico sacar del tablero de juego al rey. —Señaló a Christian—. Bueno… aquí el rey soy yo, claro… todos lo saben pero…
—Al grano Elijah. —Exigió Taylor tajante.
—Ok, ok… ya voy mi vida… no seas tan mandón. —Bufó por la nariz, logrando las risas de la mayoría de los presentes—. Decía que para Klaus, Christian es la pieza principal y si el rey abandona el tablero de ajedrez… ¿Cómo diantres va a cantar jaque mate si no está la pieza principal del juego? —Señaló al magnate.
—En cierto modo Elijah tiene razón. —Argumentó Rosalie, paseándose de un lugar a otro en la cálida sala—. Si todos los Grey se van con Bella, Klaus ira tras ellos. —Tanto Elijah como Christian asintieron—. Mantengámoslo aquí en resguardo. —Rosalie miró al milenario vampiro—. Según Elijah, Klaus está organizando sus piezas y tengo entendido que vienen las tuyas a integrarse a este juego de poder. —El ancestral vampiro asintió—. Pues juguemos su juego con las piezas completas. —Señaló a Christian—. Que se quede… —Miró a Edward—. A lo mejor poco a poco logra recuperar la memoria… ¿No te parece, hermanito? —La rubia le sonrió con socarronería.
—¿Y porque Versace no le regresa la memoria? —preguntó Jacob, señalando a Elijah, el cual lo miró de mala gana.
—Tú no aprendes… ¿Verdad? —Jacob se encogió de hombros, alegando a su favor que lo había llamado de aquel modo por su afición al buen vestir y a la moda y no por ser gay—. Pues no puedo regresarle la memoria porque fue Klaus quien hizo la inducción… lo siento… Christian tendrá que poner de su parte para recuperar el faltante en su memoria.
—Entonces más a mi favor, debo quedarme. —Miró nuevamente a todos los presentes, sosteniéndole la mirada a Edward—. Siento que me han arrebatado algo muy importante y no voy a recuperarle escondiéndome lejos de Seattle.
—Pues si la señorita Bree y el joven Riley no tienen ningún inconveniente en mantener al señor Grey un tiempo prudencial en su casa… podríamos intentar resolver esto sin que el señor Christian corra peligro. —Todos observaron a la pareja creada por la difunta Victoria.
—Por mí no hay ningún inconveniente. —Acotó Bree, mirando a su pareja.
—Tampoco por mí. —Concluyó Riley—. De hecho todos pueden seguir manteniéndose a resguardo en nuestro edificio. —El apuesto vampiro les comentó que después de haber estado alejados de la ciudad, habían decidido regresar a sabiendas de que la vampiresa al fin había muerto—. Adquirimos el lugar completo por un precio bastante razonable ya que requiere hacerse muchas reparaciones, pero tanto Bree como yo no necesitamos de grandes lujos, sino de un lugar que pase desapercibido, así que este es sin duda el mejor lugar para esconderse.
—Pues no se diga más… me quedo. —Concluyó Christian la disputa sobre su reticencia a irse, pidiéndole a Isabella que llevara a su familia con ella, exigiéndole que los mantuviera a resguardo.
—Tranquilo Christian… los cuidaré por un tiempo y luego volveré. —El calmo hombre asintió, permitiéndole a Bella llevarse consigo a Sawyer, el cual se encontraba fascinado ante la sola idea de pasar unos días en compañía de la hermosa vampiresa, quien se lo llevó hasta el piso de abajo, mientras Christian les notificaba a todos.
—Iré a despedirme de ellos… —Todos asintieron—. ¿Taylor?... —Christian posó su mano derecha sobre el hombro de su guardaespaldas, notificándole a continuación—. No tengo palabras para agradecerte lo que has hecho por mí y por mi familia.
—No tiene nada que agradecer, señor. —Palmeó el hombro del sonriente hombre—. Usted es alguien muy importante para mí…
—Espero que no muy, muy, muy importante… con solo la palabra importante es más que suficiente como para que a mí me ataquen los celos. —Garrett parecía ser quien más disfrutara de todo aquel coqueteo de su ex pareja, ya que sabía que cuando Elijah se fijaba en alguien como lo estaba haciendo con el guardaespaldas era algo que difícilmente se le pasaría.
—Es lo suficientemente importante como para resguardar su vida, pero no lo suficiente como para que tú pienses mal… Elijah. —El seductor vampiro le guiño un ojo, notificándole a Garrett entre dientes.
—Ya nos estamos entendiendo él y yo. —No solo Garrett rió, Sam parecía estar cada vez más encantado con la postura que Taylor había tomado para mantener al vampiro a favor de ellos y en contra de los nefastos juegos de poder de su hermano, siendo Christian quien le preguntara a su guardaespaldas, susurrándole por lo bajo.
—¿Puedo saber desde cuanto te van los hombres? —A lo que Taylor respondió calmadamente, saliendo del departamento principal, encaminándose hacia las escaleras.
—A mí no me van los hombres, señor Grey… simplemente intento mantener esa pieza importante en nuestro bando. —Christian rememoró cada coqueteo de Elijah para con su guardaespaldas, el cual no quiso callarse nada, soltándole a continuación—. Aquí al único que le van los hombres es a usted. —Aquello asombró a Christian.
—¿Qué a mí qué?... —preguntó el asombrado multimillonario bajando las escaleras, mientras Taylor se dio el gusto de sonreír con socarronería, notificándole a su jefe que lo hablarían luego y que lo principal ahora era sacar a su familia de la ciudad a toda costa.
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Los gritos provenientes del Mausoleo “Rhodes”, ubicado en Lake View cementery, de la ciudad de Seattle, pasaron desapercibidos ante el oído humano, al estar profundamente oculto en lo más recóndito de aquel lugar, siendo el escondite perfecto para Klaus y sus secuaces, en donde el hibrido martirizaba a Ethan con fuertes latigazos en su espalda, mientras que el recién llegado Benjamín, castigaba a Alistair, el cual se encontraba maniatado por enormes cadenas sobre uno de los altares donde se solían colocar los cuerpos embalsamados de los difuntos, quemándole las piernas con su don.
—¡AAAGGRR… Mi señor, por favor!... —Rogó Alistair, mientras Klaus soltaba un  nuevo zarpazo sobre la maltrecha espalda del licántropo, aquel que rugió, tensando las cadenas que lo tenían a merced del iracundo hibrido, siendo Benjamín quien hablara.
—Creo que ya es suficiente, Klaus. —El apuesto egipcio dejó de infundir su don sobre las chamuscadas piernas del adolorido vampiro, el cual jadeaba ante el dolor que lo embargaba.
—Yo diré cuando es suficiente, Benjamín. —El iracundo hibrido volvió a arremeter en contra de la desnuda y maltrecha espalda de su lacayo, espetando a continuación—. Van a comprender que conmigo no se jode. —Ethan gritó ante el fuerte impacto del látigo sobre su ya desgarrada piel, escuchando los pasos del egipcio intentando subir las escaleras del oculto y subterráneo lugar—. ¿A dónde crees que vas? —preguntó Klaus completamente fuera de sí, al ver como Benjamín pretendía irse sin acatar sus órdenes.
—Iré a buscar a los Vulturis… ya deben estar por llegar al aeropuerto. —Miró su reloj de pulso.
—Aun no has terminado con este maldito bastardo… —Señaló con el látigo a Alistair, mientras Benjamín le miraba con los ojos inyectados en ira, logrando que las paredes del subterráneo lugar comenzaran a estremecerse, ante el don del poderoso inmortal sobre los cuatro elementos, haciendo temblar las paredes.
—Dije que ya he terminado, Niklaus Mikaelson. —Todo siguió temblando y estremeciéndose, logrando que Klaus soltara el látigo con el que castigaba a Ethan, posando sus manos frente al enajenado inmortal.
—¡Ok, ok… ya entendí… tienes razón… es suficiente! —Benjamín suspiró intentando controlar su temperamento, el cual se había vuelto iracundo e irracional a causa de la muerte de su amada esposa Tía.
—No estoy aquí para martirizar a los míos… Ya castigaste lo suficiente a esos dos… así que iré por los Vulturis. —Klaus asintió—. Bájale dos a tu ira o te quedaras sin lacayos, Niklaus. —El molesto hibrido observó cómo su mejor arma se retiraba, percatarse de la amplia sonrisa de Alistair, el cual comenzó a restaurar sus maltratada piel.
—Más te vale que dejes de sonreír, Al. —Exigió Klaus, tomando a Ethan de los cabellos, levantándole el sudoroso y lloroso rostro—. Te vas a quedar aquí con Ethan. —Alistair dejó de sonreír—. Aún faltan unas cuantas lunas llenas… veamos que te ingenias para liberarte antes de que este perrito vuelva a transformarse en licántropo. —El vampiro atado al sepulcro comenzó a jalar con todas sus fuerzas las cadenas que lo apresaban, las cuales eran de titanio puro—. Pero si logras salvarte, recuerda algo. —Klaus se acercó al temeroso vampiro, el cual siguió luchando en contra de las gruesas e irrompibles cadenas—. Si logras sobrevivir, te recuerdo que Elijah envió por sus súbditos. —Alistair negó con la cabeza—. ¡Oh sí!... Demetri estará en Seattle en menos de lo que canta un gallo.
—¡Mi señor, por favor!... No me haga esto… he sido fiel a usted, he hecho todo lo que me ha pedido…
—En contra de tu voluntad. —Gritó Klaus completamente exaltado—. Nunca haces algo porque te nazca hacerlo, siempre es por temor. —Alistair negó una y otra vez con la cabeza—. Si quieres que vuelva a confiar en ti más te vale que me digas si existe alguien especial en la vida de Garrett o juro que…
—Pero si no existe nadie en la vida de Garrett, mi señor… lo juro… —A lo que Klaus alegó, dándole una desdeñosa mirada a Ethan, el cual siguió inmóvil frente a la pared que lo tenía apresado y con los brazos en alza como un cristo.
—Diviértete, Ethan… —Comenzó a caminar hacia las escaleras de piedra, mirando su reloj de pulso—. En unas seis horas más o menos Ethan debería de estar perdiendo el control.
—Mi señor por favor… —Pero Klaus no quería seguir escuchando los ruegos de aquel traidor, subiendo las escaleras mientras el temeroso vampiro siguió intentando romper las cadenas sin éxito alguno—. ¡Maldita sea!… —Espetó completamente fuera de sí, mirando al inmóvil licántropo—. ¿Ethan?... —Le llamó, pero el maltrecho hombre no se movió—. ¡Ethan!... le escuché decir a mi señor que si volvías a defraudarle, le haría daño a tu hermana—. Aquello consiguió que el pobre muchacho se moviera, comenzando a jalar las cadenas que lo tenían maniatado, pero al parecer eran tan fuertes como las que apresaban al vampiro.
—Él no tocaría a Katherine. —Soltó entre dientes intentando autoconvencerse—. Sí sabe lo que le conviene no le hará daño a mi hermanita porque sería lo único que no le dejaría pasar. —Volvió a dejar caer nuevamente su lastimado cuerpo, lo cual permaneció suspendido por las gruesas cadenas—. La pobre debe estar preocupada por su novio y por mí. —Ambos elucubraron sobre la posibilidad de que la chica hubiese dado parte a las autoridades, tanto de la desaparición de su novio, así como también la de su hermano.
—Pues aunque ella ya haya dado parte a las policía no estamos muy seguros de que nos busquen… así que será mejor que nos pongamos creativos, no quiero que vayas a morderme o peor aún a destrozarme. —Sí algo conocía perfectamente Alistair era lo que se sentía el ser mordido por un licántropo, ya que aunque los hijos de la luna no tenían ponzoña que transformara a otras personas en lobos, si poseían una encima en sus dientes que creaba fuertes alucinaciones, al igual que insoportables síntomas de fiebre y decaimiento, sucumbiendo lentamente hasta llegar a la muerte.
—No podemos hacer nada, Alistair. —Ethan se dejó vencer ante el pesimismo y el dolor que le embargaba, sin dejar de pensar tanto en su hermana, así como en Rosalie, mientras el vampiro europeo siguió batallando, ya que si algo sabía aquel inmortal, era que su señor Niklaus no le daría el único antídoto existente para revertir los síntomas y la posible muerte ante la mordedura de un licántropo… su propia sangre.
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Seth había visto su última clase del día, saliendo junto a los demás integrantes de su grupo a las afueras de la preparatoria de Forks, encontrándose con el deslumbrante Jeep Wrangler color blanco aparcado en el estacionamiento del lugar, haciendo sonreír enormemente al pequeño rapaz, el cual se despidió de cada uno de sus compañeros, encaminándose al trote hasta donde el corpulento vampiro se encontraba recostado a lo largo de los dos asientos delanteros, incorporándose al ver llegar a su amigo.
—¡Mierda, men!… ¿Qué tanta clase veías hoy?... ya he pasado todas las misiones de Zombie Hunter, viejo…. Y tú nada que aparecías. —Seth rió introduciéndose en el descomunal auto, mientras Emmett encendía el motor.
—Lo siento grandote… la vieja de algebra le dio por hacer un examen sorpresa… menos mal que había estado practicando con Alice. —Sí de algo se estaban encargando los hermanos Cullen era de que el joven Quileute pasara eximido todas sus materias y le demostrara a los incultos integrantes de la tribu que él era más que solo un indio, deseando sobresalir por sobre sus hermanos de manada.
—Bueno… veinte puntos para la enana. —Emmett arrancó el auto, mirando hacia la parte trasera del auto, frenando bruscamente al ver tanto a Charlie como a Mickey Newton detrás del vehículo, moviendo la palanca de trasmisión para echar hacia adelante el Jeep, girando bruscamente el volante a todo lo que daba hacia la derecha, colocando nuevamente reversa y así poder evadir al par de hombres que habían arriba con toda la intención del mundo de levantarle cargos.
—¿Emmett?.... Por favor detente. —Exigió Charlie, acercándose a la puerta del piloto.
—Si vienes a levantarme cargos por agredir a este maldito enfermo. —Señaló a Newton— …Espera mi visita en la comandancia, Charlie… porque yo pienso levantar cargos en contra de este sádico. —Mickey palideció ante aquello—. Ni tu mamacita con todos los millones que tiene te salvarán de lo que pienso hacer contigo, maldita pústula en el culo. —Seth cubrió su acalorado rostro con el bolso donde traía sus libros y sus blog de notas, intentando no reír, ya que la cara de Charlie y la de Emmett no era precisamente de dicha.
—Hablemos como personas civilizadas Emmett. —Pero el molesto vampiro arrancó el auto a toda velocidad, llevándose por delante el auto deportivo de Newton, al ver el logo de la tienda de su madre plasmado en la puerta.
—¡Emm… por todos mis ancestros!... ¿Quieres calmarte? —El ofuscado vampiro intentó controlar el mal genio que explotaba cada vez que veía al bastardo de Mickey, queriendo arrancarle la cabeza y destriparla como si se tratase de una simple cucaracha.
—Me sobre puede el maldito desgraciado… —Comenzó a bajar la velocidad, suspirando para controlarse o terminaría llevándose por delante cualquier transeúnte—. Hay que estar parido por el culo para pretender levantarme cargos a mí cuando su trasero esta mas lleno de mierda que el mío. —Seth volvió a apretar sus labios para no reír, ya que por más enfurecido que Emmett estuviera no había nada que saliera de su boca que no le pareciera gracioso, aunque fuesen palabras vulgares y cargadas de desprecio.
—Pues ya tendremos la oportunidad de hablar con Charlie. —Seth pensó que a lo mejor la huida del grandote le restaba puntos con el sheriff, pero llevarle la contraria a Emmett en ese estado era bastante contraproducente para la salud de cualquiera—. Y dime algo… ¿A dónde iremos hoy? —Justo en aquel momento el vampiro viró el auto para introducirlo por uno de los tantos senderos que daban a la reservación, asombrando al muchacho—. ¿Emmett?... ¿A dónde vamos? —preguntó un poco asustado.
—Vamos a tu casa. —Aquello consiguió que la aceitunada piel del rostro del joven Quileute palideciera, negando con la cabeza—. Yo ya no quiero estarme viendo contigo a escondidas porque a tu vieja se le revienta un riñón y escupe la bilis por la boca cada vez que se entera que estuviste en mi casa o yo fui a buscarte al colegio. —El corazón del chiquillo comenzó a palpitar tan rápido que Emmett pudo percatarse de ello, posando su mano derecha sobre la cabeza del temeroso muchacho, acariciándole el cabello como solía hacerlo—. Tranquilo cachorro… yo sé lidiar con mujeres como tú madre. —Sí algo había demostrado el vampiro era precisamente lo contrario, que poseía una mecha corta, explotando ante cualquier provocación.
—Pero Emm… no creo que sea buena idea que… —El vampiro frenó bruscamente el auto, logrando que el joven junto a él tuviese que posar ambas manos sobre el tablero, mirando al frente, encontrándose a Jared y a Paul frente a ellos.
—Te dije que no tenías permiso de entrar en la reservación, chupasangre. —Espetó Paul de mala gana, mientras que Jared golpeó sutilmente el pecho del beta de su manada, como una orden de total calma y obediencia.
—Tranquilo Paul. —Jared se acercó a la puerta del conductor, posando ambas manos sobre el borde de la puerta—. ¿Qué hay, Emmett?... —El grandote colocó su mano en un puño, esperando a que el agradable Quileute chocara la suya en contra de la de él, lo que por supuesto no se hizo esperar de parte del alfa de la segunda manada, haciendo cabrear a Paul, el cual puso los ojos en blanco.
—¡Aquí compadre!... pensaba llevar al cachorro Clearwater a su casa. —Jared asintió mirando a Seth.
—Entiendo. —Sus ojos no dejaron de observar al chico en el interior del auto, el cual argumentó a su favor.
—Lo siento, Jared… le dije a Emmett que no era prudente que me trajera pero él se empeñó en… —A lo que Paul interrumpió.
—Puedes dejar a Seth aquí y marcharte. —Jared miró de malas al beta.
—Quien da las ordene aquí soy yo… Paul. —El aludido le volteó los ojos de mala gana, enfocando su iracunda mirada a otro lado, mientras Jared le recordaba a Emmett en un tono amable y cordial—. Sabes que no te puedo dejar pasar, Cullen. —Seth bajó la mirada, siendo Emmett quien hablara.
—Exijo hablar con Sue. —Aquello no solo asombró a Jared… Paul volvió a enfocar sus ojos en Emmett, el cual argumentó a sus exigencias—. Sí Alice puede entrar en la reservación… ¿Por qué yo no? —Las mejillas del jovencito a su lado comenzaron a ruborizarse, bajando aún más la cara.
—Porque Alice resultó ser la imprima de Sam, pero tú eres solo el amigo vampiro de Seth y no creo que… —Una risotada por parte de Paul, consiguió que todos voltearan a verle.
—No me digas que vienes a pedir la mano de la princesita, esta. —Señaló a Seth, haciendo cabrear al vampiro.
—Princesita te voy a dejar yo a ti después de arrancarte las bolas, maldito can mierdero. —Emmett pretendió abandonar el auto, pero tanto Seth como Jared se lo impidieron, exigiéndole que se calmara.
—Déjalo que salga, Jared… veamos quien consigue callar a quien. —Paul pretendió transformase, pero junto en aquel momento Embry arribó al lugar en su forma lobezna, notificándoles a todos al salir de fase.
—Leah acaba de regresar y está muy mal. —Seth palideció, al escuchar las malas noticias sobre el arribo de su hermana, la cual había desaparecido por unos cuantos días después de que Jasper se marchara de Norteamérica, regresando hoy, quejándose de malestares, alegando que había estado comiendo animales crudos, sin deseo alguno de transformarse en humana—. Está muy mal y parece que…
—¿Leah regreso? —preguntó Seth, interrumpiendo a Embry.
—Sí… y está sangrando. —Todos mostraron el asombro en sus rostros, siendo Jared quien le exigiera a Paul ir hasta la casa Clearwater junto a Embry, transformándose ambos al trote, perdiéndose de vista—. No sé si este sea el momento para esto, Emmett… tenemos una situación preocupante aquí y no creo que sea el momento para que hables con Sue. —Pero antes de que Seth pudiese abandonar el vehículo con toda la intención del mundo de transformarse en lobo y corres hasta su casa, Emmett ya había arrancado el auto, marcando el número telefónico de su padre, dejando atrás a Jared.
—Pero Emmett, por favor… —El vampiro no se detuvo, aun cuando el enorme lobo en el que se había trasformado Jared intentaba interponerse en su camino, teniendo que zigzaguear el auto en el terreno boscoso para evadir al alfa y así no llevárselo por delante o estampar el Jeep en contra de algún árbol—. Deja que nosotros nos encarguemos, grandote.
—Si alguien como Leah que es una loba ruda y fuerte está sufriendo tanto como lo está haciendo, es porque algo muy malo está pasando. —Carlisle respondió la llamada, disculpándose con su hijo ante la tardanza de su contestación, preguntándole que se le ofrecía—. ¿Puedes venir a la reservación? —Su padre preguntó el porqué de aquella petición—. Leah está muy mal, dicen que tiene mucho dolor abdominal y que está sangrando. —Carlisle preguntó de dónde provenía la sangre—. No lo sé viejo… Seth y yo vamos rumbo a la casa de los Clearwater. —Emmett viró bruscamente hacia la derecha, consiguiendo que el chico se aferrara de la puerta, señalándole el segundo camino de tierra, el cual era el que daba hacia su casa.
—Mantente al teléfono mientras le pido a Alice que vaya por el auto y me acompañe. —Tanto Carlisle como Emmett sabían que Alice seria su entrada VIP a la reservación, pidiéndole amablemente a su hija que le acompañara, mientras el galeno subió a velocidad sobrehumana hasta su despacho, en busca de su maletín de doctor, justo cuando Emmett arribó al lugar, frenando bruscamente el auto, permitiéndole al muchacho salir y correr hasta su humilde casa, el cual se detuvo en el umbral al escuchar los desgarradores gritos de Leah, retomando su acelerado arribo, dejando caer sus cosas al suelo.
—Apúrate, Carlisle… parece como si la estuviesen matando. —Emmett pudo escuchar la voz de Alice notificarle a su padre que podían irse cuando él así lo dispusiera, mientras el musculoso vampiro abandonó el Jeep, encaminándose hasta la casa, siendo Jared quien se interpusiera en la puerta, retomando su forma humana.
—¡Por favor, Emmett!... deja que hable con Sue… ¿Esta bien?... espera aquí. —Se introdujo rápidamente en la casa en busca de algún jean o un short que ponerse, ya que su imprima se encontraba en el interior de la casa y lo menos que el alfa quería era mostrar su desnudez delante de la pequeña.
—No me dejan entrar, Carlisle. —El galeno le notificó que iban en camino, escuchando claramente el rechinar de las llantas del auto de Alice, el cual era un Audi Spider, muy parecido al de Christian.
—No te afanes, hijo… es mejor que respetes su decisión. —Mientras siguieron conversando, un nuevo grito se dejó escuchar desde el interior de la casa, junto a un rugido, sobresaltando al vampiro—. Estamos por llegar. —Si algo sabia Emmett era que Alice conducía como una demente, ganando las carreras de autos que solían hacer entre hermanos, ya que la astuta chica sabía cómo evadir a la perfección los semáforos y las señales de tránsito, al ver los cambios antes de que ocurran—. Cariño… una anciana está a punto de cruzar la calle.
—Ya la vi, Carlisle… tranquilo. —Le notificó Alice a su padre, haciendo sonreír a Emmett, aunque las quejas de Leah volvieron a llamar su atención, mirando al interior de la casa.
—¡Emmett!... viniste. —La aniñada voz de Renesmee hizo sonreír al vampiro, inclinándose para quedar a la altura de la niña, recibiendo de ella un efusivo abrazo.
—Hola muñequita… que gusto verte. —Emmett se olvidó por completo de la llamada, conversando amenamente con la niña, la cual le notificó lo que estaba ocurriendo con Leah, quien parecía estar sangrando por su entrepierna.
—¿Carlisle? —Retomó el vampiro la llamada que había abandonado para informarle lo que Renesmee le había dicho, entrando a la casa ante la insistencia de la niña, la cual le jaló del brazo, consiguiendo que se levantara.
—He escuchado claramente, Emmett… estamos por llegar. —El vampiro se percató del sonido del motor del Audi en la distancia, culminado la llamada, justo cuando Sue salió del cuarto de Leah con un montón de sabanas ensangrentadas, deteniéndose abruptamente al ver al vampiro en el interior de su casa.
—¿Qué haces tú aquí? —Seth salió rápidamente de la recamara donde su hermana siguió quejándose, palideciendo al ver a Emmett en el interior de su casa, siendo Renesmee quien hablara.
—Vino a visitarme, tía Sue… Emmett es mi amigo. —Señaló el sofá, exigiéndole al vampiro que se sentara, mientras Alice y Carlisle salían del auto, arribando a la casa.
—Aamm… Lo siento, yo solo. —Emmett no supo que decir, siendo Carlisle quien hablara.
—Buenas noches señora Clearwater. —La asombrada y al mismo tiempo molesta mujer, no podía creer tal intromisión en su casa, siendo Jared quien esta vez tomara la palabra.
—Yo les avisé, Sue. —Tanto Emmett como Seth supieron que aquello no era cierto, pero si algo amaba aquel joven y apuesto Quileute, era complacer los caprichos de su imprima, la cual parecía caerle en gracia el vampiro—. Escuché que Leah estaba muy mal y decidí pedirle a Emmett que llamara a Alice para que trajera al doctor Cullen hasta la casa. —A la iracunda mujer se la estaban llevando los espíritus chocarreros de la rabia que le embargaba, retirándose de muy mal humor, siendo Jared quien le exigiera pasar a los recién llegados, siendo el doctor Cullen el primero en entrar, encaminándose rápidamente hacia el cuarto de la afligida chica, percibiendo el intenso olor a sangre.
—¿Desde cuándo esta así? —Preguntó Carlisle sacando varios implementos médicos, revisándole las pupilas.
—No lo sé Doc. —Respondió Embry, el cual había sido el único en seguir junto a la llorosa y adolorida chica, quien volvió a retomar sus gritos, alegando que algo se la estaba comiendo desde el interior—. Ella llegó aquí desnuda y sin poder transformarse, sus piernas estaban manchadas de sangre, imaginamos que era su menstruación, pero comenzó a quejarse de dolor. —Lo primero que había notado Carlisle era que su temperatura estaba muy baja, ya que normalmente los Quileutes solían ser de sangre caliente—. Ayúdela, Doc… ¡por favor! —Embry quería a Leah como si fuese su hermana, siendo el único con el que la promiscua mujer jamás se hubiese acostado.
—Eso intentaremos, Embry. —Carlisle extrajo un frasco de morfina del interior de su maletín y una jeringa—. Sostenle el brazo. —El galeno extrajo varios mililitros del calmante, inyectándoselo directamente en la vena a la chica, la cual dejó de gritar y de estremecerse sobre la cama—. Bien… ahora que he logrado controlar tu dolor, cuéntame lo que te ha pasado, pequeña. —Mientras el doctor Cullen tomaba muestras de sangre y revisaba cada uno de los signos vitales de la somnolienta chica; en la sala parecía haber una disputa entre Sue, Jared y Seth, los cuales intentaron hacerle ver a la hermética y racista mujer, que el doctor Cullen era el mejor medico de Forks, el cual no les cobraría ni un centavo.
—No me interesa que sea el mejor médico del mundo, no quiero que mis hijos sean revisados por un chupasangre.
—¿Te estas escuchando mamá? —Preguntó Seth sin poder creer en el odio infundado que Sue le tenía a los vampiros—. ¿Prefieres que Leah muera a que el Doctor Cullen la atienda tan solo por tu maldito orgullo y egoísmo? —Renesmee comenzó a llorar ante los gritos entre madre e hijo, siendo Jared quien la tomara entre sus  brazos, intentando calmarle.
—Prefiero que venga Jonás el padre de Jared… él sabe de plantas y hierbas… a lo mejor pueda… —Alice le interrumpió.
—Con todo respeto hacia sus creencias señora Sue, pero no creo que lo que Leah tenga se cure con un té de hierbas, la chica está realmente mal, y aunque no puedo ver su futuro, sé perfectamente que es algo grave. —El olor a sangre tenía incomodos tanto a Alice como a Emmett, el cual miraba con  cara de pocos amigos a la madre de su mejor amigo.
—Concuerdo con Alice, Ma… —Acotó Seth, a las palabras de la vampiresa—. Leah está grave y Jonás no sabrá que hacer. —Paul arribó al lugar, observando a todos los presentes, notificándole a Sue, la cual le había pedido ir a buscar al padre de Jared.
—Jonás no está en su casa… me dijeron que fue a Port Angels. —Enfocó sus ojos en Emmett—. ¿Tú qué?... ¿Ya le pediste la mano de Seth a su madre? —Una socarrona sonrisa se dibujó en el malévolo rostro de Paul, quien parecía disfrutar enormemente el molestar tanto a Seth como al vampiro.
—Ve a restregar el culo en la tierra, maldito perro parásitoso y deja de joder. —Todos intentaron no reír ante aquello, pero Renesmee fue la única en no tener el mínimo decoro de permanecer seria, riendo a carcajadas.
—Emmett es muy divertido… ¿Verdad Jared? —El aludido no pudo evitar reír, asintiendo a las palabras de su imprima.
—Así es pequeña. —Miró retadoramente al beta—. Retírate, Paul. —El molesto lobo se marchó, no sin antes darle una última mirada de desprecio al vampiro, justo cuando Carlisle abandonó la recamara de la calmada chica, a la cual le habían inyectado 250 miligramos de Ciclonamina para controlar el sangrado.
—He logrado calmar sus dolencias y controlar la hemorragia, pero está bastante mal, señora Clearwater. —La odiosa mujer no ablandó ni un poco su malhumorado rostro, siendo Emmett quien la llamara vieja cara de culo para sus adentros, tragándose las ganas de escupírselo en la cara—. Su temperatura corporal está muy baja para su raza. —Jared asintió—. Y si no la intervengo ahora mismo, es posible que muera. —Todos miraron asombrados al doctor Cullen, el cual se encaminó hacia la puerta, saliendo de la casa.
—¿Pero porque dices eso Carlisle? —Preguntó Emmett siguiéndole junto a su hermana.
—Porque Leah está embarazada. —Sue palideció, sin poder creer aquello, mientras que los demás esperaron expectantes a lo que Carlisle tenía que decirles, notificándoles a continuación—. El feto no es compatible con su cuerpo. —A lo que Alice preguntó el porqué de ello, intentando corroborar sus sospechas—. Porque esta embarazada de uno de nosotros… es decir, de un vampiro. —Sue se desmayó sobre su hijo, el cual por más que intentó atraparle, no fue lo suficientemente rápido como para atajarla, cayendo al piso.
—¿No me digas que es del flaco? —preguntó Emmett con la boca abierta.
—Según Leah fue el último hombre con el que tuvo intimidad. —Seth tomó a su madre entre sus brazos, llevándosela al interior de la casa, mientras el galeno argumentaba—. He podido estudiar el embarazo en humanos, pero es la primera vez que dos razas se unirían en una gestación, y el bebé parece estarle haciendo daño a la chica.
—Pues si crees que lo mejor para Leah es… —Miró a Renesmee y luego a Jared, el cual la bajó de sus brazos, exigiéndole que fuese a ver como se encontraba Sue, permitiéndole a Alice hablar con libertad— …Es que aborte, pues ni modo. —Sintió cierto pesar al decir aquello, ya que el saber que su ex esposo podría llegar a tener la oportunidad de ser padre, le dio a la vampiresa la esperanza de que a lo mejor aquello lo hiciera cambiar para bien.
—¿Están hablando en serio? —Preguntó Emmett indignado—. Es el hijo del flaco…. Voy a ser tío maldita sea… ¿Qué les pasa?... hablan de un posible vampilobo. —Alice tampoco quería que le realizaran un aborto, pero era cuestión de Leah decidir, y justo mientras ellos discutían el futuro de aquel ser, Leah le exigió a Embry que le pasara su teléfono celular, comenzando a buscar entre sus contactos, pulsando el botón de llamar, esperando a que respondieran, mientras Carlisle siguió notificándole a sus hijos lo que la joven Clearwater estaba padeciendo.
—El ultrasonido portátil que traje me mostró como el bebé parece estar mordiendo el útero de su madre y por eso tanto dolor y sangrado, pero su condición de metamórfa le permite regenerarse rápidamente, ayudándole a restaurar el área afectada. —El rostro de pesar de Alice le demostró a su padre lo que la vampiresa estaba pensando, sintiendo que era mejor sacarle el feto, ya que nadie podría soportar tanto dolor por muy metamórfo que fuera.
—Pues hay que sacarle lo que sea que Leah esté engendrando. —Argumentó Jared, sin la más mínima intensión de sonar cruel, ya que a su parecer era necesario—. Sé que Sue estará a favor y tiene mi apoyo, Doctor… imagino que Leah también querrá deshacerse de ese sufrimiento, así que andando. —Todos se encaminaron nuevamente al interior de la casa, siendo Emmett quien recibiera una videollamada grupal, apartándose lo más rápido que pudo de la casa Clearwater, contestándola.
—¿Emmett?... —Llamó Rosalie, tratando de probar la conexión, al mismo tiempo que Isabella le saludaba, las cuales habían sido contactadas por Leah.
—Necesitamos de tu ayuda, grandote. —Y mientras ambas féminas conversaban con Emmett, Carlisle le notificaba a la joven Clearwater el procedimiento, preguntándole si estaba de acuerdo.
—No… no estoy de acuerdo. —Negó una y otra vez con la cabeza.
—Pero Leah… —Jared pretendió recriminar sus palabras, pero la decidida loba interrumpió su inválido argumento.
—Ninguno de ustedes puede decidir por mí. —Alice pretendió hablar, pero Leah volvió a tomar la palabra—. Sé que a lo mejor te da rabia que vaya a tener un hijo de tu ex esposo, Alice… pero…
—No, Leah… te equivocas, esto es por tu bien… puedes morir. —La chica intentó incorporarse de su horizontal postura sobre la cama, siendo Embry quien le ayudara.
—Pues me vale madre… no van a quitarme el único motivo que puedo darle a Jasper para que vuelva. —Seth había logrado despertar a su madre y ambos habían entrado nuevamente en la alcoba de la maltrecha muchacha, espetándole a continuación.
—Vas a sacarte esa cosa de adentro, Leah.
—Cosa eres tú, Sue… —Aquello asombró a la mujer—. Intentas verte como la madre abnegada pero no eres más que una vieja insoportable… búscate un marido, maldita sea y déjame a mí en paz. —La irracional mujer comenzó a despotricar a los cuatro vientos toda la rabia que sentía hacia las groseras palabras de su hija, aquella que no tenía filtro alguno para cantarle las verdades en su cara a cualquiera, incluso a su propia madre, la cual detuvo su insistente parloteo al ver como la ventana lateral de la pequeña habitación fue desprendida bruscamente de la pared, dejando un reguero de escombros y polvo por todas partes, apreciando el malhumorado rostro de Emmett apostado en el hoyo que había hecho en la pared, espetándole a la madre de Seth y de Leah, mientras tomaba entre sus brazos a la delgada y desquebrajada chica.
—Las madres son los guardianes que Dios dejó en la tierra para cuidar a sus hijos. —Comenzó a caminar con la chica embojotada entre sabanas, sacándola por el enorme boquete que había hecho—. Madre es el nombre de Dios en los labios de todos los niños. —Siguió alegando con la vehemencia de alguien que parecía haber sido poseído por el enorme anhelo de ser tío o mejor aún, padrino—. A usted le queda grande ese título vieja coño e´ madre. —En otro momento aquello hubiese hecho reír a Leah, pero su estado de salud la mantuvo hecha un mohín en los brazos del grandote.
—Emmett por favor… detente. —Exigió tanto Carlisle como Seth, el cual se interpuso rápidamente en su camino.
—¿Qué haces grandote? —preguntó Seth, a lo que Leah alegó con voz baja y somnolienta.
—Está salvando a tu sobrino, estúpido. —Embry fue el primero en transformarse, franqueando a Emmett, siendo Seth el segundo lobo en custodiar la fuga que Emmett se había decidido a perpetrar, siendo Bella y Rosalie quienes le notificaran desde puntos distantes que debía resguardar a Leah y al bebe a toda costa, una por saber lo que significaba ser madre y la otra al saber que el niño o niña era de su amado mellizo, aunque ambos se hubiesen despedido de muy mala manera.
—Deténganlos. —Gritó Sue encolerizada, siendo Paul el primero en atacar, saliendo de entre los árboles, regresando al escuchar el estruendo que había causado el destrozo en el cuarto de Leah, siendo interceptado por ambos lobos, mientras Alice y Carlisle intentaban hacer entrar en razón al grandote, interponiéndose en su camino.
—Debes recapacitar, Leah… no creo que puedas soportar la gestación. —Pero Emmett no tenía intensión alguna de seguir escuchando aquello de parte del hombre más sensato del mundo, espetándole mientras se encaminaba nuevamente hacia su auto.
—Te desconozco, Carlisle… siempre has sido el hombre que alega que nada es imposible si se hace con el corazón. —Posó a Leah en la parte trasera del descomunal Jeep, sintiendo como Jared le atenazó por una pierna, pateando al enorme lobo en el que se había convertido a un lado, logrando que este golpeara bruscamente en contra de un árbol, siendo Renesmee quien corriera a ver como estaba—. Lo siento pequeña… no quería hacerle daño, pero no dejaré que nadie se interponga en mi camino. —Subió al auto y arrancó a toda velocidad, siendo Seth el primero en saltar al interior del vehículo, transformándose nuevamente en humano.
—Tranquila hermanita, todo va a estar bien… si tú quieres tener a este bebe, yo te apoyaré. —Leah comenzó a llorar, sintiéndose un poco mejor al tener el apoyo tanto de Seth como de Embry, sin poder creer aun lo que Emmett había hecho por ella.
—Gracias cuñado. —Tanto Seth como Emmett se vieron por medio del espejo retrovisor, siendo el joven Clearwater quien se ruborizara, ya que aunque su hermana podría estarlo diciendo por su enfoque hacia Jasper, él sabía que lo decía tanto por él como por el musculoso vampiro.
—Agradéceme, nombrándome padrino de ese mocoso… cuñada. —Y aunque Seth quiso autoconvencerse de que lo de cuñada era ante la posible unión entre Jasper y Leah, su hermana le sonrió pícaramente por muy mal que se sintiera, señalando al grandote.
—Dalo por hecho, Emmett. —Leah dejó que la morfina le venciera, mientras el jeep siguió su camino seguido por Embry, el cual custodiaba su retaguardia ante la alerta que Paul y Jared habían generado en la tribu, ante una posible amenaza, ya que nadie sabía con exactitud la criatura que podría estar engendrando la decidida y rebelde, Leah Clearwater.
 
Notas finales:

Quien tiene tiempo para criticar... también debería tener tiempo para elogiar.

Nos leemos en la otra plataforma.


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