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50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego) por ErickDraven666

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Capítulo 21

Sensaciones

El sabor almizclado de los cálidos y húmedos labios masculinos de Christian, mantuvieron a Edward lo bastante ensimismado como para no percatarse de las impropias caricias del magnate, hasta que sus juguetones y curiosos dedos intentaron abrirse paso entre la fría y pálida piel abdominal del vampiro, y la suave tela del piyama, el cual le había quedado como un guante sobre su perfecto y escultural cuerpo de adolecente.

—¡No, Christian!... ¿Qué haces? —Edward atenazó los hábiles dedos del excitado hombre, el cual apartó sus labios de los del vampiro, dejando que una respiración entrecortada y algo agitada le demostrara al chico cuán deseoso estaba—. ¡Detente!

—Solo quiero tocar un poco… es todo. —Tanto Edward como Christian no entendieron que había ocurrido y mucho menos como habían terminado en los brazos del otro, a pesar de haber quedado de mutuo acuerdo en darse un tiempo para meditar y asimilar lo que pasaba entre ellos, insistiendo en que cada uno dormiría en su recamara, sin intención alguna de buscar al otro.

—No, no quiero… —Se negó el chico tratando de incorporarse de la cama del magnate, la cual era mucho más grande que la suya—. Prometimos darnos un tiempo… ¿Cómo es que ahora nos estamos besando como si no hubiese un mañana? —Christian le abrazó por detrás intentando detener su pronta huida.

—No importa que nos hizo caer en este desliz… —Si bien era cierto que en su momento Christian había perdido toda cordura ante lo ocurrido en la madrugada, ahora parecía darle menos importancia, manteniendo a Edward abrazado— …Por una vez en tu vida alócate un poco… ¿quieres? —preguntó tan cerca de la oreja del vampiro que este pudo percibir el cálido aliento sobre su fría piel, estremeciéndose entre sus brazos.

—Para, Christian… —Pero el magnate parecía no querer darle tregua al temeroso y tímido muchacho, besando no solo la longitud de su largo cuello, sino que también mordisqueo el lóbulo de su oreja, consiguiendo que el vampiro jadeara de gusto, permitiéndole a su ya vencido cuerpo caer sobre el de Christian, quien no perdió oportunidad para regresarlo de vuelta a la cama, sintiendo como el muchacho le aferró de los cabellos, al echar su mano hacia atrás. “Debo tener fuerza de voluntad… debo detenerlo, sé que nos vamos a arrepentir si lo hacemos, no solo ante mis temores, sino ante los suyos” Edward pudo darse cuenta de cómo el magnate luchaba internamente con su lado lujurioso, el cual parecía estarle ganando la batalla al hombre de negocios cuerdo y elocuente que siempre había sido en su empresa, dejando que el amo del látigo despertara sus deseos más reprimidos, aquellos que parecían entremezclarse con los del antiguo sumiso de Elena, recordando cuando la hermosa mujer le sodomizaba, penetrándolo analmente, resistiéndose internamente ante las ganas de hacerle lo mismo a Edward, a sabiendas de lo placentero que le resultaría al muchacho o eso imaginó Christian.

Sus bocas volvieron a entrelazarse, Edward como siempre intentando mantenerlo a raya, prohibiéndole el acceso a su cavidad bucal, ya que el magnate no abandonó sus intentos de introducir su lengua dentro de la pequeña pero peligrosa boca del vampiro, tratando de no lastimarle con su ponzoña, pero Christian parecía estar ganando cada vez más esa guerra entre ambos, ya que de vez en cuando los blancos y perfectos dientes del multimillonario, atenazaban los delgados labios del chico, haciéndole jadear ante sus juguetones mordisqueos.

—Vamos Edward… déjame saborear toda tu boca… —El vampiro no pudo entender como un humano podía tener tanto poder sobre él, logrando que bajara por completo todas sus defensas, sin dejar de estar alerta ante sus insistentes lengüetazos, empujando la desinhibida lengua de Christian con la suya, lo que consiguió que el magnate abriera raudo su boca, engulléndola por completo, chupando y saboreando aquel musculo invertebrado, el cual no solo lograba despertar el sentido del gusto, sino también el deseo carnal de ambos hombres, quienes sintieron al mismo tiempo como sus penes se endurecieron aún más de lo inesperado, dejando escapar un poco de precum, consiguiendo que uno se estremeciera en brazos del otro y viceversa, lo que derrumbó emocionalmente al vampiro, al punto de permitirle al magnate introducir su mano derecha por debajo del piyama, acariciando los duros y sensibles pezones de Edward.

“¡Para por favor… para!” —Le rogó Edward mentalmente, no solo a Christian, sino a él mismo, tratando de controlar tanto sus jadeos como los desvaíos y aquellos impropios pensamientos que lo atacaban internamente, deseando que el magnate fuese más allá, aun cuando supiera que no era correcto.

—Mmm… esto no puede ser malo, Edward. —Acotó Christian después de soltar al fin la deliciosa lengua del muchacho—. Si así fuera no habrían tantos “Gays” ¿no lo crees? —El chico no supo que decir, simplemente mantuvo la mano del multimillonario aferrada por sobre la suave tela del piyama, intentando contener sus impúdicas caricias.

—Para ya, Christian… te lo ruego. —Las vidriosas y cobrizas iris del vampiro lograron divisar un leve resplandor en los grisáceos ojos del magnate, quien relamió sus labios con total deleite, como si quisiera rememorar una y otra vez el sabor almizclado de la boca del chico.

—¿No te gusta? —preguntó Christian sin dejar de frotar entre su dedo medio y el pulgar, el duro pezón del muchacho.

—No es eso, Christ… es que… —El rápido acercamiento del rostro del lujurioso hombre, hizo callar al vampiro, cerrando sus ojos con total vergüenza, al escucharle susurrar muy cerca de su oído.

—Adoro cuando me llamas, Christ… —Edward suspiró lentamente, intentando controlar sus temblores, al igual que su creciente excitación, la cual era bastante difícil de disimular dentro de la fina y elástica tela del piyama, ya que el short parecía el toldo de una carpa de circo, ante la pronunciada erección de su pene.

—Creo que debí darte dos miligramos de Clonazepan en vez de uno. —Susurró el vampiro por lo bajo, tratando de controlar sus ganas—. Eres bastante resistente a los ansiolíticos. —Christian sonrió, sacando al fin su mano del interior de la camiseta del muchacho, acomodándose mejor sobre la cama, manteniendo a Edward muy cerca de su cuerpo.

—Debo decir que estoy luchando con eso. —Bostezó largo y tendido—. No quería tomármela, pero tú insististe…

—Estabas muy alterado, Christian. —El apuesto y joven psicólogo se acopló a las exigencias del magnate, quien lo mantuvo atraído hacia él, acomodándose mejor entre el cuerpo del agraciado caballero y el cálido y acogedor colchón.

—Bueno Edward… el saber que esa mujer tiene matones con complejo de Spider-man no es algo que uno procese relajadamente… aun intento calmarme, pero tú no me ayudas. —El vampiro sonrió al ver como el descarado hombre pretendió controlar sus nervios, enfocando toda su atención en sus incontrolables y calenturientos deseos, echándole la culpa al muchacho por no cooperar con él.

—¡Oh bueno!... lamento mucho no ser un chico fácil. —Aquello consiguió que el magnate pusiera los ojos en blanco—. Además… estamos rompiendo los términos en los que quedamos antes de irnos a dormir. —Christian alzó un poco la cabeza, mirando la protuberante erección del muchacho.

—Pues ni Edwarcito, ni Christiancito quieren cooperar con nosotros y nuestro mutuo acuerdo. —Aquello hizo reír a Edward, el cual intentó acomodar su duro sexo entre sus piernas, mientras que Christian acomodó su tenso falo a un lado de su ropa interior, ya que el magnate se había acostado vistiendo tan solo un bóxer y una franela blanca—. No lo estrangules, eso no servirá de mucho… —Pero el vampiro se rehusó a ejecutar lo que el desvergonzado hombre deseaba hacer, pensando seriamente en masturbarse, aunque el sueño parecía estarlo venciendo al fin, siendo Edward quien lo agradeciera.

—Ya se dormirán. —Acotó el vampiro—. Y tú también deberías dormirte de una buena vez, Christian. —Justo en aquel momento el teléfono celular de Edward comenzó a vibrar sobre la mesita de noche de la lujosa alcoba, tomándole raudo entre sus manos, leyendo ambos el mensaje que Alice le enviaba a su hermano.

“Logramos atraparlo, Edward… Los lobos quieren interrogarlo antes de matarlo, pero Jasper está muy inquieto y con deseos de aniquilarle”

El vampiro pretendió quitar el celular de la vista del magnate, pero Christian ya había leído el mensaje, notificándole con un tono de voz bastante alterado.

—No, no pueden matarlo… eso es demasiado… —Edward abandonó su celular sobre la cama, intentando contener al magnate, quien comenzó a temblar nuevamente como lo había hecho tan solo unos instantes, negando una y otra vez con la cabeza.

—Cálmate, Christian… nadie va a matarlo, necesitamos saber que trama Victoria y lo mejor es que lo interroguen. —Tomó nuevamente el abandonando Android entre sus manos, intentando mantener al alterado magnate en sus brazos, sin poder creer aun que habían pasado de detestarse a no poder dejar de sentirse y acobijarse el uno en el otro, respondiéndole a su hermana con una nota de voz, para que Christian se diera cuenta de que no le estaba mintiendo—. Dile a Jasper que no puede matarlo, que lo interrogue primero y luego lo entregaremos a las autoridades. —Por supuesto aquello era falso, ya que después de interrogarle se desharía del vampiro y más aún si se trataba de un neófito como supuso Edward que era, al leer sus desconcertados pensamientos, mostrándole al inmortal que aquel hombre parecía estar aún aturdido y preocupado por lo que le habían hecho, sin saber a ciencia cierta el porqué de su descontrolada sed de sangre.

Envió la nota de voz, dejando el teléfono nuevamente sobre la mesa de noche, mientras Christian permaneció recostado sobre el pecho del vampiro, sin dejar de pensar que el apodo de lobos les quedaba perfectamente bien a los sanguinarios que trabajaban para los Cullen, sin tan siquiera imaginarse que ellos en verdad eran enormes lobos de casi dos metros de altura, creyendo que tan solo les llamaban de aquel modo ante lo letales que parecían ser.

—Todo se va a resolver, Christ… ya lo veras. —El magnate no dijo nada, simplemente cerró los ojos mientras Edward comenzó a recordar lo que había pasado, después de haberse despedido de Christian, el cual se había ido a dormir con una amplia sonrisa en sus labios ante el jugueteo de ambos hombres con respecto a la saga del famoso mago, comparándose entre ellos con Draco Malfoy y Harry Potter, sin saber que justamente Alice los shippeaba con aquellos dos personajes.

Edward había tomado su notebook después de cambiarse de ropa, comenzando al fin su tesis de fin de carrera, sin saber aún si seguiría adelante con eso o cambiaría el tema, ya que seguía sintiendo que había perdido el horizonte de aquel proyecto universitario, sin poder dejar de pensar en Christian y los constantes roces, besos y palabras que habían cruzado entre ellos, al igual que las diversas miradas cómplices, junto a aquel sentimiento de aprecio hacia el magnate, quien ya se había quedado dormido, aunque de vez en cuando comenzaba a hablar entre sueños, consiguiendo que el vampiro se sobresaltara y fuera a su encuentro.

Después de las tres de la mañana, el vampiro se dispuso a continuar su tesis mientras escuchaba todas y cada una de las conversaciones que se suscitaban por medio del intercomunicador que su hermana Alice le había facilitado, enterándose de la renuncia que había enviado Jack Hyde a la editorial, junto a una carta de despedida de aquel hombre, rompiéndole el corazón a Anastasia, la cual había abandonado su oficina tan rápido que ni siquiera se despidió de Jacob, aquel que se había enterado por medio de la mano derecha de la joven Steele, sobre lo que había pasado.

—No solo Anastasia está destrozada. —Alegó Jacob en un tono de voz malhumorado—.  Toda la editorial esta consternada por la repentina renuncia de ese bastardo. —Edward siguió tipiando en el computador el comienzo de su tesis, llamando al paciente el señor “G” y a su posible padecimiento como síndrome de Wendy, el cual se manifestaba como una necesidad de satisfacer al otro, principalmente a su pareja,​ tomando dicha conducta hacía el miedo al rechazo y al abandono—. Como si la basura esa fuera la gran cosa. —Volvió a hablar el beta de la manada, siendo Sam quien hablara.

—Bueno, Jacob… él era el editor en jefe de la prestigiosa editorial… nadie se pudo imaginar que ese tipejo sería capaz de venderle su alma al diablo. —Todos afirmaron que en efecto así era, dándole la razón al líder de los Quileutes.

—Pues me parece que le están dando mucha importancia… entiendo que Ana este destrozada pero todos aquí no comprenden porque ese imbécil renunció sin tan siquiera dar la cara.

—Supongo que él se había hecho una reputación. —Comentó Edward deteniendo su apresurado tecleo, releyendo mentalmente lo que había escrito, preguntando a continuación—. ¿Cómo llegó la renuncia a la editorial? —Esperó a que Jacob respondiera, escuchando en la distancia la conversación que Leah tenían con Alice sobre un apuesto joven, imaginando que hablaban de Sawyer.

—Alguien la trajo… no se quien fue pero quien la recibió dijo que el repartidor tenia cara de psicópata. —Aquello puso a pensar tanto a Edward como a Jasper, quien acotó a continuación.

—Pudo haber sido otro vampiro. —Nadie habló sacando sus propias conclusiones. —Victoria jamás trabaja sola... siempre tuvo el resguardo de James y Laurence, así que lo más seguro es que tenga a alguien más a su mando. —Si de algo estaba seguro Jasper, era sobre el modo de permanecer vivo entre los de su propia raza, quienes parecían estar siempre en disputas territoriales.

—Sin duda así fue. —Aseguró Jacob. —Tengo el sobre dónde vino la renuncia y apesta a chupasangre. —Aquello confirmó las sospechas de Jasper y las de Edward.

—Y no es un neófito. —Alegó Jasper—. Si hubiese sido uno no se hubiese podido controlar, es alguien que lleva tiempo siendo vampiro.

—¿Pero quién? —preguntó Rosalie en la distancia.

—Eso es lo que vamos a averiguar. —respondió Jasper, exigiéndole a su esposa que hiciera el reconocimiento de conexión entre todos para ver quienes estaban conectados.

—Aquí campanita, comenzando la identificación en línea… cambio. —Edward sonrió, siendo el primero.

—Aquí, Visión… cambio. —El personaje de Marvel se lo había colocado Alice a su hermano, al ser quien tuviera poderes mentales.

—Thor… cambio. —Notificó Paul desde su intercomunicador, encontrándose justamente en el lobby del pent-house en donde Christian vivía, escuchando la acotación de Bella.

—La bruja escarlata patrullando la nave nodriza, cambio. —Bella se refirió a la casa de los Grey, en donde vivían los padres de Christian, haciendo alusión al personaje de Wanda Maximoff de los Avengers.

—Aquí ojo de halcón, acompañando a la bruja… cambio. —Se reportó Embry, mientras Edward siguió escribiendo en su notebook, escuchando como Rosalie y Jasper se identificaban con los personajes de Marvel, Loki y a la viuda negra, justo cuando Jacob acotaba.

—Capitán América rumbo al departamento de Ana… cambio. —Todos pensaron en lo mismo, si Bella sentiría un poco de celos al respeto, pero la realidad era que la chica estaba feliz por él, deseando que lograra rehacer su vida.

—Aquí Nébula… cambio… ¿puedo cambiar de personaje? —La respuesta de Paul no se hizo esperar.

—Jessica Rabbit no pertenece a los Avengers, Leah. —Las carcajadas de la mayoría se pudieron apreciar por medio de los intercomunicadores, al comparar a la joven Quileute con la sexy caricatura de la película de “Quien engañó a Roger Rabbit”, siendo Leah, Rosalie, Jasper y Edward los únicos que no rieran.

—Se supone que los nombres claves son para ocultar nuestras verdaderas identidades por si somos espiados, tarado idiota… —Espetó Leah de mala gana.

—Nébula tiene razón Thor… y no… no puedes cambiar de nombre… lo siento. —Acotó Alice—. Bruce, Peter… ¿en dónde se encuentran?… cambio. —Nadie habló, tan solo el motor de la motocicleta de Jacob, al igual que la respiración de los Quileutes se dejó apreciar por la línea, escuchando nuevamente a la menuda vampiresa—. ¿Hulk, Spider-man… están allí?... cambio. —Un sonido de interferencia se dejó apreciar en cada uno de los audífonos, siendo Emmett quien hablara.

—Aquí Hulk… cambio… lo siento, apagamos nuestros intercomunicadores por unos segundos. —Nadie dijo nada, aunque muchos pensaron a cerca del porqué de aquello, siendo Paul quien no pudiera contenerse, soltando a continuación.

—¿No querían que se escucharan los besos entre ustedes dos? —Nadie dijo absolutamente nada, y aunque Edward estaba lo bastante lejos como para leer la mente de su hermano, supo perfectamente lo que diría sobre eso.

—Ve a chuparle los huevos a Jacob, maldito hijo de puta. —Alice suspiró, exigiéndole a su hermano que no dijera los nombres reales, siendo Sam quien retara a Paul, aquel que se encontraba junto a él resguardando la entrada principal del lujoso edificio, recibiendo de parte del odioso muchacho, una mirada desdeñosa.

—Deja los celos, Thor… ¿Acaso fornicar con uno de los Clearwater ya no es suficiente para ti? —Los silbidos, adulaciones y alabazas a Seth se percibieron de parte de todos los implicados, haciendo sonreír a Edward, quien se encontraba realmente orgulloso del pequeño jovenzuelo, el cual le demostró al vampiro que el ser homosexual no significaba ser débil.

—Púdrete enano. —Fue la odiosa respuesta de Paul, apartándose de su líder, quien no le quitó los ojos de encima.

—Solo conversábamos sobre mis mariconadas, Thor… y como no queríamos incomodar al rey de los homofóbicos, decidimos apagar nuestros micrófonos, pero los estábamos escuchando fuerte y claro… cambio. —Sam fue el último en reportarse como Iron man, mientras Edward siguió escribiendo en la notebook, concentrándose en los pensamientos del magnate para ver si aún dormía plácidamente o estaba teniendo pesadillas, y Emmett les notificaba que estaban a punto de llegar a la calle en la que quedaba el edificio donde Christian vivía, justo cuando el vampiro escuchó claramente en su cabeza.

“Mmm… huele delicioso” Desde la mente de alguien más, Edward pudo ver a Christian girar sobre la cama, desarropando la mitad de su cuerpo, mostrando su semidesnudes. “Sangre… quiero sangre” La laptop voló por los aires, saliendo a velocidad sobre humana de su recamara, justo cuando Alice notificó por el intercomunicador, al ser atacada por una de sus premoniciones.

—Hay un neófito en el pent-house. —Edward entró a la recamara de Christian, justo cuando el vampiro salió por la ventana, y el magnate se despertaba, gritando completamente exaltado.

—Vi a alguien salir por la ventana. —Señaló hacía el balcón, mirando completamente aterrado al joven psicólogo, quien corrió hacía las afueras del lujoso cuarto, en busca del peligroso intruso—. No Edward… no salgas. —Christian se incorporó un poco atontado de la cama, tambaleándose ante la somnolencia que aún lo embargaba, intentando salir detrás del vampiro, el cual ya se había percatado por donde había accedido el neófito al cuarto del magnate, notificándoles a todos por medio del intercomunicar.

—Subió a la azotea. —Miró al aturdido hombre, quien observó todo el balcón, preguntándole en donde estaba el intruso—. Ve adentro, Christian… los lobos se están encargando de esto. —El magnate se introdujo nuevamente en la recamara, saliendo rápidamente del sofocante lugar en busca del revólver que tenía en su despacho, permitiéndole actuar a Edward, quien trepó cual felino salvaje por la arquitectónica edificación, saltando hasta el helipuerto particular de Christian, justo cuando Emmett saltó del edificio adjunto a ese, gritándole a su hermano.

—Tranquilo hermano… lo tenemos… no vamos a dejarlo escapar… vuelve con el loquito antes de que se pregunte en donde coño te has metido. —Aceleró aún más la velocidad en la que iba, saltando hacía el siguiente edificio, justo cuando un pequeño lobo gris y blanco apareció frente a él, notificándole mentalmente al vampiro sin dejar de correr tras Emmett.

“Bonita pijama, Ed” Siguió corriendo hasta el otro extremo de la azotea, saltando al igual que lo había hecho Emmett, rumbo al edificio que seguía, mientras Edward se vio a sí mismo las fachas, negando una y otra vez con la cabeza al haber olvidado lo que traía puesto.

Saltó al vacío, cayendo cual felino sobre el barandal del balcón, justo cuando Christian regresó de su despacho, introduciéndose rápidamente en la alcoba, al mismo tiempo en que Edward lo hacía, después de notificarle a los demás por medio del intercomunicador que Emmett y Seth seguían al intruso.

—Jamás pensé en llegar a necesitar esto, pero creo que… —Una fuerte detonación sobresaltó no solo a Christian, Edward pudo sentir como aquel disparo le dio directamente sobre su desnudo pie, deteniendo su pausado caminar, mirando el pasmado rostro del magnate, quien aún no podía creer que se le había disparado el arma sin querer—. ¿Te disparé? —Edward negó con la cabeza, afirmándole que el tiro lo había recibido el suelo, aunque no fuese cierto—. Yo… yo vi que la bala…

—Ya cálmate, Christian… ven… —Lo tomó del brazo, tratando de que el alterado hombre se recostara de la cama— …siéntate y tranquilízate. —Le quitó el arma, percibiendo como le sudaban las manos y le temblaban por partes iguales.

—Pude haberte lastimado, Ed. —El vampiro le aferró el rostro con ambas manos, notificándole a continuación.

—Pero no lo hiciste, Christian… así que tranquilizante. —El magnate asintió con el rostro desencajado, aferrando las frías manos de Edward, mirándole fijamente a los ojos, siendo el vampiro quien se percatara del arribo de los agentes, notificándoselo a Christian—. Paul y Sam están aquí… quédate en el cuarto... ahora vuelvo. —El aún aturdido hombre asintió por inercia, mirando hacía el balcón, mientras el apuesto vampiro abandonó la alcoba, bajando raudo las escaleras.

—Escuchamos disparos. —Alegó Sam.

—Fue Christian… buscó un revólver y se le disparó sin querer. —Paul negó con la cabeza, pensando en que aquel hombre era un completo idiota, mientras que Sam asintió, notificándole a Edward que no habían querido subir, intentando mantener en resguardo a los guardaespaldas de Christian, quienes aún no sabían ante que se estaban enfrentando, teniendo que cuidarles a ellos también—. Creo que deberían regresar… aquí todo está cubierto. —Tanto Sam como Paul asintieron, siendo el odioso Quileute quien pensara que el pijama del vampiro era bastante ridículo e infantil para alguien como él, incomodando aún más al joven inmortal.

Ambos Quileutes se introdujeron en el ascensor, escuchando al igual que lo hacia Edward la persecución del neófito, siendo Jasper y Rosalie quienes se unieran a Seth y a Emmett, mientras Alice les ayudaba con sus visiones y Jacob afirmaba que todo en el edificio donde Anastasia vivía estaba tranquilo y sin ningún percance.

—Intentaremos estar más alerta. —Edward les agradeció a ambos Quileutes, notificándoles que se les hubiese hecho imposible detectar a aquel neófito desde el lobbing, ya que el vampiro había accedido por la azotea—. Tendremos que patrullar de ahora en adelante todo el edifico. —Paul asintió, pulsando el botón que hacia descender el artefacto, siendo Sam el único en despedirse de Edward, quien regresó a la segunda planta del pent-house, apagando el micrófono de su intercomunicador, observando a Christian hecho un mohín sobre la cama con la mirada perdida.

—¿Christ?... —Intentó Edward llamar su atención, pero el alelado hombre siguió mirando un punto muerto—. Ya todo pasó, estamos a salvo. —El magnate negó con la cabeza.

—No, no estamos a salvo… ese hombre pudo entrar y salir fácilmente del pent-house… entró y salió por el maldito balcón, Edward… ¿acaso esa mujer tiene a su mando al hombre araña, o sus secuaces pueden volar?... porque aun no entiendo cómo diablos ese tipejo pudo entrar aquí y esfumarse como si nada. —Edward no supo que responder, sin duda para un humano no era fácil asimilar aquella proeza, ya que una cosa era entrar por el ático de una casa y otra muy distinta acceder a un pent-house en el piso más alto del edificio por la azotea de aquel imponente rascacielos.

—No sé qué decirte, Christian. —Aferró sus manos, percatándose de lo sudorosas y frías que estaban—. Pero te prometo que todo va a estar bien. —Incitó a Christian a recostarse de la cama, sintiendo como el alterado hombre le aferró por los brazos, llevándoselo consigo.

—Quédate conmigo, Edward. —El vampiro asintió, recostándose a su lado, intentando calmarle—. Solo necesito que estés a mi lado. —Ambos posaron sus cabezas sobre las almohadas, mirándose fijamente a los ojos.

—Creo que deberías tomar un sedante, estas muy alterado. —El aún asustado hombre negó con la cabeza, rehusándose a ello—. ¡Vamos, Christian!... coopera conmigo. —El magnate asintió con desgano, dejando que Edward le suministrara media pastilla de ansiolítico, recostándose nuevamente junto al joven psicólogo, susurrándole tan cerca del rostro que pudo percibir la calidez de su aliento.

—La tomé solo para complacerte pero no necesito medicación, Edward… solo necesito que me hagas olvidar lo que ha sucedido. —El vampiro supo de sobra a que se refería, intentando apartarse de él, sin éxito alguno.

—No Christian… lo mejor que has hecho fue tomar el medio comprimido de clonazepan, aunque hubiese preferido suministrarte también y un cuarto de… —El decidido hombre no le permitió decir nada más, plasmando un precipitado beso en los labios de Edward, el cual no pudo negarse tanto al deseo que lo consumía como a las ansias de volver a sentirle de aquel modo tan impropia y deliciosamente irresistible.

—No necesito más drogas que esta, Edward. —Susurró Christian deteniendo aquel hambriento beso que ambos habían intentado postergar hasta nuevo aviso, pero las ansias y la ocasión les hizo romper toda promesa o convenio, entregándose el tan inesperado tercer beso—. Solo necesito muchas dosis de besoprol y grandes cantidades de Edwarpamina. —Aquello por supuesto hizo sonreír a Edward, aunque sus labios poco pudieron expresar la gracia que aquello le había causado, al ser atacado nuevamente por una carantona de besos por parte del mangante, la cual se extendió hasta que Christian tuvo la osadía de introducir sus manos entre él pijama y la piel del muchacho, deteniendo su rápido e impropio manoseo.

Christian al fin se había quedado dormido en brazos de Edward, quien simplemente permaneció inerte sobre la cama, acariciando el castaño cabello de su paciente, sin poder creer aun lo que estaba pasando entre ellos en tan corto tiempo, recordando las palabras que Alice le había dicho en Isla Esme, después de haber pasado dos semanas en el paradisíaco lugar, lacerándose ante la ruptura entre Bella y él, sin haberle prestado la menor importancia a aquello… hasta ahora.

—No sufras por lo que pudo haber sido y no fue, preocúpate por las nuevas experiencias que tendrás, Bella y tú no estaban hechos el uno para el otro, pero sé que existe alguien que cubrirá todas tus expectativas y te dará más de lo que esperabas… ya lo veras.

Edward imaginó que su hermana ya había visto su futuro con Christian, y aunque en su momento a lo mejor solo fuera un posible shippeo entre él y el magnate, Edward sintió que a lo mejor, Alice podría llegar a tener razón.

“A lo mejor he querido ocultar lo obvio” Recordó una vez más cada una de sus relaciones fallidas, al igual que las constantes disputas entre Carlisle y Esme sobre los posibles gustos sexuales de Edward. “Que soy gay y que no deseaba aceptarlo” Cerró sus ojos y con tan solo rememorar una vez más cada beso que Christian le había dado, su cuerpo volvió a estremecerse y su fría piel a erizarse por completo, suspirando para controlar sus deseos carnales. “Esto es irreal, pero a la vez tan fuerte que no logro controlarle… me gustas, Christian… y mi cuerpo no quiere ocultarlo” El magnate se removió un poco, consiguiendo que Edward le acobijara aún más entre sus brazos, susurrándole al oído—. No dejaré que nada malo te pase, Chrit… descansa, que de ahora en adelante yo velare por tus sueños.

Por más que Edward amara ser protegido, su instinto de protector afloraba cuando alguien más se ganaba un privilegiado puesto en su corazón, y eso justamente había pasado con Christian, quien había comenzado a conquistar no solo el deseo carnal del vampiro, sino también… su amor.

 

Minutos antes

Alice había realizado un itinerario de vigilancia en equipos de dos, intentando juntar a un vampiro con uno de los lobos, logrando que solo Seth y Emmett estuviesen encantados con la idea, acatando la orden dada por la menuda vampira, mientras que todos los demás se habían rehusado a hacerlo, siendo Rosalie y Jasper los únicos en imponérseles, decidiendo hacer juntos las vigilancias.

—Entonces tuviste unos cuantos novios… ¿eh? —preguntó Emmett intentando seguir con la conversación, sin dejar de caminar por la solitaria calle que daba al pent-house donde Christian vivía, comenzando su recorrido desde Grey Enterprise Holding inc. hasta la lujosa vivienda del magnate.

—Si… bueno, tanto como decir novios… no, más bien fueron solo aventuras de una noche. —Emmett alzó una de sus cejas, bastante asombrado—. No ha habido nadie especial en mi vida. —Bajó la mirada, introduciendo sus manos en el interior de sus bolsillos. “Hasta ahora” Pensó, sonriendo tímidamente—. Todos los que he conocido solo buscaban un revolcón y nada más. —El corpulento vampiro volvió a asentir, acomodándose la chamarra.

—¿Y eso por qué?... es decir… ¿Los buscas así o simplemente tienes la suerte de conseguir a puros malparíos? —Seth sonrió, subiéndose la cremallera de su chaqueta, volviendo a esconder sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

—Me los consigo así. —Se encogió de hombros—. No creo tener suerte en el amor, primero intentan conquistarme, luego me follan y al final se van. —El chico revisó su intercomunicador, por si había dejado encendido el micrófono, ya que al decir aquello pudo escuchar varias risas de parte de los demás, creyendo que estaban escuchando su conversación.

—Pues creo que en parte es tu culpa. —Acotó Emmett, revisando de igual modo su intercomunicador, percatándose de que aún permanecía apagado, dejando encendido tan solo el auricular—. Deberías ser menos regalado. —Seth volteó a verle un poco mal encarado—. No me mires así, sé que los chicuelos de esta época son así, lanzados y putones, pero cuando uno quiere algo en serio, se da su puesto y se hace el interesante. —El joven Quileute bajo la cabeza, mirando el suelo mientras seguían caminando.

—Tal vez tengas razón. —Mordió sus labios pensando en todo aquello—. Aunque eso de hacerse el difícil es de chicas… ¿no? —Emmett negó con la cabeza.

—No siempre, enano… si buscas como ya he dicho una aventura de una noche, está bien que solo follen y chao, Cheo… —Seth no pudo dejar de sonreír ante lo coloquial que era Emmett— …pero sí en cambio ese alguien te cautiva no vas a donarle el cucurucho de la noche a la mañana. —El chico soltó una risotada—. No te rías que hablo en serio. —Aunque aquello había intentado sonar estricto, Emmett no pudo evitar reír con él.

—Es difícil no hacerlo con tus ocurrencias, Emmett… eres sin duda la mejor persona que he conocido. —Ambos voltearon sus rostros para verse, sonriéndose ampliamente, siendo Emmett quien se percatara de como en efecto el chico parecía verle con cierto aire de afecto, o a lo mejor el vampiro estaba paranoico ante lo que su hermano Jasper le había dicho unas horas antes de salir a patrullar.

Alice estaba notificándoles a todos como serían las guardias y las horas de descanso de los Quileutes, ya que ellos debían dormir y comer, lo que por supuesto no aplicaba a los vampiros, quienes con tan solo ingerir grades cantidades de sangre era suficiente para aguantar unos cuantos días.

—Ni se te ocurra hacerme patrullar con uno de los perros, Alice. —Espetó Rosalie, ganándose todas las miradas desdeñosas por parte de los Quileutes, quienes la maldijeron internamente.

—Yo también me rehusó. —Acotó Jasper—. No creo que sea buena idea que yo haga mi rutina de patrullaje junto a Paul, por ejemplo… terminaríamos matándonos. —A lo que Alice espetó después de tacharlos de la lista.

—Pues ¿saben qué? Hagan lo que les dé la gana. —Miró a Emmett. —Tú patrullaras con Seth, Jacob con Bella y Embry puede hacer equipo conmigo. —A lo que el beta de la manada respondió.

—Prefiero trabajar solo… no te ofendas, Bella… pero no creo que sea buena idea que tú y yo… —La joven neófita le interrumpió.

—No te preocupes, Jacob… No pienso avergonzarte delante de tu nueva conquista. —El serio Quileute permaneció en silencio ante su acotación—. Yo también prefiero patrullar sola. —Miró a Embry—. O contigo… ¿Qué te parece? —El chico asintió.

—Me rindo. —Alice arrojó el itinerario sobre uno de los sofás, abandonando el salón principal de pent-house, saliendo hasta el balcón principal—. ¡Váyanse todos a la porra! —Algunos rieron y otros simplemente se encogieron de hombros retirándose del lujoso edificio, siendo precisamente Emmett y Seth quienes bajaran hasta el Lobbing en compañía de los hermanos Hale, los cuales no dejaron de ver al más joven de los Quileutes como un simple pelele.

—La enana se obstina muy rápido… cree que nos haremos amigazos de la noche a la mañana. —Notificó Emmett, intentando romper el incómodo silencio que se había hecho en el interior del ascensor.

—Alice suele tener esos ideales de amistad entre razas enemigas, es una niña muy soñadora. —Comentó Jasper.

—Pues me parece grandioso que ella quiera amigarnos… ¿no te parece, Emmett? —preguntó Seth.

—Claro cachorro… pero las malas pulgas de los tuyos junto a la mala sangre de los míos, se lo están dificultando. —Palmeó la espalda del muchacho, quien le sonrió mirándole dulcemente, consiguiendo que Jasper percibiera los sentimientos del joven metamorfo, el cual bajó la mirada, al sentir como los mellizos le miraban—. En fin. —Todos descendieron del ascensor, saliendo a paso lento del edificio, siendo Jasper quien le preguntara a su hermano.

—¿Puedo hablar contigo un momento? —El corpulento vampiro asintió, apartándose del rapaz, disculpándose con él, dejándolo en compañía de su esposa, quien no dejo de mirarle con una socarrona sonrisa, mientras Jasper le notificaba a su hermano entre susurros completamente inaudibles para el oído humano—. ¿Te has dado cuenta de los sentimientos de ese chico para contigo? —Emmett observó algo extrañado al delgado y serio vampiro frente a él, negando con la cabeza. —Está enamorado de ti, Emmett… disfraza sus sentimientos con amistad, pero el chico babea por ti, no puede controlarse. —El acomedido vampiro volteó a ver al muchacho, quien hablaba con Rosalie sobre cosas triviales.

—Bueno… no tenía la certeza de ello pero ya que tú me lo estas confirmando, gracias… hermano, hablaré con él. —Jasper asintió—. No quiero que pierda su tiempo en alguien que solo lo ve como un amigo.

—En parte es tu culpa, tú has alimentado ese sentimiento… cada vez que le llamas cachorro, el chico se orina en los pantalones. —A lo que Emmett respondió.

—Así como tú te orinas por tu melliza cada vez que halaba tus sangronas palabras… ¿no? —Jasper no supo que responder, intentando percibir los sentimientos de su hermano, los cuales le demostraron que solo pretendía ser odioso y no recriminarle nada sobre lo que estaba pasando entre la rubia y él.

—Aamm… si, algo así pero más fuerte. —Se apartó de él despidiéndose del corpulento vampiro, quien se acercó a su esposa, dándole un cálido beso en la comisura de los labios, despidiéndose de ambos, encaminándose a hacer la primera guardia nocturna, la cual había comenzado desde el edificio de Grey E.H. Inc hasta el pent-house del magnate.

—¿Seth?... —Llamó Emmett al muchacho, el cual le confirmó que le estaba prestando atención, caminando despreocupadamente por el lugar, mirando a todos lados, olfateando constantemente el aire que los rodeaba ante una posible amenaza—. ¿Conoces el don de Jasper? —El chico negó con la cabeza—. Él tiene el poder de percibir los sentimientos de los demás, por eso es tan obstinado… debe ser difícil sentir todo lo que los demás sienten a su alrededor. —Seth palideció ante aquella notificación de su parte.

—Aamm… no lo sabía. —Bajó la mirada y un intenso rubor anidó en los redondos pómulos del jovenzuelo, quien miró fijamente cada una de sus pisadas sobre el pavimento.

—Mmm… mira, yo entiendo que tú puedas llegar a sentir cosas por mí. —Emmett detuvo su andar, consiguiendo que el chico detuviera sus pasos—. Soy muy guapo y divertido, lo sé, pero… —Seth levantó la mano, tratando de que su amigo no prosiguiera, notificándole a continuación.

—Tranquilo Emmett… no sé qué te habrá dicho tu hermano pero yo te respeto. —Justo en aquel momento Alice comenzó a pasar lista, siendo Seth quien pretendiera encender su micrófono, concluyendo ante de hacerlo—. Es cierto… eres guapo. —Sonrió—. Me alegro que te des cuenta de ello. —El corpulento vampiro pasó los dedos por su oscuro cabello, alzando una de sus cejas en un gesto pomposo haciendo reír al jovenzuelo—. Pero no pretendo nada contigo. —Prefirió mentir por el bien de todos—. Eres un hombre casado y yo no quiero… —Alice interrumpió la explicación que Seth pretendía darle a su amigo, exigiéndoles a ambos que se reportaran, ya que no habían sabido nada de ellos desde hacía un buen rato, siendo Emmett quien respondiera primero, encendido su intercomunicador.

—Aquí Hulk… cambio… lo siento, apagamos nuestros intercomunicadores por unos segundos. —Nadie habló, hasta que Paul rompió el silencio en la señal privada, soltando a continuación.

—¿No querían que se escucharan los besos entre ustedes dos? —Se volvió a hacer el silencio en la línea, siendo Emmett quien explotara ante el comentario mal sano del muchacho.

—Ve a chuparle los huevos a Jacob, maldito hijo de puta. —Seth le pidió que no perdiera su tiempo con el cretino, justo cuando Alice le exigió a su atolondrado hermano que no usara los nombres reales, dejándose escuchar por medio del intercomunicador como Sam retó a Paul, pidiéndole que se controlara.

—Deja los celos, Thor… ¿Acaso fornicar con uno de los Clearwater ya no es suficiente para ti? —Los gritos de adulación por parte de varios de los implicados, hicieron reír tanto a Seth como a Emmett, el cual chocó la palma de su mano en contra de la de su amigo, ante aquella estocada verbal de su parte.

—Púdrete enano. —Fue lo único que supo decir Paul, mientras los aplausos por parte de los demás, siguieron resonando por la señal privada, mientras Seth acotaba.

—Solo conversábamos sobre mis mariconadas, Thor… y como no queríamos incomodar al rey de los homofóbicos, decidimos apagar nuestros micrófonos, pero los estábamos escuchando fuerte y claro… cambio. —El odioso Quileute no dijo nada más al respecto, mientras que Seth y Emmett retomaron su andar, caminando por uno de los costados del lujoso edificio departamental, apagando nuevamente sus micrófonos—. Quiero que sepas que entiendo que te incomode que yo sienta algo por ti. —El musculoso vampiro no dijo nada, escuchándole hablar—. Pero en serio no tienes por qué temer, no soy de esos que se obsesionan con alguien. —Seth detuvo su andar—. Estoy más que claro que eres inalcanzable, Emmett.

Tanto el vampiro como el joven lobo se contemplaron fijamente a los ojos con una tristeza que denotó el dolor que aquello les causaba a ambos. A Emmett por haber alimentado aquel sentimiento sin intención alguna de lastimarle, y Seth al sentir que su única posibilidad de ser feliz ya tenía dueña y sobre todo, un escudo llamado rivalidad entre razas, bajando la cabeza.

—No dejaré de ser tu amigo, Seth. —El chico sonrió con desgano.

—Ni yo, Emmett… pero el saber que tú ya lo saber me incomoda demasiado. —Ninguno de los dos supo que decir a continuación, siendo Emmett quien retomara la caminata nocturna, justo cuando Alice gritó por medio del intercomunicador.

—Hay un neófito en el pent-house. —Tanto Seth como Emmett se vieron las caras, comenzando a correr hacia el edificio aledaño, siendo el musculoso vampiro quien trepara por uno de los costados, después de arrojar al rapaz sobre su espalda, el cual por más que lo intentó no pudo controlar sus sentimientos hacia él, aferrándole con fuerzas tanto del cuello como del costado, percibiendo el particular olor inmortal que despedía, sin poder creer que aquel hedor del que todos los Quileutes solían quejarse, parecía haberse esfumado entre él y Emmett, olfateando un dulce aroma a regalías y a bosque de pinos, el cual al muchacho parecía agradarle.

—Agárrate fuerte, enano. —Emmett dio un salto mortal hacia la azotea del edificio en donde Christian vivía, percatándose de un celaje en la distancia, divisando al intruso—. Allá esta. —Señaló al neófito, quien ya se había percatado de la presencia de los indeseables e inesperados vampiros, pretendiendo escapar a velocidad sobrehumana, consiguiendo que el pequeño Quileute se transformara, dejando por doquier los hilachos de su destrozada ropa juvenil, incitando a Emmett a retomar la persecución siguiéndole muy de cerca, percatándose al igual que lo hizo el corpulento vampiro, del arribo de Edward a la azotea—. Tranquilo hermano… lo tenemos… no vamos a dejarlo escapar… vuelve con el loquito antes de que se pregunte en donde coño te has metido.

Edward frunció el ceño ante lo de decirle loco al magnate, observando como el pequeño lobo gris con pechera blanca, corrió tras su hermano, contemplando de arriba hacia abajo sus fachas, comentándole jocosamente.

“Bonita pijama, Ed” El aludido se miró así mismo, mientras el grisáceo lobo siguió su maratón tras Emmett, quien ya había saltado hacia el edificio conjunto, volteando a ver si el rapaz le seguía, percatándose de como el enorme can saltó lo más alto que pudo desde una estructura a otra, quedando peligrosamente aferrado del borde de la azotea a punto de caer.

—Pero que mocoso más alocado, este. —Emmett lo aferró de las patas delanteras, halándole apremiante, salvándole la vida—. ¿Te crees el perro maravilla pedazo de pulgoso? —Pero Seth no se detuvo ante los regaños y mucho menos ante el susto que había pasado, corriendo tras el neófito—. ¡Oye!... espera... que lidiar con un neófito no es lo mismo que pelear con un vampiro como nosotros. —Intentó seguir al intrépido muchacho, escuchando un repentino disparo desde el intercomunicador, siendo Edward quien les notificara a todos que había sido Christian, haciéndole creer a Emmett que había más de ellos en el edificio departamental, pero al pretender regresar, se dio cuenta de cómo el jovencito arrinconó al neófito al final de la azotea, en donde un enorme sistema de conductos de ventilación se entrelazaban entre sí, interceptando al vampiro.

Seth rugió amenazante, tratando de que el neófito saliera de su escondite, pero el vampiro parecía no querer abandonar aquel lugar, mirándole bastante asustado, sin saber si aquel animal era un perro mutante o una nueva raza de lobos y sobre todo deseaba saber de donde había aparecido aquella bestia en plena ciudad de Seattle, mostrándose terroríficamente frente a él.

—Será mejor que salgas. —Le aconsejó Emmett, sin dejar de estar atento a lo que pasaba en su intercomunicador, escuchando tanto a Rosalie como a Jasper, notificarles a todos que estaban acercándose al pent-house—. No tienes para donde huir, así que será mejor que salgas antes de que mi hermano Jas llegué y te saque los dientes de un puñetazo. —Seth se arrojó sobre el aterrorizado inmortal, el cual pretendió escalar el sistema de ductos, tomándolo del tobillo, justo cuando Jasper y Rosalie llegaron, siendo el delgado pero letal inmortal quien se arrojara sobre el neófito, consiguiendo que tanto el recién creado vampiro y el jovenzuelo, cayeran bruscamente al suelo.

—¡Te tengo, infeliz! —Exclamó Jasper aferrando al andrajoso neófito, el cual trató de zafarse de la llave de lucha que el mayor Whitlock ejercía sobre su cuello, mientras Emmett corrió a socorrer al rapaz, aquel que salió rápidamente de fase, quejándose ante el intenso dolor en el brazo.

—¿Estas bien, enano? —Seth intentó soportar el dolor, pero al parecer la estruendosa caída había conseguido lastimar considerablemente al muchacho. —Maldito seas Jasper… ¿Qué mierda te pasa, hermano? Le fracturaste el brazo al mocoso. —Rosalie se acercó al quejumbroso muchacho, exigiéndole a su esposo que se quitara la chamarra y se la colocara al desnudo chico, notificándole en un todo de voz dulce para controlar su mal humor.

—No creo que Jasper lo haya hecho a propósito, querido… ¿no es así, pequeño? —Jasper asintió, sin dejar de mantener aferrando al neófito, el cual siguió intentando librarse de su captor, sin éxito alguno.

—Estaba en mi camino, yo solo hice lo que se debía hacer. —El cuello del neófito comenzó a desquebrajarse, justo cuando la voz de Alice se dejo escuchar por el intercomunicador, exigiéndole a su esposo que no lo matara—. ¡Oh vamos, Alice!... ¿es en serio? —Jasper comenzó a infundir su don sobre el desaliñado vampiro, intentando mantenerlo controlado.

—Edward ha sido muy claro, Jasper… Es mejor interrogarlo, así sabremos que es lo que realmente se trama la pelirroja. —Jasper maldito por lo bajo, golpeando una y otra vez al neófito, justo cuando Sam y Paul llegaron, rugiéndole al delgado y rubio inmortal—. Si… ya, ya… me calmo… no tienen que rugirme malditos perros sarnosos. —Soltó al fin al maltrecho inmortal, percatándose de como Paul pretendió atacarle ante el agravio, siendo Sam quien se interpusiera en su camino.

—Ya basta ustedes dos. —Gritó Emmett después de incorporarse de su inclinada postura sobre el suelo, con el adolorido joven entre sus brazos, siendo Rosalie quien intentará mantener la desnudez del chiquillo cubierta entre la chamarra de su esposo, sin que él lloroso muchacho pudiese creer en tanta amabilidad de su parte—. Dejen sus malditos pleitos para luego, Seth necesita un médico. —A lo que Alice notificó por medio de la señal privada.

—Carlisle viene para acá, acaba de llamar para darnos una muy mala noticia. —Todos esperaron a que la vampiresa hiciera verbal lo que el líder del clan Olympic tenía que decirles, pero Alice alegó a continuación, cambiando de tema—Traigan a Seth para que lo revise. —Se hizo un leve silencio entre cada uno de los intercomunicadores, mientras que Sam y Paul mantuvieron vigilados al neófito, rugiéndole cada vez que intentaba escapar.

—¿La noticia es mala para nosotros? —Quiso saber Rosalie, pensando en que a lo mejor a Esme le había pasado algo, ya que por más mala y desvergonzada que fuera la rubia, ella amaba a su madre adoptiva.

—No Rosalie… es una mala noticia para los lobos. —Tanto Sam como Paul contemplaron sus rostros lobeznos, elucubrando sobre la posibilidad de que a Emily le hubiese podido pasar algo malo, ya que, aunque ninguno de los dos traía puesto su intercomunicador, pudieron escuchar perfectamente lo que hablaban por el de los vampiros—. Los espero a todos en el pent-house para…

—Habla de una maldita vez, Alice. —Espetó Jacob, queriendo saber si su padre tenía que ver en aquella mala noticia, o peor aún, sus hijos… esperando lo peor.

—Quil Ateara fue asesinado. —El rostro de Seth paso de adolorido a apesadumbrado, mirando a su alfa y luego al delta de la manada, quienes aun no podían creer lo que estaba pasado, comenzando a aullar con cierto pesar a la luna, siendo Jacob quien maldijera ante la impotencia que sentía al perder a su primo segundo, siendo Embry y Leah quienes lloraran en silencio la muerte de su hermano de manada—. Regresen por favor… y traigan con ustedes al neófito. —Jasper fue el primero en acatar la orden de su esposa, aferrando al recién creado vampiro por el cuello, mientras Rosalie le ataba los brazos con un par de cadenas que había conseguido en aquel lugar, exigiéndole a Emmett.

—Vamos querido, Carlisle ayudará a tu amigo. —El corpulento vampiro asintió, y aunque aquello sonó más a lo que una madre diría y no una esposa, Emmett no dijo absolutamente nada al respecto, notificándole a Seth al escucharle llorar.

—Lo siento mucho, peque… lamento en verdad que uno de los tuyos haya muerto. —Seth abrazó con todas sus fuerzas a su amor imposible, llorando y suspirando para controlar tanto su dolor interno como el externo, sin importarle en lo más mínimo que todos le estuviesen mirando y sobre todo que Rosalie y Jasper se percataran de ello.

—Gracias, Emm. —Fue lo único que dijo el chico, después de cerrar sus húmedos y llorosos ojos. Y aunque todo lo que estaba pasando le causó un cierto pesar, también le daba un poco de dicha al poder estar entre los grandes y musculosos brazos del vampiro que él tanto amaba.

 

Minutos antes en Forks

Emily ayudaba a Quil a tomar su cena, tratando de que el joven y ahora minusválido Quileute no se la echara encima, limpiándole la boca con un pequeño paño de cocina, prosiguiendo con la ardua labor de alimentarle, ya que el muchacho había perdido a toda su familia, siendo Sue y Emily quienes se turnaran para cuidar de él.

—Ahora vuelvo, Quil… iré a ver si la tarta de moras ya está lista. —El chico asintió, dejando que la dulce mujer se apartara de él, mientras el joven invidente mordisqueaba un trozo de pan, pasándolo con la sopa que la esposa de Sam le estaba suministrando.

Después de unos cuantos minutos a solas, el estruendoso sonido de la porcelana al ser estrellada con violencia en contra del suelo sobresaltó al muchacho, quien se levantó rápidamente de su asiento frente al televisor, el cual solo podía escuchar e imaginar lo que estaban pasando, extendiendo sus brazos al frente.

—¿Emily?... —Llamó el aterrado joven, sin dejar de tantear el aire, ya que no tenía nada frente a él que le pudiese dar una idea de saber realmente en donde estaba la puerta que daba a la cocina—. ¿Emily?... ¿Estás bien? —Varios utensilios de cocina comenzaron a  caer al suelo, en una discordante cacofonía de sonidos metálicos, sobresaltando aún más al muchacho—. ¿Quién está allí? —pretendió caminar hacia donde se escuchaba el estruendo, tropezando con una pequeña mesa, cayendo bruscamente al suelo—. Aaggr… maldición.

—Corre, Quil… Corre… —Gritó Emily desde la cocina, consiguiendo que el joven minusválido comenzara a gatear, tropezando con un par de piernas femeninas, intentando apartarse lo más rápido que pudo de ellas, ya que, aunque en Quil había muerto la magia lobezna ante lo que Bella le había hecho, su olfato estaba intacto, percibiendo el nauseabundo olor del intruso.

—Aléjate de mí… sé quién eres… —Se levantó del suelo, alzando sus manos para tantear los posibles obstáculos frente a él, palpando la fría piel de la vampiresa, la cual se  movió tan rápido de un lugar a otro que Quil ni siquiera se pudo dar cuenta de ello, hasta ahora.

—Yo también sé quién eres tú… Quil. —La seductora voz de Victoria confirmó las sospechas del aterrado muchacho, pensando en que a lo mejor, Emily ya estaría muerta—. Y quiero saber cuánto odio pueden llegar a albergar ustedes los perros por nosotros, los inmortales. —Aferró al muchacho por el cuello, mordiéndole la yugular, comenzando a beber de su sangre, mientras el convulso joven, se estremeció ante el intenso dolor de la ponzoña, gritando desesperadamente—. ¿Jack?... —Llamó la satisfecha vampiresa, arrojado a un lado al maltrecho muchacho, el cual comenzó a vomitar sangre por la boca— …trae a la cara cortada hasta acá… ¿quieres?

Mientras Quil convulsionaba en el suelo aferrándose el cuello, Jack Hyde salió con Emily entre sus brazos, intentando mantenerla maniatada, cubriéndole la boca con su mano derecha, usando la izquierda para amenazarla con un enorme cuchillo, acercando a tropezones a la histérica mujer, la cual se percató de lo que le habían hecho al pobre minusválido, llorado desconsoladamente.

—Dile a los tuyos, que ya sé que están ayudando a los Cullen a atraparme. —La aferró del cuello, alzándola del suelo, consiguiendo que Jack la soltara, apartándose de ambas féminas—. Los iré matando uno por uno si es necesario, para que entiendan que conmigo no se juega. —Quil siguió quejándose y temblando a causa del intenso dolor que sentía, no solo ante la mordida, sino por el ardor de la ponzoña, la cual había comenzado el proceso de transformación en el muchacho—. Diles que si no dejan de apoyar a los Cullen, me veré en la penosa necesidad de matarlos a todos. —Arrojó bruscamente a la llorosa y aterrada mujer, la cual cayó sobre el ensangrentado joven, arrebatándole a Jack el enorme cuchillo que traía, acercándose a ambos nativos.

—Ya vámonos, Victoria. —Exigió Jack, encaminándose hasta la puerta de la rupestre casa, observando como la vampiresa se inclinaba frente a los dos Quileutes, entregándole a Emily el arma punzocortante.

—Solo tienes dos opciones, querida… —Apretó con fuerza la mano de la chica, quien no pudo parar de llorar y temblar, haciéndole daño— …O dejas que sea uno de los nuestros o lo liberas de su insufrible agonía… veremos que tanto nos odias… Quil. —Y después de palmear la pierna del muchacho y soltar la mano de la quejumbrosa Quileute, salió a gran velocidad de la pequeña casa, llevándose consigo al malviviente de Jack Hyde.

—Mátame, Emily. —La alterada mujer negó una y otra vez con la cabeza, pretendiendo soltar el puñal, pero Quil ya había dado con el arma entre sus manos, aferrándola con fuerza—. Te lo suplico… no quiero ser una de esas larvas del averno… prefiero morir, te lo imploro Emily… no dejes que me transforme en una de esas alimañas. —La chica comenzó a llorar amargamente, sintiendo como el muchacho guio la punta del cuchillo hasta su pecho, empujándole para que entrara.

—¡No Quil!... No lo hagas. —Pero antes de que la alterada y llorosa mujer pudiese hacer o decir algo, el joven ya había enterrado hasta lo más profundo de su pecho la filosa arma, atravesándose el corazón, dejando escapar el último soplo de aliento de su garganta, mostrándole a Emily que ya no había nada que hacer por él, gritando completamente fuera de sí, negándose a aceptarla—. NOOOOOO…

Abrazó el cuerpo ya sin vida del joven Ateara, llorando amargamente su muerte, sin poder creer en el desolado destino que se les avecinaba a cada uno de los Quileutes, tan solo por haber hecho alianzas con los únicos vampiros que parecían tener aun… un poco de humanidad.


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