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50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego) por ErickDraven666

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Despedidas que matan
 
Habían logrado interceptar a Edward y hacerlo desistir de su loco intento por ir a Seattle para enfrentar a Klaus, pretendiendo hallar una muerte segura, ya que, aunque el híbrido le hubiese otorgado al vampiro un poco de humanidad, eso no significaba que el chico era de su completo agrado.
—Necesito salir de aquí… déjenme ir a Seattle… Klaus debe escucharme… ¡Por favor!... debo hacerle entender que Christian no tuvo la culpa de nada, fue Victoria la que nos dejó en evidencia delante de él… —Intentó escabullirse nuevamente por la ventana, pero Emmett se interpuso en su camino, negando con la cabeza.
—Escúchame bien, Edward. —Garrett intentó llamar su atención—. A Klaus le tiene sin cuidado eso… no lo hace para cubrir nuestro mundo, simplemente quiere jugar con él... —Aquello más que calmar al perturbado vampiro, lo alteró aún más, pretendiendo salir por la puerta de su recamara, siendo Jasper y Alistair quienes detuvieran su inequívoco empeño de aparecerse en Seattle y solventar algo que al parecer, no tenía solución alguna— …Por todos los cielos, Edward, debes controlarte. —Pero el iracundo vampiro batalló en contra de su hermano y de Alistair, los cuales trataron por todos los medios posibles de mantenerlo en su alcoba.
—¡Ya es suficiente, Edward! —Gritó Esme fuera de sí. —No es tu culpa que ese hibrido demente se crea Dios y se haya empeñado en hacerle daño a Christian, debes controlarte. —Jasper infundió su don sobre el enajenado vampiro, intentando calmarle.
—Tu madre tiene razón, Eddy. —Acotó Carlisle con un tono de voz paternal y condescendiente—. No ayuda para nada el que te pongas de ese modo. —Entre Jasper, Alistair, Carlisle y Garrett, llevaron hasta la cama al lloroso y tembloroso muchacho, el cual no dejó de gimotear, por más morfina inducida que Jasper pudiese emanar desde su cuerpo hacia el de Edward, intentando controlarle—. Papá está aquí, Eddy… papá está aquí y sabes que jamás voy a defraudarte… lo sabes, ¿Verdad? —Susurró al oído del consumido muchacho, el cual se hizo un mohín sobre la cama, asintiéndole a su padre.
—Tío Garrett tampoco va a defraudarte, viejo… —El policía palmeó el hombro del desquebrajado inmortal, mientras Alice se acercó sigilosamente hacia la cama, acobijando con las sabanas a su hermano—. Vamos a resolver esto, pero no sirve de nada el que tú vayas a Seattle y le irrites el páncreas a Klaus. —Así estuvieron todos durante toda la noche junto a Edward, el cual a cada tanto se calmaba, escuchaba la conversación entre todos los presentes, volviendo a alterarse ante cualquier conjetura sobre los acontecimientos que se podrían suscitar con el vampiro original y sobre todo con la posible llegada de uno más de ellos a Seattle o a Forks.
—¿Por qué no bajan todos a la sala y me dejan a solas con Edward? —preguntó Esme, al ver como a cada tanto su hijo se alteraba.
—No mamá… por favor… quiero escuchar. —Pero Carlisle fue el primero en levantarse de la cama, prometiéndole a su hijo que le diría todos los pormenores de lo que fuesen a planear para que nada malo le pasara a Christian y a toda su familia, pero debía poner de su parte y descansar, ya que la humanidad inducida parecía estarlo agotando demasiado.
—¡Eso es!... —Argumentó Garrett, chasqueando los dedos—. Por eso Klaus hizo lo que hizo con Edward… quería debilitarlo, sabía que el chico era depresivo compulsivo y le otorgó humanidad para hacerlo sufrir aún más. —Saltó de la cama, acercándose a Carlisle—. Debe de haber un modo de volverlo a la normalidad, no sé… a lo mejor los Vulturi podrían decirnos como han logrado librarse de tantos lavados de cerebro que Klaus les ha hecho a través de los años. —Todos voltearon a ver a Alistair, el cual no supo por qué todos le miraban, hasta que Garrett acotó a continuación—. Tú conviviste por un tiempo con los Vulturi, Al… —El aludido negó con la cabeza.
—No, no quiero hablar de mi estadía en Volterra. —Si algo detestaba Alistair era recordar las interminables noches y los perturbadores días junto a Demetri, el cual le había enseñado lo que se sentía fornicar con un hombre, odiándole por ello.
—Vamos Alistair… se lo debes a Carlisle. —Pero el vampiro europeo salió de la habitación, bajando raudo las escaleras.
—No puedo ayudarte con eso, Garrett… lo siento pero no recuerdo haber visto que los Vulturi pudiesen librarse del poder de mi señor Niklaus. —En el amplio salón de la casa, Rosalie leía una de sus amadas revistas de moda y farándula, haciendo caso omiso a la conversación entre Alistair y Garrett, el cual lo siguió hasta la planta baja, seguido por Carlisle, Jasper, Alice y Emmett, dejando a madre e hijo a solas en la recamara.
—Tú señor Niklaus… mira con que orgullo se llena la boca el muy hijo de puta este, al hablar del mojón mal cagado ese. —Espetó Emmett de muy mal humor—. Decídete con que bando te quedaras, viejo… no puedes apoyar a Dios y al Diablo al mismo tiempo. —Todos observaron escrutadoramente al pasmado vampiro, el cual no vio venir tal acusación de parte del grandote.
—Emmett tiene razón, Al. —Argumentó Garrett a las palabras del hijo de su mejor amigo—. Decídete a quien apoyas, Alistair. —Carlisle se acercó a la puerta principal, abriéndola con total calma y parsimonia.
—Y mientras te decides, voy a pedirte amablemente que te retires. —La mandíbula casi le cae al suelo al ver como todos parecían estar en su contra, siendo Alice quien acotara a continuación.
—Eres bienvenido Alistair y te agradecemos enormemente el que hayas venido hasta acá a notificarnos lo que Klaus pretende hacer con los Cullen, pero eres un peligro para  nuestros planes.
—Juro que no diré nada. —Se defendió el europeo.
—El problema no eres tú, Alistair… el problema es Klaus y su poder mental, ya que él puede inducirte a decirle todos nuestros planes y así tendría una ventaja. —Aunque sonara cruel, tanto Carlisle así como el resto de los presentes tenían razón, asintiendo a la explicación de su amigo.
—Está bien… les daré esa ventaja… me iré. —Caminó hacia la puerta, argumentando antes de marcharse—. Pero quiero que sepan que los apoyo y que simplemente sirvo a Klaus…
—…por miedo. —Concluyó Garrett, molestando a su amigo.
—Por gratitud… él ha hecho mucho por mí, Garrett. —A lo que el apuesto policía acotó, tajante.
—Pero el único que te ayudó a librarte de Demetri fui yo, Al… no tu señor… recuerda siempre eso. —Se vieron fijamente a los ojos, siendo Alistair quien rompiera conexión visual con su amigo, despidiéndose de todos los presentes, retirándose del terreno perteneciente al clan Olympic, rumbo a Seattle.
—Bien… ¿Qué haremos? —preguntó Emmett mirando a su padre, el cual cerró la puerta, siendo Garrett quien apostillara a continuación.
—Debemos ser tan hábiles como Klaus, uno de nosotros debe infiltrase entre ellos.
—¿Pero quién?... —interrogó Emmett ante dicho plan, siendo Carlisle quien sentenciara sin pensárselo dos veces.
—Rosalie. —Todos voltearon a ver a la hermosa y deslumbrante vampiresa, la cual cerró la revista al escuchar su nombre, mirando a su padre.
—¿Estas tomándome el pelo, Carlisle? —El rubio hombre negó con la cabeza.
—Tengo entendido que tú y el joven licántropo congeniaron muy bien. —La seria y malhumorada rubia, observó a cada uno de los presentes, deteniendo sus ojos en Alice.
—A tu noviecito le gusta el chisme… ¿No? —Carlisle se dio cuenta de una posible discusión entre hermanas, notificándole a su irreverente hija.
—No fue Sam quien me lo dijo, Rosalie…fue Jacob. —Si algo sabia Carlisle era que Rosalie no lastimaría al joven Black, al ser la imprima de Leila, la cual le caía en gracia y apreciaba bastante—. El punto es que tú eres la perfecta para este trabajo… además… —Se paseó de un lado a otro frente a su hija, con las manos entrelazadas a sus espaldas— …Sé que te mueres por volver a verlo. —Carlisle miró a Jasper.
—No te hagas de rogar, Rosalie… el día que te topaste con el licántropo estabas rebosante de dicha… destilabas feromonas por todos lados, así que Carlisle te está dando la oportunidad de ir a revolcarte con el maldito perro… —Jasper perdió toda compostura ante la rabia que le embargaba, encimándosele a la vampiresa, la cual se incorporó del sofá, siendo Emmett quien aferrara al histérico vampiro por la espalda.
—Mira quién habla… el despulga perras. —Emmett no pudo evitar soltar una carcajada ante aquello, recibiendo de parte de Carlisle una mirada reprobatoria, siendo Garrett quien posara el dedo índice sobre sus labios, negando con la cabeza para que se callara, aunque el atolondrado policía estaba intentando controlar su propia risa.
—Yo me revuelco con quien a mí me da la gana, Rosalie… yo ya estoy divorciado, pero tú aun estas casadas, así que… —Rosalie rió con total sarcasmo.
—¡Por favor!... ¿desde cuándo tanta moralidad de tu parte? —Se cruzó de brazos, dándole la espalda al malhumorado vampiro—. Yo ni siquiera coqueteé con el chico, solo tuvimos un intercambio de palabras.
—Pues eso no fue lo que Jacob nos dijo. —Concluyó Alice a favor de su ex esposo—. Estabas encantada con el extranjero. —Rosalie miró a cada uno de los presentes, siendo Carlisle quien argumentara a continuación.
—No me importa lo que sientas por el licántropo, mi bella Rose. —El galeno sabía cómo endulzar a la amargada vampiresa, con palabras dulces y almibaradas—. Lo realmente importante es que nos ayudes. —Rosalie mantuvo su postura retadora e impasible, con los brazos cruzados—. ¿Lo harás mi linda muñequita de porcelana? —Ella supo de sobra que cada una de las zalamerías de su padre eran con la única intención de conseguir una respuesta positiva de su parte, y si algo estaba deseando la vampiresa, era el volver a ver al galante caballero con acento francés que tanto le había cautivado.
—Lo haré. —Jasper bufó por la nariz, sacudiéndose de encima las manos de Emmett, el cual aún intentaba mantenerlo alejado de su ex esposa—. Pero con una condición. —Todos se vieron a las caras, esperando el peor de los términos—. Que tanto Jacob como Leila me acompañen. —Aquello asombró a todos los presentes, siendo su padre quien preguntara el por qué de aquel deseo, escuchando su respuesta—. Necesito una coartada y no pienso quedar en evidencia delante de Ethan.
—¡Vaya!... —Exclamó Jasper con sátira— … Ni siquiera es el señor Kavanagh, sino Ethan. —Rosalie puso los ojos en blanco.
—¿Tú no te ibas de viajes, Jasper? —preguntó la rubia retadoramente—. Pues bon voyage, Sayonara, arrivederci, aloha, bye bye. —Se despidió con un odioso ademán de mano, volteándole el gesto de mala gana.
—¡Púdrete!... —Espetó Jasper, abandonando la casa por la puerta trasera, mientras que por la principal, Sam, Jacob y Seth arribaron después de saludar a todos los presentes, pidiendo permiso para entrar.
—Buenas noches, Carlisle. —Saludó Sam a su futuro suegro—. Necesito que escuches esto—. Reprodujo la nota de voz que Taylor le había enviado y la cual no había querido responder aún hasta no contactar al líder del Clan Olympic, y ver que podrían hacer entre todos.
“Lo sé todo, Sam… y sé que eres de los lobos buenos, pero hay uno de los tuyos en Seattle que me da muy mala espina, por favor… contáctame lo antes posible, muchacho”
La nota de voz concluyó, siendo Carlisle quien acotara a continuación, mientras Alice y Sam se saludaban nuevamente con un beso y un abrazo, ya que habían sido ellos dos los que lograran interceptar a Edward, hasta que los demás arribaron al punto de encuentro.
—¿Qué quieres hacer tú, Sam? —preguntó Carlisle.
—Quisiera ir a ayudarle… me preocupa el señor Taylor, él fue muy atento con nosotros a pesar de su reticencia a querernos en su grupo de guardaespaldas, la verdad es que si un hombre de su temple está pidiendo mi ayuda es porque algo muy grave debe de estar pasando. —Tanto Carlisle como Garrett asintieron a las palabras de Sam, siendo Emmett quien hablara.
—Pues ya tienes tú coartada, Rosalie. —Garrett asintió, apoyando la acotación del grandote, quien ya había saludado a Seth con un apretón de manos y unas cuantas sacudidas sobre su cabeza, revolviéndole el cabello, lo que por supuesto hizo sonreír al cachorro—. En vez de llevarte al chucho, llévate al Sam Bernardo. —Aquel era el apodo que Emmett le había puesto al novio de su hermana, la cual se cabreaba cada vez que le llamaba de aquel modo, retándole con la mirada.
—Pues si no queda de otra. —Rosalie puso los ojos en blanco, tomando nuevamente asiento sobre el sofá, siendo Jacob quien preguntara a que se referían, haciéndole saber al beta de la manada, el deseo de la vampiresa a que fuera él y Leila quienes fueran con ella a Seattle.
—Pues yo tenía pensado ir con Sam a Seattle, así que no hay ningún problema, Rosalie… yo te cubriré cuando se requiera. —Rose agradeció su total disposición, sonriendo gratamente al saber que por lo menos tendría la compañía de Leila, a la que tanto apreciaba, ya que ni Bella ni Alice, eran las hermanas que ella había deseado tener, siendo la imprima de Jacob su amiga y confidente.
—Iré con ustedes. —Acotó Alice un poco preocupada, al respecto.
—Prefiero que te quedes aquí, Alice querida. —Alegó Carlisle, acercándose a su amada y menuda hija—. Eres la única que puede ver lo que está por venir y si Sam está lejos de ti, tu don trabajará mucho mejor. —La intranquila vampiresa miró a Sam y luego a Rosalie, asintiendo a las exigencias de su padre.
—Tranquila enana… no creo que a Rosalie le guste, el Sam Bernardo. —Tanto el líder de la manada como la rubia se vieron a las caras, soltando una risotada.
—¡Por todos los cielos!... Claro que no. —Alegó a su favor la indignada vampiresa.
—No tienes por qué sentir celos, Alice… yo solo tengo ojos para ti. —Sam le abrazó, besándola delante de todos los presentes sin la más mínima vergüenza, susurrándole al oído—. Jamás dejaría a una mujer tan autentica por una chica tan plástica como ella. —A lo que Rosalie respondió, tomando nuevamente la revista entre sus manos.
—Y yo no sería capaz de enamorarme de un salariado de quince y último. —Por supuesto Sam no dijo nada, ya que él jamás entraría en conflictos con la familia de su futura esposa, siendo Seth quien hablara.
—De hecho Sam no trabaja… él recibe de parte de todas las familias Quileutes una dotación de suministros para que siga resguardándonos a todos. —Aquello consiguió que Rosalie pusiera los ojos en blanco, negando con la cabeza.
—De paso mantenido… que horror.
—Pues Ethan también es el mantenido de Klaus. —Concluyó Garrett la disputa sobre quien era mejor o peor persona, ya que para el vampiro, el dinero no hacia la diferencia entre las personas sino lo que tuviesen en su interior—. Bueno, concluida la primera fase de nuestro plan, mañana mismo podrían ir a Seattle. —Todos los que irían a la ciudad vecina asintieron—. Yo llevaré a Jasper hasta el aeropuerto en la tarde, así que el mayor bien podría ayudar a Edward hasta que se marche y los que se quedan en Forks, se mantendrán alertas.
—Cuenta con ello, Garrett. —Prometió Emmett.
—Pero ahora debo marcharme. —Garrett miró su reloj de pulso, percatándose de que faltaba media hora para las cuatro de la mañana—. Mi cita comienza dentro de un momento. —El policía no pudo evitar sonreír al saber que vería nuevamente a su adorado sheriff, despidiéndose de cada uno de los presentes, prometiéndole a su mejor amigo que mientras él estuviese implicado en todos los acontecimientos nada malo pasaría y que arreglaría las cosas aunque su vida dependiera de ello.
—Ve amigo mío… diviértete… y gracias por todo. —Carlisle le entregó las llaves de la camioneta familiar, recibiendo de parte de Garrett un fuerte abrazo y su total agradecimiento, retirándose mientras que Alice y Sam decidieron regresar a la casa del joven Uley para preparar todas sus cosas para su viaje, dejando a Rosalie nuevamente a solas en la sala, ya que Seth y Emmett subieron para tomar su respectiva guardia muy cerca del cuarto de Edward, jugando con sus teléfonos un juego en línea.
“Veamos que tramas, Ethan” —Pensó Rosalie mirando la revista de farándulas. “Eres una muy atrayente caja de Pandora… así que jugaremos a ser el señor y la señora Smith” —Sonrió por demás divertida, al comenzar un nuevo juego donde los personajes eran espías de bandos contrarios, los cuales terminaron más enamorados que cuando eran tan solo un matrimonio convencional, amando la adrenalina.
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Charlie se levantó a eso de las tres y media de la mañana, tomó una ducha rápida y desayunó un nutritivo tazón de cereal con avena y frutas, tomando su chamarra, sus utensilios de pesca y las llaves de la patrulla, mirando su reloj de pulso, percatándose de que eran exactamente las cuatro de la mañana, pensando en que a lo mejor Garrett ya no vendría, abriendo raudo la puerta.
—Muy buenos días, Sheriff. —El apuesto vampiro esperaba en el umbral de la puerta con una amplia sonrisa.
—Tengo entendido que los vampiros no duermen… ¿Cierto? —Garrett asintió—. Entonces borré esa triunfal sonrisa que para usted no es ninguna proeza el que haya llegado temprano, a lo mejor estuvo de pie en la puerta de mi casa durante toda la noche. —El vampiro negó con la cabeza, tomando las cañas y la caja llena de parafernalias de pesca, llevándolas hasta la camioneta que Carlisle le había prestado—. Dígame que no hurtó ese auto.
—No hurté ese auto Sheriff… —Respondió como niño bueno y obediente—. Me lo prestaron. —Charlie cerró la puerta de su casa con llave, guardándoselas en uno de los bolsillos de la chamarra, permitiéndole al policía citadino llevarlo a gusto en el lujoso auto, el cual Garrett puso en marcha después de que el serio hombre tomara el asiento del copiloto, encendiendo la radio.
—Cuénteme… ¿Qué hay de nuevo en la casa Cullen? —El policía se lo pensó por unos segundos, ya que lo que menos quería era alterar los nervios del sheriff.
—Nada del otro mundo… Edward lloriqueando por el multimillonario, mientras Esme escupe sapos y culebras en contra del corruptor de menores del Grey. —Aquello hizo sonreír al hermético policía pueblerino.
—Toda una telenovela. —Garrett afirmó que así era, restándole importancia a aquel asunto, hablando de cosas triviales hasta llegar al lago donde pescarían, abandonando el auto en el sendero más cercano, subiendo a un pequeño bote de remos aparcado en un escondido y pequeño muelle lleno de musgo y hojas secas, el cual trajo el recuerdo del último domingo de pesca junto a Billy, haciéndole sentir realmente incómodo.
—¿Ocurre algo, sheriff? —preguntó Garrett sin dejar de remar hasta el punto de pesca al ver la mirada perdida de Charlie.
—Nada… no pasa nada. —Charlie se había prometido así mismo olvidarlo mucho antes de que muriera, así que no tenía porque sentirse mal por seguir su vida como si aquel hombre jamás hubiese entrado en ella—Aquí está bien, teniente. —Garrett detuvo el constante braceo, guardando los remos en el interior del bote.
—Bien… ilústreme. —Charlie no dijo nada a la infantil acotación del vampiro ante su deseo de aprendizaje, abriendo la caja donde tenía un sinfín de señuelos, anzuelos, carretes y nylon, comenzando a ensamblar todo en la caña de pescar delante de los fascinados ojos de Garrett—. Acabo de aprender más con usted hoy que con Discovery channel. —El odioso policía lo fulminó con la mirada—. Estoy hablando en serio, no se ponga a la defensiva conmigo. —Charlie prefirió no decir nada al respecto, entregándole una de las cañas ya listas, comenzando a organizar la otra—. Mi viejo como buen pescador, pasó la vida tirando anzuelos… Con mucho esfuerzo, llenó… la mesa de peces, la casa de sueños… —Comenzó a cantar Garrett, logrando que Charlie al fin hablara.
—¿Sabe cuál es la clave para atrapar peces, teniente? —Garrett negó con la cabeza, a la espera de un sabio consejo—. Mantener la boca cerrada, así que cállese. —Todas las expectativas del vampiro fueron arrojadas a lo más profundo de aquel lago, al escuchar las odiosas palabras de Charlie.
—Es usted más duro que un sancocho de tornillos y tuercas, sheriff. —Aquello le robó una sonrisa de medio lado al policía, lo cual iluminó el apesadumbrado rostro del vampiro—. Por lo menos lo hice reír. —Charlie volvió a tornar el rictus serio, acotando a continuación, intentando no prestarle atención a sus zalamerías.
—Ahora… con un ágil movimiento de brazo, arrojamos la caña hacia atrás y luego hacia adelante con sutileza pero al mismo tiempo con firmeza. —Charlie se puso de pie sobre el bote, haciendo la maniobra con la caña, arrojándola lo suficientemente lejos del bote, pero no tanto como para perder de vista la boya—. Ahora usted, teniente. —Garrett se levantó, echando para atrás la caña de pescar, consiguiendo que el anzuelo se enganchara de la parte baja de su chaqueta, lanzándola hacia adelante con todas sus fuerzas, logrando que la chaqueta se dividiera en dos desde la columna hasta el cuello, desgarrando toda la tela.
—Me lleva la concha de mi abuela. —No solo el desgarró de la costosa ropa que había comprado Garrett para ese día consiguió que Charlie riera, sino también las soeces palabras del vampiro, el cual comenzó a agitarse en el interior del pequeño bote, sacudiéndole de un lado a otro.
—Cálmese teniente o nos va a arrojar al agua. —Garrett tomó asiento en su puesto, permitiéndole a Charlie desanudar el nylon que se había enredado por todo su cuerpo ante sus locos intentos por recuperar compostura.
—Bueno… al menos ya no me recriminará que me hago el idiota con ciertas cosas solo para caerle en gracia, sheriff… en verdad no sé pescar.
—Ya me di cuenta. —Charlie logró quitarle todo aquello de encima—. Listo… lamento lo de la chaqueta. —Mientras Garrett revisó el daño sobre la costosa prenda, Charlie reacomodó la caña de pescar, manteniendo la suya entre las piernas, cambiando el anzuelo, ya que aquel había quedado desecho.
—No se lamente sheriff, el escuchar esas carcajadas de su parte valió toda la pena del mundo. —Aquello por supuesto logró que Charlie se ruborizara, intentando hacer caso omiso a sus perturbadoras palabras, pero al intentar cambiar un anzuelo por otro, terminó clavándoselo en el pulgar, logrando una herida lo bastante profunda como para hacer sangrar al policía pueblerino, el cual levantó raudo la mirada, percatándose de como el vampiro miró fijamente la punzante herida escurrir el perturbador liquido sanguinolento.
—¿Garrett?... —Llamó el sheriff la atención del paralizado vampiro, el cual se acercó lentamente hacia él con cara de asesino serial—. ¡Teniente!... deténgase… —Pero el apuesto inmortal hizo caso omiso a las exigencias del jefe de policía, tomando raudo la mano herida de Charlie, introduciendo el lastimado pulgar en su boca ante los pasmados ojos del aterrado mortal, sintiendo como el vampiro succionó el dedo, saboreando aquel delicioso néctar, sacándolo lentamente de su boca.
—Llevo más de trecientos años siendo un vampiro, sheriff y la mayoría de mis relaciones, por no decir todas… han sido con humanos… ¿Cree que no tengo el suficiente autocontrol como para detenerme en el momento justo? —Lamió nuevamente la herida, demostrándole al sheriff que lo tenía bajo control.
—¿Y por qué la cara de psicópata? —Aquello hizo sonreír a Garrett.
—Solo estaba jugando con usted, Sheriff. —Charlie apartó uno de los compartimientos de la caja de pesca, extrayendo de esta un revólver.
—Pues juguemos. —Garrett soltó una risita nerviosa, al darse cuenta de que había cabreado al policía.
—Cálmese, sheriff… no es para tanto. —Justo en aquel momento el nylon de la caña que Charlie tenía entre sus piernas comenzó a tensarse, advirtiéndole al pescador que una posible presa había caído en su señuelo—. Tenemos uno, sheriff… no lo deje escapar. —El jefe Swan le entregó el revólver a Garrett, enrollando el nylon en el carrete de pesca, mientras el vampiro observaba actuar al policía, sintiéndose feliz junto al hombre que lo había cautivado al punto de encontrar entretenida aquella simple actividad.
Pasaron la mañana y parte de la tarde entre charlas triviales y pesca, donde Charlie terminó llorando al recordar los momentos gratos que había compartido junto a Billy en aquel lugar, despidiéndose de aquel recuerdo con la ayuda de Garrett, el cual terminó por desnudar sus sentimientos delante del sheriff, notificándole en el interior de la camioneta, rumbo a la casa Swan.
—Míster Swan… he luchado en vano, pero ya no puedo soportarlo más, mis sentimientos no pueden contenerse… —Estacionó la camioneta frente a la casa de Charlie, argumentando a continuación— …Estas últimas semanas han sido una completa tortura y he venido a Forks con el único propósito de manifestarle cuanto le admiro… —Charlie apretó los labios al reconocer la nueva cita literaria que Garrett estaba usando para conquistarle— …Luché en contra de mi propio juicio, de mi familia y sobre todo de su inferior condición social, pero quiero dejar todo eso a un lado y pedirle que acabe con mi agonía. —Charlie apretó los labios para no reír ante sus pavadas, abriendo la puerta de la camioneta, saliendo apaciblemente del auto, incitando al vampiro a hacer lo mismo, siguiéndole el juego
—No entiendo de que habla, Míster Hampshire.
—Le amo. —Ambos se vieron desde el lado opuesto de la camioneta—. Con el mayor fervor… —Charlie caminó hacia la puerta de su casa, mientras Garrett comenzó a sacar rápidamente los utensilios de pesca, acercándose de igual modo a la puerta— …por favor… hágame el honor de aceptar mi mano.
—Le agradezco la lucha por la que ha pasado, teniente… y lamento mucho el haberle causado tanto dolor, créame… no fue a conciencia. —Garrett estaba fascinado de ver como Charlie se sabía a la perfección cada párrafo de “Orgullo y Prejuicio” conquistando cada vez más su corazón.
—¿Esa será toda su respuesta?
—Sí, señor. —Concluyó Charlie, abriendo la puerta con una leve sonrisa en sus labios, guardándose nuevamente las llaves.
—¿Se está usted riendo de mí? —pregunto Garrett siguiendo cada párrafo de la obra de Jane Austen.
—No. —Contestó Charlie introduciendo todas las cosas en la casa.
—¿Me rechaza?
—Intento averiguar porque con tan evidente designio de ofenderme y de insultarme me dice usted que le gusto contra su voluntad, contra su juicio y aún contra su modo de ser… ¡esta es la estima en la que usted me tiene!... pues le doy gracias por haberme manifestado todo eso con semejante amplitud, pero si me amase como dice habría pasado por alto su orgullo y su honrada confesión sobre sus escrúpulos. —Garrett quedó pasmado al ver como se sabía palabra por palabra la obra literaria y sobre todo la forma en la que lo citaba como un verdadero actor shakesperiano, aunque la historia no era del artista en cuestión—. Ahora si me disculpa, iré a limpiar los pescados mientras usted va por la guarnición y las cervezas que prometió traer. —Charlie tomó el cubo con los cinco pescados que habían atrapado, llevándoselos a la cocina, consiguiendo que Garrett  le siguiera.
—¿Esa es toda la contestación que me he de tener el honor de esperar?... quizás pudiera desear que se me informase porque con tan escasa prueba de cortesía he sido rechazado de ese modo. —A lo que Charlie respondió.
—Porque tengo hambre, teniente… así que vaya a llevar al mayor al aeropuerto y regrese con la guarnición y las cervezas prometidas o la shotgun va a recitar monedas en su no tan frágil integridad física. —Garrett soltó una risotada, prometiéndole al policía que regresaría en un abrir y cerrar de ojos, retirándose a gran velocidad rumbo a la casa Cullen, mientras que Charlie recordaba una nueva cita literaria que le gustaba mucho de Hamlet, haciéndola verbal mientras destripaba los peces sobre el fregadero—. Lo que yo llevo dentro no se expresa… lo demás es ropaje de la pena que se lleva dentro.
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Jasper se había despedido tanto de Esme como de Edward, en la acogedora habitación del frustrado vampiro, el cual recibió de parte de su odioso y al mismo tiempo incomprendido hermano, un consejo ante lo que estaba sintiendo.
—No le des largas al dolor, Edward… al final todo pasa y hasta ahora nadie se ha muerto por amor. —El chico no dijo nada, bajando levemente la cara—. Mírame a mí… tanto batallar para que al final otro se quede con la chica que me gustaba. —Esme se acercó a su hijo más arisco y rebelde, abrazándole cariñosamente.
—Todo pasará querido… ya lo verás. —Por primera vez Jasper sintió deseos de abrazar a la dulce mujer que lo había acogido en su familia, correspondiendo sus muestras de cariño—. Todos tenemos a ese alguien especial que nos hará feliz a su debido momento. —Aquello consiguió que Edward se hiciera un mohín sobre la cama, comenzando a llorar—. ¡Oh vamos Eddy!... —Jasper infundió por última vez el don que poseía sobre su hermano, despidiéndose nuevamente de ambos, pretendiendo bajar las escaleras, encontrándose a Bella.
—Adiós Jasper. —Ambos estrecharon sus manos, bajando las escaleras al mismo tiempo, encontrándose a Seth y a Emmett en el sofá de la sala, siendo el corpulento vampiro quien mantuviera al pequeño lobito recostado a su lado durmiendo, mientras él jugaba una partida de Zombie Hunter en su android.
—Me voy Emmett. —El atolondrado vampiro dejó su teléfono celular a un lado, incorporándose del sofá lo más sutilmente que pudo para no despertar al muchacho.
—Bueno flaco… espero que te vaya bien. —Le abrazó, alzándole los pies del suelo—. Folla mucho en Londres a ver si se te pasa ese enfoque con Rosalie. —Aquello hizo sonreír tanto a Bella como a Jasper, el cual al fin se había librado del abrazo de oso de su fornido hermano.
—Eso espero. —Justo en aquel momento Carlisle entró al salón por la puerta de la cocina, despertando a Seth, el cual comenzó a bostezar, desperezándose sobre el sofá.
—Tenía un ferviente anhelo de que pudieses cambiar de opinión pero veo que no será así, hijo. —Alice bajó raudo las escaleras, abrazando a su ex esposo, deseándole un feliz viaje, entregándole un obsequio.
—No tenías que hacerlo, Alice… —La vampiresa sonrió con picardía—. Pero gracias. —Seth tomó compostura sobre el sofá, comenzando a teclear un mensaje de texto dirigido a su hermana, justo cuando Garrett arribó a la casa Cullen tocando estruendosamente la corneta—. Ya debo irme. —Las maletas aguardaban en el umbral de la puerta, siendo recogidas por el policía, quien las introdujo en la camioneta, mientras padre e hijo se despedían.
—Se te va a extrañar, Jasper… hijo mío. —El vampiro tragó grueso, sin deseo alguno de percibir los sentimientos de cada uno de los presentes, pero era inevitable para él no hacerlo, sintiendo como poco a poco se le fue formando un nudo en la garganta.
—Y yo a ustedes, pero necesito hacer este viaje. —Su padre asintió.
—Estaremos esperando tu regreso con ansias. —Garrett volvió a tocar la corneta de la camioneta, incitando a Jasper a salir de la casa, aferrando la última maleta que quedaba en la puerta, ya que su amigo el policía, había subido todas las demás al lujoso auto.
—¿Se puede saber qué demonios es todo ese ruido? —preguntó Rosalie saliendo de uno de los costados de la casa, deteniéndose al ver qué se trataba de la despedida de su hermano y ex amante, cruzándose de brazos—. ¡Oh… eres tú!... —Jasper suspiró intentando no decir nada que pudiese comenzar una disputa entre ellos, entregándole la maleta al teniente, el cual la colocó junto a las demás, mientras Carlisle incitó a la chica a despedirse como era debido de su hermano—. Adiós, Jasper.
—Adiós Rosalie.
—Espero que seas feliz. —Jasper tomó asiento del lado del copiloto, riendo con sorna ante sus falsos deseos.
—Si claro… igual para ti. —Le pidió amablemente a su amigo que arrancara el auto, sin deseo alguno de ver a ninguno de los apostados en la puerta de la casa y mucho menos a Rosalie a la que aun amaba, pero también odiaba a partes iguales.
—Todas son iguales… después que despellejan y te arrancan el corazón se hacen las superadas. —Alegó Garrett en un tono de voz afeminado, haciendo reír a Jasper por más que al vampiro no le agradasen aquellas mariconerías.
—Qué le vamos a hacer, Garrett. —Fue lo único que dijo el dolido vampiro, contemplando el bosque que tanto le gustaba visitar de noche, escuchando a lo lejos un aullido de lobo, lo cual incomodó un poco, mirando a todos lados.
—Usted no se despidió de Pocahontas… ¿cierto? — Jasper negó con la cabeza—. Pues creo que ya se enteró de su partida. —Señaló el espejo retrovisor del lado de Jasper, el cual observó como la loba blanca corrió detrás de la camioneta.
—No te detengas. —Exigió el vampiro sin deseo alguno de tener una disputa con la furiosa loba, la cual comenzó a embestir el auto por uno de los costados.
—¿Mayor? —Llamó Garrett la atención de su amigo.
—No te detengas, por favor… acelera —Garrett pisó el pedal del acelerador, pero una nueva embestida por parte de la descomunal loba logró que el teniente perdiera todo el control sobre la camioneta, derrapando por el boscoso suelo, teniendo que frenar antes de que el costoso vehículo impactara en contra de algún árbol—. ¡Leah, por favor!... sé razonable. —Exigió el consternado vampiro, el cual no supo cómo actuar ante las circunstancias que se le presentaron de improvisto, observando como la chica salió de fase, abriendo rápidamente la puerta del auto, tomando a Jasper por el cuello de la chaqueta.
—¿Cuándo pensabas decírmelo, infeliz? —Lo arrojó al suelo, transformándose nuevamente en loba, posando sus patas delanteras sobre él.
—No pensaba hacerlo. —Leah le rugió con todas sus fuerzas, escupiendo el pétreo y agraciado rostro del vampiro, el cual cerró los ojos y apretó sus labios, esperando a que la loba se calmara—. No tengo porque notificarte mis decisiones, Leah… tú y yo no somos nada. —La iracunda loba apretó el hombro de Jasper con sus fauces, zarandeando al muchacho como si fuese un trapo viejo.
—¿Necesita ayuda, Mayor? —preguntó Garrett sin el más mínimo deseo de entrometerse, ya que desde su postura, la fiera se veía bastante amenazadora.
—Tranquilo, Teniente… yo me encargo. —Jasper rodeó el cuello de Leah con ambas piernas, apretándola con la suficiente fuerza como para cortarle el suministro de oxígeno que llegaba hasta su cerebro y así poder conseguir que la irascible loba le soltara—. ¡Basta Leah!... —La loba al fin le soltó y Jasper dejó de aprisionarle el cuello, cayendo al suelo, apartándose rápidamente de ella—. No quiero lastimarte, así que mejor vete y déjame ir. —La chica salió de fase, comenzando a toser ante la fuerte aprensión sobre su cuello, sobándose la nuca.
—Maldito… eso es lo que eres… un completo maldito. —Leah aun recordaba los besos que se habían dado en aquel hotel, las caricias y los orgasmos que compartieron juntos, ya que al momento de la culminación, Jasper pudo percibir el de Leah y a su vez, transmitirle el suyo a la chica, lo que ocasionó una reacción en cadena entre ambos cuerpos, convulsionando ante el placer que los había embargado, sin poder controlar el estasis que los consumió por largo rato en el lecho.
—Lamento si creíste que entre nosotros habría algo más, pero no será así. —Leah se incorporó del suelo, donde aún permanecía en cuatro patas, intentando controlar tanto la asfixia como la rabia que le embargaba.
—¿No fue nada para ti lo de ayer?... —El vampiro negó con la cabeza, apartándose de ella—. Vi cómo me mirabas, Jasper… sé que sientes algo por mí. —El aludido bufó por la nariz, sin dejar de negar con la cabeza y apartarse progresivamente de ella.
—Mi don suele jugarme muy malas pasadas, Leah… y no es raro que terminemos confundiendo el placer con amor, pero la verdad es que yo sigo amando a Rosalie y es por eso que me voy. —Leah comenzó a golpear al vampiro en la cara y luego en el pecho, zarandeándole e intentando agredirle lo más que pudo, completamente fuera de control.
—Maldito mal nacido… ¿Cómo se te ocurre decirme eso después de lo de ayer? —Lo insultó hasta que sus cuerdas bucales ardieron y sus manos comenzaron a sangrar, ya que por más fuerte que fuera, el golpear con sus manos humanas a un vampiro, era algo que terminaría causándole un daño físico bastante significativo.
—¡Basta Leah!... te estás haciendo daño. —Exclamó el ex soldado, mientras Garrett salió rápidamente del auto, aferrándola por las muñecas.
—Tranquila Pocahontas… no vas a conseguir nada con todo esto salvo lastimarte. —La chica sacudió las manos de Garrett, empujándole con fuerzas mientras comenzaba a llorar.
—Aléjate de mí mal amigo. —Garrett supo que era su dolor el que hablaba y no ella, prefiriendo no decir nada—. Y tú… infeliz bueno para nada. —Señaló a Jasper caminando nuevamente hacia él, sin importarle en lo más mínimo su desnudez—. Kwop Kilawtley —Jasper le miró un poco extrañado ante las desconocidas palabras en Quileute, preguntándole que significaba aquello—. Te he arrojado una maldición, bastardo… así que cada vez que pretendas fornicar con una mujerzuela a donde sea que te vayas, el pene no se te parará. —El vampiro abrió desmesuradamente los ojos, mientras Garrett soltó una risotada, notificándole al Mayor que estaba frito.
—No creo en tus maldiciones paganas, Leah. —Pretendió encaminarse de vuelta al auto, recibiendo de parte de la ofuscada nativa un mordisco en el brazo, después de transformarse nuevamente en loba—. ¡Aagr!... maldición… ¿Te volviste loca? —Le soltó y comenzó a correr de vuelta a la reservación, con una pena acuestas, una rabia que le estaba consumiendo el alma y el dolor de saber que se había enamorado sola de alguien que al parecer no compartía los mismos sentimientos que ella.
—¿Nos vamos?... Se me está haciendo tarde. —Jasper asintió a la pregunta de Garrett, entrando nuevamente en el lujoso auto, después de sacudirse las fachas, a la espera de que el teniente tomara nuevamente asiento y encendiera el auto, observando sobre la guantera el pequeño obsequio que había recibido de parte Alice, abriéndole para ver de qué se trataba, encontrando en el interior de la pequeña caja un guardapelo que él le había obsequiado a su ex esposa el día en que se casaron, notificándole a la vampiresa que pertenecía a su difunta madre biológica.
“¿Por qué me lo has devuelto, Alice?” —Pensó, mientras Garrett echó a andar el auto, conduciendo a gran velocidad sin dejar de ver su reloj de pulso.
Abrió el guardapelo o camafeo antiguo, encontrando en su interior la foto de Leah de un lado y del otro una frase que rezaba de la siguiente manera: “Solemos correr detrás de la persona equivocada, pero cuando la adecuada nos sigue, huimos sin tan siquiera detenernos a pensar en las terribles consecuencias de no hacer lo humanamente correcto” —Pensó en las palabras que solía decirle su padre sobre tener dignidad y dejar de correr detrás de Rosalie como perro faldero, recordando como Leah corrió tras él sin importarle absueltamente nada ni nadie.
—¿Esta bien, Mayor? —Jasper no se percató de su inanimada postura mirando la foto de la chica, hasta que Garrett llamó su atención, cerrando el camafeo para guardarlo nuevamente en la pequeña caja, asintiendo a la pregunta de su amigo.
—Todo bien. —Y aunque intentó fingir que así era, un enorme nudo en su garganta le hizo sentir que estaba cometiendo el peor de sus errores al marcharse, pero si algo poseía el vampiro era convicción ante una decisión tomada.
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Una cálida y amena cena familiar pretendía darle la bienvenida al magnate, al que habían decidido llevar a la casa Grey, ya que su estado mental mantuvo preocupado a sus padres adoptivos, los cuales decidieron llevárselo con ellos aun en contra de su voluntad.
—Vas a ver como muy pronto te sentirás mejor y regresarás a tu habitual rutina en Grey Enterprise holding inc. mi tesoro. —Christian no dijo absolutamente nada, cortando con desgano el filete miñón que descansaba sobre una salsa de champiñones, intentando regalarle a su madre una sonrisa, pero lo único que logró fue una mueca falsa y vacía, lo cual demostró lo afligido y apesadumbrado que se encontraba.
—Tu madre tiene razón, Christian… en unos días podrás regresar al pent-house y seguirás tu vida como si nada. —El magnate arrojó los cubiertos de mala gana sobre el plato, tomando la servilleta de tela que reposaba a su izquierda, limpiándose los labios.
—¿Por qué logro recordar, todo?... ¿Por qué no olvidé lo del intento de suicidio de mi padre?... Sé que Elena se fue con un Italiano pero por alguna extraña razón no sé quién es… —Justo en aquel momento una de las mucamas se disculpó con todos los presentes, notificándoles que los Kavanagh había arribado a la casa.
—Hazlos pasar, por favor. —Exigió Elliot, disculpándose con su familia, corriendo hasta la sala, mientras Mía sonreía encantada.
—No te atormentes con esas cosas, Christian… tarde o temprano te volverá la memoria… a lo mejor lo que te pasó tiene que ver con cosas o con personas que tu subconsciente se rehúsa a recordar para que no sufras más. —El magnate simplemente observó su comida, sin deseo alguno de probar bocado, escuchando el saludo de Ethan en la puerta del comedor junto a su futura cuñada y su hermano Elliot.
—Buenas noches… lamento mucho el haber llegado tarde a la cena, se me presentaron contratiempos y se me hizo imposible llegar antes. —Mía fue la primera en saltar de su asiento, notificándole al apuesto hombre que no se preocupara, pidiéndole que se sentara junto a ella, ya que desde que los habían presentado en el hospital, la atolondrada chica había quedado fascinada con el apuesto muchacho.
—Mía, cariño… compórtate… ¿Qué va a decir nuestro invitado? —A lo que Ethan alegó, después de saludar a la chica con un beso en la mejilla, tomando asiento a su lado.
—Déjela, señora Grace… Mía es una mujer que sabe lo que quiere en la vida y va por ello, eso es de admirar. —La estrafalaria muchacha aplaudió las palabras del apuesto caballero, al cual le sirvieron un plato como el de todos, después de haberle colocado uno igual a su hermana—. ¡Hola Christian!... —Aquel inesperado saludo por parte del hermano de su futura cuñada, consiguió que el magnate levantara la cara, observándole un poco extrañado—. Sé que nos conocimos en la peor de las circunstancias y la verdad es que tu estado de salud nos ha tenido a mi hermana y a mí bastante preocupados. —Christian no supo que decir al respecto, ya que aunque el caballero en cuestión se mostró bastante amable en su momento, no le pareció que debía de preocuparse como según alegaba estarlo haciendo.
—No tienes por qué estarlo, Ethan… apenas te conozco. —Las duras y groseras palabras por parte del multimillonario asombraron a todos, recibiendo de parte de su madre y de Mía unos cuantos reproches—. La verdad es que lamento mucho si estoy siendo grosero. —Se incorporó de su puesto, mirando a todos los presentes—. Estoy cansado y quiero ir a dormir un rato, así que si me disculpan. —Se retiró a paso rápido hasta la habitación que le había pertenecido de adolecente, sin intención alguna de detenerse, a pesar de los reproches y las exigencias de su madre, la cual se disculpó con Ethan.
—¡Oh no!... no se preocupe, señora Grace… es comprensible su estado de irritabilidad. —Internamente el licántropo maldijo al odioso y prepotente hombre de negocios, deseando comenzar lo más pronto posible con el plan que Klaus estaba tramando en contra del magnate, deseando desestabilizarlo emocionalmente más de lo que estaba.
Mientras la cena se fue suscitando con total normalidad, Christian tomó el teléfono de su recama intentando llamar al pent-house, ya que al parecer su madre había restringido las llamadas a los celulares y el del magnate había desaparecido misteriosamente, siendo Grace la que lo tuviera en resguardo, con la única intención de mantener a su hijo aislado de todo lo que le podría hacer daño.
—Casa del señor Grey, buenas noches… ¿En qué puedo ayudarle? —La voz de la señora Jones del otro lado de la línea le dio un poco de aliento a Christian, saludando a su ama de llaves—. Señor Christian, que gusto escucharle.
—El gusto es todo mío, Gail… créeme. —Miró hacia la puerta de su cuarto, agudizando su oído por si venia su madre, ya que aunque fuese todo lo adulto que era, lo habían declarado mentalmente inestable, otorgándole a Grace todo el poder sobre sus actos, obligando al magnate a estar en casa de sus padres—. ¿Sabes en donde esta Taylor?... he perdido mi celular y no ha venido a verme desde que salí del hospital. —A lo que la señora Jones respondió un poco temerosa.
—No le vaya a decir que yo le dije esto a la señora Grace, por favor… pero ella tiene su teléfono celular. —Aquello molestó enormemente a Christian—. Y Jason no ha ido a verle porque su madre se lo tiene prohibido. —Aquello era la gota que derramó el vaso de su corta paciencia, exigiéndole a Gail en voz baja, tratando de controlar su rabia.
—Dile a Taylor que contacte a Elena… necesito que la localice lo antes posible. —La ama de llaves le afirmó que así lo haría—. Y en lo que pueda que venga a verme… él más que nadie sabe cómo burlar la seguridad en esta casa. —Gail le confirmó que en efecto él sabía, pero que no quería ir en contra de las órdenes de la señora Grace—. Jason solo me debe lealtad a mí, Gail… a más nadie, así que en lo que puedas notifícale todo lo que te he dicho… pero ahora debo irme. —Concluyó al escuchar que alguien se acercaba a la habitación—. Cuento contigo, Gail. —Culminó la llamada, justo cuando tocaron a la puerta de su cuarto, recostándose sobre la cama después de quitarse los zapatos—. Pase.
—Cariño… me preocupa mucho que no comas. —Christian puso los ojos en blanco ante los asfixiantes cuidados de su madre.
—Estoy bien Grace… solo quiero descansar. —Fue lo único que dijo a pesar de querer recriminarle todo lo que le estaba haciendo, pretendiendo encerrarle en aquella casa como intentó hacerlo en su adolescencia, protegiéndole de lo que resultó inevitable, que el magnate se hiciera hombre de la forma más lasciva e indecorosa posible a manos de la mejor amiga de su madre.
—Está bien querido, te dejo a solas. —Acarició su oscuro cabello, retirándose a paso lento de la recamara, encontrándose a Ethan saliendo del despacho de Carrick.
—Dios mío… estoy perdido. —Rió el muchacho con nerviosísimo—. Esta casa es enorme. —Miró a todos lados. —Mía me dijo donde quedaba el baño pero creo que me perdí. —Grace sonrió, señalándole el cuarto de baños—. Gracias… con permiso. —Se introdujo rápidamente en la recamara del sanitario, llamando por teléfono a Klaus, ya que había estado escuchando desde el teléfono del despacho, la conversación que Christian había tenido con la señora Jones.
—Espero que tengas algo muy importante que decirme, Ethan… estoy justo ahora cenándome dos mujerzuelas como los dioses del hades mandan, y odio que me interrumpan cuando estoy en mis momentos de deleite.
—Christian llamó a la ama de llaves y le pidió que le dijera a Taylor que contactara a Elena. —Se hizo un leve silencio en la línea, escuchando el suspirar del molesto hibrido, acotando a continuación.
—Aro tiene sus órdenes, Ethan y tú las tuyas… apégate al plan.
—Pero y ¿si el perro faldero de Christian logra contactarse con Elena de otro modo y nos jode todos nuestros planes? —A lo que Klaus respondió en un tono de voz calmo, y hasta se podría decir que un tanto aburrido.
—Rodaran cabezas, Ethan… Aro no es tan estúpido, y si sabe lo que le conviene mantendrá a su golfa lejos de Christian. —Ethan se disculpó con su amo y señor, alegando que tenía razón—. Tú concéntrate en ganarte su confianza, que yo me encargaré del lamebotas y la sirvienta del magnate.
—Entendido, Niklaus. —El hibrido culminó la llamada, permitiéndole al licántropo regresar a la mesa y seguir como si nada hubiese pasado la cena a la que había sido invitado, ganándose no solo la estima de toda la familia Grey, sino también toda su confianza.
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Emmett y Seth reían a carcajadas, observando vídeos en YouTube sobre caídas, metidas de pata y todo tipo de ridiculeces que se les pudiesen pasar por la cabeza para sobrellevar el rato, recibiendo de parte de Esme la exigencia de no hacer ruido, ya que tanto ella como Carlisle habían logrado que Edward se durmiera nuevamente a pesar de su reticencia.
—Aprovechemos que Eddy se durmió para dar un paseo por la ciudad, enano. —Seth asintió, encaminándose junto al corpulento vampiro, el cual le preguntó a continuación—. ¿Te gusta la adrenalina? —Seth asintió sonriendo y saltando a su alrededor—. Pues agárrate fuerte mono araña. —Le alzó en vilo, colocándolo sobre su espalda, comenzando a correr a velocidad sobrehumana, consiguiendo que el pequeño muchacho se aferrar con fuerza al musculoso cuerpo del vampiro, gritando ante la emoción, la velocidad y la adrenalina.
Al llegar a la zona rural de Forks, Emmett detuvo su carrera, bajando al pequeño razas de su espalda, el cual parecía haber sido inyectado con una buena dosis de esteroides, saltando y gritando como loco.
—¡Wow!... si, si, si… esto es velocidad, señores. —Comenzó a golpear el aire, saltando y demostrándole al vampiro la emoción que aquello lo había hecho sentir—. Otra vez. —Emmett le empujó con una amplia sonrisa en sus labios, exigiéndole que se calmara—. ¡Oh vamos!... fue divertido.
—Lo sé, pero no podemos hacer eso en la ciudad, pescuezo de pollo. —Seth soltó una risotada, preguntándole de donde sacaba tantas cosas graciosas—. No sé enano… solo soy así, esas pavadas vienen a mi mente y mi boca no puede evitar decirlas.
—Deberías ser comediante. —Ambos comenzaron a caminar, mientras que el joven Quileute extrajo del bolsillo de su pantalón el teléfono celular que el vampiro le había obsequiado, abriendo el instagram—. Mira… yo sigo a muchos, pero nadie es tan gracioso como tú. —Emmett negó con la cabeza.
—Yo a duras penas tengo Whatsapp, viejo… a mí eso de las redes sociales me enreda una bola y parte de la otra. —Seth comenzó a explicarle que no era nada del otro mundo y que si él quería le podía ayudar a abrir una cuenta en Instagram—. Mmm… déjame pensarlo. —Fue lo único que dijo el fornido vampiro, señalando un puesto de nachos—. ¿Quieres comer?... —El chico le notificó que si quería comer, pero que no le apetecía aquello, prefiriendo unos buenos Hot Dog, en la calle que seguía, llevando al vampiro a su lugar favorito de comida chatarra.
—Aquí. —Seth corrió hacia el puesto callejero de Hot Dog, pidiendo un par con todo.
—¿No quieres también una hamburguesa?... con lo que comes no creo que se te llene la fosa sin fondo que tienes por estómago con dos de esos. —El muchacho rió, comenzando a echarle de todas las salsas que tenía el puesto de comida rápida.
—Dejaré espacio para el postre. —Señaló el puesto de la calle de enfrente, donde se podía apreciar la venta de todo tipo de helados.
—Bien. —Emmett extrajo efectivo de su cartera, pagando lo que el chico ya se estaba devorando entre grandes mordiscos y sustancioso tragos de gaseosa—. Respira coño… si te ahogas tendré que darte un manotazo y de seguro termines escupiendo los pulmones. —Por más que ambos intentaran tratarse como simples amigos, se podía notar en sus miradas como se apreciaban, Seth riendo a cada tontería que el vampiro alegaba, mientras que Emmett disfrutaba de complacer a su cachorro en todo lo que él quisiera, aunque se le fuese la inmensa fortuna en ello.
—Listo… ahora al helado. —Corrió hacia la acera de enfrente, mientras que el grandote pasó con parsimonia la calle, escuchando al chico pedir un enorme tazón de helado con brownie, galletas y un sin fin de golosinas que hizo sentir asqueado al vampiro—. También quiero una lluvia de M&M y un par de…
—¿Seth?... —Llamó alguien posado a su diestra, llamando no solo la atención del muchacho, sino también el de Emmett—. ¡Vaya!... si eres tú… ¿Cómo estás? —El grandote se percató de que se trataba de Mickey Newton, el cual esperaba a que le entregaran su compra, mirando de arriba hacia abajo al chiquillo.
—Aamm… bien, profesor Newton. —Emmett le miró incrédulo al escuchar el titulo con el que el chico se refería al baboso que había estudiado con él en la secundaria Forks—. ¿Y usted? —preguntó más por cortesía que por sincero deseo de saber.
—No tan bien como tú, claro. —Seth intentó ignorar aquello, notificándole al tendedero que eso era todo lo que quería, haciéndose el desentendido, mientras que Emmett intentó asimilar lo que sus ojos veían y sus oídos escuchaba, ya que no solo el tono de voz que había usado con el muchacho sonó lascivo, la forma en la que lo miraba era tan impropia que saltaba a la vista de un ciego.
—¿Profesor? —preguntó Emmett llamando la atención de Newton.
—¡Oh vaya!... Cullen… no te había visto. —Sonrió un poco nervioso, la cucaracha rubia como Emmett solía referirse a Mickey en su época de colegio, mientras que el vampiro le observaba como si estuviese observando a una plasta de mierda maloliente y llena de moscas sobre el pavimento—. ¿Cómo estás?
—Mejor que tú. —Seth tomó su tazón de helado, mirando la cara de Newton al escuchar aquello, la cual era todo un poema—. ¿Eres profesor en la secundaria? —Mickey negó con la cabeza, siendo Seth quien respondiera.
—Fue por un tiempo nuestro profesor de deporte. —Emmett asintió sin dejar de verlo como una cosa asquerosa y desagradable, mientras que el chico comenzó a degustar su helado, apartándose de él—. Puedes pagar, Emm… ya quiero irme. —El grandote no tenía que ser un matemático o erudito para darse cuenta de que algo escabroso había pasado entre el chico y Newton, entregándole su tarjeta a la cajera, sin dejar de observar las miradas lascivas que le daba al apuesto Quileute, el cual simplemente intentó ignorarle.
—Tenga señor. —Le exigió la cajera a Emmett, devolviéndole la tarjeta y entregándole un recibo de caja.
—¿Y eso?... —preguntó Mickey, acercándose a Seth—. No sabía que eras amigo de los Cullen.
—Soy su tutor. —No solo Newton volteó a ver asombrado al vampiro, Seth se atragantó con un poco de helados y galletas, al escuchar semejante acotación.
—¡Vaya!... —Miró a uno y luego al otro, escuchando como uno de los empleados del local, le llamaba para entregarle el par de barquillas que había ordenado—. Tú familia debe tener mucho dinero, Seth… Los Cullen son personas adineradas y no creo que te estén dando clases de gratis. —Algo en el interior de Emmett comenzó a hervir, irritando al vampiro, el cual no le quitó los ojos de encima, mientras el degenerado agradecía la atención y el servicio prestado—. Bueno… el local de mi madre está al frente. —Señaló con la boca la tienda de artículos deportivos que se encontraba frente a ellos y muy cerca del puesto de Hot Dog—. Puedes pasar a verme cuando quieras, Seth. —El chico no dijo nada, rogando porque se marchara de una buena vez, pero el odioso y arrogante hombre susurró en uno de los oídos de Seth, antes de marcharse—. ¿También se lo mamas a él?... así se hace putico… escalando en la vida a punta de mamadas. —A Emmett se le nubló el buen juicio, su carisma y buen trato para con los demás se había ido a la mierda, siguiendo al malnacido, el cual se dispuso a cruzar la calle después de haberle dicho tal cosa al avergonzado muchacho.
—¿Emmett? —Llamó temeroso el muchacho, mirando a todos lados—. ¿Emm?... recuerda en donde estamos. —Pero el vampiro simplemente se posó frente a Newton en medio de la  calle, obstruyéndole el paso.
—Imagino que perdiste tu puesto de profesor por acosador de menores. —Mickey miró a todos lados, sin poder entender a qué venía todo aquello, ya que lo dicho jamás pudo haber sido escuchado por el grandote, sin saber que su ex compañero de escuela era un vampiro con agudo sentido del oído—. Soy el tutor de Seth porque me parece un chico muy inteligente y la beca Cullen que suele dar mi familia a los estudiantes sobresalientes de la secundaria de Forks incluye un tutor y este año el joven Clearwater se la ha ganado. —Mientras Seth intentaba tragar la endemoniada porsión de helado que tenía en su boca a la espera de que Emmett desollara vivo a su ex profesor, Mickey observaba el par de barquillas que comenzaron a derretirse en sus manos, esperando a que su antiguo compañero de clases culminara—. Sí llego a enterarme de que has estado acosando sexualmente a jóvenes estudiantes del colegio de la ciudad voy a arrancarte tu asqueroso chorizo y te lo voy a enterrar en el culo, maldito depravado. —Le quitó ambos conos de helado y se los espachurró sobre la cabeza, irrigándole el cabello de la fría y pegajosa sustancia lactosa.
—Pero qué demonios… —Espetó Newton de mala gana, sacudiéndose el poco de helado sobre su cabeza, mientras que Seth mantuvo la boca abierta, al ver como su acosador en los primeros días de estudio en la segundaria Forks, estaba siendo ridiculizado por su amado y adorado grandote—. Maldito, seas. —Pretendió atestarle un puñetazo en el abdomen, lo que consiguió que casi todos los huesos de la mano se le fracturaran, cayendo al suelo ante el intenso dolor—. ¡Aaaagr!... ¡Mierda!... ayúdenme. —Gritó apretando su destrozada mano, mientras Emmett se inclinó para amenazarle una última vez antes de marcharse.
—¿Ves al chico que está allí? —Le aferró del mentón, obligándole a ver a Seth—De ahora en adelante no se mira, no se toca y ni siquiera tienes permiso a pensar en él, porque si lo haces juro que voy a arrancarte la cabeza y la usaré de balón de futbol. —Justo en aquel momento un auto se detuvo frente a ellos, al estar obstaculizando la calle, sonando con fuerza su claxon para que ambos se apartaran de su camino—. Y no conforme con eso, la destriparé como a una simple sandía. —Emmett se incorporó de su inclinada postura, mirando de malas al irritante hombre, el cual no paró de tocar la estruendosa corneta, recibiendo de parte del musculoso vampiro un puñetazo en el capó, hundiendo por completo la latonería, destrozándole el motor.
Todos los transeúntes le observaron completamente pasmados, mientras Seth no paró de engullir completamente nervioso aquel montón de helado, paseándose de un lado a otro sobre la acera, deteniendo su impulsivo andar al ver como Emmett se acercó a él, tomándole del mentón, exigiéndole con voz dulce y calma a pesar de lo irritado que se encontraba.
—Promete que no vas a dejar que nadie te vuelva a tocar impúdicamente si tú así no lo quieres. —Los ojitos de Seth se pasearon de un lado a otro sobre la fuerte mirada del vampiro, el cual lo mantuvo de puntillas, al ser mucho más alto que él.
—Lo juro, grandote. —Por alguna extraña razón Emmett deseó abrazarle y prometerle que de ahora en adelante no tendría que fornicar con nadie por dinero y mucho menos por miedo, en busca de infructíferos amores que lo único que hicieron en su vida fue cogerle y desecharlo como un condón usado, sin darle la importancia que el muchacho se merecía—. Te quiero men. —Se aventuró a decir el chico, temiendo cagarla nuevamente con el amor de su vida, pero Emmett suspiró para controlar la rabia que lo embargaba soltándole el mentón al muchacho.
—Ídem, enano. —Se acomodó la chamarra y después de darle una última y desdeñosa mirada a Newton, incitó al tembloroso y estupefacto chico a caminar, sin que el chico pudiese dejar de verle con ojos de ensueño ante su respuesta, la cual aunque no fue del todo un “yo también” o “un te amo”, fue mucho mejor que las ultimas que le había dado el fornido vampiro, logrando que un poco de esperanza anidara en su apesadumbrado y enamoradizo corazón.
 

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