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50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego) por ErickDraven666

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2 Originales en Seattle
Garrett siguió sin poder creer que sus suplicas habían sido escuchadas, junto a él se encontraba el vampiro más respetado, amado y reconocido de todos los tiempos. El gran Elijah Mikaelson en persona agradeció el trago que el barman le había servido, acomodándose mejor sobre el banquillo giratorio, observando el pasmado rostro de su ex amante.
—El rufián que solía robar mi ropa, el ex soldado que sirvió honoríficamente a los ejércitos de los Estados Unidos en Vietnam y el leal sirviente de Klaus, ¿después de rogar mi atención se queda callado y no dice absolutamente nada? —Garrett sonrió ante todas las acusaciones en su contra, refutando la última con una amplia sonrisa en sus labios.
—No soy el sirviente de Klaus, Elijah… juré ser leal a su reino, pero no para aplaudir sus juegos macabros en contra de personas que no le han hecho mal alguno. —Elijah alzó una de sus cejas, bebiendo de su vaso de Brandy.
—Mi estimado, Garrett… pactaste con el mismísimo demonio…. ¿Qué creías?... ¿Qué todo sería como en una verdadera corte real? —Negó con la cabeza—. Servirle a Klaus es ser parte del legado de Lucifer… eso hasta sus hermanos lo sabemos perfectamente bien. —El milenario vampiro pensó en su pobre hermanita—. Hasta ahora no he dado con el paradero de Rebekah y eso es algo que me tiene muy triste y preocupado. —Klaus no solo había puesto a dormir a su hermana, la había escondido a tal punto de que ni Elijah la había podido encontrar.
—Si quieres puedo ayudarte a encontrar a Rebekah, pero necesito que por favor controles a tu hermano. —El vampiro suspiró.
—Me pides algo difícil, por no decir… imposible. —Garrett golpeó la barra ante la frustración que lo embargaba—. Pero tranquilo… te ayudaré. —Bebió por completo el tragó que tenía en su vaso, pidiéndole al barman que le sirviera otro—. ¿Por qué no vamos a un motel, fornicamos como solíamos hacerlo y me cuentas todas tus penas, mi querido Garrett? —En otra ocasión el policía hubiese accedido encantado a una noche de pasión desmedida y sin ataduras con el apuesto y seductor inmortal, pero después de la maravillosa noche que había pasado con su adorado sheriff, el vampiro se negó rotundamente a ello.
—La verdad es que me halagas, Elijah. —Sonrió un poco apenado al tener que despreciar su oferta—. Pero lo que menos quiero es tener sexo justo ahora. —Le explicó con lujo de detalles lo que había hecho en la escena del crimen, en donde terminó asesinando a uno de sus subalternos y secuaces de Klaus, mientras el elegante inmortal escuchó atento cada acotación de su parte, analizando los pro y los contra de todo su mal preceder, preguntándole al policía.
—Te has enamorado… ¿Cierto?... —Si algo sabía perfectamente Elijah, era que aquel fuego interno proveniente de un corazón enamorado como el de Garrett, solo actuaba de aquel modo tan irracional cuando se encontraba perdidamente enamorado de alguien más—. Y no me mientas… “gatito” —Alegó, usando el apodo que Garrett le había puesto al único amor que él había tenido en su vida, mofándose de sus ridiculeces y cursilerías para con Freddie.
—Me atrapaste, Eli. —Si algo sabia Garrett era que a Elijah no se le podía mentir y si lo hacías y él se enteraba de la verdad, sería lo último que harías en tu vida, ya que no soportaba las mentiras y mucho menos el deshonor de haber dado su palabra de caballero y luego romper una promesa—. Pero por favor… no le digas nada a tú hermano. —Elijah posó una de las manos sobre su pecho, mirándole con rostro ofendido.
—¿Por quién me tomas, Garrett, querido mío? —El aludido sonrió, disculpándose con él—. Sé muy bien lo que piensa mi hermano sobre el amor, así que descuida… no diré nada. —Bebió de su trago, girando un poco más su banquillo, intentando quedar frente al policía—. Mírate. —Le observó de pie a cabeza. —Siempre tan… —Garrett abrió su chaqueta para que le observara mejor, esperando alguna acotación nefasta de su atuendo— …Tan burdo y mal combinado. —El policía soltó una risotada.
—Gracias por el piropo, Eli… se hace lo que se puede. —Bebió todo el vodka de su vaso, sirviéndose otro trago—. Soy un policía.
—¿Y no te pagan bien? —preguntó usando un tono de voz sarcástico.
—No es eso… yo no estoy aquí para ser un supermodelo… solo soy un policía, nada más… compro lo que me gusta y me visto con lo primero que consigo en el closet.
—Se nota. —Concluyó Elijah, haciendo reír al vampiro—. No vayas a guardar las sabanas y los forros de las almohadas en el closet, pequeño rufián… no quiero verte un día vestido como Julio Cesar. —El policía rio distendidamente, sintiéndose mucho mejor de lo que se había estado sintiendo desde la mañana, al tener que dejar a Charlie dormido en su casa sin tan siquiera despedirse, para luego regresar a Seattle y conseguir el pandemónium que Klaus había creado en su jurisdicción.
—Gracias, Elijah. —El aludido preguntó el porqué de su agradecimiento—. No solo por acudir a mi llamado, sino por hacerme reír de ese modo. —Elijah bebió todo el brandy de un solo trago, dejando el vaso sobre la barra, acercándose al sonriente vampiro.
—No pensaba venir… pero ¿sabes que me impulsó a hacerlo? —Garrett negó con la cabeza, observando como el seductor inmortal se le acercó un poco más—. El rememorar los viejos tiempos. —Lo aferró de la solapa de su chaqueta, susurrándole a escasos centímetros del rostro—. Lástima que estés enamorado. —Acarició la desalineada barba—. Muy enamorado, diría yo… ya que para despreciarme a mí, sin duda debes estar babeando por el susodicho. —Garrett le aferró ambas manos, besando una y luego la otra, manteniéndolas entre las suyas.
—Y me duele enormemente el saber que aun rememoras con anhelo nuestros encuentros furtivos, Elijah… pero en estos momentos lo que menos quiero es enredar mi cabeza con situaciones que podrían empeorarlo todo. —Sí algo sabia Garrett era que a Klaus no le gustaba que sus lacayos tuviesen relaciones amorosas con sus hermanos, y Elijah no era la excepción en eso.
—Tú tranquilo mi adorado rufián, que tu hado padrino Elijah ya está aquí y no va a dejar que Klaus se salga con la suya… —Sí algo hacia sonreír a Garrett era que el vampiro le llamara rufián, ya que eso significaba una sola cosa… que tan solo él había logrado robar su corazón, aunque siempre mantuvieron una relación superflua y basada en sexo, sin jurarse amor eterno y mucho menos intentar mantener una relación sería.
—Gracias. —Garrett pagó los tragos, observando como el barman les miró de mala gana, imaginando que  no le había agradado en lo absoluto aquel coqueteo entre dos hombres en su bar.
—¿Tienes donde quedarte? —preguntó Elijah—. Por lo que me contaste debo suponer que las autoridades deben de estar buscándote. —Garrett asintió, saliendo junto al milenario vampiro de aquel pequeño y cálido bar, percibiendo el frio de la noche en sus caras—. Podrías quedarte conmigo en el hotel donde pagué hospedaje. —El policía sonrió, negando con la cabeza, respondiendo a su invitación.
—No gracias… ya sé en donde quedarme. —Elijah se encogió de hombros.
—¡Como quieras!... —Comenzó a caminar, deteniéndose mientras chasqueaba los dedos, recordando algo que se le había olvidado—. ¡Por cierto!... —Garrett volteó a verle, ya que él había comenzado a caminar hacia el lado contrario de la acera— …mañana llega a la comandancia a eso de las diez de la mañana. —El consternado vampiro no supo de que demonios hablaba Elijah, ya que él sabía que no podría regresar a su trabajo y retomar su puesto de jefe de la policía.
—No puedo regresar, Elijah…
—Tú solo confía en mí… Garrett… ¿Cuándo te he defraudado? —preguntó acicalándose el cabello y acomodando la solapa de su costos saco importado.
—Nunca… —Le sonrió.
—Entonces no me lleves la contraria, mañana después de las diez… ¿vale?... —El policía asintió—. Elijah lo arreglará todo. —Le guiño un ojo—. Ahora si me disculpas. —Señaló a un caballero que pasó la calle, trastabillando ante la borrachera que lo embargaba—. Tomaré un entremés y luego me iré a cenar a unas cuantas mujerzuelas. —Garrett no dijo nada más, permitiéndole al ancestral vampiro alimentarse de quien él quisiera, ya que tal y como su hermano Klaus lo había hecho con Charlie, Elijah solía beber de los humanos sin asesinarle, lavándoles el cerebro para que no recordaran nada, prefiriendo las prostitutas para aquel festín, ya que solían ser mucho más deliciosas y complacientes.
“Un arcoíris después de un día lluvioso” —Pensó Garrett caminando a paso lento por la solitaria acera— “Eso eres para mí… Elijah, gracias por estar aquí” —Volteó pero ya no había rastros del vampiro, suspirando con una amplia sonrisa en su rostro, sintiendo que ahora todo se solucionaría, pero lo que Garrett no sabía era que a veces… ni el agua bendita podía ahuyentar a los demonios.
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Christian supo en carne viva lo que podría llegar a sentir un león enjaulado, paseándose de un lado a otro en su recamara, sin poder contener las ansias que sentía de salir de aquella casa y saber qué demonios estaba pasando con su empresa y sobre todo, el por qué Taylor no había ido a su encuentro a pesar de que Gail le había prometido que así lo haría.
—No puedo soportarlo más. —Christian pensó en retar a su madre y a toda su familia, saliendo rápidamente del cuarto, pretendiendo salir de la casa sin ser detectado, siendo uno de los nuevos guardias de seguridad, quien detuviera sus intentos por marcharse.
—Lo siento señor Grey, su madre nos ha exigido…
—Al diablo mi madre… apártate de mi camino o juro que… —Justo en aquel momento un auto aparcó frente a la casa, dejando ver el agraciado rostro de Ethan en su interior, regalándole una hipócrita sonrisa.
—¡Christian!... —El aludido no entendía porque aquel hombre le caía tan mal, siempre había tenido un sexto sentido para darse cuenta de quién era hipócrita y quien sincero con él, y por supuesto el magnate percibió la falsedad detrás de sus palabras—. ¿Pensabas ir a algún lugar? —habló en voz alta, intentando llamar la atención de los demás miembros de la familia, alertándoles de la posible huida del magnate.
—Eso no es asunto tuyo, Ethan. —Se propuso a huir, pero el guardia de seguridad se lo prohibió, exigiéndole que volviera al interior de la lujosa mansión—. Suéltame, infeliz… ¿Sabes con quien estás hablando? —preguntó Christian indignado.
—Yo solo sigo órdenes, señor Grey. —Ethan apartó las manos del guardaespaldas del cuerpo de Christian, exigiéndole que no le tocara.
—Tranquilo, Christian. —Posó uno de sus brazos sobre sus hombros, intentando encaminarle al interior de la casa—. Como bien ha dicho el fortachón, él solo hace su trabajo. —El molesto magnate le empujó, apartándose de él.
—No quiero ser grosero contigo, Ethan… pero la verdad es que no deseo tenerte cerca. —El molesto licántropo le observó desdeñosamente, maldiciéndole internamente—. Así que más vale que te apartes de la puerta y me dejes ir. —Pero justo en aquel momento Grace bajó las escaleras, en compañía de su esposo y su hija Mía.
—Cariño… ¿A dónde crees que vas? —preguntó la alterada mujer.
—A dirigir una empresa, madre… ya no puedo seguir encerrado en estas cuatro paredes, necesito ver el mundo, manejar mis finanzas, comprar y vender acciones, me siento al borde de un colapso nervioso y ya no puedo soportarlo más. —Carrick intentó abrazarle, pero Christian se resistió a ello, observando como su madre hizo caso omiso a todo lo que su hijo le había dicho, llamando por teléfono a Flynn.
—Vamos hermanito… ¿Por qué no te calmas? —Le exigió Mía.
—No quiero calmarme, quiero salir de aquí… necesito salir de aquí… —Mientras Grace le notificaba lo ocurrido al psicólogo, tanto el guardaespaldas como Carrick arrastraron al alterado hombre al interior de la casa, el cual comenzó a batallar y a resistirse a ello, empujando a su padre y golpeando al guardia de seguridad.
—Esta irreconocible, Flynn… está comportándose irracionalmente… acaba de golpear al guardaespaldas y está discutiendo con el hermano de Kathe. —Ethan pretendió detenerle, aferrándole por detrás, arrastrándolo hasta el sofá de la casa.
—Suéltame, maldito bastardo… —Christian comenzó a llorar de la rabia, siéndose impotente, ya que todos lo estaban tratando como un demente, sin permitirle tan siquiera regresar a su casa—. Mamá… ¡por favor!… —Rogó entre sollozos, mientras Ethan lo aprisionaba en contra del sofá y Mía siguió exigiéndole que se calmara.
—¡Ok, Flynn!... cinco mililitros… comprendo. —Le agradeció al psicólogo su total colaboración, culminando la llamada en busca de su maletín de doctora, sacando de este una jeringa y un pequeño frasco—. Lo siento cariño… pero no me dejas opción. —Si algo detestaba Christian eran los ansiolíticos, gritando y batallando lo más que pudo sobre el sofá, pero Ethan era mucho más fuerte que el magnate, manteniéndole aprisionado en contra del sofá.
—Cálmate, Christian… es por tú bien. —Ethan disfrutó todo lo que estaba sucediendo, viendo completamente destruido al prepotente magnate, y sobre todo el que fuese su propia familia la que lo estuviese tratando como a un enfermo mental.
—No Grace… ¡por favor!... no me inyectes. —Pero la mujer ya había terminado de preparar la jeringa con los cinco mililitros de fenobarbital, inyectando al iracundo hombre, el cual gritó a los cuatro vientos toda la rabia y la frustración que sentía, logrando que Mía comenzara a llorar en brazos de su padre.
—Ahora todo va a estar bien, Christian. —El somnoliento magnate deseaba escupirle la cara al tipejo que tenía cautivada a toda su familia, pero el ansiolítico comenzó a hacer efecto, entumeciendo sus sentidos—. Ayúdame a llevarlo arriba. —Le exigió Ethan al guardaespaldas, cargando al adormecido hombre, llevándole hasta su cuarto, mientras la familia Grey permaneció en la planta baja—. Bien echo… Logan. —Susurró Ethan por lo bajo, después de dejar a Christian sobre su cama, cerrando la puerta—. Tú sigue cuidando de que el loquito no salga de la casa. —El corpulento afroamericano asintió a las órdenes de su alfa.
—Como ordene… señor. —El guardaespaldas bajó raudo las escaleras, mientras Ethan realizó la respectiva llamada a su señor, notificándole lo que había pasado en la casa Grey.
—La hipnosis que ejecutaste sobre los Grey, está funcionando, Niklaus. —El hibrido del otro lado de la línea, alegó que no existía nadie que se pudiese resistir a su poder hipnótico—. Pues te recuerdo lo que paso con Taylor. —Klaus alegó que pronto solucionarían aquel pequeño inconveniente—. Pues eso espero. —Justo en aquel momento Mía subió las escaleras, logrando que el apuesto licántropo culminara la llamada—. Hablamos luego. —Colgó, otorgándole a Mía una seductora sonrisa.
—¿Qué haces aquí? —preguntó la chica mientras jugueteaba con los mechones de su rubio cabello, mirándole con coquetería.
—Estaba en el baño y al salir, entró una llamada importante y decidí tomarla acá arriba. —Mía asintió, bajando levemente la mirada, percatándose del hoyo en el costoso zapato masculino, preguntándole que le había pasado—. Aaamm… mi zapato tuvo un accidente. —Inventó una loca historia sobre lo ocurrido con su calzado importado, alegando a continuación—. Un pajarito me dijo que a ti te encanta ir de compras. —Mía comenzó a dar saltos de gusto, alegando que era su deporte favorito—. Pues vine a que me acompañaras a comprarme unos zapatos parecidos a estos, ya que aunque tengo muchos, estos eran mis favoritos. —Fingió estar triste, haciendo sonreír a la muchacha.
—Iré por mi bolso… ahora vuelvo. —Mía corrió a su recamara, mientras Ethan dejó escapar el aire en sus pulmones, intentando controla el desprecio que sentía hacia la atolondrada chica, creyéndola insulsa y sin un ápice de gracia en todo su cuerpo, resignándose a pasar un buen rato con la cuñada de su hermanita, con el único propósito de seguir ganándose el aprecio de la familia Grey y así poder llevar a cabo sus planes.
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Edward comenzó a hacer sus maletas a velocidad sobrehumana, mientras Esme le exigió a su esposo que lo detuviera, recibiendo una mala respuesta por parte de su irracional hijo consentido.
—No pueden obligarme a quedarme aquí, Esme. —Carlisle le exigió a su esposa que se controlara o cabrearía aún más al insensato muchacho—. Estudié mucho y escribí una extensa y muy prometedora tesis… —Tomó rápidamente su celular, mostrándole el correo que había recibido de la universidad de Seattle— …Y tanto el director como mis profesores quieren que me gradúe y eso es lo que haré.
—¿Crees que soy estúpida, Edward? —El chico no dijo nada, retomando la ardua labor de organizar su ropa en el interior de la maleta—. Solo quieres ir a Seattle con la única intención de ir a ver a Christian. —El molesto vampiro arrojó sus jeans sobre la maleta, volteando a ver a su madre.
—Y si es así… ¿Qué? —Carlisle se encontraba entre su hijo y su esposa, tratando de ser el mediador de dicha disputa—. No pueden retenerme en contra de mi voluntad. —Justo en aquel momento Bella se asomó para ver todo lo que estaba pasando, observando la discusión desde el hombro de Emmett, el cual se encontraba recostado del marco de la puerta, mirando la escena sin decir una sola palabra.
—¿Qué sucede? —Emmett le explicó a su hermana lo que estaba ocurriendo, mientras Carlisle argumentó a continuación.
—Quiero que paren ustedes dos. —Esme puso su mejor cara de sufrimiento, mientras que Edward les observaba a ambos de mala gana—. Nuestro hijo tiene razón Esme… no podemos retenerlo. —Volteó a ver a Edward—. Pero tu madre también tiene razón… no uses de excusa el que quieres retomar tus estudios, no pretendas vernos las caras de idiotas. —El vampiro retomó su tarea de organizar su ropa, notificándole a su padre.
—No es excusa, Carlisle… quiero hacer esto. —Concluyó, cerrando la maleta—. Sabes que jamás he dejado algo inconcluso en mi vida. —A lo que Esme espetó.
—Exceptuando tus relaciones amorosas. —Carlisle frotó su frente al saber que aquello cabrearía nuevamente a su hijo—. Jamás terminaste tu relación con Irinna… —Señaló a Bella— …Tampoco con Isabella y ahora con el aberrado del… —Edward le interrumpió.
—Para empezar jamás comencé una relación con Irinna… ella estaba enamorada sola. —Espetó de mala gana, tomando su maleta—. En cuanto a Bella, la culminé… ¿No es así? —Miró a su ex novia y nueva hermana.
—Sí así es. —Respondió ella.
—Pues intento culminar mis estudios como todos los que he hecho. —Salió de la alcoba con su maleta a cuestas—. Y espero que en el transcurso de mis actividades universitarias logre al fin despedirme de Christian para siempre. —Al decir aquella una fuerte opresión anidó en su interior.
—Tú solo quieres ir a Seattle para enfrentarte a Klaus. —Edward bajó las escaleras, seguido por todos los integrantes de la familia que se encontraban en la casa en aquel momento.
—Al contrario… quiero hacerle entender que no pienso tener nada más con él… a lo mejor eso lo desanime y desista de hacerle daño. —pretendió salir de la casa, pero Esme se interpuso en su camino.
—Recapacita Edward… deja que los lobos, que Garrett y tu hermana se encarguen de ese asunto. —Pero el vampiro estaba decidido a marcharse, arrebatándole su celular a Esme, siendo Bella quien hablara.
—Te acompañaré. —Edward negó con la cabeza. —No te estoy preguntando iré contigo quieras o no. —Corrió a velocidad sobrehumana a su recamara, regresando con una maleta.
—Me lleva el diablo, Bella… ¿Cómo coño hiciste una maleta tan rápido? —A lo que la chica respondió, mirando a su atolondrado y musculoso hermano, Emmett.
—Desde que soy uno de los integrantes de esta familia, he sabido que siempre se tiene que estar aprevenido. —Se acercó al Volvo de Edward, el cual ya se encontraba aparcado frente a la casa—. Siempre hay algo asechándonos, algún conflicto, una disputa y siempre intento mantener una maleta lista por si hay que huir. —Tanto Carlisle como Emmett asintieron, mientras Esme era la única en no estar de acuerdo con que ambos fuesen a Seattle. —Tranquilos… prometo cuidarle, así como ustedes cuidaran de mis retoños. —Edward se resignó a llevar consigo a su hermana, dejando la maleta en el asiento trasero, arrancando el auto a toda velocidad, dejando a Carlisle, a Emmett y a la afligida vampiresa, en el umbral de la casa con sentimientos encontrados y sobre todo, con un terrible temor a lo que pudiese llegar a pasar, siendo el líder del Clan Olympic quien alertara a Garrett de la decisión de Edward.
—¿En dónde esta Bella? —preguntó Alice, arribando a la casa desde uno de los costados de la casa, siendo Emmett quien le notificara la decisión de la vampiresa a acompañar a su hermano Edward—. Mi visión ha cambiado nuevamente. —Todos rodearon a la pitonisa, exigiéndole que hablara—. Ya no veo a Mía debajo del puente… ahora veo a Bella. —Tal y como había pasado en el enfrentamiento con Victoria, la premonición de Alice sobre Mía había dado paso a una nueva, donde era Elena la posible víctima de esa noche, pero esta ver era el turno de Bella, de cambiar los acontecimientos que se podrían suscitar en Seattle, ante la inesperada decisión de Edward, de regresar a Seattle.
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A la mañana siguiente
Taylor se encontraba sentado frente a la encimera de mármol del lujoso comedor que tenía el pent-house que Rosalie había reservado, y la cual había decidido salir un rato del edificio, intentando coincidir con el apuesto licántropo, prefiriendo ir de compras primero, dejando a Garrett, a los Quileutes y a Taylor en el costoso rascacielos, ya que el policía había decidido contactar con Sam y pedirle alojamiento, ante lo que había sucedido en la casa del magnate, al imaginarse que Klaus podría ir a buscarle a su departamento.
—Buenos días… Taylor. —Saludo Garrett al serio y aun somnoliento hombre, el cual tomaba una taza de café.
—¡Teniente!... —Fue la fría respuesta del guardaespaldas, el cual bajó la cabeza, mirando el humo salir del oscuro brebaje.
—Espero que te encuentres más tranquilo. —Taylor asintió.
—Lamento mucho lo que paso en el pent-house. —Garrett tomó asiento del otro lado de la encimera, negando con la cabeza—. No debí romperme de ese modo… yo no soy así… creo que toda la información que he intentado procesar me ha roto internamente. —Bebió un poco de su taza de café, incitando al vampiro a servirse un poco del cálido y amargo líquido.
—No te disculpes… —Taylor negó con la cabeza, acotando antes de que el vampiro prosiguiera con sus alentadoras palabras.
—No entiende, teniente… yo no solo fui entrenado por el FBI… fui agente de la CIA. —Aquello sorprendió a Garrett—. ¿Tiene alguna idea del entrenamiento que se le da a los agentes? —El vampiro asintió.
—Tengo mis sospechas.
—Pues sus sospechas se quedan cortas. —Alegó, tomando uno de los bollos de canela que había traído la servidumbre del lujoso pent-house—. Ellos te entrenan para no sentir nada, ni miedo, ni dolor, ni sufrimiento, ni siquiera amor. —Bajó la mirada—. Gail lo sabía… sabía que yo estaba roto por dentro y aun así… ella quería intentarlo conmigo. —Suspiró y mordió el biscocho, pasándolo con un buen trago de café.
—Tengo entendido que los entrenan para ni siquiera sentir placer, sexual. —Taylor asintió.
—Así es. —Respondió después de tragar lo que había ingerido—. Gail siempre intentó despertar en mí algún sentimiento, y en cierto modo lo consiguió. —Garrett asintió comiendo al igual que Taylor lo hacía. —Pero solo era eso… un sentimiento de apego al conocerla por tanto tiempo, aunque muy en el fondo jamás podría darle lo que ella quería. —A lo que Garrett preguntó que era—. Amor verdadero y sexo… —El vampiro alzó una de sus cejas—. Ella intentó varias veces que ocurriera, pero no pasó nada. —El triste y serio hombre volvió a sumergir su mirada en el interior de la taza medio vacía—. Doctrinaron mi cuerpo para no sentir nada ante una posible captura… entiende de lo que hablo. —Garrett asintió.
—Por si acaso eran torturados o violados. —Taylor asintió.
—En efecto. —Bebió por completo su café—. Por eso es que las relaciones que tenía el señor Grey no me perturbaban en lo más mínimo. —Garrett asintió para que prosiguiera—. Ni siquiera la que tuvo con Edward, está en mí no sentir asco, ni vergüenza o algún sentimiento sobre cualquier relación, porque jamás he tenido una. —Bajó nuevamente la mirada—. A excepción de las que tuve en mi entrenamiento. —El vampiro imaginó que se refería al adoctrinamiento de los agentes, el cual consistía en tener sexo y ser castigados al mismo tiempo, e incluso obligarles a hacerlo delante de los demás adoctrinados, con la única intención de convertirlos en seres sin un ápice de escrúpulos, remordimientos, transformándoles en simples armas letales.
—¿Por qué me cuentas todo esto, Taylor? —A lo que Jason acotó, incorporándose de su asiento.
—Gail era lo único bonito que había entrado a mi vida… la única que había querido ayudarme a hacer un hombre normal y aunque no lo logró del todo, se convirtió en alguien especial. —Garrett asintió. —Quiero que Klaus pague por lo que le hizo. —El vampiro supo de sobra que aquello sería imposible—. Quiero que muera.
—Eso no va a poder ser… Taylor. —El aludido preguntó el porqué, justo cuando Garrett recibió una llamada telefónica—. Discúlpame un momento. —Contesto al ver el nombre de Carlisle en la pantalla de su celular—. ¡Hola amigo mío!... ¿Cómo va todo en Forks? —A lo que Carlisle acotó sin deseo alguno de extenderse con formalidades innecesarias.
—Edward va rumbo a Seattle. —Garrett se cubrió el rostro con una de sus manos, manteniendo el celular con la otra, escuchando todo lo que el hijo de su mejor amigo pretendía hacer en la universidad—. Va acompañado de Bella. —Justo en aquel momento, Garrett recordó a Charlie una vez más… ya que había pasado toda la noche pensando en él, esperando la mañana para contactarle.
—Estaré atento, Carlisle… gracias por notificármelo. —El policía culminó la llamada, comentándole al guardaespaldas lo que su amigo le había informado.
—Eso no es bueno. —Alegó Taylor—. El señor Grey ya no recuerda al muchacho y si Edward pretende… —A lo que Garrett le interrumpió.
—Edward sabe que Christian ya no le recuerda. —El ex agente alzó una de sus cejas—. Viene a culminar sus estudios, pero yo sé que buscará a Klaus para rogarle que deje en paz a tu jefe. —Garrett buscó entre sus contactos el teléfono de Charlie, disculpándose nuevamente con Taylor, saliendo del comedor rumbo al pequeño balcón de la sala, mientras el celular repicaba y repicaba, hasta que al fin fue atendido por el jede de la policía de Forks.
—¡Teniente Hampshire!... ¿Cómo está?... —Aquella respuesta por parte del sheriff incomodó al enamorado policía.
—¡Vaya!... ¿Volví a hacer el teniente?... ¿Ya no soy Garrett?... —Se hizo el silencio del otro lado de la línea—. Encontré una llamada perdida de tu parte e intente contactarte pero…
—Es mejor así… teniente. —Garrett enmudeció, intentando comprender sus palabras— …es mejor que sigamos siendo el teniente y el sheriff. —Aquello consiguió que el vampiro se cabreara.
—No, Charls… tú no puedes hacerme esto. —Charlie suspiró con cierto pesar, lo que Garrett escuchó claramente—. Tú no me vas a venir a decir a mí que después de la espectacular noche que pasamos vas a encerrarte nuevamente en tu maldito closet. —Las risitas detrás del vampiro le advirtió que no se encontraba solo, volteando para ver el sonriente rostro de Jacob, quien preguntó en un tono de voz sarcástico y burlón.
—¡Oh Charls!... no me ignores después de la espectacular noche que pasamos. —Sam golpeó en la nuca al risueño Quileute, el cual simplemente se sobó el zape, preguntándole a Garrett—. ¿Quién coño es Charls?... ¿tu novio? —Por supuesto aquello asustó a Charlie, el cual culminó rápidamente la llamada, ante el terror de ser descubierto.
—¿Hola?... ¿Hola?... —Llamó el vampiro varias veces pero no obtuvo respuestas, mirando de malas al beta de la manada.
—¡Uupsh!... creo que el tal Charls no quiere saber más nada de ti. —El iracundo vampiro aferró a Jacob por el cuello, justo cuando Leila salió del cuarto que había compartido con su futuro esposo, cubriendo su rostro al ver como el policía alzó en vilo a su imprima.
—Todo esto es por culpa de tu maldito padre, zarrapastroso. —Arrojó al ahogado muchacho a uno de los costados del enorme salón, logrando que golpeara su cabeza en contra de una de las paredes—. Me largo… —Le notificó Garrett tanto a Sam como a Taylor, quienes observaron todo desde la puerta del comedor—. Iré a ver cómo están las cosas en la comandancia. —Vio su reloj de pulso, percatándose de que faltaba una hora para que se hicieran las diez de la mañana, deseando ver lo que Elijah se estaba tramando—. Cuando el ambiente este menos homofóbico, volveré. —Salió del pent-house azotando la puerta, la cual por poco se desprende del marco.
—¿Pero qué demonios tiene que ver mi padre con sus malditas relaciones homosexuales? —preguntó Jacob sobándose la cabeza.
—No lo sé, pero te lo tienes bien merecido. —Espetó Sam de muy mal humor—. Si vuelves a meterte con los gustos sexuales de alguien más delante de mí, Jacob… voy a darte una paliza. —Y mientras Leila intentó asistir a su imprima y ayudarle a levantarse, Tanto Sam como Taylor se adentraron nuevamente en el comedor, comenzando una amena conversación sobre los acontecimientos suscitados en Seattle después de su regreso a Forks, intentando buscar todas las soluciones posibles a cada uno de los problemas que se le avecinaban.
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Mientras Mía hablaba y hablaba sin parar en la lujosa tienda de calzados importados, Ethan trató de mantener su mejor sonrisa delante de ella, pero la realidad era que deseaba coserle los labios y arrojarla por un precipicio, suspirando para controlar el odio que le profesaba a la estrafalaria muchacha.
—Tengo zapatos del diseñador Christian Louboutin, de Manolo Blahnik, Stuart Weitzman, Jimmy Choo… pero mis favoritos son los de Gianvito Rossi. —Ethan asintió a cada acotación de la habladora mujer, sintiendo que los músculos de la cara se le comenzaron a entumecer, al tener que mantener aquella sonrisa hipócrita delante de Mía.
—Es fabuloso. —Mientras conversaban… o más bien, mientras Mía hablaba, caminaron alrededor de la tienda, observando las vitrinas, deteniéndose en frente de una en particular, siendo la atolondrada chica quien comenzara a dar saltos como niña pequeña frente a una heladería.
—Te dije que aquí los íbamos a encontrar. —Mía señaló el costoso calzado masculino, el cual era el mismo que Ethan había perdido a causa del disparo que Garrett le había propinado.
—Perfecto… pidamos mi número y larguémonos. —Ethan ya no soportaba un minuto más con la cotorra que tenía al lado, percatándose de como la chica intentaba llamar la atención de una de las vendedoras, mientras el apuesto y hastiado licántropo, observaba el variopinto de zapatos que se mostraban elegantemente en aquella vitrina, la cual le devolvió el reflejo de unos femeninos ojos color ámbar que le miraba sugestivamente, consiguiendo que el asombrado hombre volteara rápidamente, encontrándose a Rosalie apostada en la caja, entregándole una de sus tarjetas platinum a la delgada y amable cajera.
—¿Nada más, señorita Hale? —preguntó la empleada, recibiendo de parte de la hermosa y sonriente rubia, una sutil respuesta, sin dejar de observar a Ethan.
—Nada más, querida. —Mientras la chica comenzó a hacer la transacción bancaria, Mía fue apartándose del patidifuso hombre, en busca de alguien que los atendiera, lo que le dio carta blanca a la despampanante rubia para acercarse a paso lento y elegante hacia donde se encontraba Ethan, el cual le dio una mirada furtiva a Mía, sin saber qué hacer.
—Tranquilo, cachorrito. —Susurró, Rosalie por lo bajo, dándole una mirada por el rabillo del ojo a Mía, la cual siguió intentando llamar la atención de una de las vendedoras, la cual parecía estar ocupada—. Estoy de paso en Seattle. —Ethan asintió—. ¿Sabes?... me encontraba de compras cuando vi una hermosa tienda de antigüedades y en su interior había una muy costosa Barbie original de 1959. —A Ethan se le desorbitaron los ojos—. Y no hablo de las que están sacando ahora por el aniversario, es una auténtica antigüedad.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó el entusiasta coleccionista.
—Porque las de ahora no tienen perforados los pies a diferencia de las primeras que salieron ese año con la única finalidad de que los diminutos zapatos no se les cayeran. —El cautivado licántropo no podía creer que existiera una mujer que conociera tanto sobre las reconocidas muñecas, y sobre todo que no lo usara para burlarse de él, sino para engatusarlo.
—¡Vaya!... me sorprendes, Rosalie… —Tragó grueso, al ver de arriba hacia abajo el monumental cuerpo de la vampiresa, sintiendo como su hombría se tensaba ante la sola idea de poder apreciar aquella sensualidad echa mujer como dios la trajo al mundo, completamente desnuda—. Eres una mujer en verdad interesante. —Ethan se ensimismó tanto en la hermosa vampiresa que no fue sino hasta que Mía llamó su atención, que se percató de su presencia.
—¡Disculpen!... ¿Interrumpo?... —preguntó la estrafalaria mujer de muy mal humor, mirando de malas a Ethan, para luego enfocar sus odiosos ojos en Rosalie.
—Aamm… no, no… en lo absoluto. —Mientras la malhumorada chica le explicaba a la vendedora el calzado que quería, Ethan le notificó el número que quería, siendo Rosalie quien sonriera con picardía.
—¿Nueve y medio? —preguntó la entretenida rubia, volviendo a reír—. Mi ex esposo es talla once y medio. —Aquello no solo sorprendió a Ethan sino también a la pasmada mujer junto a él, la cual le miró con ganas de estrangularle.
—¡Disculpa!… ¿Acaso se conocen? —Rosalie ya se había percatado de la pérdida de memoria de la hermana de Christian, ya que aunque no tuvieron mucho rose, si se habían conocido y por ente debía de recordarla.
—No… —Respondió Ethan, al mismo tiempo que Rosalie respondió afirmativamente.
—Por supuesto. —El temeroso licántropo palideció, observando el mal humor en el rostro de Mía—. Nos conocimos en Forks. —Mientras la vendedora se retiró en busca del costoso calzado francés, Rosalie acotó a continuación—. Por medio de mi hermano, Edward Cullen. —Por supuesto aquello era mentira, solo deseaba ver la reacción en el rostro de la hermana del magnate, la cual ni siquiera se inmutó ante el nombramiento de su apuesto hermanito.
—Ooh… si, si… Aamm… —Miró a Mía. —Asuntos de negocios. —intentó hacerse el desentendido.
—Pues si nos disculpas, Ethan y yo estamos ocupados. —Espetó la celosa chica, de mala gana.
—¿Señorita, Hale? —Llamó la cajera a la vampiresa, la cual se disculpó tanto con Mía como con Ethan, guiñándole un ojo.
—Debo irme. —Se giró sobre sus pies y regresó hasta la caja, tomando no solo su tarjeta, sino la bolsa donde habían colocado su compra—. Gracias. —Le dio una mirada de refilón al embelesado hombre, el cual recibió de parte de Mía un codazo en uno de los costados, logrando que Ethan se quejara y Rosalie soltara una risita irónica, abandonando la tienda como toda una diosa.
—¡Oye!... recoge las babas. —Ethan la miró de mala gana, mientras la vendedora regresaba, entregándole el zapato.
—Aammm… sí, está perfecto… me lo llevo. —Tanteó los bolsillos de su atuendo, acotando a continuación—. Acabo de recordar que dejé mi billetera en la guantera del auto… ahora vuelvo. —Corrió hacia las afueras de la reconocida tienda, en busca de la exuberante mujer, pero Rosalie ya había desaparecido, percatándose de la tienda de antigüedades frente a él, deseando ir a ver si la vampiresa se encontraba en aquel lugar y sobre todo si era cierto lo de la muñeca, entrando nuevamente a la zapatería, entregándole a Mía su billetera, la  cual había tenido todo el tiempo en el bolsillo de su chaqueta—. Ten… paga y espérame en el auto.
—Pero, Ethan… —Llamó la atolondrada chica, la cual simplemente se quedó donde el alterado hombre la había dejado, mientras que él pasó raudo la calle, introduciéndose en la tienda de antigüedades.
—Buenas tardes. —Saludó el apuesto hombre, mirando a todos lados.
—Buenas… ¿En qué puedo ayudarle? —preguntó la chica que atendía el pequeño lugar.
—Aaamm… una amiga me dijo que usted tenía una Barbie original del 59. —La joven asintió—. ¿Puedo verla? —Esta vez su respuesta fue negativa.
—Lo siento, la acabo de vender. —Ethan palideció.
—¿Cómo?... —preguntó bastante decepcionado.
—Una hermosa mujer de cabellos rubios me la acaba de comprar, me dijo que era un obsequio para alguien muy especial. —Aquello no solo hizo sonreír a Ethan, también consiguió que el decepcionado hombre, se alegrara al saber que había sido ella quien la hubiese comprado—. Estaba encantada de tenerla. —El sonriente licántropo asintió.
—Muchas gracias. —Salió de la tienda sin poder dejar de sonreír ante la corazonada de que volvería a ver a la mujer que lo había cautivado en Forks y la que poco a poco parecía estar calando hondo en sus sentimientos—. “Me encantas, Rosalie… Ya muero por volver a verte” —El pensativo licántropo rogaba por que no tuviese que decirle a su señor que una Cullen se encontraba en Seattle, y sobre todo que ella no tuviese que ver con el repentino arribo de los Quileutes a la ciudad, ya que tanto él como Niklaus y Alistair, vieron el momento exacto en el que el alfa y el beta de la manada huían en compañía de Taylor, exigiéndole a su mano derecha dar con el paradero de los recién llegados, antes de que el desgraciado de Garrett, les arrojara sobre el auto al soplón que el milenario hibrido había introducido en la comandancia, dejando a las tres criaturas patitiesas.
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Garrett no pudo comprender que había pasado, desde su llegada a la comandancia, no pararon los halagos y las felicitaciones hacia su persona, al haber resuelto el caso de la ama de llaves asesinada, señalando como único culpable al agente que lo estaba traicionando por órdenes de Klaus, el cual terminó suicidándose al saberse descubierto, arrojándose desde el pent-house del magnate.
—Nadie hubiese imaginado que Dylan tenía las manos metidas en todo esto, teniente. —Alegó uno de sus subalternos, mientras que una de las oficiales argumentó a sus palabras.
—El desgraciado quería inculpar al pobre guardaespaldas pero había sido él. —Nada de aquello tenía sentido, ya que Dylan ni siquiera conocía a la susodicha, lo que por supuesto era poco probable que hubiese un argumento válido para inculparlo, pero al parecer, todos creían que así era… cerrando el caso de la ama de llaves asesinada y el suicidio de Dylan por causas completamente improbables.
—Aammm… si, gracias. —Intentó zanjar la reunión que se había suscitado en la estación central de la comandancia—. Buen trabajo muchachos. —Fue lo único que dijo el desconcertado vampiro, apartándose del tumulto de policías, los cuales no dejaron de aplaudirle, festejando un cierre de caso falso—. “¿Qué demonios pasa aquí?” —Pensó el consternado vampiro después de entrar en su oficina, encerrándose dentro de ella, percatándose de como un pequeño ramo de girasoles adornaba el centro de su escritorio, acercándose a paso lento hasta el pequeño pero significativo adorno florar, tomando la pequeña tarjeta que tenía en medio, leyendo la dedicatoria.
“Problema resuelto, hermoso rufián…  vuelves a ser el honorable jefe de policía que siempre has sido… disfrútalo” Garrett no pudo creer que Elijah hubiese creado una hipnosis masiva, lavándoles el cerebro a todos los que trabajaban para él, haciéndoles creer que él había sido el héroe, cuando en realidad había sido en cierto modo, uno de los villanos.
—Eres único, Elijah… gracias. —Sonrió más que satisfecho, sintiéndose más calmado, aunque con Klaus jamás se podía estar cien por ciento tranquilo, estando completamente seguro de que el haber traído a su hermano hasta el tablero de ajedrez que el hibrido pretendía montar para su diversión personal, le costaría caro.
—Dime que no tuviste la osadía de llamar al señor Elijah. —Espetó Alistair entrando en la oficina del jefe de la policía de Seattle, sin tan siquiera tocar la puerta.
—Te he dicho que las puertas son para tocarlas antes de entrar, Al. —El ofuscado vampiro aferró por el cuello de la cacheta al molesto policía, zarandeándole con cierta brusquedad.
—Maldito seas, Garrett… te dije que no lo hicieras. —El malhumorado policía le aferró por las muñecas, quitándoselo de encima.
—Tú a mí no me dices que hacer, maldito chupamedias. —Le empujó, logrando que el temeroso vampiro cayera al suelo.
—Sabes que eso traerá problemas. —Acotó el perturbado inmortal, levantándose del suelo.
—No Al… eso te traerá problemas a ti. —Le señaló descaradamente—. ¿Crees que eres el único que puede jugar para Dios y para Diablo? —Negó con la cabeza—. Pues mira y aprende, remedo de vampiro. —Tomó su placa y su arma de reglamento, espetándole a Alistair antes de salir—. Te aconsejo que no le digas a tu amadísimo señor Niklaus que Elijah está en Seattle… por tu bien es mejor que se dé cuenta por sí solo… —pretendió salir de su oficina, preguntándole a continuación—. ¡Por cierto!... ¿Cómo sabes que él está aquí? —A lo que Alistair respondió.
—Porque mi señor me ha enviado a averiguar si tu habías tenido las agallas de presentarte en la comandancia. —El policía sonrió—. Has salido airoso y nadie te culpa de nada… ¿Qué le voy a decir, Garrett? —A lo que el aludido respondió.
—Dile la verdad… que el caso está cerrado y que Dylan ha sido inculpado del asesinato de Gail Jones. —Se acercó un poco a su amigo—. No necesitas decirle que fue Elijah, porque si se llega a enterar de que tu sabias sobre mis planes y no se lo dijiste, lo vas a lamentar. —Alistair le observó fijamente sin saber que decir, ya que se encontraba entre la espada y la pared—. Seré bueno contigo, Al… —Sonrió con socarronería, posando uno de sus brazos sobre los hombros del temeroso e inseguro vampiro—. Si tú no le dices nada a Klaus sobre nuestros planes, yo le pediré a Elijah que prescinda de sus guardias reales.
Si algo sabia Garrett era que aunque los Vulturi le servían fielmente a Klaus, una parte de ellos le pertenecía a Elijah como sus fieles súbditos por sobre las exigencias del irritable hibrido, siendo Demetri uno de los vasallos más leales del gran Elijah, prefiriéndole por sobre Klaus, no solo al pertenecer a la comunidad LGBT, sino al ser mejor líder de lo que era el malcriado e infantil hibrido.
—Sabes que no lo hará… Y menos prescindirá de Demetri. —A lo que Garrett acotó, apartando el brazo de sus hombros.
—Es Elijah, Al… no Klaus. —El europeo bajó la mirada—. Déjamelo a mí. —Comenzó a caminar hacia las afueras de la comandancia, argumentando a continuación—. Yo si sé, ser un buen amigo. —Aquello por supuesto hizo sentir miserable al Alistair, el cual simplemente abandonó el lugar sin saber que decirle a su señor Niklaus, mientras Garrett ya había subido a su patrulla, recibiendo un mensaje de texto que lo hizo frenar de repente.
[“Lo siento”]
Aquel corto pero muy significativo mensaje de parte de Charlie, venía acompañado de una carita triste, la cual tenía una pequeña lágrima en su mejilla, logrando que su día fuese aún mejor de lo que prometía ser, pulsando el botón de realizar llamada, arrancando nuevamente el auto, rogando porque le atendiera.
—¡Hola Garrett!... —Aquel saludo terminó de alegrarle la mañana, ya que había vuelto a ser Garrett y no el teniente Hampshire, sintiéndose pleno.
—¡Hola Charls!... —Saludó como si la rabia que lo había embargado en el pent-house por culpa de las burlas de Jacob, se hubiese esfumado—. No tengo nada que perdonarte. —Soltó en un tono condescendiente, virando el auto hacia su derecha, enrumbándose hacia la universidad.
—Solo dime que Jacob no sabe que era yo quien llamaba. —Garrett le prometió que el hijo de Billy no sabía con quién demonios estaba hablando, sin saber si era prudente decirle lo que le había espetado al beta de la manada o si por el contrario debía de callárselo—. Tengo miedo, Garrett… debes entenderlo.
—Y lo entiendo, Charlie… en verdad te entiendo. —Giró esta vez hacia su izquierda, deteniéndose en uno de los semáforos en rojo—. Pero también debes entenderme a mí, rey. —El vampiro pudo escuchar claramente como el jefe Swan suspiró, sin saber el porqué de ello—. Después de haber pasado el mejor momento de mi vida desde hacía tanto tiempo, vienes y me dices que lo olvide. —Charlie siguió sin decir nada, siendo Garrett quien prosiguiera con su alocución—. Lo siento Charls, pero no puedo evitarlo, estoy profundamente enamorado de ti. —Del otro lado de la línea, se pudo escuchar un leve sollozo, justo cuando el vampiro echó a andar nuevamente al auto, al haber cambiado el semáforo.
—Yo igual… —Aquello fue la cereza del hermoso pastel que se le había presentado desde la mañana, disfrutando del maravilloso día, antes de que algo se lo arruinara.
—Y no sabes cuan feliz me hace escucharte decir eso. —Garrett arribó al fin al punto de llegada, estacionándose muy cerca de la única entrada de la universidad, esperando a que su suerte siguiera siendo tan buena como hasta ahora—. Vamos poco a poco Charlie... no hay prisa. —El sheriff, aspiró sonoramente por la nariz, intentando calmar su llanto.
—Pero a lo mejor podría estar manteniéndote en una relación que jamás prosperará.
—No digas eso, Charlie, por favor… —Le exigió el vampiro con un dejo de tristeza en su hablar—. No puedes rehusarte a ser feliz, no puedes abandonar este sentimiento por miedo… no lo concibo. —Justo en aquel momento el Volvo de Edward aparcó unos metros del auto de Garrett, el cual sonrió al ver como su suerte lo precedía—. Prométeme que vas a ser tu mayor esfuerzo. —El jefe de policía suspiró nuevamente, acotando a continuación, mientras el vampiro salía del auto.
—Lo intentaré… confórmate con eso… ¿Vale?
—Pues me doy por satisfecho… ¡por ahora!... —Sí algo sabia Charlie era que Garrett no se daría por vencido hasta sacarlo del closet en que el cuarentón hombre, había decido pasar el resto de su vida—. Pero ahora debo resolver un pequeño, inconveniente… te llamo luego. —Charlie le notificó que él también tenía trabajo por hacer y que luego iría a ver a sus nietos, ya que Carlisle le había llamado,  notificándole lo que su hija había hecho—. Justo ahora la estoy viendo acompañando a Edward… te amo, Charls… luego te llamo. —Y sin esperar una respuesta por parte de su adorado sheriff, culminó la llamada, acercándose a paso rápido hacia el molesto vampiro, el  cual parecía estar discutiendo con su hermana.
—Ya te dije que no tenías que venir. —Justo en aquel momento se percató de la presencia del policía, argumentando a su recién adquirida rabia—. ¡Genial!... —Edward apresuró el paso, logrando que Bella le siguiera.
—Yo solo vengo a apoyarte, Edward. —La vampiresa miró a Garrett, quien interceptó al serio y malhumorado chico—. A diferencia de él. —Le señaló—. Hola Garrett.
—Hola guapa… —Enfocó sus ojos en el hijo de su mejor amigo—. ¿A dónde vas con tanta prisa? —A lo que Edward respondió intentando repasarle.
—A retomar mis estudios… así que si me disculpas. —Le empujó, retomando su caminar, introduciéndose en la universidad, al mostrar su carnet estudiantil, notificándole al portero que la chica venía con él, pretendiendo dejar a Garrett afuera, pero el policía sacó lo que valía más que una simple identificación universitaria, mostrándole al empleado su placa que lo adjudicaba como el jefe de la policía de Seattle, dejándole pasar.
—Detente, Edward… —El vampiro miró a todos lados, intentando trasladarse a velocidad sobrehumana sin que los transeúntes se percataran de ello—. Que te detengas o me vas a obligar a apresarte.
—¿Bajo qué cargo? —A lo que Garrett acotó, acortando distancia entre ellos, al ver como el chico detuvo sus pasos.
—Irrespeto hacia tú tío Garrett. —Bella sonrió, lo que por supuesto cabreó a Edward más de lo que estaba, pretendiendo retomar su huida, siendo Garrett quien lo aferrara del brazo—. Solo vengo a decirte una sola cosa, Edward. —El enojado inmortal observó la mano de Garrett sobre su brazo, alzando su iracunda mirada para contemplar de malas al mejor amigo de su padre, esperando a que culminara su advertencia—. A Klaus le vale madre que vengas a donarle el culo con tal de que deje en paz a Christian. —Bella apretó los labios para no reír, mientras Edward se sacudió la mano del policía de mala gana—. Klaus no es Aro, Ed… ten eso presente. —Pero el chico siguió como si nada su camino hacia la rectoría de la universidad, siendo Bella quien hablara, al verle lo bastante alejado de ellos.
—Tranquilízate, Garrett… si Edward pretende acercarse al hibrido, te lo informaré. —Pidió que le diera su número celular, guardándolo rápidamente entre sus contactos.
—Gracias, Bella. —Le acarició el hombro, permitiéndole a la vampiresa correr detrás de su hermano, mientras el apuesto policía pretendió abandonar el centro estudiantil, deteniendo sus pasos al percatarse de como un flash fue disparado hacia su persona, volteando a ver de quien se trataba.
—¡Lo siento!... —Se disculpó José, el simpático fotógrafo que había pretendido enamorar a Edward, mostrándole la cámara al policía—. Es usted el jefe de la policía… ¿Cierto?... —El serio vampiro asintió, caminando hacia la salida—. ¿Me permite una entrevista? —Garrett negó con la cabeza, sin dejar de caminar.
—Piérdete, muchacho. —El policía abandonó las instalaciones universitarias, dejando al chico parado en medio del campo, el cual tomó su teléfono celular, realizando una llamada telefónica.
—¿Ethan?... Hola… soy yo… José. —El licántropo le notifico que sabía quién era, preguntándole si tenía algo importante que decirle—. Como lo supusiste, Edward está aquí en Seattle. —Ethan agradeció la información—. De nada… —Sonrió complacido—. ¿Saldremos cómo me lo prometiste? —El joven metamórfo sonrió, acotando a continuación.
—Por supuesto que no, idiota. —Culminó la llamada, dejándole al destino decidir sobre la hipnosis que habían implantado en la mente del crédulo muchacho, para que les notificara si Edward se aparecía por la universidad, ordenándole olvidar todo lo abducido en su cabeza al momento de escuchar su nombre de los labios de la persona que también había sido hipnotizada, e introducida como pieza fundamental en el macabro juego de ajedrez de Klaus; la cual arribó a la universidad, en busca de su mejor amigo.
—¡José!... —Llamó Anastasia, logrando borrar la mente de su mejor amigo, el cual quedó paralizado y completamente lelo, al intentar recordar que hacía en aquel lugar y sobre todo lo que había estado haciendo antes de que su amiga llegara, sin poder recordar nada—. José… aquí… —Insistió la chica, llamando la atención del perplejo muchacho, el cual se encaminó hacia donde Anastasia le esperaba, abrazándole con cierto desgano.
—¡Hola Ana!... —Saludó, intentando recordar lo que había ido a hacer allá, pero su mente se encontraba en blanco.
—Ven… vamos a beber un capuchino y a ponernos al día con los chismes. —Después de la imprimación de Jacob y su completo abandono, la pobre chica había caído en una fuerte depresión, encerrándose cada día más en su departamento propio, ya que Anastasia no podía soportar ver lo feliz que era Kate junto a Elliot, prefiriendo alquilar su propio departamento, pero Klaus había dado con el archivo de sumisas que Christian tenía bajo resguardo, pretendiendo jugar un macabro juego con él y sus antiguos prospectos de pareja, comenzando con la última que había tenido, usando a Anastasia Steel como parte de sus monigotes hipnotizados, y así poder conseguir lo que se estaba tramando, desestabilizar al magnate y ver cuánto podría soportar antes de enloquecer por completo.
 

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