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El Amor Todo lo Puede [JiHope/HopeMin] por ParkChantel

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Notas del capitulo:

 

 

 



Un año había pasado desde aquel momento que había marcado su vida. Todavía Jimin, no podía creer que eso que denominaba como una "tragedia" hubiese ocurrido, cuando creía que su vida al fin perfecta. Era dieciséis meses desde que Jung Hoseok se había ido para los Estados Unidos, luego de que el menor de ambos descubriera lo que iba a detonar el primer y último drama entre lo que había sido una feliz pareja. 


Hace dieciséis meses atrás

Llamen cursi a aquel par de hombres, quienes estaban abrazados y dándose besos de picos, mientras entre cada pausa reían como bobos enamorados. Si alguien hubiera visto a aquellos dos chicos con aquellos peculiares actos de cursilerías, hubieran terminado vomitando arcoíris ante aquella perturbadora escena. Nadie hubiera imaginado que cuando todos daban la espalda, Park Jimin y Jung Hoseok se convertían en dos seres capaces de causar una diabetes tipo dos con la sola imagen.

Llevaban juntos unos ocho meses, desde que finalmente Jimin no había aguantado más y en una discusión tonta -pues había sido tan absurdo el motivo, que ya ni siquiera lo recordaban con exactitud- el menor le había gritado a su querido "hyung" aquellas palabras de amor, que iban a confesar un torrente de sentimientos que ya no podía seguir ocultando. Guardar todo aquello en su corazón, estaba volviendo loco a quien en ese momento tenía el cabello de color rubio. Lo que no esperaba era que los sentimientos por parte del mayor de cabellos rojos, fuesen recíprocos y con ello se marcara el comienzo de una nueva historia de amor.

Ahora unos meses después de la confesión, estaban acabados de despertar y con aquellos jugueteos de dos bobos enamorados, cuando entonces Hoseok había tenido que armarse de valor, para despegarse de los labios del menor e irse a alistar para ir a su trabajo de medio tiempo. Era sábado y eso significaba que su turno en Krispy Kreme comenzaba temprano. A las nueve de la mañana ya tenía que estar en su trabajo y así poder ganar dinero para pagar la renta del mes, de aquel cuarto que compartía con su amado dongsaeng.

Dolorosamente se había bajado de la cama, llevando solamente puesto un bóxer de estampados de cerditos, caminó hasta el armario para buscar el uniforme de trabajo, que consistía en un pantalón negro, camisa verde con el logo de la tienda de donas y una gorra. Aquella ropa la había dejado colgando de su brazo derecho, para dirigirse al baño y allí darse una rápida ducha.

Mientras caminaba hasta el baño, con los movimientos se había caído del bolsillo del pantalón del trabajo una extraña bolsa, que al caer al suelo no había producido ruido alguno. Jimin al estar concentrado en la perfecta imagen del trasero y las piernas de su amado, se percató de aquello que había caído y pese a no llevar sus lentes puestos, además de que en las mañanas era cuando más apoderada tenía la miopía, se pudo dar cuenta de lo que contenía la transparente y diminuta bolsa en su interior.

Con su corazón palpitando de una forma bastante exagerada, además de haber empalidecido ante aquella imagen, bajó de su cama y caminó hasta donde aquel contenido se encontraba tirado. Con la mano derecha temblorosa, agarró la bolsa y la acercó bastante a su rostro, para evaluar el contenido del interior. Su peor terror había sido confirmado; su amado consumía drogas.

Llamen al menor tonto, idiota o estúpido, pero no podía aceptar aquello con facilidad. A pesar de haber tenido muchas tentaciones en el instituto y ahora en la universidad, donde muchos "amigos" le habían ofrecido bastantes drogas, se había negado a probar estas y jamás había caído en la tentación de aquellos oscuros vicios. La idea de drogarse, le causaba bastante terror y es que el hijo único de los Park, había sufrido bastante desde que su padre había muerto de cáncer. Con aquella dolorosa muerte, su madre quien había amado a ese hombre desde que era una adolescente, se había terminado sumergiendo en un vicio bastante feo de drogas. Creía que con aquello su dolor iba a ser aliviado; pero no fue así.

Muchas veces Jimin había intentado de ayudar a su madre, inclusive había tenido que trabajar dos turnos, para pagar las deudas de ella con los distribuidores de drogas y así no la mataran. A pesar de que la amaba, era la mujer más importante en su vida y en parte entendía aquel vicio, al llegar a la mayoría de edad, había decidido irse de su hogar e irse a vivir con uno de sus amigos, hasta que comenzara la universidad.

Y al final su madre había logrado autodestruirse con aquel oscuro vicio; la muerte la había abrazado.

Por todo lo vivido, Jimin se había jurado a sí mismo nunca probar droga alguna, por más destruido que se sintiera en su interior y tampoco iba a permitir que una pareja suya fuese adicta a estas. ¿Exageración? No, pues con el uso de estas jamás se podía esperar algo bueno.

Sabía que la vida para Hoseok, tampoco había sido nada de fácil. Tenían muchas cosas en común, que quizás y eso los llevó a fijarse en el otro. Ambos estaban rotos, pero con el amor que cada uno otorgaba al otro, se habían ido sanando las heridas que se habían creado con los golpes de la vida o al menos eso creía el menor.

Ahora se daba cuenta que el amor sólo había sido su propia salvación y no la de su amado Jung Hoseok, pues con aquella bolsa de marihuana delante de sus ojos, comprendía a la perfección cual era para el mayor el verdadero consuelo o salvación... justo eso mismo que había matado a su madre.

Desesperado por creer que aquello era un error, corrió hasta el armario y comenzó a palpar la ropa del mayor, para ver si encontraba más. Normalmente él no hubiera buscado en las pertenencias de éste, pues era alguien que sin importar si se trataba de su pareja, siempre respetaba la privacidad ajena. Palpando la ropa, llegó hasta la amada chaqueta en cuero que tanto Hoseok amaba y allí sintió algo en el bolsillo. Con el ceño fruncido, adentró la mano derecha en la abertura y de allí sacó una bolsa con polvos blancos; aquel contenido era cocaína.

Aquello tenía que ser una mala jugada del destino. No podía creer que aquellas malditas drogas, otra vez le estaban arrebatando a alguien que amaba. Primero su madre, ahora su amado novio. Justo cuando observaba con terror la bolsa de marihuana y la de cocaína, escuchó aquella ronca voz, llamarlo por su nombre y con los ojos cristalinos se giró para encarar al mayor.

─Dime que esto no es cierto... por favor ─El mayor ni siquiera reflejó pánico en sus ojos, simplemente lo observaba con una indescriptible tristeza, mientras asentía lentamente con su cabeza. ─No te equivocas Jimin, esas drogas significan lo que estás pensando. Sé que odias esos temas, pero simplemente no lo puedo evitar. Mientras más intento de alejarme de las malditas drogas, más complicado se vuelve. Lo único que logra hacerme olvidar el rechazo de mis padres hacía mi homosexualidad, es justo eso que ahora mismo tienes entre tus manos.

Durante esos meses, el menor había pensado que el verdadero alivio para su Hobi, era todo ese amor que día tras día se dedicaba a darle. Cuán equivocado había estado Jimin, creyendo que era la cura absoluta para aquel inmenso dolor que el mayor cargaba en su corazón, al haber perdido a sus padres, el día que había decidido hacer frente a estos y confesar que era homosexual.

Las lágrimas bajaban a borbotones, mientras negaba de forma exagerada con la cabeza. No quería que Hoseok viera como aquello lo estaba destruyendo, así que se dio media vuelta y comenzó a buscar ropa para irse de aquel infierno. Mientras buscaba, sintió los brazos del más alto envolverlo y con su voz ronca susurró contra su oído izquierdo, palabras que el menor obviamente no haría caso.

─Quiero que estés aquí cuando llegue. Necesito hablar contigo, que entiendas el porqué lo hago. Tan pronto salga del trabajo voy a correr hasta acá, pero no te vayas por favor ─El menor ahora se giró para verlo directamente a los ojos, con mirada glacial y los labios apretados en una línea delgada. ─Dijiste que el alivio lo encontrabas solamente en esas jodidas drogas. ¿Sabes lo que llevo pensando todos estos malditos meses Hobi? Creía que el verdadero alivio a la falta de tus padres, la encontrabas en mí. Que equivocado estaba con ese tonto pensamiento. Entiendo el porqué lo haces, pero me niego a aceptar a alguien con vicios en mi vida. No quiero ver como te destruyes a ti mismo, así que si quieres que sigamos vas a tener que buscar ayuda y dejar ese vicio.

De los labios del mayor, un agotado suspiro escapó. Se apartó del menor, para ir a buscar las llaves de la vivienda, el celular y billetera. Guardó todo en los bolsillos del pantalón y sin decir nada, salió del cuarto y se fue al trabajo. Unas horas más tarde, una carta por parte de Jimin lo esperaba. La carta dejaba en claro que ambos habían terminado y que la única condición con la que estaba dispuesto a aceptarlo de nuevo en su vida, era dejando aquel diabólico vicio de drogas.

Una semana luego de esa carta, sintiéndose incomprendido por el menor y a la misma vez comprendiendo los motivos de éste para haberle terminado, Jung Hoseok había decidido irse a los Estados Unidos y allí continuar la universidad, además de comenzar a dejar aquel vicio que le había arrebatado algo más doloroso que la perdida de sus padres; el amor de su vida. 


Época actual

A pesar de la perdida de su Hobi, eso no había detenido a Jimin, para continuar con los estudios universitarios. A sus veinticuatro años, ya cursaba el último año en enfermería y tenía muy buen promedio, lo cual lo había ayudado a seguir recibiendo las ayudas económicas por parte del gobierno coreano.

Aquella tarde de viernes, había llegado temprano a su cuarto. Este era un poco más grande, al cual había compartido durante meses con Hoseok. Aunque luego de que el mayor se fuera para los Estados Unidos, pudo haber regresado a aquel lugar, eligió alejarse de los recuerdos que seguían doliendo hasta el sol de hoy en su corazón.

Los viernes, era sin lugar a duda el mejor día de la semana, pues además de salir más temprano de la universidad, no tenía que ir al hospital para la práctica de enfermería. Era el momento en que podía estudiar con tranquilidad, repasar para los exámenes finales y el resto del fin de semana, dedicarlo a ver películas deprimentes en su laptop. Con lo que no contaba era que al llegar a su hogar cuarto, frente a la puerta se encontraría esperándolo un chico con ahora cabello rosado, unas maletas y quien con su reaparición iba a traer una nueva esperanza en su vida.

Tan sólo verlo más bello que nunca, lo supo todo antes de que tan siquiera abriera la boca. Su Yoongi, había venido por él luego de tanto tiempo separados. Bastaba con ver el limpio rostro, para saber que aquel cuerpo ya no era ensuciado con aquellas malditas drogas que tanto odiaba.

El mayor se había puesto de pies y con aquella sonrisa gatuna, había dicho las palabras mágicas que muchas noches había soñado con escuchar.

─Buenas tardes Park Jimin, mi nombre es Jung Hoseok y soy su nuevo compañero de cuarto. ¿Me permite volverlo a enamorar y convertirlo en el hombre más feliz de la tierra? ─Y con aquellas palabras, Jimin se lanzó a los brazos del mayor. Las lágrimas de felicidad bajaron de los ojos de ambos y con un beso se marcó un nuevo comienzo en aquella historia de amor que ninguno de los dos había superado.


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