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LA PAREJA DEL TIGRE SOLITARIO por LUNA OMEGA

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Notas del capitulo:

 

Siento mucho el desastre de la semana pasada u.u Si organizo otra semana de actualizaciones me asegurare de hacerlo mejor y aumentar la cantidad de actualizaciones por día. Trataré de aprender de éste error. 

 

Gracias por su paciencia a esta cabeza tonta mía

 
Como que la mala energía flotaba en el aire. Y no me refería al amargo olor que comenzó a emanar el pequeño omega de cabello celeste, sino al inquietante silencio del bosque y las malas vibras que hicieron que mi tigre se pusiera alerta de repente. Furihata también debió notar el cambio porque comenzó a mirar alrededor con cautela exagerada, como si esperara que otro bastardo le saltara encima e intentara violarlo otra vez. 
 
La verdad sentía un poco de lástima por el chico y de cierta forma lo comprendía también. Mis hermanos y yo siempre teníamos que mirar sobre nuestros hombros a la más mínima señal de peligro, después de todo teníamos a más de una manada, sino es que todas, dispuestas a decapitarnos. Furihata no era muy diferente con más de una manada de osos tratando de violarlo y conseguir cachorros de él. 
 
Apreté los dientes y los puños con fuerza. La imagen de Furihata siendo sometido bajo ese oso calvo llamado Kazuhiro hace menos de una hora aún hacía mi sangre hervir de pura rabia. Siempre había sido un firme creyente de que abusar de aquellos más pequeños y débiles era de hijos de puta cobardes y sin honor. Y de haber sido posible le hubiera desgarrado la garganta al bastardo en el momento, asi habría librado al mundo de una escoria más, pero mi prioridad era ver por el bienestar del omega abusado y no tanto sobre el cobarde que huyó con la cola entre las patas. 
 
Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. ¿Qué jodidos? 
 
Era un tipo grande de seis pies con cinco pulgadas y ciento ochentaiún libras, de una raza shifter de felino grande practicamente extinto, mi forma cambiada era la de un gatito de unas buenas novecientas veintiún libras y medía tres metros de largo. A parte de mis difuntos padres nada había hecho que me diera un escalofrío en toda mi vida, asi que sí, estaba cabreado y curioso por saber la causa de mis escalofríos. Sin embargo, nunca había ignorado mis instintos, y si estos  indicaban que debía echarme a correr y alejarme de ese lugar lo haría. 
 
No sólo mi vida estaba en peligro sino también la de dos omegas, y uno de ellos era mi omega.  Podía echar meadas sobre el asunto después de ponerlos a salvo. Ellos eran mi prioridad.
 
-Debemos irnos.- Les dije. Furihata asintió y no se resistió cuando lo tomé de la cintura y lo apreté contra mí. Ellos tenían piernas demasiado cortas y ninguno estaba en condiciones de correr por el bosque en su condición, tendría que cargarlos. Iba a hacer lo mismo con el otro chico, pero éste alejó mi mano de un manotazo y retrocedió. No tenía idea de cuál era su problema, pero no tenía tiempo para dramas. –Kuroko no tenemos tiempo, ven acá.- 
 
El chico parecía sorprendido de que supiera su nombre, y tenía derecho a sentirse así ya que él no me lo había dicho, yo lo había escuchado mucho por los alrededores entre los otros omegas durante los últimos dos días. Akashi y él se habían convertido en la comidilla de las manadas desde que ninguno había sido visto desde el caos en el claro. 
 
La necesidad de explicarle que no era un acosador estaba ahí, pero en serio no teníamos tiempo para eso ahora. Intenté agarrarlo otra vez pero Kuroko volvió a alejarse y trató de echarse a correr lejos de mí. Sus pies estaban lastimados y sus piernas débiles, asi que cayó antes de dar el primer paso. Yo no me detuve a preguntarle si estaba bien, me adelanté y lo atrapé por la cintura, cargándolo bajo mi brazo. Levanté a Furihata sobre mi hombro y me eché a correr. 
 
Mierda, ¿desde cuándo los omegas eran tan pequeños? Sakurai era omega también, pero mi hermano no era ni de cerca tan pequeño como estos dos. Eran casi de bolsillo. 
 
Levanté la cabeza y traté de recoger algún olor extraño en el aire, pero la corriente iba en contra nuestra y no me permitió saber a qué era exactamente a lo que me estaba enfrentando, ni siquiera si esa cosa estaba cerca o estaba lejos. Mirar atrás también sería inútil y una pérdida de tiempo total. Corrí sin detenerme y los llevé al único lugar que se me pudo ocurrir que ellos podrían estar más seguros que aquí afuera. Subí las viejas y gastadas tablas de los escalones del porche de la cabaña donde me estaba quedando y me apresuré a ir dentro. 
 
Afortunadamente ninguno de los dos había puesto algún tipo de resistencia a entrar al húmedo y viejo lugar. Cualquier otro seguro lo hubiera hecho. La cabaña estaba practicamente vacía y en ruinas a excepción de la bolsa deportiva donde había llevado mi ropa y artículos de higiene personal. Había un saco de dormir hasta el fondo cerca de una vieja chimenea de piedra que parecía que en cualquier momento se desmoronaría. 
 
No era el lugar más cómodo ni el más limpio, pero al menos ya no estaban afuera en el peligro. 
 
Probablemente hubiera sido mejor ir donde las otras manadas estaban reunidas, asi habría más alfas y shifters que podrían ayudar a proteger a los omegas. Pero no confiaba en ninguno de ellos cuando se trataba de Kuroko, y conociendo la situación tampoco con Furihata. Kiyoshi aún era mi amigo pero las cosas habían estado un poco frías desde aquella noche con Nijimura. 
 
Prefería arriesgarme a perder la vida defendiéndolos por mi cuenta que llevándolos directamente de un peligro a otro. 
 
Bajé primero a Furihata y una vez que éste se estableció bien sobre sus pies me dispuse a bajar también a Kuroko. Se veía un poco flojo bajo mi brazo y pensé que tal vez se había desmayado en el camino. Lo puse sobre el saco de dormir y poco a poco comencé a bajarlo. No estaba a más que a unos centímetros de colocar su cabeza cómodamente abajo cuando se movió muy rápido y me arañó la cara con sus garras. 
 
Furihata dejó ir un grito ahogado y retrocedió hasta la parte oscura de la chimenea. Yo me quedé con Kuroko e hice todo lo posible para mantenerlo abajo cuando comenzó a retorcerse e intentar clavarme sus garras otra vez. Lo logró, tres veces más. La mandíbula, el pecho y el hombro me sangraban y también ardían, pero no era la gran cosa. 
 
Sus garras se clavaron nuevamente en la piel de mis hombros y se quedaron ahí, como si intentara perforar un gran agujero con ellas y arrancar mi piel de un jalón.
 
Me sentí orgulloso y enojado a la vez. 
 
Era pequeño pero tenía un agarre de muerte que realmente estaba causándome daño. El orgullo iba más del lado de mi tigre y la ira más de mi parte, pero no logró superar el respeto que ahora sentía por el omega. 
 
Aprovechando que se había quedado quieto con las rodillas apenas tratando de empujarme por el pecho, llevé mi cuerpo hacia adelante y me metí entre sus piernas. Manteniéndolo clavado en el suelo. Él abrió los ojos muy grandes e intentó empujarme por los hombros, pero eso no iba a ocurrir.
 
Tomé sus muñecas e hice una mueca cuando volvió a presionar sus garras en mi carne. -¡Basta!- Ordené. No quería gritarle y mucho menos usando mi voz de alfa, pero no pude detenerlo hasta que el daño ya estaba hecho. Joder, me sentía como un bastardo cuando sus ojos se fijaron en los míos con tanto miedo que pensé que de verdad iba a desmayarse esta vez. Carraspeé, tratando de deshacer el nudo áspero en mi garganta. –Cálmate.- Le dije lo más suave que pude. –No te haré daño, cálmate.- 
 
Pensé que él iba a escupirme en la cara y trataría de escapar otra vez, pero fui tomado por sorpresa cuando sus garras se contrajeron y comenzó a llorar desconsoladamente. ¿Le había hecho daño? No creí que fuera demasiado brusco con él. Mi agarre sobre sus muñecas era apenas suficiente para levantar un martillo y mi peso estaba fuera de él también, pero si de verdad le había hecho una marca o el más mínimo daño... 
 
Moriría antes de hacerle daño a un omega.
 
Moriría antes de hacerle daño a él. 
 
Solté sus muñecas y él las uso para cubrir su rostro. Literalmente me sentía como una mierda. Iba a pedirle perdón y comprobar los daños, pero el rugido que se escuchó afuera de la cabaña me hizo retomar mis prioridades. Me puse tenso y ambos también. Lo que sea que nos acechaba en el bosque estaba aquí.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Me congelé cuando el rugido más aterrador y siniestro de la historia vino desde afuera de la cabaña. Era como sacado del mismo infierno, como el de una bestia voraz, y mi lobo se encogió en un rincón de mi cabeza chillando por el miedo. Instintivamente busqué el lugar más seguro para mantenerme, pero ya que en esta cabaña vieja y vacía estar debajo de Kagami era probablemente el lugar más seguro, me quedé en mi lugar y mi lobo estuvo de acuerdo con eso. 
 
Incluso si ambos aún estabamos dañados por la resolución de nuestro apareamiento con Kagami. 
 
No es que yo estuviera en contra de que Furihata-kun tuviera un amante que lo quisiera, que fuera decente y lo atesorara por lo que era, un tesoro. Pero esa parte egoísta y celosa de mí estaba resentido con el omega por haber robado al alfa que nosotros ya habíamos escogido. El que además había aceptado y enviado una llamada de apareamiento a nosotros.
 
La llamada de apareamiento no nos ataba instantáneamente, pero causaba estragos en nosotros que nos hacían querer correr detrás del otro y consumar el acto en toda su regla. Para un alfa enviar una y mil llamadas de apareamiento era fácil y bastante común de hecho, pero para un omega era la peor cosa que podía hacer. 
 
Era como si me hubiera usado y no necesitamos haber tenido sexo exactamente para dar por hecho la referencia. Al tener sexo con Furihata-kun él sólo demostraba que me había usado y ya. Y lo más seguro es que a Furihata-kun también. 
 
Oh Dios, esto era un desastre. Ésta carrera, la llamada de apareamiento y todo era un desastre.
 
Tuve ganas de darle otro arañazo en la cara para descargar la ira y la traición que aún bombeaban en mí, pero me contuve cuando las tablas del porche se quejaron bajo el peso de lo que sea que estaba viniendo hacia nosotros. 
 
Antes en el bosque no había entendido por qué Kagami nos había arrastrado a este lugar y sólo me dejé llevar por él. No tenía de otra. Pero ahora entendía por qué. 
 
Kagami me permitió removerme debajo de él y presionar mi pecho contra el saco de dormir. Estaba siguiendo mi instinto y tratando de esconderme. A su favor él asumió una posición protectora y me cubrió debajo de él. Intenté que mi corazón no latiera ante la perspectiva que de que él se preocupaba por mí al grado de interponer su cuerpo entre el peligro y yo, pero mi corazón era un maldito traicionero. Aunque no iba a fijarme en eso ahora.  
 
Miré a Furihata-kun y se veía tan asustado que me sentí mal por mis malos pensamientos sobre él. Estaba escondido en la sombra de la chimenea, hecho una bola temblorosa y asustada. Nos miró y Kagami le hizo una señal para que se quedara donde estaba y que guardara silencio. Los tres esperamos mientras la criatura afuera se acercaba, era fácil darse cuenta cuándo se detuvo por la falta del crujido de las tablas, y tragué duro. La puerta fue abriéndose poco a poco con un chirrido espantoso que me puso los pelos de punta y cuando finalmente se abrió por completo, me quedé con la boca abierta. 
 
No era ninguna bestia.
 
La persona en la puerta grunó. -Aléjate de mi hermano.- 
 
¡Era mi hermano Akashi, mi hermano estaba bien!. Dejé ir el aire que estaba conteniendo con un sollozo y apresuré mi camino hacia él. Casi me había olvidado de él, pero estaba tan contento de que estuviera bien, sano y salvo. Me sorprendí cuando Kagami me empujó hacia abajo con su peso y me mantuvo inmóvil. Él incluso estaba gritándole a mi hermano. 
 
Iba empezar a forcejear otra vez, pero Kagami negó. -No es él Kuroko, no es Akashi.- Me dijo. -Míralo bien.- Furihata-kun, quien aún estaba en las sombras, asintió a lo que dijo también.
 
Me quedé abajo y me tomé un segundo para ver bien a mi hermano. Era verdad. No olía como él, no se escuchaba como él y, era apenas perceptible, pero ni siquiera se parecía a él. Sin embargo era tan, tan parecido a él. El vínculo fraternal que nos unía incluso estaba ahí, podía sentirlo y me llamaba. Era mi hermano pero no era mi hermano. ¿Qué estaba pasando? 
 
Levanté mis manos. Sólo había una manera de comprobarlo. "¿Hermano?" Gesticulé. 
 
Me quedé sin aliento. Mi 'hermano' fruncio el ceño, porque no entendió lo que le pregunté. Dios, ¿quién era éste hombre?
 
 


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