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Si me voy al infierno, no lo haré solo. por dark kirito

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Notas del fanfic:

Escrito en el móvil, errores son sin querer. Muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo :3.

Notas del capitulo:

Escrito en el móvil, errores son sin querer. Muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo :3.

Desde que su padre murió en un accidente automovilístico y su madre se viera atada a una larga jornada laboral para mantenerlos, un pequeño de lindos ojos zafiro ha tenido que refugiarse en el único ser que está en casa además de él: su hermano. Milo siempre ha sido un chico fuerte a pesar de sus quince años, es la clase de persona a la que un adulto pediría consejo, ayuda. Es como un gran sol que te atrae con su mera existencia, es lo que ocurrió a Sotelo. En un principio lo miraba con admiración, luego como un símbolo, respeto, cariño y finalmente... finalmente...


Cubre el rostro con una toalla en un vano intento de esconder el intenso rubor en las mejillas, ¿cuándo nació el sentimiento enfermizo en su pecho? ¿En que instante el amor fraternal se transformó en deseo? En la increíble ansiedad que le aqueja al imaginar que llegan a un instante de intimidad sin igual.


- Diez años...


Se dice al rememorar las palabras de los mayores: "Eres un niño" "No entiendes de sentimientos tan complejos" "Es natural estar confundido" "Deberías disfrutar de tu infancia en lugar de andar pensando en tonterías". Todo ello cuando pidió consejo al percatarse de ese enorme sentimiento, todos lo atribuyeron a una niña. ¿Y si supieran que es un chico y para variar su hermano?


- ¿Tan malo es que desee a Milo? - emitió como un susurro al aire.


- ¿Ah si?


El aludido que empuja la puerta del baño, como siempre sin anunciarse. El niño abre los ojos desmesuradamente y se paraliza aterrado. No se supone que se enterase, no así.


- ¿Me deseas? - con gran seriedad.


- ¡No! ¡Si! ¡Claro que si! ¡Eres mi ejemplo a seguir! ¡Quiero ser como tu algún día! ¡Como mi gran hermano mayor!


- ¿Sólo eso?


- S-si.


- Me pregunto qué tan cierto es.


- ¿Uh?


- ¿Por qué alguien tan puro se rebajaría a ser una escoria?


- ¿Eh? ¿De qué hablas?


- ¿Que soy el chico perfecto, un ejemplo a seguir? No lo creo. Los adultos solo ven y escuchan lo que quieren. Hace meses que no asisto al colegio, los profesores no le dicen a nuestra madre, ¿y sabes por qué? - negó - Porque mandé al hospital al último imbécil que lo intentó.


- No es verdad.


- ¿Cómo lo sabes? ¿Acaso me vigilas todo el tiempo?


- No pero, estoy seguro de que eres una buena persona.


- Eso pensaba. Pero hacer llorar a un hombre más grande que tu te hace comprender que tienes poder, su vida estuvo en mis manos. El que hoy respire es gracias a mi bondad - sonrió divertido.


- ¿Qué te hizo?


- ¿Porque supones que hay una razón?


- Lo de papá te ha dejado mal. Mamá se apoya en las amigas y la familia, yo en ti pero ¿tú? Eres un gran chico y las personas no cambian nada más porque si. ¿Qué hizo?


El mayor le tomó del mentón para admirar los inocentes ojos azules.


- ¿Cómo es posible que puedas ver a través de mi?


- Te quiero.


- Tienes razón. Se burló de papá. Dijo que solo un ebrio descuidado se mataba de forma tan estúpida. ¿Fué su culpa que aquella carreola se atravesara en el camino?


- No.


- Aún si la mayoría lo niega, fué un héroe. Aunque con eso dejó a la deriva a su familia. Pero siempre fué así. Un hombre estúpido que hacia el bien sin mirar a quien. No, no es el cariño que quiero. Necesito que seas mío, solo mío.


- ¿Con eso estarás satisfecho?


- No lo sé.


- Me gustas mucho y ya lo sabes. Pero no por eso voy a permitir que juegues conmigo.


- Oh, muy maduro el mocoso.


- Je, alguien debe mantener la cabeza fría, ¿o no?


- ¿No ardes en deseo de estar conmigo?


- Si.


- ¿Y?


- No soy un objeto. Que me sienta atraído a ti está mal pero no significa que me conforme con cualquier cosa. No aceptaré migajas. Si al final te doy asco y me rechazas está bien porque al menos habré sido honesto. Podré continuar viviendo, las heridas en mi corazón sanaran, o tal vez no pero no dejaré de intentar.


- ¿Cómo lo haces?


- ¿El qué?


- Cuando estoy contigo, a solas... es como hablar con un anciano.


- ¡Que grosero! - indignado.


- A eso me refiero, tienes diez años y estas enano. Eres un mocoso. No me prives de ello.


- Ah, pues perdón por tener esta personalidad - irónico.


- Así está mejor, permíteme ver lo inmaduro que eres.


- ¿Qué quieres?


- ¿Y tú? Tenemos el mismo deseo, ¿por qué no cumplirlo?


- Te dije mis condiciones.


- Eres un estúpido hermanito, si no me fueras realmente importante no insistiría tanto.


- Eso quiere decir...


- También te amo pero igualmente disfruto verte sufrir. ¿Soy un enfermo? Es evidente, no te imaginaría desnudo si no fuera el caso.


- ¡¿Que haces qué?!


- Ay por favor, ¿cuántas veces hemos hecho el amor en tus sueños?


- ¡Ninguna!


- ¿Eh? A ver, dijiste que me deseas, ¿o no?


- P-pues pensaba más en un beso, un abrazo - se sonrojó - no comprendo del todo como se hace... eso.


- Mmm tampoco estoy seguro pero me gustaría aprender a tu lado. ¿Qué dices?


- N-no lo sé.


- ¿Te da miedo?


- Si.


El mayor le abrazó por detrás y posó las manos en el diminuto abdomen para finalmente susurrar al oído:


- Por eso me encantas.


- ¡Ah!


Le liberó y se encaminó a la bañera donde abrió la llave del agua caliente, una vez se llenó metió la mano para verificar la temperatura.


- Listo - sonrió y se puso de pie - Ay no...


- ¿Qué sucede?


- Hay algo ahí - señaló el líquido.


- ¿Eh? - se aproximó para ver - ¿En dónde?


Demasiado tarde advirtió las manos de su hermano que sin pensárselo mucho le lanzaron al agua haciéndole gritar.


- ¡Ah!


Tomó asiento en la bañera, completamente empapado y furioso.


- ¡Eso fué muy cruel!


Milo se adentró poco después y le cogió por la cadera para sentarle sobre su regazo, de frente a él.


- Mamá compra ropa muy corriente - el muchacho.


- ¿Uh?


- Un poco de agua y se ve todo.


- ¿Qué?


Sotelo bajó la mirada a su pecho, la playera blanca ahora transparente permite la apreciación de sus pequeños y rosados botones.


- ¡Waah!


Su rostro adquirió un gran matiz de colores rojizos, muy brillantes por lo que intentó esconderlos pero Milo le cogió de las muñecas y aproximó el rostro para morder uno de ellos sobre la tela.


- ¡No!


- ¿No quieres? - divertido.


- No lo hagas tan... se un poco más delicado por favor... soy nuevo en esto.


- También yo y por lo mismo no dejaré que me des órdenes. Lo haré como me venga en gana.


- Puedes ser realmente idiota.


- Te lo dije. Aún hay muchos aspectos por descubrir en mi. Ni toda la vida alcanza para conocer por completo a una persona. Si deja de sorprenderte es porque ya no vale la pena.


- No entiendo.


- No es necesario.


Milo le retiró la prenda superior que lanzó lejos y que cayó produciendo un sonido similar al de un trapo húmedo y bastante pesado.


- Je je je fué muy ¡oah!


Los labios del adolescente hacen succión en el botón derecho, Sotelo lleva las manos al cabello de este, temblorosas, indecisas entre detenerle o pedir más. La lengua juguetea removiendole en cuanta posición se le ocurre, arriba, abajo, derecha, izquierda, lo unde y tira de él.


- H-hermano ungh duele un poco ah...


- Lo siento, supongo que me emocioné pero no esperaba que fueras tan delicioso.


- ¡Oh!


- Y para el caso tienes otro, ¿que no?


- ¿Uh?


Apenas le liberó se desplazó al izquierdo repitiendo el procedimiento pero con mucha más sutileza, casi, no es como que pudiera contenerse mucho de cualquier manera. El dulzor que la piel del niño impregna en sus papilas es por mucho lo más exquisito que en su vida ha tenido la fortuna de probar. Los quejidos y encantadores gemidos que emite su presa son también la mejor melodía que se haya compuesto jamás, y quien marca el ritmo y las notas de tan magnífico instrumento es él con el movimiento de sus labios, lengua y manos que ahora masajean y aprietan ese diminuto y casi inexistente trasero.


Las palmas de Sotelo tampoco permanecen en reposo, han pasado tímidas desde las hebras ajenas, por el cuello para finalmente posarse en el firme pectoral juvenil, tan varonil y fornido a pesar de haber una diferencia de solo cinco años entre ellos. La boca de Milo traza un sugerente camino de los botones que ahora deja en libertad hasta la clavícula y hombros, por el pecho de nueva cuenta, el abdomen y juega con el inocente ombligo buscando ir más al sur. Frunce el ceño.


- Estorba.


Hace referencia al pantalón que casi arranca poco después al igual que el resto de la ropa, las manos infantiles cubren avergonzadas su intimidad.


- ¿Quieres que la vea? - negó - Es necesario si nos vamos a divertir.


- Pero...


- ¿Qué tan malo puede ser?


Sotelo se empeñó en evitarlo pero Milo con gran maestría y mucha maña le tomó por las muñecas de nueva cuenta, tragó duro. La intimidad de su hermanito es mucho más hermosa y antojable de lo que imaginó en sus sueños más oscuros, porque vaya que ha fantaseado con poseerlo decenas de veces. Mordió el lóbulo con suavidad.


- Eres mío, sólo mío.


- Entonces también tú.


- Mocoso impertinente, es obvio.


- Mmm...


El cuerpo infantil vibra y se retuerce cuando el punto más sensible en su anatomía es consentido por Milo, los dígitos de este se desplazan como amo y señor del universo llevándole a preguntarse si es la primera vez que hace algo así.


- Ah ah mmm h-hermano uang...


- ¿Qué?


- ¿Has hecho el a-amor ah ahhh con anterioridad?


- Si.


En ese instante sintió su diminuto corazón partirse en miles de fragmentos.


- Ya veo.


- Siempre contigo pero es la primera vez en la realidad.


- ¡Oh!


- Y me fastidia que no ocurriera lo mismo contigo - sonrió de lado - pero dudo que después de hoy sea igual.


Sotelo cierra los ojos con muchísima fuerza, recarga el rostro en el hombro ajeno y sus manos se aferran como si no hubiese un mañana a la camisa, intenta recobrar la compostura pero es imposible, su corazón se acelera y la respiración se vuelve más pesada, las cosas le dan vueltas y un cosquilleo en el bajo vientre se expande como una onda eléctrica al resto de su ser. Se inquieta un poco al notar que su miembro cobra firmeza, jamás le había ocurrido.


- H-hermano...


- No te preocupes, es natural.


- ¿Enserio?


- Si. ¿Te gusta como te acaricio? - asintió sonrojado.


- ¿En qué piensas cuando lo hago?


- En lo mucho que mmm te quiero ah.


- ¿Qué tanto?


- Demasiado.


- ¿Por cuánto tiempo?


- Ah ungh kuh... para siempre. ¡Mmm!


El niño arqueó la espalda al no ver a su hermano en la superficie, este tiene enterrada la cabeza en el agua y le hace cosas extrañas, muy raras y agradables que no logra entender. Es como si algo hiciera succión en su intimidad, como si chupara haciéndole sentir caramelo, para finalmente dejar en libertad algo caliente que le hizo estremecer todito. Cayó rendido hacía atrás pero Milo alcanzó a cogerlo de la cintura para besarle.


- Ah aaa~ ¿mmm?


- ¿Es extraño?


- Muy dulce pero rico.


- Es tu sabor.


El infante ladeó la cabeza sin entender.


- Lo sabrás algún día.


Los dígitos del joven se deslizaron hasta la pequeña entrada, rozando con ternura en un inesperado intento de pedir permiso.


- ¿Q-qué haces?


- Ansío ser uno contigo.


- Oh.


- ¿Está bien?


- S-si, creo que si.


El índice fué el primero en abrir camino, provocando un poco de daño. Los azules ojos de Sotelo dejaron en libertad algunas lágrimas, las que fueron besadas y bebidas por Milo.


- Lamento si duele pero prometo que no será mucho tiempo, ¿confías en mi?


- Je je je a estas alturas más o menos.


- Es suficiente, por ahora - sonrió.


El anular y medio se sumaron poco después, los gemidos llenos de placer en el pequeño le hicieron conocedor de su estupendo desempeño. Fué entonces que retiró la mano y la llevó al miembro propio para así poder dirigirlo a la zona. Metió la punta esperando que Sotelo se acostumbrase, este pegó un brinco pero se dejó hacer. Pasados un par de minutos el mayor se hizo paso en la estrechez, invadiendole hasta el fondo, golpeando el punto de mayor gozo cada que tuvo la oportunidad. En un vaivén húmedo, caliente, lujurioso y lleno del más delicioso pecado incestuoso.


- Ah ah mmm ah ¡h-hermano! ¡Te amo!


- Yo también mi mocoso gritón. ¿Qué no te da vergüenza que puedan oirnos?


- ¡Ah pero eso fue... !


- Mi culpa, lo sé.


Besó su frente y volvió a envestirle, le fascina la expresión infantil, el placer, pena y deseo en un gesto, multifacético, adorable y muy tierno. Algunas estocadas más y se corrió en su interior.


- M-se siento raro... muy lleno, algo... - cerró las piernas temeroso.


- Tranquilo, siempre podemos hacerlo otra vez - sonrió coqueto.


- ¿Crees que mamá estará feliz de saber que te quiero mucho?


- Seguro, aunque dudo que estemos pensando lo mismo.


- Supongo.


- Será un secreto entre tu y yo. Si se entera podría volverse loca.


- ¿Te arrepientes de lo que hicimos?


- ¿Bromeas? - le tomó de la mano y besó - No pude pedir un amante más disponible.


- ¿Solo eso soy?


- Al menos hasta que cumpla la mayoría de edad. Me cambiaré el apellido.


- ¿Por qué?


- Para casarme contigo.


- ¿No es ilegal?


- ¿Y qué si lo fuera? Acabaré con todos los que se metan en mi camino.


- Je je je.


- ¿Qué es tan gracioso?


- Con la intención me basta, así que no lo hagas. Quédate a mi lado y sigue siendo mi hermano.


- Como quieras - se encogió de hombros.


- ¡Niños ya llegue!


Ambos palidecieron al escuchar la voz de su madre.


- Maldición - Milo - olvidé que hoy llegaba temprano.


- ¿Q-qué hacemos?


- Nah actúa natural.


- ¿Uh?


El mayor escapó rápidamente, dos minutos más tarde se abrió la puerta.


- Oh mi amor, aquí estás.


- H-hola mami.


- Vamos a comer, ¿se te antoja algo?


- ¡Un pastel de chocolate!


- Muy bien, iré a prepararlo.


- ¿Por qué tanto escándalo? - Milo que "recién llega" desde su habitación.


- Saludaba a Sotelo - sonrió la mujer - Los espero en el comedor.


- Si claro.


- Mami...


- ¿Si?


- C-creo que no me puedo levantar, me duele mucho el trasero.


- ¿Eh? ¿Por qué?


- Me resbalé hace rato y caí de sentón - se excusó.


- Se más cuidadoso bebé. Milo, ¿podrías ayudarlo?


- Claro - emitió en el más hipócrita tono amable.


El joven le extendió una toalla para que cubriera de la cintura para abajo, una vez el niño pasó los brazos por el cuello ajeno y la madre les dió la espalda Milo pellizcó un inocente botón. Apenas si el infante logró morderse los labios para no ponerse en evidencia.


- ¡Mamá se dará cuenta! - exclamó en un susurro junto al oído.


- Quizá quiera que se entere, me gusta jugar y vivir al borde del peligro. Como sea, la decisión no está en ti.


- Eres horrible - molesto.


- ¿De verdad?


- Si, mucho pero... igual te amo.


- Je je je si me voy al infierno, no lo haré solo. Me pregunto qué tanto te puedo corromper.


- O yo salvar.


- Así que quieres competir, ¿eh?


«- Algún día notarás que hoy me venciste pero mientras lo haces mocoso, me aprovecharé al máximo. Creo que el fin de semana mama irá a un simposio, dos días enteros y lo mejor de todo solos. Aún hay muchas cosas que te quiero hacer ja ja ja.»

Notas finales:

Bueno, pequeño y tarde pero ahí está un lemon shota :3. Aunque no muy detallado por la clasificación je je je. Hasta otra compañeros de vicio! Gracias por leer!


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