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Por esta vez por Ramz

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Notas del capitulo:

Sean bienvenidos nuevamente y disfruten de la angustiosa sección de la categoría drama. Son libres de corregir o comentar. 'ω' 




PD: No me odien.  

¿Dejaría que su ciega furia vislumbrará la aversión a su cordial alma? En absoluto. Al contrario de sus peores miedos, recibió con toda la dulzura posible que su cuerpo pudiese recibir, un beso de grato sabor. ¿Por qué? Sería su pregunta a decir, más al querer pronunciarlo, fue el oportuno momento para profundizar el contacto. Esta vez permitió fluir el fervor candente a merced del frenesí arrebatamiento de Ilias; irresistible y embriagador acto ocultaba la inhóspita incertidumbre del motivo.  

Modulaba con fuerza y estima el acostumbrado articular; donde ambas lenguas jugueteaban en irregulares fricciones. Una sobre la otra. En contraste con otros lúcidos momentos, esta vez era completamente real apreciándose engañoso. Y en la obsoleta ausencia del remordimiento, desnudó ligeramente la zona inferior del torso del menor; dirigiendo con ambas manos, la acogedora caricia hacia su pecho. 

Con movimiento más adecuados retiró las prendas que vestía y tímidamente comenzó por masajear en ligeros toques sus pezones. Había soltado suaves respingos en cada roce de delicia que lubricaba de arriba hacia abajo con la lengua del mayor, y la húmeda imagen de Sísifo en pleno éxtasis le causaba maravilla y grácil deleite al otro. Continuó con la labor dirigiendo su entera atención a su boca; discretamente se abrió paso con la lengua y relamió exterior e interior de su cavidad. Un dulce sabor dominó pronto sus papilas y contempló en efímeros segundos a Sísifo. Es y será el fruto del esplendor de un verdadero arquero, cuya pose deliciosa le despertaba la más inspirativa imagen de pasión. 

No satisfecho, las manos que apenas comenzaban a masajear los pezones del sagitariano no se reprimieron a disfrutar del afable desliz que su cuerpo pudiese representar. Pocos segundos después, nítidos gemidos inundaban el ambiente en cada provocativo avance hacia la cavidad del menor, la cual iba formando una expansión versátil; y aunque insoportable dolor surgía y se extendiera sobre su vientre, Ilias cauto de la gentileza, pausaba sobre la entrada hasta que ese mismo dolor fuera nuevamente placer. El menor con la cabeza escondida entre sus brazos, no contuvo un último gemido cuando los dedos del mayor llegaron a tocar extrema zona placentera. Pronto sus extremidades temblaron y los quejidos intensificaron su tono una vez más. 

Se detuvieron ante el momento de regocijo; las cariñosas manos del menor se enmarañaron sobre el cabello del otro y pronto, se deslizó sobre su espalda, acariciándola. Teniendo el tiempo suficiente para dedicarse ambos una sosegada mirada; sabrían que lo que sucediera después ya no podría volver a ser como antes. No importó.  

Capturó a Sísifo por la cadera y estrechó la distancia entre ellos, colocando ambas piernas a cada lado de su cintura. El menor, empedernido bajo el placer, lucía un aspecto agotado y en tintes excitantes; el sonrojo se apoderaba de su rostro, la coqueta hinchazón volvía a sus labios en manjares apetecibles, admirados entreabiertos, y el doloroso placer oprimía sus ojos en entrecerradas aberturas. 

- ¿Estás seguro Sísifo? ¿Es este tu deseo? - Pronunció con acentuada voz ronca y en seguida, el menor asintió levemente. Ilias se acercó, robándole un fragante beso dentro de un lento lapso de tiempo e hizo un rápido intercambio de dedos a miembro quien, sonrojado, fue introduciéndose con sumo cuidado. Un imprevisto gemido brotó de sus labios mientras que fue recorriendo con la palma la sien del leonino, envuelta en gotas de sudor. Se fue estremeciendo con el falso brillo o fresco destello de su silueta, y con ansiado goce, limitó a mover sus caderas en signo de disposición.  

Lentamente el vaivén fue consumido en duros lapsos dinámicos y en otros, lentos. En cada embestida acariciaban sus trémulos labios en caricias y ligeros suspiros. Enternecido por la misericordiosa o errada admiración, yacía sepultado en el impetuoso arrebato del erotismo. Se hallaba al borde del disfrute, cuando en entero consuelo, los movimientos retornaban con rapidez, clamando a flor de la bravura y el ardor de su pasión la raíz de su culminante deleite, un orgasmo de ambos. 

 

Sobre el crespúsculo, le arropó con una gruesa manta al concluir tan ardiente encuentro y fatigado, le dedicó un abrazo aprobatorio para abrigar la calidez ausente de su ser; cuyo yugo se complace solamente con el pesar del ceñido vínculo de dos vidas. Ambos entrelazados sobre la cama, el cansancio no tardó en manifestar un febril sopor. Ilias observaba como el sueño derretía al menor y con ternura, el mayor acarició la tersa mejilla de Sísifo al verlo descansar con tanta placidez sobre su torso.  

Su dulce apego fue el causante de recobrar las significativas pasiones e idolatrías por el que, en días lejanos su helado corazón dejó de latir una vívida gracia y palpitaba por y para las sufridas penas añejas. La pronunciada nostalgia reanimaba el recuerdo de su primer encuentro que bautizó el inicio de su lazo fraternal; eran solo rostros desconocidos, el uno para el otro. No obstante, de ninguna forma afligía el soñador optimismo de Sísifo, expresadas en muecas y gestos transparentes que inspiraban tan singulares emociones: amor y ternura.  

Conmovido por la sorpresa del gesto, en aquel instante, le abrazó antes de tan siquiera, susurrar su nombre. Era todo lo que desearía proteger y en contraste con el presente, ya no podría más. 

  

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Sus ojos probaron la torrencial luz que, filtrada, despertaba el nulo e imperceptible interés por levantarse. Momentos más tarde, obligado despabiló al sentir su lado contrario vacío. Entre amanecer en los adorados brazos sobre la condecorada silueta griega y la sencilla pero agradable risa que definirían sus mañanas como buenas, era esto un gélido despertar. No quedaban vestigios ni huella alguna de su presencia. Su pensamiento concretó que su ausencia fue causada por un banal asunto y que retornaría con prontitud a su lado, más no calmaba su naturaleza latente de duda. Observando a su alrededor encontró una nota con un imperceptible entintado carmesí y la abrió con extremas ansias. << Patriarca, es hora. Me marcho. -Ilias. >> 

Ascendió escalones arriba cuyo dueño de su objeto fuese el salón patriarcal. El maestre Sage ilustraba presente el lugar junto con la mística figura de Degel al lado, quien, perturbado al ver su estado cerró sus libros de estudio.  

- ¿Qué sucede Sísifo? - Aclamó al instante de ceder su atención al angustioso sagitariano. Se arrodilló cortésmente antes de responder 

-Patriarca le ruego disculpas por tan desagradable interrupción, sin embargo, quiero clarificar la soberana duda de mi mente - Le antecedió una carta ceñida en un par de pliegues y cursiva letrada etérea de tinta que marcado contenido clamaba. La desilusión marcó las fauces del maestre y con penosa lástima le dijo 

-Sísifo, tu hermano estaba en su lecho de muerte. 

 

Notas finales:

A aquellas personas que sobrevivieron hasta el final de la historia, significa mucho para mí sus lecturas y comentarios; me motivan a no dejar atrás los fanfics - a pesar que la universidad absorbe la mayor parte de mi tiempo - e intentar expandirlo a nuevos horizontes. 
Aún siento que el final no le hace justicia a esta bella pareja pero de todas formas, vuelvo a agradecer a quienes depositaron su valioso tiempo a leer este relato. 


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