Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

My Protege por Beitha KangChoi

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

6° Libre


Cuando trajeron algo de comida para ambos hombres, Kellan le proporcionó casi la mayor parte de lo suyo al menor quien se le quedó viendo por un momento y después devolvió lo que le había dado eso.


–Parece que estamos jugando con la comida, eso no se hace. Anda, come tu parte, quien lo necesita más eres tú. – El rubio no se pudo negar ante su protegido y solo aceptó lo que dijo comenzando a comer, pero su mirada se posó por sus heridas las cuales ya comenzaban a verse mejor, aun faltaría un tiempo para que éstas ya no estuvieran tan moradas ni hinchadas.


El chico que estaba frente de si comía sin ningún problema, e incluso se dio un momento para poder degustar de la misma aunque a éstas alturas ya sentían ese sabor insípido que tenía.


Su mirada descendió hasta el anillo que colgaba en su desnudo pecho, Seth no quería utilizar la misma ropa ensangrentada, tenía una sensación extraña. Aunque la mayoría no era su sangre.


–Si lo quieres de vuelta solo tienes que decirlo, no mirarme tanto. – Seth se alejó un poco de la mesa y pronto se quitó el collar con el anillo, lo vio por un momento y soltó un suspiro dándole una suave caricia sobre el reluciente objeto y pronto se lo tendió a su protector. –Aunque es tuyo después de todo. –


Kellan se quedó con la comida a medio camino y dejó el cubierto viendo su anillo de casado balancearse.


–Primero lo llevó la persona que más amaba, ahora lo llevará alguien a quien tengo que cuidar y a quien aprecio mucho. –


Qué raro. Esas palabras dolieron más de lo que el menor se lo hubiera pensado. “Apreciar mucho” no era igual a “amar”. No podía hacerse falsas ilusiones, no ahora que estaban a un paso de salir de aquel lugar. Tenía que reprimir todo lo que sentía. –Tiene que llevarlo la persona a quien amas, en éste caso, te lo doy a ti entonces. –


Todo había salido sin que su cerebro lo procesara y solo pudo dejar el anillo en medio de ambos y volvió a comer sin tener apetito o ganas para masticar. Desvió totalmente la mirada.


Kellan por su parte soltó un suspiro nuevamente sin saber que hacer o decir, el ambiente se había vuelto muy incomodo y con una clara tensión de por medio.


–Olvídalo, salió de mi sin que yo me diera cuenta o si quiera pudiera procesarlo. –


–Seth… –


–Por favor, me siento muy avergonzado ahora, no digas más sobre el tema o realmente cavaré un agujero y meteré mi cabeza ahí. – Seth no pudo verle en ningún momento a la cara por lo que se quedó viendo su plato. Su mano apretó más el cubierto mientras se reprendía en su cabeza por ser tan tonto al decir aquello.


–No creo que se pueda, es muro sólido. – Kellan intentó bromear con el menor para que el ambiente no estuviera tan tenso pero no lo logró, o por lo menos por como permanecía el lugar le daba esa impresión. –Sabes que tenemos que hablar bien del tema, y quizás sea éste el momento adecuado para hacerlo. –


–Pero yo no quiero, todo esto fue un error y ya. Me disculpé, pedí que lo olvidaras pero no lo haces, ¿Por qué? ¿Por qué lo haces más difícil para mí? Si logramos salir de aquí prometo que buscaré terapia y éste…. Síndrome de Estocolmo mal dirigido se irá, no volverá más. Tú volverás a tu vida y yo a la mía. –


­–Con Alec. –


Seth quedó callado mientras sus dedos tocaban en exceso el cubierto en su diestra, quizás en todo el tiempo que había estado encerrado en ese lugar, solo pudo tener una plática sobre Alec tres o cuatro veces.


–Sé que eres gay y que Alec es más que solo un conocido o un amigo muy cercano. Cuando hablabas de él tu voz cambió. –


– ¿Y qué con eso?–


–Que me besaste a mí y no a tu novio. – Seth elevó la cabeza y le vio a los ojos frunciendo el ceño por lo irracional de la conversación, se habían ido de un extremo al otro.


–Esta conversación no tiene ni pies ni cabeza. –


–Pero es la verdad. –


– ¡Bien! Fue mi error y ya me disculpé, le falté el respeto a Alec al besarme contigo, llámalo infidelidad o lo que quieras. ¿Ya estás feliz? ¿Es lo que querías escuchar?–


Seth solo quería cerrar ese tema y por el silencio del mayor, parecía que habían llegado a un punto en el cual hablar estaba de más.


El pelinegro volvió a comer sin ganas pero era mejor a no tener nada en el estómago.


– ¿Sigues con él? O ¿antes de escapar terminaron?–


Seth dejó la cuchara con fuerza en el plato creando un sonido seco mientras miraba al mayor a los ojos. Se sentía incomodo con el tema pero al parecer iban a continuar hasta no acabar con eso.


–Eso no tiene por qué importarte, es mi vida, da igual si sigo siendo su novio o terminé con él. ¿O acaso eres de esos que les excita saberlo? ¿Acaso estás celándome o algo?–


–Es para que tu conciencia no esté mal contigo mismo al haberme besado. –


–Tampoco es que haya sido la gran cosa el besarte. – Seth sintió la mirada de su protector sobre sí mismo al escuchar aquella oración, quizás si no le daba tanta importancia a lo que el mayor seguía sacando a relucir éste se calmaría. –Con Alec hemos hecho eso y más, ya sabes, cuando uno es… joven, las hormonas salen a flote. –


Kellan permaneció viéndole sin mostrar atisbos de querer hablar. Seth continuó, a su parecer, bajarle el ego al rubio.


–Un beso no es nada. Un beso con lengua o quizás un Black kiss esos si son para recordar. Incluso esto queda en el olvido cuando tuvimos sexo por primera vez, fue asombroso, cada una de las posiciones y lugares donde cogimos… – Seth mostró una sonrisa de autosuficiencia mientras se incorporaba de la silla y le dio la espalda para continuar hablando. –El besarte a ti, en comparación de a Alec, la comparación es abismal. Alec… ¡Agh!– Seth terminó sobre la cama con el rostro sobre la sabana mientras Kellan presionaba su cuello por detrás inmovilizándolo lo mejor que podía.


Intentó zafarse pero el tener más de cien kilos de puro musculo encima era difícil.


– ¡Suéltame! ¡¿Qué rayos te ocurre?!–


–Me gustaba más el chico callado y que anhelaba a su familia. No a este mocoso malcriado que me habla de cuantas veces ha cogido con su patético novio. –


– ¡Pues este soy yo! Quien tiene un novio y que cuando salga de aquí lo primero que hará será coger con él para olvidar el infierno que vivió aquí al lado de alguien que si llegó a gustarle pero que le aclaró bien las cosas después. –


– ¿Tanto te dolió que te dijera eso?–


– ¡LO MISMO DIGO!– Seth continuó moviéndose para salir de aquella posición.


Seth sabía bien que nunca había llegado tan lejos con Alec, fue su novio, por supuesto, pero nunca pasaron de besos y quizás un par de caricias, el chico lo cuidaba mucho y siempre le apoyaba.


Con Alec siempre fue muy tierno.


Pero lo que sintió con Kellan fue más intenso y de cierta forma le asustó el querer ir más allá sabiendo que el hombre no era gay y que probablemente aun añoraba a su difunta esposa.


E incluso si decidiera tener algo estando ahí dentro, al salir sería muy difícil.


Pronto sintió peso solo en una parte de su cuerpo y el agarre en su cuello se deshizo teniendo una suave respiración a cambio.


–El anillo es tuyo, no agrandes algo que es un asunto pequeño. – Seth habló viendo hacia la fría y dura pared que estaba en su campo de visión.


–Solo si no vuelves a hablar así, lo acepto. – Seth emitió una pequeña sonrisa y giró la cabeza viendo al mayor cerca de él, demasiado cerca. Casi podía tocar sus labios, no quería volver a caer en el mismo error pero ni si quiera sabía si algún día saldría de ese lugar, así que solo le quedó arriesgarse, si iba a morir en ese agujero, entonces se iría al infierno con el recuerdo que hizo lo que quiso antes de morir.


–Al diablo. – Seth se colocó sobre  el rubio y le besó sin querer separarse y para su gusto, este le correspondió, teniendo sus labios en un constante choque de ambos belfos, junto con uno sonido algo obsceno. Las manos de Kellan fueron a parar en su cintura mientras se terminaba sentando para poder besar mejor al menor quien no dejaba de internar su lengua para sentirla cerca a la de su protector.


El cuello del luchador se vio envuelto por los brazos de quien hace unas pocas horas había matado un hombre.


Los dedos de éste se internaron en el cabello rubio de su nuca y los jaló débilmente.


Importaron poco los golpes y cortes que ambos tenían, ese momento era para dejarse llevar y olvidar que allá afuera había una sociedad que podría castigar  ambos por lo que estaban haciendo. Lo bueno era que en el agujero donde estaban, las reglas de la sociedad no estaban habilitadas.


La necesidad de querer respirar se hizo presente logrando separar a la pareja que jadeaba por lo vital en el ser humano.


–Me iré al infierno sabiendo que hice lo que mi mente pedía. –


– ¿Crees en Dios?–


–Dicen las malas lenguas que Dios odia a chicos como yo. Seguro tengo un lugar apartado allá abajo. –


–Entonces seremos compañeros de habitación. – Seth comenzó a reír junto con su compañero de celda por lo ocurrente que había sonado eso.


Alargó el brazo lo suficiente para poder coger el anillo que estaba sobre la mesa de metal y la colgó en el cuello de éste dándole un beso en los labios a la par.


–Por éste momento… solo por lo que reste hasta que pelees con ese tipo, dejémonos llevar por lo que sintamos, si yo muero, entonces quiero que ésta sea mi última voluntad. Quiero solo mandar al carajo todo, por favor. –


El paramédico solo le quedó asentir con la cabeza con una sonrisa de lado mientras era él quien iniciaba un beso lleno de sentimientos que el menor siempre había querido sentir por parte del rubio.


Por un par de horas todo fueron caricias y besos como si ambos fueran amantes de toda una vida. Como si llevaran una relación tan estable. Sus cuerpos hablaban en ese momento, y eran totalmente compatibles.


Sus manos se cruzaron y quedaron unidas mientras volvía a una nueva sesión de besos y caricias, no cruzando una línea que había pintado Seth al admitir que nunca había tenido relaciones sexuales con Alec pero que el Verdugo le había violado y aun no se sentía listo para pasar por lo mismo una vez más. No era lo mismo, lo sabía, pero su cuerpo y mente podrían estropear todo.


Kellan lo respetó.


Tenían todo el momento posible hasta que la pelea llegara y su burbuja se rompiera.


***


En algún punto de aquellos besos y frases cortas, ambos quedaron profundamente dormidos, sin pensarlo, pero alguien no había podido dormir durante toda la noche, al parecer.


Victoria había visto cada uno de los movimientos que ambos habían hecho, cada uno de aquellos besos y caricias, esas sonrisas casi cómplices que soltaban como si fueran una pareja de toda la vida.


A pesar de que habían culminado casi tres botellas de un fino y caro vino, aun deseaba beber más y por ello terminó destapado la cuarta botella pero esta vez bebiendo directo desde el contenedor.


–A pesar de que yo escogí tu última llamada, mi querido Kellan, tu escoges a ese niño en lugar de a mí. Quizás hubiera dolido menos si te hubieras acostado con alguna de las prostitutas, aunque… igual dolía al verte con esa perra rubia. – Victoria sentía el corazón roto por lo que veía, hasta esa noche donde le tocó casi coger con el guapo rubio, sintió ese nerviosismo y cierto sentimiento desconocido y enterrado hace varios años atrás.


Amor.


Lo quería para ella, quizás con un tiempo en ese infierno, ambos podrían haberse hecho compañía y pronto enamorarse, de convertirse en un protector, hubiera pasado a ser parte del negocio.


Victoria hubiera hecho todo por ese rubio que ahora besaba y acariciaba la cadera de Seth en la pantalla.


Pasó una gran cantidad de vino frunciendo el rostro por lo fuerte que se estaba tornando, quizás estaba más añejo que los tres primero que había probado.


Paso varias horas viendo la interacción entre ambos y los mismos comenzaron a quedarse dormidos en medio de un abrazo.


Haciendo algunos movimientos sobre una pantalla táctil pudo contactar con Demetri quien a través de una cámara mostraba como estaba teniendo sexo con algunas de las prostitutas que Aro trajo para Kellan, solo escuchaba gemidos casi fingidos por parte de aquella mujer y al parecer unos genuinos del Verdugo.


–Quiero hablar contigo. –Mencionó Victoria.


–H-habla… ¡Rayos! ¡Aa-ah!– La pelirroja rodó los ojos por el comportamiento de su socio.


–No pienso hablarte viéndote como te coges a esa perra. Solo diré que tiene que ver con MI hombre y tu juguete. Créeme. Te conviene. –Victoria dio un nuevo trago al vino de aquella botella y pronto finalizó el enlace.


–Que imbécil. – salió un murmullo de su parte antes de darle un segundo sorbo a aquella botella y pronto dejarlo a un lado mientras se quitaba aquel vestido negro que se ceñía a su esbelta figura, lo dejó caer hasta llegar al suelo y en su lugar solo utilizó una bata de seda gris la cual anudó sin mucho esfuerzo y se sentó en su sillón aun bebiendo de aquella botella.


Quería a Kellan para sí misma, y si debía de aliarse con el bastardo que le ha jurado muerte, entonces quizás sea un contrato peligroso para el rubio y ella.


Pero la gente hace cosas estúpidas por amor.


Y ella estaba demasiado enamorada del paramédico.


–A la mierda con todo. – Nuevamente por la pantalla gigante en su habitación observaba a ambos, protector y protegido abrazados como una maldita pareja de recién casados.


Conforme el tiempo pasaba, se dio cuenta que Demetri no aparecía en su habitación por lo que solo esperaría unos cinco minutos más o tendría que ejecutar su plan ella sola.


La pelirroja abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó aquella foto que estaba en la billetera del rubio la primera vez que lo vio, era en realidad una copia de la original pero la tenía solo como un recordatorio de todo y nada.


Era la esposa de Kellan con un vientre de embarazo.


Victoria observó cada uno de los rasgos de la mujer y no le quedó más que sonreír con sorna.


¿Cómo pudo tener a Kellan primero? No podía negar que esa mujer era hermosa y con ojos preciosos.


–Ahora será mío, Rosalie. Prometo cuidarlo bien y quizás… con el tiempo… le dé lo que tú no pudiste. Haré que se olvide de ti y en su mente y corazón solo esté yo. – La puerta de su habitación entró de golpe mostrando a un Demetri a medio vestir sin camiseta en el torso y subiendo el cierre de su pantalón sin mucha preocupación.


La puerta de la habitación de la mujer se cerró tras el ingreso del Verdugo, pronto arrugó la fotografía que tenía en su mano y con fuerza tirándolo al tacho de basura sin llegar a hacerlo ingresar como hubiera deseado, quizás a causa de todo el alcohol en su sistema hasta el momento


–Espero que sea importante. –


–Mucho más que los falsos gemidos de la perra esa. ¿En serio pensabas que la hacías ver las estrellas?– La mujer se comenzó a reír por lo gracioso que le habían resultado sus propias palabras en contra de su socio.


–Jódete. –


–Cuando me aburro lo hago. – Victoria vio directo a los ojos de Demetri y se incorporó de su silla un tanto tambaleante pero logrando quedar erguida en unos segundos.


–Habla de una vez. – Ella le mostró la pantalla donde habían grabaciones de ambos muchachos besándose y abrazándose. El verdugo por su parte arrugó el entrecejo viendo tal imagen mientras su mandíbula se tensaba.


No le gustaba compartir sus juguetes.


Y ese mocoso era suyo.


–Interesante, ¿no lo crees? –


–Si solo me llamaste para restregármelo, me largo. –


–No es solo por eso. Te quiero proponer un trato. – La mujer se acercó hacia quien era más alto y le ofreció una copa de vino, éste lo cogió viéndola aun con el ceño fruncido.


–Habla. –


–Tú quieres a Seth para ti. Yo quiero a Kellan. En esta última pelea, no lo mates, déjalo inconsciente, sangrando, para que todos piensen que si cumpliste con tu trabajo. A cambio, yo te entrego a Seth, sedado y a tu merced para que hagas lo que quieras con él, si rompes el trato, lo asesino y Aro será quien se encargue de ti. –


El hombre había escuchado cada palabra de su socia y su ceño fruncido desapareció mientras pensaba mas sobre lo que le ofrecía.


– ¿Y cuando el imbécil despierte y no vea a su protegido, qué?– La pelirroja bebió un gran sorbo del vino de la botella y pronto se dispuso a responder su pregunta con algo simple.


–Le diré que murió. Y si Seth responde, le dirás lo mismo. No hará más preguntas por que sabe lo que pasaría desde un inicio si Kellan fallecía. –


–Un plan muy idiota. – La pelirroja lo fue llevando hasta su sillón donde sentó al Verdugo. – ¿Qué ocurre si ambos se ven las caras tiempo después aquí?–


–Dudo que seas tan imbécil como para dejarlo escapar. Por mi parte, cogeré todo lo que he ganado en años y me iré del negocio por un tiempo, lo tengo que alejar de este lugar y cuando logre sobrellevar lo que pasó aquí, volveré aquí con un nuevo Kellan. Si logramos lavarle el cerebro para que cuide de alguien a muerte, podré lavarle el cerebro para que sea uno de nosotros. –


–Estás loca. –


–No más que tú con ese chico. – la mujer se sentó en los muslos del asesino de hombres viéndole a los ojos mientras daba un nuevo sorbo y último de aquella botella. – ¿Aceptas el trato?–


Demetri frunció el ceño mientras una sonrisa la reemplazaba. Quizás con esto ambos salían ganando más de lo que deseaban.


–Hecho. – Victoria mostró una sonrisa de gozo y se incorporó tirando la botella, haciendo que se estrellara sobre el piso, deshizo el pobre nudo de su bata y la dejó caer, viéndose desnuda frente a su socio.


–Cerremos bien el trato. – la hermosa pelirroja se montó sobre el hombre mientras comenzaban con un fogoso beso sin embargo su mirada fue hasta la pantalla en tiempo real, donde veía a ambos hombres abrazados y al parecer susurrándose cosas al oído.


Disfruta hoy, mi amor, mañana serás solo mío.


***


Kellan abrió los ojos al notar que las luces estaban encendidas en toda su potencia, anunciando que era un nuevo día, y quizás uno de los más importantes.


Sin embargo, su mente fue por otro rumbo, pensando en la persona que ahora se refugiaba en sus brazos en aquel momento. Seth tenía la cabeza recostada en uno de los brazos del rubio, era sorprendente como era el menor durmiendo tranquilamente y sin pesadillas que lo atormenten como usualmente pasaba.


Recordó las palabras que el menor le había mencionado el día anterior; su última voluntad al parecer.


Aunque el rubio no tuvo la oportunidad de decir algo, él aceptó.


No sabía lo que iba a suceder en ese tiempo que le tocaría pelear, pero sin duda el Verdugo jugaría sucio para poder ganar.


Con la extremidad que tenía libre, logró llevarla hasta el rostro del menor, llevando ese cabello rebelde hacia un lado de forma suave para no despertarlo; sonrió al ver que ésta ya estaba larga.


Recién podía tener a ese muchacho de forma más cercana e intima, y Kellan observó cada uno de los rasgos del mismo, desde aquel cabello largo, hasta un mentón perfilado y con una mandíbula nada tosca, por el contrario le resultaba muy atractivo.


Estaba en ese limbo de un joven adulto y un adolescente.


Era encantador.


Sus pestañas eran largas y los golpes que ahora se notaban más no lograban opacar aquel atractivo del muchacho.


O por lo menos para Kellan era así.


Observó como su ceño se fruncía para pronto entreabrir sus ojos, aquellos ojos rasgados que por un momento sintió su corazón palpitar con mucha más fuerza, sintiéndolo en la garganta.


No había tenido una reacción antes como esa.


Los desorbitados ojos de un recién levantado Seth se enfocaron en un rostro masculino y con algo de vello facial.


Kellan soltó un suspiro haciendo que Seth sonriera volviendo a cerrar los ojos, al parecer le había causado ciertas cosquillas.


–Dentro de poco seguro entraran con el disfraz del día. – Le vio negar con la cabeza y enterrarse aun mas en su pecho y él no pudo más que abrazarlo con fuerza.


En pocos minutos entre algunas palabras y miradas por parte de ambos, Kellan no hizo más acercarse a sus labios a besarlos suavemente, comenzado un beso por su cuenta, sin que preocupación o cargo de conciencia se sintiera en él.


Lo hizo porque quería.


No había más que eso.


Quería besar a Seth.


Pese a heridas en sus labios, no impidió disfrutar de aquel beso.


Sus grandes manos bajaron por la espalda del mismo acercándolo y acercándose mejor, sintiendo un tipo de calor humano que no lo había acompañado hacía mucho.


Ese tipo de calor humano que se sentía al abrazar a alguien importante en tu vida, ese calor proveniente de tener en tu cada a la persona correcta, de tener en tu día a día a alguien especial que logra emitir ese calor único que te puede hacer feliz.


Los besos fueron tiernos y solo buscaron disfrutar el uno del otro en medio de suaves caricias.


–Tengo sentimientos encontrados para hoy. –


Seth interrumpió el hilo del momento con su comentario, logrando que ambos se separaran pero sin dejar aquel abrazo de por medio.


–No tienes por qué tener miedo, Seth. –


–No es eso. – Kellan frunció el ceño al no comprender. –Quiero salir de aquí, realmente quiero hacerlo, pero si eso conlleva el ya no estar cerca, como ahora, no importaría si me quedo aquí si es contigo. –


Un nuevo suspiro salió del protector.


En solo unas horas el cambio en él le comenzaba a asombrar, nunca había pensado el besar un chico, ¡Él era heterosexual! Ni en algún tipo de juego dentro de la fraternidad de la universidad lo hubiera pensando.


Pero aquí estaba. Besando y acariciando a un chico menor que él y lo estaba disfrutando, no le repugnaba ni le ponía incómodo.


Su mente estaba hecha un lío.


Y sus sentimientos estaban desatados.


–Que hoy pase lo que tenga que pasar. Estando dentro o fuera prometo cuidarte siempre, como lo he hecho hasta ahora. –


–No. Las cosas cambiaran, lo sé. Allá afuera, eres paramédico, tienes una profesión, familiares y amigos. Allá afuera no te gusta alguien como yo, allá afuera guardas luto por tu esposa e hijo. Fue por eso que te dije mi último deseo. Si salimos, nunca más nos volveremos a ver. –


Un extraño sabor se sintió en el momento, Kellan frunció el ceño mientras desviaba la mirada pensando en sus palabras.


Palabras tan ciertas y dolorosas.


Seth era un joven maduro que conocía bien lo que pasaría si viven o mueren.


No podría engañarlo fácilmente.


No tenía 13 años.


–Tendré que buscar la forma de verme contigo entonces. Si él está en tus sueños, prometo aparecer y matarlo. –


–Que reconfortante. – añadió de forma sarcástica.


– ¿No te gusta mi idea?–


Seth dudó por un instante pero terminó respondiendo. Siendo sincero. – Quizás algo más… cursi o romántico se hubiera escuchado mejor.–


Una sonrisa apareció en ambos rostros pero se terminó extinguiendo al escuchar como aquella pesada puerta de metal era empujada para abrirse en su totalidad, entrando un total de tres guardias armados y protegidos; solo uno de ellos se acercó hasta el dúo de enamorados y extendió un brazo para que recogiera un paquete envuelto; seguro ahí tendrían el disfraz del día, pensó Kellan mientras se sentaba en la cama y daba la espalda a Seth, sin embargo el guardia al notar esa acción, no hizo más que girar los ojos en dirección del cuerpo que estaba aun recostado en la cama.


Kellan frunció el ceño ante aquello y en aquel descuido fue lo suficientemente rápido para coger el arma del guardia y posar la punta del mismo en medio de los ojos del hombre quien se mostraba asustado pero los otros guardias de forma inmediata reaccionaron apuntando al fuerte rubio.


–No lo mires mucho. – Seth apareció por encima del hombro de su protector, donde posó su mejilla y su mano recorrió todo el brazo desnudo y fuerte viendo a los ojos del guardia. Una vez llegó hasta su antebrazo, Seth dio un sutil beso en el cuello del rubio.


Los demás guardias solo esperaban un solo movimiento para disparar, aunque eso les costaría la vida ya que hoy era el gran día para todos. Sus ganancias iban a subir al tope si la pelea era larga y obviamente Death Dealer salía victorioso.


–Tranquilo. Bájala. – Murmuró lo suficientemente alto para que todos pudieran oír y que no se levantara una balacera donde había una posibilidad de que ambos quedaran peor que una coladera.


Kellan aun sin dejar de fruncir el ceño, sintió algo de presión en su brazo y fue bajando lentamente la extremidad mientras sus ojos seguían enfocados y había solo parpadeado un par de veces.


–Así, muy bien. – Todos bajaron sus armas y esperaron a que el rubio se la regresara pero Kellan aun seguía testarudo. –Sé un buen protector y obedece, Death Dealer, dale el arma. Nada de disparos. –


Algo primitivo en Kellan salió y solo comenzó a hacer lo que su amante mencionaba, terminó tirando el arma a los pies de los otros dos soltados y en medio de medidas de seguridad los tres se fueron.


La respiración de Kellan se mantenía irregular hasta que sintió una pequeña risa en su hombro, giró lo más que pudo para ver de qué se trataba el chiste.


– ¿Qué es lo gracioso?–


– ¿Celos? ¿Es enserio, Doctor?– Había cierto gusto a burla en el ambiente por parte de quien llevaba un anillo colgando de su cuello. Kellan le vio recostarse en la cama con los brazos por encima de su cabeza viendo el techo de la habitación.


–Digamos que sí. ¿Cuál vendría a ser el problema?– El rubio se mantuvo sentado viéndole y esperando por una respuesta. Claro que estaba celoso, no iba a negarlo, era un adulto, no podría ocultar tanto un sentir que le comenzaba a asfixiar.


–Es un estúpido guardia. Solo me vio porque tú lo incitaste a ver. –


– ¿Entonces todo es mi culpa?–


–Sí. La curiosidad es innata en nosotros. Tu actuar le pareció curioso. Ya sabes, cuando alguien te dice que no hagas algo, tu igual lo haces para saber porqué te dijeron que no lo hicieras. –


– ¿Y de donde salió Seth Intelectual?–


–Despertó. –


– ¿Entonces no tengo que estar celoso de que el hijo de puta ese te viera?–


–Sigues celoso. Y no, no deberías. Estoy contigo en esta cama, ¿o acaso estoy con él? ¿A quién estoy besando?– Kellan negó con la cabeza con una sonrisa por lo maduro que resultó su protegido. El rubio se colocó sobre el pelinegro, estando más que cerca al colocarse en medio de sus piernas mientras sus brazos sujetaban las muñecas de quien debería de proteger.


Se le quedó viendo por unos segundos y no hizo más que besarle, haciendo que los músculos de su espalda se marcaran y se movieran de forma tan sensual que Seth solo le quedó imaginarlo al no poder tocarlos.


Seth se separó del rubio al sentir que el oxigeno le era necesario. –Te tomas muy enserio mi último deseo. –


–Eso es porque aun no te digo el mío. –


– ¿Y cuál es?–


–Prometo decírtelo cuando la pelea se termine. Quizás no nos libremos de éste lugar, pero prometo que si lo haremos del maldito verdugo. – Seth sonrió y fue nuevamente a darle un beso en los labios mientras sus extremidades inferiores se envolvieron entorno a la cintura del rubio con intensidad.


***


Cuando ambos estaban listos para ir rumbo a la arena como ya la habían denominado tras varias peleas, aquella gigantesca puerta de metal se abrió sorprendiendo a Kellan y Seth quienes estaban sentados en la simple mesa de metal anclada al piso de cemento.


Aro entró por la misma junto a seis guardias, el rubio de inmediato se incorporó colocándose frente a Seth quien se intimidó de inmediato al ver a Aro frente a ambos, pese a que no le gustaría admitirlo, aquel lúgubre hombre había intentado razonar varias veces con Demetri para que no le hiciera más daño. Parecía un hombre un poco cuerdo.


Como ya dijo, no iba a admitirlo.


–Bueno, bueno, bueno, su majestad en persona. – mencionó con sorna el fortachón mientras una sonrisa ladina se colocaba en su rostro. – ¿A qué debo el extremo placer de ésta visita sorpresa?–


–Primero, – Aro elevó el dedo índice y continuó hablando. –relájate, toma asiento, no pienso hacer nada, ellos solo son mi seguridad, siempre van conmigo. – el rubio accedió y tomó asiento al lado de Seth quien no había movido ni un solo musculo o pronunciado palabra.


El de cabello largo agradeció la buena forma de acceder del paramédico y prosiguió.


–Bueno, Death Dealer, se cumplió tu deseo. ¿Ya saben que es lo que harán cuando estén libres? –


– ¿Y cómo será eso?– Protector y protegido no creían que todo iba a ser tan sencillo, por lo menos Seth tuvo una maldita corazonada que le hizo tener el corazón en la garganta.


Aro comenzó a reír con esa típica risa de loco que lo caracterizaba y que de alguna forma le hizo querer retroceder dos pasos si no fuera porque estaba sentado. –Está bien, ya lo sabes. Tenía el discurso preparado, iba a darte… ya sabes… – en realidad ninguno de los dos sabia a lo que Aro se refería con certeza.


Uno de los guardias avanzó hasta Aro y abrió una pequeña caja negra de la cual sacó una jeringa con algunos bordes metálicos, parecía sacado de un sanatorio mental. Incluso lo que había dentro era de un color amarillento claro, Seth no confiaba en lo que realmente había en ella.


–Nuestro laboratorio preparó esto. Un brebaje genial. Toma unos minutos en hacer efecto No te matará, solo… te saca del juego. Un poquito. –Kellan mostraba un rostro inexpresivo mientras sus ojos se mantenían sobre las facciones del pálido hombre. –No podemos dejar que los fans crean que los estafamos, ¿verdad?– Desde que vio cámaras en el primer y segundo encuentro, se dio cuenta que todo eso no solo era para diversión del pelinegro loco, había algo más y claramente lo era. Todos ellos realizaban peleas y las exponían en alguna web especial que pocos tenían acceso.


Era como ver la WWE pero real.


–Sabes bien como yo que esperan grandes cosas de ti. Tu fanaticada es abismal. –


–Tú y el maldito hijo de puta ese solo son dos cobardes. – Aro borró la sonrisa que tenía en su rostro y miró un poco más desafiante al rubio.


–No. Solo yo. Demetri puede ser varias cosas pero no es un cobarde. –


– ¿Y todo lo que le hizo a Seth? ¿Eso no es cobardía?–


Aro asintió con la cabeza un tanto dubitativo mientras sus ojos se posaron en Seth.


–Digamos que nuestro joven Seth estaba en el rango de “gustos” de Demetri, no pude hacer mucho. –


–Como dije, AMBOS no son más que unos cobardes. – Aro aun sujetaba en medio de sus dedos aquella jeringa a la cual Seth no le había perdido la vista hasta que la conversación se dirigió a su persona.


–Pero admito que sin la llegada de nuestro querido protegido, nunca hubiéramos descubierto lo bueno que eras en esto, doctor. Incluso con la última pelea, tu…– se dirigió explícitamente a Seth son una sonrisa espeluznante a su parecer. –estas casi igualando en seguidores a Death Dealer, fue una sorpresa para todos el que te hayas defendido tan bien.


Es como si ambos hubieran nacido para esto. Hay otro modo, lo sabes, Seth. Solo tienes que convencer a tu doctor de que se queden. La recompensa será inimaginable para ambos. –


–Terminemos de una maldita vez con esto. – Kellan estiró el brazo desnudo para que Aro dejara de dirigirse a Seth quien comenzaba a cuestionarse muchas cosas por su expresión. Nadie debería estar tan cerca o si quiera en presencia de Seth mientras él también estaba en la misma habitación.


–Permíteme. – Dijo Aro mientras dirigía la gran aguja al antebrazo del rubio, pero alguien elevó la voz para tener antes de que la punta del mismo perforara la piel de Kellan.


– ¡Alto! Colóqueme lo mismo a mí, mitad y mitad. – Aro soltó un suspiro casi enternecido por la actitud del más joven.


–Siempre admiré ese amor por otros que tienes de forma desinteresada, Seth. Pero no todos sientes lo mismo por ti, das todo por ellos y ¿qué recibes a cambio? Solo decepción, la única que aún no te ha decepcionado ha sido tu hermana, Leah. Es una buena chica, tienes un lindo sobrino. Fue ese tipo de amor lo que te trajo aquí. Y resultaste un hermoso diamante en bruto. Desde pequeño demostraste el cambio que puedes hacer en otros, solo mira a Kellan, tu lo cambiaste para tu beneficio, solo que no te das cuenta. – El veneno de Aro se destiló en cada palabra que Seth solo pudo quedársele viendo con los ojos cristalinos. –Harry estaría tan orgulloso de ti. –


– ¡No se atreva a mencionar el nombre de mi padre de esa forma!–


–Hay muchas cosas que no conocías de él, yo conozco las oscuras, tu solo el lado bueno. –


– ¿De qué carajo estás hablando?– Aro desvió su mirada hacia el rubio.


– ¿Acaso tu protegido no te dijo?–


–No es verdad. Ya cállese. – Seth apretó la mandíbula fulminando con la mirada.


–Harry y yo éramos muy buenos amigos. A Seth lo conozco desde que dio sus primeros pasos. –


– ¡NO ES CIERTO!– Los guardias apuntaron con sus armas a Seth para que se sentara de nuevo.


El ambiente se volvió tenso pero al parecer el único que lo estaba disfrutando era Aro, ver como el menor perdía le control era encantador, “Serías un excelente protector”, pensó el pelinegro.


–Dijiste que querías compartir lo que tengo aquí, ¿no es así? Tranquilo, para ti tengo otro regalo. – Aro inyectó todo el contenido en Kellan sin que este hiciera algún gesto en el rostro, se mantuvo imperturbable totalmente.


Después de finalizar con él, Aro prosiguió con Seth quien ya se veía agotado mentalmente; su salud mental colgaba de un hilo al parecer. Una nueva caja negra fue acercada hasta Aro y éste sacó una jeringa con las mismas características, pero el líquido que había dentro era más amarillento.


El pinchazo dolió.


Y dolió mas al sentir como Aro “accidentalmente” movió la aguja dentro de él, solo le quedó cerrar los ojos por un momento ante la incomodidad que sentía.


–Bien. Ya que todos estamos calmados, – Aro se deshizo de ambas jeringas para comenzar a hablar una vez más. – Tienes ahora menos de una hora antes de que lo que corre por el sistema de Seth haga efecto. – el cabecilla de la organización miró a ambos alternándolos con la mirada. –Pero ya sabes que cada cuerpo es diferente. – Kellan se paró de golpe intentando irse contra él pero los guardias volvieron a impedirlo apuntándole con sus armas.


–Estás demente. – escupió sin atisbos de darle un cumplido al loco que tenía frente a él.


–El antídoto estará en la misma habitación que Seth pero la jeringa estará en la tuya. Tú o Demetri morirán, pero el ganador tendrá a Seth vivo pero si no se dan prisa, solo encontrarán su cadáver. –


Aro se iba retirando junto a los guardias hasta que escuchó nuevamente la voz de Kellan lo cual le hizo girar en su propio eje.


–Creo recordar que dije que te mataría, luego de acabar con el Verdugo. – Aro no le prestó atención y por el contrario solo se deshizo en risas hasta salir, no sin antes desearle buena suerte a ambos, pero antes de cerrar la puerta de metal, le dio una mirada muy significativa a Seth, y después de ello solo el sonido de una pesada puerta se escuchó dejando a ambos en silencio, mientras procesaban lo ocurrido y solo el más bajo cubrió su antebrazo con la mano libre mientras pensaba que solo le quedaba menos de una hora antes de morir.


***


Aro fue al centro de operaciones donde se veía la pelea en cada una de las diversas pantallas que tenía el lugar, mientras sus dos “secretarias” colocaban en pantalla los números de apuestas, los países que más los estaban viendo en tiempo real y los ángulos de cámaras que enfocaban la ahora brutal pelea que estaban tendiendo el Verdugo y Death Dealer.


Victoria se encontraba viendo la pelea con un rostro imperturbable pero Aro sabía que algo andaba mal con la pelirroja, no lo iba a ignorar, la tendría que tener muy bien vigilada durante lo que duraba el encuentro.


Observó como Kellan se tambaleaba producto de lo que le había inyectado y Demetri le daba una buena paliza hasta que el rubio se deshizo de la capucha que cubría el rostro de su socio.


Giró la cabeza, solo un poco para ver en otra pantalla como estaba Seth en aquella habitación pequeña, éste miraba por todos lados quizás intentando hallar una salida hasta que se topó con la cámara la cual vio directamente por algunos segundos antes de coger el antídoto que se encontraba en la pared y lo cogió con fuerza en medio de sus manos las cuales fueron a su pecho.


Aro sabía bien que Seth preferiría morir antes de volver a caer en el oscuro mundo de Demetri y por ello quizás se estaba asegurando que no lo salvaría al destruir el antídoto al ver quien entraría por aquella puerta.


El gran jefe de toda la organización tomo asiento para disfrutar de la pelea con rostro serio. –Vamos, Demetri. – intentó darle ánimos a su socio, sin embargo, muy en el interior del pelilargo, prefería a Kellan vivo junto a Seth, ambos serian una gloriosa adquisición en su mundo, casi invencibles y asquerosamente millonarios con todo lo que estarían ganando. Demetri ya no estaba siendo del gusto de muchos espectadores, querían a  alguien nuevo y ese sería Kellan.


– ¡Eso es jugar sucio! ¡Por favor, Death Dealer, levántate! ¡MÁTALO!– Había un pequeño parlante que daba hacia la arena donde ambos estaban peleando y que claramente daba al centro de mando donde Victoria y Aro se encontraban. Demetri había lanzado arena en los ojos del rubio.


Aro se colocó de pie al ver como Demetri rodeó con sus brazos el cuello de Kellan el cual tenía cortes en cejas y labios por los fuertes golpes que le habían propinado.


Anda, vamos, levántate, no decepciones a nuestro querido Seth. – El rubio luchaba por deshacerse del fuerte y asfixiante agarre del otro hombre, pero parecía casi una tarea imposible.


Kellan vio por la pantalla como Seth terminó sentado de golpe sosteniendo algo en sus manos, lo que le había colocado comenzaba a hacer efecto al parecer.


Death Dealer… – Y en lugar de la apacible voz de Seth, escuchó aquellos gritos de dolor del muchacho los primeros días cuando le torturaron psicológicamente, podía escucharlos muy bien y no quería que volviera a lo mismo, se lo había prometido; dentro o fuera de aquel lugar, iba a cuidar de él.


Kellan se incorporó dándole un fuerte cabezazo en la nariz al Verdugo y se incorporó listo para poder pelear como se debía; su rostro se mostraba ensangrentado y algo mareado por los numerosos golpes y la pérdida de líquido tan vital.


Un fuerte golpe fue propinado por el rubio en las costillas de su contrincante, las cuales incluso se escucharon crujir.


Aro lo escuchó.


Victoria lo escuchó.


Seth lo escuchó mientras sus sentidos los sentía más apagados.


Un nuevo golpe fue dirigido hacia la nariz del que ya se veía derrotado y de quien jugó sucio desde un inicio. Una vez más cayó en la arena pero se incorporó tambaleante.


Pero sus piernas no le ayudaron del todo, volviendo a caer de rodillas viendo hacia los ojos de una persona totalmente diferente de quien entró gritando por su nombre e identidad.


– ¿Quién eres?– preguntó Demetri ya cansado y poco lucido.


Tu nombre es Death Dealer.


Naciste para matar…


Es tu protegido.


Tu responsabilidad.


“¡AYUDAME…! D-Death Dealer… Ayúdame…. Por favor… A-Ayuda”.


Kellan sonrió mostrando aquellos dientes llenos de sangre y como la misma bajaba por su mandíbula.


–Mi nombre… es Death Dealer. Nací para matar. –


–Yo te hice. –


Kellan cogió por el rostro al Verdugo viéndole a los ojos de cerca mientras seguía mostrando una actitud de un completo demente. – ¡Y YO TE ACABARÉ!– Lanzó a la arena al maltrecho hombre, teniendo los ojos inyectado de sangre.


Le dio una fuerte patada en la mandíbula a quien ya estaba derrotado y Kellan solo pudo disfrutar como éste escupía grandes cantidades de sangre y quedaba aun peor, era una sensación que comenzaba a agradarle, el sentirse poderoso mientras veía como alguien estaba a punto de morir bajo su mano.


Aro visualizaba todo y su ceño se frunció.


–Cómo y por qué ¡SETH ESTÁ TIRADO EN EL SUELO!– Vociferó mientras Victoria mostraba una sonrisa y aquello no pasó desapercibido por Aro quien de inmediato la cogió del cuello viéndole a los ojos, ella había tenido que ver.


–Maldita perra manipuladora. –


Victoria siguió sonriendo pese al insulto. Había recibido peores en su vida.


–Ibas a matar a Death Dealer. –


– ¡EN AMBAS SOLO HABÍA SOLUCIÓN SALINA, IMBECIL!– Aro había utilizado solo una táctica para que realmente ambos se enfocaran en la pelea, necesita tenerlos en optimas condiciones y no muertos.


–Pero yo no necesito a Seth. – Aro la soltó dándole un fuerte golpe en la mejilla que le hizo girar el cuello. –Kellan es el único que me importa. –


Aro tenía en mente inyectarles a ambos solución salina, los iba a dejar un poco noqueados, pero lo necesario para dar la apariencia de que Seth estaba moribundo y Kellan bajaría su energía en combate. Sazonar un poco esa última pelea.


Pero ahora Seth tenía por el cuerpo corriéndole verdadero veneno y lo que sostenía en las manos no era más que agua oxigenada que no le haría nada.


– ¡ARO!– Ambas secretarias gritaron al notar que habían logrado ingresar a su complejo de máxima seguridad, eran militares armados y también protegido con chalecos y cascos. El pelilargo corrió hacia las pantallas y les vio a todos ellos ir en diferentes direcciones; estaba acabado. A pesar de que en su mente estaba Seth y que moriría de forma injusta, necesitaba salir del lugar, no iban a atraparlo tan fácil. –Ya saben qué hacer. – les dijo a ambas y pronto el gran jefe salió de aquella habitación, dejando a ambas mujer haciendo el trabajo, mientras Victoria veía como todos aquellos hombres armados comenzaba a ir más y más al fondo de aquel infierno.


Kellan le había engañado.


Él había jugado bien sus cartas con ella. Se sentía utilizada.


Kellan no tenía ningún hermano al parecer.


Dudaba que hubiera ocurrido lo mismo si hubiera escogido la llamada de Seth, entonces si estaría ocurriendo lo que había planeado desde un inicio en voz alta junto a Demetri.


Su egoísmo le hizo eso.


Kellan por su parte comenzaba a darle aquella paliza que quiso brindarle desde un inicio a aquel hombre que tanto daño había causado, sus puños estaban ya destrozados por los contantes golpes que le daba. Y en cada golpe, recordó a todos aquellos hombres que tuvo que asesinar, pero solo uno de ellos pudo llamar amigo dentro de ese pozo sin fondo; Youngbae Dong.


En cada golpe que le brindaba con sus puños una parte de su mínima cordura se iba mientras recordaba lo que había pasado en ese asqueroso lugar, lo único maravilloso que encontró en todo el fango fue Seth, y le tuvo en mente junto a ese beso que le llenaba de energía el cuerpo.


Los golpes terminaron por destrozar el cráneo del Verdugo el cual solo expulsaba más y más sangre por los orificios de la cabeza y sus ojos estaban más que inyectados de sangre.


Y paró un momento al recordar el rostro lleno de miedo y lágrimas de Seth la primera vez que le vio en esas pantallas, no escuchaba nada, solo tenía en mente ese momento y fue cuando un fuerte grito salió de su garganta desgarrándola mientras cogía el cuello de Demetri y terminaba por romperle el mismo, dándole fin a su vida.


Kellan se incorporó como si fuera un zombie y fue hasta la pared del lugar donde cogió la jeringa entre sus dedos y la apretó mientras volvía hasta la habitación, viendo como solo faltaban menos de treinta segundos.


Ingresó a una habitación más pequeña y vio a Seth tendido en el suelo con algo entre sus manos.


–K-Kellan…– su voz se escuchó tan apagada que preocupó al asesino y se apresuró a colocarle el antídoto en el antebrazo con algo de dificultad al no poder estabilizar la punta de aguja bien. –Lo siento… creo… q-que no fui… tan fuerte. –


–Estarás bien. – Kellan le inyectó el líquido y solo le quedó esperar mientras los números descendieron hasta llegar a cero, pero no había resultado. – ¿Seth?–


–Gracias… por todo. – Lagrimas descendieron por el rostro del menor y sus ojos se fueron cerrando a lo cual Kellan comenzó a desesperarse y llamó incesantemente al menor pero este ya no respondía y el movimiento de su pecho era mínimo, casi extinto.


Kellan derramó lágrimas al ver que Seth no respondía y que solo se mantenía inerte en sus brazos, acarició su rostro mientras en su mente solo tenía su sonrisa plasmada; besó su frente mientras el llanto no le dejaba en paz pero entonces una sonrisa con locura incluida le apareció en la cabeza; el culpable de todo.


Aro.


–Volveré por ti, lo prometo. Aun somos compañeros de habitación. – le susurró mientras dejaba con cuidado en el piso el cuerpo de Seth sin rasgos de algún signo vital.


Se incorporó y pronto se dirigió hacia la persona que debía de pagar por lo ocurrido.


Pasó desapercibido por Kellan el no encontrar guardias en la salida del lugar, solo siguió su camino por los pasillos hasta que escuchó unos pasos algo presurosos y le vio directamente pero sin dejarse ver, lo iba a volver loco como él hizo con ambos.


– ¿Vas a alguna parte?– un disparo se escuchó pero Kellan no estaba ni si quiera cerca de donde cayó la bala.


Aro vio algo aterrado como Kellan caminaba a paso un poco acelerado por el pasillo, ninguno de los cinco disparos le dio y habían dos posibilidades para eso: uno, que Aro haya errado por lo caótico del momento o, dos, que Aro le haya dado pero Kellan no sintió el impacto de lo enojado que estaba.


Los pasos presurosos del jefe lo llevaron a un almacén donde notó que no había salida, en su hombro estaba una maleta llena de dólares y en su derecha apuntaba a la entrada del lugar, esperando por el loco que venía tras él.


– ¡Pude matarte hace meses! ¡PERO NO LO HICE POR SETH! ¡LOS PROTEGÍ A AMBOS!–


Un disparo se escuchó cuando Kellan intentó abrir la puerta y éste utilizó la misma para cubrirse y volver a abrir cuando Aro comenzó a acorrer por aquel almacén con una única salida.


–Nunca lo protegiste de Demetri. Ninguno de los dos nos sentíamos protegidos. – Kellan fue tras el jefe escuchando sus fuertes pisadas que iban y venían. Sentía que podía escuchar hasta a una hormiga caminar.


– ¡HICE LO MEJOR QUE PUDE! ¡ESCUCHA! ¡PUEDO DARTE MÁS DINERO DEL QUE PUEDES GASTAR!– Aro se ocultaba tras unos estantes de metal viendo en toda dirección para que Death Dealer no se apareciera de sorpresa.


–Estoy seguro de eso. Pero quiero dos cosas que me podrían calmar ahora mismo. –


– ¡TE LO DARÉ! ¡SOLO DIME LO QUE QUIERES!– Aro sujetaba el arma ya casi sin balas con temor mientras seguía gritando sus respuestas debido al miedo.


–Quiero a Seth vivo y tu cabeza en una bandeja de oro, la plata es muy corriente. – Aro tragó grueso mientras lanzó unos fajos de billetes de cien dólares en dirección de donde provenía la voz de Kellan pensando que era dinero lo que podría calmarlo.


– ¡YO NUNCA MATÉ A NADIE!–


–Mataste a Seth, hijo de puta. –


– ¡NO, NO! VICTORIA, ¡LA PERRA LO HIZO! En esas dos jeringas solo debió haber Solución Salina, Kellan, lo juro, la maldita cambió el de Seth y lo asesinó. Yo no sabía nada ¡LO JURO! ¡APRECIABA A SETH!–


– ¿Y eso deja tus manos limpias de todo?–


– ¡MÁS QUE LAS TUYAS, POR SUPUESTO QUE SI! ¡NO PUEDES HACER QUE ALGUIEN CAMBIE, KELLAN!– El rubio frunció el ceño mientras le escuchaba atento aun teniendo en mente a Seth. – ¡MATASTE A TODOS ESOS HOMBRES PORQUE QUERÍAS HACERLO!–


Kellan apretó los dientes mostrándolos al escucharle.


– ¡TODO ESO DEL LAVADO DE CEREBRO NO ES MÁS QUE MIERDA! ¡NO TUVISTE QUE HACERLO, QUERÍAS HACERLO! ¡LO DEL PROTECTOR Y PROTEGIDO ES MIERDA! ¡TODO LO ES!


No necesitaste de un lavado de cerebro para encariñarte con Seth. ¡LO HICISTE PORQUE ASÍ LO SENTÍAS! Tu y yo… ¡NO SOMOS MÁS QUE LO MISMO, DEATH DEALER!–


Kellan sentía como mas voces e imágenes se mostraban en ese momento casi cegándolo por lo que estaba sintiendo, su luto ahora era por Seth y por él es que cobraría venganza.


–Entonces… ya que somos lo mismo, ya sabes lo que voy a hacer. – “matarte, hijo de puta, matarte”, un nuevo disparo se escuchó en dirección hacia Kellan este solo le quedó ocultarse tras unos barrotes de metal que se encontraban cerca.


Aro intentó disparar una vez más su arma pero ésta mostraba que estaba vacío, tiró lo que ya no servía y de los estantes cogió algunas cosas de metal, entre herramientas, machetes, y otras cosas para lanzarlas en dirección de Death Dealer quien ya caminaba por el angosto pasillo que creaban los dos estantes.


El pelilargo corrió en dirección del asesino con un barrote afilado en la punta sin embargo fue fácil para Kellan cogerle por detrás del cuello y comenzar a estrangularle mientras con su mano libre llevaba aquel barrote afilado hasta el abdomen del pelinegro para enterrarlo cada vez más.


Y terminó atravesando el cuerpo del mismo viendo como un gran charco de sangre se formaba bajo el cuerpo de éste al dejar que cayera con fuerza, escuchándose el sonido de algo metálico chocar con fuerza contra el suelo.


Kellan retrocedió unos pasos viendo el cuerpo sin movimiento alguno, pero se iba a asegurar; a su derecha vio un estante que contenía varias armas cortantes y cogió una katana la cual le recordó a su viejo amigo y pronto la elevó para darle el golpe de gracia en medio de un grito que salía de su garganta; un grito de guerra, de dolor, de agotamiento y de luto.


Pero toda acción se vio interrumpida al escuchar la voz de un hombre quien le pedía que bajara el arma y se colocara de rodillas, observó su propia silueta al ser iluminada por una fuerte luz a sus espaldas, pero poco a poco fue bajando la katana al sentir en su mente unas luces más resplandecientes que ver al sol directamente.


Había perdido a su esposa pero no fue solo por un accidente automovilístico, los atacaron a ambos, recuerda que hubo disparos por parte de aquellos tres hombres y también de su parte, había sacado un arma de su guantera, los asesinó a todos, pero su esposa e hijo ya habían fallecido.


–Averiguaremos que sucedió, pero estoy seguro que fueron represalias por parte de Corea del Norte, quizás te descubrieron. – eran palabras de su colega, amigo y casi hermano, Edward Anthony Masen, un excelente agente y su superior; el funeral de su esposa fue llevadero al saber que nunca podría tener una familia estable teniendo tan duro trabajo, pero por un momento pensó que todo podría ir normal con Rosalie.


–Ya no tengo nada. – ambos continuaron caminando en dirección de la salida de aquel campo santo donde le dio el ultimo adiós a las dos personas más importantes de su vida.


–Aun tienes tu trabajo y a tu familia. Tus padres y hermana. Y por ellos es mejor que te des un descanso. –


–No creas que te haré caso. – Edward soltó una sonrisa torcida al escucharle hablar, Emmett siempre sería un hombre demasiado cabeza dura y todo lo que decía, se hacía y lo que quería lo obtenía.


A pesar que las heridas por la muerte de su esposa estaban frescas, solo pudo refugiarse en un único lugar donde era siempre bienvenido, y no era un bar de mala muerte, sino su trabajo.


–Tienen un sitio web llamado “Death Games”, una verdadera basura. – Emmett, aun con algunos pocos vendajes en el cuerpo producto del choque, hojeaba una carpeta con toda la información que Edward le estaba dando. –Pero no es una operación cualquiera. Su seguridad online no tiene fallas, orígenes desconocidos y no se pueden rastrear. Igual que el dinero. Es un verdadero callejón sin salida. –


– ¿Quiénes son ellos?– Emmett sacó algunas fotografías de algunas personas que al parecer estaban desaparecidas.


–Algunas personas con familiares que denunciaron sus desapariciones, desapariciones en extrañas circunstancias y que hasta la fecha de hoy no sabemos nada. Cada uno de ellos tiene algo en común; son almas perdidas, perdieron el rumbo de sus vidas en algún momento. – Emmett observó cada una de esas fotografías y de todas, solo una llamó su atención al ser el más joven de todos.


–Muy joven para ser un alma perdida. –


–Seth Clearwater. Desapareció hace dos días y los familiares aun siguen buscándolo. Algunos de los chicos que frecuentaba dicen que se lo llevaron en un auto y desapareció en el camino. Su hermano está día y noche aquí esperando alguna noticia o llamando a cada media hora por alguna respuesta. Realmente está preocupado. –


–Entonces creen que todos estos están involucrados de alguna forma con los que hicieron ese sádico sitio web. – Edward asintió con la cabeza mientras bebía un poco de su café.


– ¿Agente Cullen?– Emmett pestañeó un par de veces mientras giraba, viendo la inminente luz en sus ojos, cegándolo un momento.


–Te mentiría si no te dijera que esto es lo más parecido a una misión suicida, Emmett. ¿Estás seguro?– El mencionado giro la cabeza hacia donde estaban algunas personas, al parecer familiares de Seth al ya pasar una semana y no saber nada de él. La mujer quien sería la madre del joven desaparecido estaba siendo consolada por un joven casi de su altura con el rostro preocupado pero con el ceño fruncido, era el hermano mayor, Paul Clearwater.


–Quiero hacer la misión. – Emmett mostró un rostro decidido mientras gira el rostro en dirección a Edward quien soltando un suspiro algo preocupado accedió a su petición; Emmett era uno de sus mejores agentes y enviarlo sería difícil.


Enviaría a su hermano al infierno.


–Agente Cullen, Señor, ¿Es usted?– El militar que le apuntaba con el arma volvió a llamar pero Emmett seguía teniendo un fuerte dolor de cabeza en ese momento.


–Tu nombre será Kellan McCarthy. Eres un paramédico de Seattle. – Jessica, una agente encubierta le daba a su colega su nueva vida. Emmett sacaba de un sobre amarillento lo que era su permiso de conducir, tarjetas de crédito, alguna identificación como ciudadano y paramédico. –Emmett Cullen ya no existe. Solo existe Kellan McCarthy. –


– ¿Agente Cullen?– Emmett giró totalmente el cuerpo siendo cegado por un momento por la luz que emitía el arma del militar y fue cuando éste bajo la luz para que los pudiera reconocer. Emmett sintió un verdadero choque eléctrico en el cerebro, pero algo dentro de él volvió a girar hacia donde debería estar el cuerpo de Aro, pero solo pudo ver una mancha de sangre ir hacia un lado de la habitación la cual estaba en silencio. Emmett entrecerró los ojos pensando que aun el mal estaba suelto y tendría que encargarse de la única rata que logró escapar con vida del barco hundido.


Por Seth, su protegido, lo haría.


Pero algo aun estaba girando en su cabeza sin parar.


¿Quién deseaba acabar con esa inmunda vida?


¿Emmett Cullen o Kellan McCarthy?


¿El agente o el Protector?


FIN.

Notas finales:

No se olviden de dejar un comentario (:

¡ÉSTE ES MI ÚLTIMO PROYECTO EN AMOR YAOI!

Se viene el EPÍLOGO y TERMINAMOS!!!

No se olviden de visitar mi página de FACEBOOK "BlissHat Fanfics"

BlissHat


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).