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Mi rojo cielo por 1827kratSN

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—¿Has estado comiendo bien? —era la tradicional pregunta en las mañanas cuando Fon llegaba de visita

—Sí —Tsuna no miraba a su invitado, sólo se centraba en ver a su hija sentada en el jardín mientras arrancaba las flores coloridas que encontraba

—¿Por qué no te creo? —elevó una de sus cejas

—Debería

—Te invitaré a desayunar entonces —la verdad se notaba que el castaño había bajado de peso considerablemente; la propia Nana intentaba que eso no pasase, pero parecía caso perdido porque no podía controlar las 24 horas a su hijo

—No iré —el castaño saludaba a su hijita y sonreía sutilmente, lo hacía cada cierto tiempo porque Bella siempre verificaba que estuviera cerca; según los médicos, su hija creó una dependencia con él debido al miedo de perder a otro miembro de su familia

—Llevaremos a tu hija y a Taiki —el azabache también saludaba porque la pequeñita al fin lo aceptó como un miembro importante en su vida, un amigo cercano de su padre y suyo, alguien a quien no debía temerle; cosa que no pasaba con los demás miembros de esa mansión ajenos a su ámbito familiar sanguíneo

—Será peligroso —lo afirmó sin siquiera pensarlo, él también tenía secuelas

—Lleva a dos guardaespaldas si quieres —sonrió comprensivo

—No lo creo conveniente

—Tsunayoshi-kun, no pasará nada malo otra vez

—Será un lío. No me dejarán salir de aquí así de fácil —pues desde que todo “eso” sucedió, en la mansión se habían vuelto muy histéricos y en parte él tenía la culpa

—Pones muchas excusas, Tsunayoshi-kun

—Y usted es muy insistente

—Lo soy porque creo que lo necesitas. No es bueno que te encierres en la mansión, tampoco lo es para tus hijos. Necesitan empezar a superar esto y una salida es un buen primer paso

—Fon-san —suspiró sonoramente antes de jugar con sus dedos— gracias, pero creo que aún no estamos listos

—Tsunayoshi-kun —le acarició la espalda para reconfortarlo— si tú no das el primer paso, ellos tampoco lo harán

 

 

Se quedaron en silencio durante un largo rato, no sólo porque Bella se acercó para dejarles las flores que sus manos sostenían y sonreírles antes de alejarse un poco para volver a su sitio de exploración, sino porque Tsuna no quiso seguir. Fon seguía yendo cada día a esa mansión, charlando durante esos pocos instantes -porque el castaño cada vez adquiría más trabajo diario para reponer los que pospuso-, siendo una fuente mínima de apoyo porque si Tsuna no quería ayuda no podía forzarlo, pero seguía ahí ya que era de las pocas personas con ese derecho.

Pero estaba frustrado.

Reborn solía querer sacarle información, los guardianes hacían algo parecido a la par que le dirigían miradas resentidas tal vez porque ellos no tenían los privilegios que él sí. Nana solía pedirle ayuda porque también estaba desesperándose, la entendía porque ni ella ni Iemitsu sabían la historia detrás de eso y ese hueco les causaba incertidumbre. Iemitsu no insistía en algo diferente a lo de Nana, aunque éste también se concentraba en hacerle ese pedido a Enma pues seguramente con su esposa pactaron eso. Enma platicaba con Fon para saber en qué podía ayudar, pero los dos estaban en la misma situación: en nada.

Era realmente agotador, pero no quería darse por vencido.

 

 

—Me hace falta —Tsunayoshi al fin decidió hablar de eso, cosa que había estado evitando—. En verdad la extraño

—Han pasado casi dos meses… —Fon no pudo evitar sonreír porque al fin tenía un pequeño progreso— es normal, pero creo que lo has estado sobrellevando bien

—No es así —metió la mano al bolsillo de su pantalón y sacó de ahí un pequeño pastillero—. Esto es lo que me ha mantenido estable —abrió aquello y mostró que apenas contenía tres dosis más— y debo contactar a Shamal para que me dé más

—¿Por qué no lo has consultado con los doctores de aquí?

—Porque no confío en ellos, al menos no para mi caso —miró a Fon mientras guardaba el pequeño objeto—. Usted debería conocer mejor que nadie el accionar de Reborn

—Perdón. Olvidé que tu condición es un secreto

—No hay problema —miró la pastillita que tenía en la mano izquierda antes de tragarla—. Sólo quería que entendiera mi estado

—Pero aun no entiendo por qué es secreto —lo miraba, trataba de descifrar que había debajo de esa máscara que el cielo llevaba, pero era difícil

—Porque sólo desataría una pelea interna que, en serio, no quiero soportar

—¿Podrías contarme qué pasó para que estés tan alejado de tu familia? ¿Por qué los rechazas? —quiso arriesgarse un poco, indagar más profundamente

—Culpa —hizo una mueca y chasqueó su lengua—. Miedo. Decepción tal vez. Desde que ellos me rechazaron primero, tomé esta faceta. Siempre los mantengo al límite en cuanto a mi vida para que de esa forma yo tenga que mantenerme al límite de la suya —volvió a suspirar y a saludar a su pequeña quien permanecía ajena a esa plática

—¿Quieres contarme los detalles mientras tomamos el té? —ofreció con una leve sonrisa— Claro que será lejos de aquí para que te sientas cómodo

—Hum —Tsuna se quedó mirando a su niña, recordando las terapias junto con ella y Taiki, analizó el tiempo que disponía para alejarse de la mansión sin que su hija entrara en pánico—. Esperemos a que Bella se duerma y que Taiki se despierte para desayunar

—En serio, si quieres podemos llevarlos con nosotros

—No —sonrió de lado—, aún no están listos —y antes de que Fon le contradijera, añadió—. Les aterra los autos.

 

 

Fon se preguntaba en dónde había quedado la sonrisa del cielo que conoció hace años, eso mientras lo ayudaba en las tareas que debían hacerse antes de salir. La curva en los labios de Tsuna no era una sonrisa, era una máscara, pero al menos ayudaba un poco para que los niños no sintieran lo que su padre sufría, sin embargo, esos ojos apagados le daban contra a cada instante.

Fueron por Taiki para arreglarlo antes de desayunar. Fon se encargó de sostener a Bella en brazos mientras Tsuna preparaba al pequeño rubio porque la pequeña no quería separarse ni un minuto de Tsuna, aunque eso era muy difícil porque el castaño debía retomar sus tareas como jefe de la mafia, pero al menos cuando se podía el castaño prefería estar con sus hijos, incluso los mantenía con él en la oficina mientras él revisaba y firmaba toda la torre de papeles que le correspondía. Fon muchas veces acompañaba al castaño en esa labor, al menos en presencia ya que él se encargaba de enseñarle las bases de las artes marciales a Taiki para que no se aburriera mientras Bella intentaba imitarlos también. En parte era gracioso ver como esa oficina se llenaba de juguetes o de leve música que usaban para practicar Tai Chi básico.

El antiguo arcobaleno se volvió experto en cambiar ropa infantil puesto que se acostumbró a permanecer con Tsuna y los niños durante largo tiempo y eso conllevaba a ser partícipe del desastre, desorden y manchas infantiles. Fue grato saber que se ganó la confianza de los dos pequeños, aunque supuso que fue porque Tsuna le dio esa oportunidad y sus hijos lo imitaron. Como fuere, ahora reía junto con Bella mientras le colocaba el babero porque ella también comería con su hermano y el resto de la familia. Algo bueno era saber que las comidas –al menos el desayuno—, seguían siendo una reunión infaltable para por al menos dos o tres miembros de esa mansión. Asemejaba a una especie de lazo que no quería soltarse, pero claro que se notaba cierta tensión porque Tsuna muy pocas veces se dirigía hacia los guardianes presentes.

Después de eso les tomaba cierto tiempo lograr que Bella se soltase de Tsuna y durmiese en la cuna, poco tiempo más hasta explicarle a Taiki que saldrían un rato para arreglar unos pendientes y que debía obedecer a sus abuelos y a su nueva maestra quien empezaría a orientarlo en los primeros pasos para su preparación escolar en casa. Fon admiraba lo paciente que Tsuna podía ser en cuanto sus hijos se trataba, lo comprensivo con los berrinches y lo serio que era cuando las cosas lo ameritaban. Digno jefe, excelente padre, lo reconocía.   

 

 

—¿Por dónde quieres empezar, Tsunayoshi-kun? —estaban sentados en la mesa más alejada de una cafetería. Tsuna dio la orden de que nadie se sentara en los alrededores así que, realmente, pagó por media cafetería para que los dejasen charlar en paz

—Empecemos por mi nombre —sonrió sutilmente por cortesía, pero sus ojos no reflejaban la sonrisa— use solamente Tsuna por favor

—Lo haré —sonrió Fon mientras saboreaba el té que le sirvieron— aunque será difícil al inicio

—Y ahora… pues no sé —el castaño se rascó la mejilla mientras meditaba en un corto silencio—. No sé por dónde empezar

—No soy tu psicólogo, Tsuna —mencionó con amabilidad—, sólo quiero ser algo así como una fuente de apoyo

—¿Por qué? —casi suplicaba por una respuesta

—Tal vez porque estuve asustado cuando saltaste del techo, o tal vez porque no quiero que alguien como tú caiga en un pozo sin fondo —se sinceró—, incluso puede ser simplemente curiosidad. No puedo decirlo de otra forma, sólo quiero ayudarte.

—¿Qué gana con esto? —jugaba con su taza, la giraba presurosamente o a veces la repasaba con sus dedos

—Eso lo veré con el tiempo, pero por ahora digamos que lograré que te relajes un poco, Tsunayoshi-kun

—Bien —suspiró mientras elegía qué contar o mejor dicho… qué deseaba sacar de su pecho—, tal vez esto suene insignificante para usted, pero…

—Si te tiene así de mal, no creeré que es insignificante, Tsuna-kun —recibió una leve sonrisa sincera, era un buen comienzo

—Cuando acepté esto de ser el líder de Vongola —suspiró profundo y apretó su taza—, sabía que tendría que limpiar todo, quitar la mugre que había detrás de la organización y también regir varias zonas que tal vez ni siquiera podría imaginar que existieran… Lo sabía, se los dije a los demás y aun así me siguieron. Pero ese fue el comienzo de todo —se relamió los labios antes de fijar su vista en la servilleta que reposaba a su derecha—. Yo les prometí algo que tal vez era imposible, fue un error.

 

 

Melancolía. Culpa. Miedo. Tantos sentimientos expuestos con sólo una mirada casual. Fon sentía que Tsuna estaba mucho más quebrado de lo que se imaginó inicialmente. Lo certificó cuando lo vio dudar un largo rato antes de seguir. Experimentó el dolor de Tsuna o al menos parte de él.

 

 

—Gokudera, Mukuro, Lambo, ellos estaban familiarizados con la mafia… puedo incluir a Hibari en eso porque, bueno, él era, o, mejor dicho, mantenía una organización con ciertas semejanzas a una mafia… —soltó una risita baja al recordar los días en su amada Namimori—. El caso es que los demás no. Ryohei, Takeshi, Chrome, ellos no sabían a lo que se iban a enfrentar cuando llegasen a Italia.

—Debes incluirte en eso

—Sí —Tsuna suspiró mientras movía la taza entre sus manos—. Al llegar, al asumir ese poder, nuestras vidas tomaron otros rumbos, nuestras creencias debieron ser alteradas, nuestro mundo en sí era diferente. La primera disputa contra una familia problemática fue el inicio. Peleamos, ganamos, pero no matamos a alguien —se rascó el cuello asemejando un tic inconsciente—. Aún recuerdo el regaño de Reborn porque yo insistí en que nadie debería morir… pero, ¿qué podía hacer? Me crie en una sociedad en donde asesinar a alguien era penado, era ilegal, un crimen, algo que desde pequeño te dicen que es malo y manchará tu alma

—Creo que entiendo pues no siempre pertenecí a este mundo —lo animó a continuar mientras él bebía otro poco de aquel té

—Logré evitar muertes durante unos meses, creo que un año, ya ni recuerdo bien, pero la hora que más temía llegó. Aún recuerdo el pedido de Gokudera… el que yo me quedara en la mansión, que ellos se encargarían de exterminar a quienes nos daban problemas. Los dejé ir… pero… pero no debí, yo debí ser valiente e ir con ellos —cerró los ojos y masajeó su sien derecha—. Cuando volvieron no fueron los mismos; ellos tres; sol, lluvia, niebla, se habían marchitado en una sola misión. La culpa me invade hasta ahora. Lo peor fue que no sería la última vez que tuvieran que realizar ese tipo de tareas —hablaba con prisa como si se fuera a trabar en algún punto y no fuese capaz de recuperarse

—Ellos decidieron protegerte, Tsunayoshi-kun, no es tu culpa el hecho de que ellos decidieran que tú no te deberías manchar las manos

—No —susurró dolido—. Yo debí haber ido, debí mancharme las manos también porque sólo así yo estaría a la par, los entendería, podría haber tomado cartas en el asunto, pero no fue así. Cuando ellos volvieron yo no sabía qué hacer, Reborn me dijo que los dejara superar eso solos… Creí que Reborn estaba en lo correcto, pero olvidé que él se crio en ese entorno y que mis amigos eran diferentes… Yo… Yo los quebré, yo fui el causante de que sus miradas se opacaran —bebió el contenido de su taza de una sola vez y sin respirar—. No los culpo por alejarse de mí desde ese entonces

—¿Alejarse?

—Fue progresivo y después de dos meses ellos ni siquiera me miraban a los ojos. Yo podía sentir su resentimiento hacia mí, pero no dije nada, no sabía cómo reparar mi error… Los dejé irse, los dejé solos y después ellos me dejaron solo a mí. —tragó duro— Nii-san buscó refugio en Hana, Yamamoto buscó calidez en Haru y yo se los permití porque, al menos así, ellos volvieron a brillar un poco… Chrome no logró recuperarse en base a la compañía de alguien más, ella simplemente se alejó y superó el tormento con ayuda de Mukuro, no sé de qué forma, pero después de un tiempo volvió a ser normal con la única diferencia de que en su mirada jamás se fue el resentimiento hacia quien manchó su existencia.

—Debió ser difícil, pero no se podía evitar. Un trauma es un trauma, te marca de por vida, pero eso no justificaba que te culparan —ahora sentía cierta ira por los guardianes del castaño

—A veces creo que sí

—Cuando eliges este mundo, aceptas sus condiciones —Fon intentaba que su voz fuera apacible, serena, siempre con su un tono amable—. Todos lo toman de forma diferente, no puedes controlarlo. Pero también pudiste haber pedido ayuda a los demás, ¿lo hiciste? —Tsuna asintió— ¿Qué pasó entonces?

—No sé bien —masculló antes de elevar su taza en una muda orden para que le sirvieran más, no tardaron en hacerlo y en dejarlos a solas de nuevo—. Mukuro obviamente ayudó con Chrome, Hibari no necesitó ayuda porque él lo enfrentó todo solo y pareció, de cierta forma, sentirse en casa; obviamente él no ayudaría a nadie más —rio secamente porque ahora que lo decía en voz alta reconocía que su guardián de la nube era insensible y hasta cruel—. Hayato conversó con Takeshi y Ryohei, y por un tiempo creí que todo estaba bien, pero después… con la nueva orden y los exhaustivos pasos dados para que Vongola se encaminara de nuevo a la seguridad de los habitantes, fui perdiéndolos también a ellos… Tal vez fue mi debilidad, tal vez los sobrecargué de trabajo, tal vez mi lado dame fue reconocido y se decepcionaron por el fraude que yo representaba —su voz cada vez se volvía más dura contra sí mismo, era obvio que Tsuna se culpaba de todo

—¿No preguntaste por un motivo?

—No, y sinceramente no quiero saber —se mordió el labio— Los perdí a todos en cuestión de meses. Sus miradas cansadas, el resentimiento que me dirigían, los planes que ellos mismos armaban para dividirse las misiones hasta el punto en que empezaron a auto dirigirse, a separarme de los sucesos. Me alejaron de los trabajos sucios y… al final se alejaron de mi vida también —apretaba la taza, arrugaba la servilleta, se mordía el labio inferior—. Me volví su jefe y ellos mis empleados de alta eficiencia. Perdí a mis amigos, a mi familia. Fue como una puñalada. Ya no festejábamos cumpleaños, aniversarios, a veces ni siquiera comíamos juntos… era un desastre y yo no sabía cómo solucionarlo

—¿Reborn no te ayudó? —estaba desesperado, deseando que alguien en esa familia hubiese por lo menos aconsejado a Tsuna

—Él se fue —el castaño cubrió sus ojos con sus manos—. Él nunca fue alguien que sirviera a una familia eternamente, era mi aliado, mi antiguo tutor, pero también tenía que seguir su camino y… y me quedé solo —suspiró sonoramente antes de mirar momentáneamente a Fon—. No sabía qué hacer, y a pesar de eso intenté que todos nos uniéramos de nuevo… No funcionó —quiso llorar, pero carraspeó para que eso no pasara

—Si quieres podemos parar —Tsuna negó

—Quiero terminar, por favor

—Está bien

—Después de eso decidí que ellos ya no debían soportar la carga solos, me involucré en el lado sucio también. Fue progresivo, pero fue porque yo lo decidí —con cada palabra se sentía un poco más liviano, pero a la vez más triste—. Un día, cuando revisaba el calendario y mi itinerario del día siguiente, me di cuenta de que mi cumpleaños había sido el día anterior y yo ni siquiera había parado de trabajar un minuto hasta ese momento —soltó una carcajada irónica—. Podría sonar infantil, pero lloré en silencio y me quedé en mi oficina hasta el amanecer… Me sentí dolido, pero no los culpaba porque ellos tenían una vida y yo no era el centro del mundo… Volví a sentirme como en la primaria y secundaria donde siempre estaba solo, donde se burlaban de mí y la única que me ponía atención era mi madre, pero incluso ella no me llamó en ese día… no la culpo, claro está, pues ella estaba con mi padre en un viaje que yo mismo les regalé; no pudo llamarme por un problema, pero lo hizo al día siguiente

—¿Y Enma? —Fon buscaba algo que cambiara la expresión dolida de Tsuna, no le gustaba verlo así.

—Él me había enviado un regalo por correo, el cual se retrasó. Tenía un problema de comunicación así que no me llamó, pero su regalo llegó días después en conjunto con un globo de feliz cumpleaños colorido —sonrió divertido por el recuerdo de aquel hombre al que atendió en la entrada de la mansión quien parecía extrañado por tener que entregar tal cosa—. Jamás olvidaré aquello porque fue algo que me calmó un poco y me hizo sentir amado. Lo oculté, claro, obviamente no quería que los demás pensaran que era su obligación el felicitarme

—¿Los odias? —preguntó con duda pues no quería que Tsunayoshi guardara rencor en su interior

—No

—¿Los odiaste en esa ocasión?

—Un poquito —susurró con culpa antes de ver a Fon a la cara—. Un poquito y después me odié a mí mismo por eso

—Eres humano, Tsunayoshi, así que sentir odio o resentimiento también es tu derecho —hubo un largo silencio después de eso, el cual aprovecharon para pedir más té y unas galletas para acompañar su plática.

—Fue entonces que tuve mi tercer intento real por acabar con mi vida —añadió Tsuna cuando reunió el valor como para tratar ese tema

—¿El tercero?

—El primero fue cuando Reborn aún no llegaba a mi vida —sonrió con decepción por sí mismo—. Me lancé de un puente, pero no era tan alto, el río estaba debajo y… no fue nada, fue casi como un error ocasionado por mi torpeza natural

—¿Error? —se alarmó, pero no elevó su voz— ¿Cómo podría serlo?

—Yo sólo estaba midiendo la distancia… quería saber si una caída así me mataría al instante —rió con amargura—. Resbalé y caí. No morí, pero me di cuenta que el suicidio no era lo que quería en ese momento porque tenía miedo: miedo al dolor, miedo a dejar a mi madre sola, miedo a que nadie me recordara por algo bueno

—Tsuna —posó su mano sobre la del castaño para que lo mirara—, creo que tenías depresión desde mucho antes

—Puede ser, pero como jamás lo admití… nunca recibí ayuda, además, después llegó Reborn y todo cambió —se secó una lágrima, alejó sus manos de la ajena y gruñó bajito por ser tan débil

—¿Puedes decirme cuál fue tu segundo intento real?

—Después de vivir un rechazo amoroso —lo miró unos segundos—. Suena patético, lo sé

—No lo creo, pero si es doloroso de hablar, entonces… pasemos al tercer intento. ¿Qué te impulsó a hacerlo o cómo fue?

—Destruí a una familia yo solo —miró a una ventana lejana para hundirse en sus oscuros recuerdos—. No quería más dolor para mi familia, así que hice el plan de ataque yo solo. Pacté una hora, un día, lo hice perfecto con los subordinados que estaban a disposición

—¿Los demás no se dieron cuenta? —Fon apretó los puños con angustia

—Los tenía en misiones diferentes —se acomodó el traje, respiró profundo—. Así que fui ese día, lideré el frente, atacamos en el momento adecuado. Todo fue bastante bien hasta que un nuevo grupo se unió a mi enemigo y nos doblaron en número. Fue un imprevisto, ni siquiera había datos de una alianza de ese tipo. No me importó. Yo seguí, no me detuve, mis subordinados tampoco, teníamos que ganar para mantener la estabilidad que tanto nos costó lograr incluso a base del sacrificio de los lazos que tenía con mis amigos —tomó aire—. Pero hubo un punto en donde recordé que no tenía ya esos lazos, que no importaba… que yo ya estaba solo en ese mundo… que no le importaba a nadie —apretó sus puños y miró el té que seguramente ya se enfrió

—Tu madre, a ella le importabas… a tu padre también… a Enma

—En ese momento no los recordé —cerró sus ojos— quise morir. En realidad, mientras forjaba una ruta de escape para mi equipo, yo planeaba mi muerte; la quise hacer ver como un accidente —carraspeó—. Decidí entregar mi vida porque ya nada tenía sentido… y casi lo logro, sólo debían darme el golpe de gracia… Sólo quedaba yo en el lugar, defendía la ruta que tomaron mis subordinados para huir. Eran tres en mi contra, mi cuerpo ya no soportaba el cansancio y las heridas… era el momento oportuno y casi podía saborear mi oportunidad —soltó su aire en un jadeo

—¿Cómo saliste de esa? —incluso creyó haber perdido la capacidad de respirar al escuchar a aquel muchacho narrarle aquello con tanto ahínco.

—Enma —sonrió—. Era y es mi mejor amigo, le conté de esa redada porque me reuní con él antes del gran día, lo hice para tomar valentía… La verdad lo había olvidado

—Creo que debo agradecerle a Enma

—Tal vez sí —Tsuna rió con diversión—. Él me salvó de esa y ha sido un pilar importante para que yo no intente matarme una vez más, incluso esta vez fue así… lo mandó a usted para detenerme

—Aun no entiendo por qué él no fue por ti esa noche

—Porque le hice jurarme que no lo haría. Logré convencerlo de que sólo me iría a vengar y volvería en la mañana… obviamente él no sabía de mi plan de suicidio y confío en que usted no le haya dicho nada

—Yo creo que lo sospechó después de un tiempo

—Ahora soy yo quien tiene que agradecerle —el castaño bebió de su té—, si usted no me salvaba, mis hijos… bueno… no quiero pensar en eso

—La siguiente vez piensa en ellos —lo regañó, pero después sonrió—. Lo eres todo para ellos

—Cuando quieres suicidarte te olvidas de todo lo bueno y sólo piensas en lo malo para animarte a tomar la gran decisión —Tsuna vio a Fon beber el té con calma, como para darle un respiro y se lo agradecía

—Después de eso, ¿volviste a forjar un lazo con tu familia?

—Sí. Pero se perdió poco después

—¿Por qué?

—Porque me casé —aun le dolía pensar en eso

—Ellos debieron apoyarte

—No —apretó sus labios—, ellos no lo apoyaron, hasta ahora no lo hacen… incluso creo que se alegran porque Dayane… —se detuvo, su nudo en la garganta le impedía seguir

—Puedes contarme el resto otro día —Fon se acercó a Tsuna para palmearle amablemente la espalda—. No quiero que sufras, Tsuna

—Tiene razón —su voz estaba quebrada, pero luchaba por reponerse y no verse débil nuevamente—. Yo… debo regresar a la mansión —cambió el tema con rapidez, así lo hacía cuando no creía poder seguir

—No nos iremos de inmediato —se levantó y poco después le siguió un intrigado castaño—. Demos un paseo por los alrededores para distraer tu mente —ofreció mientras con su palma hacia arriba señalaba las calles fuera de esa cafetería

—Bien —sonrió antes de carraspear y tratar de recomponerse por completo—. Entonces… vamos

—Ya no estás solo, Tsuna —sonrió antes de darle un rápido abrazo—. No sólo tienes a tus padres e hijos, y a Enma… Si me permites, ahora puedo ser un amigo más

—Gracias —Tsuna sonrió entre lágrimas que intentó disimular al limpiarlas con rapidez—. De verdad… gracias, Fon-san

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Me demoré en revisar esto porque creí que estaba demasiado sentimental, pero al corregirlo no lo vi así… creo que fue un plus para explicar algunas cosas.

Espero no se hayan aburrido tanto

Muchas gracias por acompañarme~

Muchos besos y abrazos~

Los ama: Krat 


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