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Mi rojo cielo por 1827kratSN

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—No me dejes —un susurro dedicado a una sola persona que tal vez ni lo escuchó—. Te necesito —lágrimas que fluyeron sin control—. Dayane… por favor —dolor en el pecho en donde se halla un corazón trizado que cada vez late más despacio y con dificultad

 

Caminaba entre los pasillos con las memorias recorriéndole entero. Cada sensación, sonido, aroma, todo se mezcla en su mente a cada paso que daba después de un largo día en el que trabajó casi automáticamente, pero que abandonó después de unas horas. No quiso firmar más documentos, no quiso saber de la mafia, no quiso encontrarse con nadie, no quiso siquiera regresar a su cuarto porque estaría tan vacío como su vida actual.

Sabe que es incorrecto pensar en eso, pero de todas formas… no puede evitarlo.

Miró en sus manos una dosis más de aquellas pastillitas que calman sus ansias para que el tiempo pase rápido y le otorgue una muerte más pronta. Recordó que cuando estaba con Dayane no las tomaba tan seguido, pero ahora es lo único que lo ata a la cordura. Se tragó la cápsula sin importarle el dolor en la garganta porque estaba aguantando el llanto. Se limpió las lágrimas traicioneras y la nariz mientras, a pasos firmes, pasa de largo la puerta de su cuarto y se dirige a un pasillo casi vacío que lo llevará a un balcón.

Observó sus manos nuevamente, aun ve la sangre, incluso parece que su nariz percibe ese hedor metalizado. Respiró hondo, olvidó todo por un momento. Se quedó en ese balcón en silencio, mirando las estrellas y la luna que está casi desapareciendo. No sabe qué hora es, pero tampoco le interesa, después de todo, no dormirá.

 

 

Indagar…

 

 

Fon sentía esa mirada posarse sobre su persona; de cierta forma era gracioso porque la había sentido desde hace muchos –demasiados-, días atrás, pero jamás pasaba algo más allá de eso. Caminaba sin prisas por la mansión, manteniendo entre sus manos una pequeña flor rosada que encontró en el camino y que le cedería a Bella porque le encantaban. Planificaba qué rutina de Tai-chi practicaría con Taiki y se preguntaba si sería buena idea decirle a Tsuna que deseaba intentar subir a los niños al auto, sólo para probar cómo reaccionarían.

 

Ni hao, Reborn —se sorprendió al tenerlo de frente, era la primera vez en esas dos semanas

—Tenemos que hablar —eso sorprendió más a Fon porque generalmente sólo cruzaban un par de palabras, pero suponía que debía ser el momento

—Dime —sonrió con amabilidad

—Aquí no —se acomodó la fedora antes de darse vuelta y empezar a caminar—. Sígueme

—¿Es sobre Tsunayoshi-kun?

—Es obvio

 

Se habían tardado, en serio. Él llevaba ahí casi dos meses, tal vez un poco más, no los estaba contando, pero era la primera vez que lo dirigían a una de las salas de reuniones.

Con tranquilidad se sentó donde le indicaron, sonrió, detalló el rostro de cada uno y esperó a que todos se organizaran pues parecía que no sabían qué preguntar primero. Las expresiones iban desde la seriedad hasta la culpa o cansancio, cada uno parecía pasar su propio pesar o calvario. Fon sentía pena, pero a la vez creía que debieron merecerse ese estado.

Le cedieron una taza de té y él les agradeció con una leve reverencia con su cabeza. Sintió la tensión del ambiente y sólo por eso habló primero.

 

—Me ha contado algunas cosas —suspiró cuando las miradas se posaron en él, pero se desviaron casi de inmediato—, pero no puedo decirles nada, pues a pesar de que no me lo ha pedido yo quiero mantener su secreto

—Ya veo por qué eligió a Fon-san —Gokudera suspiró sin mirar al frente, enfocándose sólo en sus dedos—, porque al igual que Enma… no dirá nada

—Esto podría asustar a una persona normal —el azabache de larga trenza les sonrió—, pero he pasado por estos interrogatorios antes. Pueden preguntar, y si puedo, les responderé

—¿Cómo está? —Lambo lo miró con suplica, dando a entender que era el más afectado. La tristeza, las ojeras, la culpa era palpable

—No está totalmente bien, tampoco puedo decir que esté totalmente destrozado —volvió a sentir un nudo en su pecho; era pena, o eso creía—. Sigue aferrándose a sus hijos para seguir adelante

—Eso no es bueno… ¡Les dije que deberíamos acercarnos! ¡Tsuna-nii nos necesita! —Lambo parecía querer llorar, pero se contuvo y apretó los labios demostrando la madurez adquirida en sus casi veinte años—. Yo no quiero dejarlo solo —su voz grave a veces se agudizaba o quebraba

—Si nos acercamos será peor, ya lo hemos experimentado —Reborn se mantenía firme, sereno, pero Fon sabía que era una fachada

—¿Puedo saber el porqué de hacer esto? Es decir, dejarlo solo y ya —el azabache también tenía dudas y quería alguna pista para aclararlas

—¿Hasta dónde te ha contado? —reiteró Reborn

—No mucho —los miró elevando una de sus cejas—. Se podría decir que fue sorpresa el saber que ustedes no aprobaron su matrimonio de inmediato —no le pareció grave decir eso—. ¿Por qué?

—No te interesa

—Envidia —Lambo ignoró la mirada matadora que le dirigieron algunos de los asistentes y habló—. Fue eso

—No puedo entenderlo —Fon negó antes de enfocarse en el más joven de los guardianes y pedirle de forma muda una explicación, misma que no le fue dada

—Dime qué tan quebrado está. Necesito una referencia —Mukuro habló con calma, posando su mejilla en la mano cuyo codo se posó sobre la mesa— y según eso puedo ayudar a recomponerlo, kufufu

—No dejaremos que toques al juudaime, ni que oses manipularlo con ilusiones o algo así —gruñó la tormenta

—Sawada requiere ayuda normal —Ryohei se rascaba la barbilla—, tus ilusiones no las usaremos

—Tampoco es como si te fuéramos a dejar hacerlo, Mukuro —acotó la lluvia sin esa sonrisa de antaño

—Boss puede bloquearlas, lo intentamos una vez —aclaró la tímida niebla que jugaba con sus dedos

—Nunca hace mal intentar de nuevo, kufufu

—Bien, esto me está asustando a mí —Fon rió suavemente—. Debo decir que ustedes parecen una banda de dementes que quieren manipular a alguien y no ayudarlo

—El problema es que Tsuna no quiere ayudarse a sí mismo, no permite que alguien se le acerque, entonces tenemos que obligarlo —Fon admiró esa seriedad en Yamamoto, era raro, parecía magullado, roto; entonces Tsuna tenía razón: él lo rompió

—Discierno… se ha estado desahogando un poco conmigo —mientras bebía su té analizaba el odio que le dirigían—. Creo que puedo ayudar

—¿Qué te dijo? Quiero saber —el hitman perdió compostura e inclinó su cuerpo levemente hacia el frente para simular una amenaza

—Reborn, no te diré nada, así que no insistas

—¡Necesitamos…!

—Lo que él necesita es calma, ayuda con el cuidado de sus hijos para que no esté tan estresado, menos problemas con la mafia y más tiempo para él. —Fon dudó en decir lo siguiente—. También un médico de su confianza

—Tenemos muchos aquí —dictó con cinismo aquel asesino que se quitó la fedora y se acomodó los cabellos usando sólo sus dedos

—Los cuales te dan informes detallados, Reborn

—¡En tu cara! —bramó Lambo riéndose del mejor hitman, sin miedo a las consecuencias porque estaba harto de eso. Ya cometió el error de apoyar a Reborn una vez y de esa forma perder la confianza de quien consideraba como un hermano mayor, pero no lo haría de nuevo—. Sabía que no dejaste esas malas mañas de espiar a Tsuna-nii —susurró apenas más para sí que para alguien más

—Así que Tsuna no confía —sonrió de lado, pero apretó los dientes—, puedo decir que estoy orgulloso de mi alumno

—Él se siente aprisionado aquí, ¿verdad? —Lambo suspiró cuando Fon asintió

—Somos su familia, no debería sentirse así —Ryohei parecía enfadado o preocupado, sus expresiones variaban mucho así que era difícil leerlo

—Bueno, si son su familia entenderán que Tsunayoshi tiende a encerrarse, a soportar los problemas solo, a sonreírles para no preocuparlos —Fon les sonrió porque se le ocurrió una gran idea—. Así que pueden empezar por ahí. Si saben que sufre, denle espacio, alivien su estrés y empiecen a acercarse de manera sutil

—Si tan sólo fuera así de fácil —suspiró Yamamoto

—Cállate, friki —Gokudera frotaba sus sienes con desesperación

—Lo es —Fon elevó una de sus manos y mostró su dedo índice levantado— y puedo ayudar con eso

—No gracias —refutó Reborn dándole la espalda

—Deja tus celos de lado —Lambo lo miró con el ceño fruncido para después enfocarse en su invitado—. Por favor, Fon-san, ¿qué podemos hacer?

—No te voy a quitar a tu alumno, Reborn. Sólo quiero verlo feliz —Fon a veces creía que Reborn sobrepasaba ese instinto paterno por Tsuna, pero no lo juzgaba

—¿Y cuál es la idea, Fon-san? —apoyó Chrome, esperanzada por poder ayudar a su jefe

—Intenten seguirme —les sonrió antes de levantarse

—¿Qué? —corearon la mayoría

—Pero deben darme quince minutos de ventaja

 

 

Suspenso…

 

 

Tsuna esperaba la llegada de aquel que se volvió un amigo más de la familia, sonreía al mirar a su pequeña hija girando para ondear el vestido que se compró especialmente para ese día, mientras Leo aplaudía y la halagaba. Su padre mantenía a Taiki jugando con una pelota de béisbol, incluyéndose en los vítores por un supuesto home run. Su madre estiraba un amplio mantel en aquel jardín que se mantenía bajo techo para que las hermosas flores y plantas diversas no fueran afectadas por el clima. Enma junto con Diana se disponían a colocar varios platillos de humeante comida en la mesa que ahí había. Todo asemejaba a los pequeños picnics que Dayane organizaba, era nostálgico pero hermoso

Los niños reían y bailaban al son de la música que se reproducía en el celular de Enma, incluso Taiki dejó aquella faceta seria y sonrió antes de tomar las manos de su hermanita para bailar un poco. Todo estuvo preparado para cuando Fon ingresó al lugar, varios platos con bocadillos y dulces colocados en el mantel en donde se sentaron, vestían algo sencillo y normal, después de todo, lo que querían era festejar.

Fon tenía razón, evitar un festejo estaba errado porque a veces sólo basta una excusa para animar el alma de los que pasaban por un mal momento. Tsuna admitía que fue buena idea hacer aquella pequeña reunión pues al menos sus hijos volvieron a ser los niños alegres que él recordaba.

 

—Lamento la tardanza —el último miembro llegó y Tsuna no pudo evitar sonreír porque el azabache parecía agitado—, pero tenía que traer esto —Fon mostró la flor que encontró esa mañana

—Bienvenido —fue el recibimiento de Nana antes de empujar al azabache hacia el mantel

—Toma, pequeña princesa —sonrió Fon antes de cederle la flor a la castañita quien le sonrió ampliamente en agradecimiento

—Entonces creo que podemos comenzar —Diana sonreía mientras Fon tomaba asiento adecuadamente—. Si quieren repetir no duden en hacerlo, hay mucha comida a disposición

—¿Por qué hiciste tanto? —murmuró Enma, pero un leve pellizco de su esposa lo calló

—Vamos, niños pues quien come mucho crece fuerte —reía Iemitsu mientras colocaba los platos en frente de cada pequeño—, pero eviten manchar sus ropas, eso no es nada bueno —acotaba con seriedad antes de que Taiki y Leo asintieran

—Ven, princesa —Tsuna abrió sus brazos para acunar a Isabella—, tú y yo comeremos juntos

—Una comida en familia siempre me pareció maravillosa —halagó Fon antes de aceptar su porción—, el aroma es espectacular

 

El resonar de los cubiertos, las risitas entre pláticas, las miradas gentiles, los palillos que le facilitaron a Fon porque le era más cómodo el usarlos al igual que a Tsuna. Era perfecto, sólo eran ellos. Eran una pequeña e incompleta familia disfrutando de algo normal, o al menos eso pensó Tsuna

Un ruido se escuchó a lo lejos, pasos, discusiones, deslices y amenazas. Tsuna se tensó al reconocer aquella entrada general. Los presentes se miraron entre sí, muchos sonrieron animados por recibir a los demás invitados, otros murmuraron por lo bajo, Iemitsu mostró su descontento al fruncir el ceño. Sólo Enma se dedicó a mirar a Tsuna para darle apoyo mudo y pedirle que se calme porque en algún momento debía enfrentar al resto de aquella familia y qué mejor que en ese día.

 

—¡Aquí… estamos! ¡Al extremo! —Ryohei fue el primero en entrar, orgulloso por ganar ya que siempre competían. Era su comportamiento normal— Perdón —carraspeó al ver a todos los asistentes en ese invernadero—. Buenas tardes —saludó con cortesía y una sonrisa que hacía resaltar la bandita de su nariz

—Llegaron tarde —Diana los miró en advertencia para que se callaran, y cuando el silencio los invadió, sonrió—, pero llegaron. ¡Tomen asiento! —les ordenó con ademanes de sus manos—, les serviré su almuerzo

—Gracias —corearon sorprendidos porque fueron allí buscando a Fon, pero se hallaban ante algo parecido a un picnic o un festejo pues vieron un par de globos atados a una maceta en el fondo

—Me alegra que vieran la nota que les dejé en el comedor —Nana sonrió cuando los guardianes empezaron a tomar lugar, con habilidad repartía los cubiertos y servilletas mientras los invitaba a unirse a la plática

—¿Nota? —pero el susurro de Lambo fue callado por el golpe de Mukuro en su cabeza—. ¡Oh sí! ¡La nota! —rió con nerviosismo. Después de despistar un poco a la castaña se miraron entre sí en complicidad de esa ignorancia que los embargaba, porque en ese día se habían olvidado de la hora del almuerzo. Ninguna sirvienta les avisó, seguramente ellas sabían de esa “reunión” en el invernadero

—Vinieron —fue el recibimiento de cierto castaño que al fin los miraba con amabilidad. ¿Cuánto habían esperado por sólo eso? Demasiado quizá—. Gracias —la sonrisa que les fue dedicada fue la más hermosa que lograron ver en esos meses

—Siempre estaremos para usted, juudaime —fue la contestación de Hayato que, con las mejillas levemente coloradas, sentía la emoción de ver, aunque sea un rastro de lo que era su amado cielo

 

Todos los presentes sonrieron ante el agradecimiento del castaño, respondieron con efusividad o simplemente murmuraron algo. Todos estaban de acuerdo con un solo pensamiento: se sintieron de nuevo en casa. Tsuna de nuevo les abría las puertas de su hogar.

Ayudaron a repartir la comida, incluso Hibari se sentó cerca del grupo para comer en paz mientras vigilaba cada gesto dado en quien le interesaba. El más joven de la familia era el más dichoso porque al fin sentía la aceptación del que consideraba su hermano mayor y ejemplo a seguir, la tímida niebla de nuevo sintió la calidez de una palmada en su cabeza, incluso Reborn se sintió satisfecho porque después de semanas infernales al fin veía a su alumno brillar como el cielo que era.

Debería ser perfecto, mas, no lo era.

Fingían porque algo estaba claro: la artimaña de Fon fue la única que los llevó ahí; pues de ser por alguno de ellos, eso jamás hubiese pasado, y todo porque desde hace mucho que no compartían un almuerzo en familia, no desde que su cielo faltaba a esas pequeñas reuniones en el día o eran ellos los que se negaban a estar frente a él.

Tal vez debieron insistir más, soportar las miradas gélidas que no escondían mas que dolor y soledad por la pérdida reciente. Tal vez debieron brindar su mano y abrir sus corazones.

Sí, debieron hacerlo antes

 

—¡Y ahora la mejor parte! —Nana animó a todos quienes iban terminando su comida—. Esperen tan sólo unos momentos

—Yo te ayudo, querida —Iemitsu sonrió como un niño ante una travesura—. No mires, hijo. Ni ustedes niños… mucho menos tú Enma —advirtió con seriedad—. No queremos arruinar la sorpresa

—¡Sí, abuelo! —Taiki y Leo levantaban su puño derecho, Bella en cambio elevaba ambos brazos y sonreía

—¿Desde cuándo se comporta como un adulto? —indagó Reborn

—Entonces no lo has visto bien —Fon le respondió pues se habían sentado cerca el uno del otro—. Tomó el rol de abuelo y los niños lo adoran. Nana incluso adoptó a Enma para que Leo se convirtiera también en su nieto —rió bajito por aquello. Habían sido momentos demasiado divertidos

—Patético —bufó Reborn, pero se mordió la mejilla al reconocer que no se fijó en esos detalles

—No digas eso, Reborn, ¡y disfruta de lo que viene!

—¿Qué clase de reunión es esta? —incluso él ignoraba el tipo de festejo que se daba

—Ya lo verás —sonrió sin tomar en cuenta la mirada afilada que le era dirigida. Él sólo quería hacerlos reaccionar

 

Nana apareció entonces cargando un pastel lo suficientemente grande para que todos disfrutaran de un buen pedazo, sólo una vela blanca en espiral lo adornaba. Todos los guardianes dejaron a un lado sus platos y se miraron entre ellos haciendo la pregunta más importante del día: ¿acaso festejaban algo importante?

Entre todos empezaron a rememorar el día, el mes, el año, observaron a todos en el lugar buscando al festejado o algún indicio de la razón de ese pastel, pero nada. Diana aplaudía mientras ayudaba a encender las velas, los niños empezaron a ceder gorritos coloridos que la mayoría se colocó en la cabeza, pero seguían sin saber de quién era el festejo

Algunos miraron a Kyoya quien alejado permanecía impasible, pero que había dejado de lado su comida y jugaba con su gorro mientras apretaba los labios; era obvio que la nube ya supo de qué iba eso, pero no podían preguntarle o se delatarían. Mukuro empezó a reír bajito en cierto momento, dando a entender que él también cayó en cuenta. Sin embargo, los demás estaban tan frustrados que sólo podían sonreír forzadamente mientras inspeccionaban con angustia el lugar.

Los aplausos empezaron, las risas y la canción dictaba que alguien estaba cumpliendo años. Cantaron por inercia, fijándose en quien lo hacía también y quien no, pues sería obvio que el cumpleañero o cumpleañera no cantaría y sólo sonreiría en agradecimiento… pero todos cantaban o tarareaban, eso incluía a Hibari que se acercó al grupo y a Mukuro que aplaudía con una sonrisa animada. Lo peor era que en la canción no se incluía el nombre del festejado.

Hubo una pista.

Los guardianes y Reborn se fijaron en que Tsuna cantaba mientras jugaba con las manitas de la pequeña Isabella quien por alguna razón no cantaba y sólo movía su cabeza. Los dos niños, rubio y pelirrojo, cantaban a todo pulmón. Los adultos que acompañaban a Tsuna también pronunciaban cada frase con alegría. Entonces dedujeron que la festejada era Isabella, pero poco les duró el alivio porque lo descartaron ya que el cumpleaños de la castañita se celebraría en un par de meses más y el de Taiki en cinco meses.

Estaban entrando en pánico, mucho más cuando la canción terminó y la frase más esperada fue dicha.

 

—¡Feliz cumpleaños a ti! —rieron antes de aplaudir con entusiasmo. Nadie había pronunciado el nombre. Estaban perdidos

—¡Debe soplar la vela! —reía Diana mientras cargaba a Isabella quien seguía aplaudiendo

—Y pedir un deseo —acotó Fon mirando a una persona en especial

—Gracias —fue esa contestación la que dejó a todos en silencio, sin aire, con un aplauso inconcluso, sus ojos entreabiertos, y en shock—, pero no necesito de un deseo —sonreía cual niño inocente que ignora la desdicha que lo rodea—. Me basta con que todos… estén aquí — una lágrima se resbaló por la mejilla de Tsuna, pero fue opacada por la sonrisa que les brindó a los presentes

—Juudaime —susurró Hayato perdiéndose en aquella gotita que resbalaba por la piel de su jefe

—Tsuna —segundó Yamamoto mientras apretaba el gorrito que sostenía en su mano y sonreía para no demostrar lo afectado que estaba

—Hum —fue el murmullo de Hibari quien apretaba los dientes en reproche hacia sí mismo

—Un año más, Tsunayoshi-kun, kufufu —él sólo hizo un ademán asemejando a una reverencia

—Boss/Sawada/Tsuna-nii —ellos no pudieron ocultar su culpa y el último sólo se quedó callado

—Me alegra que hayan llegado —el castaño los miró con ternura, con los ojos brillantes por las lágrimas. Fingía que no se dio cuenta de la tensión de sus amigos. Quiso hacerse creer a sí mismo que ellos llegaron ahí por voluntad propia

 

Todos vieron a su jefe soplar la vela y aplaudieron por inercia. Se tragaron las maldiciones porque no se habían acordado de esa fecha, hasta Reborn parecía impactado y eso que su cumpleaños era un día antes, es decir el día anterior. Fue tanto el caos en esos días de insomnio y peleas, que dejaron pasar esa fecha y… por poco hicieron el mismo desplante de hace años cuando se olvidaron de su jefe y recordaron el festejo un mes después. En aquella vez ninguna disculpa valió, el daño estuvo hecho, pero ahora… ¿Ahora qué? De no ser por Fon ellos ni siquiera se hubiesen presentado o acordado… Se sentían escoria

Se habían olvidado por completo de su cielo, se centraron egoístamente en el cómo obtener la aceptación del castaño y no pensaron en los sentimientos ajenos. Pero fingirían, lo harían hasta el final porque debían darle un granito de felicidad a Tsuna después de tanta amargura

 

—¿Te gustó el regalo, Reborn? —Tsuna miraba al asesino quien jugaba con el pedazo de pastel que le cedieron

—¿Regalo? —por un momento se distrajo y delató su desconocimiento de fechas

—El que ordené dejaran sobre tu mesa de noche

—Ah, ese —sonrió de lado mientras se acomodaba la fedora y acariciaba a león que lamía un poquito de crema—. Tienes buen gusto, dame-Tsuna —en realidad no había vuelto a su cuarto por más de 24 horas, así que desconocía el dichoso regalo que tal vez le hubiese dado la oportunidad de enmendar su único fallo

—Me alegro —una sonrisa un poco más apagada que las demás se posó en los labios del castaño, pero pocos lo notaron

 

El festejo terminó ahí, no había nada más que hacer. Todos tuvieron el permiso de retirarse tras dar la respectiva felicitación personal a su jefe; fue entonces que corrieron para, recién en ese momento, ir a buscar algo decente que envolver en papel brillante y dejar con sigilo en la oficina de su cielo mientras fingían que nada pasó. Los niños se retiraban a jugar en el cuarto de Taiki. Iemitsu y Nana los acompañarían. Diana y Enma se quedarían a recoger los platos mientras que Tsuna y Fon ayudarían a recoger el mantel y demás.

 

—Fue un hermoso festejo. Gracias

—No tienes que agradecer, Tsunayoshi-kun

—Debo hacerlo —sonrió mientras detenía sus acciones y su acompañante lo imitaba—, después de todo… usted los trajo

—Te diste cuenta —entre sus manos tenía los diferentes gorritos coloridos que fueron usados

—Sí, era algo obvio —suspiró antes de que su sonrisa se borrara para dar paso a una expresión neutral—. Pero no era necesario que hiciera eso

—Sólo quería verte feliz —Fon acarició los cabellos ajenos tras dejar de lado aquellos gorritos de fiesta— y para eso necesitas a toda tu familia unida

—No los quiero forzar a algo —miró a Fon e hizo un leve mohín—. No sería justo

—Deberías aceptar que estaban felices porque los dejaste acercarse —sonrió antes de seguir con sus tareas—, así que no los forzaste. Yo sólo les di un empujoncito, nada más

—Ya no lo haga más —suplicó, pero a la vez… no quería decir aquello

—No lo creo necesario —Fon rió bajito antes de conectar su mirada con la achocolatada—, porque desde este punto seguramente ellos mismos se esforzarán por cuenta propia

—No lo creo —sonrió irónico

—Tsuna —lo miró de frente, sosteniéndolo del hombro para que no se alejara—, ¿qué no harían por ver tu sonrisa?… incluso yo puedo luchar por verla cada día —le acarició la mejilla con dulzura y curvó sus labios en una sonrisa sutil

—Gracias —el castaño no pudo evitar reír por aquellas palabras, incluso sus mejillas enrojecieron levemente porque de una u otra forma… fue lo más bonito que le habían dicho desde que perdió a Dayane—. Muchas gracias

—Cuando estás sinceramente feliz, tu sonrisa es espléndida, Tsuna-kun… Justo como ahora —deslizó sus dedos cerca de la comisura de los labios ajenos para después apartar su mano—. Es así como deberías permanecer siempre… completamente feliz

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

Krat piensa que se emocionaron con las frases finales de Fon, bueno, pues por algo se empieza en una relación, ¿no? XDDDD

Muchas gracias por aguantar estas largas esperas.

Krat los ama

Besos y abrazos~

 

PD: Recién me doy cuenta que tengo reviews ahhhhhhh... los vo a responder we


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