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Mi rojo cielo por 1827kratSN

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Su cuerpo se había relajado con el agua caliente entremezclada con las caricias de Fon, con quien se aseó esa mañana. Incluso se quedaron un largo rato hundidos entre su cómodo silencio mientras jugaban con el agua de la tina.

Para Tsuna había sido un despertar vergonzoso entre los brazos del antiguo arcobaleno, pero eso pasó a segundo plano cuando se besaron con ternura sin decir ni una sola palabra. Aunque debía admitir que apreciar las marcas evidentes —que obviamente no iban a poder ocultar—, eso sí fue más que vergonzoso, fue un shock, porque cuidaron mucho de sus acciones la mayoría del tiempo, pero al menor descuido hicieron esos… moretones.

 

—¿Te sientes bien?

—Sí —Tsuna se miró al espejo antes de voltearse hacia Fon—, quiero preguntar lo mismo —entrecerró sus ojos para analizar al azabache—, pero yo te veo bien.

—Supongo que ambos hemos pasado por sucesos más… —lo pensó un momento— desgastantes.

 

Se rieron de la pésima broma antes de seguir arreglándose para después salir de su cuarto en busca de Lambo y finalmente partir hacia Italia. No fue incómodo en esa ocasión, tal vez porque se despertaron temprano y tuvieron tiempo de perder la vergüenza inicial.

Tocaron la puerta de Lambo un par de veces como aviso y lo vieron aparecer ya listo, descansado y sin rastro de los síntomas de “dolor” del día anterior. Era obvio que Lambo les mintió, pero no dijeron nada. Fingieron demencia porque todos tenían algo que ocultar.

 

—¿Nos vamos? —Tsuna sonrió.

—Espera.

 

Lambo dejó su maleta de lado y caminó un par de pasos hasta reposar su espalda en una de las paredes del pasillo y teclear en su celular. Tsuna miró a Fon, Fon elevó sus hombros sin saber cómo interpretar el comportamiento del joven rayo. Ambos esperaron pacientemente, trataron de no preguntar hasta que escucharon una voz suave brotar del aparato que Lambo mantenía contra su oreja.

 

—¿Chrome? —Lambo miró a los dos restantes.

Sí, Lambo.

—LO HICIERON —lanzó un grito entre histérico e incrédulo antes de agitar sus manos un par de veces, pero volvió a tomar compostura, aunque sólo se tensó y encogió sus hombros—, por dios, ¡tienes que ver las marcas de sus cuellos! —agitó su mano libre.

¿Cuellos?

—¡De los dos! —los señaló antes de jadear porque no podía creerlo—. Tienes que ver sus rostros de felicidad infinita y de… ¡no sé! —agitó su mano libre con mayor fuerza antes de agarrarse los cabellos—. Oh por dios… ¡NO CREÍ QUE FUNCIONARÍA! —le gritó al celular que apartó de su oreja.

—¡Lambo! —Tsuna enrojeció al entender todo. No quería que Chrome se enterara todavía.

—E-espera —Lambo maniobró con sus manos temblorosas para colocar el altavoz—. ¡Ya está! —rio divertido.

Felicidades, boss y Fon-san —rio suavemente la chica que en su habitación se tuvo que sentar para controlar su emoción.

—¡Lambo! —Tsuna agitó sus manos—. ¡Cállate!

—¡Pero estoy tan feliz! —agitó sus manos como si fuera un niño reclamando una golosina—. Buena esa Fon —asintió con orgullo—, me entendiste y lo hiciste.

—¡Lambo, deja de decir eso en voz alta!

—¡Qué bueno que me compré tapones de oídos! —Lambo ignoró a su hermano mayor y rio sonoramente—. Gracias, Chrome, tú sí que sabes ser precavida.

De nada.

—¡No puedo creer que ustedes dos! —Tsuna enrojeció aún más, hasta el punto en que sus oídos estallaron en carmín, y tensó sus hombros—. ¡Voy a castigarlos!

—Valió la pena —murmuró Lambo a la par de Chrome en la línea.

—¡Y ya cuelga!

 

Fon cubrió su boca para evitar reírse muy fuerte por la travesura de Lambo. Dejaría que esos dos discutieran un poco más antes de decirles que si no se iban perderían el vuelo…, aunque, siendo que usaban el avión privado de Vongola, lo único que perderían serían minutos de vuelo y atrasarían su itinerario.

Si así reaccionó Lambo, Fon no quería imaginarse cómo lo harían los demás. Tal vez intentarían matarlo o al menos dañarlo un poco. Instintivamente tocó su cuello en donde tenía un muy notorio moretón y desvió su mirada hacia donde Tsuna tenía uno parecido, aunque un poco más oculto y pequeño. Sí, no pensó en eso cuando… En realidad, no pensó en ninguna consecuencia la noche anterior.

 

—¡Lambo, deja de hablar en doble sentido!

—Chrome —el de ojos verdosos corrió por el pasillo tirando de su maleta hasta desaparecer en la esquina—. ¡Tsuna-nii no me está persiguiendo! —asomó su cabeza por la intersección—. ¡Ni Fon! ¡¿Eso qué significa?! ¡¿QUÉ SIGNIFICA?!

 

Tsuna se cubrió el rostro para intentar fingir que la tierra se lo tragaba. No podía creer que Lambo hiciera todo ese escándalo y sacara conjeturas basadas en quién sabe qué cosa, mucho peor, que Chrome estuviera escuchando todo a través de la línea telefónica. No podía con la vergüenza reflejada en su cara ardiendo, tampoco asimilaba bien cómo enfrentar a su guardián cuando lo atrapara y diera un coscorrón por el escándalo, mucho menos el hecho de que Fon pareciera muy calmado ante ese asunto y simplemente le ofreciera su mano para caminar hacia el ascensor.

 

—Ellos parecen muy normales.

 

Lambo se mantuvo alejado de ese par, escondido entre otra sección de asientos y espiando entre los espacios mientras hacía notas de voz para Chrome. Analizaba a esos dos porque aún no le quedaba claro qué fue lo que pasó la noche anterior en esa habitación matrimonial. No era como si le interesara los detalles específicos, sólo que…, quería saber quién fue el de abajo y quién el de arriba. ¡Todos tenían esa duda! ¡Todos!

Fon cuidaba de Tsuna como siempre, siguiéndolo y respetando el protocolo dado hasta que subieron al avión, después se ubicó junto al castaño, cedió una pequeña almohadita para que Tsuna se acomodara en el asiento y tratara de dormir un rato, cosa que Tsuna negó con amabilidad para luego simplemente ponerse a platicar sobre las cosas que debían hacer al llegar a Italia. Nada daba pistas de lo que Lambo quería averiguar. Y no hubo algo más significativo que cuando esos dos se quedaron dormidos con sus cabezas acomodadas juntas y sus manos unidas.

 

—Te envío la evidencia —Lambo sonrió al tomar la fotografía.

—¿Lo enmarcaremos?

—Obviamente, porque es una imagen muy bonita.

 

Comieron helado antes de subir a la limosina que los llevaría a la mansión, acordaron guardar compostura —en realidad Lambo fue el único que prometió eso—, intentaron verse lo más normal posible cuando fueron recibidos…, pero fue obvio que muchos se darían cuenta de que intentaron cubrir las marcas de sus cuellos con un par de banditas. Las miradas fueron muy insistentes e incómodas, las risitas de algunos fueron vergonzosas y la pregunta de sus hijos fue la gota que derramó el vaso.

 

—¿Te pasó algo, papá? —Taiki señaló la supuesta herida del castaño—, estás herido.

—Pues parece que tu pa… —pero Mukuro fue callado por la mano de Chrome quien le impidió seguir.

—Bueno… —por alguna razón Enma y su familia estaban ahí de visita—, creo que tenemos que hablar de un anunciamiento ante toda Vongola y aliados, Tsuna-kun —rio bajito.

—Enma, por favor.

—¡Gané! —pero Skull era el más feliz al parecer—. ¡No veo sus pagos, señores! —extendió su mano hacia los demás.

—¿Apostaron? —Tsuna los miró indignado.

—No todos —contestó Takeshi quien sacaba su dinero y se lo daba al gamberro.

 

Y tenía razón, al parecer la apuesta —de la que Tsuna no quiso ni enterarse—, fue dada entre Takeshi, Skull, Chrome, Lambo, Diana, Ryohei, Spanner, Shoichi y Giannini. El castaño ni siquiera se quedó para saber quiénes perdieron, tomó a sus hijos en brazos y se adentró a la mansión para descansar un rato. Lo que no se esperó fue que Fon no lo siguiese en esa ocasión, en realidad ni se dio cuenta que no estaba a su lado hasta que se encerró en el cuarto de juegos de los pequeños.

 

—El abuelo se lo llevó —Taiki al parecer sí se fijó.

—¿Por qué?

—No sé —se unió a Bella quien revisaba la maleta del castaño—, pero el abuelito lo interceptó a medio camino.

—¿Y por qué no me lo dijiste?

—Porque mamá Fon dijo que no.

 

No recordaba si sucedió algo parecido cuando se casó con Dayane, pero estaba casi seguro de que no. Tal vez fue porque en esa época toda su familia estaba algo alejada de él, o porque no les permitió involucrarse en su vida personal, pero en ese instante quería tener la misma privacidad que en aquella ocasión. ¿Qué demonios tenían que tratar los demás con Fon? ¿Por qué simplemente fingían que no notaron sus moretones? ¿Por qué no le hacían las cosas más fáciles y dejaban su vida amorosa en paz?

Según Enma era porque el “bullying” formaba parte de la amistad y que era algo casi obligatorio en la mayoría de casos. Sí, incluso ellos se molestaron cuando se vieron después de sus respectivas bodas, pero no pasó a mayores. Su pelirrojo amigo no ayudó en ese instante, pero al menos lo distrajo lo suficiente en conjunto con Leo y sus hijos como para que no sintiese el tiempo pasar. Incluso logró olvidar el asunto de Fon y su padre por unas horas hasta que tuvo que cenar con toda la familia y las miradas siguieron siendo incómodas, al igual que los comentarios. Lo único bueno fue que eso sólo sería temporal… o eso esperaba.

 

—Fon —casi no habían hablado, porque una u otra cosa los mantuvo alejados en ese día—, ¿qué sucedió?

—Hablé con tu padre —sonrió mientras se aseguraba que Taiki estuviera bien cubierto.

—¿Qué te dijo? —le picaba la curiosidad.

—No te lo diré —suspiró antes de acariciar la cabecita del rubio.

—¿Por qué?

—Porque es algo que podría afectarte mucho y siento que no estás listo para eso.

—Yo lo juzgaré —cuando salieron de la habitación de su hijo, insistió—. Dímelo, por favor.

—Tsuna, ahoga tu curiosidad.

—Quiero saber.

—No es algo malo.

—Entonces ¿por qué no me lo dices?

 

Fon era consciente de que las palabras podían herir o afectar tanto o más que las acciones, por eso no quiso hablar, se negó. La plática que tuvo con Iemitsu no fue una del otro mundo, ni siquiera fue negativa, sólo fue un intercambio de opiniones y nada más. Pero lo que conllevaba era diferente, era importante y no podía simplemente darlo a conocer a los cuatro vientos. Porque quería primero asegurarse de cuánta repercusión tendría en su cielo.

Y a pesar de eso, estaba consciente de que Tsuna tenía derecho a saber.

Pidió tiempo, el suficiente para pensar un poco, analizar si debía decirlo o dejarlo pasar. Fue tonto. Porque no podía ocultarle cosas a Tsuna, no podía siquiera evitar la manipulación que aquel castaño —ahora un cielo brillante—, podía usar en su contra. Lo que menos quería era enojarse con la persona que amaba y con la que apenas acababa de llegar al escalón más elevado de esa relación tan bonita que nació de un desastre.

 

—No te enojes conmigo, Tsuna.

—No estoy enojado.

 

Fon rio bajito cuando ya pasaba el segundo día y aquel muchacho apenas le dirigía palabra o lo miraba. De cierta forma le parecía encantadora la forma en que Tsuna demostraba su enfado: intentando aplicarle la ley del hielo y fingiendo estar enojado. Pero ni así dejaron de dormir juntos, sentarse en la sala a ver cualquier cosa en la televisión y beber té junto con los niños, ni siquiera se negaron a gozar de los besos matutinos ni de los besos fugaces dados cuando se hallaban sólo ellos dos en el despacho del jefe.

 

—Si te lo digo…, ¿prometes no tomártelo tan a pecho?

—Lo prometo —la mirada de Tsuna brillaba llena de curiosidad—. ¿Qué fue lo que te dijo mi padre?

—Él piensa en tu felicidad, Tsuna.

—Digamos que ahora lo hace —rodó los ojos—, hay que admitir que Iemitsu no ha sido un gran padre, así que me sorprende que ahora piense en mi felicidad.

—Lo sé —le acarició la mejilla para que se mirasen.

—¿Qué te dijo?

—Quiere… —aún no estaba seguro, pero decidió hablar—. Él quiere que nos casemos.

 

Fon esperó todo tipo de reacción, menos que Tsuna se riera, pero así pasó. Fue una risa un tanto escandalosa, sin ese toque de felicidad que en otras veces reconoció, fue algo forzada mientras Tsuna evitaba mirarlo. Y luego sólo lo vio respirar, levantarse y dejar esa oficina.

No sabía si interpretar ese accionar como algo bueno o malo, tal vez no debía ser preocupante o quizá debería perseguirlo para asegurarse de que su cielo estuviese bien. Lamentablemente no pudo hacer ninguna de sus opciones porque Isabella llegó hasta él con intención de jugar como le fue prometido. Lo dejó ir a pesar de que su cuerpo entero gritaba porque persiguiese al castaño.

El matrimonio era algo demasiado importante y especial para Tsuna, lo sabía, por eso no quiso hablar del tema. Porque estaba consciente de que aquel castaño ya tuvo una boda y por ende disfrutó de un matrimonio muy bello, lo atesoró incluso cuando su esposa murió y que no tenía ninguna intención de repetir algo que significaba un lazo eterno para sus involucrados. Era algo que aquel cielo no estaba dispuesto a tomar de nuevo por el peso emocional que conllevaba. Fon se sintió culpable de cierta forma.

 

—Skull —Fon miró a su compañero en ese día cuando quedaron a cargo de los niños—, ¿estás bien?

—Algo —suspiró antes de recostarse en el pasto—, es sólo que según supe… Reborn volverá y aún tengo esa espinita atorada aquí —se señaló el pecho—, así que… eso pasa.

—¿No sería mejor si te fueras a casa de Enma o regresases con los Carcassa hasta que lo superes? —quería ayudar a su amigo.

—No —Skull se volvió a sentar para mirar al azabache—, porque aún tengo que ayudarte con Tsunayoshi y su raro estado.

—Sólo necesita tiempo —se justificó, pero ni siquiera él estaba seguro de sus palabras.

—¿Qué carajos les pasó? —hizo una mueca—. Todo estaba bien hasta hace unos días.

—Toqué un tema que no debía.

—Y me lo vas a contar —dictaminó—, a ver si así puedo ayudarte.

—Skull…

—Si yo te conté lo de Enma, serás recíproco y soltarás tu lengua —lo miró con los ojos entrecerrados.

—Está bien.

 

Todos en la mansión notaron el cambio en Tsunayoshi, lo tenso que estaba, el cómo se llenaba de trabajo y reuniones para no permanecer en casa más que lo suficiente, incluso los niños sintieron ese raro ambiente entre sus dos padres. Fue mucho más evidente cuando Mukuro se dio cuenta que la “parejita del momento” dejó de dormir juntos y armó un pequeño escándalo en burla de la situación y culpando a lo sucedido previo a los chupetones en los cuellos de ambos involucrados. Fue un desastre que terminó con una muy enfadada Chrome que dejó de hablarle a su mentor de siempre y un muy preocupado Lambo que, por todos los medios, intentó saber qué ocurría con su hermano mayor.

Nadie quería ver a su cielo de nuevo sumido en sí mismo.

Desesperadamente ansiaban que volviese a brillar.

Y no sabían qué hacer para lograrlo.

 

 

Miedo…

 

 

—Soy un idiota —suspiraba rendido ante el agotamiento.

—Un poquito —Enma palmeaba la cabeza de su amigo.

—Gracias por animarme —reprochaba mientras golpeaba el pecho ajeno con su frente.

—Sólo digo —alejó un poco al castaño para mirarlo—, que deberías estar en brazos de Fon y no recibiendo consuelo de mi parte.

—Ahora me siento patético —cubrió su rostro con sus manos y respiró profundo—, pero no sé qué hacer.

—Dile la verdad.

—No es tan fácil.

—Lo estás lastimando —le golpeó la frente cuando lo miró—, y a ti también.

—¿Qué harías tú en mi lugar?

—Decir la verdad —sonrió ante la obvia respuesta—. No creo que reaccione mal, es más, creo que te entiende, pero no está seguro de cómo debe enfrentarte.

—Enma —suspiró antes de soltar un suave reproche—, ¿y si todo sale mal?

—Eres el jefe máximo de la mafia italiana y cabecera de muchas otras —bufó antes de reír—, lo máximo que podrían hacerte es rechazar las alianzas.

—Lo máximo que haré será dañar la reputación de Fon, la de Vongola y hacer que la vida de todos sea un desastre —jadeó antes de volver a ocultarse entre sus manos—. No puedo con eso.

—No sé cómo empezamos con eso del matrimonio y ahora estamos en estas —suspiró antes de palmear con amabilidad la cabeza del castaño—. ¿Me explicas de nuevo?

—Quiero hacerlo paso a paso —Tsuna elevó su cabeza y dejó a sus manos caer—. Ya no quiero ocultar mi relación con Fon —sintió sus mejillas enrojecer—, quiero volver nuestra relación oficial ante todos…, pero no estoy listo.

—¿Y si esperas un rato más? —Enma intentaba que Tsuna dejara todas esas inseguridades de lado, tal y como lo hizo desde el primer día en que el castaño llegó pidiendo ayuda.

—Si espero… jamás tendré el valor —apretó los labios—, y él no se lo merece.

—¿Quieres casarte con él? —Enma sonrió sutilmente porque en su amigo veía reflejado el adolescente de quince años que se negaba a aceptar su destino.

—No —se tensó—. Ni siquiera tengo el valor para enfrentar a todos…, mucho menos tendré la fuerza para eso.

—Tsuna —le picó la frente—, estás armando una tormenta en un vaso de agua.

—Lo sé.

—Debes hablar con él. Dar un paso a la vez como hasta ahora.

—Estoy asustado.

—Te entiendo —lo abrazó de nuevo—. Es lo mismo por lo que pasamos cuando le dijimos la verdad a Dino, ¿no? —suspiró—, pero pasó… Dolió, pero pudimos superarlo. La diferencia está en que ahora no estamos los dos solos.

—Luché mucho por esto, por forjar esta Vongola… —dejó que le acariciaran la espalda— y no la quiero ver caer sólo porque yo, el décimo jefe, me declararé…

—¿Homosexual? —Enma negó—. Es bisexual, Tsuna-kun. Ya lo discutimos.

—Ni siquiera puedo pronunciarlo —se quejó, decepcionado de sí mismo.

—Puedes esconderlo —susurró.

—No quiero.

—Entonces yo te apoyaré, tu familia te apoyará, Fon jamás te dejará solo… Varia, Giglio Nero, los arcobalenos, hasta los Vindice —rio bajito al mencionarlos—, todos se pondrán de tu lado como hasta ahora… Porque a quien apoyan es a Tsunayoshi Sawada, quien ha demostrado ser el mejor guía y líder del mundo.

—Me rechazarán y no creo poder con eso.

—¿Y quieres seguir viviendo de apariencias, fingiendo ser lo que todos quieren que seas?

—Funcionó bien hasta hace…

—¡No! —Enma sujetó las mejillas de su amigo y las apretó—. Ya no más. El mundo cambia Tsuna-kun, ¡cambiemos con él!

—No quiero que alguien salga dañado.

—Haremos de todo para que nadie sea dañado —sonrió—. Sé valiente como siempre. Seamos valientes.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Actualización para el alma~

En realidad, ya quería darle término al fic, pero recordé que su relación aún no está del todo formal, falta mostrárselo a la mafia entera. Así que serán un par de capítulos más, de los cuales ya tengo adelantado la mitad del siguiente, pero como no he tenido tiempo no he podido darle término. Pido paciencia pues no tengo tanto tiempo ahora.

Krat lo ama~

Besitos.


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