Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi rojo cielo por 1827kratSN

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

—Tsuna, ¿podemos hablar?

—¿Papá?

 

¿Era en serio? Al parecer lo era porque lo tenía frente a él, sentado, con el semblante serio, los brazos cruzados y decidido a charlar. Tsuna suspiró. Esperaba que no fuera una charla padre e hijo porque no tenía edad para recibir una plática de ese tipo, es más, creía ser más maduro que su padre.

Pero no se negó a escucharlo, porque después de todo ese tiempo reconocía el esfuerzo de Iemitsu por llevarse bien con él y ser un abuelo excelente. Sus hijos adoraban al rubio, y él a ellos; además, reconocía que era parte importante en la crianza de Taiki e Isabella pues les fomentó algunos valores y los cuidaba con diligencia. Sonaba tan irreal. Y si bien su relación rota no iba a recomponerse de la noche a la mañana, al menos podía intentarlo en retribución a todo lo hecho por su progenitor.

 

—Reborn me habló de algo que me ha tenido tenso últimamente.

—¿De qué te habló?

—De Fon.

 

No, ¡No! Enserio que no podía creer que Reborn llegara a caer así de bajo. ¡En serio que no! No lo esperó y por eso se puso a la defensiva. No iba a hablar de ese tema con nadie, porque era su asunto personal. Reborn estaba demente si pensó que Iemitsu podría ser la clave para que cambiara de opinión acerca de su amistad con Fon. Ni siquiera su padre tenía derecho de intervenir en eso y se lo dejaría en claro.

Pero antes de que hablara, el rubio le sonrió. ¿Qué tramaba?

 

—Aun no entiendo por qué siendo Fon tu novio no está en la lista de invitados para la fiesta de Taiki —el castaño se quedó en silencio, procesando esa sola frase dicha por el muy tranquilo rubio—. Se supone que es un evento bastante íntimo, así que no creo conveniente o cortés el no invitarlo.

—Papá —quiso decirle algo, pero no pudo. ¿Qué tenía que decirle en ese instante?

—A menos que hayan peleado y por eso se fue así de repente —frunció su ceño y se rascó la barbilla—. ¿Te hizo algo malo? Porque de ser así yo…

—Papá —detuvo las palabras de Iemitsu antes de carraspear—. ¿De qué me hablas?

—De Fon, claro —hizo una leve mueca con su labio—. De tu novio.

—Fon-san no… —Tsuna soltó una risita—. Él no es mi novio.

—¿Ah no? —el rubio arqueó una ceja—. Entonces, Reborn… Ese bastardo me mintió —dio un ligero golpe con su pie.

—No puedo creer que haya llegado a este punto con tal de alejar a Fon-san —el castaño suspiró, estaba pensando muy seriamente en hablar con Reborn y darle un alto.

—Bueno, pero aun así creo que deberías invitar a Fon —asintió antes de mirar a su hijo—. Te gusta, ¿no? Es importante para ti.

—Papá — se estaña sintiendo muy incómodo con esa charla—, estás insinuando que yo… estoy… —le costaba completar la frase—. Papá, Fon-san es un hombre.

—Sí —Iemitsu ni se inmutó.

—¿Me estás hablando en serio?

—Sí —el mayor rio por lo bajo al notar cierto desconcierto en su hijo—. Hijo, no te juzgo.

—¿Qué?

—Quiero que seas feliz.

—Espera —gesticuló exageradamente porque eso sonaba a un mal chiste—, ¿me estás diciendo que no te importa que yo esté…? —sus labios dudaron—, es decir, ¿que yo guste de otro hombre?

—No —sonrió relajando sus hombros—. A mamá tampoco le incomoda eso.

—¿Qué?

 

Tsunayoshi vio a su padre reírse con ganas, negar, acomodarse en el asiento y encogerse de hombros divertido, mientras él no sabía si seguirle la corriente o terminar con eso. ¿Era en serio? ¿Su padre lo estaba aceptando así, sin más? Es más, ¿su madre también sabía de esto?

No iba a negar que en cierto punto de su vida se preocupó por ser rechazado por su madre —jamás le importó la opinión de Iemitsu—, debido a su gusto específico en cuanto a parejas, pero después de casarse con Dayane todo eso perdió sentido. Y ahora estaba en esa situación tan rara.

 

—Hijo —Iemitsu respiró profundamente para retomar serenidad—, sé que fui un pésimo padre… y no espero que en algún momento me perdones por eso —intentó sonreír—. Pero soy tu padre y sé cosas de ti que obviamente noté con los años, aunque debo confesar que Reborn ayudó en eso…, un poco.

—No te entiendo.

—Sé que te gustan los chicos, Tsuna. Lo sé desde que tienes quince…, o tal vez desde antes pero no pude confirmarlo hasta que tuviste quince —ante la mirada confundida de su hijo decidió explicarse—. Hay ciertas señales que fueron claras para mí y para mi querida Nana.

—¿Señales? —ahora sí que estaba extremadamente incómodo.

—No entraré en detalles —dijo con seriedad antes de inclinarse un poco hacia el frente—. Y fue por eso que cuando llegaste junto con Dayane para decirnos que te casaría con ella…, me negué rotundamente.

 

¿Cómo olvidar ese día? Fue uno un tanto extraño. En realidad, ver a su padre en casa junto con su madre siempre fue raro por las ausencias prolongadas de Iemitsu debido al trabajo del mismo en la CEDEF. El castaño iba a presentarle a su madre a Dayane, lo iba a hacer en secreto pues quiso que su madre conociera primero a la que iba a ser su futura esposa. Para Tsuna siempre fue y sería muy importante la aprobación de su madre. Pero en ese día se halló también con Iemitsu y no tuvo opción, siguió con su plan.

Iemitsu rechazó a su prometida y a la boda.

Obviamente se enfadó. Pelearon un poco cuando su madre se llevó a Dayane a la cocina para conocerla mejor, discutieron sin hacer demasiado escándalo. Jamás creyó que su padre se opondría pues dedujo que el rubio desearía que su hijo tuviera una familia que dejara herederos para Vongola. Fue sorpresivo, pero ni así dio marcha atrás. Además, no sería la primera vez que considerara a ese rubio como un “enemigo”.

Sin embargo, Iemitsu cedió ante las palabras de Nana. Fue su madre quien dictó que Dayane era la mujer más linda que había conocido y que se notaba a leguas lo enamorada que estaba de su amado y único hijo. ¡Y ahora resultaba que el rechazo de Iemitsu fue porque él sabía que le gustaban los chicos!

 

—No quería que te mintieras a ti mismo —el rubio sonrió con los ojos cerrados—. No quería que vivieras en apariencias. ¡Imagina como me sentí al ver que me presentabas a una mujer como tu futura esposa! —se empujó hacia atrás para reposar en el respaldar del sofá.

—¿Estabas preocupado por mí? —aún no se lo creía.

—Claro que lo estaba —balanceó sus manos—, porque yo siempre he querido que seas feliz, atún.

—Me impresionas —no pudo evitar el tono irónico que usó—, ¿quién diría que me querías tanto?

—Tsuna… —se relamió los labios antes de mirar a su hijo—, cometí muchos errores en mi vida, pero en esa única ocasión quise priorizar tu felicidad por sobre todo lo demás, incluso sobre Vongola, y no iba a permitir que te casaras sólo para tomar una figura de respeto para la familia o por el deber de dejar descendientes.

—No puede ser —murmuró porque notaba la sinceridad en las palabras de su padre.

—Pero después vi como ella te miraba, y como tú parecías feliz a su lado —Iemitsu suspiró ante ese recuerdo—. Dayane te amaba y tú parecías amarla también… Tu mirada brillaba cuando estabas con ella… y por eso acepté.

—Mamá —Tsuna sentía un nudo en su garganta—, ella… ¿sabe que estás dándome esta “charla”?

—Sí —sonrió orgulloso de revelar ese detalle—. Mamá esta preocupada por lo mismo que yo. Fon se fue de improvisto y tú entristeciste por eso, es obvio que nos preocupa el asunto.

—Fon-san no es mi novio —volvió al tema principal—, y no hay posibilidad de que…

—Tsuna —Iemitsu hizo un ademán con su mano para que lo dejase hablar—, he visto lo importante que se ha vuelto ese hombre para ti, he visto como sonríes cuando estás con él, ¡he visto todo eso! Y mamá también… —entrelazó sus dedos—. Puedes negarme lo que quieras y las veces que quieras, pero yo puedo asegurar que te gusta Fon.

—Él no me…

—Por si te lo preguntas, Nana y yo ya le hemos dado el visto bueno —rio divertido por el sonrojo de su hijo quien negaba insistentemente—. Lo que siga, dependerá de ti.

—Mamá… —no sabía si podría verla de nuevo a los ojos sin recordar toda esa conversación.

—Por eso creo que deberías invitarlo —Iemitsu asintió muy convencido—. Te hará bien verlo de nuevo.

—No puedo interrumpir su viaje —¡y ahora se estaba excusando! Genial.

—Él dijo que podías llamarlo si lo necesitaban.

—Pero…

—Taiki y Bella lo extrañan, así que sería bueno para ellos. Piensa en tus hijos— el rubio se levantó estirando sus músculos y soltando un suspiro aliviado. Estaba viejo—. También piensa un poco en ti y en lo que sientes —sonrió antes de encaminarse a la puerta.

—Papá —Tsuna elevó su voz antes de que el rubio se fuera—. Gracias.

 

 

Vuelta…

 

 

Lo invitó, aunque en realidad no fue él, sino que —debido a que sentía cierto toque de vergüenza por lo que su padre dijo—, hizo que Taiki y Bella llamaran a Fon usando el teléfono de la casa. Él solo marcó el número y lo demás lo hicieron sus hijos. Fue muy divertido escucharlos hablar como si nada con Fon, expresando su añoranza con palabras claves, sin complicarse o acomplejarse por expresar sus sentimientos… Sintió envidia de sus hijos, sólo un poco. Y al final los vio reírse cuando le dijeron que Fon vendría.

Estaba emocionado.

No pudo dejar de pensar en la visita del antiguo arcobaleno por más que lo intentó, pero trató de ocultarlo lo mejor que pudo ahogándose en papeleo o juegos con sus dos hijos. Pero al parecer no hizo tan buen trabajo pues su madre le recalcó que se notaba fácilmente lo feliz y ansioso que estaba. Su madre lo conocía, estaba seguro…, y eso que siempre fue distraída, pero al parecer era perceptiva para ciertas cosas.

Otra cosa que aprendió a esas alturas de su vida.

 

—¡Felicidades, Taiki!

 

Sus guardianes se habían esforzado en aquel festejo, incluso planificaron un itinerario bastante apretado desde la mañana. Lo supo cuando Lambo se presentó frente a él para ayudarlo con los niños de modo que se vistieran de forma casual porque iban a empezar con las actividades. Nagi fue quien lo escoltó en el auto y Hayato quien lo esperaba en la heladería que le gusto a los niños.

Su hijo se veía muy feliz, así que esa fue la aprobación a aquel plan.

Mukuro lo encontró después y fue el encargado de llevarlos de paseo por una plaza hasta un pequeño parque en donde Bella y Taiki alimentaron a los patos de un estanque, incluso había llevado un pequeño refrigerio que probaron con gusto. Lo mejor fue que su niebla mayor no hizo o dijo algo raro.

Ryohei apareció junto con Hana…, por increíble que fuera, así fue; y a pesar de que Tsuna se sintió incómodo al inicio porque no era novedad que Hana lo odiaba, fue divertido. Se la pasaron corriendo por un pequeño parque temático sobre la era medieval. Admiraron claramente lo bien que su sol se llevaba con los niños pues tenía el alma y la energía de uno.

El castaño no supo cómo Ryohei halló eso.

Almorzaron con Takeshi y Haru. Tsuna vio por primera vez en mucho tiempo cómo la mirada de su amiga de la adolescencia ya no despedía frialdad o resentimiento. Se sintió tan aliviado que incluso le pidió disculpas por haberla metido en ese mundo; la respuesta de la castaña fue sólo un abrazo necesitado mientras negaba y era ella quien se disculpaba por su pésima actitud de esos años.

No lo creyó posible, pero había recuperado a su amiga.

Disfrutaron de una plática amena, entre risas y bromas, anécdotas y pasta. Taiki adoraba la pasta y Bella se divirtió aprendiendo cómo enrollar su comida ella sola. Haru se encantó con sus hijos hasta el punto en que tomó aquel rol tan conocido como sobreprotectora y amorosa. Ella no se había dado oportunidad de conocer a sus hijos, así que fue encantador verla tan feliz por al fin convivir un poco con ellos.

 

—Cuiden mucho de su padre.

—¡Sí!

—Es un gran hombre —Haru sonrió antes de abrazar a los niños—, pero es muy frágil a veces.

—Puedes ir a la mansión cuando quieras, Haru —Tsuna no pudo evitar sentirse aliviado a la vez que intentaba no romper esa pequeña esperanza de retomar la amistad con la castaña.

—Lo haré, Tsuna-san.

 

El cielo dejó al par de esposos tras mirar una vez más a la castaña y notar lo radiante y aliviada que estaba, algo parecido a lo que él mismo sentía. Aun se creía el culpable de la vida tan dura de Haru debido a que la metió en tantos problemas, pero se alegraba porque ella y Takeshi fueran felices. Les deseaba lo mejor y los protegería para que eso se cumpliera.

El trayecto de retorno a la mansión lo realizó junto con su padre y madre, platicando de cualquier cosa, riéndose al ver a Taiki feliz en hombros del rubio mientras que Bella tomaba de la mano a su abuelo para saltar. No les importó el largo camino que recorrieron hasta hallar su auto pues recorrieron las calles de esa ciudad italiana sin prisas, viendo de todo un poco, comprando un par de adornos para su madre. Fingiendo ser una familia normal.

Cuando volvieron a la casa fue recibido por Reborn, quien elegantemente les dio la bienvenida al festejo de cumpleaños del heredero y escoltó a los niños que corrían dentro de esa casa. Hibari fue al primero que Tsuna vio, mismo que le dio un obsequio a Taiki y no hizo más que eso antes de encaminarse a la sala. Enma y Dina esperaban con una caja enorme, y Leo saltó de brazos del pelirrojo mayor para ceder un regalo más pequeño en manos de su primo. Taiki no lo abrió, en realidad no abrió ningún obsequio pues dijo que lo haría en la tarde o noche y con paciencia. Así era su hijo.

Taiki y Bella fueron recogiendo sus regalos —dados por quienes encontraran—, en el camino hacia la sala y cuando llegaron ahí… todos estaban reunidos.

Todos. Incluso Kyoko.

Se suponía que era la fiesta de cumpleaños de Taiki y aun así Tsuna sentía que fue un regalo para él. Pero no negaba que le gustaba todo eso y sintió dicha cuando sus hijos conocieron a sus “tías” por completo. Incluso Hana se esforzó en superar su fobia hacia los niños y se vio comiendo galletas junto a Bella mientras Haru les mostraba un disfraz que cosió a mano para Taiki.

Tsunayoshi vio a su hijo sonreír muchas veces en ese día, le bastó con eso.

Cantaron el feliz cumpleaños aplaudiendo a ritmo, todos contentos por estar juntos. Jugaron algunos juegos, comieron pastel, abrieron un par de los regalos por petición de los propios remitentes, bailaron un poco, se tomaron muchas fotografías, comieron bocadillos, charlaron entre todos y… ¡Esa era la familia que Tsuna recordaba! Nadie imaginaría la dicha que sentía su cielo en ese punto. No podían siquiera saber cuán en paz se sentía. Era perfecto.

 

—¿Quieres que te anuncie? —susurraba Nana cuando le abrió la puerta al último invitado.

—No —sonreía—. Quiero que sea sorpresa.

 

Sujetaba dos regalos, dos paquetes coloridos diferenciados con un moño rosa y otro azul, siendo el más grande para el cumpleañero. Siguió a Nana en silencio, esperó a que Iemitsu dijera que tenía la cámara lista, rio por la ocurrencia de aquel par de abuelos y esperó la señal de que podía entrar.

Vio a todos entretenidos brindando por aquella fiesta y se sorprendió por algunas de personas presentes. Se abrió camino en silencio y saludó con un gesto a los que lo vieron primero. Encogió los hombros cuando vio el ceño fruncido de Reborn, y mostró los regalos antes de internarse en la sala a espaldas del par de niños que estaban sentados en la alfombra.

Sonrió. Le alegraba por verlos de nuevo.

Y entonces elevó su mirada cuando se sintió observado.

También lo había extrañado a él.

En cierto punto Tsuna se quedó mirando a un punto en específico, con la sorpresa pintada en su rostro, misma que se mantuvo por unos instantes antes de que cambiara a una más radiante. El castaño esbozó una sonrisa tan… sincera…, tan bonita y emocionada…, que los adultos se giraron curiosos. Todos reconocieron a Fon quien sólo balanceó su mano en saludo general.

Todos captaron el cambio drástico en el ambiente cuando esos dos se miraron, pero no dijeron nada, no hizo falta porque los dos niños que se dieron cuenta al final lo dijeron todo.

 

—¡Ya llegó! —los ojitos de Taiki se abrieron por la impresión y sin poder evitarlo se levantó de un salto—. Sí llegó.

—No me perdería tu cumpleaños, Xiao —Fon abrió sus brazos para recibir al pequeño y lo cargó en brazos escuchando la risa emocionada del rubiecito.

—Ya —Bella se tardó un poco más en reaccionar porque al estar sentada con sus piernas cruzadas sintió un leve adormecimiento, y aun así se acercó a Fon con los brazos arriba— ¡Mamá!

Gongzhu —Fon se inclinó para sujetar a la castañita que se aferró a su cuello y no pudo evitar reír al ser abrazado por ambos pequeños—. Me alegra verte. Me alegra verlos —corrigió.

 

El silencio por parte de los adultos fue absoluto, excepto por Gokudera que se atoró con el bocadito de salchicha que consumía. Todos se enfocaron en la escena que se daba en medio de la sala. Escena que fue fotografiada por Iemitsu y filmada por Lambo porque obviamente quería tener evidencia de la cara de su familia.

Muchos se estaban cuestionado cosas y otros procesando lo dicho por aquellos tres…, pero, ¿era en serio?

 

—¿Mamá? —Enma soltó una risita antes de mirar a su amigo quien estaba tan extrañado como él.

—¿Él es su mamá? —Leo los miró con sus ojos azulinos llenos de confusión—, ¿desde cuándo? —buscó respuesta en sus padres.

—Pues —Diana también estaba sorprendida, pero se estaba riendo por la escena que daban todos los guardianes de su cuñado. Se les notaba la sorpresa, ira y hasta celos—, no lo sé —miró a Tsuna—. Que tu tío te lo explique.

—Yo… —Tsuna rio sin saber qué decirle al pequeño pelirrojo— pues… no sé —y volvió a mirar a sus hijos y a Fon quien charlaba con ellos sin darse cuenta del caos que ocasionó Bella.

 

Tardaron un momento hasta que Fon cediera los regalos a los niños y estos dejaran de preguntarle cosas sobre su viaje, tiempo que todos aprovecharon para salir del shock dado por su cielo y la princesa de Vongola. Todos mantenían la misma duda, así que Tsuna sintió la mirada insistente de su familia, pero ni él entendía qué pasó ahí. Tenía que preguntar, pero lo haría discretamente cuando le fuera posible.

 

—¿Por qué te dijeron mamá? —pero Reborn se le adelantó. En realidad, eso fue predecible.

—Ah —Fon miró a todos y se enfocó en Tsuna al final—. Lo siento… Pasaron muchas cosas y creo que olvidé contarte sobre eso.

—Puede contarme después —Tsuna no iba a detener el festejo de su hijo por algo como eso—. Sea bienvenido, Fon-san —sonrió antes de intentar recordar qué estaba haciendo hasta antes de que el azabache llegara—. Hum… ¿Tiene hambre? —lamentablemente no lo recordó y tuvo que improvisar.

 

Siguieron con la fiesta y el itinerario que ya estaba por concluirse, aunque la mayoría se sintió excluido pues Fon se volvió el centro de atención del cielo, los niños, los Simon y hasta de Nana e Iemitsu. Una situación muy rara algunos, normal para otros, y divertida para quien tomó imágenes clave para chantajear. Lambo se la estaba pasando bomba junto con Nagi mientras detenían los muy obvios intentos de Hibari y Mukuro por alejar al recién llegado.

Lejos de ese lío se hallaba la tan ansiada calma.

El castaño nunca había sentido tanta satisfacción al ver a alguien que regresara después de un largo viaje; claro que con su madre lo sintió muchas veces o con sus amigos…, pero en esa ocasión fue diferente por completo. No sabía en qué se diferenciaba, no lo entendía, no quiso saber porque fue más importante seguir con ese día perfecto.

No lo entendía.

Pero le gustaba esa rara sensación.

Tal vez por eso no quiso dejar ir a Fon tan pronto y le extendió la invitación para que se quedara el tiempo que necesitase hasta que tuviera que retomar el viaje —porque el propio Fon aclaró que sólo era una visita corta—. Extendió la visita hasta el día siguiente. Incluso retomó el itinerario usual con los niños en el que Fon participó con mucho gusto pues adoró acompañarlos hasta que se durmieran.

Y después fueron sólo ellos dos.  

Tsuna charló con Fon durante toda la noche, se enteró de la razón por la que Isabella lo llamó “mamá” y expresó que no tenía inconveniente, es más…, le agradeció a Fon por aceptar un rol tan importante para sus hijos. Se pusieron al corriente de lo que pasaba con sus vidas, compartieron un té mientras veían las estrellas por la ventana del despacho del castaño, rieron un poco al reconocer que Taiki y Bella habían dejado de lado la mayor parte de secuelas o traumas, se quedaron uno junto al otro hasta que el reloj marcaba el final de su encuentro.

 

—Otra despedida no es buena para los niños.

—Pero no los va a dejar así, ¿verdad?

—No quisiera —Fon miró las puertas cerradas de aquel par de pequeños cielos—, pero mi vuelo sale a las seis de la mañana y no quiero despertarlos.

—Puedo ir con usted hasta el aeropuerto —su ofrecimiento fue casi instantáneo. Tsuna sintió vergüenza por su atrevimiento, pero logró controlarse y sólo sonreír.

—Claro que no… —Fon miró a Tsuna con ternura pues se dio cuenta de la preocupación ajena hacia él—, pues tienes que estar aquí cuando ellos despierten y darles algo de mi parte.

—¿Algo?

—Un beso de despedida. Uno de estos.  

 

Tsuna sintió los dedos de Fon acariciar su mejilla izquierda y después se fijó en los que rozaron su quijada para levantar su rostro. Percibió la cercanía del antiguo arcobaleno y se quedó prendado de aquella mirada levemente rojiza que siempre expresaba cariño y hasta devoción. Sintió el toque cálido de una caricia. Se quedó petrificado cuando lo vio acercarse hasta que sus rostros se separaron por centímetros. Un cosquilleo le cursó toda la piel y se erizó como si fuera un gato. Cerró los ojos por instinto y apretó sus labios. Soltó el aire a la vez que sus mejillas se coloreaban con ligereza.

Pero se desilusionó cuando el toque ajeno fue dado en la piel lejana a sus labios.

Un beso dulce en su frente y una caricia sutil por la cicatriz que la adornaba.

Un lindo gesto dado para sus hijos indirectamente.

¿Entonces porque se sintió frustrado y ansioso?

No lo entendía y por eso se quedó en silencio.

Fue un acto de sólo segundos que lograron descolocarlo hasta el punto en que no supo qué hacer o decir al conectar miradas con Fon cuando este se alejó. El azabache le sonrió con dulzura y él correspondió sintiendo el calor en sus mejillas aumentando un poco más.

Después simplemente se despidieron y aquel azabache desapareció detrás de la puerta principal de la mansión.  

Tsuna se recriminó por aquellos pensamientos fugaces que tuvo cuando Fon hizo “eso”. Se golpeó mentalmente porque por un solo segundo quiso que Fon lo besara como corresponde. Culpó a la charla dada con Iemitsu por los cuestionamientos que estaba teniendo. Y volvió a negar la posibilidad de que estuviese sintiendo algo de ese tipo por… Fon.  

Tsuna no tenía idea de que sus pensamientos y recapacitación no sólo se daban en su mente, sino que eran dados por ambas partes.

 

—No debí hacer eso.

 

Fon suspiró cuando ya se hallaba en el avión y no podía dejar de pensar en que estuvo a punto de cometer una tontería…, pues fue a último segundo que desvió el destino de su beso. Se había dejado llevar por un impulso que debió ahogar como tantos otros. Pero ver la angustiada expresión de aquel cielo, logró que deseara darle algo de confort y a la vez satisfacer un pequeño capricho suyo.

 

—Estoy de acuerdo. No debiste —la persona a su lado bajó el periódico que fingía leer y lo miró.

—Skull —se quedó estupefacto por unos segundos antes de sonreír—, qué coincidencia.

—Tú sabes que no soy una coincidencia —se señaló por completo pues ni siquiera se había podido quitar su usual vestimenta como motociclista debido al apuro—. No sé qué le hiciste a Reborn-senpai —le apuntó con el dedo mientras entrecerraba sus ojos—, pero por tu culpa me pusieron a vigilarte. Y hace una hora… o dos —meditó antes de negar—, me habló fúrico para que me montara en el mismo avión que tú y te persiguiera como si fuera una sanguijuela… ¡¿Qué le hiciste?! —pues Skull no quería ver enojado a ese monstruo.

—Así que nos vio —Fon apretó los labios. Esperaba que Tsuna no estuviera en problemas.

—¿Quieres contarme?

—No —rio bajito al ver a su antiguo compañero fruncir el ceño—, porque te meterás en más problemas si lo hago. Es mejor que seas sólo una compañía agradable en mi viaje.

—¿Y a dónde vamos?

—A un lugar tranquilo para meditar.

—Ah, no —bufó— ¡qué aburrido!

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Encontré que un beso en la frente simboliza admiración y respeto, y que es una increíble demostración de ternura y protección, además —y cito—, «expresa mucho porque desnuda el alma y entrega sentimientos muy positivos».

¡Joder!

Fue tan hermoso que me dije «Krat, debes dejar que ese sea su primer beso con intenciones», y así fue que salió esto jajajaja.

Espero les haya gustado~

Krat los ama~

Besitos~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).