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Mi rojo cielo por 1827kratSN

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Había sido un caos, pero algo bueno resultó de eso. Al interrogar al hombre sospechoso se supo quién y cuándo se lo contrató, más de un nombre salió a la luz, y una línea de pistas cruciales se descubrieron después de interrogar a más personas participantes de esa fiesta. Al final del día tenían un nombre, un enemigo claro y poderoso…, pero también tenían a su líder internado debido a las secuelas del veneno ingerido.

 

—Tenía que hacerlo —suspiró pesadamente.

—Aun así… fue muy arriesgado —Fon miraba a Tsuna sin soltar la mano del mismo—, demasiado.

—No sabía si lograríamos atraparlo sin un revuelo de esa magnitud.

—Pudimos rastrearlo luego.

—No —tragó sintiendo un leve amargo en su boca—. No si Akim lo hallaba primero y estoy seguro de que estaba cerca.

—No puedo creer que fuera el líder de los Yasen quien estaba atentando contra ti.

—Tenía que ser él —miró a Fon, tenía que contarle la parte que había omitido hasta ese momento—. Él es el abuelo de mis hijos…, también es el padre de Diana y Dayane —confesó el secreto que junto a Enma guardaba—. Akim Petrov las quería muertas… y ahora me quiere muerto a mí, a Enma, a toda Vongola y sus aliados.

—¿Por qué?

—Por poder… —no le agradaba eso— y para borrar el rastro de la deshonra que él mismo creó.

 

No iba a olvidar todo lo que Dayane le contó, todas las veces que la vio triste al recordar la vida que tuvo junto a su hermana y madre mientras escapaban de garras de líder ruso; tampoco olvidaría las lágrimas de su esposa al relatar que tuvieron que enterrar a su madre con un nombre falso para que nadie las rastreara, para al final terminar cambiando su apellido también. Akim les volvió la vida una pesadilla que sólo se detuvo cuando engendró su ansiado heredero varón, y la falsa información de que ellas tres murieron calcinadas en un accidente de tren salió a la luz.

Tsuna supo los detalles de esa historia sólo después de estar casado durante un año con Dayane, porque ella tenía miedo de que algún día Akim tuviera contacto con Vongola —pues escuchó su nombre en medio de una conversación durante una de sus cenas en familia—. No le reprochó el hecho de que le ocultase esa penosa historia, después de todo cada persona tenía el derecho de esconder un secreto. El propio castaño tenía algunos que ni siquiera pudo decirle a su querida Dayane.

Por esa y muchas razones ocultó a Dayane como su más grande tesoro, sin mostrarla ante aliados o en fiestas mafiosas. La dejó en casa bajo vigilancia, la cuidó como se merecía, le dio todo lo que pudo mientras la mantenía como una flor dentro de un cofre de cristal. Y si bien desde que conoció a aquella rubia risueña sabía que tenía un pasado duro, jamás pensó que estaría ligada directamente con la mafia. Pero, aun si ella le ocultó un secreto de ese tamaño, jamás dejó de amarla… y de la misma forma Enma jamás dejó de amar a Diana.

 

Te dije que esa mujer llegó a ti por una razón —Tsuna recordó las palabras de Julie cuando por casualidad los escuchó platicar sobre el asunto de Akim.

—Julie, por favor, no digas eso ya que… —pero Enma al igual que él jamás desconfió de Diana o Dayane.

—¿No te das cuenta que tu supuesta esposa te está usando para protegerse?

—No es así.

—Tal vez ella sabía desde mucho antes que eras jefe de Simon y te buscó para…

—¡Dije que basta! Diana no hizo eso. Cuando la conocí, ella no tenía idea de quien era yo ni quien era Tsuna.

—No confió en esa mujer.

—Suenas como mi familia —Tsuna miró a Julie con una sonrisa melancólica—. No te vuelvas como ellos y escucha a tu jefe.

—Julie, créeme —Enma miró a su guardián de la llama del desierto con súplica—, Diana no paneó esto y Dayane tampoco.

—En parte nosotros fuimos quienes las buscamos —Tsuna miró al guardián de su amigo—. Sabíamos que eran nuevas en la ciudad y que su pasado era algo extraño… Las investigamos antes de que las cosas pasaran a mayores, pero nos dimos cuenta de que ellas no tenían malas intenciones ni servían a un enemigo.

—Sinceramente no me esperé eso.

—Ahora, Julie —suspiró Enma—, no le digas a nadie lo que escuchaste. Esto es un secreto que no se puede revelar hasta que sea conveniente.

 

Sí, cualquiera pensaría que Diana y Dayane intentaron usarlos como escudo, que llegaron hasta ellos por razones meramente egoístas, pero Tsuna sabía que no fue así. No sólo su intuición se lo dijo, sino que al conocerlas y tratarlas pudo certificar que ellas únicamente querían una vida en paz sin hacerle daño a un ajeno. Por eso y por muchas cosas más las dejaron ser parte de sus vidas…, eso a pesar de las consecuencias de esa decisión.

No les importaba ser el objetivo de Akim en ese momento.

Pero tampoco era como si fuese a tener consideración con el progenitor de su difunta esposa.

Akim siempre fue la piedra en el zapato para Vongola, la mafia Rusia jamás aceptó alianzas, jamás quiso colaborar en la erradicación de los mercados negros destinadas a la trata de blancas, tráfico de órganos y drogas. Fue cuestión de tiempo para que su afrenta se diese, pero todos pensaron que sucedería cuando Akim tuviera a su primer nieto varón para asegurar su sucesión. Tsuna estaba seguro que ese adelanto se debió a que él mismo confesó la identidad de su esposa, del lazo de sangre entre sus hijos y las nietas de los Yasen, además de negarle la posibilidad de una mínima alianza mediante un matrimonio arreglado.

 

—Fui estúpido —suspiró antes de frotar sus ojos con su muñeca izquierda.

—No lo creo —Fon lo había escuchado en silencio como siempre, pero atento a cada detalle —. Fuiste directo y nada más.

—Pero acabo de hacer que todo esto —se señaló a sí mismo pues usaba una bata blanca y en su brazo destacaba una intravenosa— se adelantara.

—¿Y no es mejor eso? —Fon acarició la mano del castaño con sus pulgares y la apretó entre las suyas—. Terminar con un enemigo antes de que sobrepase la fuerza que tiene en la actualidad.

—Pero podemos fracasar y empeorar las cosas.

—No —sonrió sutilmente—. Superaste el pasado atentado y reforzaste a Vongola. Eliminaste a los infiltrados, estás seguro de que sólo tienes personas leales en tus filas, tienes la fuerza, el armamento, los subordinados y los planes necesarios para proteger y atacar. Fracasar no es algo que harías, Tsuna-kun.

—Aun así… No sé cómo atacar a los Yasen.

—Entonces hagamos que eso ya no sea una desventaja. Estoy seguro de que tus guardianes ya están empezando a investigar las ubicaciones exactas de todas las sedes del enemigo, los puntos de reunión y sus sectores de comercio. Sólo falta que tú los guíes y en poco tempo tu desventaja ya no existirá.

—Me ha subido el ánimo —rio bajito—. Gracias.

—Sólo estoy dando mi punto de vista y también un consejo. No es la gran cosa.

—Para mí lo es, Fon-san —le dedicó una sonrisa amable.

—Estoy aquí para ayudarte en lo que me sea posible.

—Lo sé —suspiró antes de entrelazar sus dedos con los del azabache—, pero no quiero que eso pase a mayores —miró a Fon—. Prométame que no intentará ir al campo de batalla.

—Si tú vas, yo iré también —su obvia respuesta fue inmediata.

—Yo iré —lo miró con seriedad—, pero tú no.

—No te voy a dejar solo.

—Es mi pelea… y no quiero que tú…

—Y tú eres mi preciado Tsunayoshi —Fon apretó más la mano del castaño—. No voy a dejar que alguien te haga daño. No otra vez.

—No —Tsuna se sentó en la camilla, evitando la ayuda de Fon, sin soltar la mano ajena, antes de suspirar profundo—.… Usted no es parte de Vongola, no participará en la guerra venidera, no lo voy a permitir.

—No eres mi jefe.

—Pero sí soy tu familia, al igual que Bella y Taiki —miró a Fon con seriedad—, y sé que nos priorizarás por sobre esta guerra.

—Quieres que me quede aquí, ¿verdad? —negó con la cabeza— Y bajo cualquier coste.

—Usted se quedará a proteger a mis hijos —se acercó al azabache hasta tomarle de las mejillas—. Se lo suplico… Quédese aquí con ellos.

—No voy a poder quedarme con los brazos cruzados mientras tú arriesgas tu vida.

—Fon-san —Tsuna juntó su frente con la ajena y cerró sus ojos—, usted sabe bien que ellos no me dejarán participar en esta batalla por miedo a perder a su cielo… No me iré a ninguna parte si no es totalmente necesario…, así que quiero que se quede aquí conmigo. Por favor.

 

Tenía miedo de quedarse sin Fon. Así de simple. Y por eso Tsuna se aprovechó de muchas cosas para mantenerlo junto a él en la que sería una guerra que posiblemente durara varios meses o hasta un año. Bien sabía que el antiguo arcobaleno no se negaría a una petición desesperada de su parte, ni que le sería indiferente a un gesto tan íntimo como el de rozar sus narices —aunque fuera algo de sólo unos segundos—, mucho menos daría una negativa si es que dejaba sus lágrimas salir.

 

—Está bien.

 

Lo manipuló, era cierto, pero se justificaba permanentemente al tener la seguridad de que Fon no le sería arrebatado en medio de esa guerra en pro de un dominio absoluto, de una utopía que intentaba instaurar desde que tomó el puesto como el décimo jefe de Vongola. Quería conservar todo lo que le fuese posible, quería hacerse a la idea de que lo más preciado para él se viera protegido en un castillo rodeado por altas murallas impenetrables.

Y fue por eso que trajo a Diana, Enma, Leo y Franco a la mansión de Vongola.

Ordenó ese cambio apenas logró salir de la enfermería tras obtener la certificación de todos sus médicos para hacerlo. Sus hijos se lo tomaron muy bien, estaban más que felices por tener a sus primos tan cerca. Sus guardianes no gustaron tanto de la situación porque los guardianes de Simon también vendrían en el paquete y se quedarían como residentes hasta que todos tuvieran sus destinos y papeles bien distribuidos a cumplir. Pero estaba claro que no había marcha atrás. Mucho menos cuando Tsuna reunió a Simon y Vongola para aclarar lo que iba a pasar a futuro.

 

—Akim nos declaró la guerra mediante ese atentado —Enma miró a todos en la mesa.

—En realidad, el intento por envenenarme no fue la declaratoria real —Tsuna miró a todos y suspiró antes de tomar el control que estaba en la mesa—. Esta es la verdadera declaratoria.

 

En la pantalla se mostraron cinco imágenes sobrepuestas, fotografías de cinco lugares que todos reconocían. Cinco refugios que ellos mismos apoyaron en crear. Las reacciones fueron semejantes; mostraron furia, desdicha, pena, frustración y tristeza. Tsuna no miró la pantalla, no pudo ya que fue suficiente con el shock que tuvo al verlas por primera y única vez cuando Reborn le entregó el informe que recién llegó a la mansión a través de los mensajes en sus otras bases.

Estaba destrozado, Akim se había excedido esta vez.

Cinco edificios habían sido destruidos: dos en incendios, dos por explosiones de gas y uno en medio de un tiroteo que acabó con la vida de al menos a diez personas para después completar todo con una explosión dada por una bomba en el idiota que se ofreció como suicida. Cada uno de esos centros era un hospital, una escuela, orfanato, asilo de ancianos y refugio que Vongola administraba como obras de caridad para devolverle algo a las ciudades que tenía bajo su protección y control.

Vidas inocentes se habían desvanecido, muchas vidas de niños, adultos y ancianos. Hombres y mujeres comunes que llegaron a esos centros en busca de ayuda o simplemente buscando un trabajo con el que llenaran su alma. Personas cualesquiera que no tenían lazo alguno con la mafia. Víctimas de un hombre cruel y sin alma que dejó su clara declaratoria de guerra escrita a base de sangre de inocentes.

Akim quiso que todo quedase claro, que entraran en un estado de cólera tal que perdieran el control de sus acciones. Pero Tsuna no iba a darle lo que quería, ni permitiría que alguien se dejase llevar por emociones fuera de control.

 

—No quiero que piensen en venganza.

 

Fueron las palabras de Tsuna antes de que Reborn lanzara sobre la mesa las cinco cartas escritas a puño y letra por Akim quien daba sus claras intenciones por pelear contra Vongola. Mukuro leyó una, Adelheid tomó otra y —uno por uno—, los guardianes de ambas familias fueron revisando los papeles y frunciendo el ceño o apretando los puños en el proceso. El silencio se volvió pesado, la rabia de todos evidente y los líderes tuvieron que detener eso mediante una sola frase dada por cada uno.

 

—Esto será una guerra que ganaremos.

—Y nuestro triunfo depende de cada uno de ustedes.

 

Lo que sucedió después fue una consecución de acciones en conjunto y en sincronía que estaban destinadas a la destrucción de las bases enemigas para hacer retroceder a los Yasen. Pero Akim no se quedó quieto, también los atacó a la par y trasformó a Italia, Austria, Alemania, Polonia y Ucrania en zonas de guerra armada. Todo quien estuviera entre Italia, sede de los Vongola, y Rusia, cuna de los Yasen, quedaron a merced de una guerra silente que dejaría centenas de muertos, destrucción y dolor.

Pero fue inevitable.

Vongola tenía aliados en casi todo el mundo, gobernaba la mitad de Europa, Asia, incluso tenía influencias en América… pero Akim se había deslizado como una serpiente silente engullendo en sus fauces a muchos países intermedios en las mismas zonas e incluso se alió con Corea. Era una guerra entre mafiosos de calibre, de líderes natos y condenados por heredar la sangre de grandes visionarios. Pero sus diferentes formas de pensar y definir el “poder” estaban notablemente definidas.

 

—¿Dónde está papá? —era la pregunta común de los niños, y los adultos que se quedaban a cargo de ellos debían siempre encontrar una forma de lidiar con eso.

—A veces el trabajo es demasiado —Fon limpiaba la mejilla de Bella que acababa de terminar con su helado—. Y tu padre tiene que ausentarse mucho.

—¿Papá no ayuda al tío Tsuna? —Leo miraba con curiosidad a su madre.

—Es cierto, así deberían terminar más rápido —segundaba Taiki a la idea de su primo.

—A veces ni trabajando juntos pueden terminarlo todo —sonreía la rubia que acomodaba a su hijo menor en la cuna.

 

Fingían que todo estaba bien a pesar de que no era así, trataban de que los niños no viesen a los heridos llegar cada cierto tiempo ni que escucharan las reuniones privadas de los adultos; los mantenían ocupados con rutinas estructuradas que incluían la ayuda de Nana e Iemitsu quienes eran los únicos abuelos que esos cuatro niños conocían.

Fon y Diana se quedaron con el trabajo más exigente e igual de importante que los realizados por escuadrones de ataque que rondaban diversas zonas y países. Estaban dando lo mejor de sí, estaban intentando ser el apoyo que los líderes necesitaban. Se tuvieron que acostumbrar a la incertidumbre de qué pasaría luego de que la noche cayese.

 

—¿Crees que están bien? —Diana no estaba lidiando demasiado bien con el estrés, pero Fon la ayudaba al cederle una plática extensa cada noche en conjunto con una taza de té verde.

—No lo sé —miraba la ventana por donde muchas veces vieron a Tsuna y Enma salir de la mansión—. Y no te mentiré.

—Akim… es muy cruel.

—Yo creo que sólo está cegado por cosas innecesarias.

—No, eso no es una ceguera —pronunciaba antes de beber de su taza—. Eso es una enfermedad que lo ha consumido por completo. Mamá solía decir eso.

—¿Cuándo se enteraron de que Akim era el líder de una mafia poderosa?

—Cuando llegó a casa y en vez de besar a mamá, le apuntó con un arma —cerró sus ojos y suspiró—. Él mismo nos lo dijo…, poco después el primer disparo se dio, alguien alertó a los vecinos y nosotras pudimos huir de milagro.

—Entiendo ese miedo —miró a Diana—, el de sentir la muerte tan cerca.

—¿Y cómo se puede dejar de sentir ese miedo?

—No se puede, pero se enfrenta mediante la calma, fe y esperanza.

—No entiendo por qué Tsuna no lo dejó ir a pelear —sonrió para desviar el tema—. Sinceramente me cuesta creer que usted haya decidido quedarse a cumplir con la labor de una madre siendo que es un… peleador, guerrero, o no sé qué —rió a la par que Fon.

—Soy un hombre de palabra. Le prometí a Taiki y Bella quedarme a su lado y ser su madre —sonrió—. Eso… y que caí ante un chantaje de Tsunayoshi-kun.

—Cuando quiere, es bueno en eso —rio bajito—. Supongo que lo aprenden con el tiempo.

—Sí —suspiró—. Aunque me siento algo tonto por haber caído tan fácil.

—Es normal, supongo —Diana palmeó levemente la espalda del azabache—, porque usted está enamorado de Tsuna.

 

Tsuna y Enma se turnaban para regresar a casa cuando su tiempo lejos de la mansión se extendía debido a que lideraban los grupos de ataque, no demoraban más de tres días en casa y salían de nuevo, siempre asegurando que no traspasarían los límites de Italia. Era verdad, no salían de ese país pues era la base en donde su inmunidad minimizaba casi por completo el peligro de ser atacados y usados como blanco por los enemigos.

Fingían estar completamente bien a pesar de que no era así, se callaban los detalles de las acciones que tomaban y sólo volvían a buscar algo de paz y refugio en la familia que construyeron. Estaban decayendo, pero se volvían a levantar para seguir.

Meses, más de cinco y próximos a cumplir los seis; los enemigos habían retrocedido hasta la frontera de Polonia con Ucrania, las bases enemigas en su territorio habían sido destruidas por completo, se liberaron del peligro interno… y dieron sepultura a las evidencias de ese caos. Pero no todo estaba terminado, es más, parecía que todo estaba por llegar a su punto más alto, a su cima sin oxígeno que podía ahogarlos y dejarlos inconscientes sino tomaban todas las precauciones necesarias.

 

—No tenemos conocimientos de las bases en Rusia de los Yasen, tampoco del armamento que tienen o de si su líder tiene una base específica para residir.

—¿Cómo es eso posible?

—Nuestros espías no regresan.

—¡Entonces manden a más! Los más eficientes.

—Reborn, no —Tsuna ya había perdido a muchos y no iba a arriesgar a más—. No más infiltrados por parte de nuestras filas…

—Entonces, ¿qué sugieres?

—Capturar a uno de ellos —cerró sus ojos, estaba cansado.

—Claro —la burla era evidente—, ¿y cómo planeas hacerlo?

—Tsuna-kun —Enma se lo había estado temiendo desde hace mucho—, no lo hagas.

—Carnada —el castaño miró a todos los guardianes que pudieron acompañarlo en esa reunión—, y seré yo.

—No puedes. ¡Eres el líder! —protestó Mukuro.

—Y es por eso mismo que vendrán por mí sin pensárselo siquiera.

—Mandaremos a un doble —Adelheid elevó su voz porque hasta ella sabía que no podían perder al real.

—No —el castaño se pasó una mano por el rostro para intentar quitarse el cansancio dado por las pocas horas de sueño—. Tengo que ser yo y uno de ellos caerá.

—No te vamos a dejar.

—No hay opción.

—Sí la hay —Julie cerró los ojos y se rascó la nuca porque estaba seguro de que más de uno lo iba a odiar por dar a conocer su brillante idea—. Todos aquí sabemos que los líderes no pueden perecer…, pero hay alguien que sí puede —se relamió los labios antes de cruzar sus brazos—. Diana.

—¡No! —Enma apretó los puños para guardar compostura y no responder de mala forma a la sugerencia—. No la voy a poner en peligro.

—Y nosotros no dejaremos que ninguno de ustedes lo haga —culminó Adelheid.

—Hay que pensar en algo más.

 

Sacrificios, en una guerra siempre se tenían que hacer sacrificios. Unos más grandes que otros, unos por voluntad propia y otros por la ignorancia del peligro o la mala información de sus superiores. Pero al final seguirían siendo sacrificios… Y Diana lo sabía.

Fue al octavo mes, las cosas terminaron en un punto medio en donde ninguna de las dos familias podía amedrentar a la contraria, cuando Diana tomó valor como para enfrentar a su esposo y a la mano derecha del mismo. La mirada rojiza de Enma y la de Adelheid no pudieron ocultarle la verdad, y Mukuro fue quien no pudo mantener su lengua cerrada tras colarse “accidentalmente” en esa pequeña reunión.

 

—Lo haré —Diana se irguió, cruzó sus brazos y respiró profundo.

—No será así —Enma ni siquiera daba posibilidad, es más, se negó rotundamente—. ¡No! Olvida esa idea absurda.

—Perdí a mi madre y a mi hermana por culpa de ese hombre —fue su voz firme y decidida—. Es hora de causarle el daño correspondiente a eso.

—Diana —la miró entre furioso y suplicante—. No irás.

—Tú no decides por mí, Enma.

—¡No voy a perderte!

—Yo confió en que tú evitarás que ese hombre me aleje de ti.

 

Palabras más, palabras menos.

Discusiones, peleas, culpas…

Decisiones….

Estrategias….

Sacrificios voluntarios.

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

Corté el capítulo porque me iba a salir súper largo XDDDD.

Me pareció bien quedar aquí, espero que a ustedes también les parezca bien~

No espero demorar mucho en la siguiente actualización, pero veremos qué sucede~

Krat los ama~

Besitos~


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