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Mi rojo cielo por 1827kratSN

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Enma protegía a su amigo, lo había hecho desde hace demasiado tiempo, era una especie de compensación o deuda saldada porque Tsuna lo ayudó también durante gran parte de su vida. Se debían demasiado el uno al otro y todo conllevaba a ese punto.

El pelirrojo no estaba seguro de cuánto tiempo necesitaba Tsuna para cumplir con lo que tenía que hacer, tampoco estaba seguro de si fue buena idea dejarlo ir solo, pero no tenía opción. Ya era tarde como para cambiar las cosas, así que debía esperar; debía… cumplir con su promesa porque Tsuna no merecía más decepciones.

Ni una más o caería cual pajarillo del nido.

No quería más problemas ni contratiempos.

 

 

—¿No crees que es hora, Enma-kun? —había estado en silencio admirando cada gesto preocupado del líder Simon, mas, creyó conveniente detener eso

—Sí… —no miró al mayor, se mordió el labio y dejó caer sus hombros en rendición—, entonces… Fon-san… por favor, ayude a mi amigo

 

 

Enma no iría junto con el ex arcobaleno de la tormenta, no podía porque levantaría sospechas, además le juró a Tsuna que él tomaría su lugar en espera de alguna noticia positiva de Dayane o sobre sus hijos. Estaba atado por una promesa, pero tenía fe en que confió en la persona indicada. Le dio los detalles a Fon, al menos los que él sabía porque estuvo junto a Tsuna cuando Giannini y Shoichi revelaron la información recolectada de ciertas cámaras en la ciudad. Suspiró con pesadez y nerviosismo cuando vio desaparecer al azabache, pero no pudo hacer más que desearle lo mejor

 

 

—Enma —la voz de Diana lo sacó de sus meditaciones y obligó a apartar la vista de ese pasillo

—¿Alguna respuesta?

—No —los ojos de su esposa estaban llorosos, su nariz congestionada y mejillas rojizas—, pero tengo fe en que mi hermanita se recuperará. Ella despertará —sonrió o al menos lo intentó. El corazón de Enma se estrujó porque él al igual que Tsuna sabían que sólo se estaban mintiendo y retrasando lo inevitable

—Vamos —suspiró antes de acercársele, besarle la frente, acariciarle los rubios cabellos—, no dejemos a los niños solos

—Leo está profundamente dormido —su voz rasposa y quebradiza sólo causaba más angustia—. Los médicos me dijeron que Isabella y Taiki no despertarán pronto

—De todas formas, debemos estar con ellos

—¿Tsuna volverá pronto?

—No lo sé —Enma fue sincero—, pero espero que sí

—¿Le diste el suficiente tiempo? —ella al igual que Dayane estaban al tanto de muchas cosas, eran un apoyo silente y sin reproches

—Sí —además el propio Tsuna dio la orden a sus técnicos para que no revelaran la información correcta hasta el siguiente día, él mismo se creó el tiempo que necesitaba, Enma sólo lo alargó un poco más—. Confiemos en él

—No quiero que haga locuras. No merece sufrir más de lo que ya ha sufrido

—Estará bien —sonrió con tristeza. No era capaz de decirle a Diana que Tsuna ya no quería volver atrás.

 

 

Piedras…

 

 

Fon estaba seguro de algo: Tsunayoshi había sido demasiado rápido. No era de sorprenderse puesto que éste se podía desplazar usando sus llamas, pero aun así era increíble que en tan pocas horas se desplazara tan lejos. La mansión estaba aislada de la gran ciudad para evitar daños en la población común, por eso tenía que superar una distancia de al menos diez minutos en auto. Debió salir a pie hasta una distancia considerable y luego empezar con su travesía por medio de un transporte que Enma le facilitó por medio de una llamada. Con ese tiempo y con lo que esperó para obtener la información se reunió alrededor de tres horas, a eso debía sumarle el tiempo de búsqueda. Tendría suerte si lo encontraba antes del amanecer… esperaba que así fuera porque no le daba buena espina la expresión preocupada que Enma tenía cuando le dio la dirección.

No se equivocó. Algo malo pasaba.

Algunas calles estaban vacías debido a la madrugada fría, otras estaban medianamente transitadas debido a los sitios de diversión nocturna. Era la hora perfecta para que delincuentes silentes se desplazaran a las zonas que deseaban sin necesidad de cubrir su identidad. Fon lo sabía, por eso su ansiedad aumentó, lo peor era que no podía contactar con refuerzos, tenía que cumplir con su palabra. Corrió por varios lugares en busca de una pista, de algo que le dijera que el cielo Vongola estaba por allí. Algo lo suficientemente claro como para darle una ruta.

Tal vez no debió pedir algo tan visible, porque el cielo se lo concedió.

Pasaba por una calle un tanto desolada en un barrio no muy decente cuando percibió algo un poco extraño. Un olor metalizado y agrio. No sería raro que algún herido haya caído inconsciente por ahí después de haber sido víctima de la delincuencia que parecía no poder erradicarse por completo, pero más le valía revisar y ayudar si fuese necesario. No encontró nada más que un charco de sangre, fue decepcionante, pero justo cuando estaba por dar la vuelta para seguir, escuchó un sonido opacado por el motor de un auto. Quiso verificar de donde provenía aquello, esperó un poco, agudizo sus sentidos y lo reconoció. Era una gota, pero no cualquiera, era una que alimentaba el pequeño charco que notó en un principio.

Fon suspiró antes de elevar su cabeza para hallar el origen de aquello. Lo que vio lo dejó sin palabras, pero le dio también la certeza de que había hallado a su objetivo.

 

 

—Tsunayoshi-kun —suspiró resignado porque no podía juzgarlo—, espero estés cerca

 

 

Del techo de un edificio de seis pisos colgaba un cuerpo, uno bastante magullado cabía recalcar, de forma que la sangre caía en gotitas constantes. Pero no estaba muerto, sólo estaba colgado por las muñecas a una barra metálica que sobresalía del techo en una distancia perfecta como para que la sangre no cayera en otro lado que no fuera el suelo. Tenía la ropa hecha tiras, quemaduras, moretones y cortaduras, estaba vendado y amordazado. Fon supo que fue la víctima de Tsunayoshi porque ese rostro era parecido al que se mostraba en los documentos que Reborn les facilitó, mas, no podía decir que sería el primer o el último cuerpo que hallara.

Tsuna se estaba tomando la venganza por mano propia. Estaba claro.

Fon corrió por algunas calles intentando buscar a Tsunayoshi usando sólo sus ojos, mas, lo que encontraba únicamente eran cuerpos. Tres para ser exactos, todos con los mimos patrones: colgados de la misma forma que el primero en edificios de considerables alturas propicios como para que los adornos humanos fueran claramente vistos al amanecer cuando el sol permitiera que los colores brillaran, amordazados, vendados, heridos casi hasta la muerte, inconscientes. Tsuna se tomó en serio las palabras que usó: «quiero que Italia se bañe con la sangre de mis enemigos». Sinceramente Fon no creyó que llegaría tan lejos.

Pero prometió no entrometerse, así que dejó a cada enemigo tal y como lo encontró.

Su reloj dictaba ya las cinco de la mañana cuando la agitación le empezó a pasar factura y gotas de sudor resbalaban por sus cienes cuando escaló un edificio casi en el centro de la ciudad para tener mejor visión. Estaba agitado, pero hasta ahora no había visto nada más que al enemigo en forma de trofeos de guerra. Tsuna no dejaba rastro, ni siquiera evidencia que lo inculpara, al menos no para quien desconociera las técnicas del muchacho y sus consecuencias. Aunque había que admitir que las quemaduras en torturas eran comunes, por lo que no serían evidencia directa que inculpara al castaño. Eso era ya un leve alivio.

Tardó unos diez minutos más en localizar al castaño y acercarse sin que éste se le escapara.

Se desplazó con extrema calma, respirando agitadamente por el esfuerzo, pero sin intención de discutir. Se acercó hacia donde la figura adulta se perfilaba con la luz de un anuncio parcialmente encendido, sintió pena al notar claramente la soledad que desprendía el décimo cielo. Respiró hondo para recuperar el aliento, ni siquiera escondió su presencia, y al estar tan solo a cinco metros lo escuchó

 

 

—¿Enma te envió? —aun le daba la espalda

—Tu amigo estaba demasiado preocupado —respondió sin dudarlo usando su tono sereno

—Lo sé —Tsuna no miraba a Fon, se mantenía fijo en alguna cosa lejana

—¿Ya terminaste con lo tenías que hacer?

—Sí —silencio extendido por algunos segundos

—¿Quieres hablar de eso? —ofreció con calma

—Fueron doce —el castaño arrojó algo que golpeó el límite de esa terraza y causó un leve ruido metálico, una piedra tal vez

—Tsunayoshi-kun… has atrapado a todos, ¿no crees que ya es hora de volver a casa? —Fon estaba intentando evaluar cuán dañado estaba el muchachito

—No —dejó que el recién llegado se acercara aun más, le permitió estar a su lado, pero no dejó de mirar al infinito

—Ha sido duro, lo entiendo… pero debemos regresar —no se sorprendió al notar lo perdido emocionalmente que Tsuna estaba

—No puedo regresar

—No digas eso

—Llevo en mis manos la sangre de mis enemigos —elevó una de ellas para verla durante unos segundos, pero de nuevo volvió su mirada hacia al frente—, y soy el causante de que sus vidas ya se estén extinguiendo… ¿Cómo podría regresar ahora?

—Actuaste por impulso. Ellos lo entenderán —notó la culpa en la voz monótona de Tsuna.

—Ellos no me importan —elevó su mano derecha que hasta ahora estaba escondida, estaba enguantada y en ella se mostraba un arma ajustada con un silenciador

—Te refieres a tus guardianes y a Reborn, ¿verdad? —no se inmutó, estaba plenamente confiado en que Tsuna no lo atacaría

—Sí —apuntó hacia al frente sin vacilar y apretó el gatillo

—¿A qué le has dado? —Fon no intentó captar el destino de la bala, sólo se quedó ahí, analizando el rostro y expresiones de Tsuna

—Al que le disparó a Dayane —respondió sin duda mientras dejaba caer su brazo y el arma. El ruido del metal al tocar el suelo fue lo único que se escuchó por un instante—. Ya está hecho

—¿Cómo lo sabes?

—Se delataron entre sí cuando sucumbieron ante el pánico de tenerme en medio de su festejo por la victoria —arrugó levemente el ceño, pero nuevamente volvió a su expresión neutral

—Mientras te buscaba vi a los once restantes. Cubriste un amplio terreno, Tsunayoshi-kun

—Tuve muchas horas disponibles, aunque me costó un poco —de nuevo los invadió el silencio y el frío de esa madrugada

—¿Te arrepientes?

—No —Tsuna dejó que por su rostro se resbalara una lágrima, pero su voz no tembló— y es por eso que no regresaré

—¿Puedo hacer algo para convencerte?

—No —otra lágrima

—¿Puedo intentarlo?

—Puede, pero seguiré negándome, Fon-san

—¿Puedo empezar por quitar de tu rostro la sangre del enemigo? —el azabache se inclinó levemente ante el castaño que no movía su rostro y lo mantenía fijo en dirección de su enemigo ya muerto—. Tomaré tu silencio como un sí

 

 

Sacó un pañuelo blanco y con delicadeza repasó la mejilla más afectada y rojiza. De inmediato la blanca tela se tornó de un carmín oscuro que se entremezclaba con las lágrimas constantes de aquel muchacho.

No sabía qué más hacer por el momento.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Estoy tan acostumbrada a describir las matanzas que esto ya no me sorprende. Aunque hay que recalcar que no las describí a fondo y eso es bueno. Creo que me estoy recuperando del shock de mi otro fic.

Ahora intentaré volver al fluff con otra historia.

Krat está malita, su salud no es la mejor, por eso se quedó en casa y corrigió el capítulo. En cierta forma eso les benefició a ustedes, lectores. XDDDD

Creo que ahora el título de la historia cobró sentido, ¿verdad? Pero tranquis, esto será lo más duro que escribí… creo… espero

Mucho amor y besitos~

Disfruten su día~ 


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