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Mi rojo cielo por 1827kratSN

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Había dolido, mucho, debía admitirlo. Lloró en las noches tal cual hizo cuando el atentado se dio y perdió a Ángelo, pero ahora…, por alguna razón, se sentía un poco más aliviado, como si la soga que lo ahorcaba hubiese sido desatada y su cuello ya no era lacerado. Estaba más tranquilo.

Se mentía a sí mismo porque no le gustaba admitir la verdad.

No quería reconocer que ahora se sentía por completo en paz porque no llevaba consigo la carga de ser quien mantuviera a Dayane “viva” o no. No quería admitir que agradecía a quien la hubiese desconectado porque lo libró de esa tarea tan dura… No quería aceptar que, a pesar de la pérdida, sintió que terminó ganando.

No quería sonar como si librarse de Dayane hubiese sido su mejor regalo.

Porque esa no era la realidad.

Nadie borraría cada momento vivido con ella. Nadie le quitaría el amor que sentía. Nadie negaría que ella le dejó el regalo más maravilloso en ese mundo, mismo que se reflejaba en los ojitos curiosos de sus dos hijos vivos. Nadie entendería lo inmensamente feliz que fue y que seguiría siendo sólo con las memorias guardadas en álbumes y en sus propios pensamientos.

Nadie entendería lo que estaba sintiendo, porque ni siquiera él lo entendía.

Tsunayoshi se sentía eufórico, aliviado, triste, impotente, libre y aprisionado. Era una mezcla de emociones tal que a veces se despertaba con las lágrimas surcando sus mejillas y en otras mañanas simplemente sonreía como en antaño. No se entendía ni siquiera él mismo, pero de alguna forma así era mejor.

 

—Así que has estado durmiendo moderadamente bien —la suave voz de Fon lo acompañaba.

—Sí —adoraba sentir la brisa meciendo sus cabellos—, hay días en los que no tengo pesadillas…, aunque hay otros en donde no puedo dormir casi nada.

—Pero noto un progreso, así que puedo conformarme con eso por ahora.

—Habla como mi médico —rio bajito.

—Si debo sonar como uno, lo haré, porque no quiero que vuelvas a dejar tu salud de lado.

 

Platicaban como era común, sin tocar el tema de Dayane, mucho menos el del ataque que los dejó heridos a ambos y del cual se recuperaban como era debido. Tsuna aun sentía comezón en la herida de su frente, tenía que seguir tomando medicamento y ser revisado para verificar el progreso de su recuperación. Suponía que Fon pasaba por algo similar… Y aun así tuvo que tocar un tema que lo había estado alterando un poco.

 

—Fon-san…, ¿usted cree que alguien pueda desarrollar una bipolaridad de la nada?

—No lo creo —miró al castaño con extrañeza—. ¿Por qué lo preguntas?

—Enma me dijo lo mismo —sonrió un poco, antes de conectar su mirada con la amarronada de Fon—. Pero me siento un tanto inseguro de eso pues… he tenido ciertos episodios extraños en mi comportamiento.

—¿Cómo cuáles?

—Una necesidad extraña por acabar con la vida de las personas que me rodean —suspiró—. A veces me ciego por la ira y no me importa el desear asesinar a mis enemigos —jugó nerviosamente con el parche de su frente—. Creo que tal vez estoy enfermo o algo.

—Tsuna-kun —el mayor sujetó la mano que se movía de forma frenética y la apretó con amabilidad para que el otro se detuviera—, eres un ser humano… A veces la ira puede cegarte, o el deseo de venganza puede controlar tus acciones. Es normal cometer errores cuando las emociones sobrepasan tu capacidad de autocontrol.

—Pero me asusta.

—Las personas con bipolaridad no pueden controlarse, no pueden simplemente darse cuenta de que están haciendo algo mal y detenerse —acarició el dorso de la mano ajena con su pulgar, sin soltarlo todavía—, tienen síntomas que no creo haber visto en ti.

—A veces creo que podría padecer de eso.

—Si te sientes tan inseguro, podrías consultar a un médico —soltó la mano del castaño y en vez de eso le acarició suavemente la espalda—. ¿Quieres que te ayude a buscar uno?

—No —respiró profundo—. Usted y Enma-kun tienen razón… estoy paranoico por todo lo que ha estado sucediendo. Debo relajarme un poco.  

 

El cielo se había tomado un día libre, muy necesario después de esas semanas ajetreadas dadas por la reconstrucción de la mansión en donde sus ingenieros se pusieron a instalar mejores sistemas de defensa y otras cosas de las que por el momento no quiso enterarse. Iba a disfrutar sus vacaciones en la mansión de los Simon y ya el lunes retornaría a supervisar todos los cambios en la base de Vongola. Además, eran raros los momentos en los que podía estar tan relajado teniendo como única compañía a Fon.

Sus hijos habían sido llevados con Diana y Leo para la consulta médica por el embarazo, estaban emocionados por ver al bebé dentro de la pancita de su tía. Enma salió a resolver unos pendientes, pero juró regresar para acompañar a Diana en la consulta y suponían no demoraría en llegar a la mansión. Y ellos dos estaban ahí, sentados en medio del jardín trasero dejando que la brisa los golpeara de frente. Estaban seguros pues en el perímetro de esa mansión todo estaba bien vigilado, así que no le haría daño bajar su guardia por unas horas.

 

—Si vas a dormir, deberías entrar.

—Fon-san —miró al mencionado por unos segundos antes de sonreírle—, es mucho más relajante dormir al aire libre.

—No te lo negaré.

—Debería hacerlo también.

 

Recostarse, suspirar, mirar al cielo y dejar que todo lo demás desapareciera. Era perfecto.

Tsuna sintió el ligero movimiento a su lado y sonrió pues su acompañante cedió ante un pequeño capricho suyo. Giró su rostro un poco sólo para darse cuenta que a pocos centímetros se hallaba desperdigada la larga trenza del antiguo arcobaleno, quien al sentirse observado le devolvió la mirada en conjunto con una sonrisa.

Un suspiro largo y el silencio mutuo fue suficiente para completar su perfecto ambiente.

Quedarse dormido fue parte de ese pequeño descanso. Aunque, en realidad, cuando estaba con Fon fácilmente podía perder la noción de su alrededor y el sueño lo vencía. Tsuna admitía que extrañaba al azabache como compañía nocturna pues pocas eran las noches en las que podía dormir tan tranquilo en soledad. Tal vez se volvió dependiente de Fon.

 

—Fon-san.

 

La voz de Enma hizo que el azabache detuviera aquella mano que se acercaba hacia el rostro del dormido cielo. Sus dedos dudaron antes de contraerse y Fon se levantó para enfrentar a quien lo había descubierto en su pequeño intento por acariciar el rostro durmiente de Tsuna. Sonrió ante la mirada rojiza que lo escrutaba e hizo una seña para que no se hablara demasiado alto. No quería despertar a Tsuna.

 

—Bienvenido, Enma-san. Creí que iría primero a la consulta con Diana.

—Fui —se rascó la nuca un tanto avergonzado—, me sacó de ahí porque no quiere que vea su “grande” vientre desnudo —no estaba tan grande, pero no iba a contradecir a una muy hormonal embarazada.

—¿Cambios de humor? —evitó reírse cuando Enma asintió, pero le daba gracia que ni siquiera los grandes jefes mafiosos se salvaran de eso—. Ya lo noto.

—Hum —el pelirrojo miró a su amigo dormido en el césped y retornó al tema inicial— ¿No cree que debemos llevarlo a la habitación?

—Lo creo, aunque preferiría no despertarlo.

—Duerme tan profundo —Enma miró al azabache quien permanecía sereno—, como hacía con Dayane —se miraron por un momento antes de que el líder de Simon asintiera—. Así que no se despertará si lo movemos a otro lugar.

 

Llevaron al décimo cielo hasta la sala, lo dejaron en el sofá más cómodo y lo cubrieron para que siguiese durmiendo. Para ambos fue gracioso verificar que el sueño de Tsuna estaba siendo pesado en señal de que estaba verdaderamente cansado, hasta le picaron las mejillas y no dio señales de despertar. Lo dejaron ahí, en silencio, solo, querían cederle algo de privacidad aprovechando que al fin parecía tranquilo.

 

—¿Puedo hablar con usted?

 

Fon no negó a responder sinceramente cada pregunta que el líder Simon le hizo, porque fue encontrado infraganti en primer lugar. Así que certificó que estaba a punto de acariciar el rostro y cabellos de Tsuna mientras el castaño dormía, tampoco omitió que le gustaba verlo dormir y cuidaba de él cuando le era posible, y finalmente —ante la atenta mirada del pelirrojo—, admitió que las sospechas del líder eran reales. Fon aceptó sin vergüenza el estar enamorado del décimo cielo de Vongola.

 

—Creo que lo intuía —Enma no pareció alterado, es más, ni siquiera cambió su rostro calmado tras escuchar la confesión de Fon—. Tsuna-kun siempre me hablaba de usted y de lo que ha hecho por él.

—No he hecho nada más allá de lo que se me ha permitido.

—¿Y usted quisiera hacer algo más? —preguntó con curiosidad mientras jugaba con la taza de té que se sirvieron.

—No en realidad.

—¿Le ha dicho a Tsuna-kun? —aunque ya sabía la respuesta.

—No —negó con una sonrisa porque era obvio que el pelirrojo se preocupaba mucho por Tsuna. Era bueno saber que había quienes tenían al castaño en tan buena estima.

—Qué divertido —Enma rio bajito antes de dejar su taza de lado—. No me malentienda, no he querido ofenderlo o burlarme de esta situación… Es sólo que Tsuna-kun es muy despistado con estas cosas y… a veces creo que lo debería ayudar.

—No lo haga, Enma-san —Fon negó antes de relamer sus labios con sutileza—. Está bien así.

—Pero por lo que sé y vi —sonrió con ternura—, usted lo quiere mucho y es algo que le puede hacer mucho bien a Tsuna-kun.

—Yo le cedo mi cariño sin esperar algo a cambio.

—Pero si usted aclarara que está enamorado de…

—No —interrumpió al pelirrojo y dejó su taza—. No hay que hacerlo.

—¿Por qué? —estaba sorprendido.

—Tsuna-kun ha perdido muchas cosas en muy poco tiempo y yo quiero respetar esta época de transición… En otras palabras —miró al pelirrojo con seriedad, intentando darse a entender—, respeto su luto y no quiero interrumpir el sendero que se está tomando.

—Lo entiendo, y aun así desearía que mi amigo fuera amado a plenitud y no en silencio.

—No puedo permitir que eso pase —apretó los labios—, no por ahora, al menos.

—¿Se siente avergonzado por lo que usted siente por Tsuna-kun? —necesitaba quitarse esa duda pues el castaño y él mismo habían pasado momentos muy duros por esa razón.

—Claro que no, por el contrario… Pero creo que es correcto darle el espacio que necesita —entrelazó sus dedos—. Tsuna ha perdido a Dayane, a su hijo Ángelo, también perdió la confianza en su familia y parte de Vongola. Lo que ahora necesita es calma, privacidad y tiempo.

—¿Me está diciendo que piensa irse? —Enma negó un tanto asustado.

—Sí —ya lo había pensado mucho—. Me alejaré por un tiempo porque debo darle su espacio… Quiero que reencuentre su propia confianza y para eso debo irme temporalmente.

—¿Por qué ahora?

—Porque he viso que Vongola ha empezado a renacer… Ellos están aprendiendo de sus errores y eso los ha hecho retornar a su camino original.

 

Fon lo había estado meditando mucho, demasiado, y su decisión no había sido tomada de la noche a la mañana. Había visto el arrepentimiento de los guardianes por su fallo con Tsuna tiempo atrás, había notado el progreso de la mayoría de los integrantes de esa familia por compensar el dolor que le ocasionaron a su cielo, y de lo feliz que estaba Tsuna porque su hogar estaba volviendo a ser el de antes. Notó que la confianza mutua volvía a ser de nuevo visible y él no quería ser un obstáculo que detuviese ese progreso.

Quería que Tsuna recuperase a toda su familia.

Tenía en claro que todos lo veían como un intruso en esa mansión y estaba consciente de los esfuerzos por amedrentarlo. No le molestó ser considerado un problema porque de esa forma los obligó a esforzarse un poco más en pro de ganarse el perdón de Tsuna, pero ahora debía darles vía libre para que terminaran de reforzar el lazo familiar. Estaba por completo seguro que todos lo harían bien, hasta Reborn, aunque seguramente a su amigo había que darle algo más de tiempo que a los demás.

 

—¿Y los niños?

—Ellos lo entenderán.

 

También pensó en ellos y en el compromiso que pactó en cuanto a tomar el rol de “madre”. Se los explicó con paciencia en esas semanas en las que los cuidó en la mansión de los Simon, les prometió que no se iba a ir para siempre y que estaría en contacto permanente, les hizo entender que ese pequeño viaje que tenía que hacer era necesario para que todos se encaminaran a una nueva vida, una más pacífica y feliz.

Tenían que pasar por esa transición.

Aunque admitía que los extrañaría demasiado, tal vez por eso le costó tanto despedirse de Tsuna y los niños. No se iba a ir para siempre y aun así sintió ese nudo en el estómago al hallarse en la puerta de la mansión de los Simon mientras abrazaba a los niños quienes le deseaban buen viaje. Les besó las mejillas, acarició sus cabecitas, prometió llamar y luego respiró profundo para enfrentar la mirada chocolate que mostraba un sinnúmero de emociones que no supo exteriorizar o reconocer.

 

—Sé bueno y cuídate mucho —rio bajito por lo raro de esa frase que causó la risita del castaño.

—No soy un niño, Fon-san.

—Lo sé y aun así me preocupa que no comas tus vegetales o que duermas poco —bromeó en parte.

—Prometo portarme bien —sonrió avergonzado mientras rascaba su nuca.

—Si necesitas de mi ayuda, no dudes en llamarme.

—Pues… claro que lo haré… —boqueó porque quiso decir algo diferente a lo que finalmente vocalizó—. Si es necesario, lo llamaré.

 

Tsuna se mordió el labio interno para ahogar la necesidad de pronunciar un «lo llamaré cada tarde», aunque su mente también maquinó un «quédese, no se vaya». Se sintió muy extraño por pensar en aquello, experimentó una leve molestia en su cuerpo, pero al final ahogó sus palabras y pensamientos para sonreírle a la persona que lo reverenció levemente en despedida.

Verlo partir fue más difícil de lo que pensó. Pero tampoco podía detenerlo porque no había razón para eso. Fue extraño.

 

—Fon-san… ¿volverá pronto?

—No dijo una fecha exacta para regresar —Tsuna miró a Taiki antes de acariciarle la cabeza.

—¿No vuelve? —Isabella lo miró con tristeza.

—Volverá —le sonrió antes de cargarla—. Cuando termine con sus asuntos pendientes, él volverá con nosotros.

—Él dijo que no se alejaría —masculló Taiki en reproche por esa despedida que no quiso experimentar.

—No se alejará —el castaño tomó la mano de su hijo para proceder a entrar a la mansión—, incluso dijo que podían llamarle cuando desearan.

—Pero no estará aquí.

—Es cierto, pero tampoco podemos obligarlo a quedarse.

—Puedes decirle que se quede, papá —apretó la mano de su padre—. Él te haría caso.

—No puedo ordenarle a alguien para que se quede junto a nosotros —miró con extrañeza a su hijo pues esas peticiones egoístas no eran normales en Taiki—. Eso no es correcto.

—Entonces, ¿de qué sirve que seas el décimo Vongola?

—Creo que es tiempo de hablar sobre eso —miró a sus dos hijos—. Creo que es buena idea empezar con su entrenamiento primario.

—¿Para qué?

—Para que entiendan qué es Vongola, cómo funciona y porqué existe… Porque algún día ustedes heredarán este… cargo —sintió un poco de terror por enfrentar esa realidad, pero tenía que hacerlo—. Sí, es buena idea empezar.

 

 

Transición…

 

 

Dos semanas y no se acostumbraba a la ausencia de quien fue su amigo más cercano hasta ese punto, su compañía permanente y su ayuda más significativa. Incluso Taiki y Bella sufrieron un gran shock debido a la ausencia de Fon; sus rutinas cambiaron un poco, hasta tuvieron que acostumbrarse a hablar con Fon cada dos o tres días por teléfono, y dejaron de lado sus prácticas de Tai chi para reemplazarlas con un tiempo de aprendizaje con su padre donde aprendían sobre Vongola.

Difícil.

Aunque Tsuna debía admitir que, con la mudanza y retorno a la reconstruida mansión, todo pasó más rápido de lo que creyó. Y algunos cambios se llevaron a cabo a partir de esa mudanza, como que de alguna forma sus guardianes parecían más atentos y cercanos hasta el punto en que notó cierta coordinación de todos para ayudarlo con los niños, hasta Mukuro venía de vez en vez para cuidarlos junto con Nagi. Tenía curiosidad por saber la razón de aquello, pero prefirió no preguntar porque después del atentado todos tomaron actitudes diferentes y supuso ese sería el motivo.

 

—Deje que nosotros organicemos esto.

—Me gusta hacerlo —miró a Hayato y sonrió.

—Insisto… Quiero que descanse.

—No estoy cansado, Hayato.

—Entonces… Quiero que deje de lado toda tarea que le quite cierto tiempo con sus hijos —sonrió—. Quiero verlo feliz, juudaime… y por eso quiero quitarle un poco de peso de encima.

—No dejarás de insistir, ¿verdad? —vio a su tormenta negar y sonrió resignado—. Está bien.

—¿Quiere algo en específico?

—Que sea algo sencillo, un festejo entre familia.

 

Hayato se dio la tarea de organización, pero los demás poco a poco pidieron involucrarse y al final terminó viéndolos colaborar en los pedidos para la torta, la compra de los adornos y hasta hicieron una especie de reunión para elegir el sabor del pastel. Tsuna nunca los había visto tan centrados en algo tan simple y sin generar caos.

Era agradable ver que se esforzaban por no darle problemas. Tal vez lo de dejar su evidente cicatriz fue buena idea pues parecieron recapacitar sobre sus fallos.

 

—Sabes que ellos hacen esto para tratar de ganar tu atención, ¿no? —Lambo miraba a su hermano mayor sumamente tranquilo—. En otras palabras…, están intentando conquistarte.

—¿Conquistarme? —bebió el té que le llevaron y lo pensó un poco, pero no entendió a qué se refería Lambo.

—Amorosamente… —vio la extrañeza en Tsuna y decidió ser más directo todavía—. Mukuro, Reborn y Hayato están luchando por ser el primero que te agarre el trasero.

 

Tsuna no sólo escupió el té que estaba bebiendo, sino que soltó la taza y se atragantó al punto en que no pudo parar de toser y su rostro se tornó azulado por un rato. Lambo no soportó las carcajadas, incluso terminó riéndose y rodando por el suelo, pero por suerte Nagi también estaba ahí y pudo ayudar a su cielo para que no muriera asfixiado. Un pequeño suceso dado en la privacidad del jardín donde ellos esperaban a que los niños terminaran su clase particular con Iemitsu para poder comer juntos un refrigerio.

Fue necesario, porque sólo de esa forma Tsuna captaría lo que sucedía.

Lambo no mentía, Chrome lo confirmó, por eso el castaño cielo pareció estar muy alterado. El par de guardianes había participado de muchas reuniones, había visto muchas cosas y escuchado otras a escondidas, así que estaban bien informados. Además, también se tomaban turnos para vigilar que ninguno de los tres candidatos a conquistar a su querido Tsunayoshi hiciera algo fuera de lo tolerable, al menos agradecían que Hibari se hubiese ido porque lidiar con aquella nube hubiese sido mucho más difícil.

 

—Tranquilo, Tsuna-nii —al fin pudo retomar compostura—. Nosotros los estamos deteniendo si es que hacen tonterías.

—Yo no… —carraspeó antes de mirar a los ojos verdes que mostraban diversión pura—. No creí que ellos estuvieran pensando en “eso”.

—Es porque no puedes ver las dobles intenciones, pero nosotros lo hacemos por ti.

Boss… —Chrome palmeó ligeramente la espalda de su cielo—, debería mirar con más detalle el comportamiento de esos tres.

—¿Sólo son esos tres? —tuvo miedo de que alguien más estuviera en esos “planes”.

—Hibari también —Lambo enseñó sus cuatro dedos en los que había escrito los nombres de los pretendientes—, pero como ya lo echaste de la mansión no es problema alguno —fue bueno no decirle que fuera de la mansión también tenía pretendientes de ambos sexos.

—Por mi cielo —Tsuna lanzó una queja queda—, no creí llegar a este punto.

—No te sientas mal —Lambo le palmeó la espalda—, por el contrario…, considera que eres bastante popular entre la gente. Yo estaría feliz en tu lugar.

—Lambo, por favor, no digas esas cosas.

Boss…, ¿no le gusta uno de ellos?

—No —fue su respuesta inmediata antes de retomar seriedad y compostura.

—¿Y alguien más? —insistió Lambo porque para él era evidente la conexión de Fon y Tsuna.

—Chrome, Lambo —los miró y suspiró—, no puedo pensar en alguien más que en mis hijos… y en Dayane —negó firmemente.

—Ella jamás hubiese deseado verlo solo y sufriendo —Chrome también sentía la ausencia de aquella rubia, fue su amiga después de todo—. Ella seguramente lo apoyaría si es que usted quiere rehacer su vida con…

—No —detuvo las palabras de su niebla—. No hablemos de eso.

—Nosotros te apoyaríamos si es que algún día quieres volver a empezar una relación —Lambo le sonrió—, y tus hijos también. De eso estamos seguros.

—Lo apoyaremos pase lo que pase —Chrome sonrió—, siempre.

—No se preocupen por cosas así —les palmeó la cabeza a ambos—. Pero gracias por sus palabras.

 

Ahora muchas cosas tenían sentido para el castaño, empezando por el exceso de amabilidad incluso de Mukuro hacia su persona e hijos. ¿Cómo no lo vio antes? Bueno, Reborn siempre le dijo que era lento para percibir algunas cosas, ahora le daba la razón. Era tan pesado saber eso. Ya no podía mirarlos de la misma forma y ya no sentía que su familia estuviera como al inicio… unidos por su relación netamente amistosa.

¡Quería regresar el tiempo!

Y aun así decidió no alterarse por cosas como esa. Tsuna ignoró que estaba siendo cortejado y se enfocó en lo que sí importaba: sus hijos, sus padres y su trabajo. Festejaría el cumpleaños de su hijo como estuvo planeado, y después se llenaría de valor para enfrentar el aniversario de la muerte de Ángelo y Dayane. Tenía que seguir con todo sin decaer, sin pensar en algo más…, sin pedir la ayuda de Fon porque no quería interrumpirlo en aquel viaje que seguramente era muy importante para él.

Por eso no consideró a Fon en la lista de invitados que le dio a Hayato.

 

—Tsuna, ¿podemos hablar?

—¿Papá?

 

Lo que le faltaba.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Tengo un sistema para actualizar mis long fics, pero ayer lo rompí debido a un asunto en mi país y actualicé el fic que debería haber actualizado tres días después de esta actualización… XDDD, ok ya, el asunto es que debo actualizar este fic para no salirme de mi itinerario fijado XDDD

Espero les haya calmado un poco este cap pues ya estamos viendo que Tsuna está inconscientemente reconociendo que a la única persona que dejaría acercarse tanto a él es a Fon. Me pareció un detalle bonito jejeje.

Krat los ama~

Besitos~


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