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Chispitas de Chocolate Blanco por cancion del viento

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Notas del capitulo:

¿Cómo están?

Decidí que como una forma de celebrar las fiesta patrias de mi país, ya saben “La independencia de México” les daría un pequeño regalo sobre la historia, así que esperen. XD

No podía mover las manos pues éstas se encontraban atadas a la cabecera de la cama, sus piernas estaban libres pero esto no quitaba el hecho de que poco a poco el pánico comenzaba a apoderarse de él ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? Lentamente visualizó donde se encontraba, parecía un sótano, todo estaba completamente oscuro y la única luz que iluminaba el lugar era la tenue luz de su reactor debajo de su chamarra.

Nada tenía en su boca que le impidiera hablar o gritar. –¿Papá? ¿Jarvis? ¿Steve? ¿James? –llamó a las primeras personas que se le vino a la mente sin embargo no obtuvo respuesta, estaba solo. Se le cruzó por la mente gritar pero eso solo significaba que les alertaría a los secuestradores que ya había despertado además de que no sabía dónde estaba, ni siquiera sabía la hora.

Semanas antes

-Así que espero que nos llevemos bien. –sonrió Howard como solo un Stark sabe hacerlo.

De ahí en adelante los minutos pasaron, nadie decía nada, el ambiente volvía a incomodarse hasta que finalmente llegó Tony a la sala. –Papá, chicos. –le habló parándose enfrente de ellos mientras sonreía. –La comida ya está, Jarvis está poniendo la mesa.

-De acuerdo, cariño. –Howard se levantó del sillón y caminó hacia la cocina dejando a la terna sola.

-¿Chicos? –preguntó Tony curioso.

-Creo que no le caemos bien a tú papá. –suspiró Steve. –Aunque por lo menos ya nos aceptó. –se levantó del sofá.

-Papá es así, siempre ha sido así. –el castaño menor se encogió de hombros. –Aunque con ustedes ha sido amable.

-¿Amable? –Bucky se levantó del asiento. –Técnicamente nos amenazó con castrarnos, pero fue amable, muy amable... –dijo con sarcasmo.

-De verdad. –insistió Tony. –Fue amable, porque recuerdo que una vez a Tiberius, papá no sé qué le habrá dicho pero jamás regresó a la casa, Lo sé porque Jarvis me dijo.

-¿Tiberius? –se confundió Steve.

-Era un amigo. –se encogió de hombros el menor. –De hecho me pregunto qué habrá pasado con él.

-Si tú papá lo intimidó... –reflexionó el castaño mayor.

-Al menos yo lo veía como un amigo. –se acercó a los dos fortachones y los sujetó de las manos. –Vamos a comer.

-Creo que es lo mejor. –afirmó Steve.

La comida pasó sin ningún evento emocionante además de las atentas miradas de Howard hacia los fortachones, que se habían sentado cada uno a los lados del castaño menor, Tony podía sentir la incomodidad en el ambiente y Jarvis solo tenía un pequeño tic por el comportamiento de Howard supermegahiper sobreprotector con su señorito.

Cuando finalmente los fortachones se despidieron de Howard y de Jarvis caminaron hasta la salida junto con Tony. –Gracias por todo, chicos. –sonrió el menor dulcemente.

-No hay problema Anthoska. –Se agachó hasta el menor y besó sus labios mientras lo abrazaba, éste solo se dejó hacer.

Cuando se separaron, Steve no se quedó atrás y se acercó a Tony, lo levantó por las caderas y lo besó, tenían suerte de que Jarvis estuviera hablando con Howard en este momento o de lo contrario quien sabe que pasaría.

-Nos vemos luego... –se despidió el menor con un color carmín en su rostro, rostro que embelesaba a los fortachones.

-Adiós, cuídate. –Avisó Bucky. –Sabes que te quiero mi Kotenok.

-Te cuidas. –añadió Steve. –Mi canelita...

En cuanto los dos fortachones se fueron y Tony se regresó a su casa, todo volvió a la normalidad, sin embargo había algo que tenía al menor inquieto, se asomó por la cocina y vio a Jarvis ordenando todo, supuso que su papá estaría en su oficina y sin más se dirigió hacia allá.

Llegó a la oficina de su papá y lentamente abrió la puerta después de tocarla levemente. –¿Papá?

El Stark mayor bajó los documentos que estaba revisando en su escritorio para prestarle atención a su hijo. –¿Qué pasa, cariño?

-Hablaste con mamá ¿Cierto?

-Tony...

-Solo quería saber. –se adentró a la oficina hasta quedar de enfrente al escritorio. –¿Por qué me odia tanto?

Howard suspiró cansado ¿Debería decirle lo que María le dijo? Tenía que comentarle, después de todo tenía él derecho de saber ya que de lo contrario Tony no estaría tranquilo. –Realmente lo que me dijo se me hace una excusa completamente patética.

-¿Qué te dijo? –insistió.

-Me dijo que ella quería una niña y no un niño...

-...

-Pero no le tomes importancia... –Howard intentó animar a su hijo. –Después de todo estaba loca...

-Ahora lo entiendo... –bajó la mirada y susurró levemente una palabra que el Stark mayor no logró escuchar.

-¿Tony? –se confundió el pelicafé.

-No, no pasa nada. –le sonrió y salió de la oficina. –Iré a ver a Dummy, Jarvis me dijo que Bruce lo trajo... –y finalmente salió de la oficina de su padre.

-... -Lo que su hijo susurró y que no escuchó le mantuvo pensativo, pero debía darle espacio a su hijo, tal vez no era nada malo pero de ser lo contrario al menos ya no había quien lo lastimara, o eso creía.

Mientras tanto en la calle, los fortachones caminaban con dirección a su casa. –Con lo que dijo el papá de Anthoska hasta me sudaron las rodillas...

-Tienes razón, fue aterrador. –suspiró Steve.

Mientras tanto en una propiedad al sur de los Estados Unidos, había una gran casa y en ella se encontraban Obadiah y María, sentados en el jardín a veces hablaban o se limitaban a leer individualmente, todo estaba silencioso hasta que el hombre habló. –Sabes María, he tenido curiosidad del por qué odias tanto a Tony... –la miró directamente a los ojos cuando la mujer bajó el libro y le puso atención. –Sé que es repentino, pero me gustaría saber.

-La verdad no sé por qué le tomé demasiado odio hacia ese niño...

Recuerdos de María

Hace más de 20 años, la mujer se encontraba felizmente casada con Howard, con un año apenas de matrimonio, ambos deseaban tener un hijo, niña o niño lo que sea que fuera estaba bien.

Howard siempre le daba atención a su esposa, siempre buscaba ser el mejor esposo de todos y sí así era de esposo significaba que sería un gran padre, el también anhelaba tener un hijo, alguien a quien pudiera heredarle su legado.

Los días pasaron y María presintió que finalmente había quedado embarazada y para confirmar sus sospechas y sin avisarle a Howard o a nadie, fue a ver a un doctor, y efectivamente, tenía tres meses de embarazo (Nota: hay mujeres a las que no se les nota el vientre grande del embarazo, por ejemplo la mamá de mi amiga descubrió que estaba embarazada hasta los 7 meses, técnicamente se dio cuenta cuando casi sufría un aborto).

La mujer estaba demasiado feliz, un bebé, sería madre... –Entonces...

-Así es. –sonrió el doctor, le estaba haciendo el ultrasonido. –¿Quiere saber el sexo del bebé?

-¡Por supuesto! –se emocionó la mujer, sus ojos brillaban de la emoción.

-Es una niña. –se hizo hacia atrás para que María viera en la pantalla a su hija.

-Es hermosa.

Los días pasaron y María tenía planeado darle la sorpresa a Howard, pero se tuvo que esperar debido a que éste se fue de viaje de negocios por alrededor de un mes y la mujer no quería que se fuera una vez que lo supiera, quería que estuviera con ella durante todo el periodo de gestación, la cosa era ¿Hubiera sido diferente si le hubiera dicho?

Apenas habían pasado dos días desde que Howard se había ido de viaje de negocios, ésta estaba sentada en el balcón de la mansión viendo todo a su alrededor. –Alexa... –se dijo para sí misma. –Te llamarás Alexa... –sonrió para sí misma. –Es hora de dormir, mañana iremos a ver al doctor y cuando venga tú papi se emocionará demasiado, mi niña...

El día siguiente había llegado, María se levantó feliz, desde que se enteró de lo de su embarazo siempre estaba alegre, saludó al personal de la mansión con una enorme sonrisa y de la misma forma saludó a Jarvis, desayunó, tomó un taxi y salió rumbo al hospital para su chequeo continuo.

Siguió los procedimientos de rutina que el doctor le indicó y ansiaba por ver de nuevo el ultrasonido, quería ver el crecimiento de su niña, se acomodó en la camilla para que el doctor hiciera lo suyo, María le platicaba al doctor todo lo que había sucedido y éste le contestaba de la misma forma.

El de blanco poseía una sonrisa por ver a su paciente con tanta felicidad, no obstante su sonrisa se esfumó de la nada, algo andaba mal, para confirmarlo volvió a revisar... esto no podía estar pasando.

-Y como le dije doctor, ya pensé el nombre de mi hija, se llamará Alexa... –la mujer se confundió al no tener respuesta del contrario. –¿Doctor?

-...

-¿Qué sucede? ¿Mi... Mi hija está bien? –comenzó a sudar en frío.

El de blanco suspiró triste, esto era muy complicado. –María... el feto murió...

-¿Q-qué? Es... es una broma de mal gusto.

-Lo siento... desde esta perspectiva no podría darte una respuesta del por qué murió... –la miró a los ojos. –Necesitamos sacarte el feto antes de que se empiece a descomponer, de lo contario tú vida estará en riesgo...

María estaba en shock, no sabía que decir ni cómo reaccionar... esto era lo peor que podría pasarle... ¿Por qué? ¿Por qué una bebé inocente tuvo que morir? Y sin más la mujer se echó a llorar como nunca antes lo había hecho. Pero jamás mencionó palabra alguna sobre esto a nadie, sería su secreto de toda la vida.

Tiempo después María había quedado embarazada de nuevo, sin embargo esta vez Howard se enteró, cuidó de su esposa como si fuera extremadamente delicada. Finalmente llegó el día que en que iban a saber el sexo del bebé.

-Veamos. –el de blanco estaba haciendo el ultrasonido, Howard sujetaba la manos de su esposa, ambos serían padres, y eso le encantaba al pelicafé. –Felicidades es una niña...

-Una niña... –susurró María. “Tú tomarás el lugar de tú hermana nonata” sonaría egoísta pero deseaba que alguien llenara ese vacío que la pequeña Alexa dejó.

-Voy a ser padre... –Se emocionó. –Solo espero que en un futuro no me traiga a un Brayan... o un Kevin... ¡Voy a ser padre!

Los meses pasaron y por fin el día del parto había llegado, Howard estaba hecho un manojo de nervios, por fines más seguros y porque al bebé se le había pasado la fecha de parto y eso podía ser muy peligroso por lo que se decidió hacer cesárea.

El procedimiento de la cesárea había comenzado y Howard en ningún momento dejó a su esposa sola, sujetaba su mano firmemente demostrándole seguridad, minutos después se escuchó el llanto de un bebé por la habitación.

Las enfermeras limpiaron al bebé y se lo entregaron a su madre mientras que los cirujanos se encargaban de cerrar la incisión. –Felicidades, es un niño. –se lo dio a María.

-Un niño...

-Anthony... –habló Howard viendo con ternura y emoción a su esposa sujetando a su hijo. –María lo he decidido, se llamará Anthony Edward Stark.

-Me gusta el nombre... –Ya no le quedaba de otra que decir eso, al ver a su hijo no sintió nada, ni siquiera quería verlo, tal vez con el tiempo pueda llegar a quererlo.

Notas finales:

Gracias por leer.

¡Nos vemos!

(≡^v^≡)/


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