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Chispitas de Chocolate Blanco por cancion del viento

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Notas del capitulo:

Me acabo de caer.... nota: si está lloviendo y por el balcón se puede meter el agua y tu piso es azulejo (creo que así se le llama) usen zapatos.... 

 

Ese mismo día en la noche, después de que el castaño menor se duchó, se vio en el espejo, observó el reactor, lo tocó suavemente con los dedos tapando levemente la iluminación de donde había tocado, suspiró triste, tenía que vivir con eso incrustado en su pecho por el resto de su vida.

Se puso su camisa y la luz del reactor atravesaba la tela, se sentía raro, tal vez solo era cuestión de que se acostumbrara, sacudió su cabeza mentalmente y salió de su baño, se sentó en su cama y se puso a pensar, “¿Qué habrá sido de mamá?” quisiera o no la quería, era su madre, además de que quería respuestas, la respuesta que le dio su padre no lo dejó tranquilo del todo, aunque sí pudo comprender algo, la razón por la cual cuando estaba más pequeño en tres o en cuatro ocasiones lo llamó Alexa mientras le maltrataba, siempre se preguntó quién era ella. –Hubieras muerto tú en lugar de Alexa... –mencionó aquellas palabras que muy pocas veces le dijo. Lo odiaba, odiaba sentirse así. Tal vez María tenía razón.

En la oficina de Howard, éste se encontraba trabajando, realmente la mansión se sentía extraña sin María, realmente la amó pero la terminó odiando por lo que le hizo a su hijo, era mejor que ella ya no estuviera, incluso sabía que el tema de María alteraba un poco a su hijo, y todavía faltaba que hablaran sobre el asunto de Obadiah, no podía dejarlo pasar por alto más tiempo.

Dejó de lado la computadora y se recargó en su silla para estirarse un poco y relajarse. –Ser padre no es fácil... –habló a la nada viendo el techo, pero el toque de la puerta lo sacó de sus pensamientos.

-Señor. –habló Jarvis mientras abría la puerta. –La cena ya está lista.

-Enseguida voy... –lo miró a los ojos. –Jarvis...

-Dígame.

-He estado pensando todo este tiempo... –suspiró. –Con lo que pasó y eso llegué a la conclusión de que es mejor que te vengas a vivir aquí a la mansión ¿Qué dices?

-¿Vivir aquí? –se sorprendió el más alto, no se esperaba que le pidiera eso y más cuando su pequeña residencia quedaba a media cuadra.

-Sí, vivir aquí. –se levantó de la silla. –Tony y yo te necesitamos para sobrevivir... además Tony estará encantado con la idea, por otra parte yo te necesito a mí lado. –habló con determinación.

El mayordomo se asombró por ello, tanto que se avergonzó y un color carmín comenzaba a notarse en su rostro, ¿realmente era muy importante para Howard? De todos sus años trabajando en la mansión nunca se había sentido así ni una vez, tal vez haya sido por la presencia de María. –Será un placer, señor.

-Genial. –se emocionó el pelicafé. –Mañana mismo mandaré a traer tus pertenencias, así que desde hoy te quedas aquí.

-¿Desde hoy? –se sorprendió.

-Si. –caminó hacia Jarvis. –Tú habitación será la que está al lado de la de Tony y que está enfrente de la mía.

-Está bien, señor... –sin previo aviso sintió como de la nada Howard lo abrazó fuertemente, era tierno ya que éste era más bajo que él.

-Te agradezco todo lo que has hecho por nosotros, por cuidar de mi hijo y por estar a mí lado...

-No hay problema... –le correspondió el abrazo al más bajo. –Considero a mi señorito como si fuera mi propio hijo...

Se separaron del abrazo. –Serías una buena madre. –palmeó su hombro.

-¿Señor?

-Nada, nada. –movió su mano de arriba abajo. –Vamos a cenar.

-Claro, pero primero irá a avisarle a mi señorito que la cena ya está lista. –salieron de la oficina y Jarvis se encaminó al cuarto del menor pero se detuvo en seco al escuchar lo último que dijo el pelicafé, sin duda algo estaba pasando dentro de él.

-Como dije. –se rio. –Una buena madre para Tony.

El mayordomo sacudió su cabeza mentalmente y siguió rumbo al cuarto de su niño, se paró enfrente de la puerta y la golpeó suavemente. –Señorito, la cena ya está lista... –no obtuvo respuesta, volvió a tocar la puerta y tampoco hubo respuesta, eso sin duda preocupó al mayordomo que abrió de inmediato la puerta esperando que su niño estuviera bien.

Recorrió con la vista la habitación del pequeño genio y no lo localizó. –¿Señorito? –lo nombró para saber si no estaba por ahí escondido. No obtuvo respuesta. Caminó hacia el baño de la habitación y lo revisó pero tampoco se encontraba ahí. No estaba.

En el departamento de Steve y Bucky, éstos se encontraban sentados en el sofá viendo la televisión, ya se habían bañado y cambiado por lo que ahora solo descansaban. El castaño bostezó como si no hubiera un mañana. –Tenemos mucho tiempo libre hasta que inicien los exámenes finales.

El rubio rodó los ojos, sabía que su amigo al mencionar eso significaba que no pensaba estudiar sino hasta un día antes del examen. –Buck de una vez te aviso que estudies adecuadamente y no por osmosis.

-Pienso estudiar bien. –le respondió un poco ofendido aunque sabía que tenía razón. –Además Anthoska nos dijo que nos ayudaría a estudiar...

-Ya lo sé, pero tampoco está de más que demos una repasada extra. –le dijo, sin duda un contraste entre ellos. –Al menos estudia para el examen de José Pedro que es el más difícil.

-Ches exámenes. –dijo fastidiado el castaño.

-Como sea, Tony nos dijo que nos avisaría cuando nos iba a ayudar a estudiar. –sonrió. –de hecho, dijo que estaría bien que hiciéramos otra pijamada...

-Te apoyo. –de igual forma sonrió Bucky. –Pero... sabes Steve, ¿Crees que Anthoska esté bien?

-Tony es fuerte. –le animó el rubio. –Aun así estaremos ahí... pero de todas formas...

-Lo sé, es complicado. –finalizó James.

Regresando a la mansión Jarvis no encontró a su señorito en su habitación, salió del cuarto con el objetivo de buscarlo, temía que algo le pasara, estaba más protector que antes. –Cálmate... –se dijo. –Está en la casa, no le pasó nada... –caminó por los pasillos hasta que se detuvo puesto que escuchó la voz de su niño que provenía la biblioteca.

Pero algo llamó su atención y es que la luz de la biblioteca estaba apagada, ¿Por qué su señorito se metería a la biblioteca sin prender la luz? Se metió a la habitación y prendió la luz, y ahí lo vio. –¿Señorito? –se acercó hasta él ya que Tony se había quedado dormido, sentado en la silla y con su cabeza recargada sobre mesa, su mano sostenía un desatornillador y su otro brazo estaba siendo usado como almohada. No obstante lo que llamó su atención fue que su señorito estaba halando en sueños.

Lo vio con detenimiento, el menor estaba sudando y su respiración era agitada, sin mencionar los sonidos que salían de su boca. El mayordomo le tocó los hombros y lo movió suavemente para despertarlo. –Señorito, solo es un mal sueño... despierte...

El castaño abrió los ojos, y se enderezó, de sus ojos escurrían unas cuantas lágrimas. –¿Jarvis? –se talló los ojos.

-Es hora de la cena, señorito. ¿Tuvo un mal sueño? –se preocupó el mayor.

-No lo recuerdo... –bostezó. –Tampoco me di cuenta en que momento me quedé dormido mientras trabajaba con Dummy...

-Vamos a cenar, señorito y en cuanto terminé se irá a descansar, lo necesita...

-Creo que tienes razón... gracias Jarvis... sin ti, papá y yo ya estaríamos perdidos. –le sonrió el menor al mayordomo de una forma sincera.

-Yo siempre estaré ahí para cuidar de usted, aunque no quiera. –le dijo a Tony y lo abrazó suavemente demostrándole todo su cariño, acto seguido el menor le correspondió.

El sonido de Dummy los distrajo, pues la pequeña pinza robótica también quería participar en aquel acto afectuoso. –También te quiero a ti Dummy. –habló Tony con una sonrisa que demostraba paz.

Notas finales:

Gracias por leer.

¡Nos vemos!

(≡^v^≡)/


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