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Sueño primaveral por 1827kratSN

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Felicidad. En eso se resumía todo.

En ese castillo sólo se hallaban las hadas y los herederos quienes respiraban la calma. Sin embargo, en el pueblo cercano y en las tierras enteras de los Argento y los Sawada, el milagro se llevaba a cabo con velocidad. Cada persona hundida en sueño profundo despertaba de a poco, el sol empezaba a brillar esplendoroso en el cielo y la montaña de Bermuda dejó de estar en tinieblas a la vez que sus habitantes iban desapareciendo a la par de su amo.

Los reyes se miraban entre sí, extrañados porque parecían haber despertado de un letargo eterno. Cansados se dejaron caer en el suelo siendo imitados por sus acompañantes, miraron el cielo un rato en donde las aves trinaban y les sorprendió ver que ya no era medianoche como recordaban. Ya después se enterarían de lo que les pasó.

Todo estaba bien ya.

Reborn tomaba la mano de Tsunayoshi mientras miraban el horizonte de esas tierras. Sonreían en paz porque ahora sabían que su destino era estar juntos, sólo eso les importaba, lo demás era segundario, ya lo verían después. Se besaron una vez más –a pesar de que el castaño parecía querer desmayarse de la vergüenza ya que estaba más consciente de lo que hizo hasta ese punto–, antes de que ciertas hadas los separasen con excusas tontas. Quién sabe por qué. Pero los herederos no protestaron –al menos Tsuna no lo hizo–, porque ahora debían continuar con su vida, obligaciones, destinos, todo.

Un viaje les esperaba.

Cada príncipe se reencontró con sus padres, fueron abrazados hasta el cansancio, acunados en brazos de sus madres, mimados cuanto fue posible, presentados al pueblo, vestidos, cuidados, alimentados. Separados por al menos dos eternas semanas hasta que el mayor de ellos se cansó y en medio de la noche se escapó de su morada para ir en busca de quien sería su futuro esposo. Fue divertido saber que Tsuna hizo lo mismo cuando se encontraron en la frontera

A pesar de saber que serían reyes en dos años –porque Iemitsu no quería apartarse demasiado pronto de su retoño, además que alegaba que su pequeño no era aún adecuado para casarse ya que no cumplía con sus dieciocho primaveras–, cuando estaban juntos no eran más que dos chiquillos que siempre se hablaron entre sueños, quienes no querían permanecer lejos el uno del otro, quienes expresaban su amor con una sola mirada.

 

 

—¿Bailas, Tsuna?

—¿Vas a mantener tus manos lejos de cierta parte de mi cuerpo? —reía divertido por la mirada traviesa que le contestaba

—Sí —Reborn figuraba una sonrisa ladeada mientras estiraba una de sus patillas y esperaba la aceptación ajena

—No te creo —aun así, le dio la mano a su guía en esa danza

—¿Y si digo que lo intentaré? —atrajo el cuerpo de aquel jovencito hasta unirlo con el suyo de modo que sintiera de cerca el perfume que éste desprendía

—Está mejor, es más realista —se abrazaba al cuello del azabache antes de empezar con el primer giro

—¿Te digo un secreto? —susurraba cerca del oído ajeno mientras daba los pasos correctos para que ambos se desplazaran

—Claro —sus mejillas enrojecían al sentir el aliento ajeno chocar contra su piel

—Soy mejor que tú con el arco —Reborn sonrió con orgullo

—¡Oye! —Tsuna empujó lejos de su cuerpo al causante de que el ambiente perdiera encanto— He mejorado en estos años… además, gracias a mí Bermuda pereció

—Sí claro —adoraba molestarlo porque el castaño agudizaba su voz y hacía gestos graciosos—. Yo hice el trabajo difícil —se enorgulleció, aunque sólo fingía

—Eres un… —Tsuna entrecerraba sus ojos y lo apuntaba con su dedo índice

—Te amo —tomó desprevenido al castaño y se aferró a la cintura del mismo antes de hundir su nariz en aquellos cabellos

—¡¿Cómo dices eso?! —se quejó avergonzado, pero dejando reposar su mejilla en el cuello ajeno

—Se dice: yo también —Reborn deslizó sus manos suavemente por aquella espalda para brindarle caricias amables

—No diré eso

—¿Por qué?

—Porque no te lo mereces aun —apretó su agarre en los brazos ajenos al sentir ciertos invasores en sus glúteos, su ceja tembló en un tic por el enfado

—Yo solo quise ser romántico

—¡Quita tus manos de ahí! —sus mejillas estallaron en un carmesí adorable ante la vista ajena

—No —Reborn apretó aún más las bonitas nalgas que adoraba

—¡Idiota! —peleaba porque lo soltasen, golpeaba el pecho ajeno y se removía cuando le era posible— ¡Ni siquiera estamos casados, Reborn!

—¿Sólo eso necesito para apretar tus…? —esquivó un intento de golpe y sonrió divertido

—¡Cállate! —al fin lo apartó y para asegurarse se alejó dos pasos

—Pues vamos —el azabache tomó la mano del castaño y empezó una caminata algo apresurada

—¿A dónde? ¡Y aún estoy enfadado!

—Le pediré tu mano a tu padre y madre. Mañana mismo nos casamos —hablaba en serio

—¡Estás demente!

—Para que lo sepas —lo miró directamente incluso deteniéndose un instante—, odio separarme de ti

—Eso fue lindo —rio avergonzado siguiéndole el paso retomado, pero antes de que siguiera lo detuvo y tiró de él hasta mirarse directamente, elevó su mano hasta la mejilla ajena y se acercó para unir sus labios, poco le importó el tener que colocarse de puntitas para lograrlo—. También te amo, Reborn

—¿Uno más? —soltó un suspiro

—Uno más —sonrió antes de besar al mayor por unos segundos más largos—, pero… —se alejó un poco— no me casaré aun —dio dos pasos para alejarse y, sin darse cuenta, empezó a correr

—No te me escaparás —Reborn sonrió antes de perseguir al castaño por entre aquellos árboles

—Tendrás que esperar dos años por mí —rió mientras bajaba esa colina tan rápido como podía—. Aun soy muy joven para casarme

—Tsuna, ¡vuelve aquí!

—¡Claro que no! —soltaba carcajadas en medio de su escape

—Te casarás conmigo mañana

—Te daré una cita mañana —jadeaba, esquivaba ramas y evitaba tropezar con las bellotas caídas. Era divertido—. ¡Eso será todo!

 

 

Terquedad, era verdad que lo caracterizaba de cierta forma. Si Tsuna no quería casarse no lo haría, eso a pesar de que sufrió cuatro “secuestros” por parte de su prometido quien aprovechaba la mínima ocasión para escapar de su castillo o para aprovechar las visitas a los Sawada en conjunto con sus padres y así darse mañas para ver al castañito de sus sueños, al que se llevaba lejos si le era posible. Era como un juego, Tsuna disfrutaba mucho de eso, aunque tenía sus razones bien escondidas que no dictaría porque era divertido ver la frustración de Reborn

Para Tsuna el convivir con su madre y padre era un regalo que no desaprovecharía, esa era la primera razón para negarse a un matrimonio apresurado. Adoraba ser mimado por su madre, aprender cosas con su padre, conocer más de aquellas tierras que constituían un reino productor de leche y miel, costumbres, secretos, historia. Una vida en el bosque le impidió conocer detalles de muchas cosas, y a pesar de que sus tíos le enseñaron todo lo que pudieron, era diferente vivir las experiencias en carne propia.

Reborn podría decir lo mismo de aquella convivencia con sus progenitores, sobre todo porque aprendió algunas estrategias de guerra que eran demasiado interesantes, además amplió su conocimiento sobre armas, batallas, incluso se dio tiempo por memorizar mapas no sólo de su reino sino de tierras tan alejadas que los viajes podrían tardar meses. A pesar de que se frustraba por no ver a Tsunayoshi por largos periodos de tiempo, reconocía que había muchas cosas que se perdió de vivir y en ese punto podía aprovechar. Incluso acompañó a su madre a una de las aldeas más alejadas del castillo para evaluar el estado de los habitantes, conocer las minas de diamantes y el lugar donde se fabricaban las más hermosas joyas y hasta armas de muestra. Incluso apartó una cadena con un dije adornado por una piedra de jade que le regalaría a Tsuna

Pero cuando la añoranza era demasiada y sus reuniones en sueños no bastaban, ambos príncipes solían citarse en algún lugar agradable como en un pueblo pequeño no muy lejos de sus castillos.

 

 

—Así que por eso no aceptas mi propuesta de matrimonio —caminaban por las calles de tierra de aquel pueblo que poco sabía de los nobles y su apariencia, razón por la cual no se colocaban la capucha de su capa

—Sí —Tsuna sonreía al verse de nuevo en su ropa de campesino con la que se sentía más cómodo, aunque en esa ocasión se colocaron zapatos—. Sólo piénsalo, cuando tomemos el puesto de gobernantes… estos paseos ya no podrán ser

—Acepto eso —entrelazó sus dedos con los del menor para seguir en aquella caminata—. Entonces lo soportaré

—¿En verdad? —Tsuna reía porque no estaba seguro de que Reborn soportara el año y medio que les faltaba para casarse y para que él cumpliera sus dieciocho primaveras

—Siempre y cuando te vea al menos cada quince días, estará bien

—Lo sabía —sonrió, ocultando que él también necesitaría de esas: sus citas secretas, para estar tranquilo—. Reborn —murmuró y cuando ganó la atención de esos iris ónix siguió— tengo hambre

—Compremos algo —llevó al castaño al pequeño mercado que ahí había

 

 

Se habían escapado del castillo, de nuevo, para verse sin tener vigilantes que los molestaran. Dejaron a sus caballos atados lejos del pueblito, todo para tener un paseo pacífico que duraría hasta que la tarde llegara. Sus manos sujetas, sonrisas sutiles, asemejaban a cualquier pareja joven. Compraban fruta, algo de carne, cosas más cosas menos, y volvían a escabullirse en medio del bosque que tanto les gustaba para cocinar todo en una pequeña fogata. Podía sonar aburrido para unos, pero para ellos, era su diversión favorita

Todo era bueno si se hallaban juntos. Incluso dormían a la intemperie, cubiertos por una manta, abrazados y acurrucados sin soltar sus manos, acunados por el leve calor que proporcionaba la fogata que se consumía, al menos eso cuando el clima era agradable pues cuando llegó el invierno solían refugiarse en alguna posada sencilla.

Aunque sus citas no duraban mucho porque sus escapes siempre eran motivo de revuelo y sus padres solían mandar a un escuadrón de búsqueda y rescate; eran unos paranoicos, pero después de todo por lo que pasaron no les reprochaban eso. Siempre eran encontrados, reguardados y guiados de nuevo a sus hogares. A veces se quedaban juntos, en otras tenían que volver cada uno a su palacio, pero sabían que eso no duraría y en dos semanas volverían a reencontrarse fuera con autorización de sus padres en citas oficiales, o no.

 

 

Citas…

 

 

—El tiempo pasa tan rápido —suspiraba Lal quien vigilaba al par de tórtolos en medio de esa cita planeada por Iemitsu. SI estaba allí era por órdenes del rey ya que al rubio le gustaba vigilar cada acción de su yerno porque, según él, no quería que su pequeño fuera manchado

—¿Ha hecho algo raro? —Colonello se posaba junto al hada caracterizada por esa bonita marca en forma de llamas rojizas

—Lo de siempre —sonreía de lado—. Reborn tiene una extraña fascinación por el tarsero de Tsuna

—¿Y el pequeño lo golpeó? —sonrió divertido porque sabía la respuesta

—Sí —Lal soltó una carcajada—, lo hizo con ese plato de ahí —apuntaba a una figura de plata que ahora ya no parecía tener la forma original

—Y Reborn no aprende-kora

—El mocoso sabe defenderse y el otro parece dispuesto a recibir el castigo por sus deslices. Son tal para cual —Lal los veía reírse, persiguiéndose cual par de chiquillos en medio de ese jardín

—¿Te parece dejarlos solos-kora? —Colonello se rascó la nuca evitando mirar directamente a Lal— Podemos ir… a pasear por ahí y… no sé —jugaba con su varita entre sus dedos

 

Un silencio incómodo se dio entre ambas hadas quienes evitaban mirarse mientras el calor ascendía a sus mejillas. Eran tan obvios que nadie dudaba de lo que pasaba entre esos dos. Por eso mismo cuando dividieron los grupos de cuidado de cada príncipe, los separaron, porque cuando estaban juntos se volvían un tanto idiotas y despistados. La mayor muestra era aquella interacción tan vergonzosa que intentaban “disimular” antes los demás.

 

—Bien… no creo que pase nada con esos dos —la voz de Lal temblaba un poco mientras giraba y con prisa se alejaba de aquel balcón

—Genial —Colonello casi tropezó cuando empezó a seguirla, pero se repuso al instante para alcanzarla—. ¿Te parece las cascadas del sur-kora?

—Lo que sea —sí, ni siquiera se fijaron en que el par de príncipes desaparecieron en un momento dado para agarrar un par de caballos y salir a un paseo largo. Lal y Colonello se perdían en su mundo y nada más importaba cuando estaban juntos.

 

Iemitsu era el que estallaba cuando preguntaba por las hadas guardianes o por su hijito, se alteraba demasiado y a pesar de que Nana intentaba controlarlo, no se lograba. Los guardias se disponían para la búsqueda, un hada extra era solicitada para ayudar, pero al final Tsuna siempre volvía. En esa ocasión regresó con una enorme sonrisa y evidencias de haber jugado en un río cercano. Reborn enfrentaba los reclamos del rey y terminaba teniendo una afrenta con espadas para demostrar que era digno. Era una rutina que no se perdería jamás, al parecer

 

—¿Ya terminaron? —Tsuna aparecía por la puerta del salón de entrenamiento cargando un par de toallas para su padre y prometido

—¡Tsuna! —Iemitsu hacía el drama de siempre tras arrojar la espada lejos, acercándose para abrazar a su retoño quien amablemente ofrecía una toalla y reía por la exageración—. No permitiré que nadie ose manchar tu pureza

—Padre —lo apartaba un poco—, ya aceptaste el compromiso

—Pues me arrepiento —decía con firmeza mientras se giraba hacia Reborn quien rodaba los ojos porque así era generalmente—. ¡No te daré a mi pequeño!

—¿Estás bien? —Tsuna era quien se acercaba al azabache para ofrecer una toalla mientras éste dejaba la espada en su lugar

—¡Tsuna! —se quejaba Iemitsu intentando alejar a su hijo de aquel “bárbaro”

—Papá... si Reborn se enferma será mi culpa —hablaba con seriedad—. Fui yo quien le pidió ir al río y tú no lo has dejado secarse o cambiarse el atuendo

—Oh, creo que tengo un poco de fiebre —Reborn seguía el juego, tocándose la frente mientras recibía la toalla—. Así no poder montar el caballo y tendré que quedarme aquí —miraba a Iemitsu con un dije de burla, pero mantenía su seriedad—. Mi amor —tomaba la mano del castaño y la posaba en su mejilla—, ¿puedo pedir que cuides de mí?

—Fue mi culpa, entonces cuidaré de ti —el castaño sonreía divertido y contaba los segundos antes de que…

—¡Claro que no! ¡Eso no! —Iemitsu se interponía entre los dos jóvenes— Tú —apuntaba a Reborn— ve a darte un baño. No enfermarás y si tienes malestar mandaré a los médicos… No dejaré a mi lindo Tsuna a solas contigo —abrazaba a su hijo protectoramente

—Entonces, ¿Reborn se quedará aquí? —Nana ingresaba con sus dos damas de compañía— prepararé el cuarto —sonreía alegre

—Gracias —Reborn reverenciaba levemente a la castaña, adoraba a la madre de Tsuna

—No, cariño —Iemitsu se alteraba y dejando de lado a su hijo se acercaba a su esposa—, se irá en cuanto se bañe y cambie. No es necesario alistar nada

—Es una pena —suspiraba la castaña— pero al menos prepararemos algo delicioso de comer, les avisaré en cuanto esté listo

 

Era divertido molestar a Iemitsu en ocasiones. Aunque Tsuna tenía que pasar por situaciones semejantes cuando visitaba el reino de los Argento pues Stella era, en ese caso, quien se negaba a dejar ir a su retoño. La reina Stella sobreprotegía demasiado a su único hijo, aunque exageraba hasta el punto de colocar dos guardias que seguían a la pareja hacia donde quiera que fueran. Tsuna se reía de eso y Reborn protestaba, pero siempre escapaban de sus custodios y exploraban en las cercanías del castillo.

Pero no eran sólo los padres quienes hacían de todo para molestar al prometido de su respectivo retoño, sino que las hadas se unían también a ese jueguito; algunas por simple diversión, otras porque se acostumbraron a proteger al príncipe que cuidaron como un hijo. Mas, al final todo eso se traducía a una sola palabra: amor familiar.

 

—Viper, ¿estás listo? —Skull miraba a la parejita por uno de los balcones del castillo de los Argento.

—Para dañarle la cita a Reborn, ¡claro! —sonreía subiendo sus mangas y moviendo la varita entre sus dedos

—¿Y tú Fon? —miraba a su lado

—Sí, aunque sigo creyendo que esto será exageración

—No seas aburrido —se quejó Skull riéndose bajito y empujando al azabache a modo de juego—. Vamos, a la de tres

 

Era un juego más, siempre lo era. Sus varitas se agitaron y el pequeño jardín se congeló casi de inmediato, el suelo adquirió una capa de hielo, las plantas se vieron envueltas en copos de nieve, una brisa fría rodeó a la pareja y al final dos golpes se escucharon. Era obvio que tanto Tsuna como Reborn se resbalarían a la par por el repentino cambio de ambiente.

Las hadas chocaban sus manos entre sí riéndose mientras se escondían en el pasillo. Había que reconocer que era divertido seguirle los juegos a Skull, quien tras perder el lazo con el imbécil de su destinado se volvió más alegre y escandaloso que antes. En pocas palabras: era un caos.

 

—Es hora de huir —suspiró Viper tras recuperar el aire que perdió por las carcajadas que opacó con sus manos—. Seguro que ese mocoso sabe que fuimos nosotros y no quiero ver su fruncido ceño de terror

—Bueno —Fon sonrió antes de levantarse y tenderle las manos a sus compañeros para ayudarlos—. Skull, podemos salir un rato —añadió con una sonrisa

—¿Salir a dónde? —preguntó mientras se acomodaba la nueva capa que cargaba para ocultar sus alas y así pasar por un humano más

—Pues —el azabache rio bajito por el rostro dudoso de su compañero

—Eres idiota, Skull —Viper rodó los ojos—. Bueno, yo me largo… no les voy a tolerar la escenita

—¿Eh? ¿Pues no vienes con nosotros? —Skull miró a Viper con sorpresa— Fon acaba de…

—Te invitó a ti —añadió el encapuchado quien formaba una mueca con sus labios—. Buena suerte con este idiota —miró a Fon antes de agitar su mano en despedida y caminar lejos de ese par— si no es directo, no lo entenderá jamás —murmuró para sí

—¿Y a este qué le pasa? —Skull miró a Fon en busca de respuestas— Me insultó —posó su mano en su pecho logrando que su compañero riera— hasta me pude ofender

—¿Vamos entonces? —Fon ofreció su mano

—Ya decidiste a dónde —agitó su varita y una capa igual a la suya se posó en la mano que le fue ofrecida

—Tu inocencia es un encanto particular —sonrió el azabache mientras se colocaba la capa y negaba casi imperceptiblemente

—No soy inocente —Skull bufó mientras empezaba a caminar seguido por el azabache—, no sé por qué piensan eso

—Es un misterio

—¿Te estás burlando de mí, Fon? —el mayor elevó sus hombros en respuesta— No importa… ahora vamos, ¡recomiendo la tierra de los dragones! —casi nadie podía quitarle esos ánimos

—Como quieras. Iré donde tú vayas

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

A Krat le gustan las ships crack, se nota mucho XDDDD

Bueno señores, el siguiente es el último capítulo. Espero haber cumplido con las expectativas pues tomé en cuenta las recomendaciones que me dejaron para este final XDD

Los ama: Krat

Besos y abrazos~


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