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Sueño primaveral por 1827kratSN

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Aceptar que su futuro yerno sería un descendiente de un reino especializado en guerra, artillería, armamento, y todo lo relacionado a fuerza bruta y estrategias de batalla, fue difícil. A Iemitsu le tomó dos meses aceptarlo. Su amigo Alonzo estuvo ahí para hacerle decenas de bromas, charlas, pactos, visiones futuristas; Nana platicó también con él, incluso Luce y sus compañeras hadas intervinieron para calmar la histeria del rubio rey, y al final lo lograron. Por fin había paz en ese castillo y por ende la dicha pudo completarse de buena forma

Y la dicha significaba festejo. No cualquier festejo, uno en donde las hadas destinadas a servir al rey se reunirían para ceder virtudes a ambos herederos de los reinos, eso debido a que el rey Alonzo quiso esperar a encontrar al destinado de su hijo para realizar la tan esperada “ceremonia de iniciación” que los nobles tenían que cumplir cuando eran apenas unos bebés.

 

 

—Así matamos dos pájaros de un tiro —había dicho Alonzo como excusa para realizar una fiesta en conjunto

—No hables de mi hijo como si fuera un animalito —se quejó Iemitsu mientras suspiraba

—Amigo mío, no lo tomes a mal —reía feliz en medio de su paseo por sus tierras junto con el rubio—, lo que quiero decir es que podemos usar esta fiesta tanto para anunciar el futuro compromiso de nuestros herederos, como también para que ellos sean bendecidos con sus virtudes.

—Se me hace que tú sólo quieres unir nuestros reinos de una sola vez y en una oportunidad en donde la presión pública me obligaría a aceptar

—No me vendría mal si aquello se concretara —sonrió con satisfacción—. Mis guerreros necesitan provisiones alimenticias para mantener su porte y tus tierras son productoras de leche y miel, suena bella una unión entre nosotros

—Eso de leche y miel es una metáfora, lo sabes, ¿verdad? —lo miró de refilón

—¿No produces leche y miel? —se detuvo abruptamente mostrando un rostro asombrado e incluso colocando sus dedos sobre el área del corazón

—En parte, pero no sólo producimos eso

—Lo sé, amigo —reía pasando su brazo por los hombros del rubio— sólo bromeaba con eso de la leche y miel

—… —rodó los ojos. Era verdad que eran amigos, pero a veces no entendía el humor usado en esas bromas—. Entonces… ¿yo qué obtengo?

—Protección total y absoluta —sonrió de esa forma en que sus blancos dientes brillaban con la luz del sol—. Sabes que nadie puede sobrepasar a mis fuerzas y yo te protegeré ante invasiones

—Sabes que todo lo que me dices ya lo estábamos haciendo

—Pero ahora, con la unión de nuestros hijos, ese ya no sólo será un pacto o un tratado, eso será un hecho, Iemitsu

—Sabes —suspiró— yo lo único que quiero es que mi hijo sea feliz

—Y lo será, puedes creerme

 

 

La fiesta se daría en el palacio de los Sawada para que el pequeño Tsunayoshi no tuviera que sufrir una larga travesía hasta el reino aliado. Las preparaciones tomaron un mes más. Los adornos, la comida, la música pertinente, el reparto de invitaciones a todos los aliados, las sonrisas de las reinas que cuidaban de los pequeños en conjunto en los días previos al festejo. Todo era alegría para ambos reinos. Todo era perfecto. Incluso en el día de la fiesta todo iba como se planificó, aunque Alonzo improvisó una competencia de arquería que, por supuesto, él ganó con orgullo

Cosas más, cosas menos.

Era ya entrada la tarde, cuando el cielo adquiría un tono naranja brillante, que se decidió hacer lo que estaba planificado por las hadas. En la cuna real, amplia y adornada por finas telas esponjosas y almohadones para que los bebés no sufrieran accidentes, se colocaron al par de herederos vestidos con largas túnicas blancas que representaban su pureza e inocencia. El uno sentadito mordisqueando un pequeño león hecho de trapos, mirando a todos a su alrededor como si los analizara detenidamente con sus oscuros ojos y siempre pendiente de su acompañante: el castañito que dormía haciendo muecas con su labio superior.

 

 

—Sólo míralo —susurraba Skull que se asomaba parcialmente por la parte posterior de la cuna para observar al par de bebés que les daban la espalda

—¿Qué quieres que vea? —murmuraba un encapuchado a su lado quien intentaba que esa posición en cuclillas fuera más cómoda, algo que le fue imposible.

—Viper, mira a Reborn… parece un vigilante —el de cabellera lila reía bajito

—Es un niño, no hace nada de eso, Skull —suspiró antes de levantarse pese a las protestas de su acompañante para que se escondiera—. Es sólo un niño tonto

—Shh, nos descubrirá y no será bonito —murmuraba Skull intentando que Viper se agachara, pero fue tarde

—Que sólo es un… —y se calló. ¿Cómo no hacerlo si un juguete baboseado te daba en plena nariz?

—No, no —murmuraba el infante que había lanzado el juguete y se acercaba a la esquina donde vio al intruso—. No toque

—Mocoso —masculló Viper antes de lanzar el objeto lejos y con su manga limpiarse el rastro de saliva de la nariz y parte de la mejilla—. ¿Cómo te atreves? —gruñó por lo bajo y frunció su ceño

—Oye… te lo… advertí —Skull reía en el piso, rodando un poco y sosteniéndose el estómago. No podía detener sus carcajadas—. Cuando Reborn está junto a Tsuna… no deja que alguien extraño se acerque —limpiaba las lágrimas de sus ojos

—Pero soy una de tus hadas guardianes, mocoso —criticaba Viper, mas, se ganó el ceño fruncido del pequeño patilludo

—No toque. No, no —seguía exigiendo el pequeño

—Pediré una fuerte suma de oro para cederte una virtud, niño

—Oye, oye —Skull se levantó y agarró a Viper para alejarlo de la cuna—. Mejor vamos por un poco de vino, seguro eso te anima

—Cambiemos, Skull. Yo quiero al castaño, parece que dará menos problemas que ese —apuntó a Reborn

—¿Qué? ¡No! —se quejó al instante— Tsunayoshi es mi protegido y no lo soltaré jamás. Es demasiado lindo como para dejarlo bajo tu cargo

—Vaya suerte la mía —murmuró con enfado

 

 

Tras ese pequeño incidente las cosas volvieron a su rol normal. El rey empezó a decir que todos pasaran al salón principal para presenciar la ceremonia, las hadas se posaron en dos filas, una a la izquierda y otra a la derecha de la cuna. Tres hadas para cada niño, quienes darían su virtud a su protegido.

Los reyes hicieron bromas en su pequeño discurso antes de la ceremonia, pidieron que todo el reino fuera fiel a los siguientes gobernantes, desearon paz y fortuna para los dos pueblos y prosperidad para las tierras. Una tonada sonó de fondo, una muy bajita parecida a un arrullo, se verificó que ambos príncipes estuvieran despiertos y se empezó con el acto oficial.

 

 

—A ti, príncipe Tsunayoshi —fue el hada más alborotada quien dio un paso al frente mientras se acomodaba un mechón violáceo y sonreía en amplitud mientras movía su mano derecha para hacer aparecer su fiel “varita”, que en realidad tenía la forma de una cadena que terminaba en un hermoso diamante. Nada ostentoso, dirían muchos—, te cedo el don de la paciencia... —agitó la cadena y del diamante brotaron lucecitas que se deslizaron hasta rodear la carita del castaño quien estiró sus manitas intentando tocarlas—. Con este prometido tuyo seguro que la necesitas —citó Skull causando algunas risitas ahogadas, aunque él estaba siendo sincero

—Me toca —antes de que le ganaran, cierto rubio se acercó a la cuna dorada mientras carraspeaba—. Bien… yo Colonello, te cedo a ti, Reborn— elevó su mano derecha y ante un chasquido apareció una pluma blanca—: fuerza —dijo con orgullo antes de agitar la pluma y causar que pequeñas luces viajaran hasta posarse en la cabeza del azabache

—¡Ese es mi hijo! —añadió Alonzo al escuchar la virtud de su heredero y aplaudió sonoramente

—¡Serás fuerte, kora! —secundó el rubio elevando sus brazos antes de recibir un golpe en la cabeza para que se callara. Olvidó que Lal no tenía paciencia con sus excesivas muestras de emoción

—Creo que sigo yo —sonrió Fon al ver como el hada de cabello azul pateaba al rubio para que volviera a su lugar—. Tsunayoshi-kun —llamó al pequeño quien mostró una leve sonrisa donde sus encías destacaban—, yo tengo algo especial para ti —unió sus dedos y de estos brotó un capullo de color rojizo que, mientras descendía hacia el bebito, se iba abriendo—. Te cedo coraje —sonrió antes de que el capullo se deshiciera en varios pétalos que desaparecieron al tocar las mejillas del castaño

—Viper, te toca —murmuró Luce pues Fon ya se retiraba y el hada encapuchada ni se movía

—Ugh —Viper hizo una mueca girándose para mirar al rey, pero antes de que dijera algo fue empujada amablemente por Luce—. Sólo por esta vez —murmuró sin ganas antes de hacer aparecer en su mano una varita de madera brillante. A pesar de su mal humor era el más parecido a un hada normal—. Yo te cedo riqueza —dijo antes de agitar la varita sobre el niño que lo miraba con una leve mueca de molestia— y espero que la repartas conmigo cuando lo necesite —le advirtió— y no es broma

—No, no, no —esa negativa por parte del niño hizo a muchos reír y a Viper bufar insatisfecho, pero claro, sólo era un niño cuyas palabras más usadas eran esas: “no, no, no”

—Creo que voy yo —suspiró el hada de cabellos azulados cuyo mayor distintivo era una marca en forma de llamas en su mejilla derecha. Lal agitó sus manos y un báculo apareció—. Bien. Sin prisas, pero no soy tan ceremoniosa. Mi don para ti pequeño renacuajo es…

 

 

Pero el rechinar de una puerta apagó la dicha y de paso las antorchas que adornaban la estancia. La brisa helada de la noche recién llegada hizo temblar a todos, la oscuridad entonces alertó a guerreros y casi de inmediato varios soldados se pusieron a la defensiva, otros más encendían rápidamente otras antorchas para iluminar la estancia. Un bostezo resonó ante el desconcierto de todos, los pasos algo cansinos del intruso, una mano que se levantaba en saludo y una barba sin hacer desde hace casi dos semanas que era rascada sin apuro. Era él

 

 

—Verde —fue la palabra que Fon soltó—, ¿qué haces aquí?

—Vengarme supongo, aunque puede ser que también haya llegado por la comida —respondió sin ganas antes de ponerse en medio del salón

—¿Vengarte? —la extrañeza de Fon fue ignorada porque el apuro de los defensores era más vistoso

—Espera, espera —el recién llegado vio que los guardias se disponían a atacarlo y elevó sus manos en defensa—. Era broma —intentó sonreír y acomodar sus lentes, pero es sólo pareció alterar a todos

—Quedaste vetado de estos reinos después del desastre en las minas que invadiste para obtener los materiales de tu ultima poción —añadió Alonzo que tomara el rol de líder en el frente de defensa—. Te exijo que te vayas

—Si me prestaran un poquito de atención, les explicaré —acomodó sus cabellos verdosos y suspiró—. Yo…

—Mi amigo tiene razón —Iemitsu salió al frente mientras Stella y Nana se dirigían a la cuna para ver si sus niños estaban bien—. Así que te pido que te vayas

—Lo único que quiero es… — suspiró porque ya se esperaba eso. Dos guardias lo atacaron y él tuvo que defenderse

 

 

Verde esquivó el ataque de los guerreros con maestría mientras dirigía sus pasos hacia cierto punto en el castillo, pero cuando un hacha se dirigió a su cabeza tuvo que usar su magia. Tan solo un chasquido de dedos fue suficiente como para que una explosión apartara a todos de su alrededor y él usara su mano para despejar el leve humo a su alrededor. De nuevo pidió un poco de silencio para explicar la razón de su llegada, pero le fue negado cuando dos guardias más se le abalanzaron. Ya harto, elevó sus manos y fabricó una bruma verdosa que invadió el lugar y desesperó a los invitados quienes se alejaban con prisa.

Nadie vio nada en un momento ya que la bruma espesa se los dificultaba, pero después de poco observaron a aquella hada extraña a sólo dos metros de las cunas. Fue entonces el tiempo de defender con todo lo que tenían, el justo instante en que la magia debía ser usada para cuidar lo que ellos protegían con fervor desde hace generaciones.

Dos hadas se lanzaron a por ello, Lal y Colonello coordinados como si lo hubiesen practicado con anterioridad atacaron con un par de hechizos y Verde se defendió con uno de su autoría. Un rayo azul, uno celeste y uno verde chocaron entre sí para iluminar el techo del castillo.

Bruma, polvo, algunos tosían, los herederos lloraban debido al susto que se llevaron por el ruido. Las reinas usaron algunas telas como abanicos para despejar la bruma a su alrededor.

 

 

—¡Que me dejen explicarme! —Verde enfureció y levantó su voz con potencia

—Nada de explicación. Te has atrevido a usar magia dentro de mi castillo —Iemitsu bramó acercándose al hada de cabellos verdosos con intención de golpearlo

—Espera, es mío —exigió Alonzo

—Gracias por servirme de distracción —fue entonces que esa voz resonó como un eco tétrico que paralizó a ambos reyes que querían atacar a Verde

—¡Eso es lo que quería decirles! ¡Con un demonio! —el hada corrió cuanto pudo hasta la cuna, pero antes de llegar, ésta se deslizó en el aire y una bruma oscura la rodeó

—Bermuda —Viper apretó los labios al reconocer el caos y el aura negra que los invadió— y no debe estar solo.

—¡Espera! No hagas nada, yo sé cómo contrarrestarlo —exigió Verde corriendo a uno de los extremos y preparando sus manos para atacar

—¡Es tu culpa por no decir eso desde el inicio! —sus ojos buscaban algo desconocido mientras las otras hadas se disponían a ayudar

—Estaba vetado —dijo enfadado mientras su mano derecha impedía que sus anteojos se cayeran—. Nunca me hubiesen atendido si no me colaba a la fiesta y…

—¡Callados! —de la negra bruma apareció una figura masculina cubierta de vendajes que usaba un sombrero de copa característico—. Dejadme hacer mi magia

—No dañes a mi hijo, por favor —suplicó Stella quien estaba levantándose del suelo junto con Nana pues fueron arrojadas lejos de sus hijos antes de que siquiera pudieran reaccionar

—Son los herederos del reino que tú deberías proteger —sollozó Nana cuyo corazón se comprimía en dolor por escuchar el llanto de su primogénito

—Son sólo generadores de disputas y caos —Bermuda elevó su mano y una honda de aire mandó a volar a más de medio salón de personas hacia una pared, fue entonces que liberó la cuna y la dejó caer con brusquedad a mitad de la estancia—. y por eso deben desaparecer

—¡Deténganlo! ¡Hagan algo! —exigía Alonzo quien se levantaba con dificultad tras su caída

—¡Bermuda! Si te atreves a tocar a mi hijo… —Iemitsu también intentaba acercarse

—Este reino debe ser gobernado por alguien neutral como yo, que no otorga beneficios —levitaba hasta acercarse a la cuna— que ceda justicia equitativa y castigue sin remordimientos. Que se guie por la razón y no por emociones sin valor

 

 

Entre todo ese caos y la pequeña afrenta de los reyes ante el usuario de magia oscura, Verde se había escabullido hasta un lateral en conjunto con un viejo aliado suyo: Fon. Ambos armaron una emboscada improvisada, con sus manos y la magia a flote, listos. Mas, no podía ser así de fácil.

Cuando ambas hadas atacaron a Bermuda, éste reaccionó de inmediato.

Poderes mágicos chocaron causando más ruido, alboroto, llantos y confusión. Lo peor de todo era que la cuna seguía estando a la mitad del salón y los dos herederos a más de asustados parecían golpeados por la brusquedad al tratarlos, sus lagrimitas eran la cereza del pastel para el enemigo.

 

 

—¡Suficiente! —fue la orden de Bermuda que con una muestra más de su poder apartó a todos del salón y los mandó a volar hasta chocar contra las paredes. Sólo un par de hadas quedaron de pie y las demás lucharon por reponerse, pero les fue imposible

—¡No los tocarás! —bramó Alonzo

—¡Ellos morirán!

—¡NO! —gritó Iemitsu

—Aquí está mi virtud para los herederos —Bermuda elevó sus manos y de estas dos largas vendas aparecieron, las cuales se arremolinaron para formar dos serpientes que siseaban en amenaza

—¡Verde! —pidió Fon

—Sí, sí —se preparó, sólo tenía una oportunidad

—Cuando los herederos cumplan dieciséis años, se picarán el dedo con el huso de una rueca —las serpientes se separaron de sus manos y formando dos esferas de luz negra se arrojaron contra la cuna— ¡Y MORIRÁN! —sonrió satisfecho. Nada mejor que alargar la agonía de sus enemigos

—¡No morirán! —Fon saltó directamente hacia una de las esferas oscuras y, con el capullo formado en sus palmas, detuvo el hechizo, mas, sólo podía con uno. Luchó por desviarlo y logró hacerlo saltar hacia el techo del castillo que se trizó y empezó a desmoronarse

—¡Sólo dormirá! —fue el grito consecutivo al de Fon. Verde saltó hacia la otra esfera de energía maligna, pero bien sabía que en su estado actual no podría hacer algo más que eso— Dormirá —repitió en un susurró antes de salir disparado por la fuerza que no logró ser contrarrestada del hechizo de Bermuda, pero el resto sí logró su objetivo

 

 

Gritos, desesperación, rabia.

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Krat cree que Disney necesita más escenas de acción.

Espero haberlos emocionado, aunque sea un poquito~

Mucho amor, besos y abrazos~

Nos veremos. 


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