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Desconcierto. por Nakisa

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Había sido llamado monstruo por tantas personas que ya perdió la cuenta, no le importaba en realidad, pero ese era justo el motivo por el cual era despreciado. 

Sólo bastaba con mirar a su alrededor para darse cuenta: era diferente al resto de personas. Pero... ¿Qué podrían esperar de él?. Si al final del día no era ni remotamente parecido a su primo Duddley ya era algo por lo que podría alegrarse, claro... si pudiera hacerlo.

Harry nunca había llegado a sentir la necesidad de sonreír, llorar o gritar por algo. ¿De que servía hacerlo? El resto de niños que se llenaban de mocos y hacían horribles expresiones en su rostro cuando tenían emociones, eran sucios. Más que una forma de expresión, las emociones le parecía a él una pérdida de tiempo.

Tampoco es que las comprendiera del todo ¡Pero eso no tenía nada que ver!. Podía decir que alguien feliz sonríe, alguien triste llora y las personas enojadas gritan. Le bastaba con saber eso, que las emociones son inútiles y no tenía porque usarlas.

Aunque bueno, cuando las personas te gritan que eres un monstruo por carecer de emociones es fácil suponer que algo estas haciendo mal. Y si además eso conllevó a ser encerrado por tus tíos en una alacena para que deje de portarse como un monstruo, bueno, tal vez necesitaba arreglar eso.

Era posible que no tuviera alguna emoción y por eso carecía del poder de expresarlas... Es una opción pero no le pregunten, sólo tiene 8 años.

Si quería ser alguien normal -o al menos no ser llamado: extraño, raro, fenómeno o monstruo- debía aprender a comportarse como alguien normal. ¿Pero qué diferencias había entre Harry y lo que llamaban normal? Tendría que descubrirlo para empezar a actuar como todos.

Haría una de las mejores cosas que sabe hacer: Observar. Siempre le ha sido fácil quedarse un tiempo quieto observando a las personas y aprender de ellos. Primero Harry pensó en vigilar únicamente a los niños, pero -ya fuera de forma inconsciente o no- ellos siempre terminaban imitando las costumbres de los adultos.

Así que decidió observar tanto a niños como adultos para encontrar lo que esta mal con él. Pero con todas sus observaciones entre él y el resto, sólo llegó a la misma conclusión: La única diferencia que tenía con los demás es su carencia de emociones.

Tanto niños como adultos usan las emociones para interactuar. Aunque los adultos ocultaban más sus emociones en comparación a un niño aún estaban allí, y también pudo observar algunas expresiones raras en ellos. A veces mezclaban sus emociones con otras: alegría y tristeza, enojo y alegría, alegría y algo más que no supo distinguir.

Parecía que los adultos tienen más emociones que los niños.

Pero en cuanto a su problema, si su carencia de expresiones era lo único que lo hacían resaltar, entonces era de lo que se tenía que encargar de arreglar. ¿Pero cómo tener expresiones normales? Trató forzarse a sentirlas, pero al parecer las emociones no eran algo que simplemente se pudieran forzar y todos sus intentos para tener emociones no sirvieron de nada.

Pensó que simplemente fingiéndolas se las arreglaría para dejar de sobresalir, pero fue un desastre porque no eran nada similares a las autenticas y casi todos los demás fácilmente se daban cuenta de que fingía.

Pero hubo algunos niños más jóvenes que creyeron en sus expresiones, y si pudo fingir sus emociones un poco ¿Tal vez podía perfeccionarlas? Pero... ¿Cómo son las expresiones correctas?.

Encontrar una forma de averiguarlo no fue tan difícil cuando se puso a repasar su investigación: ¡Los niños imitan a los adultos!.

Él podía empezar a imitar a las personas en su entorno al mismo tiempo que investiga la forma en que naturalmente se dan las emociones. Sí, eso seguro le ayudaría.
Pero ¿Cómo empezar?

Sí debía imitar a alguien, que tal resultaría el imitar a una sola persona, pero, ¿Qué tan óptimo sería eso? Tendría que estar al pendiente de esa persona por completo y seguramente tardaría años en aprender a usar las emociones de forma correcta.
No, Harry no quería que su investigación durará tanto, entre más pronto terminará con su investigación mejor. Si tenía que estar al pendiente de todo su entorno para lograrlo ¡Que así sea! Pero... ¿Por quien empezar?.

Después de meditarlo decidió empezar desde casa. Su tía Petunia fue su primera imitación, y al mismo tiempo que la imitaba empezó a observar sus costumbres.

Su emoción base era la alegría. Siempre tenia una sonrisa para el resto de personas, y casi nunca contestaba a secas o gritaba. Era raro, pudo ver que esto casi solo ocurría cuando Harry estaba cerca de ella. Generalmente estas eran muestras de enojo, seguro que no le caía bien él.

Si hablaba de su tío Vernon era otro enigma, se comportaba respetuoso con sus jefes y las personas adultas, le gustaba obedecer toda orden que le daba su hijo, exceptuando alguna que otra que al parecer no podían permitirse; como tener un caballo por ejemplo. Cuando se trataba Dudley ni él ni Petunia les gustaba poner un alto, y siempre lo hacían el menor hacía un berrinche.

Observando a su tío Vernon, se dio cuenta que él también tenía su propia forma de comportarse al estar cerca de Harry. Especialmente porque se veía enojado todo el tiempo.

Entonces fue cuando se dio cuenta que sus tíos no hacían un buen trabajo como cuidadores, con eso del escaso alimento que le proporcionaban y su tan obvio desprecio hacia Harry. Considerando lo poco favorable que era pensó en fugarse, pero no era más que un niño que asustaba a la gente. No tenía forma de vivir bien fuera de esa casa.

Pero dejando de lado su dichosa buena vida, Harry dedicándose a imitar, empezó a mejorar en su comprensión de las emociones. Tenía especial cuidado de no quedarse a solas con nadie, si hacia eso normalmente no sabía qué hacer. Cuando reía a coro y gritaba con los demás niños, era mucho más sencillo.

Pudo aprender la forma correcta de enojarse cuando alguien era grosero, y empezó a fingir que las cosas que le gustaban y disgustaban, claro que eran usualmente las mismas que a la mayoría.

Pronto no era más que una máquina de imitar que nunca sentía ninguna verdadera emoción, era lo de menos. Si la gente a su alrededor por fin dejaban de verlo como un fenómeno y empezaban a tratarlo como un humano más, era suficiente.

Al ser aceptado en los grupos escolares pudo notar como sus compañeros aún se alejaban de él, aunque el motivo ya no era el mismo. Uno de sus compañeros le explicó que Dudley y sus amigos siempre se encontraban siguiéndolo de cerca. Harry entonces aprendió a leer a su primo y su grupo de amigos tanto como le fuera posible.

Su investigación no fallaría solo porque a su estúpido primo se le ocurrió imitar el comportamiento de sus padres.

Si siempre estaban cerca de Harry era como una extraña marca, parecia querer que todos alrededor suyo lo calificarán de diferente. Imposible, a su primo nunca se le ocurriría eso; seguro que pensaba que estaba asustando a Harry, o que podía asustar a más personas si se quedaba cerca de Harry, después de todo Harry trataba de estar siempre en un grupo grande. Pero tal vez no era algo malo que estuviera su primo, podría aprender al observar a su primo y aprender a ser un abusón... o a defenderse de uno, cualquiera de estas opciones le servirían.

Rechazo, rechazo, rechazo, rechazo...

Todos sus intentos de unirse a su grupo como un igual terminaron en fracaso. Pero al menos era entretenido el comprender a los chicos y sus formas de ser amenazantes, aunque dejo la práctica de esto para cuando no le importara ser el malo del cuento.

Ahora necesitaba otra forma para tratar de acercarse a ese grupo. Creyó que sería una tarea fácil, pero su primo tenía plantada la idea de que Harry no era alguien con quien alguien debía socializar. Todo cambió después de que los chicos rompieron una ventana de la escuela, Harry se culpo de ello y recibió la reprimenda en su lugar.

Solo entonces empezaron a aceptar sus intentos de unirse a su grupo. Aunque en realidad no era uno más de ellos, ya era un gran avance que lo aceptaran con ellos, era algo así como el chico de los recados. Podía saber la diferencia entre un amigo normal y el recadero del grupo: Harry no era más que un bultito que hacía que el grupo se viera más grande. Estaba bien con eso, al menos, aún podía observar a sus compañeros desde lo lejos.

Se tuvo que esforzar para parecer alguien inofensivo ante los ojos de sus compañeros, pero lo suficiente amenazante ante los ojos de su primo.

Fue un par de años después cuando logro un estado casi perfecto en cuanto a equilibrio. Su emoción base era la alegría y siempre que estaba acompañado tenía una sonrisa en su rostro, eso no impidió que fingiera enojo y tristeza en un par de ocasiones.

Como era de esperarse muchos chicos de la escuela no se acercaban a él, pero esta vez era por estar siempre con el grupo de abusones. Parece que las personas olvidan rápido, ya que se llegaron a olvidar de sus sobrenombres despectivos de: monstruo.

Los únicos que no parecían convencidos con sus nuevas expresiones fueron su familia. Por alguna razón lo seguía mirando como a un monstruo o un fenómeno, como les gustaba llamarlo.

Dudley lo seguía diciendo también, pero sólo cuando estaba enfrente de sus padres. En algún momento había parado con sus constantes maltratos ha Harry.

Pero no podía quejase con el resultado de su investigación hasta ahora, sus tíos no lo habían vuelto a encerrar en la alacena, aún vivía allí pero era más como su pequeño cuarto que una jaula de castigo.

Y el lugar era optimo, ya que constantemente le pedían que ayudara con los deberes de la casa. No le molestaba tanto, sólo que muchas veces escuchaba el ruido de las pisadas cuando subían o bajaban las escaleras. Incluso aprendió a identificarlas por el oído.

Pero sus máscaras no eran perfectas en absoluto. Aprendió hace un tiempo que él tiene emociones, pero al parecer permanecen dormidas casi todo el tiempo. Llegó a sentirse enojado, incomodo y triste. O al menos eso cree que sintió, no estaba seguro de poder identificarlo por sentimiento, fueron sus acciones por lo que lo calificaba.

¡Había llorado después de recibir un golpe! Se sintió enojado porque quería gritar, triste por llorar e incomodo por la situación. Fue toda una nueva experiencia. Y si las emociones se sentían así, prefería no tenerlas.

Pero dejando de lado la traumática experiencia, eso le dejo una duda. ¿Podía llegar a sentir? Tal vez sus emociones solo estaban dormidas y al empezar a convertirse en un adulto con todas esas hormonas recorriendo su cuerpo despertarían. ¿Podría ser? No lo sabría hasta volver a sentir una emoción.

 


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