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Conquistando al chico perro (KibaNaru) por Kiba Monster

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— ¿Hinata?


— ¿Kiba?


La chica no entendía que hacía el castaño en la recámara del apartamento de su novio. Hinata miró extrañada al rubio quien tragó grueso. Era mucha casualidad y misterio que ambos faltaran a clases y estuviesen juntos.


— ¿Qué hace Kiba aquí?


— Este... él...


Naruto solo buscaba qué decirle a Hinata. No le parecía conveniente decirle lo ocurrido porque podría correr la voz.


— Verás, Kiba...


— Vine a estudiar con Naruto y a quedarme a dormir. — Contestó con seguridad fingiendo que nada le dolía.


— ¿A estudiar? — No muy convencida. —¡Pero si tú tampoco fuiste hoy a clases!


— Lo sé, pero con mi buen amigo Naruto que es un as en la matemáticas sabía que me podría explicar. — Mientras se acercó al rubio y pasó su brazo alrededor del cuello del menor, provocándole un sonrojo que la chica no notó.


"Amigo..." esa palabra le molestaba un poco al Uzumaki.


— Mmm, ¿y desde cuándo son ustedes amigos? — Con un tono ya un poco más amigable.


— Un día cuando me cansé de ligarme a las chicas me di cuenta del buen tipo que es Naruto.


— Gr-Gracias Kiba... — Avergonzado. — Y yo un día cuando noté que Kiba no era tan arrogante y superficial como siempre aparenta.


El castaño rió mientras no deshacía el agarre.


— Ya veo... me alegro que se lleven bien. Aquí te dejo mis cosas Naru. — Colocándolas sobre la mesa.


Seguidamente, la ojiperla se acercó al rubio y lo abrazó y besó apasionadamente a lo que Kiba deshizo su agarre por la invasión de la chica. Por algún motivo extraño la Hyuga quiso demostrar que ese rubio le pertenecía.


Kiba presenció ese beso; una chica enamorada y un chico que la besaba pero sin sonrojo. El Inuzuka comprobó ahí mismo que no sentía nada por ella.


— Nos vemos Naru, ¡cuídate!


— Adiós y... ¡gracias!


— De nada. — Sonriente. — Adiós Kiba.


— Adiós. — No muy feliz.


Hinata salió del apartamento y se fue en el lujoso carro negro en el cual llegó. Naruto seguía mirando el azulejo opaco del piso mientras se sentía molesto consigo mismo.


— ¿Y bien? ¿Qué piensas hacer? — Cruzado de brazos.


— ¿De qué? — Confundido a esa repentina pregunta.


— En esa visita de Hinata lo vi todo. Hinata está perdidamente loca por ti y tú no sientes absolutamente nada. ¿Hasta cuándo le mantendrás esta mentira?


— Sé que esto está mal... lo sé...


— ¡Debes terminarla Naruto! ¡Lo antes posible!


— No es fácil... desilusionarla...


— ¿Te parece justo que ella siga ilusionándose contigo cuando no sientes nada?


— Pues, yo he estado ya en los zapatos de ella...


Kiba guardó silencio. Era lo suficientemente listo para entender a lo que se refería.


— El pasado se deja atrás, no conviertas el presente en una mentira.


— De acuerdo... la terminaré la próxima vez que la vea.


— Me alegra oír eso. — Sonriendo mostrando sus colmillos. — Un hombre de verdad no debe hacer sufrir a las mujeres. Solo intenta ser delicado para no herirla mucho pues es muy emocional, y evita decirle que... ya sabes, que te gusto. — Mirando para otro lado con algo de pena.


— No te preocupes, no diré eso. Solo terminaré esto de una vez por todas.


Estaba decidido, al fin terminaría con esa farsa que nunca debió comenzar la próxima vez que la viera.


Luego de acabar esa discusión, Naruto invitó a Kiba a sentarse cuidadosamente a la mesa y comer los dango que Hinata con mucho cariño le había traído.


— ¡Estos dangos están muy buenos! Son mejores que los del puesto de la esquina. — Comentaba el rubio mientras tenía la boca llena.


— Sí. Seguramente son caseros.


Ambos chicos se comieron todo lo que venía en esa bolsa de cartón. Luego de eso, se pusieron al día con los útiles de Hinata y después el rubio se dispuso a encender el pequeño televisor de la sala. Invitó al castaño a sentarse en un sofá verde mientras él se sentó tímidamente en otro. Estar en contacto lo ponía nervioso.


— ¿Qué te gusta ver? — Preguntó el menor con el control remoto en su mano.


— De todo.


— ¿Algún género de películas en particular?


— Bueno, si me pones a escoger, me encantan las películas de terror.


— ¿Te-Terror? ¿No te gusta más la comedia... o el romance?


— También me gustan pero prefiero lo que me ponga los pelos de punta. Pon algo de terror.


— Bueno... si es lo que tú quieres...


Naruto pasó los canales con la fe de que no estuviesen dando ninguna película de miedo que perturbara su sueño en la noche, pero la suerte no estuvo de su lado.


— ¡DEJA ESA! — Vociferó Kiba emocionado, tanto que Naruto dejó caer el control del susto. — ¡Esa es muy buena!


— ¿Cuál es?


— El ninja diabólico. Hace poco salió.


— No la he visto...


— Pues estás de suerte, viene empezando.


— Qué afortunado soy...


Los dos chicos se pusieron cómodos en su respectivo sofá mientras la película comenzaba. El castaño se levantó y apagó la luz para poner más emoción. Inició con una introducción de unos amigos visitando un museo de arte ninja de Konoha en la cual un kunai de ellos había sido usado por el más temible ninja de hacía mil años. Este ninja era conocido por poseer una fuerza descomunal lo cual se pensaba que surgían de magia negra y fuerzas malignas. Aunque en el museo no se permitía tocar absolutamente nada de lo que se exhibía, los jóvenes amigos tomaron el kunai y comenzaron a jugar con él, sin saber que el kunai guardaba un oscuro secreto...


— Esos chicos son muy imprudentes... — Comentó el rubio sabiendo que iba por mal camino.


— Son solo un par de valientes rubio. ¡Yo me animaría!


La película siguió... y el aire se comenzaba a tornar tenso y frío para Naruto. Cuando una música escalofriante aparecía solo sentía que por la ventana aparecería algo.


— ... La mejor parte es cuando el ninja diabólico aparece en el baño y explota los ojos del chico pelinaranja con su kunai.


— Me imagino...


A Naruto le estaba asustando un poco ese lado sádico de Kiba.


— ¡Hey! ¡Naruto! ¡Deja de taparte los ojos y mira la película!


— ¡Eso estoy haciendo! — Fingiendo ver la película de nuevo aunque solo veía los bordes del televisor.


La película seguía y el clímax estaba llegando. Todos estaban huyendo de esa casa a las 3:33am donde el ninja diabólico los perseguía escondido entre las sombras. Los adolescentes sobrevivientes corrían de habitación e habitación para intentar salir pero los pasillos estaban como en bucle: entraban y volvían a entrar a los mismos lugares una y otra vez con la inminente amenaza con sed de sangre, cuando de repente el monstruo se comienza a acercar a la chica con su kunai y ojos demoniacos y entonces...


— ¡BUUUU!


— ¡AHHHH!


Naruto se cayó del sofá del susto que le había dado Kiba por detrás.


— ¡Vaya que estabas asustado rubio! — Muerto de la risa agarrándose el abdomen.


— ¡Kiba! ¡Casi me matas de un susto!


— Miedosito jeje.


— Siento que el ninja puede salirme por detrás en cualquier momento...


— ¿Tan nervioso te ponen estas películas?


— Sí. Oye Kiba, ¿te molestaría si... este... me siento al lado de ti?


— ¿Eh? Pues si tienes tanto miedo ven entonces, no muerdo. — Haciendo espacio en el sofá. Naruto no lo pensó dos veces y se sentó junto al castaño. ¡Ahora sí que se sentía más seguro!


El filme estaba en la mejor parte cuando el ninja diabólico se manifestaba en su monstruosa forma verdadera. Naruto estaba tan asustado que sin percatarse se comenzó a acercar a Kiba a tal punto que su cabeza yacía recostada en el fuerte pecho del Inuzuka. Kiba sentía la cabeza del asustado Naruto sobre él y sentía una sensación extraña en su estómago, una que no era la de la herida. Su corazón estaba latiendo más acelerado mientras contemplaba lo tierno que se veía Naruto. Al parecer Kiba al fin se comenzaba a dar cuenta de que veía al rubio como a alguien más que un simple amigo. Observaba la curita del cuello del menor y ya no se sentía tan mal de haberlo hecho.


Cuando la película terminó y la parte final del exorcismo y la purificación de los tres jóvenes sobrevivientes concluyó, el menor dejó salir un suspiro de alivio de que al fin acabó ese martirio. En ese preciso instante Naruto se dio cuenta de que había estado recostado en el pecho de Kiba y acurrucado a él como un gato.


— ¡Ay Kiba! Perdona... yo...


— No digas nada. La pasé bien sintiéndote temblar.


— Yo no temblaba...


— ¿Ah no? Por un momento pensé que tiritabas de frío.


— Sí, era eso, el frío nada más...


Ya eran las 11:30pm y era hora de dormir. Ambos chicos se cepillaron sus dientes regalándole a Kiba un cepillo extra que tenía guardado.


Ya el castaño había mejorado mucho así que debían ir a la escuela al día siguiente. Naruto quitó el edredón de su cama y se puso a pensar en que Kiba necesitaría una cobija por el frío que hacía en la madrugada. Buscó en su closet y encontró una delgada cobija celeste recién lavada. El menor se dirigió a la habitación en donde estaba el castaño y tocó la puerta.


El Inuzuka abrió y Naruto notó que el chico estaba sin camisa y solo con unos ajustados bóxers rojos puestos que mostraban mucho, ¡vaya que era tentador!


— A-Aquí tienes una cobija por si te da frío.


— Gracias rubio, eres muy amable.


— De nada Kiba, buenas noches. 


Sin embargo, el mayor notaba algo extraño en el rostro del menor. Algo así como... ¿preocupación?


— Oye Naruto, ¿te encuentras bien?


— ¿Yo? ¿Por qué lo dices?


— Por tu cara. ¿Acaso tienes miedo? — Con una sonrisa pícara.


— ¡No! ¡Para nada!


— ¡Qué bueno! Porque si era así me iba a ofrecer a dormir contigo.


Los ojos del rubio se iluminaron al instante. El castaño estaba a punto de cerrar la puerta aunque quería ver qué reacción tendría. Naruto sabía que no dormiría nada solo.


— Bueno... si te soy honesto sí estoy algo asustado... — Mirando hacia un lado y con sus manos juntas. Kiba rió, el rubio era muy listo.


— Bueno, entonces podríamos dormir en la misma habitación. Tú mandas.


En la cara de Naruto de dibujó una sonrisa.


— Si quieres ven a la mía que es un poco más amplia.


Kiba se trasladó a la habitación del rubio mientras el menor sacaba el colchón del cuarto de huéspedes para ponerlo a la par de su cama. El castaño supuso que el colchón que traía Naruto para dormir en el suelo era para él, así que se empezó a acomodar en él y extender la cobija.


— ¿Qué haces Kiba?


— Pues, me preparo para dormir.


— ¿Acaso crees que dormirás en el suelo? ¡No! ¡Tú duermes en mi cama y yo en el colchón!


— ¿Pero qué dices rubio? ¿Cómo vas a dormir en el suelo en tu propia casa?


— No me importa, tú necesitas dormir cómodo.


Y los dos chicos comenzaron a discutir para ver quién dormía arriba y quien abajo. Ninguno lograba un acuerdo.


— Vaya que eres testarudo rubio... — Sentándose ambos en la cama.


— Tú lo eres más Kiba.


— No cederás, ¿verdad?


— No, y tú tampoco supongo.


— No. Entonces creo que la única opción será que durmamos juntos... — Propuso sin más opción.


— B-Bueno... me parece lo mejor.


Naruto con una gran timidez se comenzó a desvestir hasta quedar también en unos bóxers grises. Kiba contemplaba esa escena y ese jugoso trasero a plena vista. El rubio estaba muy rojo y el castaño no pudo evitar morderse el labio inferior.


Posteriormente, Naruto sanó por última vez la herida de Kiba que estaba mucho mejor mientras contemplaba nuevamente ese perfecto abdomen y se acostaron en la cama. Naruto se acostó del lado de adentro pues sabía que a veces se caía de la cama y no quería hacerlo ridículo. El mayor apagó la luz y se acostó también, manteniendo un espacio prudente entre ambos.


— Buenas noches rubio.


— Buenas noches Kiba.


Algunos minutos pasaron y ninguno de los dos chicos se dormían. Ambos sabían que el otro seguía despierto porque a veces se movía y no comenzaba a roncar.


— Naruto.


— ¿Si Kiba?


— ¿En qué estás pensando?


— Pensaba en que es la primera vez en muchos años que no duermo solo en mi apartamento...


— ¿De verdad?


— Si. Mis padres murieron en un accidente de tránsito cuando tenía un año y desde entonces mi abuela adoptiva Tsunade me alquila este apartamento. A los 5 años dejó de dormir aquí conmigo y el viejo Jiraiya que es como un abuelo para mí casi nunca está en la aldea.


— No sabía eso rubio... lo lamento mucho. No debí preguntar. — Sintiéndose entrometido.


— No, está bien. He aprendido a vivir con la soledad. — Riendo un poco al decir esto último.


— Naruto...


— Mmm, ¿si?


— ¿Puedo abrazarte? — Algo sonrojado al preguntar eso pero por la oscuridad no se notaba.


— C-claro... ¡me encantaría!


Naruto se acercó un poquito hacía Kiba y el mayor pasó su brazo alrededor del cuerpo del rubio. No creía lo que estaba sucediendo, parecía un sueño. 


— Sabes que cuentas con mi compañía Naruto.


— Gracias Kiba... contigo a mi lado no hay forma de que me sienta solo de nuevo. — Soltando una pequeña lágrima de felicidad. Esa sería la noche más cálida que habría tenido en su vida.


— Y gracias a ti por cuidarme rubio.


— Y tú por salvarme Kiba. Nunca lo olvidaré.


Naruto se sentía muy protegido rodeado por esos fuertes brazos y con ese fuerte torso detrás, así que logró relajarse y disfrutar de la compañía del chico. El castaño se sentía también feliz de estar acompañado. Quizás Akamaru tenía razón, solo necesitaba tiempo con él para descubrir que se había convertido en alguien importante en su vida. El mayor sonrió al oír al rubio dormir y roncar plácidamente en sus brazos. Ninguno de los dos ocuparía la cobija esa noche pues con el calor del otro bastaba.


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