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Conquistando al chico perro (KibaNaru) por Kiba Monster

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Las últimas lecciones daban paso a un aburrimiento colectivo y repetidas mirada al reloj de pared del salón con las ansias de salir. El segundero caminaba tan lento que hasta parecía que el tiempo se detenía. Alguien en particular estaba algo molesto y desesperado por salir: Kiba Inuzuka. El rubio y el pelirrojo luego del recreo del almuerzo de sentaron juntos y comenzaron a hablar al poco tiempo como si llevaran años de conocerse, hasta bromeaban entre sí. El castaño simplemente no podía explicarse porque sentía tanta rabia...

Kiba estaba sentado dos asientos atrás del menor y en diagonal a la mesa de Gaara. Podía presenciar la buena química que se había formado entre los dos chicos. Shikamaru no pasaba por alto el gesto facial de desaprobación que mantenía su amigo.

La campana final sonó por fin y todos salieron como ganado. Aunque Kiba solo solía despedirse de Naruto cuando por casualidad se lo encontraba de salida, quiso buscarlo y despedirse de él. Al final de cuentas ya habían firmado un vínculo.

El chico de bigotes salió del salón acompañado de su nuevo amigo del desierto hablando sobre su experiencia del primer día de clases.

— Y bien Gaara, dime, ¿te gustó tu primer día aquí?

— Pensé que no me gustaría y que se me dificultaría adaptarme, pero honestamente sí, me gustó mucho.

— Me alegro oírlo amigo, y recuerda que cuando no sepas dónde queda algo me puedes decir a cómo te pasó en el recreo con los sanitarios.

— Sí, muchas gracias Naruto.

Los chicos llegaron al portón principal donde sus caminos se dividían: Naruto a su trabajo y Gaara a las residencias de estudiantes de intercambio.

— Naruto, lo que más me gustó hoy de esta escuela fue poder conocerte. — Tomando la mano del rubio como un simple apretón de compañeros salvo por el dedo pulgar que acariciaba la parte superior de su mano. El chico de dorada cabellera notó ese exceso de contacto y luego soltó el agarre sin borrar su simpática sonrisa.

— También me agradó conocerte. — Con un leve sonrojo.

El chico pelirrojo sonrió ampliamente y se marchó cada quien para su lado. Kiba seguía buscando al rubio hasta que lo logró observar desde el portón a lo lejos en la acera. El Inuzuka esquivó a las chicas que rogaban su atención y corrió hasta alcanzarlo.

— ¡Naruto!

— ¿Pasa algo Kiba?

— Pues...

"¡Vamos Kiba! Di algo coherente para no parecer un idiota..." se decía en sus adentros.

— ... Quería saber adónde vas tan de prisa.

— ¿Yo? A mi trabajo, eso ya los sabías Kiba. Todos saben que trabajo luego de clases.

— Oh, es cierto...

— Eres algo despistado, ¿sabías? — Sonriéndole al castaño. El mayor se calmó al ver esa dosis mágica de felicidad que le trasmitía esa cálida y linda sonrisa. Esa droga a la cual sin darse cuenta se estaba volviendo dependiente.

— Disculpa rubio, solo quería desearte una bonita tarde. — Dijo con pena y un pequeño sonrojo en las orejas.

— ¿De verdad Kiba? — Algo asombrado. — Pues muchas gracias, igual para ti.

Naruto estaba seguro de que algún mosco lo había picado.

— Y... oye rubio, ¿tienes algo que hacer en la noche?

— Pues... sí Kiba, quedé con Gaara en mi casa para jugar videojuegos.

El semblante de Kiba cambió de inmediato al enterarse de ese encuentro aunque intentó ser lo más disimulado posible.

— Mmm... ya, el chico nuevo. Veo que congenian muy bien... — Apretando sus dientes.

— ¿Por qué preguntabas Kiba?

— No, por nada. Era para que avanzáramos con el trabajo de historia.
— Improvisó muy bien.

— No te preocupes por eso, ya hablé con Tenten y ya tenemos las correcciones hechas. No hay prisa. — Levantando el pulgar.

— Me parece genial...

— Me gustaría que charláramos más pero me va a agarrar tarde. ¡Nos vemos mañana! — Retomando su camino y despidiéndose con la mano.

— Adiós rubio. — Todavía molesto.

"De todos los compañeros de generación y la escuela completa tuvo que quedar en reunirse hoy exactamente con el arenoso..."

El Inuzuka se devolvió al portón para ir con Shikamaru a un bar/restaurante que a ambos les gustaba ir. El día estaba algo nublado aunque no pareciese que fuera a llover. Kiba solo deseaba que algo de alcohol calmara sus agobios.

"La casa de la sannin" era el nombre del lugar por la frecuencia con que la Hokage ahogaba su estrés. Era un bar amplio, moderno, con música en vivo o karaoke la mayoría de veces y unas entradas exquisitas.

Los chicos se sentaron en una mesa para cuatro mientras escuchaba un agradable grupo en vivo cantando covers de canciones. Cuando el mesero los atendió Kiba pidió su trago de whisky mientras que el Nara se inició con uno de tequila. El castaño en realidad seguía siendo menor de edad pero con su apariencia tan madura y masculina lo hacía lucir como de 19. Las bebidas bien frías llegaron al momento.

— Muy bien Kiba, soy todo oídos.

— Eres un insistente viejo, ¿por dónde quieres que comience?

— Por el comienzo. He notado que has comenzado a hablar mucho con Naruto últimamente cuando casi nunca le hablaste desde el jardín de niños.

— Tú sabes que uno comienza a socializar con personas que quizás antes no tanto.

— Una vez recuerdo bien que me dijiste que era muy tímido para tu gusto y que no te caía bien pues podía afectar tu popularidad.

— Eso era antes... todos maduramos con el tiempo.

— Deja de evitar responderme viejo, si no no te pagaré ese delicioso y algo caro trago que te estás tomando.

— Eres un tonto... Bueno, Naruto y yo nos comenzamos a hablar por casualidad un día que nos encontramos en la calle. Era tan tímido que hasta mi mente había olvidado que era nuestro compañero. Después de eso, ese mismo día por cosas del destino nos tocó juntos en el trabajo de historia. Las veces que nos hemos reunido me ha permitido conocerlo mejor.

— ¿Qué más?

— Me di cuenta que era un buen chico pero nada del otro mundo, o eso pensé hasta qué pasó el imprevisto de la montaña.

— ¿Por qué estabas con él cuando pasó eso?

— Naruto ha comenzado a ejercitarse conmigo y ese día íbamos a correr a la montaña por la mañana, aunque me lanzaron el dichoso kunai.

— ¿El chico salió ileso?

— Sí, aunque el kunai iba dirigido al pecho de él. Eso me preocupó mucho.

— ¿En serio? Debe ser alguien que por algún motivo quiere deshacerse del rubio. ¿Sospechas de alguien?

— Pensaba que era Sasuke Uchiha.

— ¿Sasuke Uchiha? — Alarmado interiormente pero calmado por fuera al recordar lo de la fiesta de Tenten.

— Sí, pues ha estado acosando a Naruto desde hace algo de tiempo.

— Sasuke es raro, pero sería aún más raro que quisiera matar a la persona que le gusta.

Shikamaru desconfiaba de Sasuke a más no poder pero sabía que el azabache seguía siendo vigilado por las unidades ANBU así que eso no era posible.

— Por parte de él quizás todo puede pasar, aunque no puedo asegurar nada porque no logramos ver rastros de la persona.

— ¿Y no percibiste su olor?

— Olía mucho a perfume, no pude distinguir de quién era.

— Quien lo hizo fue muy listo, sin embargo, todavía no me queda algo claro: ¿por qué te clavaste tú el kunai?

— Sin pensarlo me abalancé a él y me lo clave a un costado del abdomen, ahí fue cuando él me llevó a su casa y él y la Hokage me cuidaron y curaron.

— Querías protegerlo... ya veo.

— Naruto en poco tiempo se ha convertido en alguien especial. — Tomando el vaso en sus manos. — Espero no haberme escuchado muy cursi...

— Lo hiciste viejo, pero creo que ya no necesito que me digas más.

— ¿Ah no? ¿Y qué vas a opinar?

— Sencillo, te gusta Naruto, y quizás mucho. Te preocupas por él y tú instinto lo quiere proteger.

— ¡¿De qué hablas?! — Cruzándose de brazos y protegiendo su ego. — Aunque... ¿eso crees de verdad? — Seriamente preguntó.

— Pareces una colegiala de primer año enamorada. Aunque no lo quieras admitir, se te notaba la cara de rabia al verlo hablando con el chico nuevo Gaara. Tú nunca has celado tanto a alguien que yo recuerde.

— No sé, simplemente me sentía molesto, además siempre hay que estar alerta con las intenciones de un desconocido.

— Hagamos una pausa viejo, se nos acerca Ino, qué fastidio...

— ¿Ino?

Kiba se volteó y se encontró con ese cuerpo esbelto y delgado de Ino Yamanaka, una de las rubias más candentes de la preparatoria con su look femenino y su hermosa y cuidada cabellera que alocaban a todos los hombres. Todos la solían comparar con las hermosas flores que vendía en la floristería de su familia. La chica de colocó al lado del par de amigos.

— Hola chicos, los he estado buscando y me imaginé que podrían estar aquí, par de viciosos.

— Nosotros no somos viciosos. — Alegó Kiba bebiendo un sorbo.

— Shikamaru... me preguntaba si podía hablar un momento contigo.

— Supongo que sí. ¿Es algo serio?

— Mmm, en realidad no pero será corto.

— De acuerdo.

— Ok, no hay problema, échenme. — Bromeó el castaño.

Cuando Kiba se levantó y se disponía a dejarlos solos a regañadientes, Ino le dijo que podía quedarse y escuchar mientras no divulgara lo que diría. Kiba se sentó nuevamente cual niño obediente aceptando la condición.

— ¿Por qué me buscabas exactamente a mí? — Preguntó con duda el Nara.

— Verás... necesito un consejo y me contaron por ahí que eres el mejor consejero.

— Vaya que en la calle hablan puros rumores... qué fastidio, pero te ayudaré en lo que pueda. ¿Cuál es tu problema?

— Gracias. Mi problema es que estoy enamorada de Sakura.

Los ojos de Kiba se abrieron un poco ante la sorpresa mientras Shikamaru no se inmutó en lo más mínimo. Al final de cuentas el Nara las había notado algo juntas las últimas semanas.

— ¿Y cuál es el problema? — Preguntó aunque suponía a donde se dirigía la conversación.

— Que no sé cómo llegar a tener algo con ella... Estoy segura que yo también le gusto pero apuesto que a ella le aterra un poco tener una relación conmigo, otra chica.

Shikamaru echó una mirada cómplice al castaño por ser la versión homóloga femenina del problema del Inuzuka. El de la coleta respiró profundo.

— ¿Te gusta mucho?

— ¡Me encanta! Es la chica más encantadora que he conocido en mi vida. Podría morir consumida en sus labios.

— ¿Se conocen bien?

— Diría que sí. Hemos salido varias veces y compatibilizamos bien.

— Y lo más importante: ¿te afecta que los demás te miren feo mientras tengas el amor de Sakura?

— No lo sé... será difícil al inicio.

— Mira Ino. — Bebiendo su tequila. — A los demás nunca les quedaremos bien. Siempre nos juzgarán, criticarán, envidiarán... ¿por qué no darles un motivo por una vez en la vida? La vida es muy corta para vivirla a rastras de la aceptación por encima de la felicidad personal. Además, serían el chisme del mes, ¡qué honor! y luego se les pasará.

— Tienes razón en eso... pero es difícil dar el primer paso especialmente cuando Sakura está temerosa de lo que podría pensar su familia.

— Tienes que decirle que debe arriesgarse por la felicidad de ambas. Es preferible la desaprobación temporal de la familia a la marginación personal eterna por no haber luchado por lo que pudieron ser.

La chica pareció analizar lo que el de la coleta le decía con tanta seriedad. Parecían palabras sabias. Kiba escuchaba atentamente esos consejos de su amigo como si estuviera envuelto en el enredo.

Finalmente Shikamaru convenció a la rubia de declarársele a la pelirrosa. La chica se despidió y se fue esperanzada de ser novia finamente de la chica que la volvía loca. El de la coleta fijó su mirada en el castaño.

— ¿Hace falta que te repita todo?

— No... Como siempre eres el idiota más inteligente de este mundo.

— ¡Hasta Ino es más valiente que tú!

El de la coleta se echó una risa burlona.

— ¡Cállate! — Hizo un puchero. Le enojaba quedar como un cobarde.

— Pon atención Kiba, Gaara te está ganando terreno. No permitas que eso suceda. — Sentenció con seriedad. En realidad no conocía las intenciones del pelirrojo pero debía motivar a su amigo.

El rostro de Kiba enfureció.

— ¡No dejaré que el arenoso ni el estúpido Uchiha me ganen! — Golpeando con fuerza la mesa y poniéndose de pie llamando la atención de las mesas próximas.

— ¡Así se habla!

— ¡Naruto será mío y solo mío!

— Qué gay te oyes. — Carcajeándose.

— Eres un completo imbécil... — Retomando su whisky.

Kiba lo tenía decidido mejor que como nunca antes: le iba a importar un bledo el qué dirán, solo iba a encargarse de conquistar al rubio cuya marca en el cuello ya lo evidenciaba como suyo. Kiba Inuzuka, el chico con mil chicas rendidas a sus pies se encargaría de conquistar al único chico capaz de flecharlo, Naruto Uzumaki.

Notas finales:

Espero que hayan disfrutado el capítulo. Disculpen la demora, pero haber entrado nuevamente a la universidad me quita tiempo jeje. Espero sus comentarios amigos y amigas. ¡Saludos! ;)


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